Arqueología y Territorio Medieval 28, 2021. e6220 I.S.S.N.: 1134-3184 DOI: 10.17561/aytm.v28.6220

Las emisiones monetarias de los Banū Tuŷīb de Zaragoza: una revisión a la luz de nuevos hallazgos1

Monetary issues of the Banū Tuŷīb of Saragossa: a review in the light of new findings

Carolina Doménech-Belda2

Recibido: 17/03/2021

Aceptado: 20/04/2021

Publicado: 10/06/2021

A Pierre Guichard, por su interés por este texto que incorpora muchas reflexiones compartidas.

RESUMEN

Las emisiones tuŷibíes de la taifa de Zaragoza han sido consideradas excepcionales por ser las primeras continuadas en el tiempo. El reciente hallazgo de dos dinares del año 411/1020-1021 permite establecer una fecha aún más temprana. Según las fuentes, en ese año gobernaba el fundador de la dinastía Munḏir I, para el que no se conocen monedas, sin embargo, las leyendas de estos dinares coinciden con los atribuidos a su sucesor Yaḥyà Ibn Munḏir. La atribución a uno u otro gobernante es compleja y obliga a una revisión de las fuentes escritas contrastándolas con las monedas. Dicha confrontación, realizada desde una perspectiva más amplia que abarque a toda la dinastía, permite plantear interesantes cuestiones relacionadas con las titulaturas adoptadas por los miembros de este linaje, la transmisión del poder y las cronologías que se han venido utilizando, que ofrecen versiones dispares según utilicemos los textos escritos o la evidencia numismática.

Palabras clave: Numismática, Al-Andalus, Estados Taifas, Tuŷībíes, Dinares.

ABSTRACT

Monetary issues of Banū Tuŷīb of Saragossa have been considered exceptional for being the first continued in time. The recent finding of two dinars from the year 411/1020-1021 allows us to establish an even earlier date. According to sources, in that year was ruling the founder of the dynasty Munḏir I, for whom no coins are known. However, the legends of these dinars coincide with those attributed to his successor Yaḥyà Ibn Munḏir. The attribution to one or the other ruler is complex and requires a review of the written sources contrasting them with the coins. This confrontation, carried out from a broader perspective covering the whole dynasty, allows being raised interesting questions related both to the nomenclatures used by the members of this lineage and power transmission, but to the chronologies that have been applied until now, which offer disparate versions depending on whether we use written sources or the numismatic evidence.

Keywords: Numismatics, Al-Andalus, Taifas States, Tuŷībíes, Dinars.

I. INTRODUCCIÓN

El estudio de las monedas acuñadas por los Estados taifas a lo largo del siglo XI constituye uno de los desafíos actuales de la numismática andalusí. La multiplicidad de cecas y la variedad de tipos y leyendas utilizadas hacen de este periodo uno de los más interesantes y a la vez más complejos. Sin embargo, esa complejidad se ha visto compensada por la información histórica que las monedas han proporcionado. La numismática, con la ayuda de las fuentes escritas, ha sido una de las disciplinas que más ha contribuido a identificar gobernantes, establecer la secuencia y cronología de sus reinados o conocer sus aspiraciones políticas. Los títulos que ostentaron o el imām al que reconocieron son indicadores significativos en este sentido, siendo especialmente relevantes para la primera mitad de la centuria y, sobre todo, en los momentos iniciales de consolidación de estos Estados. Sin embargo, la secuencia cronológica establecida a partir de los datos que proporcionan las monedas no siempre ha estado acorde con la información aportada por los textos árabes que, en ocasiones, proporcionan noticias poco claras o contradictorias.

Así ocurre en el caso de la dinastía de los Tuŷībíes que crearía la poderosa taifa de Zaragoza, para la que las crónicas son especialmente confusas y no permiten reconstruir de forma clara ni el número de gobernantes ni las fechas de muerte y sucesión de cada uno de ellos. El primer autor que aportó noticias sobre los taifas tuŷībīes fue el cordobés Ibn Ḥayyān, quien vivió de primera mano los acontecimientos y los narró en una obra cuyo texto original no se conserva, pero que fue utilizado por historiadores posteriores3. Como puso en evidencia A. Turk (1978: 55), aunque parece que Ibn Ḥayyān debió referirse a tres gobernantes tuŷībīes, los cronistas árabes que lo repertoriaron confundieron a unos con otros: Ibn Bassām en su obra al-Ḏajīra, aunque escrita tan solo unos 70 años después de la desaparición de la dinastía tuŷībī, menciona solamente a uno de ellos, Munḏir Ibn Yaḥyà, mezclando noticias del fundador de la dinastía Munḏir I con otras de su nieto Munḏir II, ya que los dos eran hijos de un Yaḥyà y muchas veces las fuentes se refieren a ellos de la misma forma. Ibn ʽIḏārī nombra a Yaḥyà, el segundo gobernante de la dinastía no mencionado por Ibn Bassām, pero parece que lo confunde con Munḏir II (MAÍLLO, 1993:186); Ibn al-Jaṭīb une a los dos Munḏir en uno solo y considera que Yaḥyà fue el último Tuŷībí, al igual que Ibn Jaldūn y al-Nuwayrī (TURK, 1978:55-56). Finalmente, al-ʽUḏrī, coetáneo de los hechos como Ibn Ḥayyān, alude a tres gobernantes, padre, hijo y nieto, más un último familiar que gobernaría 28 días, aportando las fechas de sucesión de cada uno de ellos.

Fue el numismático F. Codera quien, en consonancia con al-ʽUḏrī y basándose en la evidencia monetaria, estableció que habían existido tres gobernantes: Munḏir Ibn Yaḥyà, el fundador de la dinastía al que conocemos como Munḏir I, su hijo Yaḥyà Ibn Munḏir, y el hijo de éste, Munḏir Ibn Yaḥyà denominado Munḏir II (CODERA, 1879:165 y 1892 a y b). Munḏir II fue asesinado por un primo suyo quien ocupó el trono aproximadamente durante un mes antes de ser derrocado por Sulaymān Ibn Hūd, quien asentaría a los Banū Hūd al frente de la taifa zaragozana. De esta forma, la secuencia de gobernantes de F. Codera era la misma proporcionada por al-ʽUḏrī, sin embargo, las fechas de sucesión variaban considerablemente.

El momento de sucesión de un gobernante a otro fue establecido a partir de las fechas de las monedas. Para el primero de los Tuŷībíes no se conocen acuñaciones, mientras que la primera pieza conocida, un dinar datado en el año 415/1024-1025 en el que figura el nombre del segundo de los gobernantes, Yaḥyà, con el título de ḥāŷib, sirvió para fijar la muerte de su antecesor en el año anterior, dando por cierta la fecha transmitida por Ibn Jaldūn. Del mismo modo, la aparición de Munḏir en las monedas del 420/1029-1030 se utilizó para situar en ese año la muerte de Yaḥyà y la sucesión por su hijo, a pesar de que al-ʽUḏrī fijaba estos hechos siete años después. La fecha dada por al-ʽUḏrī, el 427/1035-1036, fue aceptada por gran parte de los historiadores, entre ellos M.J. Viguera, quien explicó la contradicción cronológica argumentando que el año 420/1029-1030 aportado por las monedas debía responder al momento en que Munḏir II fue designado heredero y no al de la muerte de su padre Yaḥyà (VIGUERA, 1994: 74). Esta explicación conlleva una diferente interpretación del título de ḥāŷib que pasó desapercibida o fue directamente ignorada desde la disciplina numismática. Y así ha seguido hasta el momento, quedando también sin resolver la cuestión cronológica, ya que las fechas establecidas desde el ámbito numismático para situar el inicio y fin de los gobiernos de los miembros de esta dinastía, así como la duración de los mismos, son notablemente distintas a las aceptadas por la tradición histórica derivadas de las crónicas árabes medievales.

En dicha cuestión cronológica viene a ahondar el hallazgo reciente de dos dinares del año 411/1020-1021, ya que adelanta en unos años las emisiones conocidas de la taifa de Zaragoza y el inicio de las acuñaciones áureas en una ceca local. Los Tuŷībíes fueron los primeros gobernantes taifas en acuñar oro, prerrogativa exclusivamente reservada a la autoridad califal que en esos momentos ostentaban, no sin dificultades, los Banū Ḥammūd. Estas primeras emisiones de Zaragoza, aunque mencionan al califa ḥammūdí, fueron realizadas por los Tuŷībíes desde su independencia política y revelan sus pretensiones políticas al adoptar un signo tan claro de soberanía como es la emisión de moneda áurea. El año de acuñación de estos dinares los sitúa en el gobierno del fundador de la dinastía, Munḏir I, para el que no se conocía ninguna moneda hasta ahora, mientras que la presencia en las leyendas del nombre de su sucesor Yaḥyà con el título de ḥāŷib indicaría, según lo aceptado por la numismática, que se trata de dinares acuñados por el segundo de los Tuŷībíes. Este hecho convierte a estos dos dinares en documentos de gran relevancia histórica, ya que permiten plantear interesantes cuestiones que tienen que ver tanto con las dataciones establecidas, como con el uso y significado de las titulaturas en las emisiones monetarias de estos taifas, obligando a revisar y confrontar las fuentes textuales con las evidencias monetarias conservadas. Empezaremos por estas últimas, analizando lo que se conoce de las emisiones tuŷībíes.

II. LA MONEDA TUŶĪBÍ

Las acuñaciones tuŷībíes han sido consideradas excepcionales dentro del panorama numismático andalusí de la primera mitad del siglo XI por ser las primeras emisiones áureas de un Estado taifa, por su temprana aparición y por su continuidad en el tiempo (GUICHARD, 1988:158). Los gobernantes taifas no se atrevieron a acuñar moneda de manera regular hasta mediados de los años treinta del siglo V de la Hégira (Fig. 1). Hasta ese momento solo se habían puesto en circulación dírhams acuñados en momentos puntuales. Por el contrario, los Tuŷībíes pusieron numerario en circulación desde la segunda década de dicha centuria (Fig. 2), acuñando dinares de oro al más puro estilo califal (ARIZA, 2014: 121). Para ello, abrieron su propia ceca en Zaragoza y con ese nombre, madīnat Saraqusṭa, la hicieron figurar en las monedas, a veces precedida del vocablo madīna y otras sin él, siendo la primera vez que se utiliza en la península ibérica un término distinto al genérico de al-Andalus para acuñar oro4.

Fig. 1. Primeras emisiones monetarias en los Estados taifas.

Fig. 2. Emisiones tuŷībíes por años y especies monetarias.

Las series monetarias tuŷībíes conocidas hasta el momento se iniciaban en el año 415/1024-1025 con un dinar atribuido a Yaḥyà Ibn Munḏir. Se trata de un ejemplar único5 en el que la ceca, frente a lo que había sido costumbre hasta entonces, aparece en la leyenda de la orla de la segunda área6. En él figura Yaḥyà como ḥāŷib y se reconoce como imām al califa ḥammūdí al-Qāsim. Este reconocimiento llama la atención ya que en ese momento al-Qāsim se encontraba encarcelado tras haber sido expulsado por segunda vez de Córdoba dos años antes, y a la cabeza del califato cordobés estaba el omeya Muḥammad III al-Mustakfī7.

A este dinar le siguen otros de los años 416/1025-1026 y 417/1026-1027, ya con las leyendas de las orlas situadas en su lugar habitual y cambiando la mención del califa ḥammūdí por la de ʽAbd Allāh8, aunque curiosamente con el laqab al-Muʼayyad del califa Hišām II. También con la mención de ʽAbd Allāh aunque obviando dicho laqab, se conocen dos fracciones de dinar: una sin fecha (PRIETO, 1926: 197 nº223), y otra considerada del año 418/1027-1028 aunque su datación genera ciertas dificultades9. Con ellas finalizan las emisiones en las que figura Yaḥyà como ḥāŷib (Fig. 3).

Fig. 3. Títulos y nombres propios en las monedas tuŷībíes.

Estas emisiones, exclusivamente áureas, se retoman en el 420/1029-1030, pero ahora a nombre del ḥāŷib Munḏir. El reconocimiento califal se mantiene al imām ʽAbd Allāh hasta el 423/1031-1032, año del que se conocen monedas tanto a nombre de ʽAbd Allāh como del nuevo califa omeya Hišām III al-Muʽtadd bi-llāh. Este cambio se ha puesto en relación con la llegada de al-Muʽtadd a la Marca Superior tras haber sido depuesto en Córdoba en 422/noviembre de 1031. La mención a al-Muʽtadd se mantendrá en las monedas tuŷībíes durante todo el tiempo que este califa derrocado vivió protegido en los territorios de la Marca hasta su muerte en el 428/1036-1037 (ARIZA, 2014: 118). A partir de ese momento vuelve a retomarse la mención a un genérico imām ʽAbd Allāh, que figura en los ejemplares de los años 428/1036-1037 y 430/1038-1039 (no se conocen monedas del 429). La reaparición de un falso Hišām II propiciada por el gobernante de la taifa de Sevilla Muḥammad Ibn Ismāʻīl no tuvo eco en las emisiones de la taifa de Zaragoza hasta el año 430/1038-1039, último de gobierno tuŷībí10.

Con el nombre del ḥāŷib Munḏir se conocen monedas desde el 420 al 430/1029-103911. En las primeras, las de los años 420 y 423/1029-1032, aparece con el título de Muʽizz al-Dawla12, siempre acompañado por el de ḥāŷib. El título de ḥāŷib lo mantendrá hasta el 428/1036-1037, año posterior al de la muerte de su padre Yaḥyà, según al-ʽUḏrī (GRANJA, 1966: 51). A partir de entonces se abandona y Munḏir figurará únicamente con el laqab al-Manṣūr.

De ese año 428/1036-1037 en el que se produce el cambio de titulatura en las acuñaciones monetarias, se conocen fracciones de dinar acuñadas en Zaragoza que además de carecer de dicho título tampoco mencionan a Munḏir ni presentan nombre alguno. Se trata de piezas anónimas con la profesión de fe en IA y el reconocimiento al imām ʽAbd Allāh en dos líneas en la IIA (VIVES, 1893: 182, nº1141 y PRIETO, 1926:198, nº 230).

A partir del año 425/1033-1034, justo después de que desaparezca el título de Muʽizz al-Dawla, se incorporan nuevos nombres carentes de titulaturas. Uno de ellos, conocido desde antiguo y leído como Nabīl o Labīl, lo encontramos tanto en la primera área bajo profesión fe en un ejemplar del año 425/1033-34 (CANTO e IBRĀHĪM, 2003: 158, nº 93) como en la parte inferior de la segunda área tres años más tarde (VIVES, 1893: 182, nº1140 y PRIETO, 1926:198, nº 229)13. Otros permanecen sin identificar y en ocasiones son de difícil interpretación como el caso de un posibleﺑﺷﺎﺮ leído con interrogante en una fracción de dinar sin fecha (CANTO e IBRĀHĪM, 2003: 160, nº 100); o el de ﻤﺤٮ , que fue leído con dudas por A. Vives y A. Prieto como Muḥammad (VIVES, 1893: 182, nº1142 y PRIETO, 1926: 198, nº 231). Posteriormente, G.C. Miles (1954: 79, nota 1) leyó ﻤﺤٮ, argumentando que es imposible que la última letra sea una dāl. Este ﻤﺤٮ aparece en dos dinares del año 430/1038-1039 y en dírhams de la misma fecha, todos ellos a nombre de al-Manṣūr Munḏir.

Es en ese año 430/1038-1039 cuando se inician las emisiones de plata, metal ausente en la taifa de Zaragoza hasta ese momento. Todos los dírhams conocidos son de dicho año, existiendo dos tipos diferentes: el anteriormente mencionado en el que figura Munḏir con el título de al-Manṣūr14 y otro a nombre del ḥāŷib ʽAbd Allāh que ha sido atribuido al ʽAbd Allāh que acabó con la vida de Munḏir II y le sucedió en el gobierno de la taifa. Según las fuentes, el motivo del asesinato fue no reconocer a Hišām II, el viejo califa que el gobernante de la taifa de Sevilla había hecho reaparecer falsamente. El reconocimiento a Hišām II que figura en estas monedas ha apoyado su adscripción a ʽAbd Allāh. El poco tiempo que pudo mantenerse en el poder, alrededor de un mes, ha llevado a pensar en un posible plan preconcebido que le hubiese permitido poner numerario en circulación en tan reducido espacio de tiempo y que pondría en evidencia las ansias de poder de este personaje. Los dírhams a nombre del ḥāŷib ʽAbd Allāh constituyen su única serie monetaria y la última emisión antes del cambio de dinastía.

