LA PRESENCIA DE NEBRIJA EN LA LINGÜÍSTICA MISIONERA ESPAÑOLA: ANÁLISIS DE LAS PUBLICACIONES1

THE INFLUENCE OF NEBRIJA IN SPANISH MISSIONARY LINGUISTICS: AN ANALYSIS OF PUBLICATIONS

Víctor Felipe Acevedo López

Universidad Rey Juan Carlos

victor.acevedo@urjc.es

RESUMEN

Antonio de Nebrija es una figura necesaria para comprender la lingüística misionera, puesto que su obra gramatical y lexicográfica sirvió a los religiosos como modelo para comenzar su tarea descriptiva de las lenguas de los pueblos originarios que les permitió catequizar en su idioma. En este artículo, se pretende esbozar cuál ha sido la influencia nebrisense en la lingüística misionera a través del análisis cuantitativo y cualitativo de las publicaciones que se recogen en BiTe y en BiTe-Ap1. De este modo, se puede apreciar cuáles han sido los aspectos en los que más se ha investigado y, entonces, comprender la magnitud de la influencia nebrisense en los misioneros lingüistas.

Palabras clave: lingüística misionera, Nebrija, historia de la lingüística.

SUMMARY

Antonio de Nebrija is a necessary figure for understanding missionary linguistics, since his grammatical and lexicographical work served as a model for the religious to begin their descriptive task of the languages of the native peoples, which allowed them to catechise in their language. In this article, the aim is to outline the Nebrisian influence on missionary linguistics through a quantitative and qualitative analysis of the publications collected in BiTe and BiTe-Ap1. In this way, it is possible to appreciate which aspects have been the most researched and, then, to understand the extent of the Nebrisian influence on missionary linguists.

Keywords: missionary linguistics, Nebrija, history of linguistics.

DOI: https://doi.org/10.17561/rilex.5.3.7434

1. INTRODUCCIÓN

La historiografía de la lingüística misionera española ha sido consciente, desde las primeras publicaciones relacionadas con gramáticas y vocabularios elaborados por los misioneros, de la presencia nebrisense en estos documentos. Cierto es que ha sido, en algunas ocasiones, discutida la cuestión relativa a qué obra de Nebrija fue el cauce que siguieron los numerosos artes y vocabularios que redactaron los evangelizadores para poder aprender la lengua de los pueblos originarios de América y de Filipinas y su Área Extremo Oriental y, de este modo, poder catequizarlos.

Hoy en día son muchos los expertos que aclaran que, esencialmente, para las artes misioneras el molde nebrisense es el de sus Introductiones -como se expondrá en el cuerpo del artículo-; mientras que la obra del de Lebrija empleada como cimiento para sus vocabularios es el Vocabulario latino-español.

Así las cosas, el objetivo que persigue este trabajo es mostrar un marco general de la presencia de la obra de Nebrija en las gramáticas y los diccionarios que escribieron los misioneros en América, Filipinas y su Área Extremo Oriental para poder describir y aprender las lenguas de los pueblos originarios y, así, poder transmitirles la fe en su idioma, a través del análisis de las publicaciones en historiografía de la lingüística misionera. La intención es, en consecuencia, plantear cómo la investigación en lingüística misionera ha abordado la influencia nebrisense en los distintos tipos de textos que escriben los religiosos. De este modo, aunque se trate de una revista especializada en la investigación léxica, en este artículo no solo se hablará de Nebrija en los vocabularios misioneros, sino que, también, en las gramáticas y en otros tipos de documentos -como los paratextos que dan fe de las ideas lingüísticas-.

La razón por la que se ha optado por plantear una visión general de la influencia nebrisense en los estudios de historia de la lingüística misionera es sencilla. Acevedo López (2022, p. 112) habla de la importancia de tomar en consideración el conjunto de las obras misioneras -no solo las estrictamente lingüísticas, sino que también las complementarias-:

Este entendimiento no parece banal, pues ya se encuentran precedentes cuya obra se comprende en la unidad de la diversidad, como es el caso de Nebrija (Esparza Torres, 2007, p. 33-34).

Este todo, en el caso de los clérigos, podía tener, además, un trasfondo teológico: una doctrina y un vocabulario eran, en definitiva, miembros de un mismo cuerpo, que empleando palabras de san Pablo, como en muchos prólogos hacen los misioneros, se puede afirmar que “Todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos son un solo cuerpo” (1Co 12, 12).

