TRASFORMAZIONI DELL’HABITAT PERIURBANO DI FIRENZE NEL MEDIOEVO

Marie-Ange Causarano, Sesto Fiorentino

Edizioni All’Insegna del Giglio, 2022, 175 páginas

En la presente monografía, Marie-Ange Causarano estudia el proceso de transformación de las fortalezas rurales, o castra, en residencias señoriales en el actual territorio de Bagno a Ripoli, en Florencia, durante el Bajo Medioevo. Esta evolución de la concepción y uso de las construcciones defensivas se entrelaza desde la segunda mitad del siglo XII, con las relaciones políticas, económicas y sociales que ejercen las oligarquías florentinas sobre la sociedad rural del entorno de este espacio urbano. Este lento proceso que vincula la ciudad y su territorio tiene efectos clarísimos en la conformación social y económica de este territorio y, a su vez, incide directamente en la construcción de un nuevo paisaje. De este modo, ya a mediados del siglo XIII se levantan las case da signore, un tipo de construcción de clara inspiración urbana pero construidas en el campo y promovidas por las oligarquías florentinas. Así pues, los castra, emblema de las élites nobiliarias y rurales del Alto Medioevo, paulatinamente se sustituyeron o se transformaron en nuevas estructuras de población vinculadas a la presencia cada vez más notable de las potentes familias florentinas. Estas profundas transformaciones se identifican con el concepto historiográfico conocido como decastellamento.

Estos cambios en el entorno rural de Florencia se empiezan a detectar a partir de la segunda mitad del siglo XI, tomando mayor envergadura el fenómeno a partir de las primeras décadas del siglo XII. Causarano constata que las familias aristocráticas, caso de los Suavizi, a finales del siglo XI y primeros años del siglo XII poseían numerosas propiedades rurales, destacando las agrarias y fortalezas. A su vez tenían casas e iglesias en la ciudad de Florencia. También establecieron estrechos lazos con la jerarquía eclesiástica episcopal y con ordenes monásticas. Esta simbiosis con las instituciones religiosas propiciará, ya en el siglo XII, la transferencia de propiedades rurales de la aristocracia al clero urbano. Casos que sobresalen son los castra de Villamagna y Montepilli que paulatinamente perdieron su carácter militar para convertirse en pequeños asentamientos rurales. En un sentido similar, Montemasso, de propiedad episcopal, se vende al monasterio de Montescalari. Aunque se manifieste un trasvase de inmuebles entre las aristocracias y el alto clero, se siguen conformando grandes señoríos que compiten con la expansión comunale florentina que encuentra su apoyo en los pequeños poderes locales.

En el transcurso del siglo XIII la influencia de la sociedad urbana, bien representada por familias de banqueros y mercaderes florentinos, es evidente en el control político, social y económico del territorio rural. Este hecho se manifiesta no únicamente en la adquisición de patrimonio fundiario que había pertenecido a las aristocracias altomedievales, sino en la conversión de los ya antiguos castra, emblema del poder y unidad de referencia de la propiedad rural, en nuevos edificios de características urbanas. Las fortalezas pasan a ser objeto de inversión de las oligarquías urbanas florentinas. Se acentúa, así, el proceso de descastellamento.

Estas evidencias materiales han sido estudiadas con atención por Causarano, aplicando los métodos de estudio de la arqueología del paisaje y de la arquitectura. De este modo se corrobora el trabajo de cantería para los edificios ex novo o la reutilización de dependencias de los antiguos castra e, incluso, materiales constructivos de estos edificios. A su vez, estos nuevos edificios se inspiran en modelos palaciegos urbanos, pero se vislumbran elementos formales de la arquitectura defensiva altomedieval. Se recuperan la muralla, las almenas o las residencias cerradas. Este proceso responde a un modelo más estilístico que propiamente militar, pues estos edificios de las oligarquías florentinas son residencias civiles que asumen un rol de status symbol para el propietario, según Causarano.