III. EL ADELANTO DE LAS EMISIONES: LAS MONEDAS DEL 411/1020-1021

El estudio de un conjunto monetario hallado en la calle Constitución de la ciudad de Valencia ha deparado una importante novedad: la aparición de dos dinares del año 411/1020-21 acuñados en Zaragoza. Este conjunto, formado mayoritariamente por numerario de plata fatimí, contiene piezas andalusíes de los califas omeyas y ḥammūdíes, de la fitna y un pequeño grupo de monedas de oro entre las que se encuentran seis ejemplares tuŷībíes de la taifa de Zaragoza.

De estas monedas tuŷībíes, una es una fracción de dinar de apenas 0,7 gramos de peso y 10,9 mm de módulo, que tiene recortada parte de su leyenda marginal y no conserva ni la fecha ni la ceca. Las otras cinco son dinares, dos del año 423/1031-1032, uno del 430/1038-1039 y otros dos del 411/1020-1021. Estos últimos constituyen la mayor aportación de dicho conjunto a la numismática del periodo taifa ya que, por su fecha de acuñación, son los ejemplares más tempranos hasta ahora conocidos y adelantan en cuatro años el inicio de las emisiones áureas realizadas por un gobernante independiente.

Uno de estos dinares (Fig. 4), con un peso de 3,6 g. y un módulo de 22,3 mm, presenta en la primera área la profesión de fe en tres líneas. Sobre ella se aprecia un adorno de tipo vegetal no documentado por el momento en ningún otro ejemplar de esta dinastía. También presenta adornado con una terminación vegetal el vástago de la letra rā’ de la última línea de la leyenda central que se prolonga con ocupando el espacio bajo la misma. La leyenda circular, como es habitual, informa del lugar de acuñación, madīnat Saraqusṭa, y la fecha en la que puede leerse año 11 y el inicio de las centenas que se escribieron solo parcialmente.

En la segunda área, el campo central presenta cinco líneas de leyenda. En las tres centrales se reconoce como imām al califa ḥammūdí al-Qāsim, que aparece con sus títulos de al-Māʽmūn y ʻĀmir al-Mūminīn. Sobre esta leyenda figura el título de ḥāŷib y el nombre Yaḥyà bajo ella. En la orla la usual misión profética de Mahoma (Corán IX,33).

Fig. 4. Dinar de Zaragoza del año 411/1020-1021. Foto: Museu de la Ciutat de València.

El segundo dinar tiene un peso de 4 g., un módulo de 22,9 mm e idéntica distribución de leyendas que la pieza anterior, aunque diferentes características epigráficas (Fig. 5). La ceca sigue apareciendo como madīnat Saraqusṭa, mientras que la fecha, presenta la peculiaridad de omitir parte de las centenas, concretamente el numeral اربع quedando reducidas a la parte final مائة 15. Como en el caso anterior, figura un adorno sobre la profesión de fe, en este caso en forma de vástago vertical que desciende desde la línea circular continua que separa la leyenda central de la orla y, girando hacia la izquierda, se divide en tres ramificaciones que acaban en un punto redondeado16. En la parte inferior del campo, la rā’ de la tercera línea ondula su trazo prolongándolo pero, a diferencia del anterior, carece de terminación vegetal.

Fig. 5. Dinar de Zaragoza del año 411/1020-1021. Foto: Museu de la Ciutat de València.

El reconocimiento al califa al-Qāsim al-Māʽmūn en estos dos dinares está en consonancia con las noticias aportadas por las fuentes ya que en el 411/1020-1021, año en que fueron acuñados, al-Qāsim ocupaba el trono califal en Córdoba. Este hecho podría explicar la presencia del mencionado califa en el dinar del 415/1024-1025, cuyo reconocimiento se habría mantenido en las emisiones zaragozanas aún después de ser expulsado de Córdoba. Estos dos dinares del 411/1020-1021 prueban que la Taifa de Zaragoza reconoció a al-Qāsim no solo como un califa ficticio o ya depuesto, sino cuando todavía detentaba el título califal y reforzaría la información dada por M.J. Viguera en base a los versos de un poema de Ibn Darrāŷ al-Qasṭallī que esta autora sitúa en el año 1018: “Munḏir al-Manṣūr ha pasado a ser nuestro señor y el príncipe al-Qāsim al-Māʽmūn nuestro soberano”(VIGUERA, 1988:180).

El año de acuñación de estos dinares, el 411/1020-1021 los situaría en tiempos de Munḏir I, el fundador de la dinastía para quien no se conocen emisiones hasta el momento17. Sin embargo, sus leyendas son idénticas a las del dinar del año 415/1024-1025 atribuido a su hijo y sucesor Yaḥyà. Ante esta aparente discordancia, podría pensarse que estos dos dinares del 411/1020-1021 pudieran tener un error de escritura en la fecha y que, al igual que ocurre en uno de los ejemplares que presenta una errata en las centenas, se hubiese escrito equivocadamente el año 411 en lugar de 421, año para el que tampoco se conoce ninguna moneda tuŷībí. Dado que las monedas son de cuños distintos, este error de escritura se tendría que haber producido en cada uno de los dos pares de cuños utilizados para su acuñación. Pero el contenido de las leyendas también lleva a descartar esta posibilidad: por un lado, el nombre de Munḏir que aparece a partir del 420/1029 y hasta el 430/1038-1039 de manera continuada18 está ausente en estas piezas; de otro, el reconocimiento al califa ḥammūdí, que desaparece de las emisiones tuŷībíes en el 416/1025-1026, sitĂșa a estos dinares en un momento anterior a dicha fecha.

Estamos pues ante unos dinares acuñados cuando Munḏir I aún vivía en los que figura la mención a un ḥāŷib Yaḥyà. Esto nos lleva a la disyuntiva de considerar estas monedas acuñaciones de Munḏir I aunque su nombre no figure en ellas, aceptando que el título de ḥāŷib en estas piezas se refiere al heredero; o bien atribuirlas a su hijo Yaḥyà Ibn Munḏir reconsiderando tanto la fecha de sucesión del 412/1021/1022 que dan las fuentes como la del 414/1023-1024 establecida desde el ámbito numismático19. Ambas opciones son tan sugerentes como complejas y obligan a contrastar la evidencia numismática hasta aquí expuesta con la información aportada por las fuentes escritas que tratamos a continuación.

IV. LOS TUŶĪBÍES EN LAS CRÓNICAS ÁRABES: MUNḎIR I Y LA INSTAURACIÓN DE LA DINASTÍA

Durante la fitna, los constantes cambios políticos en Córdoba y las disputas por el poder propiciaron que en la Marca Superior se consolidara el linaje árabe de los Tuŷībíes. Frente a otras taifas que fueron gobernadas por eslavos huidos de la corte que llegaban a un territorio donde eran poco conocidos, en la taifa de Zaragoza el poder recayó en esta familia fuertemente asentada en el Valle del Ebro desde antiguo y con gran influencia política en la zona. Según al-ʽUḏrī, algunos de sus miembros venían ejerciendo de representantes del Estado desde tiempos del emir Muḥammad (GRANJA, 1966: 43). En los momentos finales del califato, el poder recaería en Munḏir Ibn Yaḥyà Ibn Hāšim al-Tuŷībī, un miembro secundario de este linaje perteneciente a una rama menos importante de la familia cuyo único logro político había sido regir Daroca cuatro generaciones atrás (IBN JALDŪN tomado de GASPARIÑO, 2011: 328). A pesar de ello, Munḏir no tuvo ningún problema para legitimarse como máxima autoridad en la zona una vez desestructurado el Estado califal. Su participación como miembro destacado en el ejército de Almanzor debió de ser sustancial en ese sentido.

M. J. Viguera (1988, 1994 y 1995) reconstruyó el recorrido histórico de este personaje basándose en los datos que aportan las fuentes escritas. Aunque conocidos, consideramos de interés para el tema que nos ocupa resumir brevemente los numerosos vaivenes políticos que Munḏir protagonizó y que le llevaron a formar parte de diversas intrigas y a apoyar a todos los efímeros gobernantes que se sucedieron en Córdoba en los primeros años del siglo XI.

Las primeras noticias sobre Munḏir Ibn Yaḥyà lo sitúan en el ejército de Almanzor, al que también había pertenecido su padre. Ibn ʽIḏārī lo describe de la siguiente forma:

Era Munḏir Ibn Yaḥyà un hombre de la masa de la tropa y ascendió al mando del gobierno de Ibn Abī ‘Āmir [Almanzor] (…) este Munḏir, era un jinete que tenía dotes caballerescas [furūsiyya], saliéndose [así] de los límites de la ignorancia. (Traducción de MAÍLLO, 1993: 151).

