La práctica deportiva y el ejercicio físico pueden ser actividades beneficiosas para prevenir, incluso para tratar, los síntomas de trastornos mentales (Gouttebarge et al., 2017b; Reardon et al., 2019). Sin embargo, a veces deportistas de élite parecen ser especialmente susceptibles a presentar trastornos mentales comunes (Foskett y Longstaff, 2018; Kilic et al., 2017) y en los últimos años parece aumentar considerablemente el número de deportistas que sufren algún trastorno emocional. Algunos autores (Åkesdotter et al., 2020; Nixdorf et al., 2016; Reardon et al., 2019) han señalado factores de riesgo relacionados con la práctica deportiva de alto nivel, como el sobreentrenamiento, agotamiento, lesiones y excesiva preocupación por el peso corporal, además de factores genéticos y ambientales e incluyen otros como el fracaso competitivo, el dolor o la conmoción cerebral, entre otros. De hecho, en el estudio de Goutterbarge et al. (2017a), se señala que los deportistas pueden llegar a enfrentarse a 600 factores de estrés diferentes, como acontecimientos vitales adversos, conflictos con el entrenador, insatisfacción profesional, que pueden desembocar en patologías psicológicas. En este sentido, Gulliver et al. (2015) encontraron que el 46,4% de los deportistas australianos experimentaban síntomas de al menos uno de los problemas de salud mental evaluados, y que los datos de prevalencia fueron similares a otros estudios epidemiológicos realizados con deportistas internacionales (depresión, un 27,2 %; trastornos alimentarios un 22,8 %; angustia psicológica general, un 16,5 %; ansiedad social, un 14,7 %;, ansiedad generalizada, un 7,1%; y trastorno de pánico, un 4,5%), aunque lo más relevante fue comprobar que los deportistas lesionados tenían niveles más altos tanto de síntomas de depresión, como de trastorno de ansiedad generalizada.
La OMS estima que la prevalencia de cualquier síntoma de trastornos mentales varía entre 9% y 18% en países europeos (Gouttebarge et al., 2016). Åkesdotter et al. (2022) señalan datos de trastornos psiquiátricos en deportistas de diferentes países. Así, en Australia y Reino Unido, algo más de la mitad de los deportistas masculinos presentaban síntomas de trastornos psiquiátricos y alrededor del 40% las mujeres deportistas. Sin embargo, la prevalencia en Francia baja bastante hasta 20,2% en hombres y 15,1% en mujeres; pero la tendencia global de los datos en población deportista indica que existe una mayor prevalencia de trastornos psiquiátricos en mujeres que en hombres. La sintomatología depresiva es notablemente superior en mujeres que en hombres (Junge y Feddermann-Demont, 2016; Schaal et al., 2011), incluso puede llegar a representar el doble (Reardon et al., 2019). Respecto a los niveles de ansiedad y de estrés la evidencia científica muestra unos datos similares a los anteriores, confirmando una prevalencia mayor de síntomas en mujeres (Foskett y Longstaff, 2018), incluso en los periodos de emergencia como el pasado por la COVID-19, la prevalencia de síntomas de ansiedad generalizada y depresión fue del 18,2 % y el 21,6 %, respectivamente, entre las futbolistas profesionales y del 15,5 % y el 12,9 %, respectivamente, entre los jugadores masculinos (Gouttebarge et al., 2022). A pesar de todo, es importante ser precavidos respecto a generalizar los datos de prevalencia de trastornos mentales en deportistas. Por ejemplo respecto a la depresión Frank et al. (2013) realizaron una revisión sobre estudios en deportistas de élite alemanes señalando que los resultados no eran representativos dado el escaso número de investigaciones y la calidad de las mismas. A pesar de todo, y en línea con los estudios de Åkesdotter et al. (2020) o de Reardon et al. (2019) sí indican algunos factores asociados al deporte de élite que podrían ayudar a la aparición de sintomatología depresiva, como los altos niveles de estrés crónico, las estrategias de afrontamiento y el equilibrio del estrés físico y psicológico y su recuperación.
El fútbol es uno de los deportes en los que más estudios existen sobre la salud mental y su relación con algunos de los llamados factores de riesgo (lesiones, retirada, presión), incluso el papel que juegan los aspectos culturales (Castaldelli-Maia et al., 2019), aunque fundamentalmente realizados con futbolistas profesionales masculinos (Gouttebarge et al., 2015; Van Ramele et al., 2017). Sin embargo, y paradójicamente, no son tantos los que se han ocupado del fútbol femenino siendo las mujeres las que manifiestan mayor prevalencia de trastornos emocionales y psicológicos. En este sentido, Prinz et al. (2016) encontraron que casi un tercio de las jugadoras de fútbol de élite alemanas habían manifestado síntomas de depresión mayor al menos una vez a lo largo de sus carreras deportivas. Además, factores como la lesión ejercen una influencia importante en los indicadores de salud mental de las deportistas. Así, el estudio de Olmedilla et al. (2018c) indica que la lesión deportiva afecta a problemas de salud mental como la ansiedad y el estrés, y de forma diferente en función del género, incluso las jugadoras no lesionadas presentaron valores de ansiedad superiores a los correspondientes a los jugadores masculinos no lesionados, además los niveles de estrés de las jugadoras no lesionadas son más altos que los de las jugadoras lesionadas. Por otro lado, en el estudio de Chandran et al. (2022) las jugadoras de fútbol femenino retiradas informaron con mayor frecuencia antecedentes de lesiones de tobillo (58,9 %) y rodilla (54,0 %), y diagnósticos médicos de por vida de ansiedad (16,9 %) y depresión (16,9 %).
Además, y puesto que este tipo de problemas suelen empezar desde edades tempranas, parece necesario estudiar poblaciones de jóvenes jugadoras de fútbol. Sería importante determinar si estos trastornos se mantienen con la edad o bien se diferencian en función de la edad y la categoría de competición, lo que permitiría establecer, en su caso, programas de prevención de trastornos y de promoción de salud mental.
El objetivo del presente estudio es estudiar la relación entre indicadores de salud mental (depresión, estrés y ansiedad) y la edad en jugadoras de fútbol. Concretamente se pretende: