Arqueología y Territorio Medieval 30, 2023. e7081. I.S.S.N.: 1134-3184 DOI: 10.17561/aytm.v30.7081

Loza dorada de la taifa de Sevilla. Novedades epigráficas*

Lustreware of the taifa of Seville. Epigraphic novelties

Carmen Barceló**

Recibido: 19/04/22
Aprobado: 24/11/22
Publicado: 23/01/23

RESUMEN

La producción de loza dorada bajo mandato de dos reyes de la taifa de Sevilla, en la segunda mitad del siglo XI, se ha determinado gracias a los escritos árabes presentes en más de una docena de muestras halladas en la península ibérica. Las leyendas que conservan tres nuevos fragmentos constituyen una novedad y aportan informaciones relevantes. Con ellas se ha llevado a cabo un examen comparativo de las hipótesis planteadas sobre los textos que ostentan las piezas cerámicas de reflejo metálico ya editadas. Las aportaciones más notables de las nuevas lozas son la presencia femenina en el trabajo de elaboración de estas creaciones alfareras, la posible alusión a un taller y la cita de la alcazaba sevillana. Se discute la onomástica de los encargados de realizar la obra y la existencia de uno o varios obradores en los que se elaboraron estas lozas.

Palabras clave:, cerámica de reflejo metálico, epigrafía árabe, talleres, al-Andalus.

ABSTRACT

The production of golden earthenware under the rule of two kings of the Taifa of Seville, in the second half of the eleventh century, has been determined thanks to the Arabic writings present in more than a dozen samples found in the Iberian Peninsula. The legends preserved on three new fragments are a novelty and provide relevant information. They have been used to carry out a comparative examination of the hypotheses put forward for the texts on the lustre-painted ceramic pieces already published. The most notable contributions of the new ware are the presence of women in the production of these pottery creations, the possible allusion to a workshop and the mention of the citadel of Seville. The onomastics of those responsible for the work and the existence of one or more workshops where those wares were made are disputed.

Keywords:, ceramics, golden earthenware, Arabic epigraphy, workshops, al-Andalus.

Las excavaciones practicadas hasta ahora en el subsuelo de las ciudades portuguesas de Coimbra y Silves, así como las llevadas a cabo en las ciudades españolas de Sevilla y Córdoba, en Andalucía, han proporcionado elementos incompletos de objetos cerámicos de loza dorada, pertenecientes a diez formas abiertas y a una única tapadera; tienen el interés añadido de haber conservado parte de su antigua decoración epigráfica árabe. El estudio pormenorizado de sus inscripciones ha permitido adscribir su producción al área peninsular y claramente a la segunda mitad del siglo XI (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014; HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017). A lo conocido han venido a sumarse tres nuevos fragmentos, descubiertos en la plaza de la Encarnación de Sevilla, que han motivado la presente revisión de los epígrafes.

En dichos escritos parciales ha sido posible interpretar e identificar títulos honoríficos de gobernantes que se descubren en las palabras al-Mu‘tamid, conservada completa en dos ejemplares, y al-Mu‘taḍid y al-Manṣūr bi-faḍl Allāh, que se reconstruyen a partir de rasgos parciales. Estos nobles títulos aportan, junto a la localización espacial concreta en la taifa de Sevilla, una precisa cronología para dichos productos: los años de la hégira 433 a 484, es desde 1042 a 1091 de la era cristiana; es un periodo que coincide con la cronología de los niveles estratigráficos donde estos objetos han sido hallados.

Por lo tanto, se puede deducir que esta loza fue producida bajo mandato de al-Mu‘taḍid (1042-1069) y de su hijo y sucesor al-Mu‘tamid (1069-1091), tratamientos adoptados por estos dos dignatarios de la dinastía ‘Abbād, cuyos miembros gobernaron entre 1023 y 1091 la taifa de Sevilla y en cuyo territorio estuvieron integradas tres de las cuatro ciudades donde se han hallado los antes mencionados fragmentos. Esto lleva a abandonar la vieja hipótesis generalizada de que confecciones como estas habrían sido elaboradas en otros territorios fuera de al-Andalus e importadas a la península desde tierras orientales, en especial desde Egipto bajo los fatimíes (BLAIR, 1998; RAYA, 2005; HEIDENREICH, 2007).

Se podría objetar contra esta identificación que mandatarios abasíes llevaron en Oriente esos mismos títulos, en cuyo caso la fecha de las piezas se remontaría a los años 870-902 d.C., data muy anterior a la que suministran los niveles de las excavaciones en las que se descubrieron los ejemplares, claramente del siglo XI.

1. TEXTOS Y CALIGRAFÍA EN REFLEJO METÁLICO

La mayor parte de la escritura pintada sobre la cerámica de reflejo metálico en al-Andalus es, entre los estilos caligráficos árabes, del tipo denominado «cúfico», que es uno de los usados desde el siglo IX sobre todo tipo de materiales y se reconoce por sus rasgos rígidos. En general, tiene únicamente 17 trazos, frente a la escritura común que utiliza 28 letras y otros muchos signos y símbolos.

Buena parte de la loza dorada descubierta en la península lleva pintada una sola palabra, a veces repetida y casi siempre incompleta, pues un número elevado de las muestras estudiadas son piezas fragmentadas (BARCELÓ, 2007; BARCELÓ, 2018: 237). A diferencia de esta, los prototipos cerámicos completos de la primitiva loza oriental y egipcia fatimí ostentan sentencias, versos, refranes y rótulos de autoría (GRUBE, 1976: 38-42, 126 nota 1; BLAIR, 1998: 150-152; CONTADINI, 1998: 75-76, 80-81; BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 259-260). Entre las piezas descubiertas en el casco antiguo de Valencia, en Medinaceli y en Tiermes hay ejemplos de estas importaciones medievales fatimíes, unos claros y otros probables (HEIDENREICH, 2007: grupos VIII y IX).

No había claras evidencias de que un soberano andalusí tuviera una dependencia donde hiciera piezas cerámicas a su nombre, ni se conocían ejemplares con letreros donde figurara el título del gobernante acompañado con frases de buenos augurios del tipo de los que constan en la epigrafía sobre piedra y en orfebrería o eboraria, materiales en los que se constata la intervención directa del poder. Una excepción era el conocido bol de Palma del Río, que cita a al-Mu‘tamid (PaR-11, Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba [MAECO], n.º Inv. CE026544).

Es lo que acontece, sin embargo, en los fragmentos antes mencionados, hallados en excavaciones de los siglos XX y XXI, pues llevan pintada sobre su superficie externa una explícita referencia a los reyes hispalenses. Sin duda emanan de una práctica de carácter suntuario que los abadíes desarrollaron con vistas, tal vez, a engrandecer su autoridad y representarla con la ostentación del lujo.

Un hecho igual tan solo ha sido reconocido para objetos que se han venido considerando propios de una importación oriental o se atribuyen a talleres de la etapa califal e, incluso, trabajos hechos después en taifas peninsulares concretas, como los diferentes obradores artesanales (dār al-ṣinā‘a), que los historiadores del arte han detectado en la creación eboraria de Cuenca, y los que citan las fuentes escritas, como las producciones en mármol (dār al-rujām), orfebrería (dār al-ṣāġa), textiles y bordados (dār al-miẓalla, dār al-ṭirāz), etc.

En una tapadera aparecida en los Reales Alcázares de Sevilla (AlcSe-1, Museo Arqueológico de Sevilla [MASE], sin catalogar) las letras apoyan en el borde sobre la cara vista externa. Esta disposición es la habitual en la mayor parte de la producción de Nisapur y del llamado estilo «Samarra» (fig. 1); de hecho, al margen de otras posibles disposiciones en los cuencos, hasta el siglo X, en Oriente, Persia y Egipto, la orilla del recipiente hacía de línea de escritura y las letras se dirigían hacia su interior (cf. GRUBE, 1976: n.ºs 39-42, 56-57; PANCAROĞLU, 2007: n.ºs 22-26, 29). La colocación del escrito en la loza sevillana es contraria a la oriental. La escritura sobre la loza del grupo que analizamos se desarrolla sobre una línea de base que corre por el interior del objeto, paralela al labio en un único renglón2, o en dos (Se-5, MASE, n.º Inv. Rep.2002/23; PESe-1, MASE, n.º Inv. 3/7-178). El cuerpo superior de las letras se dirige hacia el labio de la boca de la forma cerámica, no hacia la base (fig. 2).

