Artículos de revisión

Modelos pedagógico-deportivos basados en la adquisición de valores en el ámbito de los deportes colectivos

Pedagogical-sports models based on the acquisition of values in team sports

Javier Madrid Pedreño

FC Cartagena SAD.
javier.madrid@um.es

 

Resumen

El objetivo de este artículo es el estudio de los modelos pedagógico-deportivos diseñados para fomentar la adquisición de valores en el ámbito de los deportes colectivos, partiendo de la premisa fundamental de que el deporte base debe equilibrar tres pilares esenciales: el rendimiento deportivo, la participación inclusiva y el desarrollo personal integral de los jóvenes deportistas. En este contexto, se entiende el concepto de valores como aquellas características compartidas que guían los pensamientos, sentimientos y acciones de los individuos, facilitando la convivencia y la cooperación dentro de la sociedad y que pueden clasificarse en dos categorías principales: los valores instrumentales, que son aquellos que pueden servir tanto para fines positivos como negativos, y los valores finales o éticos, que se orientan intrínsecamente hacia el bien y la justicia. El estudio analiza en detalle diversos modelos pedagógico-deportivos que promueven activamente la adquisición de valores, los cuales emplean diversas estrategias pedagógicas, tales como la asignación de roles específicos dentro del equipo, el establecimiento de objetivos claros y la planificación sistemática de la enseñanza de valores. La metodología empleada se basa en la revisión bibliográfica y el análisis de diferentes programas y modelos pedagógico-deportivos. Los resultados del análisis subrayan la importancia crítica de una planificación intencional y estructurada del desarrollo de valores dentro de los programas deportivos, así como el significativo potencial de la competición adaptada como una poderosa herramienta para fomentar el crecimiento personal y la interiorización de valores positivos en los jóvenes deportistas. En conclusión, el estudio enfatiza que los programas deportivos deben integrar de manera explícita y planificada el desarrollo de valores en sus objetivos y metodologías, y que la competición, cuando se adapta adecuadamente a las etapas formativas, puede convertirse en un valioso instrumento para la educación en valores y el desarrollo integral de los jóvenes atletas.

Palabras clave: Valores educativos, enseñanza-aprendizaje, deportes colectivos, desarrollo integral.

 

Abstract

The objective of this article is to study the pedagogical and sports models designed to promote the acquisition of values in the field of team sports, based on the fundamental premise that young sports must balance three essential needs: athletic performance, inclusive participation, and the comprehensive personal development of young athletes. In this context, the concept of values is understood as those shared characteristics that guide the thoughts, feelings, and actions of individuals, facilitating coexistence and cooperation within society. These values can be classified into two main categories: instrumental values, which can serve both positive and negative purposes, and ultimate or ethical values, which are intrinsically oriented toward goodness and justice. The study analyzes in detail various pedagogical and sports models that actively promote the acquisition of values. These models employ various pedagogical strategies, such as the assignment of specific roles within the team, the establishment of clear objectives, and the systematic planning of values teaching. The methodology employed is based on a literature review and the analysis of different sports-pedagogical programs and models. The results of the analysis underscore the critical importance of intentional and structured planning for values development within sports programs, as well as the significant potential of adapted competition as a powerful tool for fostering personal growth and the internalization of positive values in young athletes. In conclusion, the study emphasizes that sports programs must explicitly and thoughtfully integrate values development into their objectives and methodologies, and that competition, when appropriately adapted to the formative stages, can become a valuable tool for values education and the holistic development of young athletes.

Keywords: Educational values, teaching and learning, team sports, comprehensive development.

 

Contextualización del concepto de valores en el entorno deportivo

Según Côte et al. (2007), el deporte de base debe perseguir las 3 P: performance (rendimiento), participation (participación) y personal development (desarrollo personal). En términos de rendimiento, existen programas que buscan objetivos a largo plazo para llegar a la élite (Ford et al., 2009). De igual forma, la práctica deportiva reduce el sedentarismo en los jóvenes (Janssen & LeBlanc, 2010). Además, en este contexto deportivo se debe garantizar una plena inclusión, que no entienda de razas, capacidades, géneros o clases sociales, de manera que la diversión sea garantizada y que la práctica deportiva suponga una herramienta para mejorar la salud y la educación de cada niño. Esta participación supone un derecho fundamental, que por primera vez fue recogido en un tratado en la Declaración Universal de Derechos Humanos (1976), en la que se recoge el derecho a participar en cualquier deporte a todo niño/a. Por último, existen programas deportivos que promueven valores personales y sociales (Weiss et al., 2013).