Ahora bien, para satisfacer los puntos que se acaban de plantear, la metodología que se sigue es la siguiente. En primer lugar, la Bibliografía temática de la historiografía lingüística española. Fuentes secundarias (BiTe) de Esparza Torres et al. (2008) y la Bibliografía temática de la historiografía lingüística española. Apéndice 1 (BiTe Ap-1) de Battaner Moro et al. (2022) ofrecen un elenco de fuentes que permiten recopilar la mayoría de los trabajos dedicados a la lingüística misionera. Ambas BiTe cuentan con la misma distribución de capítulos -áreas temáticas- y disciplinas. El capítulo X se dedica a la “Lingüística española en América y en Filipinas y su Área Extremo Oriental”, que será el que se someta a examen.

En segundo lugar, se realiza una exhaustiva revisión de las fuentes secundarias que nos ofrecen las bibliografías citadas. Así, se extrae la relación de los estudios y las distintas ‘parcelas’ de la lingüística misionera, ayudado de la división temática de ambas BiTe. Además, gracias a la información que ofrecen las bibliografías, podemos discriminar la búsqueda para localizar aquellos trabajos en los que aparece Antonio de Nebrija.

Aunque, antes de comenzar con el análisis, se considera oportuna una breve contextualización de la lingüística misionera española.

2. LA LINGÜÍSTICA MISIONERA ESPAÑOLA

Si seguimos la definición de Swiggers (2009, pp. 68-69), la historiografía lingüística sería el estudio del conjunto de los acontecimientos -localizados en un tiempo y espacio concretos-, de los hechos y los procesos de conceptualización y de descripción, y de los productos que han moldeado las tradiciones de pensamiento y de quehacer lingüísticos.

Se puede definir, en consecuencia, la historia de la lingüística misionera como el estudio del conjunto de obras que se componen para aprender las lenguas indígenas con el fin de transmitir la fe durante los siglos de misión (XVI-XIX, esencialmente). Para la confección de los textos misioneros, los religiosos empleaban el latín -también el griego, el hebreo o el castellano-como lengua de referencia para describir una lengua exótica -lengua objeto-, y usaban otro idioma como metalengua: cuando este es el español, se habla de lingüística misionera española, sin importar el origen del autor.

Las coordenadas espaciotemporales que debe atender quedan patentes en Acevedo López y Esparza Torres (2020), donde se hace un estudio en el que se cuentan las lenguas descritas por los misioneros y las distintas áreas geográficas a las que alcanzó su labor evangélica y filológica. A modo de resumen, y de acuerdo con los datos que se ofrecen, los misioneros codificaron un total de 172 lenguas repartidas por todo el mundo, desde América hasta Oceanía. Los mapas que se incluyen en el artículo permiten visualizar la dimensión geográfica del trabajo lingüístico de los misioneros gracias a la indicación de los espacios en los que esas lenguas se hablaban y de los círculos que expresan la intensidad con que fueron objeto del trabajo de los religiosos, ya que remiten al número de obras registradas de cada idioma. Además, las 172 lenguas que codifican los misioneros se dividen en 38 grupos de lenguas, más las aisladas e inclasificables, y una lengua criolla. Esta suma aporta una aproximación precisa del vasto trabajo filológico y catequizador que desarrollaron los misioneros durante los siglos XVI-XIX.

Esta labor se localiza, especialmente, en América, que constituye el área geográfica que cuenta con el mayor número de lenguas descritas. La zona que corresponde a México y Guatemala reúne cerca de 62 lenguas. Siguen a esta Perú -16 lenguas-, Colombia -12 lenguas-, Bolivia -11 lenguas-, y Argentina -7 lenguas-. En el continente asiático, Filipinas es el área donde más trabajos se aprecian: se suman 14 lenguas codificadas y 260 documentos.