Almanzor lo nombró caíd debido a sus cualidades guerreras, lo que tuvo que suceder antes de la muerte de éste en el 392/1002. Pocos años después, en 396/1005-1006, ʽAbd al-Malik al-Muẓaffar le concedió el gobierno de Tudela a la muerte de un primo suyo, en un momento en que los Tuŷībíes gobernaban en las principales ciudades de la Marca Superior (VIGUERA, 1988: 169), lo que evidencia las buenas relaciones de este linaje con los ʽĀmiríes. Pero la proclamación de Sanchuelo como heredero del califa en Córdoba y el conflicto que se desencadenó con el enfrentamiento de dos biznietos de ʽAbd al-Raḥman III disputándose el título califal, provocó importantes cambios. El caíd de la Marca Media, Wāḍiḥ, tomó partido por al- Mahdī y, con el apoyo militar del conde de Barcelona, partió hacia Córdoba. Munḏir formaba parte de estos contingentes y en el 400/mayo de 1010 lo encontramos en Córdoba como miembro de las tropas que ayudaron al califa al-Mahdī a entrar triunfante en la capital. Pero, dos meses más tarde, participó en la conjura que culminó con el asesinato de éste y que restableció a Hišām II como califa. Tras el asesinato en 402/octubre de 1011 de Wāḍiḥ, quien había encabezado todos estos movimientos y en cuyo bando estuvo Munḏir, abandono su apoyo a Hišām II y se pasó al bando de Sulaymān al Mustaʽīn, participando activamente en el asedio que este puso a Córdoba. La traición hacia Hišām II es mencionada por Ibn Ḥayyān, quien afirma que había recibido de Hišām II riqueza y ascensos y que había sido éste quien le había enviado a la Marca Superior, si bien otros autores como al-ʽUḏrī aseguran que fue al Mustaʽīn quien le nombró gobernador de Zaragoza en 403-404/1013 (GRANJA, 1966: 51). El apoyo a Sulaymān al Mustaʽīn, el nuevo califa que había entrado en Córdoba en 403/1013, duró poco ya que pronto se pasó a la causa de ʽAlī Ibn Ḥammūd no sin imponerle ciertas condiciones para reconocer su soberanía, que parece que fueron ambiciosas y se vieron realizadas. Tanto es así que llegó a matar a un hijo de Sulaymān que se había refugiado en Zaragoza. Pero su lealtad al primero de los Ḥammūdíes también fue breve. Según Ibn al Jaṭīb:

Acordaron los emires de la Frontera Munḏir Ibn Yaḥyà, Ibn Ḏī-l-Nūn y Zuhayr al-ʻĀmirī la vuelta al Estado Omeya, y juraron a uno de los Banū Umayya ʻAbd al-Raḥmān Ibn Muḥammad Ibn ʽAbd al-Malik Ibn ʻAbd al-Raḥmān al-Nāṣir li-dīn Allāh. (Traducción de GASPARIÑO, 2011: 326).

Se trataba, por tanto, de un intento por restituir el linaje de los Omeyas en la figura de un biznieto del primer califa, en la que participaba también Jayrān desde sus dominios del Šarq al-Andalus, el conde Ramón Borrell I de Barcelona, Muŷāhid de Denia y otras poblaciones como Játiva, Valencia, Alpuente, Albarracín y Tortosa (ARIZA, 2015: 74). A finales del 408/abril de 1018 se proclamaba a ʻAbd al-Raḥmān con el laqab de al-Murtaḍà pero, a comienzos del verano de ese año, tras una campaña en la que atacaron Granada, al-Murṭadà fue abandonado a su suerte y finalmente asesinado20. Tras estos acontecimientos, que tuvieron lugar en el año 409/1018-1019, Munḏir se retiraría a los territorios de Jayrān en Almería y posteriormente volvería a Zaragoza donde gobernó sus posesiones “como un verdadero soberano”(TURK, 1978: 47).

Munḏir I se cuidó de dar empaque a su corte. Para ello acogió a literatos cordobeses como el poeta oficial de Almanzor Ibn Darrāŷ al-Qastallī, quien le dedicó numerosos elogios y actuó durante diez años como secretario y propagandista de los Tuŷībíes (SALEH, 2004: 57); Saíd de Bagdad, también proveniente de la corte ʽāmirí; o Yūsuf Ibn Harūn al-Ramādī. Junto al mecenazgo poético, promovió construcciones públicas como la construcción de unos baños o la ampliación de la mezquita aljama de Zaragoza que tuvo lugar hacia el 411/1020 (CERVERA, 1999: 80). A. Turk indica que la capital de la Marca era un foco de atracción para altos dignatarios y personajes ilustres que eran acogidos en la corte con muchas comodidades. Entre ellos estuvo ʽAbd al-ʽAzīz, el nieto de Almanzor que acabaría convirtiéndose en el primer gobernante ʽāmirí de Valencia. En su corte, Munḏir “llevaba una vida fastuosa y de ostentación. En su palacio imitaba la corte de los califas trayendo músicas, cantoras y concubinas” (TURK, 1978: 48).

Signo de su influencia política es el hecho de que, como había hecho el califa ʽAlī Ibn Ḥammūd, también su sucesor al-Qāsim Ibn Hammūd le pidió ayuda en secreto en el año 412/1021-1022 cuando se vio amenazado por la presencia de su sobrino en Málaga y tras haber perdido el apoyo de los bereberes. Munḏir le reconoció como califa pero, según Ibn Bassām e Ibn ʽIḏārī, no llegó a prestarle ninguna ayuda (GASPARIÑO, 2011: 353). Consiguió el reconocimiento de los gobernadores de las ciudades de la Marca Superior, aunque no siempre de buen grado, como en el caso del gobernador de Lérida y Tudela Sulaymān Ibn Hūd21. Mantuvo buenas relaciones con Castilla y Barcelona y consiguió frenar las aspiraciones territoriales de Sancho el Mayor de Navarra haciendo uso de sus dotes como estratega y diplomático y sin entrar en conflictos bélicos.

El relato de estos hechos parece dibujar a Munḏir con una personalidad ambiciosa, astuta y oportunista que no dudó en cambiar de bando en múltiples ocasiones como demuestra el hecho de que en apenas ocho años apoyó cinco causas distintas. Ibn ʽIḏārī dice de él que cometió actos vergonzosos y lo tacha de traidor que “vendió la sangre de sus partidarios”, pero también

enriqueció a las gentes de la frontera, en aquel tiempo, con una inmediata seguridad, y le pidieron ayuda para el cultivo; por lo cual vivieron y gozaron de bienes abundantes y de una vida llevadera hasta que la muerte arrebató a Munḏir y, entonces, reconoció la gente su [buen] juicio y se convencieron de su política, y no vino después de él quien hiciese sus veces (Traducción de MAÍLLO, 1993: 152).

El historiador A. Turk, resumiendo la información de las fuentes, lo define como “jinete muy diestro, hombre fuerte y arrogante, inteligente y muy generoso pero maquiavélico”(TURK, 1978: 43).

No sería extraño que Munḏir I, dada su ambición y estrategia política y como dirigente máximo de un territorio fronterizo y alejado de la antigua capital, se atreviera a acuñar moneda, o que negociara y consiguiera el privilegio de su acuñación en alguno de sus tratos con los Ḥammūdíes como símbolo de su programa político. Como señala F. Clément (1994: 58), la decisión de acuñar moneda es fundamentalmente un acto político, especialmente cuando se trata de oro, teóricamente reservado a la autoridad califal. Como prerrogativa estatal y símbolo del poder, la acuñación monetaria reforzaría la imagen de su autoridad tanto en el interior de la Marca como frente a otros poderes territoriales. Pero nada dicen las fuentes en ese sentido, aunque tampoco mencionan emisiones monetarias para ninguno de los demás gobernantes tuŷībíes. Sí nos informan de la fecha de la muerte de Munḏir, que es diferente según los autores. Es un dato de enorme relevancia para la cuestión que tratamos puesto que tiene que ver con la designación del heredero y la transmisión de poder.

V. LA CUESTIÓN CRONOLÓGICA Y EL TRASPASO DE PODER

Como se ha mencionado, las fuentes documentales difieren en cuanto al número de gobernantes tuŷībíes, pero también aportan diversas fechas para la muerte y sucesión de los mismos y en especial para el primero de ellos. A esta diversidad de fechas se añaden las usadas en el ámbito numismático. La confusión cronológica es importante, con diferencias significativas según se utilicen los textos escritos o las evidencias monetarias.