En este sentido, en primer lugar, cabría definir qué son los valores. Se definen como características compartidas que ayudan a guiar los pensamientos de las personas, sentimientos y acciones y se consideran cualidades que permitir a los seres humanos vivir cooperativamente entre sí (Arnold, 1999). En este sentido, destacar, por un lado, que el desarrollo personal en el contexto deportivo, se entiende como, la adquisición de valores, actitudes y cualidades, que permiten a las personas tener éxito en los diferentes entornos en los que viven (Danish et al., 2004).

Clasificación de valores en el deporte

Pero ¿qué valores se pueden desarrollar en deporte?, ¿cómo se clasifican? Siguiendo la clasificación clásica de la Teoría de Jerarquización de Valores (Rokeach, y Regan, 1980), se puede distinguir una clasificación de valores y actitudes en contextos deportivos (Durán, 2013) que distingue entre valores instrumentales (aquellos que pueden orientarse tanto para buenas como para malas causas, por ejemplo: trabajo en equipo, cooperación, liderazgo, disciplina, compromiso, afán de superación, motivación, persistencia, etc.,) y los valores finales o éticos (aquellos orientados al bien y a la justicia), superiores a los anteriores (Ortega-Vila et al., 2015). Estos, a su vez pueden dividirse en:

- Los de identificación emocional, que reflejan nuestra capacidad de acompañar en el sentimiento al otro, de identificarnos emocionalmente con él (respeto, empatía, compasión, humanidad, indulgencia, solidaridad).

- Los de ayuda al otro con sacrificio propio, que conllevan el apoyo con el sacrificio de los intereses propios (honradez, honestidad, integridad, abnegación, altruismo y generosidad).

Los valores finales son superiores éticamente a los instrumentales por dos motivos. En primer lugar, por la dificultad de orientarlos a malas causas. El segundo motivo es, que tienen vocación universal, es decir, los valores finales ayudan a las personas a evolucionar desde la preocupación por el interés propio a la preocupación por el interés ajeno (Ortega-Vila et al., 2015).

Valores a desarrollar en el entorno de los deportes colectivos.

¿Qué valores se deben trabajar en la etapa formativa en deportes colectivos? Para responder a la pregunta, se debe hacer mención a la Fundación Real Madrid, por ser uno de los pocos programas que planifican y programan los valores en cada una de las etapas formativas, en su propuesta, “Por una educación real: valores y deporte” (Ortega-Vila et al., 2015), estableciendo siete valores y actitudes a desarrollar: el respeto, la autonomía, la motivación, la igualdad, la autoestima, la salud y el compañerismo.

Por tanto, este desarrollo de valores no se produce por relaciones causales, si no por un enfoque formativo de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje en el largo plazo (Shehu & Moruisi, 2011).

Además, se sabe que, aunque el deporte permite la construcción de la personalidad y valores de los jóvenes (Weinberg & Gould, 2010), por sí solo no conduce a este fomento de valores y desarrollo personal. Este objetivo sólo se consigue mediante la aplicación de programas deportivos con una adecuada atención a este proceso de adquisición de valores (Fuentes-Guerra, 2015) y orientados correctamente por el entrenador (Omeñaca et al., 2015; Ortega-Vila et al., 2015).

Por tanto, los programas deportivos juveniles deben integrar la planificación adecuada del desarrollo personal y de la promoción de valores dentro de sus objetivos, teniendo en cuenta la edad, contexto socio-cultural y características de los jóvenes deportistas a los que va dirigido (Côté & Hancock, 2016).