Figura 1. Línea base de la leyenda en el labio. Siglo X. a) Egipto. b) Irán (Musée du Louvre, Paris, Département des Arts islamiques, n.º Inv. MAO 18 y AA 96).

Figura 2. Línea base epigráfica interior y paralela al borde. Siglo XI. a) Reconstrucción de Se-5 (BARCELÓ, HEIDENREICH: 2014, f. 22). b) Anverso de Se-5 (MASE REP2002/2).

El estilo de todas las muestras de este grupo es cúfico, pero con pequeñas variantes debidas al cambio político pues la escritura oficial solía depender de cada gobernante, ya fuera en la península (OCAÑA, 1983: 199; ACIÉN, 2001: 510) o en otros territorios (BIERMAN, 1998: 50). Los textos, las líneas y los adornos van pintados con el típico color marrón, en algunos casos muy oscuro y en otros más claro, a veces con tonalidades verdes, sobre una base blanca. Solo en el caso de un fragmento recogido en los baños árabes del alcázar de Córdoba (BaC-3) se combina con una tonalidad turquesa o azulada.

Se trata de una producción que mantiene un estilo cerámico conservador, inspirado en originales egipcios (fig. 3), tanto por la manera de redactar las leyendas, su posición en el recipiente y el detalle caligráfico de sus textos como por los motivos y técnicas elegidos (sobre todo sgraffiato, perfil S, trifolio, puntos, grandes círculos y el llamado «ojo»4). Todo ello confiere a estas lozas cierto paralelismo con algunas producciones de la época del soberano fatimí al-Ḥākim (996-1021) (cf. CONTADINI, 1998: 73-89 y f. 28; PHILON, 1980: f. 404; HEIDENREICH, 2002; SCANLON, 1999), en especial las de inicios del siglo XI y las firmadas por su artesano Muslim (MEINECKE-BERG, 1999).

Figura 3. Bol cerámico fatimí del califato de al-Ḥākim. Línea base epigráfica interior y paralela al borde. Siglo XI (Museo de Arte Islámico, El Cairo, n.º Inv. 12297; https://www.miaegypt.org/en-us/museum/collection/gallery-item-details/ceramic?product=dish).

Como hemos repetido, en las pocas piezas descubiertas figura parte de alguno de los dos títulos honoríficos que adoptaron los reyes sevillanos, además del onomástico de uno de estos gobernantes; tal vez a continuación se escribieran loas u oraciones a favor del mandatario del tenor de las atestiguadas en epigrafía sobre piedra. Si bien es mera hipótesis que deberá ser contrastada cuando se disponga de más evidencias, hemos propuesto invocaciones usadas en determinados monumentos.

El desarrollo y reintegración del texto (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014) se basa en el tamaño de los caracteres (según su modelo caligráfico), la circunferencia del objeto y el protocolo oficial a nombre de los reyes de Sevilla que documentan sus inscripciones sobre piedra (OLIVA et alii, 1985) y sobre otros soportes, como las acuñaciones de moneda (PRIETO VIVES, 1926). Para justificar dichas lecturas hipotéticas se las ha reflejado en el diseño de cada una de las piezas (HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 93, f. 5 y 95, f. 6). El estudio de las epigrafías de los fragmentos de loza dorada nos ha permitido distinguir dos modelos de alfabeto que, como hemos señalado, remiten a otras tantas producciones: la que ordenó el rey al-Mu‘taḍid y la que dispuso su hijo y sucesor al-Mu‘tamid.

2. NOVEDADES EN LA LOZA DORADA SEVILLANA

Dentro del conjunto de todas las producciones cerámicas de la etapa islámica hallado hasta ahora en la península ibérica (HEIDENREICH, 2007: 100-107), este grupo de reflejo metálico es el único ejemplo de loza dorada realizada en un taller estatal de al-Andalus. Como revela la diplomática de sus textos árabes, la organización y funciones de este establecimiento artesanal tal vez fueran comparables a las de cualquier otra factoría bajo las órdenes de un gobernante.

Sería imposible llegar a esta certeza contando con la sola información secundaria de las fuentes escritas de carácter político-histórico y tampoco los tratados de contenido jurídico dan detalles suficientes sobre la obra alfarera que permitan determinar sus características específicas. Así ocurre con la colección de escrituras del jurisconsulto Ibn Mugīṯ (m. 1067); este toledano, coetáneo de productos cerámicos como los analizados aquí, en su obra de carácter notarial recoge una conocida acta del pago adelantado de objetos de arcilla en la que menciona el dorado o reflejo metálico (muḏahhaba) entre las peculiaridades de la ṣaḥfa (cf. BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 259).

Las técnicas decorativas usadas en estas cerámicas, la particularidad caligráfica y el uso de textos de carácter estatal, así como la aparición en Sevilla y Córdoba de la base vidriada azul turquesa —un acabado conocido hasta el momento en el Egipto fatimí y en Ṣabra al-Manṣūriyya (THIRIOT, 2009: 688-689, f. 6)— nos hablaría de posibles conexiones estilísticas con imitaciones de productos importados o quizás con artesanos de origen oriental o norteafricano instalados en la taifa andaluza para trabajar junto a los abadíes, lo que vendría a confirmar, tal vez, la calidad de la loza dorada sevillana frente a los testimonios de reflejo metálico en otras zonas y épocas de al-Andalus, como los ejemplos de época almorávide (JIMÉNEZ CASTILLO, PÉREZ ASENSIO, 2018) y los descubiertos en la Frontera Superior (al-ṯaġr al-a‘là) (HEIDENREICH, 2007: 77 § 4.18, 245, 258, lm. 8b).

Volvemos a tratar aquí de estos y otros aspectos de la cerámica de reflejo metálico en la península ibérica por la información que aportan los nuevos fragmentos detectados en la Fase V de las diferentes campañas de excavaciones practicadas en la plaza de la Encarnación de Sevilla (AMORES et alii, 2003), situada en la zona norte de la ciudad antigua. Es un lugar urbano emblemático, conocido por Metropol Parasol – Las Setas, en el actual espacio que alberga el conjunto museográfico Antiquarium (JIMÉNEZ SANCHO, 2011).

2.1. Fabricación con al-Mu‘taḍid

El segundo mandatario de la dinastía abadí, Abū ‘Amr ‘Abbād, fue admirado como mecenas del arte y la literatura y conocido por haber hecho quemar en Sevilla los escritos del afamado polígrafo Ibn Ḥazm (994-1064). Al ser elegido heredero tuvo la dignidad de ḥāğib, con tratamiento de Faḫr al-dawla. Luego, siendo rey, adoptó los títulos honoríficos de al-Manṣūr bi-faḍl Allāh, que figura en una lápida de Moura, y de al-Mu‘taḍid bi-llāh, usado en inscripciones y monedas y por el que se cita a este gobernante. A él se debe la ampliación del territorio de la taifa sevillana, con la adquisición del Algarbe portugués, Niebla, Arcos, Morón, Algeciras, Carmona, Málaga y muchas de sus fortalezas (BOSCH, 1984: 106, mapa).

Representan la manufactura bajo orden de al-Mu‘taḍid ocho piezas de reflejo metálico con escritura árabe; datable en los años 1041-1069 de su mandato, es la más antigua del grupo considerado (fig. 4). Comprende dos ejemplares (Se-4, Se-5) hallados en Sevilla en la campaña de 1983-84 de las excavaciones de los llamados «Baños árabes de la Reina Mora» (MASE, n.º Inv. Rep2002/2 y Rep2002/3; CAMPOS et alii, 1987); otros tres (BaC-1, BaC-2, BaC-3) proceden de intervenciones del año 2000 en el solar de los baños del alcázar califal de Córdoba (RAYA, 2005; MAECO).

Figura 4. Fragmentos de la etapa de al-Mu‘taḍid (1042-1069). a) Se-5b) Se-4c) Si-2d) Si-1. e) Coi-2. f) BaC-2. g) BaC-3. h) BaC-1 (HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: f. 3).

