Arqueología y Territorio Medieval 28, 2021. e6397. I.S.S.N.: 1134-3184 DOI: 10.17561/aytm.v28.6397

El poblamiento medieval del norte del valle alto del Guadalbullón (Jaén). Nuevos datos desde la aplicación GIS1

The medieval settlement of the north of the high valley of Guadalbullón (Jaén). New data from the GIS application

Roque Modrego Fernández2, José María Martín Civantos3

Recibido: 1-06-21
Aprobado: 13-07-21
Publicado: 24-09-21

RESUMEN

El presente artículo trata la evolución del poblamiento medieval de la zona septentrional del Valle Alto del río Guadalbullón. Se presentan datos novedosos, nunca tenidos en cuenta en los yacimientos del entorno, gracias a la aplicación de múltiples análisis GIS en materia de altitud, pendiente y visibilidad. Todo ello, bajo una metodología multidisciplinar, ha podido confirmar modelos defensivos y patrones de asentamiento muy variables entre el emirato y la fijación fronteriza castellano-nazarí. Estas páginas ponen sobre la mesa la necesidad de actualizar el incompleto conocimiento histórico de Sierra Mágina siguiendo los principios metodológicos expuestos.

Palabras clave: Arqueología, río Guadalbullón, poblamiento, Edad Media, GIS

ABSTRACT

In this article the authors study the evolution of the medieval settlement of the northern area of the High Valley of the river Guadalbullón. New data is presented, data that has never been considered within an archaeological site, thanks to the application of multiple GIS analyzes in terms of altitude, slope, and visibility. All together, under a multidisciplinary methodology, has enabled to confirm highly variable defensive models and settlement patterns between the emirate and the Castilian-Nasrid border fixation. These pages show the need to update the incomplete historical knowledge of Sierra Mágina following the methodological principles set out.

Keywords: Archaeology, Guadalbullon river, settlement, Middle Ages, GIS

1. INTRODUCCIÓN

Este artículo pretende contribuir al conocimiento de la evolución del poblamiento en el norte del Valle Alto del Guadalbullón (Jaén) durante la Edad Media, así como actualizar el discurso histórico de cara a futuras actuaciones. Todo ello forma parte de un proyecto más amplio que tiene por objeto el análisis arqueológico del proceso coevolutivo del paisaje de Sierra Mágina, centrado en la relación de asentamientos rurales y fortificaciones de los siglos VIII al XV con los espacios agrarios.

El ámbito escogido en esta ocasión puede considerarse nexo de unión entre las dinámicas históricas de Sierra Mágina, la zona de la Campiña y la ciudad de Jaén. Mientras que en el primer caso abunda el discurso descriptivo y de catalogación, en los márgenes de la capital jiennense existe una extensa actuación realizada por la Universidad de Jaén en el campo de la arqueología (SALVATIERRA, 1998; SALVATIERRA, NAVARRO, 2016; CASTILLO, CASTILLO, 1997; CASTILLO, PÉREZ, 2008).

Constatamos un fuerte contraste investigador y geográfico que deja huérfana de estudio a toda una serranía. Numerosos son los yacimientos que, aún con conocimiento de su existencia, no han sido objeto de un análisis riguroso. Muchos de ellos ni siquiera están recogidos en ningún catálogo. La única referencia a ellos suele aparecer en algún artículo o dirección web de forma muy generalizada, gracias a la inquietud de algunos investigadores locales (LÓPEZ, ESCOBEDO, 2013; LÓPEZ, LIÉTOR, ROJAS, 1994; LÓPEZ, GONZÁLEZ CANO, CABRERA, 2006).

Para esta zona serrana, los antecedentes de estudio hay que buscarlos en el proyecto El poblamiento medieval de las sierras subbéticas de Jaén y Granada (1985-1992). Este formalizó, desde una metodología arqueológica, todos los discursos históricos de publicaciones anteriores a la tesis doctoral de T. Quesada (QUESADA, 1985). Este fue el primer y único intento de estudiar sistemáticamente esta comarca.

Dicho proyecto realizó prospecciones en el vecino valle del río Jandulilla, del que existe mayor información. Sin embargo, la ausencia de estas actividades sistemáticas en el Guadalbullón hace más necesaria e interesante la investigación, intentando además aplicar una metodología actualizada y compleja. Esta relativa ausencia de datos lleva por sí misma emparentada una problemática de cara a realizar estudios de poblamiento y obliga, en cierta medida, a salir al campo para su registro.

Dicha cuestión se complica cuando sufrimos situaciones como la actual pandemia por COVID-19, la cual ralentiza los trámites burocráticos e imposibilita las prospecciones debido a las restricciones de movilidad, acabando por retrasar el proceso de investigación. En este sentido, y teniendo en cuenta que nuestro espacio de estudio es relativamente pequeño, se ha trabajado con los yacimientos arqueológicos que a día de hoy son conocidos, siempre con la perspectiva de la probable coexistencia de otros asentamientos aún no registrados.

Para ello, nos hemos valido de la aplicación de Sistemas de Información Geográfica (GIS). Es una apuesta metodológica firme para la teledetección y la realización de análisis espaciales. Si bien el trabajo de campo debe ser realizado, estas herramientas nos permiten realizar análisis y modelos con un interesante potencial, tanto para la interpretación como para la propia planificación de la investigación y gestión territorial y patrimonial.

El avance en el análisis arqueológico de los paisajes ha sido realmente importante en los últimos años, tanto por todo el panorama estatal (MARTÍN, 2007; CASTILLO, 1998; OREJAS, 2006) como en el internacional (BRUNO, THOMAS, 2008; CHAVARRÍA, REYNOLDS, 2015; FAIRCLOUGH, RIPPON, 2002). La renovación que se ha producido a nivel teórico y metodológico nos permite afrontar escenarios como los que nos encontramos actualmente en esta serranía, tanto en las herramientas de análisis, el uso de tecnologías digitales, y la generación y uso de nuevos datos e interpretaciones. En este sentido, consideramos que esta actuación en el Valle Alto del Guadalbullón ha colocado las bases para una actuación integral en todo el macizo montañoso de Mágina.

2. ZONA DE ESTUDIO. NORTE DEL VALLE ALTO DEL GUADALBULLÓN

La actuación se ha enmarcado en el norte de la cuenca hídrica del Valle Alto del río Guadalbullón, una extensión que abarca, grosso modo, los términos municipales de Pegalajar, La Guardia de Jaén y el suroeste de Mancha Real. Esta zona, inserta en el sistema Subbético y concretamente en Sierra Mágina, se diferencia del sur del mismo valle, donde se ubican los municipios de Cambil, Carchelejo y Campillo de Arenas, debido a la divisoria orográfica de las estribaciones del Almadén y del encajonado paso de La Cerradura (Fig. 1).

Fig. 1. Zonificación de estudio. Norte del Valle Alto del río Guadalbullón, en el occidente de Sierra Mágina. Fuente: MODREGO, 2020.

La hidrografía de la zona de estudio está marcada por dos aspectos esenciales. Por un lado, existe un importante acuífero carbonático karstificado caracterizado por una gran permeabilidad que nutre y da origen a un gran número de manantiales y fuentes (GONZÁLEZ RAMÓN, 2008, 2018). Por otro, destaca la presencia del río Guadalbullón como agente que vertebra una orografía con un fuerte contraste.

