Pérez García, A. (2021). Retos y desafíos de la educación post pandémica. Aula de Encuentro, volumen 23 (1), Editorial pp. 1-4

RETOS Y DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN POST PANDÉMICA

CHALLENGES AND STAKES OF POST-PANDEMIC EDUCATION

Pérez García, Álvaro1

1Universidad Internacional de La Rioja, alvaro.perezgarcia@unir.net

Ha transcurrido algo más de un año del inicio de un confinamiento domiciliario que tuvo a la gran mayoría de la población mundial recluida en sus casas durante más de tres meses. En ese periodo de tiempo, todos los ámbitos de la sociedad sufrieron la crudeza de una situación que no solo tuvo consecuencias sanitarias, sino que influyó en aspectos socioeconómicos y educativos, teniendo aún, a día de hoy, una devastadora preponderancia en todas estas esferas.

Centrados en el ámbito educativo, si volvemos la mirada hacía esos meses de confinamiento, nos vienen a la mente las dificultades experimentadas por docentes de todos los niveles educativos y familias, en la que se tuvo que afrontar, de forma inesperada, una docencia 100% online para la que muchos no estaban preparados. Este hecho puso de manifiesto la ausencia de competencia digital de un gran número de los implicados en el hecho educativo: profesorado, alumnado y familias. Esta deficiencia se unía, en la mayoría de los casos, a una falta de formación para el uso didáctico-creativo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, algo que, en pleno siglo XXI, debería ser obligatorio para los docentes de cara a actualizar los procesos de enseñanza-aprendizaje.

En todos los niveles educativos, esta obligación de adaptar la enseñanza presencial a la online sorprendió con el pie cambiado a muchísimos docentes y, también, a unas instituciones educativas carentes de recursos, en la mayoría de los casos. La ausencia de plataformas LMS consolidadas, la falta de un protocolo de evaluación que contemplara la no asistencia presencial y la realización de exámenes online, las carencias en los planes de formación permanente del profesorado, etc. han supuesto grandes retos y desafíos para el Sistema Educativo, que hay que afrontar cuanto antes.

En ese sentido, uno de los mayores retos que, no solo ha sobrevenido asociado a la pandemia, sino que lleva muchos años presente en el ámbito educativo y social, es la brecha digital. Ya lo planteaba la UNESCO en el año 2000 en la Declaración del Milenio, en la que se incluía la erradicación de la brecha digital entre sus 8 “Objetivos de Desarrollo del Milenio”. Estos objetivos no se llegaron a alcanzar en su totalidad, por lo que la ONU tuvo que incluirlos en el año 2015 dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de cara al año 2030, con la intención de erradicar de forma definitiva la brecha digital. La actual crisis sociosanitaria provocada por la Covid-19 ha ampliado, aún más, esta brecha, siendo este uno de los mayores desafíos que ha planteado la post pandemia.

Otro de los grandes retos, que se desprenden de las carencias evidenciadas por los docentes tras el confinamiento, ha sido, como se ha comentado anteriormente, la ausencia de una competencia digital docente adecuada. También es un tema que se lleva trabajando desde hace años en nuestro país desde el INTEF (Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado) que, en el año 2012 creó el proyecto Marco Común de Competencia Digital Docente, que venía a reforzar lo que desde Europa, proponía el Marco Europeo para la Competencia Digital de los Educadores (DigCompEdu), que desarrolla 22 competencias organizadas en seis Áreas, centrándose en la utilización de las TIC no como recurso tecnológico, sino como recurso pedagógico para innovar en el ámbito educativo. Así, el INTEF, tras varias revisiones y diferentes versiones, en 2017 redacta definitivamente los descriptores por niveles para 21 competencias y se plantea el desarrollo un porfolio de la competencia digital docente para acreditar y certificar dicha competencia. Las áreas competenciales que se proponen son: información y alfabetización informacional, comunicación y colaboración, creación de contenido digital, seguridad y resolución de problemas. Es fundamental, pues, seguir trabajando en esta línea para reforzar la Competencia Digital de los Docentes, algo que el confinamiento ha dejado en evidencia. La formación permanente del profesorado en TIC, es, por tanto, uno de los grandes retos que se deben afrontar a corto plazo, algo que requiere, también, una mayor implicación del profesorado, en muchos casos, demasiado acomodado.

Uno de los desafíos más complejos y, a su vez, más motivadores, es la adaptación de la metodología tradicional o pasiva a una metodología más activa, cuya finalidad principal es la personalización del aprendizaje. Muchos docentes están asentados en un modelo clásico de enseñanza que, durante el confinamiento y, con posterioridad, ha fracasado por su falta de flexibilidad y su excesiva mecanización, algo que, cuando se produce algún cambio, es muy complejo de adaptar. Se requiere, pues, una adaptación al paradigma educativo del siglo XXI, basado en el constructivismo y el conectivismo, en dar el protagonismo al alumnado en su proceso de enseñanza-aprendizaje y aprender de forma conectada, en red, colaborativa y cooperativamente. Es pues, fundamental, que se lleven a cabo metodologías más activas como el aprendizaje basado en proyectos o problemas, la clase invertida, la gamificación, el design thinking o los anteriormente citados aprendizajes colaborativo o cooperativo.

El fortalecimiento de la enseñanza online, el uso de plataformas telemáticas LMS y la utilización de las herramientas de videoconferencia, aprovechar la ubicuidad que nos ofrece el aprendizaje móvil (mobile learning) o ampliar el uso de las redes sociales en el ámbito educativo para participar en comunidades virtuales de aprendizaje, son otros retos que se deben trabajar en el Sistema Educativo actual.

Por último, habría que hacer especial hincapié en la mejora de los procesos evaluativos, que se ha convertido en un importante desafío. No solo hay que centrarse en adaptar la evaluación final, sino todo el proceso de formación continua, conjugando la evaluación formativa con la sumativa. Por ello, hay que conseguir que el alumnado esté activo durante todo el proceso, fomentando la comunicación, el debate, el trabajo colaborativo e, incluso, incrementando su participación en el desarrollo de las pruebas de evaluación.

Todos estos retos se deben transformar, a su vez, en propuestas de mejora que deben favorecer la evolución en positivo del proceso de enseñanza aprendizaje post pandémico. Nos hemos tenido que dar cuenta, por culpa de una crisis sanitaria a nivel mundial, que el siglo XXI ha llegado.