Modelos pedagógico-deportivos basados en la adquisición de valores en el ámbito de los deportes colectivos

En esta línea, diferentes autores muestran implicaciones importantes para el desarrollo de valores a través de programas pedagógico-deportivos en deportes colectivos, destacando los siguientes: a) Modelo de Educación Deportiva (Siedentop, 1987); b) Modelo de Responsabilidad Personal y Social (Hellion & Walsh, 2002); c) “United Sport for the Promotion of Education and Recreation” (SUPER) (Danish, 2002); d) Play it Smart (Petitpas et al., 2004); e) First Tee (Petitpas et al., 2005); f) el Modelo de Educación en Valores de la Fundación Real Madrid (Ortega-Vila, 2007).

Modelo de Educación Deportiva

En el modelo de educación deportiva (SE) se programa el aprendizaje del deporte bajo el enfoque de una temporada deportiva completa culminando con un gran evento final. Además de esta característica, existen otras que caracterizan el modelo SE: la configuración temporal por temporadas, la pertenencia a un equipo, la asignación de roles, el desarrollo de una competición formal, el registro de datos e información relevante y el clima de festividad (Harvey et al., 2014).

En multitud de estudios se han evidenciado los grandes beneficios de la aplicación del modelo SE para la adquisición de valores y el desarrollo personal:

- Promueve el desarrollo personal y social en forma de responsabilidad, cooperación y habilidades de confianza de los estudiantes (Wallhead & O’sullivan, 2005).

- Facilita los procesos relacionados con la cohesión de grupo al fomentarse la afiliación con la asignación de roles dentro del equipo (Kao, 2019).

- Se fomentan valores deportivos y prosociales claves en la formación deportiva y personal de los practicantes (Harvey et al., 2014).

- Permite la igualdad de oportunidades entre todo el alumnado, dadas las características rotativas de asignación de roles. Esto permite que todos los alumnos pasen por los diferentes roles asumiendo funciones importantes dentro del grupo con indiferencia de su condición de nivel, sexo, diversidad funcional, etc., (García-López & Kirk, 2021; Metzler, 2017).

Modelo de Responsabilidad Personal y Social

El Modelo de Responsabilidad Personal y Social (Hellion & Walsh, 2002) persigue el fomento de valores en el ámbito escolar y deportivo y su aplicación a un contexto real a través de los siguientes cinco niveles: 1) Respeto por los derechos y sentimientos de los demás; 2) Participación y esfuerzo; 3) Autonomía personal; 4) Ayuda a los demás y liderazgo y; 5) Fuera del contexto deportivo.

Se han realizado multitud de estudios que evidencian las mejoras a través del modelo, en valores tales como ayuda a los demás y respeto, mejorando su autocontrol y el respeto (Cecchini et al., 2009; Escartí et al., 2010). Otros estudios mostraron mejoras en relación al nivel V (transferencia), a través de mejoras en el comportamiento de los alumnos en el resto de materias y el descenso del número de expulsiones y abandonos, así como en acciones para la comunidad fuera del contexto deportivo (Cutforth, 2000). Además, otros trabajos han encontrado mejoras en otras variables relacionadas con la responsabilidad, como la calidad de vida (Sánchez-Alcaraz et al., 2012), la reducción de comportamientos violentos (Sánchez-Alcaraz et al., 2014) y la mejora de la deportividad (Courel-Ibáñez et al., 2019; Gómez-Mármol et al., 2016).

Modelo United Sport for the Promotion of Education and Recreation

El modelo “United Sport for the Promotion of Education and Recreation” (SUPER) (Danish, 2002), es un modelo que pretende aunar la adquisición de competencias físico-técnicas con las psicológicas para su aplicación a contextos de la vida cotidiana. El modelo se implementa mediante el establecimiento de objetivos en tres ámbitos: la mejora físico-técnica de la modalidad, la mejora de habilidades sociales y valores para el deporte, y, por último, la transferencia de estas habilidades y aprendizaje para la vida. Estos objetivos se consiguen mediante la aplicación en las sesiones de los llamados clínics, que son entendidos como la aplicación de aprendizajes teóricos y prácticos en la enseñanza técnica de la modalidad en cuestión (Danish, 2002).

