Arqueología y Territorio Medieval 32, 2025. e9384. I.S.S.N.: 1134-3184 DOI: 10.17561/aytm.v32.9384

El repertorio cerámico de época almorávide del cerro de la Defensa de Uclés

The Pottery Repertoire from the Almoravid Period of the cerro de la Defensa of Uclés

David Gallego Valle1, Jesús Manuel Molero García2, María Victoria Gutiérrez Calderón3

Recibido: 24/12/2024
Aprobado: 02/06/2025
Publicado: 29/07/2025

RESUMEN

El enclave de Uclés ha sido uno de los principales referentes históricos de la Edad Media peninsular, tanto en época islámica como cristiana, destacando por una continuidad poblacional significativa durante todo este periodo. En este espacio, hemos llevado a cabo intervenciones arqueológicas durante más de una década, tanto en el propio núcleo como en su entorno. Un ejemplo destacado es el Cerro de la Defensa, situado inmediatamente al oeste de la localidad, donde hemos identificado un interesante asentamiento de época almorávide, inédito y excepcionalmente bien conservado, que ha permitido la exhumación de varias construcciones y diverso material arqueológico.

En este trabajo presentamos el repertorio cerámico de este yacimiento que, aunque no especialmente abundante, es de gran valor para comprender un momento histórico difícil de identificar a través de la arqueología. Este repertorio incluye una variada tipología de formas, con peculiaridades en comparación con los periodos taifa y almohade, lo que lo convierte en un potencial fósil guía para avanzar en el estudio de la cultura material de la fase almorávide en la península ibérica.

Palabras clave: Uclés, Cerro de la Defensa, cerámica medieval, almorávides.

ABSTRACT

The enclave of Uclés has been one of the main historical landmarks of the Medieval period in the Iberian Peninsula, both during the Islamic and Christian eras, standing out for a significant population continuity throughout nearly the entire period. Over the past decade, we have carried out archaeological work in this area, both in the core settlement and its surroundings. A notable example is the Cerro de la Defensa, located just west of the town, where we have identified an important Almoravid settlement, previously unknown and exceptionally well preserved, which has allowed us to excavate a several structures and elements of material culture.

This paper aims to present the ceramic repertoire from this site, which, although not particularly abundant, is of great value for understanding a historical period that is difficult to identify in Medieval archaeology. This repertoire includes a diverse variety of shapes, with significant peculiarities compared to the Taifa and Almohad periods, making it a potential guide fossil to advance the study of the material culture of the Almoravid phase, not only in the Meseta but across the entire Iberian Peninsula

KEYWORDS: Uclés, Cerro de la Defensa, medieval pottery, Almoravids.

1. INTRODUCCIÓN

El enclave de Uclés (Figura 1) fue uno de los principales recintos de la Marca Media andalusí y de la cora de Santaver, ostentando, según algunas fuentes islámicas, el estatus de madina. Este territorio se consolidó como cabeza de un distrito que heredó la influencia de la antigua Segóbriga y, posteriormente, del propio Santaver. Durante la época de la frontera (siglos XI-XII), el control de Uclés adquirió una gran importancia debido a su posición estratégica y relativa proximidad a núcleos urbanos clave como Toledo y Cuenca, siendo un territorio que alternó entre el dominio musulmán y cristiano. En 1108, Uclés se convirtió en el escenario de una de las batallas más significativas del siglo XII. Este enfrentamiento culminó con la muerte del infante Sancho, heredero de Alfonso VI, y consolidó la presencia almorávide en la región. Este hecho propició una serie de cambios en el enclave, como las ampliaciones de la madina, la alcazaba y los arrabales (GALLEGO y MOLERO, 2023).

Figura 1. Localización de Uclés y del poblamiento de época almorávide en la zona de estudio.

Al oeste de Uclés, a unos 100 m en línea recta, se encuentra el Cerro de la Defensa, alineación montañosa N-S que corre en paralelo a la sierra donde se asienta la actual población. En este enclave hemos llevado a cabo investigaciones arqueológicas desde 2021 hasta la actualidad. Durante los trabajos se ha podido documentar una estratigrafía que vincula este lugar con el periodo almorávide. Entre los restos encontrados destacan dos edificaciones construidas y amortizadas durante este periodo, que se sitúan cronológicamente entre 1108 (batalla de Uclés) y aproximadamente 1145, momento que marca el declive ya irreversible del poder almorávide en la península (CODERA, 2004). La primera estructura se corresponde con una fortaleza ubicada en la zona más elevada del cerro, mientras que, al norte de esta, en una pendiente suave, se localiza una mezquita que tendría una segunda fase de abandono, también de época almorávide. Además, en el resto del yacimiento se han identificado en superficie posibles estructuras aún pendientes de estudio detallado.

El objetivo principal de este trabajo es presentar el ajuar cerámico recuperado durante las excavaciones realizadas en 2022 y 20234. Según los estudios llevados a cabo, tanto desde el punto de vista estratigráfico, como de arqueología de la arquitectura, radiocarbono y análisis tipológicos, estos materiales cerámicos pueden ser datados en época almorávide. Este contexto resulta especialmente interesante, ya que no se han identificado fases ocupacionales previas ni posteriores en el lugar, salvo unos enterramientos cristianos (segunda mitad del siglo XII- principios del XIII), presentándose el yacimiento en muy buen estado de conservación y totalmente sellado. En la parte de la mezquita solo se documenta el nivel de uso y abandono de este inmueble, no volviéndose a ocupar en época cristiana. Aunque el conjunto recuperado es limitado desde el punto de vista cuantitativo, es bastante variado y posee un importante valor histórico, ya que, dentro del panorama general de la arqueología medieval, contamos con pocos ejemplos de cerámica asociada al periodo almorávide.

De cara a estructurar este artículo, en primer lugar, se presentará un breve acercamiento histórico y arqueológico al yacimiento del Cerro de La Defensa, situándolo en su contexto cronológico y cultural. Hemos de advertir que, dadas las limitaciones de espacio, no podemos desarrollar de manera pormenorizada todo el estudio estratigráfico y paramental realizado, limitándonos a señalar sus conclusiones para contextualizar correctamente los hallazgos cerámicos. Además, este apartado permitirá enmarcar la relevancia del enclave en la época almorávide, así como ofrecer una visión general de las investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha. A continuación, los apartados siguientes estarán dedicados al análisis de los repertorios cerámicos recuperados durante las excavaciones realizadas en las campañas de 2022 y 2023. En primer lugar, se llevará a cabo un estado de la cuestión que revisará los estudios previos relacionados con la cerámica almorávide, lo que nos permitirá establecer un marco comparativo. Posteriormente, se analizarán las distintas tipologías de materiales documentados, interpretando su función, cronología y contexto cultural, en el marco de las transformaciones históricas que caracterizaron este periodo en la península.

2. EL CERRO DE LA DEFENSA EN ÉPOCA ALMORÁVIDE

Con la desintegración del califato omeya, a inicios del siglo XI, Uclés pasó a formar parte de la extensa taifa de Toledo, gobernada por el linaje de los Banū Ḏī-l-Nūn, asentado en este espacio desde los primeros años de la conquista islámica. Durante este periodo, y con el avance cristiano hacia el sur, las tierras de Uclés comenzaron a integrarse en la dinámica propia de los espacios de frontera. Tras la toma de Toledo por Alfonso VI en 1085, Uclés y otros enclaves cercanos, caso de Huete, pasaron a la órbita cristiana en los años posteriores, aunque durante algún tiempo estuvieron bajo la tutela del rey al-Qádir de Toledo en virtud de los pactos establecidos entre ambos monarcas, antes de su establecimiento en el reino de Valencia (RUIZ, 2003: 54-55). No obstante, el dominio cristiano fue efímero, ya que la irrupción del poder almorávide en la península ibérica a partir de 1086 (batalla de Sagrajas) (ALBARRÁN, 2021) y sobre todo desde el año 1090, significó la paulatina reunificación de al-Ándalus bajo su mando y el freno a las intenciones expansionistas cristianas (BOSCH, 1990; LAGARDÈRE, 1998; ALBARRÁN, 2019).

En este nuevo contexto histórico, la presencia de los ejércitos norteafricanos se hizo especialmente intensa en las tierras del Tajo, dada su importancia como punto geoestratégico clave en el interior de la Meseta. En concreto la fortaleza de Uclés controlaba la red de caminos de la antigua Marca Media y, de manera particular, permitía aislar Toledo por su flanco oriental, preparando el terreno para las conquistas del Levante y más al norte, el valle del Ebro. En este marco se sitúa la campaña de 1108 que culminó con la batalla y la conquista de Uclés por parte almorávide. Este enfrentamiento tuvo importantes repercusiones tanto para el propio enclave como para su entorno, como están evidenciando los trabajos arqueológicos que actualmente estamos llevando a cabo.

Tras la batalla de Uclés, los almorávides ganaron varias plazas estratégicas en la zona de Cuenca y la mesa de Ocaña. Poco después, Alvar Fáñez tuvo que resistir un asedio de siete días en Toledo y a continuación se lanzaron contra Zaragoza que fue tomada en 1110. Mientras tanto moría Alfonso VI en la ciudad de Toledo y se mandó trasladar su cuerpo al monasterio de Sahagún, lugar “más seguro” según la crónica del obispo Pelayo, lo que prueba que los castellanos no tenían claro que pudieran mantener la ciudad durante mucho tiempo.

A la muerte de Alfonso VI el dominio cristiano sobre la antigua Taifa se circunscribía a Toledo y su entorno, aunque también se mantuvo el control de los corredores y plazas en el río Henares (Medinaceli, Atienza, Hita y Guadalajara); Buitrago, Uceda y Madrid, en la línea del Jarama; y Alamín, Maquea y Talavera, en la del Alberche-Tajo. Se perdieron, no obstante, numerosas villas y castillos, tanto al norte como al sur del Tajo, ocupados por guarniciones almorávides que hostigaban y “raziaban” una y otra vez el territorio. En realidad, la pérdida de las posesiones cristianas en el valle del Tajo no fue tanto consecuencia de las grandes campañas encabezadas por los emires norteafricanos, como por los efectos de las expediciones organizadas por los gobernadores almorávides de las ciudades andalusíes y, sobre todo, por las violencias cotidianas y recurrentes ejercidas por las guarniciones de las fortalezas cercanas a Toledo, tales como Calatrava, Consuegra, Cuenca, Amasatrigo, Huete, Oreja, Ocaña, Zorita, Coria, Albalat, Aceca y, por supuesto, Uclés (GARCÍA, 2018: 59).

Asistimos pues al nacimiento de un periodo en el que más allá de las batallas campales, la estrategia en uno y otro bando consistió en el mantenimiento y ocupación de los castillos de frontera, como mejor garantía para evitar que el enemigo pudiera hacer una conquista y ocupación plena del territorio, y que a su vez sirviera de base de operaciones para la guerra de desgaste basada en las cabalgadas y razias sobre el espacio próximo (MOLERO, 2024). Una época, por lo demás, donde la palabra frontera (frontaria, fronteira) aparece por vez primera en los textos (testamento del rey Sancho Ramírez de Aragón en 1059) (SÉNAC, 2000), para identificar no solo el frente militar, sino también el enfrentamiento religioso y la separación de dos formaciones socioeconómicas. Y es que este término, el de frontera, no se va a aplicar todavía a los límites jurisdiccionales o a los términos de los reinos cristianos entre sí, sino solo al espacio de confrontación, defensa y ampliación de los reinos cristianos frente a los musulmanes (MOLERO, 2006).

Más allá de las citas en las crónicas y en la documentación de la época, a través de la arqueología podemos también acercarnos a esta estrategia fronteriza que se mantendrá durante toda la primera mitad del siglo XII y tendrá en tiempos de Alfonso VII sus resultados más favorables para el lado castellanoleonés. En efecto, el establecimiento almorávide en Uclés y su tierra ha dejado un mayor registro arqueológico de lo que, hasta el momento, se había podido rastrear en las fuentes escritas (PALACIOS, 2008; CANOREA, 2015). Los estudios que hemos podido desarrollar en esta comarca nos están permitiendo identificar la transformación del poblamiento que se produce tras la batalla, con la creación de todo un espacio fortificado en la línea del Tajo y los principales caminos hacia Toledo, Zaragoza y las tierras orientales (Cuenca y Valencia), con la reconstrucción de numerosos enclaves y la creación de recintos militares ex novo. En el caso de Uclés, una de las principales ciudades del antiguo distrito de Santaver (MOLERO, 2020), se llevarán a cabo obras significativas tanto en la alcazaba como en las defensas de la medina y también se atestigua una ampliación en la zona de los arrabales.

Dentro de este proceso debemos enmarcar las obras que se realizan en el Cerro de la Defensa, donde la orografía marca claramente la morfología del establecimiento. Se trata de una elevación con forma de cuchillo, orientada de sur a norte, que sirve de aproches al propio Uclés, creando un pequeño valle entre ambos por donde discurre el río Bedija. El terreno es muy abrupto a lo largo de todo el espacio del yacimiento que, por las prospecciones que hemos realizado, puede tener una extensión de una hectárea en su zona alta, aunque el afloramiento constante de la roca nos hace ser prudentes sobre su potencial arqueológico (Figura 2).

Figura 2. Planimetría del Cerro de la Defensa con la localización de las áreas de intervención.

En las campañas arqueológicas llevadas a cabo entre 2022 y 2024 en este lugar, hemos podido trabajar en dos amplias áreas (I y III), donde se han exhumado dos edificios que, hoy en día, tenemos prácticamente acotados espacial y cronológicamente. Es importante resaltar que el yacimiento se presenta hoy sellado, salvo los citados enterramientos cristianos que solo alteran mínimamente su contexto, no habiéndose documentado ni ocupaciones anteriores ni posteriores al momento que estamos tratando, lo que convierte a este lugar en un referente para el estudio del periodo almorávide (c. 1108-1145).

En el Área I, ubicada en la parte más alta del cerro, hemos documentado una fortaleza, aún en proceso de exhumación completa, de más de 300 m² de extensión, que se adapta perfectamente al roquedo (Figura 3). Está compuesta por hasta cuatro torres, tanto huecas como macizas y un espacio interior que se sustenta mediante una serie de pilares cuadrangulares.

Figura 3. Vista general de la fortificación del Área I del Cerro de la Defensa.

Para establecer la fortaleza, fue necesario llevar a cabo importantes trabajos sobre el sustrato geológico, ya que esta se encuentra en el punto más elevado de la sierra que conforma el yacimiento y los afloramientos rocosos son continuos. Para controlar los accesos al recinto militar, se excavaron dos fosos secos en ambos costados. El foso meridional es más visible, aunque los efectos postdeposicionales lo han suavizado bastante. Por el contrario, el foso septentrional, situado dentro del posible espacio intramuros del yacimiento, resulta menos pronunciado.