A ellos se suman dos más portugueses (Si-1, Si-2) descubiertos en el Castelo-Alcáçar de Silves en las excavaciones de 1983-87 (Museo Municipal de Arqueología de Silves, n.º Inv. CAST. Q33/C2-3 y n.º Inv. CAST.Q1/C5-1); quizá puedan ser datados entre 1054 y 1069, ya que este territorio del Algarbe estuvo en poder de los Muzayn hasta 1053. Descubierta también en Portugal, otra pieza (Coi-2) se halló en 2001 en excavaciones de O Pátio da Universidade, lugar próximo al viejo alcázar de Coimbra y cerca de la muralla de la ciudad. Apareció con otros materiales de mediados del siglo XI en un nivel de abandono (Q. G/H12; CATARINO et alii, 2009: 353-354, f. 5).

Podemos incluir ahora los ejemplares PESe-1 y PESe-2 aparecidos en la Fase V de las excavaciones en la plaza de la Encarnación de Sevilla (fig. 5. Cf. Catálogo).

Figura 5. Nuevos fragmentos de la etapa de al-Mu‘taḍid. a) PESe-1. b) PESe-2 (MASE, n.º Inv. 3/7-178 y 03/7-1233).

Según delata su grafía cúfica y la coincidencia parcial con el texto de Se-5 y Si-2 (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2017: 91, f. 3), es posible afirmar que son productos hechos en el obrador estatal sevillano de al-Mu‘taḍid. En el conjunto de la loza dorada que analizamos, los diez ejemplares de este reinado (1041-1069), cuya superficie con epigrafía pintada oscila entre cerca de 1,5 y 8 cm aproximadamente, muestran los siguientes contenidos5:

-hāḏihi mi[mmā amara] (BaC-1);

-[amara bi-‘a]malihi al-Muʿtaḍi[d bi-llāh] (Se-4);

-[amara bi-ʿama]lihi al-Mu‘[taḍid bi-llāh] (Coi-2);

-[al-Manṣ]ūr bi-faḍl [Allāh] (BaC-2);

-[al-Manṣūr bi-faḍ]l Allāh (Si-1);

-[al-Manṣū]r bi-[faḍl Allāh] ||2 [S(Š)]ākira bi-‘am[.lat al-ṭirāz ?] (PESe-1);

-[al-Mu‘taḍid bi-]llāh al-Manṣūr [bi-faḍl Allāh] ||2 mamlūkay(ti)hi wa-S(Š)ā[kira] (Se-5);

-[... maml]ūkay(ti)hi wa-S(Š)ākir[a] (Si-2);

-[S(Š)]kira bi-‘am.lat al-ṭir[āz ?] (BaC-3);

-[f]ī qaṣabatihi (PESe-2).

En la loza de elaboración sevillana es probable que existieran varias leyendas, según fuera el diámetro del objeto decorado, pues a mayor circunferencia mayor sería la longitud disponible para trazar el letrero y más posibilidades de ampliar el texto, pudiendo llegar a ocupar, según parece, dos renglones superpuestos, como vemos en platos de Nisapur del siglo X (GRUBE, 1976: 96, n.º 56). Aunque no tengamos evidencia completa, en las cerámicas con mayor anillo de boca —donde hay espacio suficiente para ello— pudieron figurar en el epígrafe los siguientes elementos (fig. 2a): bi-sm Allāh hāḏihi mimmā amara bi-‘amalihi al-Mu‘taḍid bi-llāh, al-Manṣūr bi-faḍl Allāh, Abū ‘Amr ‘Abbād bn Ḏī l-wizāratayn Muḥammad bn ‘Abbād –adāma Allāh ‘izzatahu wa-ğayyada mulkahu– ‘alà yaday [...] mamlukay(ti)hi wa-S(Š)ākira bi-‘am.lat al-ṭirāz fī qaṣabatihi.

Es posible que para las piezas con boca de menor tamaño existiera un protocolo abreviado en el que, por ser el espacio más corto, quizá solo figurara: bi-sm Allāh mimmā amara bi-‘amalihi al-Mu‘taḍid bi-llāh, al-Manṣūr bi-faḍl Allāh, Abū ‘Amr ‘Abbād bn Ḏī l-wizāratayn Muḥammad bn ‘Abbād –adāma Allāh ‘izzatahu– fī qaṣabatihi.

Es decir, en las formas abiertas más grandes podría haber dicho: “En el nombre de Dios. Esta es de lo que ordenó hacer al-Mu‘taḍid bi-llāh, al-Manṣūr bi-faḍl Allāh, Abū ‘Amr ‘Abbād, hijo del Ḏū l-wizāratayn Muḥammad bn ‘Abbād ¡prolongue Dios su gloria y haga excelente su poder! por medio de [Fulano y Mengano] sus dos sirvientes ([Zutana] su sirvienta) y de S(Š)ākira, con los operarios (la buena operaria) del ṭirāz, en su alcazaba”.

En piezas menores el texto sería parecido, pero algo abreviado. Aunque no todos los documentados fueran incorporados al epígrafe, tenemos cierta seguridad en la hipótesis de reconstrucción, basada en tres argumentos: a) los títulos honoríficos que se leen en los fragmentos cerámicos; b) los nombres y las jaculatorias que figuran en inscripciones monumentales (OLIVA et alii, 1985); y c) el protocolo usado en textos oficiales grabados en otros productos abadíes, omeyas y de otras taifas, así como el tratamiento de Ḏū l-wizāratayn que se dio el padre de al-Mu‘taḍid, el qāḍī de Sevilla Abū l-Qāsim Muḥammad b. Ismā‘īl b. ‘Abbād (m. 1042)6.

Carecemos de evidencias que nos permitan aseverar que en estos ejemplares se usó siempre basmala simple inicial, aunque es probable que así fuera pues, como veremos luego, queda constancia de esta en la etapa de su hijo al-Mu‘tamid. En el momento de interpretar la voz que simboliza el demostrativo femenino de proximidad hāḏihi que conserva uno de los ejemplares (BaC-1), hemos rechazado «ataifor», término con el que este tipo de objetos suele ser designado, que es masculino en árabe. Aunque puede referirse a un plural, parece que aquí podría ser ṣaḥfa, étimo del español zafa cuyo significado general es ‘fuente’, ‘lebrillo’, ‘palangana’ o ‘jofaina’, esto es, una forma abierta con diferentes tamaños de boca.

Discutimos más abajo la reformulación de la propuesta inicial mamlūkayhi ‘dos sirvientes’ en las piezas Se-5 y Si-2; el ductus es el mismo para el término femenino mamlūkatihi, esto es, ‘su sirvienta’. Además, en estos dos ejemplares proponemos el cambio del nombre incompleto Šākir por la evidente grafía Šākira o Sākira que facilita el fragmento sevillano PESe-1 y proporciona la revisión del original cordobés BaC-3.

2.2. Elaboración con al-Mu‘tamid

El último rey de la dinastía abadí Abū l-Qāsim Muḥammad (1069-1091), hijo y sucesor de ‘Abbād al-Mu‘taḍid, como heredero llevó el título al-Ẓāfir bi-ḥawl Allāh. Al asumir el poder se hizo llamar al-Mu‘tamid ‘alà Allāh, por el que se cita en las crónicas, y al-Mu’ayyad bi-naṣr7 Allāh, que mandó acuñar en sus monedas y se grabó en sus lápidas e inscripciones en piedra (PRIETO, 1926; OLIVA et alii, 1985). Pronto anexionó nuevas tierras a su reino (1070-1078), desde Córdoba a Murcia y tierras toledanas después de 1085 (BOSCH, 1984: 124, mapa). Como es sabido, fue tributario del rey Fernando I de León, de Alfonso VI de Castilla y entregó Sevilla al régimen almorávide. En la historiografía goza de reputación de gobernante conciliador y en la literatura árabe, de poeta con talento.

Hace tiempo que el único ejemplo de loza dorada con un texto significativo y extenso (unos 13 cm) del gobierno de al-Mu‘tamid (PaR-1) se ha podido definir como producción taifa de al-Andalus, pues no deja lugar a dudas sobre la personalidad del ordenante (ACIÉN, 2001: 509; HEIDENREICH, 2007: 199; BARCELÓ, 2007: 306, § 3.3.2). Antes nos hemos referido a este recipiente (MAECO, n.º Inv. CE026544), cuyos fragmentos se descubrieron de modo casual en los primeros años del siglo XX al hacer obras en la estación de ferrocarril de Palma del Río.

Como en la cerámica de reflejo metálico producida por su padre, en las tres únicas piezas que se han adjudicado al reinado de Muḥammad (PaR-1, Coi-1, AlcSe-1) los epígrafes están situados en la boca del objeto, en ellos se ha empleado la escritura cúfica pintada en un tono parecido y en uno ocupa todo su contorno (fig. 6).