Modelo Play it Smart

El modelo Play it Smart (Petitpas et al., 2004), se basa en el establecimiento de objetivos individuales y grupales, como medio para el reconocimiento de habilidades propias positivas a través del deporte, para un mayor desarrollo académico y personal, teniendo en cuenta el entorno social en el que se vive.

Petitpas et al. (2004) evaluaron la fase piloto del programa Play It Smart, evidenciando que, todos los participantes mejoraron su rendimiento académico, graduándose todos en la enseñanza secundaria, y aumentaron su responsabilidad social y personal, participando en actividades de voluntariado.

Modelo First Tee

El modelo First Tee (Petitpas et al., 2005) establece nueve valores principales a desarrollar: respeto, responsabilidad, ciudadanía, honestidad, integridad, deportividad, confianza, igualdad y perseverancia. Las sesiones se desarrollan de forma progresiva abordando en cada una de ellas las relaciones interpersonales, la autogestión, el establecimiento de objetivos y la habilidades personales e interpersonales. Además, los entrenadores/as son formados en un programa específico que incluye la enseñanza de los valores a través de las actividades deportivas y su transferencia para la vida.

Diferentes estudios han demostrado los beneficios de este programa. Petitpas et al. (2005), hallaron que la enseñanza de las habilidades para la vida aprendidas en el programa fue correctamente transferidas a entornos no deportivos. También en Weiss et al. (2016), los autores proporcionaron hallazgos del impacto positivo en la promoción de habilidades para la vida y valores entre los jóvenes participantes dentro del contexto del golf y en la transferencia a otros dominios, mostrando un mayor conocimiento de los participantes de los nueve valores trabajados a través de ejemplos y su aplicación, especialmente del respeto, la responsabilidad o la igualdad.

Modelo “Por una educación real: valores y deporte”

El modelo sociodeportivo de la Fundación Real Madrid (FRM), lleva por título: “Por una educación real: valores y deporte” (Ortega-Vila et al., 2022). Este modelo se sustenta en el trabajo sobre tres pilares básicos: a) el alumnado, entendido como el principal protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje, al que se le dota de gran autonomía; b) el profesorado, que adopta un enfoque pedagógico basado en la promoción de valores y en la enseñanza de la modalidad aplicando diversos instrumentos motivacionales como los recursos didácticos: la evaluación trimestral, alineación de los valores, dibujando valores o la tarjeta blanca (Ortega-Vila et al., 2012a); c) las familias, a las cuáles se implica activamente en el proceso formativo, estableciendo estrategias como el diseño de manuales dirigidos a las familias que participan en las escuelas de la FRM (Ortega et al., 2014).

Ahora bien, un rasgo absolutamente diferenciador del modelo sociodeportivo de la FRM es la planificación y periodización de la enseñanza de los valores a lo largo de toda la etapa formativa. Y es que, lo que no se planifica adecuadamente tampoco se enseña y aprende por completo. Por ello, la FRM selecciona y periodiza el aprendizaje de los siguientes siete valores a lo largo de las etapas formativas: respeto, autonomía, igualdad, autoestima, motivación, salud y compañerismo, que han sido cuidadosamente seleccionados en base a evidencias y a la práctica (Ortega et al., 2014). Esta planificación en el aprendizaje de los siete valores, se realiza, no solo desde una perspectiva macro (distribución de los valores a lo largo de una categoría en función de las características de los jóvenes deportistas), sino también a nivel meso (planificación por trimestre), y micro (planificación semanal), llegando a nivel de tareas, de manera que todas las tareas que se desarrollan en las sesiones de enseñanza-aprendizaje de las escuelas de la FRM tiene al menos un contenido y un objetivo vinculado de manera específica a uno de estos siete valores.

Los beneficios que han sido evidenciados de este modelo son:

- El programa tarjeta blanca ha mostrado resultados que manifiestan: una mentalidad positiva hacia el esfuerzo y la perseverancia, respeto hacia la autoridad y las normas, disposición para colaborar y apoyar a los compañeros de equipo, voluntad de ayudar incluso a los rivales. Además, se ha observado ocasionalmente en jóvenes deportistas comportamientos claramente altruistas, como acciones de asistencia a rivales que implican un sacrificio personal, como renunciar a oportunidades de anotar puntos para favorecer dicha ayuda (Ortega-Vila et al., 2016a).

- Mayor inclinación de los deportistas hacia las actitudes cooperativas frente a las competitivas, sin diferencias entre sexos (Ortega-Vila et al., 2019a).

- Disminución de la ansiedad pre y post-competitiva en jóvenes jugadores de baloncesto (Franco et al., 2018).

- Aumento de los factores personales y sociales relacionados con la deportividad en jóvenes jugadores de baloncesto (Ortega-Vila et al., 2019b).

Otros modelos y estrategias

También existen proyectos educativos concretos, no desarrollados bajo un modelo concreto. Estos proyectos son implementados en contextos específicos, con claros objetivos encaminados al desarrollo de valores, encontrando algunos ejemplos en diferentes deportes como:

- En Golf, el programa de habilidades para la vida y servicio comunitario basado en el deporte (Brunelle et al., 2007). En este programa, se obtuvieron resultados con un impacto positivo significativo en los valores prosociales de los adolescentes, y el servicio comunitario desarrolló mejoras en la empatía y en la responsabilidad social de los adolescentes.

- En hockey, el Programa de Deporte Escolar (Camiré, Trudel & Bernard, 2013), basado en el entrenamiento de habilidades sociales y valores en la práctica deportiva, consiguió resultados que evidenciaban el enfoque integral de la enseñanza, además de la capacidad de los entrenadores/as para fomentar la relación con los jugadores.

- En boxeo, el programa “Passport to success” (Hemphill et al., 2019), basado en la consecución de ocho valores concretos que se plasman en un pasaporte, resultó muy exitoso ya que gracias a este recurso didáctico los deportistas conocieron, memorizaron, aplicaron y transfirieron los valores trabajados en sus rutinas diarias.

En general, los programas deportivos que tienen por objetivo el desarrollo personal, consiguen los objetivos propuestos, desarrollando valores prosociales y habilidades sociales útiles para la vida, tal y como analizaron en su metaanálisis Bruner et al. (2021).

De manera más específica, dentro del deporte del fútbol, se aprecian algunos proyectos como, el Programa integral en deportes de equipo para la educación en valores (Omeñaca et al., 2015). En este estudio, se llevaron a cabo actividades complementarias al fútbol, a través de recursos didácticos como un cuaderno, en el que se reportaban diferentes valores. Se encontraron resultados positivos relacionados con la convivencia positiva y las acciones prosociales, reduciéndose las situaciones de exclusión y discriminación.

En el estudio de Lee et al. (2017), desarrollaron un programa de 12 semanas de duración de sesiones de fútbol, constando de diferentes fases para trabajar los valores personales (autoestima, autoconcepto, autocontrol), el trabajo en equipo (empatía y comunicación) y el establecimiento de objetivos (control del estrés y ansiedad, emprendimiento), consiguiendo importantes mejoras en todos ellos.

Carreres-Ponsoda et al. (2021) desarrollaron un programa basado en el modelo de responsabilidad personal y social durante 9 meses con jugadores de fútbol sub-14 y sub-16, encontrando mejoras en el grupo de intervención en los niveles post-test de responsabilidad personal y social, conducta prosocial y autoeficacia, debido a la aplicación del programa.

Malete et al. (2022) desarrollaron un estudio que combinaba actividades prácticas de fútbol con otras para el desarrollo del trabajo en equipo, establecimiento de objetivos, comunicación interpersonal, resolución de problemas, regulación emocional y liderazgo a través de un campamento. Los resultados mostraron leves mejoras en los valores sociales y estadísticamente significativas en valores relacionados con compañerismo y emprendimiento.