3. ANÁLISIS CUANTITATIVO DE LAS PUBLICACIONES: BITE Y BITE AP-1

Como se acaba de exponer, la Bibliografía temática de historiografía lingüística española: fuentes secundarias (BiTe) de Esparza Torres et al. (2008) y la Bibliografía temática de historiografía lingüística española: fuentes secundarias. Apéndice 1 (BiTe Ap-1) de Battaner Moro et al. (2022) ofrecen una visión clara de las publicaciones relacionadas con la investigación en historia de la lingüística española. En lo relativo a la lingüística misionera, ambas BiTe organizan el apartado temático del mismo modo:

10

Lingüística española en América y en Filipinas y su Área Extremo Oriental

10.1

Lingüística misionera española: estudios de carácter general

10.2

Lingüística misionera española en América

10.2.1

Lingüística misionera española en América: fuentes

10.2.2

Lingüística misionera española en América: estudios de carácter general

10.2.3

Las gramáticas de las lenguas americanas

10.2.4

Los diccionarios de las lenguas americanas

10.2.5

Otros materiales de interés historiográfico en América

10.2.6

Trabajos sobre las lenguas americanas y sus lingüísticas

10.3

Lingüística misionera española en Filipinas y su Área Extremo Oriental

10.3.1

Lingüística misionera española en Filipinas y su Área Extremo Oriental: fuentes

10.3.2

Lingüística misionera española en el Pacífico: estudios de carácter general

10.3.3

Las gramáticas de las lenguas filipinas

10.3.4

Los diccionarios de las lenguas filipinas

10.3.5

Otros materiales de interés historiográfico en Filipinas

10.3.6

Obras lingüísticas relativas a otras lenguas del Área

Además, si organizamos los registros de las dos bibliografías en un pequeño eje cronológico, podemos comprobar que la aproximación a las fuentes secundarias de la historiografía de la lingüística misionera permite, entonces, un primer esbozo del estado actual de la investigación. Se expone el desarrollo cronológico de la disciplina a través de los estudios realizados mediante un eje temporal. En el siguiente gráfico, se observa la distribución de los trabajos de lingüística misionera desde el año 1884 hasta el 20202.

GRÁFICO 1. Cronología de las publicaciones del capítulo X de BiTe y BiTe-Ap1.

Fuente: Acevedo López, 2022, p. 25.

En el gráfico se puede apreciar cómo se distribuyen las investigaciones dedicadas a la lingüística misionera. Destacan los treinta y tres estudios del año 19973, y cómo a partir de 1991 se mantiene la investigación en la disciplina en una media de trece trabajos anuales. Hasta entonces alguno de los estudios que se cuenta no es, en sentido estricto, historiografía de la lingüística misionera, pero sí que aborda alguna de las cuestiones relativas al área de investigación. Se ha de tener en consideración que el interés sobre esta parcela del trabajo lingüístico y, por tanto, la investigación del objeto de estudio es reciente, por lo que es comprensible que en los primeros estadios los estudios no se incardinasen completamente en ella. Pero, sobre todo, lo que constata el gráfico es, como afirma Zwartjes (2012), que la primera década del siglo XXI ha sido testigo de una verdadera explosión de actividades de investigación.

Acevedo López et al. (2021, p. 58) analizan las publicaciones que registra BiTe Ap-1 de gramática escolar, sintaxis y lingüística misionera. En lo relativo a esta última, se presenta una comparación entre los registros de BiTe y BiTe Ap-1:

Si se compara el porcentaje de registros del capítulo X de la BiTe y de la BiTe-Ap1, en cifras aproximadas, de los cerca de 4000 registros de BiTe, unos 400 pertenecían a lingüística misionera; en cuanto a BiTe-Ap1, que cuenta actualmente con unos 1200 registros, 165 se inscriben en esta área. Se puede observar en los gráficos que, por consiguiente, la proporción de trabajos de lingüística misionera es similar en ambas bibliografías. En consecuencia, se podría pensar que la investigación en esta área se ha mantenido en la última década; sin embargo, si se tiene en consideración los años que abarca BiTe4, frente a los de BiTe-Ap1, se puede apreciar cierto aumento en las investigaciones en HLM.

GRÁFICO 2. Comparación BiTe y BiTe Ap-1.

Fuente: Acevedo López et al. (2021, p. 58)

En consecuencia, el número de publicaciones aproximado que se recogen en ambas BiTe asciende a 565 de las que 75 en BiTe y 35 aproximadamente en BiTe Ap-15 hablan de la influencia de Nebrija en la lingüística misionera. Estos trabajos se pueden dividir por materias. Así, los relativos a las gramáticas son 42 en BiTe y cerca de 20 en BiTe Ap-1. El primero de los trabajos que aparece en la bibliografía es el de Manrique Castañeda (1982) que dedica al arte de Andrés de Olmos (OFM; 1490-1570/71). Mientras que los que se dedican a estudios lexicográficos son 24 en BiTe y 10 en BiTe Ap-16.

GRÁFICO 3. Registros de historia de la lingüística misionera española (HLM) y registros en los que se habla de la influencia de Nebrija.

Fuente: elaboración propia.

Estas cifras informan de cómo los investigadores continúan ahondando en la influencia de Nebrija en la lingüística misionera. Es cierto que en algunos de los trabajos no solo se estudia la influencia nebrisense en un único misionero, sino que se intenta ver reflejado en toda una tradición, como se aprecia en Esparza Torres (2007), que expone la presencia de Nebrija en las gramáticas mexicanas de los primeros misioneros.

Asimismo, la breve revisión cuantitativa de BiTe y BiTe-Ap1 permite situarnos en un marco general de la investigación en lingüística misionera que, además, hace patente la importancia de Antonio de Nebrija, pues como se puede observar en el gráfico, cerca de un cuarto de las investigaciones que se recogen en el capítulo X de BiTe y de BiTe-Ap1 corresponden a la presencia nebrisense en la lingüística misionera española.

4. ANÁLISIS CUALITATIVO DE LAS PUBLICACIONES

En este apartado, se pretende ahondar en el análisis de las publicaciones que se recogen en BiTe y BiTe Ap-1. Ahora, repasaremos los distintos trabajos para intentar dilucidar cuáles han sido los aspectos en los que los estudiosos han hecho mayor hincapié.

Así las cosas, una de las cuestiones que más ha interesado a los expertos en historia de la lingüística misionera española es la influencia que Antonio de Nebrija pudo ejercer sobre los misioneros. El estudio de los textos filológicos misioneros de los siglos XVI, XVII e, incluso, XVIII lleva a los investigadores a fijarse en la figura de Nebrija y en su encomiable obra gramatical y lexicográfica como modelo para la redacción de las gramáticas de las lenguas indígenas y para la elaboración de los inventarios léxicos. Hernández de León-Portilla (1993a), Martínez (1993), Percival (1994a, 1994b), Beuchot (1997), Guzmán Betancourt & Nansen Díaz (1997), Galeote (2001), entre otros, profundizan en las relaciones entre la obra nebrisense y las gramáticas y vocabularios mesoamericanas, o el auge de sus obras en la Nueva España como modelo para artes y vocabularios de lenguas indígenas.

El pensamiento lingüístico de Nebrija influye en los misioneros a la hora de afrontar la nueva tarea que se les encomienda: la evangelización de los pueblos originarios en sus lenguas. Así lo expone Galeote (2001) al comprobar que el trabajo lingüístico de Alonso de Molina sigue la estela nebrisense. También, Hernández de León-Portilla (1993b) cuenta cómo al ser la religión quien acompañó al imperio y no la lengua, los religiosos tuvieron que emprender una tarea lingüística que los llevó a tomar como referente a Nebrija.

La mayoría de los autores afirman que, para los religiosos, las Introductiones de Nebrija son las que sirven como modelo. Koerner (1994), Quiñones Melgoza (1997), Briesemeister (1997) o Sarmiento González (2000) exponen que los misioneros adoptan el esquema gramatical latino que expuso Nebrija y no el esquema del castellano. Aunque no todos los religiosos siguen escrupulosamente el modelo nebrisense: Monzón (1997) cuenta cómo la gramática de Gilberti del purépecha se aleja de las Introductiones en varios aspectos. Este hecho resulta interesante porque, en mayor o menor medida, todos los misioneros lingüistas tuvieron que adecuar el modelo a la lengua que describían.

Se comprueba que nos encontramos con uno de los temas en los que más se ha profundizado. Por ejemplo, Alvar (1992, 1994) ya realizó varios estudios en los que analizaba el modelo nebrisense en algunas gramáticas americanas de distintas lenguas: náhuatl, quechua, mochica, purépecha y totonaca. Sobre esta última concluye que

El Arte de la lengua totonaca nos dijo que se preparó conforme al Arte de Nebrija. No digamos que con excesiva fidelidad, pero sí con un claro ademán de acercamiento. Lo malo es que Nebrija tenía dos tratados válidos para América: las Introductiones latinae y la Gramática; uno y otro encerraban enseñanzas que ahora son útiles, pero, al deslindar las deudas, encontramos que el Arte se pudo haber divulgado desde c. 1745 y venía a gozar de una nueva andadura, por más que fuera una rarísima impresión y que no podría impedir la difusión del manual que se escribió para enseñar latín a los mozos de Castilla. Se cambió el registro, pero los planteamientos seguían válidos y, en tal sentido, las Introducciones cobraron un nuevo valor, gracias a la traducción romance, que influyó en la gramática que comento (Alvar, 1994, p. 15).

Esparza Torres (2007) analiza los modelos de los lingüistas misioneros y los compara con el de Nebrija7. También añade una muy interesante reflexión sobre qué es la obra gramatical de Nebrija y cuál pudo ejercer de influencia para la construcción del marco. En palabras del autor:

La gramática latina por excelencia en el momento inicial de la lingüística misionera es la de Nebrija, y, por ello, es del todo lógico que se acojan a su autoridad. Los primeros misioneros -esto se ve claramente en Molina- entienden las obras nebrisenses como un todo, como un método unitario, que era exactamente la idea de Nebrija (Esparza Torres, 2007, pp. 33-34).

Podríamos preguntarnos, como también hace Esparza Torres (2007, p. 34), cuál es el texto de las Introductiones que conocen los misioneros: “Obviamente la edición que se difundirá por América es la tercera, sobre todo a través de las impresiones de los herederos de Nebrija”8. Se alcanza esta conclusión tras analizar las diversas impresiones del texto y eliminar afirmaciones vacías o faltas de objetividad.

Téllez Nieto (2015) analiza en su tesis doctoral la gramática nebrisense en el Arte de la lengua mexicana (1547) de Andrés de Olmos para ponderar, en primer lugar, el peso de la tradición gramatical en Nebrija y, en segundo lugar, el de este sobre Olmos; así, afirma:

El capítulo inicial del libro primero del Arte, titulado “De las partes de la oración” es, sin lugar a dudas, el más importante desde el punto de vista del análisis de la tradición clásica por varios motivos: en primer lugar, porque en él se hace declaración expresa de la dependencia de Olmos respecto al canon nebrisense, aunque no se explicita cuál pudo ser la edición de las Introductiones que tomó como modelo; en segundo lugar, porque la concreción misma de las “partes de la oración” es tal vez la deuda conceptual más importante del Arte respecto a la tradición gramatical clásica, lo que conlleva no pocas repercusiones; pero, además, y en relación con estas dos ideas precedentes, porque Olmos hace importantes precisiones sobre la estructura misma del Arte para justificar precisamente por qué y en qué puntos se ha desviado del modelo de Nebrija, teniendo siempre en cuenta las características diferenciales de una lengua como el náhuatl (Téllez Nieto, 2015, p. 87-88).

En consecuencia, se demuestra -no solo en los propios textos gramaticales, sino también en palabras de los mismos misioneros- el carácter flexible de su quehacer filológico; pues en sus obras se aprecia la innovación necesaria para adecuar la descripción a la lengua objeto, aunque mantienen la tradición del modelo nebrisense. Esta idea relativa a la innovación y la tradición se ha repetido en varios trabajos como el de Calvo Pérez (1994), que comenta qué hay de novedad y qué de fidelidad al modelo en las primeras gramáticas del quechua.

Pero no solo se ha estudiado la influencia nebrisense en América, también en las gramáticas y diccionarios misioneros de Filipinas:

Como es de esperar en una obra gramatical escrita por un español en el siglo XVII, la fuente principal desde el punto de vista metodológico es la Gramática latina de Nebrija. Son las categorías gramaticales de la tradición grecolatina tomadas del nebrisense las que fundamentalmente se utilizan en la descripción gramatical y Nebrija es nombrado expresamente por Benavente en varias ocasiones (Ridruejo, 2002, p. 2332).

Se refiere el autor al Arte de la lengua pampanga (1699) de Álvaro de Benavente (OSA; 1646-1709).

Como también se expone en otros trabajos, poco a poco se van constituyendo tradiciones propias y, junto al modelo latino, Benavente se ayuda de la descripción de la lengua que dio Francisco Coronel (OSA; ?-1640) en 1629.

En cuanto a los vocabularios, Moreno Fernández (1994), Lope Blanch (1999) y Hernández (2000) exponen, desde distintos puntos de vista, el influjo que el diccionario nebrisense tuvo en la incipiente lexicografía amerindia. Se aprecia que, aun tomando a Nebrija como modelo, los vocabularios americanos, como el Vocabulario castellano-mexicano (1555) de Alonso de Molina (OFM; 1514?-1585), aportan la finura propia del lexicógrafo al incluir, por ejemplo, nuevas voces que proceden de las lenguas indígenas; aunque, como afirma Hernández (2018, p. 43): “el vocabulario español-latino de Nebrija fue la fuente primera de los vocabularios bilingües con las entradas en la lengua castellana producidos en América”. Prueba de ello es el Vocabulario trilingüe atribuido a Bernardino de Sahagún que se trata del vocabulario de Nebrija, pero, en rojo, se incluye el término correspondiente en náhuatl. Y, tras este artículo, vienen otros tantos que profundizan en cómo Nebrija fue el cimiento de esta incipiente lexicografía de ‘urgencia’ con la lengua náhuatl.

Es cierto que también se cuentan varias investigaciones dedicadas a la tradición quechua y al vocabulario de Domingo de Santo Tomás (OP; 1499-1570), como Moreno Fernández (1994) o Galeote (2002a), pero el misionero cuya obra lexicográfica -y también gramatical- se ha estudiado profundamente es Antonio de Molina, al que se apoda el Nebrija de Indias. Son numerosos los estudios que se dedican a esto, baste citar a Smith Stark (2002) o a Galeote (1993, 1996, 2002b, 2006, 2010).

Se debe recalcar, relacionado con este vocabulario, que el primer estudio que recoge BiTe sobre la influencia o presencia nebrisense en la lexicografía misionera es uno que aborda esta cuestión. Clayton (1989) expone, entre otras cosas, las variaciones -o errores- que aparecen en el vocabulario en latín-castellano-mexicano frente al Vocabulario de Nebrija.

En este breve análisis cualitativo, además, se puede comprobar con la siguiente cita del Arte de la Lengua Sambala y Española. Compuesto por un Religioso de la Orden de Nuestro Señor San Agustín (1601)9 que los religiosos no solo eran conocedores de la doctrina nebrisense, sino que la tomaban como propia: “El nombre (dejada para Nebrija su definición) se divide en sustantivo y adjetivo”. Aunque ello no los llevaba a aferrarse al modelo gramatical latino de las Introductiones, sino que adecuaban este a la lengua objeto. Porque, como expuso Esparza Torres en una conferencia impartida en Jaén durante el 2022, en no pocas ocasiones se termina relacionando el modelo de Nebrija con ‘latinidad’: como se aprecia en el Arte de la lengua japona (1738) de Melchor Oyanguren de Santa Inés (OFM; 1688-1717) en cuyo título especifica que se sigue a Nebrija, pero, al profundizar en la obra, se desprende que ‘seguir a Nebrija’ es sinónimo de ‘latinidad’ o de ‘modelo latino’.

5. A MODO DE CONCLUSIÓN

La historiografía de la lingüística misionera española ha sido consciente desde los albores de la disciplina de la influencia que ejerció Antonio de Nebrija en la gramaticografía y en la lexicografía misioneras. De ello dan cuenta las numerosas publicaciones que ahondan en uno o varios aspectos relacionados con este tema, como Alvar (1992), que aborda la relación de Nebrija con tres gramáticas misioneras; o como Galeote (2001), que estudia el vocabulario de Molina como ‘Nebrija indiano’.

Se puede constatar, gracias a BiTe-Ap1, que hoy en día sigue siendo un asunto recurrente en los trabajos de historia de la lingüística, puesto que la estela nebrisense sobrevoló en todas las tradiciones lingüísticas de América y Filipinas y su Área Extremo Oriental que comenzaron los misioneros. Baste recordar la publicación de Hernández (2018), que reúne la lexicografía bilingüe misionera y recalca al inicio que no se puede dudar de la influencia nebrisense.

Además, desde un punto de vista cualitativo, se observa que gramática latina de Nebrija como modelo para los artes misioneros es uno de los temas más recurrentes en la investigación. Del mismo modo que en la lexicografía misionera lo es el vocabulario latino-castellano, que fue el cimiento de toda la tarea lexicográfica posterior, como se puede apreciar en Clayton (1989).

