Sacaluga Rodríguez, I. (2022). Desafíos ante un cambio de paradigma. Aula de Encuentro, volumen 24 (1), Editorial pp. 1-3

DESAFÍOS ANTE UN CAMBIO DE PARADIGMA

CHALLENGES OF A PARADIGM SHIFT

Sacaluga Rodríguez, Ignacio1

1Universidad Europea de Madrid, ignacio.sacaluga@universidadeuropea.es, https://orcid.org/0000-0002-2923-819X

La segunda década del siglo XXI se impone sobre nuevas premisas derivadas de cambios sociales de gran calado. Estos hitos, ya conocidos por todos, aunque con un impacto a largo plazo aún difícil de ponderar, redundan en la irrupción tecnológica de soluciones y aplicaciones que propician, por ejemplo, la digitalización de los procesos, la obtención masiva de datos, la sofisticación de la manipulación informativa -fake news, deep fake, etc.- o el internet de las cosas (IoT), entre otras. Estos avances tecnológicos se han topado con un efecto amplificador en forma de virus y posterior pandemia: la COVID-19. Este fortuito encuentro se consolida como principal detonante de un cambio de paradigma que lo impregna todo, desde los estilos de liderazgos, las relaciones laborales, la producción de cultura y, por supuesto, los sistemas educativos.

Decía Herskovits que “el cambio es una constante en la cultura” y que ese cambio debería analizarse siempre “sobre el fondo de la estabilidad cultural, hasta en el caso en que los cambios puedan parecer de largo alcance para los miembros de la sociedad en que se producen”. No se trata, ni mucho menos, de cambios tan extraordinarios si los comparamos con otros que ha protagonizado la Humanidad, pero desde luego, sí serán los de mayor rapidez de absorción. Esta alta permeabilidad social no es ajena, como aduce Herskovits a que los cambios se deban considerar “en relación con la resistencia al cambio”, pues “las gentes que aceptan nuevos modos de hacer algunas cosas se resisten a aceptar innovaciones que afecten a otras facetas de sus modos de vida”.

Es por ello, que la sociedad, o sociedades, del siglo XXI se enfrentan a un nuevo estilo de liderazgo, de interrelación social y convivencia -y en ocasiones connivencia- con la tecnología. Elementos suficientes para avistar un cambio de paradigma en la manera en que nos relacionamos como sociedad a través de la tecnología.

Este nuevo paradigma, como nos referimos, contempla implicaciones de distinta índole. Desde la producción de recursos naturales, el modo en que hacemos sostenibles los procesos y la obtención de esos recursos, la comunicación social y personal, los modos de consumo de bienes y servicios, y desde luego, la educación en su más amplio sentido.

Es precisamente en la educación, y en la reglamentación de sus códigos, exigencias y metodologías, donde este cambio de paradigma alcanza una mayor significación. Se han generado metodologías de aprendizaje inclusivas e innovadoras orientadas a potenciar habilidades, destrezas y competencias junto a los consabidos conocimientos. Dirigidas también al fomento de valores acordes a los cambios sociales que experimentamos, así como a la democratización del uso tecnológico desde el prisma del trabajo colaborativo.

Así como el celebrado humanismo renacentista privilegió lo humano frente a lo divino en la producción cultural y filosófica, el humanismo digital se enfrenta al desafío de recuperar cierto humanismo clásico para contener o (re)orientar la revolución tecnológica a la que asistimos. Este renovado humanismo digital está abocado inexorablemente a contener un propósito social inherente a sus postulados, a la proposición de un cambio positivo que abogue por una igualdad real de oportunidades para las personas, y a propiciar un sentido crítico en la sociedad que facilite una convivencia tolerante y un progreso sostenible. En ese sentido, he aquí uno de los grandes retos de la sociedad que viene: prevalecer a la persona sobre el algoritmo, la historia personal sobre la frialdad del dato. Algo que no contradice una realidad aceptada, si antes alguien que generaba una competencia podía vivir de ella la mitad de su vida, hoy solo podría amortizarla durante menos de una década.

Nos encontramos ante los desafíos propios de un cambio de paradigma que anuncia la transición de la cuarta a la quinta revolución industrial, donde el transcurrir de generaciones permite que más de la mitad de los alumnos, que actualmente cursan la educación primaria, vayan a dedicarse a profesiones de las que aún no se tiene constancia. Asistimos también al reto de humanizar, quizá más que nunca, la que debería ser la más social de las todas las revoluciones sociales