Geológicamente hablando, nos encontramos en un lugar con depósitos sedimentarios de arcillas, limos y gravas del Cuaternario. Gran parte de su zona baja presenta un entorno de conos de deyección y derrubios de ladera. La Peña de los Buitres, al norte del actual municipio de Pegalajar, y el Cerro de las Peñuelas, en el centro del mismo, se componen de roca caliza en diversas manifestaciones: blancas masivas, nodulosas, en bancos y dolomías masivas del Cretácico. Finalmente es de destacar el material calizo oolítico y gris tableado en el Cerro de San Marcos, donde se asienta la fortaleza de La Guardia de Jaén.

La zona de estudio puede, así, considerarse un lugar privilegiado y diverso en cuanto a geología, orografía, hidrología y recursos. A ello hay que sumarle el hecho de ser un paso natural que conecta el valle del Guadalquivir con la vega de Granada, con una fuerte dualidad sierra-valle, que ha propiciado el desarrollo de un poblamiento histórico continuado y complejo, como así ha podido registrarse a través de los múltiples yacimientos arqueológicos de su territorio.

3. METODOLOGÍA

3.1. Fase I: recopilación de datos

Como paso previo a todo análisis se partió de la recopilación de la información disponible. La bibliografía disponible se caracteriza por análisis descriptivos muy sucintos de los yacimientos y de la cultura material de su superficie. Debemos destacar la poca literatura publicada. Como excepción nos encontramos las investigaciones sobre la fortaleza de La Guardia de Jaén (CASTILLO, CASTILLO, 1997; VIEDMA, 2017). Además, resultó fundamental la relectura de las fuentes, tanto andalusíes como castellanas. En este sentido, las fuentes castellanas sobre la zona ofrecen información más detallada (MATA, 1940; CUEVAS, ARCO, ARCO, 2001).

Dentro de esta primera fase, revisamos los expedientes arqueológicos que se hubiesen realizado en los términos de Pegalajar, La Guardia de Jaén y Mancha Real. Junto a ello, se consultaron sus Planes Generales de Ordenación Urbana. A estos asentamientos habría que sumarles muchos otros elementos del paisaje que forman parte de la cultura material de las sociedades del pasado, principalmente los espacios productivos, dentro de los que destacan las huertas de Pegalajar o La Guardia de Jaén. Sin embargo, estos no se han incluido en el presente artículo debido a la necesidad de una investigación más profunda y de carácter microespacial.

3.2. Fase II: base de datos, teledetección GIS y tipología multivariante

Como iniciación al estudio se documentó todo el contexto físico donde operamos. La descarga de los archivos y cartografía ráster y datos vectoriales se realizó desde el Centro Nacional de Información Geográfica (CNIG)! y desde los Datos Espaciales de Referencia de Andalucía (DERA). Todo ello se volcó en el GIS.

Los GIS han sido una de las renovaciones metodológicas más importantes de los últimos años para nuestra disciplina (GRAU, 2006: 9). La teledetección de estructuras arqueológicas y la georreferenciación de la información y yacimientos se hizo efectiva en esta fase (Fig. 2).

Fig. 2. Asentamientos arqueológicos medievales de la zona de estudio. (1) Torre Bermeja (Cerro Bermejo), (2) Casería del Espeso o Espejo, (3) Puertollano, (4) El Plantío, (5) Torre del Moral, (6) Cerro San Marcos, (7) El Toril, (8) Guadodalla, (9) El Albercón, (10) Torre de la Pedregosa, (11) Ejido de San Sebastián, (12) Cerro Atalaya, (13) Torre de la Cabeza, (14) Torre de la Estrella, (15) Peña de los Buitres, (16) Pegalajar/Bagu al-Ŷafr, (17) Castillo de las Peñuelas, (18) La Guardia de Jaén/Mantisa, (19) Cerro Salido.

La elaboración de una clasificación tipológica multivariante nos permitió ordenar las diversas manifestaciones del poblamiento medieval. La situación de emergencia sanitaria por la COVID-19 nos ha impedido la realización de unas prospecciones que afinaran más en este sentido. Teniendo esto en cuenta, se ha trabajado con la información disponible. Han sido tres los ejes de categorización: (1) etapa histórica, (2) categoría de yacimiento arqueológico, y (3) dinámica histórica. Toda esta información ha sido integrada dentro del Sistema de Gestión de Bases de Datos (SGBD) a través del software QGIS 3.10.

Por un lado, partimos de la compleja definición de las etapas socio-políticas a las que nos enfrentamos durante la Edad Media. Ello se traduce también en una dificultad para definir patrones de asentamiento homogéneos o heterogéneos, así como delimitarlos cronológicamente. Estos no solo se guiarán por estos tres aspectos básicos, sino que se verán reforzados por los análisis espaciales en términos de altitud, visibilidad, pendiente, fertilidad del suelo, etc. (véase Cuadro 1 y epígrafe 3.3).

CATEGORÍA DE YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO

A

Asentamiento urbano

Civitas / Madīnat / Ciudad

B

Asentamiento rural no fortificado

Aldea / Qarya / Villa

C

Asentamiento rural fortificado

Castra / Hisn / Alquería fortificade / Fortaleza

D

Otros espacios rurales no fortificado

Granja / Maysar / Cortijo / Mezquita

E

Otros fortificaciones rurales

Turris / Burch / Atalaya / Cerro Hacho

DINÁMICA HISTÓRICA

1

Pervivencia

Poblamiento continuado sin interrupción

2

Fundación

Poblamiento exnovo

3

Reocupación

Poblamiento sobre precedentes con hiato de ocupación

4

Abandono

Poblamiento abandonado

Cuadro 1. Tipología multivariante de yacimientos arqueológicos empleada en el proyecto.

Como segunda variante (A-E), categorizamos cada uno de los yacimientos según su tipología funcional. Estos lugares han sufrido una evolución, de manera que incidiendo en la categoría que adquirieron en cada una de las etapas socio-políticas podremos llegar a conocerlos con más exactitud.

Entre una etapa y otra se puede dar el caso de que algunas alquerías se fortifiquen, o que algunas turris o burch se consoliden como núcleos aldeanos. Ello implicaría un cambio en su clasificación y una tendencia al cambio en el patrón y la organización espacial del poblamiento. Sin embargo, no siempre es fácil detectar y precisar estos cambios. A pesar de esta dificultad y de la complejidad, es necesario llevar a cabo este ejercicio para poder realizar propuestas de análisis y modelización del poblamiento y el territorio, incluso aunque a veces pueda tener un carácter más especulativo o simplificador de la realidad.

Finalmente, el tercer aspecto (1-4) responde a la dinámica de cada yacimiento. Son cuatro los escenarios. En primer lugar, la pervivencia de un lugar sin interrupción desde la etapa previa al medievo. En segundo lugar, la fundación planificada de asentamientos en lugares sin precedentes poblacionales. Por otro lado, también se detecta el fenómeno de la reocupación de espacios que, con precedentes, tienen una interrupción hasta su reutilización. Por último, se documenta el abandono de yacimientos.

3.3. Fase III: análisis espaciales GIS con base DEM LiDAR

Una vez recopilada toda la información, categorizada y volcada en el GIS, se realizan los análisis espaciales. Se han establecido algunas variables territoriales que sin duda tuvieron que tener en cuenta estas poblaciones para ubicar su hábitat y su respectivo desarrollo socio-económico.

En este caso la altitud, la visibilidad y la pendiente se han trabajado con un Modelo Digital de Elevación (DEM) extraído desde LiDAR. Este ofrece una mayor precisión y resolución de píxel que el ofrecido por el Modelo Digital del Terreno (MDT) del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea (PNOA) (Fig. 3). Gracias a esta mayor resolución se han podido establecer analíticas más próximas a la realidad (BERROCAL et alii, 2017).

COMPARATIVA SLOPE ANALISYS EN TORRE DE LA ESTRELLA

ID

Área LiDAR (1,-1)

% LiDAR

Área MDT (5, -5)

% MDT

Planicie

5,974 m2

2,39 %

2,326 m2

0,93 %

Lad. Suave

89,755 m2

35,86 %

88,663 m2

35,44 %

Lad. Moderada

115,475 m2

46,15 %

138,099 m2

55,20 %

Lad. Abrupta

33,301 m2

13,31 %

20,589 m2

8,23 %

Escarpe

5,722 m2

2,29 %

0,500 m2

0,20 %

 

250,227 m2

100 %

250,184 m2

100 %

Fig. 3. DEM Slope (izq.) con mayor precisión (1,-1) y DTM PNOA con una menor precisión (5,-5) en la zona de Torre de la Estrella. Abajo, cuadro comparativo.

No debemos tomar como dogma tales datos ya que son interpretaciones basadas sobre supuestos que nos ayudan a categorizar, modelizar e interpretar procesos. En ocasiones no todo sigue un orden y una homogeneidad. He aquí donde reside una de las ventajas de la aplicación GIS. Nos permite, en términos de poblamiento, confirmar o desechar modelos de visibilidad, patrones de asentamiento en función de la altitud o pendiente, o estipular la evolución de los mismos sobre el territorio identificando las posibles excepciones. Nos permite, en definitiva, jugar con la complejidad de múltiples variantes y proponer escenarios e interpretaciones de carácter histórico.

3.3.1. Análisis de altitud

Con este parámetro de estudio se pretende conocer las cotas de los yacimientos en su ubicación espacial teniendo en cuenta la orografía específica de cada caso (MÍNGUEZ, CAPDEVILLA, 2013: 72).

Para calcular la Altitud Relativa (AR) hemos realizado una resta entre la Altitud Absoluta (AAb) del yacimiento y la Altitud Media (AM) del entorno. Un entorno que nosotros hemos situado en los 2 km de radio. El resultado se ha dividido por la Desviación Típica (DT) de las alturas de la zona en intervalos de 50 m.

Con esto conseguimos que los datos partan de una base común a comparar ante la gran variabilidad de altitudes con las que trabajamos. Una Altitud Relativa 0 indicaría una altura igual a la media del entorno, una de valor positivo indicaría que el yacimiento estaría por encima de gran parte de su entorno y una de valor negativo indicaría que este lo estaría por debajo (PARCERO, 2002: 69).

De forma complementaria al anterior análisis, se ha pretendido aplicar otro método con el fin de poder contrastar y verificar los resultados obtenidos desde otra perspectiva. Para ello calcularemos la Altitud Relativa Máxima (ARM) y la Altitud Relativa Mínima (ARm) de cada yacimiento arqueológico. Ello se obtiene dividiendo la anterior AAb por la cota mayor de su entorno (AMax) y por la cota menor del mismo (AMin), respectivamente.

Los datos resultantes de la ARM tendrán una escala entre 0 y 1, de manera que aquellos valores que se aproximen a un valor más alto vendrán a significar su cercanía respecto a la AMax. Por otro lado, la ARm tendrá una escala de 1 en adelante. En este caso, los valores resultantes más cercanos a 1 vendrán a indicar su cercanía a la AMin mientras que valores más altos se refieren a su lejanía altitudinal.

3.3.2. Cálculo de visibilidad

En relación directa con el anterior parámetro, la cuenca de visibilidad nos ofrece una información muy rica referente al espectro territorial visible desde un cierto punto. En cuanto al rango de visibilidad, no existe en la literatura científica un patrón que aborde los límites de visibilidad de forma concreta. De hecho, existen múltiples estudios que emplean diversos radios de control. La pregunta que buscan responder es si las localizaciones arqueológicas responden a una causa que favorezca o no su visibilidad o, por el contrario, es cuestión de azar (BAENA, BLASCO, QUESADA SANZ, 1997). En nuestro estudio se ha optado por reclasificar el espacio de visión en tres radios: “control máximo” (0 a 2.000 metros de distancia), “control efectivo” (2.000 a 5.000 m) y “control remoto” (5.000 a 15.000 m).

Hay gran cantidad de yacimientos que están derruidos y no presentan construcciones para las que situar una altura de visibilidad del objeto. Una solución ha sido la de extrapolar la altura conocida de la Torre de la Cabeza (8 metros) a las derruidas torres de la Pedregosa y de la Estrella dada su contemporaneidad.

3.3.3. Análisis de pendiente

Podremos inferir según el grado de la pendiente si el tipo de establecimiento lleva por finalidad un asentamiento en zonas escarpadas de difícil acceso o en lugares de llanura más accesibles. Para ello se ha reclasificado la pendiente en cinco tipologías: planicie (0º – 6º), ladera suave (6,001º - 18º), ladera moderada (18,001º - 29º), ladera abrupta (29,001º - 37º) y pared escarpada (más de 37,001º) para conocer el porcentaje de cada una de ellas para cada yacimiento.

Se ha realizado un cálculo de Pendiente Media (PM). Teniendo los límites de cada yacimiento arqueológico, concretamente de las fortalezas, se han tenido en cuenta los datos concernientes a la pendiente de su interior. Sin embargo, en aquellos yacimientos cuyos límites son difusos, se ha establecido un radio definido de 250 m para calcular la pendiente media del mismo lugar. De igual modo se ha realizado para la Pendiente Media del Entorno (PME), que hemos colocado para todos los lugares en un radio de 2 km. De esta forma, podemos comparar la diferencia entre PM y PME. Por otro lado, la Pendiente Relativa (PR) se ha realizado siguiendo la fórmula aplicada en la Altitud Relativa (AR).

4. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

4.1. Poblamiento emiral (ss. VIII-X). Una instalación heterogénea mediante pactos

Durante esta primera época, una parte de la población indígena heredera del mundo romano intensificaría el proceso de huida a los montes iniciado en el Bajo Imperio (WICKHAM, 1989). La despoblación en el norte del Valle Alto del Guadalbullón podría ser considerable a la vista del hiato temporal que sufren muchos yacimientos romanos (GUERRERO, 1988). De esta forma se facilita la conquista islámica en los valles que, sin quedar totalmente desocupados, contaron con un menor número de pobladores.

El proceso es más complejo de lo que podemos sintetizar y, de forma generalizada, siguiendo la propuesta de Manuel Acién, podemos decir que Sierra Mágina a mediados del s. VIII ya estaba compuesta por tres realidades sociales: islámica, indígena y arabo-bereber (ACIÉN, 1998,1999, 2007). Se observan procesos de continuidad topográfica, de fundación y reocupación en este nuevo y diverso modelo de asentamiento.

a) La continuidad topográfica de Madῑnat Mantisa y Bagu al Ŷafr (A1, B1)

Todo indica que nuestra zona de estudio se insertó en el naciente mundo emiral bajo una serie de pactos con la población indígena. Así, el registro de precintos de plomo constata materialmente este hecho (IBRAHIM, 2011: 152-154). Cierto es que pudiera existir alguna resistencia por parte de Mentesa, sede episcopal visigoda, ante los recién llegados (RUIZ, 1880; PATXOT, 1853). Sin embargo, fuera cual fuera la magnitud de la misma, el control islámico de este territorio se selló por pacto. De esta forma sería integrada en la kūra de Ŷayyān.