Figura 6. Etapa de al-Mu‘tamid (1069-1091). a) Coi-1. b) AlcSe-1. c) PaR-1. (HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: f. 4).

Comparten una caligrafía cúfica de estilo similar a PaR-1 las escasas letras pintadas sobre la cara externa de un ejemplar de tapadera (AlcSe-1), recogido en sondeos y excavaciones en los Reales Alcázares de Sevilla (MASE). Otra de las pequeñas piezas (Coi-1) se recuperó en un contexto palatino del Alcáçar de Coimbra, ciudad de la taifa de Badajoz conquistada por Fernando I en 1064, a donde pudo llegar como presente del rey sevillano. Se aprecia el nombre propio Muḥammad bn ‘Abbād (CATARINO et alii, 2009: 359, foto 6, 378, f. 19.1), compatible con el onomástico de este gobernante y de su abuelo (fig. 6).

Viene a sumarse al conjunto otra pieza (PESe-3), hallada en la sevillana plaza de la Encarnación (fig. 7). Permite leer sobre su boca la filiación bn ‘Abbād, pintada con el mismo estilo de letra de los otros ejemplares, y sigue el inicio de lo que pudo ser una jaculatoria de la que solo se observa la primera letra (tal vez ¿a[dāma]?).

Figura 7. Nuevo fragmento PESe-1 de la etapa de al-Mu‘tamid (MASE, n.º Inv. 1381).

Estos cuatro ejemplares de reflejo metálico exhiben las siguientes leyendas:

-bi-s[m Allāh mi]mmā amara bi-ʿamalihi al-Mu‘tamid ʿalà [Allāh ...] fī qaṣabatihi (PaR-1);

-mimmā amara, en la cara externa de la tapadera (AlcSe-1);

-[al-Mu‘tamid ‘al]à Allāh Muḥammad bn [‘Abbād] (Coi-1);

-[Muḥammad b]n ‘Abbād a[dāma Allāh baqā’ahu] (PESe-3).

En un lateral del cuenco PaR-1 y debajo del ductus >b‘mlh<, pintado en letra diminuta y en una zona no ocupada por la decoración, se trazó un nombre incompleto, que tal vez sea el de un artesano y esclavo quizá al servicio de los abadíes: Tammā[m].

Atendiendo a las razones ya señaladas, el nuevo fragmento sevillano viene a confirmar que la loza dorada de al-Mu‘tamid pudo haber mostrado sobre platos con diámetro de unos 17 cm un texto del siguiente tenor: bi-sm Allāh mimmā amara bi-‘amalihi al-Mu‘tamid ‘alà Allāh, al-Mu’ayyad bi-naṣr Allāh, Abū l-Qāsim Muḥammad bn ‘Abbād –adāma Allāh baqā’ahu– ‘alà yaday [...] fī qasabatihi. Su contenido: “En el nombre de Dios. De lo que ordenó hacer al-Mu‘tamid ‘alà Allāh, al-Mu’ayyad bi-naṣr Allāh, Abū l-Qāsim Muḥammad bn ‘Abbād —¡Dios prolongue su existencia!— bajo la dirección de [...], en su alcazaba”.

Hemos reconstruido en PESe-3 la habitual plegaria a[dāma Allāh baqā’ahu] ‘Dios prolongue su existencia’, que tal vez se usó sola o seguida de otras expresiones, como se observa en el modelo diplomático de inscripciones en piedra, pues el verbo adāma figura en el epígrafe de una pila de época de al-Mu‘tamid (MASE, n.º Inv. REP00254) en el que aparece acompañado de ‘izzahu ‘su gloria’, seguida de wa-ğayyada mulkahu ‘y haga excelente su poder’ (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 266, f. 21); con adāma aún cabe interpretar otras posibles expresiones usadas en epigrafía abadí, como ta’yīd amrihi ‘el apoyo a su autoridad’ entre otras (OLIVA et alii, 1985: n.ºs 8 y 9, de los años 1079 y 1085).

La caligrafía de estas cuatro piezas de loza dorada carece de la esbeltez que caracterizó la epigrafia monumental del gobierno del llamado «rey poeta» en los primeros diez años de gobierno (OCAÑA, 1983: 199, ff. 3 y 12; OLIVA et alii, 1985: n.ºs 6, 8, 9, 10). La letra en estos fragmentos guarda cierta semejanza con la caligrafía que exhibe una lápida funeraria, grabada sobre mármol grisáceo, hallada en Sevilla y fechada en el año 505/1111 (MASE, depósito del Ayuntamiento; OLIVA et alii, 1985: 465, n.º 12). Esta ha sido la razón de que se sitúe la manufactura del grupo de reflejo metálico de al-Mu‘tamid en el último decenio de su gobierno, es decir, entre 1088 y 1092 (HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 99).

En otras ediciones se interpreta que el término ‘en su palacio’ (fī qaṣrihi) refuerza la hipótesis de haber sido diseñado en un obrador estatal (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 265, f. 25; HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 100). El paralelo de PESe-2, fabricado en la etapa de al-Mu‘taḍid, nos ha obligado a revisar aquel epígrafe y a corregir la primera lectura por la que adoptamos aquí: fī qaṣabatihi ‘en su alcazaba’, que en nada modifica la hipótesis inicial. Reconocido el trazado de la palabra en PaR-1, hemos comprobado que en este bol el grueso apéndice vertical es, en realidad, doble: uno corto de >ṣ< y, el otro, la parte superior del cuerpo de >b<. Esto nos ha obligado a modificar su diseño y el del alfabeto de los signos de este período (fig. 8. Cf. BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 261, f. 14; HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 99, f. 8).

Figura 8. a) Diseño fī qaṣabatihi bi-s en PaR-1. b) Alfabeto de época de al-Mu‘tamid en loza dorada (dibujo de la autora a partir de BARCELÓ; HEIDENREICH, 2014: f. 14).

2.3. Cuestiones de diplomática

El desarrollo de los textos atribuidos a cada uno de los mandatarios sevillanos ha quedado establecido en 2017. Mostraría, según se ha argumentado (HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 97-100), una secuencia muy parecida a la que usaron estos gobernantes sevillanos en otros documentos: a) breve introducción religiosa (bi-sm Allāh); b) indicación de ser producto del taller oficial (mimmā) y orden de ejecución (amara bi-‘amalihi); c) título o títulos honoríficos del ordenante; d) nombre y ascendencia de este; e) invocación propicia a su persona; f) encargo de la orden (‘alà yaday), con nombre y categoría en palacio de los responsables; y g) indicación de lugar (fī qaṣabatihi).

Seis fragmentos de las manufacturas de la etapa del segundo mandatario de la dinastía abadí confirman que en esta cerámica de lujo figuraba su titularidad y su orden al establecimiento: ‘de lo que ordenó hacer al-Mu‘taḍid bi-llāh, al-Manṣūr bi-faḍl Allāh’ (BaC-1, Se-4, Coi-2, Si-1, BaC-2, Se-5). Otros cuatro conservan, además, la condición de las personas encargadas de dirigir el trabajo, el nombre de una y tal vez el taller donde trabajaron ‘sus dos sirvientes (su sirvienta) y S(Š)ākira con los operarios (la buena operaria) ¿del Ṭirāz?’ (Se-5, Si-2, BaC-3, PESe-1). Solo un ejemplar ofrece ‘en su alcazaba’ (PESe-2), palabras que señalan el ámbito en el que se dictó la orden.

Durante el gobierno de su sucesor el protocolo que se ha podido observar en la loza dorada no muestra cambios significativos, repite los mismos puntos que el de su antecesor: a) introducción religiosa; b) indicación de ser producto de factoría oficial y orden de ejecución; c) título o títulos honoríficos del ordenante; d) nombre y ascendencia de este; e) invocación propicia a su persona. Así se comprueba en tres de los fragmentos (AlcSe-1, Coi-1, PESe-3) ‘De lo que ordenó hacer al-Mu‘tamid ‘alà Allāh Muḥammad b. ‘Abbād ¡pro[longue Dios su existencia]!’. Respecto al punto f) del protocolo (con la delegación de la orden (‘alà yaday), nombre y condición en palacio del o de los responsables), con los fragmentos hallados hasta ahora carecemos de datos que permitan comprobar que el texto incluía la personalidad del garante del mandato.

Por otro lado, se ha podido verificar que la banda escrita junto a la boca ocupó en este período todo su contorno, como lo corrobora PaR-1, que presenta el punto g) del protocolo, citando el lugar: ‘en su alcazaba’ (fī qaṣabatihi), seguido del inicio: ‘En el nombre de Dios. De lo que ordenó hacer al-Mu‘tamid’.

En cuanto a qaṣaba, hasta hace poco tiempo este término carecía de documentación epigráfica (BARCELÓ, 2016), ya que esta, además de burğ ‘torre’, recogía simplemente ḥiṣn ‘castillo’, ma‘qil ‘recinto fortificado’ y —solo en Sevilla y Córdoba— qaṣr ‘palacio’. La palabra árabe es el étimo de alcazaba, voz que tuvo en andalusí la acepción de «ciudadela» dentro de las murallas. Algunos estudiosos atribuyen el nombre a un tipo de construcción equivalente a un palacio amurallado independiente de la cerca de la ciudad, aunque enlazada con ella; estaría situada en una zona ligeramente elevada o en algún punto en el extremo de la villa. Así se aprecia en la ciudad de Sevilla.

Como es sabido, durante el califato qaṣaba fue sinónimo, en al-Andalus, de centro administrativo de la capital de una provincia. En el periodo taifa se generalizó su uso; por ejemplo, Ibn Ḥayyān llama así al qaṣr de Zaragoza en el año 430/1038-39. En acciones de circa 448/1056 el zīrī ‘Abd Allāh, gobernante de Granada, emplea en sus Memorias el término qaṣaba cuando cita los palacios sede del gobierno de Granada, Badajoz y Málaga. Se puede afirmar que, junto a otras actividades, en el recinto de aquellas estructuras, además de morar el gobernante y personal a sus órdenes, residía el centro administrativo y en él servía una guarnición militar (BARCELÓ, 2016: 105, nota 27).

3. EL PERSONAL

No tenemos duda sobre la procedencia andalusí de estas lozas, ni sobre su manufactura en la segunda mitad del siglo XI en el taller de los soberanos de la taifa de Sevilla, como se ha concluido en otro lugar (HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 100). Para determinar si el sitio de fabricación de estas cerámicas fue Sevilla, Córdoba, Coimbra o Silves habría que realizar análisis de pastas y de vedrío, así como establecer comparaciones arqueométricas, como ya se ha señalado (HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 100; VALDÉS, 2018: 256-257). Pero a falta del apoyo de estos resultados y de la prueba irrefutable del hallazgo arqueológico de algún horno de producción de loza dorada en los terrenos del alcázar sevillano, como los descubiertos en el conjunto palaciego de Ṣabra al-Manṣūriyya en la tunecina Kairuán (THIRIOT, 2009), podemos acudir al testimonio de las fuentes escritas que, en este caso, son los propios ejemplares cerámicos.

3.1. Sirvientes esclavos

Se ha interpretado y editado en un trozo de loza dorada hallado en el Castelo de Silves (Si-2) [...maml]ūkayhi wa-Šākir[...] y en el renglón inferior de otro procedente de Sevilla, de los llamados «Baños árabes de la Reina Mora» almohades (Se-5) mamlūkayhi wa-Šā[kir...] (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 261-262, 266-267, ff. 16a, 22; HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 97). En ambos casos las piezas no han conservado ningún nombre propio delante del término mamlūk ‘esclavo sirviente’, ni tan siquiera el resto parcial de una letra que lo sugiriera.

El plural masculino del participio mamlūk es mamālīk, cuya lectura no se ajustaría a los trazos presentes en los fragmentos. Con los signos visibles, el ductus de la palabra árabe solo permite interpretar un femenino singular (mamlūka) o un masculino dual (mamlūkay), esto es, ‘su esclava sirvienta’ o ‘sus dos esclavos sirvientes’. En anteriores ediciones se ha optado por el dual, dejándose llevar por el supuesto de que se trataba de hombres. Pero ahora contamos con dos piezas más (BaC-3, PESe-1) si bien, en ambas, los trazos conservados impiden dilucidar sin reparos si se trata de una mujer o de dos hombres.

En un amplio estudio sobre eunucos y esclavos de los omeyas de Córdoba, los abasíes de Oriente y los fatimíes, la voz mamlūk se menciona —a través de al-Rāzī— una sola vez en tiempos del emir al-Ḥakam (MEOUAK 2004: 114); en el estudio predominan las referencias a ḫādim, ġulām, ḫalīfa, ‘abīd y waṣīf, junto a fatà y ṣaqlabī, además de otras de uso exclusivo en Oriente. Los estados taifas carecen de una investigación parecida. Mientras esta se lleva a cabo aduciremos la hipótesis de que el nuevo vocablo mamlūk habría ocupado en la etapa taifa peninsular el lugar del viejo término fatà del período califal. Ambos términos se hallan en la conocida arqueta de Pamplona (395/1004-5), ordenada por el hijo de Almanzor ‘Abd al-Malik, en cuyo epígrafe se nombra al fatà kabīr responsable, que se nombra mamlūkihi (OCAÑA 1970: n.º 29), es decir, esclavo no manumitido. Por lógica del comportamiento humano, es fácil suponer que en aquellas nuevas realidades políticas sus fundadores (que casi todos habían sido fatà en los estados omeya y ‘āmirī) desterrarían la palabra que recordaba su anterior posición.

Se ha podido restablecer mamlūk en el lado perdido de una lápida del año 1058 que celebra obras en la alcazaba (al-qaṣaba) de Tarazona por orden del ḥāğib hūdí Munḏir bn Sulaymān (r. 438-¿450?/1046-¿1058?). En el diseño (BARCELÓ, 2016: 104 y f. 7) se ha añadido la voz árabe mamlūk tras el onomástico del comisionado Ḥumaym, nombre que por su significado (hipocorístico de ḥumam ‘brasa, tizón, carbón’) habría sido adjudicado en ese contexto histórico a una persona de color. Los paralelos con la situación sevillana nos parecen evidentes.

3.2. Tammām

Como ya hemos indicado, en un lateral de PaR-1, fuera de la banda escrita y en una zona blanca, entre la decoración del cuenco se ven unas letras pintadas en tamaño diminuto que se han interpretado como Tammā[m] y supuesto que pudo ser el nombre de un esclavo al servicio de los abadíes.

Para apoyar la hipótesis de que, tal vez, se tratara de un siervo artesano se remite a los abundantes ejemplos del precedente periodo califal en los que figuran nombres pintados en el interior de cerámica verde y manganeso, sin que entre ellos conste ningún Tammām. Sobre esto se dice: “Artisans’ names were sometimes painted on the green and manganese ceramics made during the Cordoban caliphate”, apoyando la afirmación en trabajos de Carlos Cano, Manuel Ocaña y Carmen Barceló, aunque ninguno de ellos recoge el nombre Tammām en cerámica califal (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 265 y nota 63).

En una revisión de la arqueología suntuaria taifa se han dedicado dos apartados a resumir dos publicaciones nuestras sobre la loza dorada sevillana (GARCÍA PORRAS (ed.), 2021: § 4, 184-186 y § 5.3, 188-190) y a propósito de la presencia de Tammām se afirma que:

“en opinión de C. Barceló (Barceló, Heidenreich, 2014: 265), podría vincularse8 al «Tammâm» documentado en los ejemplares de cerámica en «verde y manganeso» de Madînat al-Zahrâ’ (...), aunque por la cronología del cuenco, de la década de los años setenta del siglo XI, se hace difícil mantener esta vinculación” (GARCÍA PORRAS (ed.), 2021: 190).

Como no se ha planteado ninguna vinculación onomástica ni cronológica con la producción alfarera hallada en el conjunto arqueológico de Madīnat al-Zahrā’, no sabemos a qué se refiere. Deducimos que se ha creído entender que el sevillano Tammām actuaba ya en la Córdoba califal.

3.3. El Šākir que no fue

Respecto a la interpretación del ductus >sākr< que exhiben los ejemplares Si-2 y Se-5, después de >r<, se distingue en la superficie de Si-2 el principio redondeado de una letra que podría pertenecer a las letras >f<, >m< o >h<. Así se señaló y, siguiendo con el supuesto de que era varón, se sugirió que el signo respondería al inicio de las voces f[atà] o m[awlà], es decir, un esclavo abadí manumitido. Si en la organización califal la guía y tutela de obras y manufacturas se delegó a un fatà (OCAÑA, 1976; SOUTO, 2010), ¿es posible que se mantuviera igual en el estado taifa sevillano y deducir, por consiguiente, que este >sākr< fuera un supervisor de la producción de loza dorada en la corte hispalense?

La primera opción por la que se optó ante esta grafía fue el nombre de varón Šākir, documentado en al-Andalus desde tiempos de ‘Abd al-Raḥmān I. Hasta ahora no hemos hallado en las fuentes históricas ningún personaje al servicio de la corte sevillana con este onomástico; por otra parte, es búsqueda irrealizable con la bibliografía actual y tan limitadas fuentes. Los diccionarios biográficos mencionan entre los letrados andalusíes del siglo XI —y así se expuso en su día— a un Šākar b. Ğunnāḥ, sabio de Beja establecido en Monchique, donde murió, y a dos individuos llamados Šākir: un hijo del toledano Muḥammad b. Šākir y un hijo del fatà de Almanzor Ḫayra al-‘Āmirī9 educado o criado en Játiva (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 262, nota 53; HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 97, nota 262). Consideramos que con estos escasos testimonios queda probado que en al-Andalus el nombre se usaba entre varones en época taifa.

La nueva pieza PESe-1 nos ha permitido resolver la incógnita de cuál era el signo que seguía a >r<, pues el principio redondeado ha resultado ser >h<, la opción tercera y desechada; no era la inicial de una nueva palabra, sino el morfema femenino con que termina esta. Como consecuencia, hay que eliminar a este personaje masculino inexistente y dar entrada a una figura femenina de la que nos ocuparemos en el apartado siguiente.

A partir de la lectura de terceros, en la revisión de la arqueología suntuaria taifa antes citada se ha querido vincular al hipotético Šākir con la cajita ovalada de plata (Museo Arqueológico Nacional, n.º Inv. 50889) que habría sido donada a san Isidoro de León por Fernando I y su esposa en 1063 (GARCÍA PORRAS (ed.), 2021: 190). En la leyenda cúfica se lee una serie de buenos deseos dirigidos a un ‘siervo agradecido’ (‘abd šākir), pero Amador de los Ríos —a quien todos siguen— sugirió convertir este genérico en un onomástico (‘Abdu Šākir); la forma no le satisfizo, la atribuyó a error del artesano y propuso corregirla, añadiendo el artículo, para formar el compuesto ‘Abd al-Šākir (RÍOS, 1877: 543, nota 1). Este nombre de su invención tiene apariencia de teóforo, como todos los que se componen con ‘Abd, pero no solo no existe, sino que resulta incluso blasfemo porque el segundo elemento en estos nombres ha de ser uno de los 99 atributos de Dios y el de esta raíz es Šakūr, ‘recompensador’, nunca Šākir, ‘agradecido’.

En conclusión, ni la loza sevillana ni la cajita de plata que guardaban en León menciona ningún artesano Šākir, jefe de los talleres de la taifa sevillana.

3.4. Sākira ¿una mujer?

Al editar el fragmento BaC-3 se advirtió al lector que su texto, bajo un barniz muy cuarteado de tonalidad turquesa, apenas es evidente porque se ha desteñido el tono oscuro de la escritura. Así pues, con mucha prudencia hemos escrito que se podría leer tal vez [ama]ra bi-‘amalihi al-Mu‘[..] (BARCELÓ, HEIDENREICH, 2017: 94 y 93, f. 5h).

Hemos vuelto a revisar los vestigios que se advierten en el ejemplar cordobés BaC-3 porque hemos observado su semejanza con el ductus presente en una de las piezas sevillanas de la plaza de la Encarnación (PESe-1). A nuestro entender, las señales perceptibles de escritura apoyan mejor leer bi-‘am.lat al-Ṭir[āz ?] en vez de bi-‘amalihi al-Mu‘. Como se alcanza a distinguir a la izquierda de la imagen de la figura 9a, el signo que creímos era 13m —la >m< del título honorífico al-Mu‘— tiene un tamaño mayor al habitual y un enorme hueco central (compárese con la misma letra en bi-‘am.la) y queda por encima de la línea de base y no en ella, una posición que 13m, sin modificar su tamaño, no adoptará en la escritura ornamental hasta algo avanzado el siglo XII.

Figura 9. Restos de las letras y cenefas en BaC-3. a) Estado actual (MAECO, fotografía A. Heidenreich). b) Perfilado en amarillo de indicios de signos (dibujo de la autora).

Rechazada la lectura del título honorífico en BaC-3, consideramos más probable interpretar en ese ductus consonántico el signo 8m en lugar de >m< medial; así la palabra podría comenzar por las letras al-ṭ y responder a la voz al-ṭirāz que —como es conocido— designa el obrador de telas y bordados; ninguna voz árabe con inicio al-ẓ tiene sentido en este contexto. En el mismo epígrafe leemos ‘amila, referido a una mujer, o bien ‘amala, que alude a un grupo masculino por ser plural de la voz ‘āmil ‘operario, trabajador’. Si en la leyenda de BaC-3 enlazamos estos significados obtenemos dos versiones posibles: una femenina, ‘con la buena operaria del Ṭirāz’ y otra masculina, ‘con los operarios del Ṭirāz’.

En cuanto a la lectura dada al estudiar por primera vez esta misma pieza BaC-3, las señales todavía apreciables de las letras nos permiten modificar la hipotética voz [ama]ra y proponer que sea [S(Šā)]kira, más aún ante la evidencia del nuevo ejemplar sevillano PESe-1. En este, al evidente trazado de su leyenda bi-‘am[...], precede un nombre propio femenino, Sākira, o si añadimos los puntos diacríticos (ausentes en la escritura cúfica) Šākira, aunque trazado con tipo caligráfico algo distinto debido quizás a diferente época (fig. 10. Cf. alfabeto de estas lozas en BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014: 261, f . 13; HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017: 96, f . 7).

Figura 10. Alfabeto usado en cerámica de reflejo metálico del gobierno de al-Mu‘taḍid (diseño de la autora a partir de BARCELÓ; HEIDENREICH, 2014: f. 13).

Mientras que el nombre masculino Šākir se usa desde antiguo, la forma femenina Šākira es de creación moderna y carece de referencias documentales. Sin negar que tal nombre haya podido existir en época medieval, hemos optado por la forma Sākira pues, junto al genérico ‘tranquila, reposada’, tiene el significado de ‘embriagadora’, que sería adecuado como nombre de ğāriya. Cuatro testimonios de loza dorada sevillana conservan parte de ese nombre de mujer, que tal vez fuera esclava al servicio del rey abadí.

4. ¿MUJERES EN LAS MANUFACTURAS ESTATALES?

En cuanto a la loza dorada sevillana, cuatro testimonios conservan parte del nombre de Sākira, una mujer que quizá fuera una ğāriya y trabajó, tal vez, en su fabricación con otra buena operaria. Ante esta evidencia cabe preguntarse si las esclavas intervenían en este tipo de artesanía. En una obra clásica sobre el trabajo en el mundo islámico medieval, los datos sobre la participación de la mujer en la actividad urbana se restringen a dos áreas: la textil y la alimentaria; respecto a la cerámica, solo hay indicios de la elaboración esporádica de adobes o ladrillos por mujeres en Bagdad, en 1073 (SHATZMILLER, 1994: 350-351), es decir, en época contemporánea del grupo aquí considerado.

En al-Andalus alude también a la fabricación de ladrillos en la ciudad de Sevilla un repetido relato sobre los caprichos de I‘timād, la favorita de al-Mu‘tamid. La umm walad y sus sirvientas (ğāriya) observaron junto a la orilla del río a las campesinas que vendían adobes mientras removían el barro (ṭīn) con los pies. Para contentar su deseo, el rey ordenó que se pusieran a disposición de su esposa materias olorosas para que las mezclara con los pies. Esta acción física que realizan las campesinas y que imitan las señoras del palacio sevillano es la misma que se ha venido haciendo en los alfares desde tiempo inmemorial hasta el siglo XX (HASSAN, HILL, 1986).