En el interior de la fortaleza la roca caliza fue tallada para asentar las distintas construcciones. Este proceso ha sido documentado con especial detalle en las cimentaciones de las torres. Para nivelar el terreno, que requería una superficie horizontal, se construyó un basamento mediante un sistema de aterrazamiento. Este ha sido identificado gracias a una ventana arqueológica generada por un movimiento de tierras ocurrido tras el sellado del yacimiento. La nivelación se realizó con capas de tierra mezclada con cal y mortero de yeso.

Una vez adaptado el terreno, se levantaron cuatro torres de planta cuadrangular que componían el recinto. Tres de ellas eran huecas, mientras que la torre 3, ubicada en el flanco este, funcionaba como torre-contrafuerte para soportar el peso de los muros y la estructura interna en la zona de mayor pendiente. La torre 1, situada en el extremo noroeste, está muy arrasada, aunque su planta sugiere que también fue hueca y desempeñaba la función de proteger la entrada principal. Las torres 2 y 4, de características similares, tienen lados de 4,5 m y pavimentos interiores de yeso. Los flancos del recinto se cerraron con muros adosados a las torres, de los cuales solo se conservan los de los costados oriental y septentrional; en el occidental se aprecia el trazado en la roca, pero no hay alzado conservado.

En el interior de la fortaleza se ha documentado una estructura orientada de sur a norte, posiblemente sostenida sobre los muros del recinto y apoyada en pilares. Se han identificado cinco pilares cuadrangulares de 0,8 m de lado, construidos con mampostería y sillarejo; no obstante, todavía queda por definir la compartimentación interior.

El estudio estratigráfico de los paramentos nos ha permitido constatar que todo el conjunto fue erigido en un único momento y siguiendo una técnica constructiva homogénea. Esta fábrica, asentada directamente sobre la roca caliza del cerro, consiste en un tapial de mampostería de yeso, relleno y enfoscado con el mismo material (Figura 4). Este procedimiento constructivo podría parecer anacrónico, dado que no se aprovecha el sustrato geológico del cerro; sin embargo, se explica por determinadas razones históricas. Estas construcciones las asociamos a un proceso general de refortificación (MARCOS, 2015) que, según los resultados de diversas intervenciones arqueológicas que hemos llevado a cabo, pueden relacionarse con actuaciones acometidas por el emirato almorávide a lo largo de la frontera del Tajo y de las principales vías de comunicación entre la Meseta y el Levante.

Figura 4. Vista de la Torre 2, donde se aprecia el sistema constructivo del conjunto.

El principal fósil director que permite esta atribución cronológica lo hallamos en la intervención desarrollada en Fuente del Pez (Palomares del Campo), donde llevamos a cabo lectura de paramentos, excavación arqueológica y trabajos de conservación (GALLEGO et alii, 2016; GALLEGO, RUIZ, 2019). Los resultados de las dataciones por radiocarbono, tanto de los morteros de los muros como de los pavimentos5, vinculan de manera clara esta construcción y su fase inicial con las obras norteafricanas anteriormente mencionadas. En el caso del Cerro de la Defensa, el conjunto de edificaciones reproduce, de forma prácticamente idéntica, las características constructivas observadas en Fuente del Pez, tanto en las cuatro torres documentadas como en los muros formeros de la fortificación. Además, los resultados de las pruebas de Carbono 14 en los morteros de la torre 2 muestran una datación muy próxima a la obtenida en dicha intervención6.

Este sistema constructivo ha sido igualmente identificado por nosotros en otros recintos defensivos de la misma cronología, como Amasatrigo, Oreja, Alcalá la Vieja, Sicuendes, o la muralla urbana de Uclés. Pero, también, otros investigadores adscriben este tipo de fábricas a época almorávide, como las conservadas en la cerca y el castillo de Huete (RETUERCE, GARCÍA, 2013: 387), fruto de las dataciones obtenidas tanto en la excavación como en la lectura de paramentos de la puerta de Daroca. Cabe señalar, asimismo, que los análisis compositivos de los morteros7 revelan una dosificación prácticamente idéntica en todas estas obras (Figura 5), lo que sugiere, con escaso margen de duda, la actuación de un mismo grupo de constructores que se desplazaría de un enclave militar a otro.

Figura 5. Gráfico comparación de morteros de las fábricas de tapial de yeso en las distintas fortificaciones de época almorávide estudiadas.

En una última fase, el edificio fue amortizado y usado como espacio cementerial cristiano, en decúbito supino, perfectamente orientados, que no alteran la estratigrafía almorávide, ya que se realizaron sobre un nivel de colmatación del espacio, posiblemente intencionado. Esto sugiere que el edificio pudo haber sido utilizado como lugar de culto tras la conquista cristiana, aunque su uso parece haber sido efímero. El C14 realizado en los huesos de uno de estos enterramientos ofrece una cronología de la segunda mitad del siglo XII-principios del XIII8.

El Área II es sobre la que menos hemos intervenido, localizándose en la ladera occidental del yacimiento, donde posiblemente estuvo el acceso primitivo y, por la fisonomía de los afloramientos de roca, quizás pudo tener un muro bajo a modo de primera defensa. En este punto hemos realizado algunos sondeos, donde no hemos podido localizar estructuras, pero sí materiales cerámicos y constructivos.

En el Área III, a lo largo de dos campañas, pudimos documentar un edificio de 95 m² de superficie de planta rectangular, exento, que se asienta directamente sobre el nivel geológico, que había sido retallado para adaptar las distintas estructuras. Creemos que, tanto por su orientación como por su morfología (CALVO, 2016), está vinculado a una pequeña mezquita, de la que se conserva la zona abierta, al norte, la sala de oración y la base de lo que fue el mihrab, que ha conservado parte de su planta cuadrangular abierto en el muro sur del inmueble. Su fábrica estuvo formada por muros de mampostería, alguna de ella a espiga, sobre la que se levantaba un cuerpo de tapia calicastrada que documentamos sellando gran parte del interior del espacio de la nave (Figura 6).

Figura 6. Vista de la excavación del Área III, correspondiente a la mezquita, con Uclés al fondo.

En esa área, dejando de lado algunas piezas metálicas que pudieron estar asociadas a la viguería o a algún aplique de bronce, destaca la presencia de tejas curvas recortadas en su extremo final, formando una especie de “almenado”, que pudieron estar asociadas a la decoración de los aleros del edificio. En un segundo momento, pero siempre dentro del periodo almorávide, este espacio religioso sufrió un proceso de abandono, documentándose varias de las piezas cerámicas que son objeto de este estudio.

3. EL AJUAR CERÁMICO DEL CERRO DE LA DEFENSA

Las campañas de excavación arqueológica llevadas a cabo durante los años 2022 y 2023 han permitido recuperar un interesante ajuar cerámico, especialmente en el Sector III, correspondiente al espacio de la mezquita. Estas piezas, por los diversos estudios realizados en el yacimiento, pueden encuadrarse en un periodo de ocupación que data de los primeros años del siglo XII, momento en que la presencia almorávide tanto en Uclés como en su entorno fue, ciertamente, intensa.

Los fragmentos cerámicos localizados y analizados han sido elaborados, en algunos casos, mediante la técnica del torno lento/torneta (CASTILLO, 1998: 35). Este proceso se identifica por las improntas digitales visibles en el interior de los fondos de los recipientes e, incluso, en la cara interna de las paredes. La elaboración con este sistema requiere de una notable habilidad tanto en el manejo del torno como en el tratamiento de la arcilla, garantizando la formación completa del recipiente sin apenas deformaciones. Igualmente, se han identificado piezas producidas mediante torno rápido, empleadas principalmente en la manufactura de la vajilla destinada al servicio de mesa, como ataifores y jarritos.

Por otro lado, recipientes como las tinajas o las asas de las diferentes piezas estudiadas, están, preferentemente, realizadas a mano, utilizando el torno en zonas específicas. Los grandes contenedores presentan una cocción oxidante y, en la mayoría de los casos, con incrustaciones de desgrasantes minerales de diferente tamaño que ayudan a que la pieza quede totalmente compactada y prensada. No solo es interesante la forma de elaboración del recipiente o su morfología, sino que debemos destacar los motivos decorativos que se observan en este tipo de recipientes, como veremos posteriormente. Por lo que respecta a las asas, presentan un gran repertorio en cuanto a su forma: bien tubulares de sección circular, mayoritariamente en la serie jarro/jarrito y sus variantes jarra/jarrita y en la serie marmita/olla (ROSSELLÓ, 1991: 148); o aplanadas y alargadas.

El repertorio cerámico se completa con varios fragmentos de teja, muy interesantes por la originalidad de sus soluciones formales. Se trata de piezas que están elaboradas a molde, con una forma ligeramente curva y troncocónica, resolviéndose con un extremo más estrecho con una moldura.

3.1 Estado de la cuestión sobre los estudios ceramológicos de época almorávide

Antes de proceder a la descripción del conjunto de piezas cerámicas estudiadas en el Área III del Cerro de la Defensa (Uclés), resulta imprescindible realizar un breve balance de los estudios cerámicos previamente realizados. Este análisis preliminar permitirá cotejar, interpretar y valorar nuestro nuevo corpus cerámico, así como asociarlo de manera precisa a un contexto histórico determinado.

Desde finales de los años setenta del siglo pasado, tal como señala García (2013: 59), los materiales cerámicos estudiados a partir de diversas intervenciones arqueológicas, colecciones privadas y fondos museísticos han experimentado un auge progresivo en su estudio y análisis. Este proceso ha derivado en investigaciones cada vez más complejas y elaboradas, consolidándose como una herramienta esencial para la investigación tipológica, funcional e incluso cronológica. En la actualidad, gracias a una intensa actividad de recopilación, análisis y aportaciones en congresos y publicaciones especializadas, la cultura material se ha convertido en un referente clave para la investigación arqueológica. Este enfoque no solo permite determinar la funcionalidad y tipología de las piezas cerámicas, sino que también facilita la identificación de zonas productoras locales, espacios de importación y exportación, así como la asociación de cada recipiente a un periodo histórico concreto. Este proceso se fundamenta no solo en el análisis del estrato sedimentario donde se localizaron los materiales, sino también en su contextualización a mayor escala, situándolos en un espacio y tiempo precisos.

Para el periodo califal, almohade e incluso para el nazarí, se observa una notable proliferación de estudios en los que el registro cerámico se encuadra de manera precisa en estas etapas cronológicas (ÁLVARO, 2007: 337-338; CAVILLA, 2005; PÉREZ, JIMÉNEZ, 2020: 26-38; FERNÁNDEZ, MARINETTO, 2020: 130; HERRERA, 2014: 509; NAVARRO, GUTIÉRREZ, 2014: 615; IZQUIERDO, 1999: 191). En algunos casos, el estudio cerámico viene respaldado por los resultados obtenidos en abundantes excavaciones arqueológicas (CÁCERES, GILOTTE, 2021: 503-504; MENDÍVIL, 2021: 469), análisis faunísticos y botánicos, lecturas paramentales o estudios de carbono 14 (MOYA, 2014: 596-597), los cuales se complementan entre sí, aportando mayor fiabilidad a la interpretación de los yacimientos. Sin embargo, el corpus cerámico se reduce de forma significativa cuando se trata de periodos históricos más convulsos o menos definidos, como es el caso que nos ocupa. No obstante, en el caso del Cerro de la Defensa, hemos logrado respaldar su adscripción a la época almorávide gracias a los trabajos arqueológicos realizados y a diversos análisis arqueométricos, los cuales ofrecen evidencias claras que refuerzan esta cronología, como hemos señalado en el apartado anterior.

Los estudios cerámicos adscritos a la etapa almorávide en al-Ándalus son muy escasos. Las investigaciones se han centrado principalmente en la zona de Al-Balat, en Romangordo (Cáceres), donde se ha documentado un repertorio cerámico compuesto por piezas muy interesantes desde el punto de vista funcional y tipológico (GILOTTE, CÁCERES y DE JUAN, 2015; CÁCERES, GILOTTE, 2021). En la Meseta Central, algunos estudios mencionan de forma muy breve una posible ocupación durante esta etapa (RETUERCE 1994-1995: 98-99; RETUERCE, 1998: 55-57; IZQUIERDO et alii, 1999: 94). Más al sur, se han realizado investigaciones que abordan el mundo y la cultura material almorávide (MARTÍNEZ, 2003-2004: 88-91) sustentadas por diversas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los últimos años en las zonas andaluzas de Algeciras (PERLES y ANDRADES 2009: 199-200) o Granada (SÁNCHEZ, MORENO y PÉREZ, 2018: 240), diferentes zonas de Murcia y Lorca (JIMÉNEZ y NAVARRO 1997: 37-40; PÉREZ, JIMÉNEZ, 2018: 164-165; ZAPATA y MUÑOZ, 2006: 100),y en la región occidental portuguesa (GÓMEZ, 2004: 217-222).

3.2 Hacia una propuesta tipológica y funcional de los recipientes cerámicos del Cerro de la Defensa

En función de los recipientes exhumados podemos llegar a hablar de las siguientes series tipológicas siguiendo, en líneas generales, el modelo de Rosselló (1991: 145):

-Serie Marmita / Olla (ROSSELLÓ, 1991:148), considerado como un elemento de cocina de forma cerrada, consiguiendo así una ebullición continua durante la cocción de los alimentos.

-Serie Cazuela, definiéndose como un útil de paredes bajas para cocción a fuego lento y poco líquido (ROSSELLÓ, 1991: 148).

-Serie Ataifor/Jofaina/Cuenco. La jofaina presenta un diámetro de boca más reducido que el del ataifor, tal como señala Rosselló (1991: 147), quien define este modelo de vajilla como un recipiente "para servir manjares de tamaño muy reducido". Este recipiente guarda cierta similitud con el cuenco, aunque, a pesar de las diferencias métricas, se ha optado por incluirlos dentro de una única serie tipológica. Sin embargo, como se detallará más adelante, es posible identificar varios subtipos, definidos principalmente en función de su técnica decorativa y acabado.

-Serie Jarra/Jarrita y sus variantes, y serie Jarro/Jarrito y sus variantes, dependiendo de si estamos hablando de recipientes de dimensiones más grandes o aquellos más pequeños y, así mismo, si hablamos de recipientes con una o dos asas y si su funcionalidad sirve para almacenar líquidos o verterlos (ROSSELLÓ, 1991: 146).

-Serie Redoma / Botella, que viene a relacionarse normalmente con el concepto de contenedor de líquidos, como si se tratase de la botella actual, de cuerpo estrecho (ROSSELLÓ, 1991: 146).

-Serie Tinaja, que según Rosselló (1991:147) es una aceptación latina, que viene a designar un gran contenedor de líquidos, granos, sémolas y hasta vestiduras.

-Serie Orza, que funcionalmente correspondería como un nuevo tipo de contenedor de tamaño medio, aunque más manejable (ROSSELLÓ, 1991: 147)

-Serie Alcaduz, perfectamente estudiado por G. Rosselló quien lo definió como cangilón de noria (1991: 174) asociado a las norias o aceñas instaladas en el interior de las ciudades o en los espacios rurales (MENDÍVIL, 2021: 633).

-Y, por último, vamos a estudiar la serie Tapadera y varios fragmentos de una pieza que, aparentemente, puede relacionarse con la serie Cantimplora.

Cada serie cerámica se identifica mediante una terminología específica, que depende de su funcionalidad (NAVARRO, 1986: 17). En el marco de nuestro estudio, predomina la vajilla de cocina, destinada a ser colocada directamente sobre el fuego para la preparación de alimentos, y la vajilla de mesa. En menor medida, se registran otras series cerámicas con una funcionalidad claramente asociada al almacenamiento u otros usos múltiples, relacionadas con diversos contextos domésticos (Tabla 1).

Tabla 1. Series localizadas en el Cerro de la Defensa.

FUNCIONALIDAD

SERIE TIPOLÓGICA

COCINA

MARMITA / OLLA

CAZUELA

MESA

JARRO/JARRITO Y VARIANTES

JARRA/JARRITA Y VARIANTES

ATAIFOR/JOFAINA/CUENCO

REDOMA/BOTELLA

ALMACENAMIENTO/TRANSPORTE

TINAJA

ORZA

CANTIMPLORA

CANGILÓN / ARCADUZ

USOS MÚLTIPLES

TAPADERA

CERAMICA PARA LA CONSTRUCCIÓN

TEJA MOLDURADA

3.2.1 Vajilla de cocina

La vajilla de cocina está representada por una selección de hasta 17 fragmentos entre ollas o marmitas y varios tipos de cazuelas.

En el primer caso, la serie Olla/Marmita (Figura 7) se caracteriza por piezas con paredes gruesas, especialmente en la base, que tiende a ser plana o, en algunos casos, convexa para proporcionar mayor estabilidad sobre los anafes o directamente sobre el fuego. La mayoría de estas piezas están fabricadas mediante torno lento y, en algunos casos, mediante torno rápido. Presentan una cocción reductora y desgrasantes minerales muy decantados.

Figura 7. Serie Olla/Marmita. Dibujo.

En conjunto, estas piezas destacan por su funcionalidad específica, orientada principalmente a la preparación de guisos con abundante líquido. Por este motivo, se observa que los fragmentos presentan paredes altas y una boca de dimensiones que oscilan entre los 12 y los 16 cm de diámetro, adecuada para cumplir con esta finalidad.

Se han podido diferenciar cuatro variantes en función de su borde:

-TIPO I. Presenta un labio redondeado que es tanto exvasado (o divergente) reentrante (o convergente), que se ensancha progresivamente hasta completar un perfil ovalado o globular. El diámetro de sus bordes oscila entre los 8 cm y los 13 cm de longitud máxima, por lo que las piezas I.1 y I.6 se pueden considerar ollitas de pequeño tamaño.

Son piezas que han estado expuestas al fuego, lo que ha provocado que su parte exterior esté quemada. Sin embargo, en algunos casos, aún es posible identificar restos de decoración pintada sobre la pieza en rojo tanto en la parte superior del labio, como en el cuerpo del recipiente.

-TIPO II. Está representado por recipientes de borde ligeramente curvado hacia el exterior y labio redondeado. La unión del borde con el resto del cuerpo del recipiente se logra mediante la formación de una carena muy pronunciada igualmente hacia el exterior, lo que da lugar a un perfil posiblemente globular que desciende hasta la base. Son piezas de mediano tamaño, los diámetros de sus bordes son de 13 cm (TIPO II.1), 16 cm (TIPO II.2), mientras que el TIPO II.3 presenta un diámetro más reducido que alcanza los 8 cm de diámetro, identificándolo como una ollita o marmita de pequeñas dimensiones. Al igual que en el caso anterior, estas piezas están prácticamente quemadas, aunque es posible distinguir su acabado y decoración mediante pintura, en este caso, en manganeso.

Debemos indicar que el TIPO II.1, a pesar de tener morfológicamente el mismo perfil en lo que se refiere a su borde, cuello y la acusada carena hacia el exterior, presenta un labio más apuntado, diferenciándose sustancialmente del resto.

-TIPO III. Se trata de un único fragmento. Presenta un borde engrosado al exterior y con escotadura al interior. Probablemente, este recipiente también presenta una carena pronunciada que une el borde con el resto del perfil ovalado de la pieza, muy similar en este aspecto al desarrollado en el grupo anterior.

Asimismo, es una pieza expuesta al fuego de manera continuada lo que ha provocado la degradación de su acabado final, en este caso, decorado con pintura en almagra u óxido de hierro que aún es apreciable en la parte superior de su labio.

-TIPO IV. Por último, hemos estudiado dos piezas caracterizadas por presentar un borde engrosado hacia el exterior de sección triangular y en uno de los casos con un pequeño cuello recto que sirve de inicio al cuerpo posiblemente globular, mientras que el tipo IV.1. no presenta cuello, arrancando directamente del borde el cuerpo del recipiente.

A pesar de que presentan un perfil bastante similar, la olla IV.2, de 13 cm de diámetro máximo, está elaborada a torneta, de pastas oscuras y cocción reductora con muchos desgrasantes minerales en su arcilla, donde se aprecia un acabado bastante tosco y poco depurado, mientras que el fragmento de olla IV.1, de 12 cm de diámetro, está elaborada a torno, de pastas oscuras y cocción reductora, con desgrasantes minerales de tamaño fino, y en este caso aparece vidriada por su interior y exterior en tono verdoso, aunque, como se trata de un fragmento de pequeñas dimensiones, desconocemos si el vidriado se extiende por todo el recipiente o, por el contrario, solo al interior para higienizar el alimento cocinado.

En lo que respecta a las bases estudiadas, solo se ha podido diferenciar un único tipo, caracterizado por una base completamente plana, paredes anchas, pastas de tonalidad rojiza y quemadas, con desgrasantes minerales muy finos (IB. 1y IB.2).

Por su parte, las cazuelas (Figura 8) se empleaban mayoritariamente para guisar con poco líquido y a fuego lento. Los fragmentos recuperados durante ambas campañas de excavación son muy escasos. Dos de ellos están fraccionados y no corresponden a una forma representativa, tratándose de galbos de cuerpo cilíndrico. Estas piezas fueron elaboradas a torno lento, con pastas claras, cocción mixta y desgrasantes minerales claramente visibles. Además, presentan un asa en la parte central, de tendencia horizontal y sección ovalada.

Figura 8. Serie Cazuela. Dibujo.

Junto a estos fragmentos se han identificado hasta dos tipos de cazuela, diferenciados por su técnica y, especialmente, por la elaboración de sus bordes y acabados.

-El primero, es una pieza con escotadura exterior en el cuerpo superior, borde ligeramente reentrante en su parte superior e interna y labio redondeado (11 cm de diámetro de su boca), del que arranca un asa aplanada. Está fabricado con pastas muy groseras de color rojizo, elaborado a torneta, y contiene abundantes desgrasantes minerales de tamaño medio, claramente visibles. No muestra decoración. Se asocia presumiblemente a esta serie tipológica debido a la carena muy pronunciada que se encuentra a escasos centímetros del borde, lo que da lugar a una forma troncocónica invertida que se extendería hasta alcanzar la base.

-TIPO II. Se trata de dos piezas prácticamente iguales en su morfología. Son recipientes abiertos, de boca muy amplia llegando incluso a poseer uno de ellos un diámetro de 22 cm (TIPO II.2) elaboradas a torno lento, con desgrasantes minerales finos y pastas claras. Presenta un acusado borde engrosado al exterior y labio bífido para encajar una tapadera.

El ejemplar II.2 ha conservado su asa y su base. El asa, de sección oval, parte desde el borde hasta la mitad del cuerpo, y en lo que respecta a la base presenta una forma plana en cuyo interior se aprecian pequeñas líneas con pintura en almagra, aunque en un estado muy deteriorado.

A pesar de que ambas piezas están quemadas por el exterior, debido a su exposición directa al fuego, conservan restos de pintura en manganeso en la parte superior del labio.

3.2.2 Vajilla de mesa

La otra gran categoría estudiada en el Cerro de la Defensa corresponde a la denominada vajilla de mesa. Tal como definió Navarro (1986: 17) este conjunto puede agruparse según la forma de su borde, clasificándola en formas abiertas o cerradas: “…se considera forma cerrada cuando el diámetro de su panza es superior al de la boca. Y abierta, cuando el diámetro de la boca es superior, igual o ligeramente inferior al diámetro máximo de la panza”.

Haciendo esta distinción, entre las formas abiertas, se ha analizado una cantidad significativa de piezas y fragmentos pertenecientes a la serie Ataifor/Jofaina/Cuenco (Figuras 9.a y 9.b). Entre los ejemplares recuperados (27 piezas), se han identificado hasta cuatro grupos distintos según la forma del borde:

-TIPO I. Este grupo incluye piezas elaboradas a torno con borde engrosado al exterior de sección circular o triangular y labio plano, y una carena pronunciada ubicada a una altura bastante próxima al borde. Estas piezas son muy exvasadas y abiertas, alcanzando hasta 28 cm de diámetro en su borde. Presentan una cubierta vítrea monocroma, generalmente en tonos melados; o bícroma, con motivos decorativos en manganeso. En algunos casos se observan pequeñas "gotas de manganeso” aplicadas directamente sobre el labio del ataifor.

-TIPO II. Este grupo lo forman recipientes con borde engrosado al exterior de sección triangular, muy similar al grupo anterior, acompañados de una carena media suave. El diámetro del borde oscila entre los 20 y 25 cm en su anchura máxima y disminuye hasta aproximadamente 7 y 9 cm en su zona más estrecha. La pieza II.11 es, con toda probabilidad, una variante de este tipo, por su borde, en este caso no presenta el borde engrosado al exterior de sección triangular, sino un ligero engrosamiento exterior y labio biselado hacia el interior.

Figura 9.a. Serie Ataifor /Jofaina/Cuenco. Dibujo TIPOS I-II.

Figura 9.b. Serie Ataifor / Jofaina/ Cuenco. Dibujo TIPOS III-IV-IB-IIIB.

Se ha considerado conveniente diferenciar este conjunto no solo por la carena presente en el cuerpo del recipiente, sino también por su técnica de elaboración, su decoración y acabado, que difieren notablemente del TIPO I. En este caso, las piezas están elaboradas mediante torneta, de pastas claras y cocción oxidante, con desgrasantes minerales visibles de tamaño medio y no presentan un acabado vidriado de tonalidad melada, sino que están pulidas directamente sobre la arcilla utilizando algún tipo de herramienta para ello, aplicación que ya ha sido estudiada en la zona de Algeciras (PERLES y ANDRADES, 2009: 192) o en la zona del Garb al-Ándalus, en concreto en Mértola (GÓMEZ, 2004: 233 y 251) en un contexto cronológico similar, así como en contextos califales (VALLEJO, ESCUDERO, 1999: 140). Asimismo, se ha podido documentar la presencia de pintura realizada con manganeso o almagra que se aplica directamente con los dedos, formando bandas verticales tanto en el labio del recipiente como en su parte exterior, o en el caso de la pieza II.6, que presenta una decoración ondulada en su moldura exterior.

-TIPO III. En este caso, se trata de ejemplares sin ningún engrosamiento del borde y labio redondeado, con un diámetro de dimensiones reducidas (entre 12 cm y 8 cm de diámetro máximo), considerándose por lo tanto como pequeños recipientes de presentación de alimentos, también considerados como cuencos. En este caso, aparecen acabados bien en vidriado de coloración melada o amarillenta, o en el caso de uno de los recipientes estudiados, aparece totalmente quemado por su exposición continua al fuego (III.1). Normalmente, este tipo de vajilla no debería usarse en el ámbito de la cocina, sin embargo, concretamente este cuenco, entendemos que ha funcionado como elemento multifuncional.

-TIPO IV. En este caso, hemos diferenciado un único borde, también sin engrosamiento, pero con el labio bífido que probablemente sirve como una cama donde apoyar una tapadera (GÓMEZ, 2009: 33) de grandes dimensiones (Ø 30 cm) y cuerpo semiesférico. Está elaborado con pastas claras, cocción oxidante y a torneta. Su acabado es, al igual que el TIPO II, totalmente alisado, directamente utilizando alguna herramienta sobre la arcilla y sin ninguna decoración en la misma.

En este punto debemos indicar que las piezas II.2, II.3; II.6, II.11 y IV.1 se han incluido en esta serie tipológica por su morfología bastante similar al resto de piezas destinadas a la mesa, sin embargo, presentan un grosor en su perfil más ancho que el resto y un acabado más tosco y grosero, menos refinado que aquellas piezas vidriadas más elaboradas como vajilla de mesa. Sin embargo, estos recipientes podían adaptarse a diversas actividades domésticas, incluidas funciones culinarias. Por su estructura y forma es posible que, en determinados contextos, también se emplearan como vajilla destinada a la cocción de alimentos.

Con respecto a las bases de esta serie se han diferenciado tres variantes:

El TIPO IB presenta una base con pie anular o de solero, de perfil pequeño y estrecho, con un acabado vítreo en tonalidad melada y decorado con líneas concéntricas en óxido de manganeso.

El TIPO IIB está representado por piezas con base plana, elaboradas a torno lento, de pastas claras y con una pátina muy alisada (II.2, II.3 y II.11), pertenecientes a los recipientes prácticamente enteros).

Por último, el TIPO IIIB, posee una base con pie de solero, elaborada a torno, de pastas claras y cocción oxidante, muy similar al TIPO IB, sin embargo, en este caso el vidriado es de tonalidad mucho más tenue y no presenta una decoración en óxido de manganeso.

Por otro lado, resultan de interés las formas cerradas de este mismo conjunto de mesa, representadas principalmente por la serie Jarro/Jarrito y Jarra/ Jarrita y todas sus variantes (Figuras 10.a y 10.b). Estos recipientes estaban destinados, principalmente, al servicio del agua.

Figura 10.a. Serie Jarro/Jarrito y Jarra/Jarrita y variantes. Dibujo bordes.

Figura 10.b. Serie Jarro/Jarrito y Jarra/Jarrita y variantes. Dibujo bases.

Según Zapata y Muñoz (2006: 101-102), las jarritas eran utilizadas directamente como vasos para beber, por sus dimensiones más reducidas y por poseer dos asas a ambos lados para facilitar su agarre. Por otro lado, las de mayor tamaño cumplían otra función específica, ya que estaban destinadas a acarrear agua desde la acequia o fuente hasta la vivienda. Una vez en la casa, el líquido se depositaba en tinajas o permanecía en las propias jarras, que se ubicaban habitualmente en la despensa o en la cocina. Por esta razón, estas piezas, a veces, se engloban dentro de la serie de almacenamiento y transporte.

En nuestro caso, disponemos mayoritariamente de piezas que están elaboradas comúnmente a torno, con pastas claras, cocción oxidante y pintadas con los dedos en manganeso o con almagra en la parte central o en el cuello del recipiente, alcanzando incluso su propio borde.

Atendiendo a su borde hemos podido diferenciar hasta cuatro tipos de estos recipientes, aunque no ha sido posible encuadrarlos en la serie jarro/jarrito o jarra/jarrita, ya que la mayoría están bastante fragmentadas y no han conservado su (o sus) asa (s).

-TIPO I. Este grupo se identifica con piezas elaboradas a torno, exceptuando una de ellas que está elaborada a torneta (I.4), de pastas claras y cocción oxidante que presentan un borde recto con labio redondeado y un cuerpo globular, y con un diámetro que oscila entre los 10 cm y 12 cm. En la mayoría de los casos están decoradas con almagra en el cuello y en la parte central del recipiente, o con manganeso como ocurre en el TIPO I.1.

-TIPO II. Se trata de una representación de piezas muy similar al TIPO I, elaboradas a torno, de cocción oxidante, y de borde recto y un cuerpo globular. Sin embargo, se diferencia del anterior tipo estudiado por presentar un labio apuntado y comúnmente más estrecho. Respecto a sus dimensiones, son generalmente de tamaño medio, con un diámetro en su borde que varía entre los 8 cm y los 14 cm máximo.

-TIPO III. Son piezas, que, al igual que las anteriores, están elaboradas a torno, de pastas claras y cocción oxidante. Presentan un cuello estrangulado, mientras que el borde tiende a exvasarse, con un engrosamiento al exterior de sección triangular. Estas piezas suelen estar decoradas con pintura en almagra, especialmente en la parte plana del labio. Al igual que en los casos anteriores son piezas que poseen unas dimensiones bastante similares entre sí, de tamaño medio y un diámetro en su borde de 8 cm, exceptuando el TIPO III.1 en el que (el diámetro) es más ancho.

-TIPO IV. Corresponde a una pieza singular que presenta un borde trilobulado con pico vertedor y un cuerpo presumiblemente globular. Está elaborada a torno lento y tiene engobe con una tonalidad muy oscura.

Aunque por su decoración no presenta ningún tipo de paralelismo, debemos señalar que durante este periodo es muy común encontrar esta forma de bordes, especialmente en los útiles destinados a escanciar agua (ZAPATA, MUÑOZ, 2006: 101).

Por otro lado, de la serie Jarro /Jarrito, se han podido estudiar tres ejemplares de jarros de grandes dimensiones, que podrían identificarse, incluso, como cántaros en su concepción más actual. Estos presentan el mismo modelo de borde que hemos identificado con el TIPO III, caracterizado, como se ha comentado previamente, por un cuello rectilíneo ligeramente divergente, ligeramente estrangulado en su unión con el cuerpo, borde engrosado al exterior de sección triangular y labio plano, aunque su diámetro es más reducido que los ejemplos anteriores, alcanzando tan solo 7 cm de diámetro máximo. De este labio arranca un asa plana, ubicada prácticamente a la misma altura, que se prolonga en forma de L invertida hasta alcanzar la parte central del cuerpo del recipiente. No es posible determinar con certeza cómo era la base de estas piezas, aunque presumiblemente sería plana. Tanto el borde como el cuello y el cuerpo troncocónico invertido están elaborados a torno, utilizando pastas claras y cocción oxidante, con una decoración con pintura que por su tonalidad parece ser óxido de hierro, aunque aparece bastante degradado (Figura 11).

Figura 11. Jarro de grandes dimensiones: representación del borde, cuello y asa.

En cuanto a sus bases, se han identificado dos tipos diferentes. El mayoritario, denominado TIPO IB, corresponde a bases planas que, en algunos casos, presentan una variante con un suave reborde justo al inicio de la base (IB.6 e IB.9). Estos fondos están todos realizados a torno, evidenciando sus improntas en la parte interna de la pieza. Al exterior, las pastas aparecen bien alisadas. Por otro lado, se ha documentado una base con pie anular o anillo de solero, clasificada como TIPO IIB. Esta base tiene un perfil ligeramente exvasado y un pie poco pronunciado. En el interior, presenta un vidriado en tonalidad melada, mientras que al exterior se observa un acabado liso, dejando a la vista la pasta de coloración clara.

Igualmente destinada a la mesa, se han identificado ejemplares atribuidos a la familia Redoma o Botella (Figura 12). De acuerdo con el estudio del borde, se ha identificado un único tipo, caracterizado por un labio redondeado con moldura exterior que forma un reborde, un cuello alargado y estrecho, y un cuerpo presumiblemente esférico. Estas piezas están elaboradas a torno, con desgrasantes minerales muy decantados, y presentan un acabado vidriado tanto en el exterior como en el interior, en tonos melados. Con toda probabilidad, se trata de recipientes pequeños que, según paralelismos con otros asentamientos, podrían estar destinados a contener líquidos oleaginosos (ZAPATA y MUÑOZ, 2006: 101; PÉREZ y JIMÉNEZ, 2018: 174).

Figura 12. Serie Redoma/Botella. Dibujo.

Asimismo, se ha identificado una variante con la misma forma del borde y del labio. Sin embargo, en este caso, la moldura no es tan pronunciada junto al borde, sino que se retranquea hacia la mitad del cuello de la botella, lo que sugiere que nos encontramos ante una pieza más esbelta y alargada, probablemente destinada a contener otro tipo de líquidos (TIPO I.3).

En cuanto a la tipología de las bases de estos recipientes, se ha estudiado una sola representación, correspondiente a una forma plana, elaborada con pastas claras o anaranjadas y con cocción oxidante, donde no se evidencian desgrasantes minerales, o estos están muy decantados. Presenta una decoración vidriada en ambas caras, con tonos verdosos en el interior y melados en el exterior.

3.2.3 Piezas de almacenamiento y transporte

Junto a este amplio repertorio de mesa, que responde, sin duda, a los ejemplares más numerosos de nuestro estudio, se han podido analizar otras series tipológicas que podrían incluirse dentro de una clara funcionalidad de almacenamiento y transporte, o bien piezas que pueden emplearse en cualquier tipo de uso doméstico.

Destaca la serie Tinaja, con piezas concebidas como grandes contenedores para guardar alimentos, semillas y otros productos. Están realizadas a mano, con pastas claras y cocción oxidante. Sus paredes son gruesas y toscas, con desgrasantes minerales visibles en toda su estructura, lo que garantiza una arcilla bien compactada y resistente. Se ha identificado un único tipo de borde, de 16 cm de diámetro, redondeado y con engrosamiento hacia el exterior. Las paredes se ensanchan, sugiriendo un cuerpo elipsoidal, aunque no se han hallado fragmentos que permitan precisar la forma de la base. Además, se han estudiado formas amorfas que destacan por sus motivos decorativos, como incisiones a peine, formando ondas o bien líneas verticales sobre la propia arcilla, motivos decorativos acordonados o un fragmento de grandes dimensiones en el que se alternan las incisiones onduladas a peine y un estampillado donde se puede apreciar una estrella de seis puntas, con un evidente carácter simbólico y apotropaico (Figura 13).

Figura 13. Serie Tinaja. Dibujo.

Por otro lado, tan solo hemos podido estudiar un ejemplar de la serie Orza, prácticamente completo (Figura 14). Esta pieza, de 10 cm de diámetro de su boca, tiene un cuerpo semiesférico o globular, cuello bajo, borde ligeramente exvasado, labio redondeado y, probablemente, base convexa, aunque no se encontraron fragmentos que lo confirmen. Conserva al menos un asa, de la que únicamente se ha preservado el extremo inferior unido al cuerpo. Ha sido fabricada a torno, con pastas claras y cocción oxidante, sin evidencias visibles de desgrasantes minerales o con estos muy decantados. Carece de decoración o acabado específico.

Figura 14. Recipiente Serie Orza. Dibujo.

Funcionalmente este contenedor parece destinado al almacenamiento doméstico, aunque también pudo emplearse para transportar líquidos o sólidos.

Igualmente, como piezas de almacenamiento o transporte de alimentos, se han registrado dos galbos que destacan por su diferencia con el resto del conjunto estudiado.

En ambos casos se trata de elementos elaborados con pastas de coloración rojiza y desgrasantes minerales claramente visibles, de tamaño variado. Uno de ellos presenta un acabado tosco y poco refinado, lo que sugiere que podría formar parte de un contenedor, decorado con incisiones que forman motivos geométricos. El otro galbo, en contraste, muestra un trabajo más cuidado, con pastas lisas y de textura fina, además de un engobe con almagra.

Determinar con precisión a qué tipo de objeto corresponden estos fragmentos resulta complejo, ya que ambos presentan una pequeña muesca puntiaguda en el extremo, lo que genera ambigüedad en su interpretación. Sin embargo, sugiere que podrían pertenecer a recipientes destinados al transporte, en este caso de líquidos, y que podrían corresponder a la serie conocida como Cantimplora (Figura 15).

Figura 15. Reconstrucción hipotética de la serie Cantimplora. Fotografía base: cantimploras Gil de Olid y Castillo de Sabiote (Jaén). Abajo, dibujo de los fragmentos estudiados. Fuente de las fotografías superiores: https://ceres.mcu.es/pages/Viewer?accion=4&AMuseo=MJ&Ninv=DJ/DA02867
https://ceres.mcu.es/pages/Viewer?accion=4&AMuseo=MJ&Ninv=DJ/DA03840

Según Guillermo Rosselló (1991: 165), este tipo de recipiente es descrito como un "[…] contenedor de líquidos, de pequeño tamaño, utilizable para el trabajo rural […]", aunque también es usada por los ejércitos en campaña. Esta interpretación se apoya en el diseño y la funcionalidad común de este tipo de objetos. Desconocemos la morfología completa de nuestras piezas, así como la forma de su borde o base, ya que, con alta probabilidad, lo analizado corresponde únicamente a la parte central del recipiente. Estos ejemplares están realizados a torno, con un cuerpo esférico u ovalado, y su proceso de fabricación sigue varias etapas. Inicialmente, se modelan ambas caras de manera independiente, haciendo girar el torno hacia el centro del recipiente, donde queda un pequeño saliente. Posteriormente, ambas partes se unen, generando un perfil grueso que define la anchura característica de la cantimplora.

El diseño hipotético de estos recipientes se ha seguido usando modelos de cantimploras recogidas y registradas en la provincia de Jaén, aunque, si bien en este caso se adscriben al periodo almohade, pueden mantener una estructura morfológica bastante similar para el periodo que nos interesa (Museo de Jaén. Número de inventario DJ/DA03840 y DJ/DA02867).

Por último, dentro de los recipientes utilizados para el almacenamiento y transporte, en este caso de líquidos, hemos considerado apropiado introducir la serie Arcaduz o Cangilón de noria (ROSSELLÓ, 1991: 149, 174) (Figura 16).

Figura 16. Serie Cangilón/Arcaduz. Dibujo y fotografía.

Normalmente es interpretado como parte del repertorio de piezas dedicadas al tema del almacenamiento y trasporte de líquidos o la hidráulica (PÉREZ, 2014: 230-232; PÉREZ, JIMÉNEZ, 2020: 37-38; JIMÉNEZ, PÉREZ, 2020: 89; MENDÍVIL, 2021: 633; PÉREZ, SALINAS, 2025: 7) aunque en otros casos, se ha interpretado como una pieza de diferentes usos (COLL, 2010: 215-216), o como utensilios agrícolas (GÓMEZ, 2004: 282).

En nuestro caso tan solo hemos podido identificar una única pieza de cangilón, que se corresponde con la base, elaborada a torneta, de pastas muy toscas y groseras, de coloración muy rojiza, y un perfil bastante ligero en las paredes, pero ancho en la base. Tiene forma tronconónica invertida, hasta alcanzar la base relativamente plana de tan solo 3 cm de diámetro.

3.2.4 Piezas de uso doméstico y múltiple. Objetos de carácter complementario asociado a algunas de las distintas piezas estudiadas

Por último, siguiendo nuestro esquema funcional y tipológico, hemos estudiado la serie Tapadera (Figura 17), con seis ejemplares registrados. En este caso se han identificado como un objeto adicional (PERLES y ANDRADES, 2009: 198); o como definió Rosselló (1991: 170) se trata de “[…] piezas de forma variada, elemento de cubrición de piezas cerradas […]”. Aunque las últimas investigaciones han ampliado generosamente el repertorio de esta serie, ya que desglosan los tipos de tapadera en función del recipiente que cubre, formalmente se pueden observar algunas diferencias entre sí, de manera que podemos hablar de tapaderas de tinajas, de elementos de cocina, o de utensilios destinados a la mesa (GÓMEZ, 2004: 259).

Figura 17. Serie Tapadera. Dibujo y fotografía.

Las piezas que hemos recuperado están realizadas con arcillas de tonalidades anaranjadas o rojizas, elaboradas a torno, probablemente a torno lento. En ellas se observan desgrasantes minerales de tamaño fino y medio, con una visibilidad variable. Como se ha indicado, este tipo de piezas estaba destinado a la cubrición de otros recipientes, siendo fundamental analizar el diámetro para determinar las series tipológicas más empleadas. En el caso estudiado, su uso predominante fue para cubrir recipientes cerrados dedicados a la cocina, principalmente ollitas o para otras actividades culinarias, sobre todo para cubrir jarritas, ya que algunas de estas piezas alcanzan los 12 cm (TIPO III.2) y 14 cm de diámetro máximo (TIPO I.2 y III.1), y algún jarro o jarra de hasta 16 cm de diámetro de boca (TIPO II.1). Además, en algunas de estas piezas aún es posible documentar signos de su exposición al fuego.

En función de su morfología, se han identificado tres tipos:

-TIPO I, grupo que incluye piezas elaboradas con toda probabilidad a torneta, fabricadas con pastas ligeramente rojizas o anaranjadas, alteradas por la exposición al fuego. Presentan un borde apuntado y una forma cóncava que desciende hacia la parte central, donde se incorpora un asa o mamelón de tendencia ovalada. Estas piezas suelen mostrar una ligera muesca que permite su adaptación al cuello del recipiente a cubrir, que probablemente eran recipientes cerrados de cocina, como ollas y cazuelas.