De los textos conservados, el que ha sido considerado más fiable es el de al-ʽUḏrī, dado que este autor vivió los hechos que narra y tuvo acceso a los archivos cordobeses (GRANJA, 1966: 3). Al-ʽUḏrī nos da la secuencia clara y concisa de los gobernantes tuŷībíes y su sucesión (Fig. 6 a):

Mundir Ibn Yahyà murió en el año 412 (1021-1022). Después de su muerte tuvo el cargo de wali su hijo Yahyà Ibn Mundir Ibn Yahyà, durante dieciséis años. Murió en el año 427 (1035-1036). Después de él tuvo el cargo de walí su hijo Mundir Ibn Yahyà Ibn Mundir Ibn Yahyà, durante unos dos años. Lo mató su primo paterno Abu Muhammad Ibn Hakam Ibn ʽAbd al-Rahman Ibn Muhammad Ibn Hasim en Muharran del año 430 (octubre-noviembre 1038), y permaneció en su puesto veintiocho días (Traducción de GRANJA, 1966: p.51)

Ibn ʽIḏārī la menciona en varios pasajes: “Murió durante el tiempo de la guerra civil… y heredó sus dominios su hijo Yaḥyà Ibn Munḏir de 19 años. Adoptó el título de ḥāŷib al-Muiz al-dawla…” (MAÍLLO, 1993: 185-186) y sigue este autor contando la muerte de Munḏir II como si fuera la de Yaḥyà. Pero también la sitúa en el año 430/1038-1039, confundiéndolo con su nieto Munḏir II, ya que dice que es sobrino de Ismāʻīl, el gobernante Ḏūnní de Toledo, y que había rechazado al imām impostor (MAÍLLO, 1993: 153), hecho imposible para el primer Munḏir puesto que Hišām II todavía no había sido proclamado en Sevilla.

Ibn Jaldūn da la fecha del 414/1023-1024 (PRIETO, 1926: 43), fecha que fue tomada por cierta por la historiografía numismática dada la existencia del dinar del 415/1024-1025 en la que figura al-ḥāŷib Yaḥyà. Solo A. Delgado (2001: 221 y nota p.223) la consideró equivocada por un error de copia y pensó que Munḏir debió morir en el 424/1032-1033 basándose en dos fuentes: una noticia de al-Nuwayrī referida a las intenciones de Hišām III de arrebatarle a Munḏir la Marca superior para fundar un califato cuando fue expulsado de Córdoba en el 422/1031; y otra de al-Makkarī que refiere un corto reinado para su sucesor Yaḥyà. Finalmente, Ibn al-Jaṭīb en su “A’māl al- a’lām” sitúa la muerte de Munḏir I en el 417/1026-102722.

Aunque todos estos autores aportan fechas distintas, coinciden en que en el año 411/1020-1021 Munḏir I debía estar vivo. Existen además hechos acaecidos en el 412/1021-1022 del que es protagonista, como la solicitud de ayuda por parte del califa al-Qāsim Ibn Ḥammūd anteriormente mencionada.

Fig. 6. Fechas de reinado de los gobernantes tuŷībíes según al-ʽUḏrī (a) y las evidencias numismáticas (b).

Desde la numismática, considerando que el título de ḥāŷib que figura en las monedas hace referencia al gobernante, se han tenido por ciertas unas fechas que, si bien en el caso de Munḏir I coinciden con algunos textos, divergen notablemente para los dos gobernantes siguientes (Fig. 6 b). En base a la existencia del dinar del 415/1024-1025 a nombre del ḥāŷib Yaḥyà, se ha considerado que su padre Munḏir debía morir el año anterior, el 414/1023-1024, que es la fecha mencionada por Ibn Jaldūn.

En cuanto a Yaḥyà Ibn Munḏir, los numismáticos dan por finalizado su gobierno en el 420/1029, siete años antes de la fecha dada por las crónicas, cuando en las monedas empieza a aparecer su hijo el ḥāŷib Munḏir. Este hecho marcaría el inicio del gobierno de Munḏir II, que se prolongaría durante diez años hasta el 430/1038-1039. Estas fechas entran en contradicción con las de al-ʽUḏrī quien afirma que dicho gobierno duró “unos dos años” (GRANJA, 1966: 51).

La cronología establecida a finales del siglo XIX a partir de los nombres que figuran en las monedas se ha seguido manteniendo en los trabajos numismáticos hasta la actualidad a pesar de las notables diferencias con las fuentes escritas. Desde fuera de esta disciplina M. J. Viguera (1994: 74) ha apuntado la posibilidad de que las monedas a nombre del ḥāŷib Munḏir acuñadas en el 420/1029, siete años antes del inicio de su mandato según al-ʽUḏrī, marcaran el momento en el que el futuro Munḏir II había sido designado sucesor. Este intento de explicar la existencia de estas monedas cuando todavía Yaḥyà estaba vivo y gobernando, conectando la información de los textos árabes con la evidencia numismática, no ha tenido repercusión en este último campo. Sin embargo, el hallazgo de los dinares del año 411/1020-1021 que aquí presentamos permite plantear de nuevo esta cuestión y ponerla en relación con el término ḥāŷib. Se trata de dilucidar si, en estas primeras emisiones taifales, este título podría haber designado al sucesor como propuso M. J. Viguera y no al propio gobernante como se ha interpretado hasta ahora en el ámbito numismático.

VI. LA ADOPCIÓN DE TÍTULOS POR LOS GOBERNANTES TUŶĪBÍES

La adopción de títulos es significativa y relevante a la hora de determinar las aspiraciones políticas de un gobernante, especialmente la que se refiere al laqab o título honorífico (CLÉMENT, 1994 y GUICHARD, 1995). En el caso de los gobernantes tuŷībíes, también en este aspecto existen notables diferencias entre la evidencia numismática y lo que dicen los textos que, al igual que ocurre con las cronologías, aportan datos contradictorios en lo referente a los títulos adoptados por los gobernantes.

Según recogen las fuentes escritas, Munḏir I adoptó tres títulos: el de ḥāŷib, título oficial del principal cargo del Estado; Ḏū l-ri’āsatayn, una doble jefatura que aunaba el poder civil y militar; y el de al-Manṣūr (“el Victorioso”), el mismo título honorífico que llevó Almanzor y que, al igual que los anteriores, provenía de los ʽĀmiríes (VIGUERA, 1988: 175)23 Como indica F. Clément (1994: 71), ninguno de ellos es un título sultánico. Sin embargo, su hijo Yaḥyà sí adoptó un título propio de un soberano: el de al-Muẓaffar, aunque nunca aparece en las monedas tuŷībíes.

Por su parte Munḏir II se arrogó dos títulos honoríficos: al-Manṣūr, uno de los títulos que había ostentado su abuelo, y Muʽizz al-Dawla, aunque según Ibn ʻIḏārī, este último título fue de su padre Yaḥyà (MAÍLLO, 1993: 186). Ambos laqabs figuran en las monedas pero no al mismo tiempo: Muʽizz al-Dawla en las de los años 420 y 423 y al-Manṣūr en las del 430/1038-1039. Ello supone un cambio de gran importancia pues, por primera vez, se hace constar un laqab y no solo el nombre personal, hecho que P. Guichard y B. Soravia (2005: 53) interpretan como “la afirmación de una monarquía cada vez menos dependiente de un califato que, no obstante, se veía reafirmado formalmente”.

Pero sin duda, el título que mayor interés tiene para la cuestión que aquí tratamos es el de ḥāŷib. El ḥāŷib era el jefe directo de la administración del Estado, incluido el ejército y podía suplir al califa en el ejercicio del poder, convirtiéndose en la más alta magistratura de al-Andalus (LÈVI-PROVENÇAL, 1990: 11).

En las monedas andalusíes este título aparece por primera vez en tiempos del califa al-Ḥakam II, cuando detentaba el cargo Ŷaʽfar. Con posterioridad fue asumido por Muḥammad Ibn Abī ʽĀmir, el conocido Almanzor que, sin embargo, nunca lo hizo figurar en las emisiones monetarias. Por el contrario, su hijo y sucesor ʽAbd al-Malik aparecerá como ḥāŷib en todas las monedas acuñadas bajo su mandato (ARIZA, 2015: 81). Tras su muerte, esta titulatura vuelve a desaparecer de las emisiones monetarias y solo la encontramos en ocasiones puntuales24.

Aunque, como indica F.Clément, el título de ḥāŷib implicaba la existencia de una autoridad superior, fue adoptado por muchos régulos taifas para significar su derecho a gobernar, tal y como los ʽĀmiríes habían hecho en el marco de un califato donde tenían en sus manos el poder de facto mientras el califa no gobernaba a pesar de ser la máxima autoridad (CLÉMENT, 1994: 73 y 1997: 249-50). Serán los Tuŷībíes los primeros taifas en recuperar dicho título en las emisiones de su recién creada ceca de Zaragoza (ARIZA, 2014: 121). Posteriormente aparecerá en las monedas de al-Muʻtaḍid de Sevilla entre el 435 y el 439/1043-1048, taifa que, al igual que la de Zaragoza, fue gobernada por una familia árabe que habían detentado el poder local en su territorio. El uso de este título en las emisiones monetarias continuará siendo utilizado en Zaragoza por la dinastía Hudí, sucesora de la Tuyībí, por sus parientes Hudíes de Calatayud y Tudela, y por las vecinas taifas de Alpuente y Toledo25.

En algunos de estos casos, este título de ḥāŷib se utilizó en las acuñaciones monetarias para designar al heredero en vez de al propio gobernante. Así lo hicieron los ʽAbbādíes en Sevilla, donde Al-Muʻtaḍid hizo figurar a su primer hijo y tras su muerte al segundo de sus herederos, continuando Al-Muʻtamid con la misma práctica; en Alpuente, donde Muḥammad I hizo grabar el nombre de su heredero ʽIzz al-Dawla con este título (CLÉMENT, 1994: 73); o de los Afṭasíes en Badajoz, donde las monedas dejan ver el problema sucesorio derivado de la muerte de Muḥammad al-Muẓaffar, y también bajo ʻUmar al-Mutawakkil (VIGUERA, 1994:85-86). La designación de un heredero quedaba plasmada en las monedas, uno de los mayores símbolos de autoridad a la vez que el mejor instrumento que el Estado tenía en sus manos para transmitir mensajes.

En este punto, podemos preguntarnos si sería posible que en las monedas tuŷībíes el título de ḥāŷib pudiera referirse al sucesor designado en lugar de al propio gobernante, como ocurre en los casos anteriores. De ser así, podría interpretarse como una acción destinada a afianzar la dinastía, dejando claramente establecido un heredero e intentando evitar futuros conflictos dinásticos26.

Este supuesto de que el título de ḥāŷib hiciera referencia al heredero explicaría la existencia de los dinares aquí presentados con la mención a Yaḥyà y acuñados en el año 411/1020-1021, cuando Munḏir I estaba todavía vivo. Del mismo modo, Yaḥyà empezaría a acuñar reconociendo a su hijo Munḏir como sucesor como había apuntado M.J. Viguera. Como en las primeras emisiones en las que figura el ḥāŷib Munḏir aparece también el título de Muʽizz al-Dawla, podría pensarse que este segundo título se refiriera a Yaḥyà como dicen algunas fuentes27. De esta forma Yaḥyà habría dado un paso más en la plasmación de su autoridad al hacer figurar su laqab en las monedas. El gobernante aparecería con su laqab y el heredero como ḥāŷib.

Un hecho interesante en el que no se ha reparado hasta el momento es que la fecha de la muerte de Yaḥyà Ibn Munḏir en el año 427/1035-1036 dada por al-‘Uḏrī podría ponerse en relación con el dato numismático de que al año siguiente Munḏir abandona el título de ḥāŷib que había llevado en vida de su padre. Este cambio podría estar indicando que Munḏir ha dejado de ser el heredero y ha asumido el poder efectivo y coincidiría con las fuentes en que su reinado fue de apenas dos años. En esos primeros momentos del año 428/1036-1037, recién asumido el poder, no hay designado ningún sucesor, lo que explicaría la existencia por primera vez de monedas en las que no figura ningún ḥāŷib. Es el año también que se produce el cambio de reconocimiento califal de Hišam III a ʽAbd Allāh. En las siguientes emisiones, las del año 430/1038-1039, una vez asentado en el poder y designado un nuevo ḥāŷib, Munḏir II aparece con el título de Al-Manṣūr que no había utilizado hasta entonces en sus acuñaciones.

Las monedas de ese año 430/1038-1039 son de gran interés ya que nos narran una sucesión de acontecimientos: en las primeras no aparece ningún ḥāŷib, mientras que poco después el título volverá a aparecer, esta vez acompañado de un ʽAbd Allāh que se ha identificado con el asesino de Munḏir II. Pero, bajo el supuesto de una continuidad en el uso del título de ḥāŷib para el sucesor, estos dírhams habrían sido acuñados por Munḏir II tras haber designado sucesor, y no serían emisiones realizadas con posterioridad a la muerte de Mundir por el primo que acabó con su vida como se cree. En este punto, las fechas aportadas por las fuentes parecen apuntar en la misma dirección: si Munḏir II murió asesinado en ḏū-l-ḥiŷŷa, el último mes del año 430, las monedas de ese año difícilmente pudieron ser acuñadas por ʽAbd Allāh. Tal vez, su designación como sucesor le llevara a querer precipitar su acceso al poder asesinando a Munḏir II y explicaría lo dudoso que resulta creer que pudo poner en circulación moneda en tan solo los 28 días que duró su gobierno.

Sin embargo, aunque esta interpretación que vincula el título de ḥāŷib con el sucesor designado y no con el propio gobernante resuelve algunas cuestiones y acerca en varios puntos las fechas de los textos con las proporcionadas por las monedas, conlleva la aceptación de otras premisas que habrán de ser explicadas y que, por el momento, están lejos de poder ser confirmadas.

Una de ellas es que Munḏir I habría acuñado un numerario en el que figuraba su heredero, pero no él como gobernante. Las leyendas monetales se limitarían a expresar el reconocimiento de un imām, el califa ḥammūdí al-Qāsim que gobernaba en Córdoba cuando Munḏir inició sus emisiones, posiblemente tras su regreso a Zaragoza después de la muerte de al-Murṭadà, y a dar a conocer al sucesor designado.

Por otra parte, está el hecho de que tanto Munḏir I como su hijo ostentaron el mismo título de ḥāŷib. Así lo recogen las crónicas que mencionan como Mundir adoptó dicho título pero también que se lo dio a su hijo por su papel destacado en la guerra contra Pamplona, es decir, aún en vida de su padre (VIGUERA, 1988: 181). Si consideramos que ese era el título empleado para designar al sucesor, debemos suponer que en ese momento el título pasó del padre al hijo y que no lo usarían al mismo tiempo.

Finalmente, habría que replantear la fecha de la muerte de Munḏir I, tanto la del 414/1023-1024 aceptada desde la numismática en base a la existencia de un dinar acuñado al año siguiente a nombre del “ḥāŷib Yaḥyà”, como también la que da al-ʽUḏrī del 412/1021-1022. Si tenemos en cuenta que se conocen monedas que mencionan al ḥāŷib Yaḥyà hasta el 417/1026-102728, habría que asumir que Yaḥyà sería el sucesor y no el gobernante efectivo hasta ese momento. En este punto, la fecha de la muerte de Munḏir I en el año 417/1026-1027 que da Ibn al-Jaṭīb encajaría perfectamente y explicaría que las emisiones se retomasen en el 420/1029-1030 con la mención de Munḏir II como ḥāŷib tal y como propuso M.J.Viguera.

Todas estas cuestiones están lejos de poder ser confirmadas con los datos conocidos actualmente, pero lo cierto es que la ceca de Zaragoza emitió dinares en el 411/1020-1201 en los que figura Yaḥyà con el título de ḥāŷib. Si Yaḥyà no era el sucesor sino el gobernante efectivo a nombre del cual se emitía moneda, habrá que aceptar que, o bien su padre había muerto, o que gobernaban conjuntamente o bajo su consentimiento.

VII. REFLEXIONES FINALES

La moneda taifa sigue deparando sorpresas. El estudio detallado de los conjuntos monetarios es una tarea fundamental que, en ocasiones, saca a la luz ejemplares que permiten plantear interesantes cuestiones que van más allá del propio interés numismático y nos acercan a problemáticas históricas no siempre resueltas.