Pero sin lugar a dudas, la propuesta más sólida dentro del deporte del fútbol es el modelo sociodeportivo de la Fundación Real Madrid (FRM) (Ortega-Vila et al., 2022). En este sentido, la aplicación de este modelo de manera específica en el deporte del fútbol, en diferentes contextos, países, entornos, etc., ha dado lugar a importantes evidencias científicas que han demostrado importantes beneficios de la práctica del deporte del fútbol en la adquisición y mejora de valores educativos (Ortega-Vila et al., 2016b; Ortega-Vila et al., 2021; Ortega-Vila el al., 2024).

En conclusión, se puede afirmar que, en las planificaciones actuales en fútbol formativo, al menos en academias de élite, confluyen el aprendizaje técnico de la modalidad deportiva con la formación integral, fomento de valores y desarrollo académico de los deportistas, que influyen en su desarrollo personal, tanto cuando están inmersos en el proceso, como cuando abandonan la práctica (Rongen et al., 2021).

La competición como medio formativo para el desarrollo de los valores deportivos en deportes colectivos

Como se ha podido analizar a lo largo del presente trabajo, se aprecia que existen proyectos y programas que establecen objetivos para la formación integral de los jóvenes deportistas, pero ¿qué ocurre con la competición? ¿fomenta el desarrollo de valores prosociales y el desarrollo personal? ¿se adapta en etapas formativas con la intención de cumplir con su objetivo formativo?

En general, la respuesta es no, ya que, las competiciones en etapas de formación reproducen los formatos y sistemas del deporte profesional, replicando de igual manera las consecuencias negativas relacionadas (Burton et al., 2011a). Es decir, los programas deportivos en un entorno competitivo inducen más a situación de estrés y ansiedad que al desarrollo personal de los deportistas (Mellalieu et al., 2009).

Sin embargo, la competición también puede ser el vehículo que conduzca al desarrollo de actitudes y comportamientos positivos que repercutan en el desarrollo personal y el fomento de valores para el deportista. Para ello es necesario que se adapten las reglas, de manera que su orientación sea la adecuada (Ortega-Toro et al., 2012).

Siguiendo a autores como Alcázar (1983), citado por Trepat (1999) y Giménez y Sáenz-López (1996), con el fin de desarrollar competiciones en etapas formativas, que realmente cumplan este objetivo formativo, se pueden destacar algunas características a tener en cuenta:

- La competición ha de estar destinada a todos los niños y niñas, independientemente de su sexo, raza, facultades físicas y psíquicas, etc.

- No debe comportar riesgos para la salud, tanto a nivel físico como psíquico.

- Ha de adaptarse a las características físicas, psicológicas y afectivas de los niños y niñas, teniendo siempre en cuenta sus intereses.

- Debe existir una intencionalidad explícita por parte de las instituciones y personas implicadas (debidamente cualificadas), para otorgar a la competición una intencionalidad educativa manifiesta.

- No deben tener estructuras demasiado rígidas, pudiendo los niños y niñas tomar decisiones en algunos aspectos.

- Las competiciones han de utilizarse como medio de aprendizaje y no como fin.

- Se deben realizar agrupando a los niños y niñas según su edad, grado de maduración y su nivel de destreza deportiva.

- Han de ser motivadoras, propiciando oportunidades de éxito para todos los participantes.

- Deben incidir en el afianzamiento de los valores educativos, además de los aprendizajes específicos del deporte.

- Las familias deben estar implicadas directamente en el desarrollo de la competición, como parte del proyecto educativo.

- Han de educar a los chicos y chicas a saber ganar sin triunfalismos, pero también a saber perder sin dramatismos.

- Debe potenciar la labor de equipo, por encima de las individualidades.

En esta línea, Giménez-Egido (2023) define los criterios que las competiciones en etapas de formación deben cumplir para ser consideradas formativas:

- Modificación del reglamento acorde a las características de los sujetos. Una adaptación que debe permitir una mayor adecuación de la modalidad a las características madurativas, físico-fisiológicas, cognitivas, psicológicas, emocionales y sociales de los participantes, garantizando una experiencia más positiva de los mismos con el deporte (Burton et al., 2011a; Correia et al., 2019; McCarthy et al., 2016).

- Participación activa. Este principio debe permitir la consecución de las tres necesidades psicológicas básicas, es decir, que se perciba competente, que se sienta autónomo y que cumpla un rol dentro del grupo (Burton et al., 2011b).