La rapidez y la facilidad aparente del acuerdo indujo la llegada e instalación de tribus venidas con los contingentes arabo-bereberes. Esta nueva población convivió con aquella indígena, como pone de manifiesto la utilización de la necrópolis de Cerro Salido por ambas realidades sociales (MANZANO, 2014: 271).

Madῑnat Mantisa se convertiría en la capital de la mencionada administración territorial. Contó con un arrabal de dimensiones considerables (Fig. 4) cuyo trazado sigue siendo a día de hoy discutido por los investigadores (CASTILLO, 2008). A la vista de los análisis espaciales, el lugar cuenta con una AR (-0,048) y PR (0,144 para el Modelo A y -0,152 para el Modelo B del arrabal) dentro de la media de su entorno inmediato (Cuadro 2).

Fig. 4. Modelos Hipotéticos A (derecha) y B (izquierda) del arrabal de Madῑnat Mantisa durante el emirato y califato. Fuente: elaboración propia a partir de indicaciones de Juan Carlos Castillo Armenteros.

 

Madinat Mantisa

Peña de los Buitres

Torre Bermeja

AAb

650 m

923 m

595 m

AM

652,44 m

769,75 m

560 m

AR

-0,048

0,892

0,759

ARM

0,734

0,81

0,888

ARm

1,487

2,06

1,305

CMax

40,45 %

43,55 %

76,47 %

CEfec

42,65 %

23,56 %

39,41 %

CRemot

15,93 %

7,68 %

14,25 %

PME

16,92°

19,64°

12,46°

PM

18,4°

15,3°

31,39°

14,64°

PR

0,144

-0,152

 

0,88

0,33

 

Modelo A

Modelo B

Entorno

Yacimiento

Entorno

Yacimiento

Entorno

Planicie

7,22 %

12,54 %

11,3 %

1,52 %

9,17 %

7,86 %

14,09 %

Suave

57,38 %

59,03 %

46,93 %

18,1 %

41,64 %

63,23 %

83,06 %

Moderada

22,85 %

21,7 %

32,06 %

33,63 %

30,97 %

24,8 %

0,52 %

Abrupta

5,15 %

3,61 %

7,61 %

27,03 %

13,04 %

3,75 %

2,07 %

Escapada

7,41 %

3,14 %

2,11 %

19,72 %

4,81 %

0,36 %

0,27 %

Cuadro 2. Resultados de análisis espaciales para los yacimientos emirales Madῑnat Mantisa, Peña de los Buitres y Torre Bermeja.

La naturaleza urbana del asentamiento, la importancia política y religiosa que la definía y, en definitiva, su pervivencia, le otorgan una tipología A1 (asentamiento urbano con pervivencia respecto a la etapa anterior). Un proceso que difiere del abandono durante la tardoantigüedad que experimentan otras ciudades del entorno como Vergilia (Arbuniel), síntoma inequívoco de la crisis rural preponderante.

La investigación no ha podido establecer una pervivencia de aldeas visigodas. En la civitas se observa bien este hecho, pero en el mundo rural es todo más difuso. No obstante, parece darse un ejemplo muy significativo de poblamiento continuado.

El topónimo Bagu al-Ŷafr (en la actualidad Pegalajar) es producto de la combinación de un término latino arabizado y un término plenamente árabe. Su traducción hace referencia al lugar como “Pago de las Piedras”. Esta hibridación pone de relieve la convivencia acaecida entre agentes indígenas y de los conquistadores, lo cual nos hace pensar que estos últimos se toparían con un lugar habitado posiblemente desde época romana. De esta forma, el asentamiento seguiría siendo habitado como ya recogen algunas fuentes del s. X. Estas nos describen el lugar como un auténtico agrosistema (LÓPEZ, 2011).

Si esto fuera así, la actual Pegalajar entraría en el tipo B1 (asentamiento rural no fortificado con pervivencia respecto a la etapa anterior). Los resultados del análisis espacial nos ofrecen datos diferentes a los de Mantisa para un mismo proceso. Una AR con tendencia a cotas bajas (-0,13) y una PR con fuerte inclinación (0,745). Esta diferencia de datos, en dos lugares diferentes que continúan siendo poblados, pone de relieve que el primer poblamiento islámico en la zona optó por ocupar aquellos lugares con población y rentables desde el punto de vista fértil.

b) Las reocupaciones de Cerro de la Cabeza y Ejido de San Sebastián (B3)

A la pervivencia de Mantisa y, tal vez, de Bagu al-Ŷafr, se le suman nuevas formas de ocupar el paisaje. En primer lugar, aparecen reocupaciones de lugares deshabitados en el horizonte romano y tardoantiguo, pero con un pasado prehistórico. Hablamos de la tipología B3 (asentamiento rural no fortificado reocupado).

A la vista de los resultados analíticos, la tipología B3 (Cuadro 3) no se trata de un patrón organizado que busque un criterio fijo para estos asentamientos de primera época; contemplamos diversos resultados en cuanto a la ubicación altitudinal y de pendiente en el Cerro de la Cabeza y en el Ejido de San Sebastián (-0,514 frente a 0,040 en AR y -0,048 frente a 0,44 en PR). Más bien responden a la intención de aprovechar aquellos lugares cuyas condiciones para el cultivo son buenas. Como excepción, ambos yacimientos reocupados comparten valores similares de ARM (0,657 y 0,611, respectivamente).

 

Cerro de la Cabeza

Ejido S, Sebastián

Bagu/al-Ŷafr

Guadodalla

AAb

602 m

605 m

836 m

390 m

AM

641,23 m

600 m

854 m

433,68 m

AR

-0,514

0,040

-0,13

-1,307

ARM

0,657

0,611

0,656

0,73

ARm

1,999

1,41

1,508

1,059

PME

192°

16,92°

18,91°

15,24°

PM

18,56°

24,87°

28,16°

18,67°

PR

-0,048

0,44

0,745

-0,352

 

Yacimiento

Entorno

Yacimiento

Entorno

Yacimiento

Entorno

Yacimiento

Entorno

Planicie

19,06 %

9,61 %

5,34 %

11,3 %

1,22 %

8,73 %

10,73 %

10,53 %

Suave

42 %

44,17 %

38,47 %

46,93 %

34,87 %

43,92 %

32,43 %

56,45 %

Moderada

19,21 %

28,22 %

25,05 %

32,06 %

53,6 %

31,66 %

43,07 %

26,15 %

Abrupta

12,22 %

13,29 %

17,33 %

7,61 %

9,86 %

11,86 %

13,02 %

6,19 %

Escapada

7,51 %

4,71 %

13,8 %

2,11 %

0,45 %

3,83 %

0,7 %

0,8 %

Cuadro 3. Resultados de análisis espaciales para los yacimientos emirales de Cerro de la Cabeza, Ejido de San Sebastián, Bagu al-Ŷafr y Guadodalla.

c) La nueva instalación en Guadodalla (B2)

Dentro de la heterogeneidad de este primer poblamiento, solo se ha podido identificar un asentamiento sin aparentes precedentes históricos, es decir, de nueva fundación. Hablamos de Guadodalla, que entraría en la categoría B2 (asentamiento rural no fortificado de fundación). Su instalación emiral viene motivada, sin duda alguna, por ser un lugar que favorece el cultivo irrigado dentro de los códigos culturales y productivos de los conquistadores; según algunos autores, de los Asadíes (AGUIRRE, JIMÉNEZ, 1979).