El descubrimiento de los dos dinares aquí estudiados permite adelantar el inicio de las emisiones taifas conocidas hasta el momento. Se trata de dos monedas acuñadas en Zaragoza en el año 411/1020-1021, cuatro años antes de lo que hasta ahora se conocía. Esta taifa, creada por un personaje muy activo durante la fitna y con gran ambición política, fue la primera en iniciar unas emisiones más o menos regulares, en un momento en que sólo los califas Ḥammūdíes estaban acuñando moneda y dos décadas antes de que lo hicieran otros Estados. Los Tuŷībíes fueron la única dinastía que emitió moneda de manera independiente entre 411 y 427/1020-1036. Se trata de las primeras emisiones de moneda de oro realizadas en una ceca local que utiliza el nombre de la capital del Estado taifa y no el genérico al-Andalus como había sido habitual hasta ese momento. Es, por tanto, la primera moneda de oro taifa, lo que confirma que los Tuŷībíes se adelantaron a otros linajes a la hora de asumir un signo claro de soberanía como es la acuñación de moneda, máxime cuando se trata de moneda de oro que teóricamente es una prerrogativa de la soberanía califal.

En estos dinares del 411/1020-1021 el gobernante de la taifa de Zaragoza reconoce a un califa real, el ḥammūdí al-Qāsim que gobernaba en Córdoba en ese año. Este hecho podría explicar el mantenimiento de dicho reconocimiento cuatro años después. Sin embargo, a pesar de que mencionan al califa, los dinares de Zaragoza suponen una ruptura con el orden califal. Como señalan P. Guichard y B. Soravia, estas primeras emisiones continuas y prolongadas en el tiempo reflejan un pleno deseo de autonomía y “evocan ritualmente la soberanía califal cuyo poder local se supone legitiman. No obstante, resulta evidente que ellos concretan progresivamente la afirmación de una verdadera realeza que los otros poderes no se atreven todavía a fijar de manera patente” (GUICHARD y SORAVIA, 2005: 63). La Zaragoza tuŷībí escapa a la hegemonía política que hasta los años veinte del siglo V de la Hégira había mantenido los Ḥammūdíes, y lo hace al menos desde el 411/1020-1021, como evidencian estas monedas.

Estos dos dinares permiten también plantear otras cuestiones relacionadas con la cronología y la transmisión del poder, a la vez que brindan la posibilidad de ofrecer nuevas interpretaciones en base a las leyendas y titulaturas que en ellas figuran. En el caso de la dinastía tuŷībí, se han venido manejando hasta ahora dos líneas cronológicas distintas con importantes diferencias entre ellas: mientras los historiadores del documento aceptaban como fiables los datos de al-ʽUḏrī aportando las variantes de otras fuentes, los numismáticos han seguido utilizando las fechas establecidas por F. Codera a partir de las evidencias monetarias. Estas dos líneas han funcionado como compartimentos estancos y los intentos de explicar las diferencias entre ambas no han tenido mucha repercusión. Pero la aparición de estas monedas vuelve a poner sobre la mesa esta problemática cronológica.

Su fecha de acuñación, el año 411/1020-1021, parece entrar en contradicción con sus leyendas que mencionan al ḥāŷib Yaḥyà, dado que en dicho año los textos dan por seguro que aún gobierna el fundador de la dinastía Munḏir I. Sin embargo, las monedas con la mención del ḥāŷib Yaḥyà están consideradas de su sucesor Yaḥyà Ibn Munḏir.

Dilucidar esta contradicción y dar una explicación histórica a la existencia de estas monedas es una tarea compleja que requiere adoptar una visión más global que se extienda a toda la dinastía o incluso vaya más allá de ella, no solo a nivel monetario sino también incorporando la imprescindible información textual. Una revisión de los datos aportados por las crónicas conservadas y su confrontación con las monedas tuŷībíes conocidas nos sitúa ante dos interpretaciones, ninguna de ella definitiva en el estado actual de la investigación.

Una de ellas es atribuir estos dinares del 411/1020-1021 al segundo de los Tuŷībíes, Yaḥyà Ibn Munḏir, al igual que se ha hecho con el ejemplar acuñado cuatro años más tarde que tiene las mismas leyendas. Yaḥyà estaría ya gobernando en ese año, bien en vida de su padre con su consentimiento, bien tras la muerte de éste. En ese último caso, Munḏir I habría tenido que morir antes de lo que dicen las crónicas, y tendríamos que considerar erróneas todas las fechas que han llegado a través de ellas incluida la más temprana de al-ʽUḏrī. Bajo este supuesto, tampoco tendría cabida la petición de ayuda por parte de al-Qāsim Ibn Ḥammūd del año 412/1021-1022, toda vez que el gobierno independiente de Munḏir I se reduciría a menos de dos años si consideramos como fecha de inicio el 409/1018-1019, año en el que se retiró a Zaragoza tras el asesinato de al-Murṭadà. Habría que aceptar que en este breve gobierno tuvo tiempo suficiente para crear y dar magnificencia a su corte, así como realizar las obras y reformas en la capital mencionadas en los textos.

La segunda posibilidad es que estos dos dinares sean atribuidos a Munḏir I. En este caso serían los primeros conocidos para este gobernante y, dado que existen dinares con la misma leyenda hasta el 417/1026-1027, podría significar que su muerte se habría producido en dicho año. Habría que aceptar también que el ḥāŷib Yaḥyà que aparece en ellos es la mención del sucesor designado y no del gobernante en activo.

Esta práctica pudo haberse dado durante todo el periodo tuŷībí. Así, al igual que las monedas en las que figura el ḥāŷib Yaḥyà podrían ser en realidad acuñaciones de Munḏir I con mención del heredero, las del 420 al 428/1029 a1036 en las que aparece el ḥāŷib Munḏir corresponderían a las emisiones de Yaḥyà como ha defendido M.J. Viguera (1994: 74) en base a la fecha de la muerte de Yaḥyà que dan las fuentes: 427/1035-1036. La desaparición del título de ḥāŷib marcaría el inicio del gobierno de Munḏir II y coincidiría con los textos en que fue un corto reinado de apenas dos años. Esta práctica podría haber continuado durante el gobierno de Munḏir II, quien podría haber designado como sucesor a su primo ʽAbd Allāh Ibn al-Ḥakam. De ahí la existencia de dírhams a su nombre con el título de ḥāŷib, que difícilmente podrían haber sido acuñados bajo su gobierno de tan solo 28 días.

Desde esta visión, los dos dinares analizados podrían ser emisiones de Munḏir I en las que asocia a su hijo al gobierno y plasma dicha sucesión en las monedas designando claramente a su heredero y afianzando de esta forma su linaje, en un momento en el que otros gobernantes empezaban a ser reconocidos en territorios próximos. Hay que tener en cuenta que esta emisión del 411/1020-1021 se produce poco después de que Muŷāhid de Denia fuera proclamado en la juṭba de la mezquita mayor de Valencia (ḏū-l-ḥiŷŷa del año 410/ mayo 1019) y el mismo año en que ʽAbd al-ʻAzīz, el nieto de Almanzor que había vivido con él hasta entonces, era proclamado en Valencia (MAÍLLO, 1991: 41-43) siendo reconocido a partir de ese momento como legítimo descendiente ʽāmirí, lo que le permitiría extender su soberanía sobre los gobiernos ṣaqāliba locales (AZUAR, 2019: 47).

Esta interpretación aproxima la evidencia monetaria a la información de las fuentes escritas en varios puntos, aunque no en todos. Son muchos los interrogantes abiertos por estos primeros dinares taifas para este interesante periodo histórico sin que por el momento podamos dar una respuesta concluyente. Los resultados de este trabajo están lejos de ser definitivos y deberán debatirse y completarse con nuevos datos que futuros hallazgos numismáticos quizás puedan aportar. Sin duda, poner en relación la información de las monedas, el testimonio vivido, con las fuentes escritas, la historia recreada en palabras de F. Clément, es el camino a seguir.

FUENTES

Crónica General de Espanha de 1344, S. Gaspariño García, Historia de al-Andalus según las crónicas medievales XV 1008-1031. La fitna. El colapso del califato, Lorca, Ed. Fajardo El Bravo, 2011.

Ibn al-Jaṭīb, Kitāb A’māl al-a’lām, E. Lévi-Provençal, (Texte árabe publié avec introduction et index), Histoire de l'Espagne musulmane, Dar al-Makchouf, Beyrout, 1956.