-TIPO II, se caracteriza por un perfil completamente invertido, con un borde redondeado, labio plano y cuerpo convexo. La tapadera estudiada está elaborada a torneta (son visibles las marcas del torneado discontinuo), con pastas más homogéneas y claras, con desgrasantes minerales menos visibles o incluso ausentes debido a una mayor decantación. Este acabado sugiere que esta pieza, de 16 cm de diámetro, estaba destinada a cubrir recipientes cerrados de mesa, sobre todo jarras o jarros evitando la pérdida de líquido durante el transporte. En este caso, la tapadera apoyaría directamente sobre el recipiente o este tendría un diámetro ligeramente superior.

-TIPO III, se trata de piezas elaboradas a torno, mucho más homogéneas, de pastas anaranjadas y con desgrasantes minerales bastante decantados. Son piezas de paredes exvasadas y labio redondeado o plano, y con base plana, y cuerpo hacia el interior cóncavo, muy similar a las piezas TIPO I, si bien en ningún caso se ha recuperado el asa, mamelón o agarre de la pieza, entendemos que deberían de funcionar de manera muy similar.

3.2.5 Cerámica asociada a la construcción

Junto al resto del ajuar cerámico que claramente se adscribe como formas de uso culinario y doméstico, se han analizado fragmentos de piezas cerámicas consideradas como elementos de construcción.

En nuestro caso, se trata de fragmentos de tejas curvas, heredadas de los ímbrices romanos, con una forma trapezoidal, alargada, con sección semicircular, y una anchura que, a pesar de que los fragmentos son relativamente pequeños, no superan los 25 cm de longitud máxima, entendemos que mantendrán la misma fisonomía que otras piezas completas que van decreciendo de un extremo a otro, con tejas que oscilan entre los 35 y 45 cm de largo máximo (GILOTTE, CÁCERES (coord.), 2017: 71; ARGÜELLO, PEDREGAL, 1997: 705). Están fabricadas en arcilla con pastas claras, apenas depuradas. Su superficie exterior presenta un acabado liso y cuidadosamente trabajado, con una ligera curvatura. En contraste, la parte interna es rugosa y tosca, evidenciando tanto las marcas dejadas por las manos del alfarero como la composición de la materia prima, que incluye restos de paja y pequeñas partículas minerales mezcladas con la arcilla (Figura 18.a y Figura 18.b).

Figura 18.a. Tejas documentadas durante la excavación arqueológica. Forma dentada.

Figura 18.b. Dibujo arqueológico de las tejas con forma dentada.

Aunque estas piezas no destacan por tener decoración incisa o pintada, como se ha documentado en otras regiones (ARGÜELLO, PEDREGAL, 1997; ORDÓÑEZ, 2019; GUIMERÀ, 2021), resultan significativas por una característica particular y es que uno de sus lados mayores está dentado. Este detalle, lejos de ser fortuito, parece responder a una funcionalidad específica, posiblemente relacionada con un sistema de alero en las cubiertas del edificio que se ha documentado en el yacimiento, del que hasta el momento no tenemos paralelos en la construcción andalusí.

Tal y como explica D. Guimerà (2021: 111), en la arquitectura tradicional, la solución que se origina entre la fachada del edificio y su cubierta viene marcada por un alero caracterizado por una cornisa que remata el muro y sobre este se apoya el tejado. De manera que, junto a una clara funcionalidad constructiva, se adquiere un valor añadido de función estética, consiguiendo embellecer el conjunto arquitectónico, que en algunos casos se caracteriza por colocar ladrillo a soga o tizón y sobre este la teja, bien decorada con pintura aplicándole diferentes colores, mayoritariamente blanco de cal, almagra de óxido de hierro y negro de carbón, simulando el arte constructivo del alero mudéjar que se expandió por la zona de influencia aragonesa (GUIMERÀ, 2021: 114), o bien utilizando cerámica vidriada.

En el caso que nos ocupa, es posible que el detalle de representar las tejas dentadas por el lado visto no es sino un novedoso sistema de decoración de los aleros de los edificios andalusíes que con el tiempo fue evolucionando hasta alcanzar estas nuevas soluciones estéticas a la vez que simbólicas o de estatus social (GUIMERÀ, 2021: 121; GABARRÓ, 1996: 252-253).

3.3 La decoración del repertorio cerámico

En el estudio cerámico, además de valorar y analizar en detalle la morfología, tipología y funcionalidad de las piezas, resulta imprescindible considerar también su acabado y decoración (Gráfico 1). Este enfoque permite lograr avances significativos en la investigación que se está llevando a cabo, contribuyendo a una comprensión más amplia y precisa del contexto estudiado. Por ello, al analizar la decoración de los recipientes estudiados, se puede afirmar que las técnicas decorativas predominantes en el Cerro de la Defensa son las siguientes: pintada, estampillada, incisa, en relieve, bruñida y vidriada. No obstante, como señala Cavilla (2005: 119-120): "El acabado en vedrío de la superficie interior o exterior busca disimular el color natural de la pasta y mejorar la impermeabilidad del recipiente, por lo que, en principio, el vedrío no supone una técnica decorativa, sino un recurso técnico”.

Gráfico 1. Representación de la decoración de la cerámica estudiada.

En nuestro caso, el vidriado de algunas de las piezas ha servido para higienizar los alimentos y que no se vean afectados por la propia arcilla del recipiente (COLL, 2010: 218), aunque ello implica un carácter llamativo y lujoso, y, en algunos casos, podría ser considerado como recipientes aptos para una población más selecta (GÓMEZ, 2014: 85).

3.3.1 Decoración pintada

Este grupo decorativo es, sin duda, el más destacado dentro del corpus ceramológico estudiado. Se aplica generalmente mediante la utilización de los dedos o bien a partir de herramientas de gran precisión para trazar los motivos sobre el barro aún fresco o, en ocasiones, sobre un engobe blanco que posteriormente realza los diseños.

Se emplean colores monocromos, utilizando óxido de manganeso, almagra u óxido de hierro, con los que se logran composiciones y patrones de alta calidad simétrica. Este tipo de decoración está presente en casi todas las series tipológicas analizadas:

En las ollas y ollitas, se han estudiado prácticamente por igual piezas decoradas con pintura en óxido de manganeso o en almagra. Las primeras presentan bandas longitudinales realizadas con toda probabilidad con los dedos, en la parte central del recipiente hasta alcanzar la carena pronunciada del TIPO II, mientras que las segundas mantienen pintura en óxido de hierro en la parte superior del labio de los recipientes.

En las cazuelas, se ha estudiado un recipiente que presenta pintura en manganeso en su borde, y en otro caso se observa pintura en la parte interior de la base, utilizando óxido de hierro para dibujar pequeñas líneas con forma ondulada.

Por su parte los ataifores/jofainas/cuencos, aparecen minoritariamente pintados con óxido de hierro o almagra, sobre todo en la parte exterior del recipiente y en la parte superior del borde, formando pequeñas “gotas” pintadas.

En las redomas o botellas tan solo hemos podido estudiar un único motivo decorativo pintado en almagra en la parte superior del labio del recipiente formando un dibujo lineal, siendo mucho más interesantes los motivos pintados en los Jarros/Jarras y sus variantes, donde se ha podido estudiar pintura en almagra con bandas longitudinales, normalmente en el borde y cuello del recipiente, mientras que en manganeso se dibujan tanto en sentido horizontal, en la parte globular del recipiente, como en sentido vertical, muy similar a las bandas dibujadas con almagra.

Resulta interesante destacar el uso de pintura roja aplicada en las partes superiores del labio y del asa del jarro estudiado de grandes dimensiones. Esta decoración se manifiesta mediante bandas longitudinales o pequeños puntos de pintura, posiblemente realizados con las yemas de los dedos, bordeando toda la boca de la pieza (Figura 19).

Figura 19. Representación de decoración pintada en almagra sobre borde y asa del Jarro. Cerro de la Defensa (Uclés).

Por norma general, como ya hemos advertido, los diseños se elaboran con los dedos, creando bandas paralelas tanto verticales como horizontales (dependiendo de si se encuentran en el cuello o en la parte globular de la pieza). De manera esquemática estas representaciones evocan "la mano de Fátima" o el nombre de Allah, otorgando a las piezas un propósito protector para evitar la contaminación de alimentos o líquidos, manteniéndolos purificados en todo momento (CAVILLA, 2005: 326; REKLAITYTE, 2013-2014: 192).

3.3.2 Decoración estampillada

La presencia de piezas estampilladas se documenta desde la época califal y a lo largo de los reinos de taifas, alcanzando su mayor esplendor durante el periodo almohade (RIERA, ROSSELLÓ, SOBERATS, 1997: 164; PÉREZ, RETUERCE, 2009: 1005; COLL, 2010: 205; GÓMEZ, 2014: 92).

En este momento, esta técnica decorativa se estandarizó, convirtiéndose en una tipología común en todo al-Ándalus. Además, se le añadía un vidriado exterior normalmente de coloración verdosa, y en ocasiones también interior, configurando un conjunto de piezas de alta calidad tanto técnica como decorativa (GÓMEZ, 2014: 91; FUERTES, 2010: 88).

En el Cerro de la Defensa, se ha podido estudiar un único tipo de tinaja estampillada de grandes dimensiones. Se trata, como bien hemos introducido anteriormente, de una pieza muy tosca y gruesa, de pastas claras y cocción oxidante, donde se puede observar incluso los desgrasantes minerales de la arcilla de tamaño medio que consiguen que la pieza quede totalmente compactada. Con toda probabilidad la técnica de elaboración fuera el urdido, que se ayudaría de un torno lento, con un acabado parcialmente alisado y rematado con una serie de motivos estampillados, situados en buena parte del cuello del recipiente y el cuerpo globular.

El diseño realizado mediante un sello o tampón sobre la arcilla aún fresca representa una estrella de seis puntas enmarcada por ondas realizadas a peine y entre las puntas se insertan pequeños círculos configurando un motivo decorativo singular y vistoso (Figura 20). Como bien se ha podido estudiar en otros contextos (AMORES, 2016: 60-61; REKLAITYTE, 2013-2014: 194; GÓMEZ, 2014: 91), este detalle decorativo no solo confería al recipiente un alto valor estético, sino que también su ornamentación servía para proteger el contenido alimentario y en aspectos más generales preservaba el hogar y a sus habitantes.

Figura 20. Decoración estampillada sobre tinaja. Dibujo y fotografía. Cerro de la Defensa (Uclés).

Estas piezas solían ocupar lugares destacados en las viviendas, generalmente en espacios abiertos como los patios, donde permanecían visibles tanto para los habitantes como para los visitantes (GILOTTE, CÁCERES (coord.), 2017: 115). Sus motivos decorativos no solo denotaban el lujo y el poder adquisitivo de la familia, sino también su fervor religioso. En los grandes contenedores la decoración combinaba diversas técnicas. Aunque la estampilla era la predominante, se complementaba con motivos incisos que reducían la monotonía del diseño repetitivo. Esto acentuaba los contrastes de luces y sombras, incrementando la belleza de las piezas (CAVILLA, 2005: 326).

Este tipo de motivo decorativo no es exclusivo ni aislado de este contexto cronológico almorávide, puesto que en Al-Balat, en Cáceres, las doctoras S. Gilotte y Y. Cáceres (a quienes agradecemos su colaboración y la implicación en la documentación gráfica y fotográfica de este tipo de motivos iconográficos) han podido localizar fragmentos muy similares a los estudiados en el Cerro de la Defensa, y de manera más notable en el periodo almohade, si bien para este momento la decoración evolucionó incorporando la estrella de ocho puntas junto a nuevos motivos, entre ellos epigrafía árabe que hacía referencia a lo sagrado (ÁLVARO, 2007; CANO, 2009; MENÉNDEZ, 2005; MARTÍNEZ, 2011; RIERA et alii, 1997).

3.3.3 Decoración incisa

Las decoraciones incisas, al igual que las formas pintadas, son de las más comunes en los repertorios cerámicos debido a su sencilla ejecución y versatilidad en los diseños (ÁLVAREZ, 2010: 294). Se realizan utilizando un punzón, un objeto cortante o un peine de trazo fino, aplicados manualmente mientras se gira el torno de forma progresiva, cuando la arcilla aún está fresca, justo antes de ser introducida en el horno.

En el Cerro de la Defensa las decoraciones incisas observadas consisten principalmente en motivos ondulados realizados sobre los galbos de las tinajas. Estas decoraciones, ejecutadas con un instrumento punzante, presentan diseños imprecisos, lo que genera un acabado simple pero distintivo. Este estilo es característico del mundo andalusí, como se ha corroborado desde los primeros estudios cerámicos (HERNÁNDEZ, LÓPEZ, MAESTRE, 2021: 86-103; VICO, 2021), consolidándose como un recurso ampliamente empleado en época almohade (CAVILLA, 2005: 321; FUERTES, 2010: 201-260; PERLES, ANDRADES, 2009: 179-204; PASCUAL et alii, 2009: 355-372).

3.3.4 Decoración en relieve

Así mismo podemos indicar que en el Cerro de la Defensa se ha estudiado otro motivo decorativo en una de las tinajas analizadas que implica modificaciones en el recipiente antes de ser introducido en el horno. En este caso la técnica consiste en añadirle al recipiente prácticamente terminado un nuevo cordón de arcilla por su cara exterior, lo que consigue una doble función ya que, por un lado, permite que el recipiente quede totalmente reforzado, y además actuará como elemento decorativo (GÓMEZ, 2014: 199) (Figura 21).

Figura 21. Decoración en relieve sobre tinaja. Dibujo y fotografía. Cerro de la Defensa (Uclés).

Una vez añadida la arcilla, pueden desarrollarse diferentes diseños. Entre ellos destacan formas acordonadas, trenzadas, espigadas o como ocurre en este caso, que es impresa o ungulada, que posiblemente se obtiene al presionar con la uña sobre este nuevo cordón de barro o con algún tipo de herramienta punzante. Aunque esta técnica recuerda a la estampillada, difiere en que los diseños no se realizan con un tampón o sello, sino de manera manual cuando el barro aún está fresco.

3.3.5 Decoración bruñida/alisada/pulida

Las piezas cerámicas con la técnica del bruñido se pueden retrotraer a la Prehistoria, donde son muy abundantes los estudios sobre este tratamiento (VALLEJO, 1999: 85-100; CONTRERAS (ed.), 2000; AMARO DE CARVALHO, 2010; GONZÁLEZ, REGUERO, 2018: 17-41), si bien, continúa siendo un elemento decorativo que se aplicará durante los siglos IX y X en la zona de Marruecos (ACIÉN et alii, 1999: 52), en la zona de Córdoba (FUERTES, 2010: 94), en Mértola (GÓMEZ, 2014: 83-84) o en Algeciras (PERLES, ANDRADES, 2009: 201) en un contexto cronológico muy similar al estudiado para el Cerro de la Defensa.

En nuestro caso, en las piezas recuperadas adscritas dentro de la serie Ataifor/Jofaina/Cuenco, se puede observar cómo el alfarero, antes de cocer la pieza, acaba frotándola, por su cara externa e interna, con algún tipo de utensilio de manera constante y repetitiva, hasta conseguir un aspecto exterior perfectamente alisado y muy brillante. Esta actuación puede sugerir una doble funcionalidad, por un lado, servir como un motivo decorativo y, por otro, conseguir eliminar el exceso de agua durante la elaboración, y, por lo tanto, con su cocción se consigue mayor impermeabilización, limitando y regulando la conservación y circulación de los líquidos (Figura 22).

Figura 22. Decoración bruñida/alisada/pulida sobre ataifores. Dibujo y fotografía. Cerro de la Defensa (Uclés).

3.3.6 Decoración vidriada

Por último, debemos hacer mención a las piezas que aparecen vidriadas en nuestro repertorio cerámico que, a pesar de ser un porcentaje inferior respecto al resto de vajilla estudiada (17,60 % del total), se trata de piezas de gran interés.

Como hemos expuesto anteriormente, en algunos casos el vidriado ha sido considerado como una terminación/acabado y un recurso técnico cuya finalidad no era otra que conseguir que la arcilla no entre en contacto directo con el alimento, y, por lo tanto, alcanzar una clara higienización de los alimentos expuestos (ÁLVARO, 2007: 340-341; SALINAS, 2012: 24; GÓMEZ, 2014: 85). Sin embargo, puede ser considerado como un nuevo aspecto ornamental del propio repertorio cerámico cuando se le añaden motivos trazados con diferentes óxidos según el resultado que se quiera obtener. De esta manera se consiguen formas esquemáticas, florales, vegetales e incluso epigráficas que, bajo o sobre la pasta vítrea normalmente en tonos blancos, melados o verdes, ofrecen un nuevo repertorio decorativo y ornamental.

En la mayoría de los recipientes estudiados en el Cerro de la Defensa, se han analizado piezas vidriadas monócromas, aplicadas al exterior y/o interior del recipiente, de manera bastante consistente, normalmente, de tonalidad melada, sobre todo en los ataifores (tanto al exterior como al interior), en la base de alguna jarrita, en el borde y cuello de las redomas expuestas o incluso en el borde de una ollita, de pequeñas dimensiones, en tonalidad verdosa, de la que se puede observar su acabado tanto al interior como al exterior, si bien, como advertimos anteriormente, las dimensiones tan reducidas de la pieza obligan a presuponer que su vidriado exterior se debe a la técnica del vertido del óxido sobre la pieza antes de su cocción (Figura 23).

Figura 23. Fragmento de ollita vidriada en verde. Dibujo y fotografía. Cerro de la Defensa (Uclés).

Con relativa frecuencia, encontramos dentro de nuestro ámbito piezas monócromas combinadas con trazos normalmente de óxido de manganeso o de hierro, produciendo colores ocres, marrones y tonos negros o pardos, y consiguiendo motivos muy sencillos mediante trazos semicirculares aplicados en la base interna del ataifor, formando líneas concéntricas, aunque irregulares en su forma, quedando en unos casos más anchos que en otros (Figura 24).

Figura 24. Decoración con óxido de manganeso sobre ataifores con acabado en vidriado de color melado. Cerro de la Defensa (Uclés).

Asimismo, en el borde de estos ataifores se ha representado un sistema similar de decoración, aunque, en este caso, sobre la pasta vítrea de color melado, dibujándose pequeñas “gotas” o formas lineales en diagonal de óxido de manganeso que se distribuyen aleatoriamente por todo el borde (Figura 25).

Figura 25. Decoración con “gotas de óxido de manganeso” sobre ataifores melados. Dibujo y fotografía. Cerro de la Defensa (Uclés).

Otra de las piezas que hemos podido estudiar en nuestro repertorio es un galbo, elaborado con la técnica de la cuerda seca parcial”.

En líneas generales, la técnica se elabora a partir de trazos de óxidos de hierro o manganeso que definen motivos florales, faunísticos o geométricos, mezclados con material animal o vegetal graso y, tras la cocción, este elemento quedará con una tonalidad mate negruzca, mientras que los diferentes elementos de su interior, que conformarán el dibujo central, acabarán con un esmalte vidriado de diferentes tonalidades (Figura 26). De esta forma se consigue no solo darle relieve al motivo decorativo, sino que esa grasa serviría como elemento que separaría los diferentes óxidos y colorantes evitando su contaminación y consiguiendo resultados bastante llamativos (ÁLVARO, 2007: 344; ZAPATA, MUÑOZ, 2006: 101), hasta el punto de que no solo se ha utilizado en el mundo culinario o de higiene personal, sino que igualmente forman parte de las técnicas arquitectónicas andalusíes (DÍEZ (ed.), 2023).

Figura 26. Decoración en “cuerda seca parcial”. Cerro de la Defensa (Uclés).

En nuestro caso, el fragmento es de pequeñas dimensiones y apenas nos ofrece información interesante sobre su motivo ornamental, si bien, se han aplicado diferentes trazos en verde y en ocre por la cara externa de la pieza, por lo que podemos interpretarla como un recipiente que posiblemente se atribuya a las series destinadas a la mesa para contener alimentos o ser servidos (serie Jarrito/Jarrita y sus variantes), o bien como elemento usado en la higiene personal.

4. INTERPRETACIÓN DEL REPERTORIO CERÁMICO

El conjunto de materiales cerámicos analizados en este estudio se sitúa cronológicamente en la primera mitad del siglo XII, coincidiendo con la consolidación del poder almorávide tras la batalla de 1108, momento en que se establecen tanto en Uclés como en otros territorios fronterizos a lo largo del Tajo.

El lote cerámico procede, como se señaló anteriormente, del espacio de la estancia del Área III, perfectamente contextualizado a partir de la intervención arqueológica efectuada durante las campañas de 2022 y 2023, respectivamente.

Gracias al estudio de estos materiales, podemos presuponer que se trata de un ámbito donde no predomina el lujo en la manufactura de sus piezas, sino que se trataría de una cerámica utilitaria destinada al uso cotidiano correspondiente a una unidad doméstica compuesta por piezas destinadas a la mesa y la cocina, destacando ollas, marmitas, jarritas, junto con cazuelas, ataifores, jofainas y cuencos, relegando a un segundo plano aquellos recipientes de almacenamiento o transporte, como jarros o tinajas, donde sus características formales son poco variadas y bastante limitadas si las comparamos con las producciones de otros periodos históricos de Al-Ándalus, cuya producción doméstica se amplía notablemente (BENEDITO, MELCHOR, 2020: 287; GARCÍA, 2020: 162-165; NAVARRO, 1986: 10-11; FUERTES, 2010: 12), siendo mucho más intensa a partir de la gran invasión almohade (GÓMEZ et alii, 2021: 140; JIMÉNEZ, PÉREZ, 2020: 182-183; ZAPATA, MUÑOZ, 2006: 101; PERLES, ANDRADES, 2009: 191).

Todo analizado refleja formas y técnicas atribuibles a comunidades norteafricanas, donde se observan características similares como la elaboración de algunas piezas utilizando la torneta, el estudio de un repertorio bastante homogéneo y uniforme e incluso algunos rasgos estandarizados a nivel formal (ACIÉN et alii, 1999: 49), aunque, igualmente, podríamos decir que se trata de producciones locales realizadas de manera artesanal.

Estas características no solo se han identificado en el Cerro de la Defensa, sino que también presentan paralelismos con otros asentamientos cercanos, como el Barrio de Estremera en Uclés, La Torrecilla (El Acebrón) y Sicuendes (Torrubia del Campo). A pesar de que el material en estos lugares ha sido recuperado en superficie mediante campañas de prospección extensiva en la zona inmediata, ha sido posible analizar diversos fragmentos de jarritas, ollas o ataifores, que comparten técnicas de elaboración, manufactura y acabado muy similares a las documentadas en este trabajo, lo que permite adscribirlos al proceso de ocupación del territorio por parte de los almorávides.

En otros asentamientos con ocupación almorávide (PERLES, ANDRADES, 2009: 191) se ha constatado la presencia de piezas decoradas mediante la técnica de "cuerda seca total o parcial"; sin embargo, en el caso del Cerro de la Defensa, esta representación es extremadamente limitada, documentándose un único galbo.

Del mismo modo, es importante señalar que el índice de piezas vidriadas en nuestro yacimiento es relativamente bajo. A pesar de que contamos con vidriado en algunas ollas, jarritas/jarritos o en dos bordes de la serie redoma, lo cierto es que existe una mayor concentración de los recipientes de mesa pertenecientes a la serie Ataifor/Jofaina/Cuenco, que presentan un acabado en vidriado monocromo de tonalidad melada en ambas caras, y en algunos casos acompañado de trazos decorativos en manganeso.

Esta serie tipológica está ampliamente documentada desde el califato, sin embargo, los estudios realizados en diferentes puntos de la geografía hispánica han evidenciado que, a lo largo del periodo andalusí, se producen ligeras variaciones en su perfil y morfología (PASCUAL et alii, 2009: 355-372; FLORES, MUÑOZ, LIROLA, 1999: 207-239; SANABRIA, 2022: 163-202, SALINAS, 2012: 250). Por un lado, la carena de estos recipientes experimenta una transformación progresiva, haciéndose cada vez más pronunciada hasta alcanzar su mayor desarrollo en el siglo XIII, tras la conquista castellana (PERLES, ANDRADES, 2009: 191). También se observan cambios significativos en las bases, junto a formas prácticamente planas conviven otras bases donde se le añade un pie anular o de solero y, a medida que nos acercamos al periodo almohade, estas se vuelven más gruesas y elevadas, con paredes más exvasadas (SALINAS, 2012: 250; CAVILLA, 2005: 164). Por último, se registran diferencias en la decoración. En algunos asentamientos de finales del siglo XII y principios del XIII, se documenta un vidriado más opaco, a lo que se suma que sus motivos decorativos en manganeso parecen ser más elaborados, reflejando un mayor nivel de detalle (GILOTTE, CÁCERES, 2017: 80; PÉREZ y JIMÉNEZ, 2018; JIMÉNEZ y NAVARRO, 1997: 42-50; CAVILLA, 2005: 493).

En el caso de los recipientes de mesa y presentación de alimentos del Cerro de la Defensa, se ha observado que mantienen cierta similitud con los documentados en Mértola (GÓMEZ, 2014: 127. Tipo 2A) y Albalat (CÁCERES, GILOTTE, 2021: 505. Tipo n.º 5) adscritos a principios del s. XII, o en Cercadilla (FUERTES, 2010: 57. Tipo 2), documentados durante el siglo XII y principios del s. XIII. En estos casos, presentan una carena no tan acusada que une el borde con el resto del cuerpo ligeramente semiesférico, exceptuando uno de estos recipientes mientras que, en nuestro repertorio, se aprecia esa carena más acusada y cuerpo tronconónico, más característico del mundo almohade. También es significativo que, en todos estos casos, los bordes de los recipientes suelen ser bastante similares, engrosados y/o de sección triangular.

Por lo que respecta a las bases estudiadas en nuestra área, presentan una base ligeramente convexa y con un pie anular o de solero muy similar a los estudiados en la zona de Cercadilla o en Lorca (FUERTES, 2010: 444. Tipo 3.1.A.2; ZAPATA, MUÑOZ, 2006: 101), caracterizados por tener poca altura y grosor.

En cuanto al motivo decorativo, el diseño es relativamente sencillo, compuesto por líneas concéntricas en la parte interna de la base del ataifor, realizadas con óxido de manganeso. Este estilo contrasta con las representaciones de otros asentamientos, donde se observa una técnica más compleja, utilizando círculos secantes que, en conjunto, parecen simular motivos vegetales o florales (GILOTTE, CÁCERES (coord.), 2017: 81) (Figura 27). Sin embargo, no se trata de un tipo de decoración exclusiva, ya que se han documentado piezas similares en la región portuguesa de Quarteira (CARVALHO, et alii (coord.), 2017. Figura 28).

Figura 27. Ataifor vidriado en melado decorado con óxido de manganeso. Motivo con líneas secantes. 1.ª ½ s. XII. GILOTTE, CÁCERES (coord.), 2017: 80-81.

Figura 28. Ataifor vidriado en melado decorado con óxido de manganeso. Cerro da Vila, Quarteira. Siglos XI-XII. Museu e Estaçáo Arqueologica Cerro da Vila, CV 70-91/42.

Una de las características más distintivas documentadas en el Cerro de la Defensa es que la mayoría de los ejemplares de esta serie tipológica presentan, tanto en su superficie interna como externa, un acabado muy pulido. Este tratamiento otorga a las piezas un alisado peculiar y un tacto suave. Sin duda, se trata de una técnica o elemento decorativo particular, con algunos paralelos localizados en piezas estudiadas en Algeciras (PERLES, ANDRADES, 2009: 201) y en Madinat al-Zahra (VALLEJO, ESCUDERO, 1999: 140) y (GÓMEZ, 2014: 126. Figura 5.3.1.1C).

En cuanto a la serie Jarrito/Jarrita y sus variantes, las piezas analizadas están elaboradas mayoritariamente con arcillas de tonalidad anaranjada, tal y como se han podido estudiar en Albalat, Cercadilla, Algeciras o incluso Mértola (GILOTTE, CÁCERES, DE JUAN, 2015: 767; FUERTES, 2010: 32; PERLES, ANDRADES, 2009: 188; GÓMEZ, 2014: 131). En estas piezas apenas se evidencia el trabajo del torno en la pasta.

La decoración predominante consiste en pintura de óxido de manganeso o a la almagra, aplicada con los dedos en bandas verticales. Se extiende de manera casi generalizada por las piezas estudiadas, algunas de ellas muy similares a las estudiadas en Mértola o Córdoba (GÓMEZ, 2014: 133. Figura 5.3.2.1B; SALINAS, 2012: 366. TIPO II).

Tal y como así ha estudiado la Dra. M.ª del Camino Fuertes en su estudio en Cercadilla (2010: 32-33), o la Dra. Elena Salinas (2012: 367-368) esta serie tipológica está bien documentada a lo largo del periodo andalusí hasta el siglo XIII, si bien las piezas estudiadas en este corpus intentamos encuadrarlas siguiendo la secuencia estratigráfica de la excavación.

Por último, la serie cazuela, funcionalmente encuadrada como recipientes de cocina, presenta una morfología y perfil bastante inusual con alguna similitud al estudiado en Cercadilla (FUERTES, 2010: 551. Tipo 7.4.C.2.2), aunque, en este caso, presenta un perfil y borde más delgado y se advierte que “son piezas que aparecen en todas las etapas medievales documentadas en el yacimiento” (FUERTES, 2010: 86) o en el teatro de Zaragoza, donde la Dra. A. Mendívil (2021: 504. Figura 98.3_P.123-74091) ha estudiado un recipiente que encuadra dentro de la serie cuenco, aunque también pueden adaptarse como un tipo de cazuela con una cronología que abarca hasta principios del siglo XII (MENDÍVIL, 2021: 501-503).

5. CONCLUSIONES

Con el presente texto hemos querido dar a conocer el ajuar cerámico recuperado en el Cerro de la Defensa de Uclés. A lo largo de varias intervenciones, hemos podido exhumar un recinto de cronología almorávide compuesto, hasta la fecha, por una fortificación y una mezquita en donde se ha recuperado un conjunto de materiales que, aunque no son especialmente numerosos, resultan muy representativos al estar acotados en una estratigrafía sellada. Este hallazgo ha sido complementado con estudios arqueométricos y paramentales, correspondientes a una etapa de la que apenas disponemos de contextos arqueológicos claros a lo largo de la península ibérica.

Conocemos los repertorios cerámicos del mundo omeya, representados sobre todo por piezas muy variadas que, a veces, alcanzan un gran esplendor, muy ornamentales, perfectamente acabadas, con una calidad excepcional en sus vidriados y decoración geométrica, caligráfica o vegetal. Por otra parte, la representación almohade, bien estudiada, incluye formas con una gran riqueza decorativa, que utilizan con mayor precisión la simetría y la complejidad, haciendo de su ornamentación una característica distintiva. Sin embargo, el periodo almorávide siempre ha quedado relegado a un segundo nivel, con escasa documentación, tanto en sus formas como en los acabados de sus vajillas.

El corpus cerámico de este enclave presenta ejemplares en los que destacan algunas piezas bastante elaboradas, aunque predominan recipientes más groseros y toscos que intentan imitar a las primeras. Esto sugiere una diversidad en la calidad y técnica de la cerámica producida. El uso de técnicas como el bruñido y la pintura en manganeso refiere una clara influencia norteafricana en este elenco de piezas. Por otro lado, los acabados más depurados, con piezas sometidas con toda probabilidad a una doble cocción para obtener vidriados melados de excelente calidad, pueden proceder de una influencia andalusí, cuyos alfareros trabajaban en hornos locales de gran precisión. Esto refuerza la hipótesis de un intercambio cultural y técnico en el Cerro de la Defensa, donde los recipientes utilizados en la vida cotidiana eran predominantes, relegando a un segundo plano las piezas más depuradas y lujosas.

Este hallazgo permite situar nuestro repertorio en un momento perfectamente acotado al periodo almorávide, con una horquilla cronológica precisa respaldada por los estudios arqueológicos realizados en el Cerro de la Defensa. Por su parte, la escasez de estudios cerámicos sobre el mundo almorávide convierte este trabajo en un aporte significativo para futuras investigaciones, que se deben complementar con nuevas campañas en este yacimiento y, también, reestudiando los materiales existentes de otros enclaves que tuvieron ocupación en la época que estamos trabajando.

BIBLIOGRAFÍA

ACIÉN ALMANSA, Manuel; CRESSIER, Patrice; ERBATI, Larbi. y PICON, Maurice (1999): “La cerámica a mano de Nakúr: siglos IX-X. Producción bererer Medieval”. Actas del Coloquio la Cerámica Andalusí, 20 años de investigación. Jaén, 15-17 de octubre, 1997, Arqueología y Territorio Medieval, 6, pp. 45-70. https://doi.org/10.17561/aytm.v6i0.1527

ALBARRÁN, Javier (2019): “Una reconquista de la reconquista: la reacción ideológica islámica al avance cristiano (ss. XI-XIII)”, C. de Ayala e I. C. Fernandes (eds.), La Reconquista. Ideología y justificación de la Guerra Santa peninsular, pp. 233-257. Madrid: La Ergástula.

ALBARRÁN, Javier (2021): “Victorias que hacen olvidar éxitos pretéritos: la memoria en torno a las batallas de Zalaca y Alarcos”. C. de Ayala, S. Palacios y F. García Fitz (eds.), Memoria y fuentes de la guerra santa peninsular (siglos X-XV), pp. 241-262. Madrid. Ediciones Trea.

ÁLVAREZ SANCHÍS, Jesús (2010): “La cerámica con decoración a peine: de “fosil guía” a indicador de etnicidad”, De la Región de Vacceo a la Arqueología Vaccea, pp. 293-318.

ÁLVARO ZAMORA, María Isabel (2007): “La cerámica andaluza”, Artigrama, 22, pp. 337-369. https://doi.org/10.26754/ojs_artigrama/artigrama.2007227903

AMARO DE CARVALHO, Gonçalo (2010): “La cerámica con decoración acanalada y bruñida en el contexto pre-campaniforme del Calcolítico de la Extremadura Portuguesa. Nuevos Aportes a la comprensión del proceso de producción cerámica en la Prehistoria Reciente de Portugal”. (Tesis doctoral inédita) Universidad Autónoma de Madrid.

AMORES CARREDANO, Fernando (2016): “El lenguaje visual del objeto en el mundo Almohade: de tinajas estampilladas a jarrones del paraíso”. Fátima Roldán Castro (ed.), La imagen y la palabra en el Islam, pp. 53-78. Universidad de Sevilla (Colección Estudios Árabo-Islámicos de Almonaster la Real, n.º 15). https://doi.org/10.12795/9788447221486

ARGÜELLO MENÉNDEZ, José Jorge.; PEDREGAL MONTES, Antonia (1997): “La expansión de las cubiertas de teja en Asturias durante la Edad Media. Tejas Medievales con inscripción en Asturiés”. Actes 6.º Congréss la ceramiqué medievale en Mediterranee, pp. 703-706. Aix en Provence.

BENEDITO NUEZ, Josep.; MELCHOR MONSERRAT, José Manuel (2020): “Hornos, alfares y producciones cerámicas andalusíes en el entorno rural de Castellón de la Plana”. Arqueología y Territorio Medieval, 27, pp. 269-297. https://doi.org/10.17561/aytm.v27.5013

BOSCH VILÁ, Jacinto (1990): Los almorávides. Granada: Universidad de Granada.

CÁCERES GUTIÉRREZ, Yasmina. E.; GILOTTE, Sophie (2021): “Entre fogones almorávides: un conjunto cerámico excepcional del S.XII (Albalat, Cáceres)”. M. Retuerce (coord.), Actas VI Congreso de Arqueología Medieval (España-Portugal): Alicante, 2019, pp. 503-507. Alicante: Asociación Española de Arqueología Medieval.

CALVO CAPILLA, Susana (2016): “De mezquita a iglesia: el proceso de cristianización de los lugares de culto de al-Ándalus”, P. Giráldez y M. Vendrell (coords.), Transformació, destrucció i restauració del espais medievals, pp. 129-148. Barcelona: Patrimoni 2.0.

CANO MONTORO, Encarnación (2009): “Nueva aportación a la producción cerámica del barrio alfarero de época almohade de Madinat Baguh (Priego de Córdoba): El hallazgo de tres tinajas estampilladas”. Antiqvitas, 21, pp. 181-192.

CANOREA HUETE, Julián (2015): La Alcarria, Serranía y la Mancha alta de Cuenca en el contexto de la frontera hispánica entre el Islam y la Cristiandad durante la Edad Media. Territorio, poblamiento y sociedad desde finales del siglo XI hasta mediados del XIII. (Tesis doctoral inédita). Universidad de Castilla-La Mancha.

CARVALHO, Antonio; PAULO, Dália; ALMEIDA, Rui Roberto (coord.) (2017): Loulé. Territórios, Memórias, Identidades. Roteiro. Museu Municipal Loulé.

CASTILLO ARMENTEROS, Juan Carlos (1998): La Campiña de Jaén en época Emiral. (ss. VIII – X). Jaén: Universidad de Jaén.

CAVILLA SÁNCHEZ-MOLERO, Francisco (2005): La cerámica almohade de la Isla de Cádiz (Yazirat Qadis). Cádiz: Universidad de Cádiz.

CODERA Y ZAIDÍN, Francisco (2004): Decadencia y desaparición de los almorávides en España. M.ª J. Viguera (ed). Valencia: Urgoiti Editores S.L.

COLL CONESA, Jaume (2010): “La época medieval. Cerámica del sector monumental”. Saguntum Extra, 8, pp. 201-224.

CONTRERAS CORTÉS, Francisco (ed.) (2000): Proyecto Peñalosa: Análisis histórico de las Comunidades de la Edad del Bronce del Piedemonte meridional de Sierra Morena y la Depresión Linares-Bailén. Sevilla. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.

DÍEZ JORGE, María Elena (ed.) (2023): Hecha de Barro y Vestida de Color. La cerámica arquitectónica de la Alhambra. Granada. Patronato de la Alhambra y Generalife. Junta de Andalucía.

FERNÁNDEZ PUERTAS, Antonio; MARINETTO SÁNCHEZ, Purificación (2020): “Tipología y usos de la vajilla cerámica en la Alhambra”. XVII Congreso de la Asociación de ceramología. Entorno a la cerámica medieval de los ss. VIII-XV. pp. 130-167. Ojós, Murcia: Asociación de Ceramología.

FLORES ESCOBOSA, Isabel; MUÑOZ MARTÍN, María del Mar; LIROLA DELGADO, Jorge (1999): “Las producciones de un alfar islámico en Almería”. Arqueología y Territorio Medieval, 6, pp. 207-239. https://doi.org/10.17561/aytm.v6i0.1533

FUERTES SANTOS, María del Camino (2010): La Cerámica medieval de cercadilla. Córdoba. Tipología, Decoración y Función. Sevilla: Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.

GABARRÓ VALL, Xavier (1996): “Tejas y ladrillos de alero pintados de Girona. Siglos XVI, XVII y XVIII. Análisis de las decoraciones”. Actas XIX Congreso de la Asociación de Ceramología obra negra y alfarería de cocina. Museu de la Terrissa de Quart (Girona), pp. 249-267. Girona: Quart.

GALLEGO VALLE, David; MOLERO GARCÍA, Jesús (2023): “Un campo sembrado de cruces rotas. La batalla de Uclés”. Desperta Ferro: Especiales, 35, pp. 40-46.

GALLEGO VALLE, David; MOLERO GARCÍA, Jesús; CASTILLA PASCUAL, Francisco Javier; PEÑA RUIZ, Cristina. y SANZ MARTÍNEZ, David (2016): “El uso del tapial en las fortificaciones medievales de Castilla-La Mancha: Propuesta de estudio y primeros resultados de la investigación”, Actas de las segundas jornadas sobre historia, arquitectura y construcción fortificada, pp. 215-234. Madrid: Instituto Juan de Herrera: Fundación Cárdenas, Centro de Estudios José Joaquín de Mora.

GALLEGO VALLE, David; RUIZ BRICIO, Miguel (2019): “La torre de Fuente del Pez o castillo de San Miguel, Palomares del Campo, Cuenca”, M. Salas (coord.), Cuenca, Castillos y Cuenca, pp. 355-358. Cuenca: Diputación Provincial de Cuenca.

GARCÍA FITZ, Francisco (2018): “El arzobispado de Toledo: una institución en un contexto de frontera”, C. de Ayala y S. Palacios (ed.), Hombres de religión y guerra. Cruzada y guerra santa en la Edad Media peninsular (siglos X-XV), pp. 49-70. Madrid, Sílex Ediciones.

GARCÍA PORRAS, Alberto (2013): “Los estudios de Arqueología Medieval en España. Punto de partida, líneas, enfoques y perspectivas de investigación”. Arqueología Medieval. Recerca Avançada en Arqueología Medieval, pp. 53-79.

GARCÍA PORRAS, Alberto (2020): “Mercado, redes comerciales, poder y producción cerámica en el sureste de la Península Ibérica durante la Edad Media. Una visión panorámica”. CRAG, 30, pp. 147-175.

GILOTTE Sophie.; CÁCERES GUTIÉRREZ, Yasmina (coord.) (2017): Al-Balat. Vida y Guerra en la Frontera de al-Ándalus (Romangordo, Cáceres). Cáceres: Junta de Extremadura. Diputación Provincial de Cáceres.

GILOTTE, Sophie; CÁCERES GUTIÉRREZ, Yasmina; DE JUAN ARES, Jorge (2015): “Un ajuar de época almorávide procedente de Albalat (Cáceres, Extremadura)”. Actas do Congreso Internacional a Ceramica Medieval no Mediterrâneo. Silves, 22-27 outubro’ 12, pp. 763-776. Campo Arqueológico de Mértola: Cámara Municipal de Silves.

GÓMEZ MARTÍNEZ, Susana (2004): “La cerámica islámica de Mértola. Producción y comercio”. (Tesis doctoral inédita). Universidad Complutense de Madrid. Visto online: https://docta.ucm.es/entities/publication/a727dbc3-755b-457a-ad49-6af169c0f151

GÓMEZ MARTÍNEZ, Susana (2009): “El papel de Mértola (Portugal) en el comercio regional de cerámica (siglos XI-XIII)”. J. Zozaya, R. Retuerce, M.A. Hervás y Antonio de Juan (eds.), Actas del VIII Congreso Internacional de Cerámica Medieval en el Mediterráneo. Ciudad Real-Almagro, Tomo 1, pp. 23-38. Ciudad Real: Asociación Española de Arqueología Medieval.

GÓMEZ MARTÍNEZ, Susana (2014): La cerámica islâmica de Mértola. Museu de Mértola. Mértola: Campo Arqueológico de Mértola.

GÓMEZ MARTÍNEZ, Susana; CAVACO, Sandra; COELHO, Catarina; COVANEIRO, Jaquelina; FERNANDES, Isabel Cristina; GOMES, Ana Sofia; GONÇALVES, María José; LINACIO, Isabel; LIBERATO, Marco; LOPES, Gonçalo.; BUGALHAO, Jacinta.; CATARINO, Helena (2021): “El uso del Vidriado en el Garb al-Ándalus y su lenta difusión”. J. Coll y M.ª E. Salinas (coord.). Tecnología de los vidriados en el Oeste Mediterráneo: Tradiciones islámicas y cristianas, pp. 129-152. Madrid: Ministerio de Cultura y Deporte.

GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Marina; REGUERO GONZÁLEZ, Jorge (2018): “La cerámica de retícula bruñida y de tipo carambolo en el Bronce Final / primera Edad del Hierro”. Revista de Historia Autónoma, 12, pp. 17-41. https://doi.org/10.15366/rha2018.12.001

GUIMERÀ, Domenec (2021): “Aleros cerámicos decorados: Nuevas Perspectivas”. Actas del XVIII Congreso de la AC (Xàtiva, 2015). Cerámica aplicada a la arquitectura: patrimonio público y privado. pp. 110-140. Onda: Asociación de Ceramología.

HERNÁNDEZ PÉREZ, Mauro.; LÓPEZ PADILLA, Juan A.; MAESTRE JOVER, Francisco Javier (2021): “En los orígenes del Argar: la Cerámica decorada como indicador arqueológico en su espacio social inicial”. Trabajos de Prehistoria, 78(1), pp. 86-103. https://doi.org/10.3989/tp.2021.12266

HERRERA PÉREZ, Saray (2014): “La Córdoba Almohade. Aproximación a su cultura material”. P. Cressier y V. Salvatierra (eds.), Las Navas de Tolosa 1212-2012. Miradas Cruzadas, pp. 509-514. Jaén: Universidad de Jaén.

IZQUIERDO BENITO, Ricardo. (1999): “Nuevas formas cerámicas de Vascos”. Arqueología y Territorio Medieval, 6, pp. 191-206. https://doi.org/10.17561/aytm.v6i0.1532

IZQUIERDO BENITO, Ricardo.; CÁCERES GUTIÉRREZ, Yasmina.; DE JUAN ARES, Jorge.; CANTO GARCÍA, Alberto (1999): Catálogo de la exposición “Vascos. La vida cotidiana en una ciudad fronteriza de Al-Ándalus”. Toledo: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

JIMÉNEZ CASTILLO, Pedro.; NAVARRO PALAZÓN, Julio (1997): Platería 14. Sobre cuatro casas andalusíes y su evolución. (Siglos X-XIII). Murcia: Centros de Estudios Árabes y Arqueológicos “Ibn Arabí”.

JIMÉNEZ CASTILLO, Pedro; PÉREZ ASENSIO, Manuel (2020): “Los Alfares de la Murcia Islámica y su relación con la evolución urbana (ss. IX-XIII)”. XVII Congreso de la Asociación de Ceramología. En torno a la cerámica Medieval de los siglos XIII-XV, pp. 83-101. Ojós, Murcia: Asociación de Ceramología. URI: http://hdl.handle.net/10261/229528

LAGARDÈRE, Vincent (1998): Les almorávides. Le djihad andalou (1106-1143). París: L’Harmattan.

MARCOS COBALEDA, María (2015): Los almorávides: arquitectura de un imperio. Granada: Universidad de Granada.

MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio (2003-2004): “Cerámicas Almorávides y Almohades. Siglos XII y XIII”. Exposición Triángulo de Al-Andalus, Rabat, pp. 88-91. Granada: Consejería de Cultura Junta de Andalucía. Fundación El Legado Andalusí. Consejería de Cultura de Marruecos.

MARTÍNEZ ENAMORADO, Virgilio (2011): Las tinajas medievales del Museo Arqueológico Municipal de Lorca. Exposición en el Museo Arqueológico Municipal de Lorca del 25 marzo 2010-25 marzo 2011, pp. 43-47. Lorca: Concejalía de Cultura y Festejos Ayuntamiento de Lorca.

MENDÍVIL UCEDA, Aranzazu (2021): Alfajar Assaragusti: Cerámica Andalusí en el Teatro Romano de Zaragoza. (Tesis doctoral inédita). Universidad de Zaragoza. Visto online: https://zaguan.unizar.es/record/101146

MENÉNDEZ FUEYO, José Luis (2005): “Apuntes para el estudio de Contenedores cerámicos medievales. Las tinajas de las bóvedas de la iglesia de Santa María de Alicante. Santa María Descubierta”. Arqueología, Arquitectura y cerámica, pp. 72-119.

MOLERO GARCÍA, Jesús Manuel (2006): “In fronteria maurorum: conflicto y convivencia en la España medieval” España y Rumanía, espacios, sociedades y fronteras. Porfirio Sanz Camañes (coord.), pp. 41-63. Editorial Universidad de Castilla La Mancha.

MOLERO GARCÍA, Jesús Manuel. (2020): “La investigación arqueológica sobre la ciudad islámica en Castilla-La Mancha”. La ciudad medieval. Nuevas aproximaciones. Ángela Muñoz y Francisco Ruiz (coord.) Cádiz, pp. 91-114. Editorial Universidad de Cádiz.

MOLERO GARCÍA, Jesús Manuel (2024): “El control de territorio en la frontera”. Desperta Ferro: Especiales, n.º 39 (ejemplar dedicado a Ejércitos medievales hispánicos (V): La gran expansión de los reinos cristianos (1157-1248), pp. 32-35.

MOYA GARCÍA, Sebastián (2014): “Actuación Arqueológica Puntual en el Castillo de Burgalimar, Baños de la Encina”. P. Cressier y V. Salvatierra (eds.), Las Navas de Tolosa 1212-2012. Miradas Cruzadas, pp. 593-606. Jaén: Universidad de Jaén.

NAVARRO PALAZÓN, Julio (1986): La cerámica islámica en Murcia. Murcia: Ayuntamiento de Murcia.

NAVARRO PÉREZ, Mercedes; GUTIÉRREZ CALDERÓN, María Victoria (2014): “La Fortaleza de la Iruela. La cultura material antes y después de la conquista” P. Cressier y V. Salvatierra (eds.), Las Navas de Tolosa 1212-2012. Miradas Cruzadas, pp. 615-624. Jaén: Universidad de Jaén.

ORDÓÑEZ FRÍAS, Antonio (2019): “La serie Teja con impresiones digitales en los yacimientos altomedievales del Valle del Río Grande (Málaga)”. V. Martínez y F. Siles (coord.) Actas II Congreso Internacional de Historia de la Serranía de Ronda, Anejos, 2, pp. 341-354. Ronda, Málaga: La Serranía.

PALACIOS ONTALVA, José Santiago (2008): Fortalezas y poder político: Castillos del Reino de Toledo. Guadalajara. Ediciones Aache.

PASCUAL PACHECO, Josefa; ARMENGOL MACHÍ, Pau.; GARCÍA VILLANUEVA, María Isabel; ROCA, Lourdes; Ruíz, Enrique (2009): “La producción cerámica almohade en la ciudad de Valencia. El alfar de la Calle Sagunto”. J. Zozaya, M. Retuerce, M. A. Hervás y A. de Juan (edits.) VIII Congreso Internacional de Cerámica medieval, pp. 355-372. Ciudad Real: Asociación Española de Arqueología Medieval.

PÉREZ ASENSIO, Manuel; JIMÉNEZ CASTILLO, Pedro (2018): “El ajuar cerámico almorávide en Sarq al-Andalus”. M. Marcos (coord.) Al-murābitūn (los almorávides). Un imperio islámico occidental: estudios en memoria del profesor Henri Terrasse, pp. 161-221. Madrid: Centro de Estudios Árabes (CSIC).

PÉREZ ASENSIO, Manuel; JIMÉNEZ CASTILLO, Pedro (2020). “Primera aproximación a las cerámicas tempranas de la Murcia islámica (siglos IX-X)”: XVII Congreso de la Asociación de Ceramología. En torno a la cerámica Medieval de los siglos XIII-XV, pp. 83-101. Ojós, Murcia: Asociación de Ceramología. URI: http://hdl.handle.net/10261/229528

PÉREZ LÓPEZ, Rubén; RETUERCE VELASCO, Manuel (2009): “Tinajas impresas bajomedievales con caligrafía procedentes de Calatrava la Vieja”. J. Zozaya, R. Retuerce, M. A. Hervás y A. de Juan (eds.), Actas del VIII Congreso Internacional de Cerámica Medieval en el Mediterráneo. Ciudad Real-Almagro, pp. 1005-1014 (Tomo 2). Ciudad Real: Asociación Española de Arqueología Medieval.

PÉREZ MACÍAS, Juan Aurelio (2014): “Cerámicas islámicas del castillo de Gibraleón. (Huelva)”. Revista Onoba, 2, pp. 207-241.

PÉREZ MARTÍN, Irene; SALINAS PLEGUEZUELO, María Elena (2025): “La vida cotidiana de al-Mariyya en el siglo XII a través de su ajuar cerámico”. Arqueología y Territorio Medieval, 32, pp. 1-40. https://doi.org/10.17561/aytm.v32.9119

PERLES ROMÁN, Beatríz.; ANDRADES PÉREZ, Elena (2009): “Estudio tipológico de un conjunto cerámico del siglo XII en la Avenida de la Marina de Algeciras”. Caetaria, 6-7, pp. 179-204.

REKLAITYLE, Ieva (2013-2014): “Dos fragmentos cerámicos con la representación de “Manos de Fátima” del yacimiento de Ategua (Códoba)”. Saldvie, 13-14, pp. 189-197. https://doi.org/10.26754/ojs_salduie/sald.201413-146658

RETUERCE VELASCO, Manuel (1994-1995): “Arqueología y Poblamiento en la Meseta Andalusí: EL referente cerámico”. V Semana de Estudios Medievales 1994, pp. 87-124. La Rioja: Instituto de Estudio Riojanos.

RETUERCE VELASCO, Manuel (1998): La cerámica Andalusí de la Meseta. Madrid: CRAN.

RETUERCE VELASCO, Manuel; GARCÍA GARCÍA, Luis Alejandro (2013): “Intervención arqueológica en el sector de la Puerta de Daroca, en la muralla urbana de Huete (Cuenca). Un ejemplo hispano de murallas adosadas”, I.C. Ferreira (ed.), Fortificações e território na Península Ibérica e no Magreb (séculos VI a XVI), vol. 1, Lisboa, pp. 379-392. Lisboa: Campo Arqueológico de Mértola y Edições Colibrí.

RIERA FRAU, María Magdalena; ROSSELLÓ BORDOY, Guillermo; SOBERATS SAGRERAS, Natalia (1997): “Tinajas con decoración estampada de época Almohade en Quesada (Jaén)”. Arqueología y Territorio Medieval, 4. pp. 163-179. https://doi.org/10.17561/aytm.v4i0.1648

ROSSELLÓ BORDOY, Guillermo (1991): EL nombre de las cosas en al-Ándalus: Una propuesta de terminología cerámica. Palma de Mallorca: Museo de Mallorca.

RUIZ GÓMEZ, Francisco (2003): Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de La Mancha: (1150-1250). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

SALINAS PLEGUEZUELO, María Elena (2012): “La cerámica islámica de Madinat Qurtuba de 1031-1236. Cronología y centros de Producción”. (Tesis doctoral inédita). Universidad de Córdoba. Visto online: https://helvia.uco.es/xmlui/handle/10396/7830

SANABRIA MURILLO, Diego (2022): “Distribución espacial de material arqueológico en el Hisn del cerro del Castillo (Capilla, Badajoz). Contextos de hallazgo y funcionalidad en la ocupación andalusí extramuros. Resultados preliminares”. Arqueología y Territorio Medieval, 29, pp. 163-202. https://doi.org/10.17561/aytm.v29.6367

SÁNCHEZ GÓMEZ, Paula; MORENO LEÓN, Eva; PÉREZ ASENSIO, Manuel (2018): “Materiales Almorávides del Museo de la Alhambra”. María Marcos (direc. y coord.), Al-Murabitum (Los Almorávides): Un imperio islámico occidental. Estudios en Memoria del profesor Henri Terrasse, pp. 222-272. Granada: Consejería de Cultura, Junta de Andalucía y Patronato de la Alhambra y Generalife.

SÉNAC, Philippe (2000): La frontière et les hommes (Viiie-XIIe siècle). Le peuplement musulman au nord de l’Ebre et les débuts de la reconquête aragonaise. Paris: Maisonneuve et Larose.

VALLEJO SÁNCHEZ, Juan Ignacio (1999): “Las decoraciones bruñidas en las cerámicas grises orientalizantes”, Spal, 8, pp. 85-100.

VALLEJO TRIANO, Antonio; ESCUDERO ARANDA, José (1999): “Aportaciones para una tipología de la cerámica califal de Madinat al-Zahra”. Arqueología y Territorio Medieval, 6, pp. 133-176. https://doi.org/10.17561/aytm.v6i0.1530

VICO TRIGUERO, Laura (2021): “La cerámica argárica de Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén). Estudio tipológico, tecnológico y decorativo de las vajillas de contextos domésticos y funerarios”. (Tesis doctoral inédita). Universidad de Granada.

ZAPATA PARRA, Jose Antonio; MUÑOZ SANDOVAL, María Isabel (2006): “Estudio de un ajuar cerámico almorávide hallado en Lorca”. Alberca, 4, pp. 95-113.

_______________________________

1 Prof. Área Historia Medieval. Facultad Letras de Ciudad Real. UCLM.

2 Prof. Área Historia Medieval. Facultad de Letras de Ciudad Real. UCLM.

3 Investigadora Postdoctoral. “Margarita Salas”. Área Historia Medieval Dpto. Patrimonio Histórico. UJA.

4 Estos proyectos, bajo la denominación de “Uclés: de madina islámica a cabecera de la Orden de Santiago”, se han desarrollado dentro de la Ayudas a la investigación de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha. Están financiados por esta entidad, la Universidad de Castilla-La Mancha, la Fundación Fernando Núñez y el Ayuntamiento de Uclés. Además, esta publicación se enmarca en el proyecto “Órdenes Militares y fenómenos socio-religiosos en perspectiva comparada (siglos XII-1/2 XVI). Estudio desde la arqueología y la documentación escrita”, PID2022-138803NB-I00, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

5 Los análisis de radiocarbono se hicieron en el Beta Analitic Radiocarbon Dating Laboratory. La datación convencional dio como resultado 1149 (870 ± 30 BP). El rango calibrado es (95,4 %) 1028 - 1184 cal AD (922 - 766 cal BP). La muestra procede de los restos de carbón dentro del mortero.

6 Los estudios de radiocarbono se hicieron en los laboratorios de Beta Analitic Radiocarbon Dating Laboratory. Los resultados muestran una datación convencional de 1103 (920 ± 30 BP). Rango de probabilidad y calibración 92,7 % 1035-1180 cal AD (915-770 cal BP). La muestra procede de los restos de carbón dentro del mortero.

7 Las analíticas se han realizado en el Instituto Regional de Investigación Científica Aplicada de la Universidad de Castilla-La Mancha.

8 El rango cronológico muestra una datación convencional 1163 (860 ± 30 BP). Horquilla de probabilidad calibrada (93,8 %) entre 1166-1220 cal AD (898-873 cal BP). Beta Analitic Radiocarbon Dating Laboratory.