Definimos, pues, este lugar como claro ejemplo de asentamiento agrícola que se generalizará en la etapa califal y que, en zonas controladas (Mantisa y Ŷayyān), da buenos indicios de una temprana integración en la administración fiscal islámica. Este yacimiento se aleja de las características que hemos comentado del anterior tipo (B3). La AR se coloca muy por debajo de la media de su entorno (-1,307) acercándose a la cota inferior del lugar, como muestra la ARm (1,059). De igual manera, su pendiente tiende a la horizontalidad característica del mismo valle donde nos encontramos (-0,352).

d) Las reocupaciones de Peña de los Buitres y Cerro Bermejo (C3) en el contexto de fitna del s. IX

Si bien hasta mediados del s. IX podemos hablar de un poblamiento continuado en Mantisa (A1) y en Bagu al-Ŷafr (B1) con ciertos asentamientos rurales no fortificados de fundación o reocupación (B2 y B3), a partir de esta fecha la convulsión de la época pudo modificar dichos patrones. Aparece el tipo C3 (asentamiento rural fortificado de reocupación respecto a otra etapa).

De forma cada vez más frecuente se producirá una serie de episodios de rebelión contra el reciente Estado. Estos estarían formulados por aquellos muladíes, herederos de la población indígena que personificó los pactos de conquistas, insatisfechos por la presión política y fiscal que caía sobre ellos (QUESADA, 1995).

El desarrollo emiral tiende, como vemos, a un tiempo de inseguridad. En el reinado de Abd-al-Rahman II (822-854) se trasladó la capitalidad de la kūra a la actual Jaén (CASTILLO, 2008: 536). Aquí se produce un cambio en la jerarquización de Mantisa: de capitalidad a cabecera de iqlīm. Este cambio puede interpretarse desde dos argumentos. Por un lado, se sitúa la nueva capital en un lugar más alejado de la sierra y por tanto de los yacimientos fortificados que simpatizan con las revueltas de la fitna. Por otro lado, pone en relieve la ineficacia de un programa de poblamiento heterogéneo de primera época.

El iqlīm Mantisa no llegará a penetrar en la propia Sierra Mágina. La prolongación de la campiña hasta la Serrezuela de Pegalajar se verá ampliada tímidamente hasta las estribaciones de Cerro Atalaya, La Cerradura y Sierra de Grajales, a no más de cinco kilómetros de la actual La Guardia de Jaén. Ello podrá llevar consigo un problema en la articulación del escaso poblamiento rural, que a su vez beneficie la política de traslado de la capital a Ŷayyān.

Destacan dos asentamientos fortificados que reocupan antiguos yacimientos de época ibérica en una etapa ya avanzada del emirato: la Peña de los Buitres y Torre Bermeja. No obstante, ante la ausencia de excavaciones en los lugares habría que coger con pinzas esta afinación cronológica. Ambos yacimientos ocupan unas AR (0,892 y 0,759, respectivamente) y PR (0,88 y 0,33, respectivamente) muy superiores a la media del entorno.

Aunque las rebeliones de los ss. IX y X por parte de algunos de estos antiguos aliados del Estado se refieran a un episodio en Guadodalla (AGUIRRE, JIMÉNEZ, 1979: 135), no se han llegado a registrar elementos defensivos ni un yacimiento de considerables proporciones para ubicarlo en la zona. Solamente Torre Bermeja puede esclarecer algún dato. Este asentamiento ocupa la cima de un cerro en un relieve más suavizado, tendente a las lomas características del curso bajo del Guadalbullón. Se registra un posible recinto amurallado de mampostería a los pies del mismo que se ha datado en esta etapa (LÓPEZ, ESCOBEDO, 2013).

De forma paralela a ese cambio de capitalidad se observa la reocupación de la Peña de los Buitres. Ello se puede justificar gracias a la presencia de cerámica emiral y algunos fragmentos de principios del s. X (RÍOS, 2015). Este aprovecha las cotas más elevadas, concretamente en aquellas pendientes más abruptas y escarpadas.

Fig. 5. Altitudes Relativas y Pendientes Relativas del poblamiento emiral. Destaca la gran variabilidad de ocupar los espacios sin un patrón definido. No obstante, en el tipo C3 se observa esa tendencia a ocupar las alturas en unas pendientes elevadas.

4.2. Poblamiento califal. Un nuevo orden político homogéneo en el paisaje

Las realidades indígenas, árabes y bereberes confluyen ahora bajo el paraguas del Islam, que administra y controla la totalidad del territorio tras el triunfo en la fitna del emirato. Ello se ve materializado en una política llevada por ‘Abd al-Rahman III que tiende a bajar al llano a aquellos asentamientos rebelados contra el poder. En el cercano valle del Jandulilla la reocupación de aquellos antiguos emplazamientos en llano, con o sin pasado romano, fue la garantía de control por el recién instaurado Estado califal (QUESADA, 1991: 173).

En nuestra zona de estudio, a falta de una confirmación en campo, hay asentamientos como la Casería del Espejo, El Plantío, El Albercón, Puertollano o El Toril que brindan buenas condiciones edafológicas, altitudinales y respecto a su pendiente para el desarrollo agrario de este nuevo patrón. En esta nueva tendencia a homogeneizar el poblamiento desconocemos si se pudieron instalar nuevas alquerías sobre estos yacimientos con precedentes romanos. Ello supondría la extensión del tipo de yacimiento B3.

El abandono forzado de aquellos lugares de altura, el abandono de fundaciones emirales y la continuidad de plazas desde el punto de vista económico se impone como nuevo patrón de asentamiento. A la vista de los datos de AR y PR todo tiende a una normalización sin los saltos característicos del periodo emiral (Fig. 6).

Fig. 6. Altitudes Relativas y Pendientes Relativas del poblamiento califal constatado. Tendencia a unos valores más homogéneos.

a) La continuidad topográfica de los asentamientos satélite de Madῑnat Mantisa y la pérdida de su poder político (A1, B1)

En primer lugar, la gran importancia que adquiere Madῑnat Ŷayyān hará que Mantisa quede relegada como una cabecera de un iqlīm eminentemente rural. El trasvase de población de su distrito al novedoso centro urbano es una realidad ya desde el gobierno de ‘Abd al-Rahman II (CASTILLO, PÉREZ, 2008: 542). Sin embargo, no pierde su categoría de ciudad. Su continuidad es afirmada tanto por las fuentes como por la pervivencia de su fortaleza. Sigue siendo un yacimiento tipo A1.

La dinámica tendente a la pervivencia durante el califato se muestra tanto en el Ejido de San Sebastián (dada la cercanía a la Huerta de Mantisa) como en Bagu al-Ŷafr. Ambos, ahora tipologías B1. Respecto a este último, sigue siendo un importante problema el origen del Castillo de las Peñuelas. La inexistencia de intervenciones provoca un vacío de información. Las referencias que se hacen a Bagu al-Ŷafr no aluden a un lugar que presente fortificación alguna.

Según Juan Antonio López Cordero, en el yacimiento hay, al menos, dos momentos constructivos. Por un lado, un primitivo recinto amurallado que ocupa buena parte de la Peñuela y que estaba dotado de dos puertas de acceso. A esta fortaleza cabría identificarla con el primitivo hisn islámico, en torno al cual se habría desarrollado una pequeña alquería sin amurallar (Bagu al-Ŷafr). Por otro, tras su conquista por los castellanos en 1244, y dada su proximidad a la frontera nazarí, los cristianos emprendieron amplias modificaciones en el mismo, consistentes en revestir y reparar las antiguas murallas islámicas (LÓPEZ, LIÉTOR, ROJAS, 1994).

¿Podríamos hablar de la fortificación de un núcleo califal para encabezar un distrito castral dependiente del iqlīm Mantisa? ¿O la alquería de Bagu al-Ŷafr tendría que esperar aún más para caracterizarse como núcleo fortificado? Mientras que en la Campiña de Jaén no parecen darse distritos castrales, sí han podido ser detectados en la periferia montañosa de manera que su organización sería más autónoma, concretamente en el valle del Jandulilla (QUESADA, 1991: 11-13). De momento, desconocemos si se pudo instalar dicha fortificación.

b) Abandono de yacimientos emirales de altura reocupados (B4, C4)

Pero el proceso homogeneizador no solo se dotó de una relativa pervivencia y de una posible reocupación de asentamientos agrícolas previos. El abandono de muchos de los existentes en el emirato fue crucial (tipos B4 y C4). Llama la atención el abandono de la alquería de Guadodalla, como deja constancia la interrupción de su cultura material no más allá del emirato. El lugar presenta unas condiciones muy favorables al desarrollo del espacio agrícola donde se inserta. No obstante, la política de concentración de las urbes y de las huertas periurbanas pudo causar este abandono, y más en este espacio donde Ŷayyān comienza a aglutinar una gran población en detrimento de las zonas rurales del iqlīm Wadi ‘Abd Allāh (CASTILLO, 1998).

De igual forma pasa con el abandono de Cerro de la Cabeza. Tenemos, pues, claros ejemplos de yacimiento tipo B4 (abandono de asentamiento rural no fortificado). Finalmente, se debe destacar el abandono de los yacimientos emirales de altura (tipo C3), marcando ahora una tipología C4.

4.3. Poblamiento taifa. El esplendor de la autonomía rural

La constitución del califato cordobés supuso la expansión de la formación social islámica, que territorialmente llegó a las montañas y supuso un modelo de asentamiento diferencial. Sin embargo, este modelo no fue duradero. La postración en la que se ve sumida al-Andalus en el primer tercio del s. XI causó, entre otros aspectos, la llegada de eslavos y bereberes.

Debemos de anticipar que la kūra de Ŷayyān queda desarticulada, contando a partir del s. XI con particularismos territoriales de cierta soberanía bereber que plasman sobre el territorio su propia organización del espacio (QUESADA, 1991: 174). De esta forma, la antigua administración jiennense no fue una taifa, sino que su territorio estuvo disputado por algunas otras. La consecuencia inmediata en el paisaje se traduce en un nuevo patrón de asentamiento; ahora cada una de las fortificaciones controla a las alquerías más inmediatas poniendo en marcha un modo de poblamiento autónomo ajeno a la influencia urbana (QUESADA, 1995).

Los Banu Birzal y los Banu Ifran fueron relegados por los ziríes de Ilbira, por los eslavos de Murcia y finalmente por la conquista de la taifa sevillana. La situación hará que la tendencia a instalarse en las poblaciones fortificadas se intensifique en detrimento de un poblamiento dedicado a las zonas de cultivo (Fig. 7). Es así como Madῑnat Mantisa aferrará su población intramuros (A1), y la Peña de los Buitres será reocupada (C3). En el antiguo emplazamiento emiral se han registrado vidriados lisos, ataifores con vidriados sobre pasta roja, cerámica en pasta blanca con pinturas geométricas y vegetales, etc. que algunos investigadores sitúan en el arco cronológico de los ss. XI-XII (RÍOS, 2015).

Fig. 7. Altitudes Relativas y Pendientes Relativas al poblamiento taifa.

4.4. Poblamiento almohade. Preludio de una frontera

El cambio político que se produce a finales del s. XI es protagonizado por dos imperios del norte de África que se extienden hasta al-Andalus. La ortodoxia característica de estos, así como el cada vez más acechante poder feudal que arrebata territorios por las fronteras superiores, no hará más que ampliar un encastillamiento y militarización previa. El norte del Valle Alto del Guadalbullón contempla esta caracterización.

Mantisa (tipología A1) sigue siendo el eje principal de esta unión entre la campiña jiennense y el oeste de Sierra Mágina. Incorporará una alcazaba y una cerca de tapial y mampostería junto a una torre circular (CASTILLO, 2008; VIEDMA, 2017). En cuanto a la actual Pegalajar (tipología C1), sea cual sea el origen de la fortaleza, los documentos de conquista por Fernando III ya hacen alusión a un “Alcazar de Pegalhaiar” en etapa almohade (MORILLAS, 1953). La posibilidad de una instalación previa es real, pero con mucha probabilidad contaría con unas dimensiones inferiores a las que se encontrarían los nuevos conquistadores. Lo cierto es que ambos núcleos se fortifican, aglutinan a la población rural de la época y configuran una pervivencia con respecto a la etapa anterior.

Es en este momento cuando Peña de los Buitres sufre una interrupción definitiva a partir de los ss. XII-XIII (RÍOS, 2015). Observamos aquí un patrón C4 (abandono de asentamiento rural fortificado). Los espacios de cultivo del valle del Guadalbullón seguirán siendo trabajados, pero la despoblación sería cada vez más patente. La nueva instauración del extendido poder almohade supuso una acentuación de la fortificación urbanizada que vivía al-Andalus en el periodo precedente (Fig. 8). La militarización organizada del paisaje es un hecho.

Fig. 8. Altitudes Relativas y Pendientes Relativas al poblamiento almohade.

4.5. Poblamiento bajomedieval. Desarrollo y fin de una frontera histórica

El paso occidental de Sierra Mágina tuvo entre 1225 y 1228 una serie de incursiones castellanas sin un control definitivo hasta mediados del s. XIII. La rápida expansión por la Campiña favoreció la conquista de este paso natural, así como de los lugares del “Alcazar de Pegalhaiar” y Mantisa en 1244. Todo ello como preludio del pacto de Jaén de 1246 (LÓPEZ, GONZÁLEZ CANO, CABRERA, 2006; CEREZO, ESLAVA, 1989).

A la vista de los análisis espaciales, las variables altitud y pendiente no fueron las más relevantes. Todo responde a una continuidad topográfica sobre unas fábricas almohades deterioradas y frágiles de tapial, las cuales se reedifican (CASTILLO, CASTILLO, 2002: 723; VIEDMA, 2017: 64) junto a la instalación de atalayas para gestionar la zona fronteriza. En este sentido, el análisis de visibilidad ha sido crucial para esclarecer datos de esta etapa. Asistimos a un patrón novedoso que rompe toda la organización territorial precedente.

a) Continuidad topográfica y reestructuración militar de los puestos de La Guardia de Jaén y Pegalajar (A1, C1)

En la fortaleza de La Guardia de Jaén (anterior Mantisa) se comenzará la construcción de un alcázar con dos torres en mampostería regular y esquinas en sillarejo (CASTILLO, 2008). Junto a ello el recinto exterior también se levantó en mampostería con un recorrido en zigzag, lo que hizo innecesaria la instalación de torres. En esta línea seguimos con el patrón A1 (asentamiento urbano con pervivencia respecto a la etapa anterior).

En cuanto a la fortaleza de las Peñuelas, a la reparación de las antiguas murallas islámicas se le sumó un pequeño castillo en el extremo este y de mayor altitud del alcázar. Junto a ello se refuerzan las puertas de entrada a la población, siendo quizá este el momento en que fue edificada la Puerta de Jaén, más conocida como el Arco de la Villa o de la Encarnación (LÓPEZ, 2000). Ello le sigue otorgando un patrón C1 (asentamiento rural fortificado con pervivencia respecto a la etapa anterior).