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1. Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto PID2019-108192GB-I00 Context. El contexto como herramienta: escalas de aplicación en los procesos de cambio en la Alta Edad Media financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España; y PROMETEO/2019/035, LIMOS. LItoral y MOntañaS en transición: arqueología del cambio social en las comarcas meridionales de la Comunidad Valenciana, financiado por la Generalitat Valenciana.

2. Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico-INAPH. Universidad de Alicante. Dirección postal: Campus de San Vicente del Raspeig, ap. 99 - 03080 Alicante
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Mail: Carolina.domenech@ua.es

3. Se trata de Al-Matīn, diez volúmenes que recogen los acontecimientos producidos durante la desintegración del califato y el surgimiento de los Estados taifas.

4. Dejando a un lado las emisiones de los califas ḥammūdíes en cecas norteafricanas, en la península ibérica la primera vez que se utilizó un nombre de ceca distinto al genérico de al-Andalus fue en las emisiones de dírhams de Elota de los años 402 a 406/1011-1016. Al contrario de lo que sucede con esta efímera ceca, la de Zaragoza continuará su actividad a lo largo de todo el siglo XI.

5. Esta moneda perteneció a la colección Vives (1893: lám. CXI, nº 1133) y fue repertoriada por A. Prieto (1926: lám. 9 nº 221). Aunque A. Prieto (1915) había publicado dos fracciones de dinar de ese año 415/1024-1025 procedentes de un tesoro cordobés, no las incorporó en su corpus de moneda taifa porque debió tener serias dudas sobre ellas. Esta cuestión en M. Soler (1992: 83-84).

6. Esta particularidad de tener invertidas las leyendas de las orlas también se observa en un dinar del 416/1025-1026 (SOLER, 1992: nº 1 del catálogo), y en una fracción atribuida al 418/1027-1028 (véase nota 9).

7. La curiosa mención en la moneda del 415/1024-1025 de un califa depuesto y encarcelado dos años antes significaría para A. Ariza (2015: 161) que su causa no se había dado todavía por perdida, mientras que el cambio de leyendas en el 416/1025-1026 mencionando a ʽAbd Allāh marcaría el momento en que se abandonaba dicha causa.

8. Como señala A. Ariza (2014: 120), la taifa de Zaragoza fue la primera en prescindir de la mención a un califa real y utilizar el nombre de un imām genérico.

9. Se trata de una fracción de dinar publicada G.C. Miles (1954:76, nº 333, lám VIII) quien propuso la fecha del 418 a partir de la lectura de un posible ocho en las unidades: …ﺜﻤﺎﻦ ﺴﻨﺔ , sin embargo, el acusado recorte en las orlas dificulta enormemente una datación fiable, como puede apreciarse en la imagen de esta pieza disponible en http://numismatics.org/collection/1917.215.1515.

10. Existen dos piezas anteriores, un dinar del año 424/1032-1033 y una fracción del 426/1034-1035 dadas a conocer por A. Canto y T. Ibrāhīm (2003: 158-159, nº 95 y 96), que han sido publicados por error con la titulatura de Hišām II en vez de la de Hišām III al-Muʻtadd bi-llāh.

11. No se conoce ningún ejemplar de los años 421, 422, 427 y 429. De este último año existe una pieza con leyendas incompletas y sin orlas, atribuida en principio a un gobernador de Mallorca en nombre de Alí de Denia, que ha sido catalogada como tuŷībí por D. Francés (2014) y S. Gaspariño (2009). Pero, dadas las importantes diferencias físicas, materiales y formales de esta pieza con las emisiones tuŷībíes aquí tratadas, no la incluimos en este estudio.

12. Este título fue atribuido a Yaḥyà tanto por Ibn ʽIḏārī, (MAÍLLO, 1993: 186) como por Ibn al-Jaṭīb (LÉVI-PROVENÇAL, 1956: 200), aunque en un pasaje en que parecen confundirlo con Munḏir II.

13. Una fracción de dinar con un nombre sobre IIA leído como Nabīl (CANTO e IBRĀHĪM, 2003: 159, nº 97), podría leerse ﺑﺷﺎﺮ ya que la última grafía corresponde a un rā’ y no a una lām.

14. De este tipo existen algunos dírhams con fecha de difícil lectura como el hallado en el tesoro de la Calle La Paja de Zaragoza, que presentaba dos perforaciones que afectaban al año de acuñación, y que fue datado en el 403/1012-1013 por F. Codera, quien más tarde rectificaría su lectura, cambiando ﺜﻠﺚ por ﺜﻠﺜﻴﻦ en base a un ejemplar del MAN mejor conservado. Toda la información sobre esta pieza y la interpretación de F. Codera en M. Soler (1992: 77 y 99-102).

15. Es obvio que se trata de una omisión de las centenas ya que resultaría del todo imposible datar esta moneda en otra centuria distinta al siglo V de la Hégira.

16. Un adorno similar, aunque de diferente trazo y que gira hacia la derecha puede observarse en una fracción de dinar publicada por G.C. Miles (1954:.76, nº 333) a la que nos hemos referido en la nota 9.

17. M.D. Rosado (2008: 198) atribuye el dinar del 415/1024-1025 a nombre de al-Qāsim al-Māʽmūn a Munḏir I, parece que por error. Véase A. Ariza (2015: 160, nota 638).

18. Salvo en algunas fracciones de dinar del año 428/1036-1037 en las que no figura dicho nombre: una de la colección Codera (VIVES, 1893: 182, nº1141 y PRIETO, 1926:198, nº 230); otra procedente del conjunto valenciano de Santa Elena (CANTO e IBRĀHĪM, 2003: 158, nº 94); y otra publicada por A. Prieto (1926: 198, nº227) carente de fecha.

19. Dado que estos dinares son del mismo tipo que el conocido del 415/1024-1025, no parece probable que se haya producido un uso anómalo de los cuños o cambio de troqueles y que el de la primera área, donde figura la fecha, no corresponda con el de la segunda área donde aparece el nombre de Yaḥyà. En cualquier caso, no cabría ninguna duda sobre la existencia de dinares en el año 411/1020-1021.

20. La Crónica de 1344 menciona la planificación de una estrategia por parte de Munḏir y Jayrān para que al-Murtaḍà fuese derrotado debido al alejamiento de éste (GASPARIÑO, 2011: 326-327).

21. M.J. Viguera (1988: 175) menciona la existencia de algunos enfrentamientos entre Sulaymān y Munḏir recogidos en los poemas de Ibn Darrāŷ.

22. Esta fecha fue considerada por A. Prieto (1926: 44, nota 1) como una confusión de Ibn al-Jaṭīb: Esta fecha consta en el Amal Alalam de Abenaljatib, pero el autor confunde a Yahia con Mondir II y da esta fecha como la de la muerte de Mondir I.

23. Aunque el título de al-Manṣūr figura en los versos elogiosos de su poeta cortesano Ibn Darrāŷ, ha sido puesto en duda por algunos autores argumentando que el mismo título fue usado por Munḏir II y su adscripción al primero podría deberse a la confusión que el nombre de Munḏir ha generado en las crónicas árabes. Véase A. Prieto, 1926: 44, nota 3.

24. En tiempos de ʽAbd al-Malik figura en algunas emisiones africanas de Fez (VIVES, 1893: 87, nº 666 y 667) y Nākūr (VIVES, 1893: 89, nº 677). Posteriormente en monedas del año 399/1008-9 (VIVES, 1893: 74, nº 593 y 594). Sobre las acuñaciones del califato cordobés en el Norte de África véase SÁENZ-DÍEZ 1984 y 1988.

25. Puntualmente el título de ḥāŷib figura en algunas monedas de Bādīs de Granada, así como en una pieza del 439 atribuida a Almería (VIVES, 1893:161, nº1038). Su uso continuará durante la segunda mitad del siglo XI en varias taifas como puede verse S. Gasc (2018: 76-77, tabla 1).

26. Esta práctica estaba siendo utilizada de manera regular por los Ḥammūdíes, quienes hacían figurar en las monedas a su sucesor bajo la fórmula de walī al-ʽahd (ARIZA, 2015: 83).

27. Es el caso de al-Bayān al-Mugrib de Ibn ʽIḏārī (MAÍLLO, 1993: 186) o Kitāb ʻAmāl al-aʻlām de Ibn al-Jaṭīb, (Lévi-Provençal, 1956: 200), textos que se han considerado equivocados por confundir a Yaḥyà con Munḏir II.

28. Sobre la fracción de dinar datada en el 418/1027-1028 véase nota 9.