Vol. 21 Núm. 2 (2019)

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Dirigido por Carmen Sánchez Morillas (Universidad de Granada) e Isabel Segura Moreno (Centro Universitario “Sagrada Familia” de Úbeda, adscrito a la Universidad de Jaén).

En el mundo de la Educación, la inteligencia meramente académica no posee (por sí sola) la misma relevancia, si no la contemplamos también unida a las capacidades emocionales de cada persona, ya sea para los docentes o para los alumnos. Actualmente, no se menosprecian los éxitos académicos de un alumno, sino que no se comprenden si no es también desde con la participación de las emociones o de otras habilidades, tales como el tratamiento o la selección de la información.

Tradicionalmente se han tomado como modelos de inteligencia emocional las conceptualizaciones de Daniel Goleman (1999) o de Mayer, Salovey y Caruso (Mayer, Salovey, & Caruso, 2002). Partiendo desde este último modelo, Fernández-Berrocal y Extremera (Fernández-Berrocal & Pacheco, 2002), indican que existen cuatro componentes de la habilidad emocional: Percepción y expresión emocional, Facilitación emocional, Comprensión emocional y Regulación emocional.

Si tenemos en cuenta estos cuatro componentes en el área de Educación, la Literatura, tanto infantil como juvenil, nos ofrece diversos procesos emocionales que enfrentan al lector (al niño y al joven) a múltiples terrenos de ficción (Riquelme & Munita, 2011) que los docentes debemos presentar en el aula para llevar a cabo una acción didáctica lo más amplia posible. Así, el desarrollo de las habilidades socioemocionales y la literatura arranca desde los tempranos estudios de Nyland (1999) o Munita y Riquelme (2009). En esta línea persisten los estudios de Bettelheim (2010), sin dejar de lado la importancia de los teóricos como Cervera (1991) o Colomer (1998).

La Literatura transmite sentimientos y emociones universales que todo alumno/a necesita durante su proceso de formación como persona durante su itinerario hacia la vida adulta; se trata de un “agente formador” (Sousa, 2008). La Literatura es un elemento dinamizador de la mente humana que ayuda a mejorar la calidad de la actitud crítica del alumnado, pero también se convierte en un campo de entrenamiento excelente para desarrollar el mundo de las emociones.

En el presente monográfico pretendemos, desde una perspectiva crítica, analizar las líneas de investigación centradas en el área específica de la Didáctica de la Lengua y la Literatura, pero relacionadas con la enseñanza de la Literatura infantil y juvenil y el desarrollo de las habilidades emocionales. Por ello, se aceptan trabajos académicos que versen sobre algunas de las siguientes líneas temáticas, aunque no excluyentes:

  • La LIJ como un potenciador didáctico
  • La LIJ como como campo de desarrollo para las emociones
  • La LIJ, las emociones y las nuevas tecnologías
Publicado: 2019-12-31