Tras aplicar los análisis de visibilidad al organigrama castellano observamos unos parámetros cuanto menos interesantes. La primera conclusión que se aprecia es la de un mayor control máximo (2 km de radio) y efectivo (5 km de radio) del Castillo de las Peñuelas. Sin embargo, el Castillo de la Guardia de Jaén presenta un amplio control remoto (10 km de radio), sobre todo hacia la zona de Campiña. Una de las causas es que la presencia de la Serrezuela impide al Castillo de La Guardia de Jaén un control total del paso del Guadalbullón. Es la fortaleza pegalajareña la encargada del control intensivo de toda la zona sur de la susodicha avanzadilla (Figs. 9 y 10).

Fig. 9. Comparativa del Cumulative Viewshed de 5 y 10 km para la zona de estudio.

Fig. 10. Gráfico de la extensión visual para zonas percibidas desde un lugar hasta la confluencia máxima de los cinco yacimientos.

b) Nuevos puestos militares: Torre de la Cabeza, Torre de la Pedregosa, Torre de la Estrella y Torre Bermeja (E2, E3)

Junto a las fortalezas referidas, se construyeron nuevos puestos militares cuyo fin era el control visual de la avanzadilla fronteriza. Torre de la Cabeza sería edificada en 1462 por iniciativa de D. Miguel Lucas de Iranzo (MATA, 1940: 76). Sobre la Serrezuela de Pegalajar fue edificada la Torre de la Pedregosa, mientras que en el entorno de La Cerradura se erigió la Torre de la Estrella. De igual forma se encontraba Torre Bermeja en Cerro Bermejo.

A la vista de los análisis espaciales, estos puestos se localizan en cimas de cerros y presentan una ARM y ARm muy elevadas (Cuadro 4). No obstante, en cuanto a la AR, existe una anomalía. Torre de la Cabeza muestra unos datos espaciales muy peculiares que rompen el esquema (-0,514). Esta cuestión será resuelta más adelante. Por otra parte, la visibilidad nos ofrece dos tipologías: una con visión intensiva de medio alcance y otra de corto alcance.

 

Torre Bermeja

Torre de la Cabeza

Torre Estrella

Torre de la Pedregosa

AAb

595 m

602 m

1,040 m

1,127 m

AM

560,52 m

641,23 m

913m

788,47 m

AR

0,759

-0,514

0,536

2,08

ARM

0,888

0,657

0,687

0,989

ARm

1,305

1399

1301

2,515

C Max

76,47 %

Int

40,41 %

Int

26,64 %

Med

19,61 %

Med

C Efec

39,41 %

26,84 %

3433 %

5236 %

C Remot

14,25 %

4,70 %

19,45 %

36,62 %

PME

12,46°

19,2°

2536°

19,34°

PM

14,64°

18,56°

19,91 °

27,04°

PR

0,33

-0,048

-0,358

0,60

Localización

Cima de cerro

Cima de cerro

Vaguada de cerro

Cima de cerro

Planicie

7,86 %

14,09 %

19,06 %

9,61 %

1,22 %

3,64 %

1,04 %

8,65 %

Suave

63,23 %

83,06 %

42 %

44,17 %

34,87 %

25,82 %

19,59 %

42,95 %

Moderada

24,8 %

0,52 %

19,21 %

28,22 %

53,6 %

39,83 %

44,36 %

31,31 %

Abrupta

3,75 %

2,07 %

1232 %

13,29 %

9,86 %

21,33 %

25,29 %

12,75 %

Escapada

0,36 %

0,27 %

7,51 %

4,71 %

0,45 %

9,38 %

9,71 %

4,34 %

Fertilidad

6,3,1 (2)

3,6(1),4,2

6,3,1 (2)

1,2(6)

Estructuras

-

 

-

-

Cuadro 4. Resultados de análisis espaciales para los yacimientos castellanos de Torre Bermeja, Torre de la Cabeza, Torre Estrella y Torre de la Pedregosa.

El primer grupo está conformado por Torre de la Pedregosa y Torre de la Estrella (E2). Dos atalayas sin aparentes precedentes. Estas tienden a un control efectivo y extensivo algo mayor. Experimentan un eje piramidal: un control máximo relativamente pequeño, uno efectivo mayor y uno remoto también relativamente pequeño. Curiosamente son aquellas atalayas ubicadas en los accidentes orográficos más importantes de la zona y cuyos avisos son cruciales.

Por otra parte, tenemos el grupo de control máximo e intensivo conformado por Torre Bermeja y Torre de la Cabeza (E3). Se ubican dichos puestos sobre lugares con precedentes históricos. Por ello, la reocupación que define la tipología. Esta vez se obtiene una línea tendencial a la baja donde las áreas y porcentajes de visibilidad son progresivamente menores desde la zona de los 2 km hacia la de 15 km de radio (Fig. 11). Coinciden en estar ubicados fuera de los accidentes más abruptos de la zona de estudio y en ser los primeros anclajes entre las atalayas del primer grupo y las fortalezas de Pegalajar y La Guardia de Jaén.

Fig. 11. Porcentajes de Visibilidad del Control Máximo (2 km), Control Efectivo (5 km) y Control Remoto (15 km) de las torres medievales de la zona de estudio.

En el estrecho paso del Guadalbullón por La Cerradura se encontraba instalada Torre de la Estrella. Esta era la primera atalaya que percibía cualquier peligro o amenaza gracias a una visión extensiva y directa a la zona de Cambil y al sur del Valle Alto. El mensaje sería emitido a la Torre de la Cabeza, nexo de unión con el Castillo de las Peñuelas. Esta fortaleza recibía en primicia las ahumadas y avisos que se daban kilómetros al sur. Sin embargo, el mensaje del Cerro de la Cabeza también llegaba a la cima de la Serrezuela; a la Torre de la Pedregosa.

Se debe destacar que no había un control directo entre el Castillo de La Guardia de Jaén con Torre de la Pedregosa. Aquí jugará un papel determinante el lugar de Torre Bermeja, la cual experimenta un control directo con dicha torre para derivarlo, esta vez sí, a la fortaleza de La Guardia de Jaén (Fig. 12). Este sería el sistema defensivo visual de la zona de estudio en un modelo de 5 km de visibilidad.

Fig. 12. Modelo 10 km (izq.) y Modelo 5 km (decha.) tras la aplicación Intervisibility Network de las fortalezas y torres bajomedievales de la zona de estudio.

Para el modelo también realizado de 10 km de visión directa, teniendo en cuenta la disponibilidad de unos agentes atmosféricos óptimos para ello, La Guardia de Jaén tiene una visión constante con la Torre de la Estrella. Este aspecto antes no era verificado. Vista su complejidad y la distancia real existente entre todas estas estructuras (unos 3,5 o 4 kilómetros) pensamos que el modelo más cercano a esa realidad pasada sería el consistente en un rango de visibilidad de 5 km.

Por último, establecidos los hipotéticos modelos de líneas de control territorial, se pretendió conocer dónde se focalizaba más esa visualización y qué extensión ocupaba. Para la aplicación de 5 km, el área común total visible es de 109,67 km2. Destacan con un 55,32% aquellas porciones del paisaje que son vistas desde un solo lugar. Siguiendo a este porcentaje, con un 23,86% presenciamos un importante territorio que es visto por dos lugares. Sin embargo, se vislumbra en torno al Cerro de la Cabeza un área de 8,10 km2 que es vista desde todos los yacimientos arqueológicos de la época.