- Alta percepción de eficacia. Estos altos niveles de percepción de eficacia o autoeficacia se relacionan positivamente con un aumento del rendimiento (Buszard et al., 2016; Feltz et al., 2008) y mejora la satisfacción, diversión y adherencia a la práctica (Bandura, 1997; Ortega et al., 2009).

- Variabilidad motora funcional. Este principio hace referencia a que los contextos deportivos deben favorecer una actividad exploratoria, en la que se pueden resolver problemas con gran variedad de acciones (Newell, 1986), favoreciendo así a la aparición de un mayor repertorio motor y al desarrollo de la creatividad (Ortega-Toro et al., 2020).

- Elevados valores de diversión. En este aspecto, destacar que una competición con una adecuada modificación del espacio de juego, el equipamiento, los roles de juego y las reglas, tiene como consecuencia una elevada percepción de diversión, lo que permite niveles más altos de adherencia en la práctica (Burton et al., 2011a; Buszard et al., 2016).

- Escuela de familia, para involucrarlos dentro del ambiente deportivo. Este principio hace referencia a la necesidad de comprometer a los padres en la educación deportiva de sus hijos/as, de manera que puedan ejercer de apoyo creando un clima motivacional confortable, que eleve la adherencia deportiva y el desarrollo personal (Dorsch et al., 2021).

- Programas específicos para el desarrollo de valores. Y es que, el desarrollo personal y el fomento de valores solo se consigue si se planifica adecuadamente (Ortega-Vila et al., 2017), estableciendo programas de intervención en toda la comunidad deportiva tanto de forma individual como global (Bean y Forneris, 2014).

- Evitar la especialización temprana deportiva, favoreciendo un patrón motor amplio. Este principio recomienda la no especialización desde las primeras etapas formativas, ya que en diversos estudios retrospectivos con atletas de élite se observó que, los jóvenes jugadores que tenían indicadores más altos de lesión y habían tenido menos éxito en su carrera, habían sufrido un proceso de especialización temprana (Li et al., 2020).

- Hábitos de vida saludables. La correcta adecuación de la competición a la etapa formativa fomenta hábitos de vida saludables tanto físico-fisiológicos como psicológicos, además de fomentar relaciones sociales y son más felices (Cheon, 2021).

En este sentido, existen pocos ejemplos de competiciones en deportes colectivos que establezcan formatos específicos para el desarrollo de valores educativos. Entre ellos, se puede mencionar nuevamente a la FRM, a través de la cual, en sus escuelas socio deportivas se fomentan competiciones inclusivas, en las que no importa el género, raza o discapacidad para jugar (Ortega-Vila et al., 2012b). Algunas de las reglas que se modifican para tal fin son:

- La participación equitativa, estableciendo tiempos de participación mínimos por jugador.

- Las competiciones se desarrollan en la modalidad mixta, participando chicos y chicas en los distintos equipos.

- Los equipos son formados por el profesorado de las escuelas, con la intención de que estos sean equilibrados.

- No existe la figura del árbitro, sino que son los propios jugadores, ayudados por el educador que hace de mediador, los que indican las infracciones cometidas durante el juego.

- Existe una tarjeta, denominada Tarjeta Blanca, que premia los buenos comportamientos de los jugadores.

- Se realiza un debate postpartido, en el que ambos equipos comparten sus reflexiones acerca de la experiencia vivida y se establecen las justificaciones de las tarjetas blancas asignadas en paneles.

Otro ejemplo es el de la competición propuesta por Veroz et al. (2015), denominada Futgolines. En este estudio realizado con jugadores sub-7 se compara una competición federativa con la competición modificada. En esta se modificaron las condiciones básicas de juego (partidos de 4 contra 4, en campos y porterías más pequeñas) y el sistema de puntuación, incluía puntos por la realización de comportamientos positivos o penalizando los antideportivos. Los resultados mostraron diferencias significativas a favor de la competición modificada en la adquisición de los valores autonomía responsable y respeto.