Las nuevas orientaciones en el uso de los antiguos edificios altomedievales también son estudiadas. Se introducen nuevos cánones constructivos y modelos culturales manufacturados por canteros especializados y albañiles locales que, en grupos, se desplazaban por el territorio de estudio trabajando en las diversas obras constructivas. El trabajo de especialistas se visualiza en técnicas constructivas que regularizan los muros y con el uso de material pétreo de mayor calidad para ser visto en las partes más representativas del edificio.

La autora propone el final del proceso de ‘urbanización’ de la zona de estudio de Bagno a Ripoli a mediados del siglo XIV. Desde entonces hasta los primeros años del siglo XV se detecta un nuevo modelo de estancia señorial, donde los elementos arquitectónicos típicos de las fortalezas pierden su carácter defensivo para devenir en meros elementos decorativos. En definitiva, un ejemplo de memoria histórica sobre un pasado cada vez más lejano de las funciones defensivas y de ejecución del poder que representaban los castillos altomedievales.

Sin lugar a duda, las investigaciones de Marie-Ange Causarano presentan un nuevo marco de trabajo, donde la arqueología aporta novedades trascendentales en el conocimiento de las relaciones entre la ciudad bajomedieval y el territorio. Lejos de repetir tópicos ya superados sobre este tema, la organización del paisaje y, sobre todo, la edilicia promovida por las oligarquías urbanas, muestran perspectivas de desarrollo de la investigación poco exploradas en Italia y en Europa. En la obra de Causarano se vislumbra muy acertadamente que no hay ciudad sin región, pues la sociedad urbana bajomedieval está plenamente insertada en su territorio. Este es el contexto de las capitalidades regionales, claramente visible en el caso que nos atañe, Florencia. El modelo Toscano, ampliamente estudiado especialmente a partir de las fuentes escritas, también fue admirado en la Edad Media por Francesc Eiximenis, que a su vez adoptó de Aristóteles su clasificación y razonamiento de la sociedad medieval.

Los contenidos se organizan en cinco capítulos y estos a su vez en diversos subcapítulos para focalizar la atención en temas más concretos. El uso del subcapítulo es de agradecer en la presentación de los resultados de los diversos casos de estudio de Bagno a Ripoli. El libro comienza con un específico capítulo dedicado al territorio. La autora lo aborda desde la perspectiva geomorfológica, geográfica y medioambiental para obtener datos básicos para el estudio de las arquitecturas y de la organización del paisaje. Los castra y las aristocracias son estudiados en el capítulo segundo a partir de la documentación escrita. Estos datos también son tratados con mayor atención desde la perspectiva arqueológica en el tercer capítulo, añadiendo el estudio del paisaje a partir del siglo XII para constatar el proceso de decastellamento. Causarano da una notable importancia a la arqueología, de aquí que en el capítulo cuarto presente los diversos tipos de asentamientos que conforman el paisaje de Bagno a Ripoli (casetorri, palazzi, residenze fortificate, poderi). Finalmente, en el capítulo quinto se aborda el trabajo de estudio de las arquitecturas, la especialidad de la autora. Aporta el estudio de indicadores que caracterizan los edificios expuestos en el capítulo cuarto, especialmente las evidencias de los trabajos de cantería y albañilería, así como el análisis de las técnicas constructivas para profundizar en los aspectos técnicos y sociales de la construcción entre los siglos XII y XV. El libro viene precedido por una honrosa presentación y finaliza con las conclusiones a modo sintético.

La edición del libro es excelente. El editor, All’Insegna del Giglio, es un preciado especialista en monografías de temática histórica y arqueológica en Italia y Europa. Su trayectoria se reconoce por la cuidadosa atención al diverso abanico de figuras bien ubicadas en relación con el texto. También ayuda a la comprensión del argumento de Causarano la edición de tablas de síntesis sobre los contenidos constructivos y en relación con la cronología. Como decíamos, la organización en capítulos y subcapítulos es idónea y, junto con la redacción clara y ágil, hacen del libro un buen ejemplar de consulta, tanto para especialistas como para estudiantes en formación para conocer el Medioevo en la región de la Toscana.

Jesús Brufal Sucarrat
Universitat Autònoma de Barcelona