En el siempre útil manualito de Ocaña sobre la escritura cúfica bajo la dinastía omeya de al-Andalus, cuando describe la variante florida y la técnica practicada al dibujar la voz baraka sobre un plato (hallado en el conocido conjunto palatino cordobés) indica:

Tal cerámica se fabricó en Madīnat al-Zahrā’ y, más concretamente, en la Dār al-Ṣinā‘a califal instalada en ella, como lo avalan ciertas firmas que aparecen en los restos de vajilla encontrados: unas son de siervos eunucos —Waṯīq, Nāṣir, Rašīq, etc.—; otras, de muchachas de la misma condición social que la propia al-Zahrā’ —Baraka al-ŷāriya, Yāsamīn al-ŷāriya, etc.—, y todas, de individuos pertenecientes al círculo familiar del Califa y dedicados, más por entretenimiento que por obligación tal vez, a la fabricación de estos elementos de ajuar en el aludido centro artesano, donde, como se sabe, también se cultivaban otras artes suntuarias: eboraria, tapicería, bordado, metalistería, etcétera” (OCAÑA, 1970: 35, l. XVIII).

El exhaustivo estudio de la cerámica verde-manganeso del citado conjunto monumental aporta algún otro dato. Junto a los ejemplos que señalara Ocaña, hay otros muchos de onomástica masculina que se repite en formas abiertas (Mubārak, Ẓafr, etc.) e incluso en un ataifor de base plana se leen los nombres Ġiṭrīf y Fā’iq10, dos conocidos fatà al servicio de ‘Abd al-Raḥmān III y al-Ḥakam II (Conjunto Monumental de Madīnat al-Zahrā’, n.º Inv. MC/8; CANO, 1996: f. 61).

Descubrimos a Yāsamīn al-ğāriya (CANO, 1996: 124, f. 64) firmando en dos platos (n.º Inv. SA/456 y SA/357); un fragmento (n.º Inv. SA/458) conserva solo [...]ğāriya (CANO, 1996: 148, l. XLI); en otro figura Kurb (o Kirab) al-ğāriya (RETUERCE, ZOZAYA, 1986: 100, f. 18.4). Pero no solo en estas producciones cordobesas hay datos de la segura participación femenina, también en la taifa valenciana existen evidencias en fragmentos cerámicos de formas abiertas blancas, hallados en las excavaciones del solar del antiguo alcázar de la capital en niveles del siglo XI: dos llevan pintada al-ğāriya en negro junto a la boca (SIAM 1/614.AL/6636-20; SIAM 1/615.AL/6636-21; HEIDENREICH, 2002: l. 49a). En un ejemplar descubierto en el solar de la llamada Presó de Sant Vicent, junto al alcázar y en niveles coetáneos, en el revés del pie se ve grabado inciso al-ğār[iya] (SIAM C_ALM‐1079‐41).

5. LOS TALLERES CALIFALES Y ABADÍES

Ocaña pensaba que esos trabajos en la Dār al-Ṣinā‘a se llevaban a cabo dentro de la ciudad que el califa levantó en las afueras de la capital omeya, no en el alcázar de Córdoba, porque siendo buen conocedor de las fuentes escritas sabía que había factorías diseminadas por los extramuros de la urbe. Pero a los escasos datos sobre la Dār al-Ṣinā‘a califal podemos añadir la información que proporciona una zafa del conjunto cordobés de Madīnat al-Zahrā’ (n.º Inv. SA/451) en la que, junto a la boca, se observa el diseño dār al-miẓa[lla?] (fig. 11), con escritura pintada con trazo muy fino (CANO, 1996: 124, f. 64 y l. XLI). Es un dato que ha pasado inadvertido a los estudiosos de la cerámica verde-manganeso y que nos hace patente la existencia de un obrador de escritura, de un escritorio vinculado con la fabricación de la loza califal y la producción textil pues esa dependencia estaba encargada del pabellón o parasol califal (miẓalla).

Figura 11. Cerámica califal “verde-manganeso” con las leyendas [al-]ğāriya (abajo) y dār al-miẓa[lla] (apud CANO, 1996: l. 41).

Hasta el momento no han podido documentarse desde la arqueología estructuras que respondan a un obrador estatal de alguna de las manufacturas propias de aquellos locales. Tampoco en centros artesanales importantes se ha excavado un horno en el que se fabricara loza dorada, ni tan siquiera en barrios de alfareros. Esto ha hecho pensar en una división espacial en las diferentes fases de producción: unos artesanos prepararían la loza barnizada y otros ceramistas harían los motivos en un lugar distinto, donde es muy probable que también se efectuara la última y delicada cochura en diferentes hornos de reducción (HEIDENREICH, 2014).

5.1. Los trabajos en la Dār al-ṭirāz

Consta que el obrador omeya de tapicería y bordado (dār al-ṭirāz) se encontraba situado en lugar alejado del palacio y la ciudad amurallada. Baste recordar que, según cuenta Ibn Ḥayyān, en septiembre del año 972 el califa fue a visitarlo y, antes de llegar a su destino, al salir por la puerta de los judíos en dirección a la sierra, pasó por el cementerio de Umm Salama, extramuros de la ciudad.

Es sabido que ṭirāz, voz aplicada a cualquier banda con inscripción, designa en general ‘tira de escritura’, ‘borde’, ‘tira de escritura bordada’; de ahí que el significado de ‘tira de escritura’ se aplicara, tanto a inscripciones tejidas, bordadas o cosidas, como a las talladas en piedra o en madera, hechas en mosaico, moldeadas en estuco o pintadas o doradas sobre madera, vidrio o loza.

Por extensión, dār al-ṭirāz o solo ṭirāz pasó a designar el lugar donde se fabricaba la banda epigráfica bordada en los atuendos y las mangas de las túnicas de honor, labores realizadas bajo la supervisión de personal al servicio del califa (SERJEANT, 1972). Si se recorren los volúmenes del Répertoire Chronologique d’Epigraphie Arabe, se adquiere la certeza de que desde abasíes y fatimíes la tira bordada o ṭirāz incluye versículos del Corán, el nombre y los títulos del patrón, rogativas a su favor, denominación del encargado, la fecha, la localidad en la que está instalado el taller, el carácter privado o público, en ocasiones el nombre del maestro de obra o decorador y, a veces, citas poéticas como las que recogen al-Waššā’ (m. 936-7) en Oriente e Ibn ‘Abd Rabbih (860-940) en al-Andalus.

La organización del poder sometía la obtención de aquellos objetos valiosos al control preciso de artesanos y obras. Se requería una dirección ejercida por un miembro del servicio, nombrado personalmente por el gobernante, que se ocupaba de la supervisión ya que, al menos en el califato omeya, el jefe del trabajo era alguien experimentado. Sabemos que en 361/972 el experto escribano Muḥammad b. al-Walīd fue puesto al frente de la kitābat al-ṭirāz califal pues era, según relata al-Rāzī, “uno de los escribanos (al-kuttāb) más sobresalientes y prácticos y de las gentes más capaces y duchas en el oficio (al-‘amal)”. Su nombre carece de referencias específicas en la producción califal andalusí, lo mismo que ‘Abd Allāh b. Aḥmad que ese año era al-amīn del obrador. Ambos coincidieron en su trabajo con el antes citado gran fatà Fā’iq, que era entonces el ṣāḥib al-ṭirāz.

Resultaría arriesgado equiparar la estructura de los cargos internos de las factorías califales con la que pudiera tener en los reinos taifas, en concreto en Sevilla. Sin embargo, es probable que hubiera en el palacio abadí personajes con alta consideración de parte de sus reyes sobre los que recayera la tarea de vigilar que se cumplieran sus deseos en los productos hechos en sus locales y dependencias, en especial el trazado elegante y limpio de las leyendas que proclamaban su poderío ante enemigos, aliados y miembros de la aristocracia que le apoyaba.

CONCLUSIÓN

Los tres nuevos fragmentos han permitido aclarar algunas dudas en la reconstrucción de los epígrafes que ofrecen las muestras estudiadas. No obstante, con la información actual no se puede resolver cuántos ni quiénes estaban encargados de la loza dorada durante el gobierno de los reyes abadíes, ni quiénes fueron los dos sirvientes (o la sirvienta) que compartieron con la probable esclava Sākira la responsabilidad ante al-Mu‘taḍid sobre el perfecto acabado de esta obra alfarera. Se desconoce a quién dirigía sus órdenes al-Mu‘tamid y si la alcazaba acogía entonces los hornos para fabricar estos productos; hornos que, de existir, ya habrían hecho servicio en época de su padre.