En conclusión, se observa que a pesar de que existe una conciencia acerca de la importancia de la inclusión del desarrollo personal y los valores en los programas deportivos en etapa formativa, no se adaptan las competiciones para tal fin, aunque se sabe que estas son una pieza fundamental en los procesos de formación, dada la motivación que generan (Ortega-Vila et al., 2022).

Este artículo proporciona una base teórica sobre el desarrollo de los valores en los deportes colectivos que debe influir en la planificación, la metodología, la competición y la formación de los agentes implicados. Pero ¿qué aplicación práctica se puede extraer del mismo?

Aplicación práctica

A continuación, se detallan algunas aplicaciones prácticas:

1. Planificación estratégica del desarrollo de valores: los clubes y entrenadores deben diseñar programas que expliciten los valores que se pretenden fomentar, definiendo objetivos de aprendizaje socioemocional a largo plazo y estableciendo una progresión en la enseñanza de valores a lo largo de las diferentes etapas de formación. Esto implica una planificación a nivel macro (etapas evolutivas y temporada), meso (trimestre) y micro (sesión), integrando los valores en las tareas diarias.

2. Metodologías activas y participativas: Se deben emplear metodologías que promuevan la autonomía del deportista, como el aprendizaje cooperativo, la resolución de problemas y el descubrimiento guiado. En ellas, el entrenador debe actuar como facilitador, fomentando la reflexión, el diálogo y la toma de decisiones compartida, siendo crucial la creación de un clima de apoyo, respeto y confianza, donde se valore el esfuerzo, la deportividad y el juego limpio.

3. Adaptación de la competición con fines educativos: La competición en edades formativas debe priorizar el desarrollo integral sobre el resultado. Se pueden modificar reglas, formatos y sistemas de puntuación para garantizar la participación de todos, la igualdad de oportunidades y la vivencia de experiencias positivas. Algunos ejemplos podrían incluir la rotación de posiciones (como que el portero juegue en una posición diferente durante un tiempo mínimo), la limitación del tiempo de juego (estableciendo tiempos de participación mínima para todos los jugadores), la concesión de puntos por comportamientos prosociales (tarjetas blancas o verdes, que reconozcan actitudes positivas hacia la convivencia y contrarias a la violencia) y la creación de reconocimientos al juego limpio (modificando las actas de partido para puntuar las conductas positivas).

4. Formación integral de entrenadores y educadores: Los entrenadores deben recibir formación específica en pedagogía de valores, que incluyan estrategias para mejorar su comunicación verbal y no verbal, gestión de grupos, resolución de conflictos y diseño de tareas que promuevan el desarrollo socioemocional. Se debe fomentar la reflexión crítica sobre la práctica y el intercambio de experiencias.

5. Involucración de familias y de toda la comunidad deportiva: Es fundamental establecer una comunicación fluida y una colaboración estrecha con las familias, instituciones deportivas y árbitros, informándoles sobre los objetivos de los programas en fomento de valores y promoviendo su participación activa. Se pueden organizar actividades conjuntas, talleres y charlas para padres, y buscar el apoyo de la comunidad para enriquecer el entorno deportivo.

6. Evaluación continua y mejora: Se debe implementar un sistema de evaluación que permita medir el impacto del programa en el desarrollo de valores, utilizando indicadores tanto cuantitativos como cualitativos. Los resultados de la evaluación deben utilizarse para realizar ajustes y mejorar continuamente la calidad del programa.

Al aplicar estas estrategias, se puede potenciar el papel del deporte como herramienta para la educación en valores, contribuyendo al crecimiento personal de los jóvenes, dotándoles de herramientas para que puedan desarrollar sus habilidades sociales prosocialmente, contribuyendo así a la construcción de una sociedad con mejores ciudadanos del futuro.

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Recibido: Mayo 4, 2025
Aceptado: Junio 2, 2025
Publicado: Junio 30, 2025

Cómo citar: Madrid Pedreño, J. (2025). Modelos pedagógico-deportivos basados en la adquisición de valores en el ámbito de los deportes colectivos. JUMP, 11, 17-27. https://doi.org/10.17651/jump.n11.9665

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