Torre de la Cabeza es el epicentro de esa mayor acumulación, aspecto que alude a la importancia del lugar como clave para transmitir las señales desde la propia frontera hasta el Castillo de las Peñuelas y Torre de la Pedregosa. Podríamos responder aquí a la anomalía que se observaba en su AR (-0,514) ya que es este un auténtico foco de atención desde diversas zonas, obteniendo una gran capacidad para ser visto. En este sentido, su ubicación no responde tanto a su posición altitudinal.

Para el modelo de 10 km, el área visualizada en común es de 247,27 km2. De nuevo predomina una importante extensión que solamente es visible desde un lugar (56,77%). Observamos en este caso que la situación de Torre de la Estrella es importantísima desde el punto de vista estratégico. Esta se localiza justo donde la proyección visual no sobrepasa el relieve de la porción sur; se amolda a los cerros del entorno de La Cerradura (Fig. 13). El organigrama defensivo de La Guardia de Jaén y Pegalajar tiene “sus primeros ojos” en esta atalaya (Cuadro 5 y Fig. 14).

Fig. 13. Comparativa del Cumulative Viewshed de 5 y 10 km para la zona de estudio.

 

Emiral

Califal

Taifa

Almohade

Castellano

Torre Bermeja

C3

C4

¿?

¿?

E3

Torre de la Pedregosa

 

 

 

 

E2

Cerro de la Cabeza

B3

B4

¿?

¿?

E3

Torre de la Estrella

 

 

 

 

E2

Peña de los Buitres

C3

C4

C3

C4

 

Pegalajar / Bagu al-Ŷafr

B1

B1

B1

B1

B1

Castillo de las Peñuelas

 

¿?

¿?

C1

C1

La Guardia de Jaén / Mantisa

Al

Al

Al

Al

Al

Casería del Espeso o Espejo

¿?

¿?

¿?

 

 

Fontanares

¿?

 

 

 

 

Puertollano

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

El Plantío

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

Torre del Moral

 

 

 

 

¿?

Cerro San Marcos

¿?

 

 

 

 

El Toril

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

Guadodalla

B2

B4

 

 

 

El Albercón

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

Ejido de S. Sebastián

B3

B1

¿?

 

 

Torre de la Reina

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

Cerro Atalaya

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

Cuadro 5. Tabla de asentamientos arqueológicos medievales del norte del Valle Alto del Guadalbullón desglosados por tipologías durante los periodos tratados. En rojo, momentos de abandono.

Fig. 14. Altitudes Relativas y Pendientes Relativas del poblamiento castellano. En fondo gris los nuevos puestos-torres militares.

5. CONCLUSIONES

El espacio del norte del Valle Alto del río Guadalbullón (Jaén) se caracteriza por una acentuada dualidad física representada por una extensión serrana y otra, algo menor, de valle. El aprovechamiento del territorio por los diversos pobladores de la zona se optimizó con la instalación de una serie de asentamientos que van jugando a través del vaivén del desarrollo histórico.

La llegada islámica en el s. VIII provocaría en esta zona un asentamiento muy temprano y de forma pactada. El nexo de unión entre las dinámicas visigodas y musulmanas sería la actual La Guardia de Jaén, convertida en la primera capital de la kūra de Ŷayyān. A su vez esta pervivencia topográfica llevaría consigo una continuidad de los usos económicos del paisaje; eminentemente rural, de secano y con pequeñas zonas de huerta que no logran modificarse con los pequeños esbozos de reorganización islámica sobre el poblamiento indígena. Se observan procesos de continuidad topográfica, reocupación y alguna fundación. Los variopintos valores en cuanto a altitud y pendientes que se extraen del análisis de los yacimientos marcan una clara diversidad de poblamiento, síntoma claro de una primitiva, heterogénea y poco cuidada organización islámica. Así se traduce en el registro de cinco tipologías (A1, D1, B3, B2 y C3).

La inestabilidad política y social de la fitna, junto a la geografía serrana, no acabarían por consolidar el programa de administración territorial hasta bien entrado el califato. La nueva realidad estatal acabaría por homogeneizar un poblamiento con dos objetivos: el control de la población y la obtención de un rendimiento fiscal del trabajo de la tierra, incentivado, para nuestra zona, en las huertas mentesana y de Pegalajar. Con la consolidación de la administración islámica y la consecuente reorganización de los asentamientos pasamos a un panorama donde las altitudes, pendientes y propiedades del suelo comienzan a asemejarse y tomar valores equivalentes. Aquella diversificación se simplifica en dos patrones activos (A1 y B1) gracias al abandono de otros (B4 y C4) que coinciden con los datos más abruptos desde la perspectiva del territorio.

Aunque la inseguridad de la época es reinante durante los siguientes siglos XI-XII, la autonomía de los lugares poblados suscitó unos modelos propios de autoabastecimiento que se consolidaron aún más con la gestión y fortificación de dichas plazas en época almohade (ss. XII-XIII).

Finalmente, la conquista castellana supondrá la maduración de la gestión militar de la sierra (Fig. 15). Aquella situación almohade se incrementa con la instauración de cuatro tipologías fortificadas (A1, C1, E2 y E3). Aquí, el análisis de visibilidad ha demostrado el funcionamiento del sistema defensivo del paso del Guadalbullón y la abolición del sistema islámico precedente.

Fig. 15. Comparativa de yacimientos fortificados y no fortificados por etapas junto al nº de patrones de poblamiento.

El análisis realizado muestra un recorrido histórico por el medievo de la zona. Gracias a la aplicación metodológica se han podido conocer datos relevantes para acercarnos a la evolución del poblamiento. Por resaltar algunos puntos, el Modelo Digital de Elevación LiDAR nos ha otorgado una resolución mayor (1,-1) que la del Modelo Digital PNOA (5,-5) para aplicar todas las analíticas espaciales. Otro de esos puntos que ha facilitado la clasificación de los yacimientos ha sido la creación de una tipología multivariante que recoge en tres ejes los procesos y jerarquías de los asentamientos (Cuadro 5).

Todo ello queda a la espera de unas prospecciones en el norte del Valle Alto del Guadalbullón. La afinación de cronologías y el registro de nuevos asentamientos enriquecerán lo expuesto y confirmarán o no las hipótesis y supuestos estadísticos presentados. Esperamos en un futuro poder seguir contribuyendo al conocimiento de la historia de Sierra Mágina y la formación de sus paisajes culturales.

BIBLIOGRAFÍA

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Cómo citar: Modrego Fernández, R., Martín Civantos, J. M. (2021): El poblamiento medieval del norte del valle alto del Guadalbullón (Jaén). Nuevos datos desde la aplicación GIS. Arqueología y Territorio Medieval, 28. e6397. https://doi.org/10.17561/aytm.v28.6397

1. Este proyecto ha sido cofinanciado por el Plan Propio de Investigación UGR, dentro del programa 5.A de Becas de Iniciación a la Investigación para Estudiantes de Grado Universidad de Granada-Banco Santander 2019.

2. Arqueólogo. MEMOLab. Laboratorio de Arqueología Biocultural. roquemodrego@gmail.com, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1808-0024

3. Profesor Titular en la Universidad de Granada. Dpto. Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas. MEMOLab. Laboratorio de Arqueología Biocultural. civantos@ugr.es, ORCID: http://orcid.org/0000-0001-5513-8427