reseñas

MERCADERES, ARTESANOS Y ULEMAS. LAS CIUDADES DE LAS CORAS DE ILBIRA Y PECHINA EN ÉPOCA OMEYA

Eneko López Martínez de Marigorta

Jaén, UJA Editorial, 2020. Colección ARQUEOLOGÍAS, Serie MEDIEVAL, 2.459 páginas

La formación y consolidación de una sociedad islámica en al-Ándalus ha sido uno de los temas más tratados por la investigación desde hace varias décadas. Los trabajos sobre la estructura de la sociedad andalusí y la formación social islámica de dos grandes maestros como fueron Manuel Acién, quien nos dejó prematuramente, y Pierre Guichard, recientemente fallecido, son algunos de los mayores exponentes. Sus planteamientos teóricos y reflexiones, sobre los que se construyó un fructífero debate que ha pervivido hasta hoy, sirvieron de punto de partida para un buen número de investigaciones realizadas desde entonces. En la actualidad, nuestro conocimiento sobre lo que fue al-Ándalus y su evolución se ha visto ampliado considerablemente. A ello han contribuido estudios llevados a cabo desde diferentes perspectivas, como los dedicados a los distintos periodos de la historia andalusí, los que se han ocupado de territorios concretos, o los centrados en aspectos políticos, sociales o económicos, entre otros

El libro de Eneko López Martínez de Marigorta, resultado de las investigaciones que realizó para su proyecto de tesis doctoral, integra perfectamente todas estas temáticas. En él se analiza con detalle un territorio de gran interés por su dinamismo económico y rápido crecimiento urbano: el de las coras de Ilbīra y Pechina durante el periodo omeya. El texto se inicia a principios del siglo VIII, retrotrayéndose a los momentos previos a la conquista islámica con el fin de hacer visibles los cambios producidos con la llegada de los árabes, y se prolonga hasta el primer tercio del siglo XI, fijando el final del relato en el 1038, año en que los gobernantes ziríes conquistaron Almería consolidando así su poder taifa en la zona.

Bajo el sugerente título de Mercaderes, artesanos y ulemas. Las ciudades de las coras de Ilbīra y Pechina en época Omeya, analiza pormenorizadamente la formación y arraigo de una sociedad islámica en ese territorio. El título ya anuncia que el principal foco de atención de dicho análisis son las actividades comerciales y productivas como impulsoras de la consolidación de la red urbana y del crecimiento de las ciudades, que a su vez actuarán como centro de atracción y desarrollo de actividades intelectuales. En palabras del autor, el objetivo de la obra es analizar el proceso de la desarticulación de la antigua red urbana y la configuración de la andalusí y estudiar el papel de las ciudades andalusíes como cabeceras regionales que controlaron los recursos del territorio rural. El protagonismo de las ciudades en este proceso de conformación de la sociedad islámica y del Estado que las impulsa se resalta como fundamental y, con ellas, las actividades productivas y dinámicas tributarias inherentes al hecho urbano. Desde ese marco conceptual, la aparición y desarrollo de Ilbīra y Pechina en época emiral y la importancia de Almería y Granada en el siglo X, sirven de ejes para articular el texto, constituyendo estas cuatro ciudades el armazón argumental sobre el que se desarrolla el libro.

La obra se estructura en siete capítulos dispuestos en dos bloques cronológicos que tratan consecutivamente el periodo emiral y el califal. Los cuatro primeros están dedicados al emirato, iniciándose en la etapa previa a la creación de madīnat Ilbīra. Dicha etapa se aborda en el primer capítulo, que comienza mostrando la antigua organización visigoda de la Vega de Granada a principios del siglo VIII, un área eminentemente rural en esos momentos, y la debatida ubicación de la ciudad de Eliberri, que el autor sitúa en la colina del Albaicín de Granada. El capítulo continúa analizando las transformaciones acaecidas en este territorio derivadas de la instalación del ŷund de Damasco e impulsadas por la administración omeya en relación a dos fenómenos de gran relevancia: la introducción de un sistema fiscal en sustitución del basado en la captación de renta propio de la etapa anterior; y el proceso de implantación de una nueva organización territorial establecida a partir de la creación de coras y ciudades, que ejercen la capitalidad de las mismas y de las que recibirán su nombre.

A las dos capitales de estas coras, Ilbīra y Pechina, están dedicados los capítulos segundo y tercero respectivamente. La debatida cuestión relativa a si se trata de ciudades fundadas ex novo o sobre núcleos poblacionales ya existentes que se renuevan y crecen bajo el impulso del nuevo Estado omeya, está aún por dilucidar y quizás la arqueología sea la clave que permita avanzar en esa problemática. En este sentido, el caso de Iliberri, urbe para la que el autor propone un traslado al centro de la Vega de Granada convirtiéndose en la nueva madīnat Ilbīra, es tan interesante como complejo y se analiza en el texto con gran profundidad. Del mismo modo, cabe mencionar el análisis que hace el autor del papel jugado por los baḥriyyūn y su red de intercambios marítimos, que está en la base del desarrollo urbano de Pechina, destacando la incorporación de novedosos datos referidos a los ulemas y sus relaciones comerciales con Oriente. La pujanza y desarrollo de Ilbīra y Pechina en el siglo IX queda clara a lo largo de estos dos capítulos, en los que se profundiza en las implicaciones de su establecimiento como capitales de sus respectivas coras y el importante papel de estas ciudades como centros, no solo administrativos y económicos, sino también de aculturación de una población en la que los elementos arabo-islámicos son predominantes pero no exclusivos. La visión conjunta de ambas urbes que ofrece el libro permite contrastar el litoral con el espacio interior de la Vega de Granada y, en definitiva, visibilizar la configuración de una sociedad urbana en un territorio concreto.

Cierra este periodo el capítulo cuarto, centrado íntegramente en las actividades productivas y los intercambios comerciales que se desarrollaron entre mediados del siglo IX y la primera mitad de la centuria siguiente. Estas cuestiones se volverán a tratar en el capítulo séptimo, el último del libro, esta vez para el periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo X y el primer tercio del XI. Estos dos capítulos enlazan perfectamente, e incluso se superponen, ya que en ocasiones no resulta fácil ni es posible establecer una barrera cronológica clara a mitad del siglo X que diferencie las dos mitades de la centuria en materia de producción y comercio. Sin embargo, juntos aportan una completa visión de las principales actividades económicas desarrolladas en las coras de Ilbīra y Pechina a partir de los registros textuales y arqueológicos.

Junto con el ya mencionado capítulo séptimo, el quinto y el sexto constituyen el bloque dedicado al periodo califal en el que adquieren importancia los enclaves urbanos de Almería y Granada. Siguiendo el esquema del libro que utiliza las ciudades como hilo conductor, se dedican sendos capítulos a cada una de ellas. Almería es objeto de un triple análisis basado en la importancia de esta urbe desde diferentes puntos de vista: su función como sede de la flota califal; su papel como capital marítima del nuevo Estado y frontera frente a otros poderes mediterráneos, especialmente el del califato fatimí; y su importancia como centro de poder durante la segunda fitna. A través de todos estos aspectos, el autor va desgranando cuestiones de gran interés como las relaciones y negociaciones entre los Omeyas y los baḥriyyūn, los intereses comerciales andalusíes en el Mediterráneo, su rivalidad con los fatimíes o el dinamismo del poblamiento costero. Más breve es el capítulo dedicado a la ciudad de Granada ya que su desarrollo se vincula a la progresiva decadencia de madīnat Ilbīra, la antigua capital de la cora, y al establecimiento de la sede del gobierno zirí durante la segunda fitna. Granada cierra cronológicamente el libro y el proceso urbano en él analizado.

Para conformar el relato, el autor utiliza todas las fuentes disponibles entrelazándolas convenientemente, lo que aporta una perspectiva plural a los aspectos tratados. Desde las fuentes textuales a las arqueológicas, pasando por la toponimia, la epigrafía, la numismática o la topografía, todas son manejadas y aprovechadas hasta el límite de sus posibilidades. Esta prolija utilización de registros de todo tipo aporta al texto un aparato documental importante. Entre las fuentes escritas, además de las geográficas y crónicas históricas tradicionalmente utilizadas, cabe destacar la incorporación de los diccionarios biográficos. A través de ellos, Eneko López bucea en la vida de los ulemas utilizándolos no solo como indicadores de urbanización e islamización, tal y como ha puesto de manifiesto Maribel Fierro, sino también para profundizar en otros aspectos como los económicos, menos estudiados a partir de estos registros. Generalmente usados para otro tipo de estudios relacionados con aspectos jurídicos y religiosos, el autor demuestra en esta obra las posibilidades que ofrecen los diccionarios biográficos para conocer la vida intelectual, social pero también económica de los lugares vinculados a los personajes biografiados. La reconstrucción de las vidas de estos ulemas y en ocasiones de sus linajes es uno de los aspectos que permite analizar las conexiones con otros lugares del Mediterráneo central y oriental, que también se puede rastrear por otras fuentes. La información obtenida a partir de las distintas fuentes se entrecruza y combina en la obra de manera magistral. El resultado es una visión global, pero a la vez extremadamente detallada de la vida en estas ciudades y de los procesos de cambio y transformación que tuvieron lugar en ellas.

Este estudio demuestra la importancia, utilidad e incluso necesidad de trabajar con diferentes registros e integrar, confrontar o discutir si fuese necesario, la información que cada uno de ellos proporciona. A partir de dichos registros, teniendo en cuenta sus límites y posibilidades, se nos muestra una realidad histórica cambiante en toda su diversidad y complejidad.

Otro de los aspectos más destacados de este libro es la profundidad del análisis que el autor realiza a partir de los datos recopilados de las distintas fuentes disponibles. Es notable el esfuerzo por recoger toda la información sobre el área y época tratada. Como resultado, el trabajo aporta una gran cantidad de datos de enorme interés sobre las coras de Ilbīra y Pechina en época omeya que el libro pone a disposición de la comunidad científica.

El gran volumen de datos que se vierte en el texto y la profundidad de su análisis permiten al autor proponer numerosas hipótesis y sugerentes propuestas que, concatenadas unas con otras, van conformando una red cada vez más tupida en la que afianzar el conocimiento actual y venidero. A tenor de la información disponible, algunas parecen más sólidas que otras y deberán ser confirmadas o rechazadas en un futuro, pero sin duda constituyen un buen punto de partida para investigaciones venideras. Y, sobre todo, el libro de Eneko López viene a profundizar en el debate sobre el papel jugado por el Estado en la formación y consolidación de la sociedad islámica en al-Ándalus que confronta a dos corrientes historiográficas: una en la que el autor del libro se posiciona, que defiende una intervención muy activa del Estado omeya, frente a la que pone en duda la relevancia y alcance de dicha intervención.

En cualquier caso, los procesos documentados en las coras de Ilbīra y Pechina que el autor analiza van más allá de sus peculiaridades territoriales y pueden servir de espejo en el que contrastar otras zonas. En este sentido, el libro trasciende el estudio meramente territorial para mostrar un proceso común a otras regiones peninsulares con las que se puede comparar o confrontar. En definitiva, lo que este volumen aborda es la historia del establecimiento de los Omeyas y la consolidación de un Estado.

Sin duda se trata de un libro de gran interés para todos los estudiosos de al-Ándalus, que añade a la calidad científica de su contenido un no menor atractivo editorial. En este sentido, cabe destacar la calidad formal y estética del volumen que, como los restantes de la colección ARQUEOLOGÍAS, Serie MEDIEVAL, de la que forma parte, denota el esfuerzo de los editores por cuidar todos los detalles de la publicación. El resultado es un libro atractivo y muy cuidado no solo en contenido sino en todos sus aspectos formales.

Reseña realizada por
Carolina Doménech Belda
Universidad de Alicante