Las muestras con leyendas permiten, además, confirmar que en el siglo XI el palacio que albergaba al soberano recibía el nombre de alcazaba, a diferencia de la época califal, en que se llamaba alcázar. La mención de esta residencia podría entenderse como el lugar desde donde se emitía la orden de realizar estas lozas, pero no se puede rechazar la posibilidad de que aludiera al punto en el que se encontraban los talleres para su manufactura, siendo probable la existencia de un local en el que se efectuara el ṭirāz o “tira de escritura” destinada a la cerámica.

Para dar respuesta a algunas de estas incógnitas habrá que esperar que la fortuna nos depare nuevos fragmentos con escritura árabe.

CATÁLOGO(Fotografías realizadas por Manuel Camacho Moreno)

1. PESe-1. MASE, n.º Inv. 3/7-178.

Apareció en la excavación de la plaza de la Encarnación. FASE V. DJ2003/07. UE. 0 (Bolsa 57. Sigla 178).

Fragmento de forma abierta, con pared inclinada y perfil S (aproximadamente 4 x 4 cm). La cara interna ofrece una superficie blanca, sin decoraciones. La cara externa conserva en la mitad inferior de la superficie adornos de trifolios (al menos cuatro), con dos tonos de color marrón.

Una línea continua (altura 0,6 cm) separa esta decoración de una estrecha faja blanca (altura 1 cm); dentro de ella, a lo largo de una superficie de unos 3 cm, transcurren ocho signos árabes (dos incompletos) del mismo color que los trifolios y que otro pequeño detalle decorativo sobre una de las letras. Encima de ellos hay otra línea de igual tonalidad (altura 0,6 cm) y, sobre ella, junto a la fractura, quedan indicios del trazo inferior de dos signos, separados.

Los caracteres gráficos son de estilo cúfico y trazo fino, coincidentes con los usados en el gobierno de al-Mu‘taḍid. El único alif mide 1 cm de alto y la letra guarda la proporción 1 : 3,5.

Incluso a riesgo de errar, haremos notar que los restos junto a la rotura superior parecen responder al ductus de dos letras presentes en el título honorífico [al-Manṣū]r bi[-faḍl Allāh].

Los caracteres en sus dos renglones permiten reconstruir (fig. 12):

Figura 12. Anverso y reverso de PESe-1 (MASE, n.º Inv. 3/7-178).

[al-Manṣū]r bi[-faḍl Allāh] ||2 [S(Š)]ākira bi-‘am.l[at al-ṭirāz ...].

2. PESe-2. MASE, n.º Inv. 03/7-1233.

Recogido en las excavaciones de la plaza de la Encarnación. FASE V. DJ2003/07. UE. S014 (Bolsa 470. Sigla 1233).

Responde al labio de una forma abierta (5 x 4 cm aproximadamente). La cara exterior carece de epigrafía. Ofrece sobre la superficie blanca lo que debió de ser el diseño del denominado «ojo», en color marrón. Conserva una raya verde junto a la línea de fractura de la derecha.

La cara interna, pintada de tonalidad color marrón claro, va decorada sobre una superficie blanca con resto de seis letras árabes, con dos palmetas o trifolios, uno sobre >ṣ< y otro entre los signos 2m anteriores a >h< final.

Al pie, separados por una línea (altura 0,6 cm), quedan señales de un adorno liso curvilíneo (alto máximo 0,6 cm). Además de esa línea, que sigue la circunferencia del objeto, junto al borde del labio hay pintada otra raya de tamaño menor (altura 0,3 cm).

Los caracteres de tipo cúfico y trazo fino pertenecen a la etapa de al-Mu‘taḍid y es posible interpretarlos fī qaṣabatihi ‘en su ciudadela’ (fig. 13).

Figura 13. Anverso y reverso de PESe-2 (MASE, n.º Inv. 03/7-1233).

3. PESe-3. MASE, n.º Inv. 1381.

Recogido en las excavaciones de la plaza de la Encarnación. FASE V DJ2003/07. UE. S098 (Bolsa 530. Sigla 1381).

Son dos trozos unidos. Pertenecen a la boca de una forma abierta, con labio exvasado. Decora la cara externa una retícula de rombos, con tonos ligeramente amarillentos; dentro de los polígonos conserva cuatro tripétalos o flores de lis.

En el lado interno hay dos rayas continuas de color oscuro marrón-rojizo que actúan como límite de la escritura: una está encima de las letras (altura 0,3 cm) y la otra, de mayor tamaño e incompleta, se dibuja al pie (altura 1,5 cm mínimo). En la zona blanca entre ambas líneas se distinguen seis signos árabes trazados con la misma tonalidad bastante oscura; sobre la segunda letra también hay un trifolio (fig. 14).

Figura 14. Anverso y reverso de PESe-3 (MASE, n.º Inv. 1381).

Los caracteres gráficos son de estilo cúfico, trazo grueso y guardan la proporción 1 : 4. Se ajustan a los parámetros de la letra utilizada en el gobierno de al-Mu‘tamid, sobre todo de las otras tres muestras conocidas. Su único signo alif mide 2 cm de altura e invade con su trazo la cinta superior pues la caja blanca donde se dibujó es ligeramente más estrecha (1,8 cm). Las letras discurren a lo largo de una superficie de unos 3,6 cm.

Se puede reconstruir sin dificultad: [b]n ‘abbād a[dāma ?...].

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* Este trabajo ha sido posible gracias a la generosa información proporcionada por el doctor Fernando Amores Carredano, profesor de la Universidad de Sevilla, y por la doctora Anja Heidenreich, profesora de la Universidad de Bamberg (Alemania). Ambos nos han facilitado fotografías y datos sobre las piezas de la plaza de la Encarnación. Quede constancia de nuestra gratitud.

** Profesora Ad honorem. Universidad de Valencia. Avda. Blasco Ibáñez, 32 (46010 Valencia). Correo electrónico: carme.barcelo@uv.es. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1465-6361

1 Seguimos aquí las siglas usadas en otros trabajos: PaR (Palma del Río); Se (Sevilla); AlcSe (Alcázar, Sevilla); Si (Silves); Coi (Coimbra); BaC (baños árabes, Córdoba) (HEIDENREICH, 2007; BARCELÓ, HEIDENREICH, 2014; HEIDENREICH, BARCELÓ, 2017); una cifra identifica la pieza. Añadimos PESe (plaza de la Encarnación, Sevilla).

2 Son formas abiertas del tipo ataifor y tapadera en la nomenclatura arqueológica española. Hay otros nombres (ACIÉN, 1994: 118). Junto a ataifor, usamos indistintamente zafa, recipiente, plato, bol, jofaina.

3 La descripción se halla en la Red Digital de Colecciones de Museos de España del Ministerio de Cultura (web CER.ES) en la ficha de otro ejemplar del MASE, n.º Inv. REP2002/3.

4 Es el adorno de ṭirāz que los autores árabes del siglo X llaman mu‘ayyan ‘círculos como ojos’ (SERJEANT, 1972: 203).

5 En la edición de los escritos árabes usamos los símbolos siguientes: cursiva, leyenda interpretada; texto perdido dentro de [ ]; [...] epígrafe no aclarado; entre ( ) variante de lectura; ||2 inicia el texto del segundo renglón. Un cierre de interrogación, lectura hipotética.

6 Según Ibn Bassām e Ibn al-Abbār, refiere Ibn Ḥayyān que llevaron el título de Ḏū l-wizāratayn el abuelo Ismā‘īl y el padre Muḥammad; es probable que el hijo lo incluyera al citarlo. Sobre el uso de este tipo de apelativos en la epigrafía monumental, véase Lévi-Provençal, 1931: n.ºs 57, 58, 102, 103, 207, 208.

7 Es incorrecta la edición al-dīn en lugar de al-naṣr (BARCELÓ, 2007: 306).

8 El subrayado es nuestro.

9 Le menciona por la kunya Abū Šākir la Ḏaḫīra de Ibn Bassām (ABBĀS (ed.), 1978: I.1, 195).

10 Fā’iq fue jefe del correo (ṣāḥib al-burud) y del ṭirāz; vivía en la nueva ciudad palatina en la casa (dār) que fue de Ğa‘far (MEOUAK, 1999: 215-216; MEOUAK 2004: 184).