En suma, la obra lingüística de Antonio de Nebrija supone para los misioneros el pilar sobre el que construir las gramáticas y los diccionarios de las lenguas de los pueblos originarios. El objetivo de este artículo era construir un panorama sobre la presencia de Nebrija en la lingüística misionera española gracias al análisis de publicaciones que, en mayor o menor medida, puede quedar constatado mediante las gráficas y el análisis de estas.

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1 Este trabajo se incluye dentro de las investigaciones realizadas al amparo del grupo de investigación de alto rendimiento Lingüística y nuevos medios (Liynmedia) de la Universidad Rey Juan Carlos; en concreto en el Contrato I+D España en América y Filipinas: el legado intercultural de la lingüística misionera (financiado por la Fundación Ciudadanía y Valores).

2 Durante el año 2021 y 2022 se han seguido publicando estudios relacionados con la lingüística misionera, pero por acotar la distribución cronológica de estos se ha decidido utilizar las mismas fechas que BiTe y BiTe-Ap1. Un ejemplo de la incansable profundización en las numerosas dimensiones de la lingüística misionera es Missionary Linguistics VI, editado por Zwartjes et al. (2021), que se centra en el trabajo misional y filológico de Asia. También, el artículo publicado por Acevedo López & Fernández de Gobeo & Gil de la Puerta (2021), que aborda un análisis cuantitativo y cualitativo de los estudios sobre gramática escolar, sintaxis y lingüística misionera que se recogen en BiTe-Ap1. No podemos olvidar Ridruejo (2022), que realiza todo un análisis de la influencia nebrisense en las gramáticas misioneras.

3 El elevado número de trabajos que se cuentan en 1997 responden, en su mayoría, a la publicación de Zimmermann (ed.) La descripción de las lenguas amerindias en la época colonial y a Memoria del coloquio La obra de Antonio de Nebrija y su recepción en la Nueva España. Quince estudios nebrisenses (1492-1992) de Guzmán Betancourt & Nansen Díaz (eds.).

4 El primer trabajo que se cuenta de lingüística misionera es de 1884 y el último de 2007, más de 100 años; frente a los 10 (2008-2020) de BiTe-Ap1. Ello demuestra que el número de publicaciones del ámbito de la historiografía lingüística ha ido aumentando, como también ha hecho lo propio la lingüística misionera y aunque parece por los gráficos que el porcentaje es similar, no se pueden olvidar las coordenadas temporales de cada BiTe. Es cierto que se podría esperar un gran aumento en las publicaciones de historia de la lingüística misionera, que se da, pero no tan amplio. Aun así, en BiTe-Ap1 se constata cómo algunas ramas, entre ellas la traductología, han profundizado más. Sobre todo, gracia al monográfico de la revista Mutatis mutandis.

5 Por diversos problemas técnicos con el servidor, no se han podido contrarrestar los datos que ofrece BiTe Ap-1 en la última revisión de este artículo. Por esta razón, se ha decidido que aparezca aproximadamente junto a los números que dan cuenta de los registros de historia de la lingüística misionera (HLM) que se recogen.

6 Como se puede observar, la suma de los registros de HLM en BiTe y BiTe Ap-1 no coincide con los totales tras la división en estudios gramaticales y en estudios lexicográficos. Ello se debe a que algunos de los trabajos no se incluyen en ninguna de estas dos disciplinas, como el de Martino Alba (2018), que se centra en traducción o el de Segovia Gordillo (2020) sobre paratextos.

7 En el trabajo se explican aspectos especiales para comprender la influencia de Nebrija en las primeras gramáticas misioneras, como el proceso de deslatinización, o la dificultad real de que de una obra publicada en 1492 y sin reimpresiones quedasen ejemplares un siglo después, y dice: “creo, en definitiva, que es posible afirmar que hoy no merece ningún crédito la posibilidad de que la Gramática castellana fuera utilizada como instrumento de castellanización” (Esparza Torres, 2007, p. 14); aunque, citando a Alvar (1992, p. 337) “probablemente, Introducciones y Arte se encontraron en la mesa de alguna celda y en unión conformaron la nueva cultura que estaba naciendo”.

8 Téllez Nieto (2015) concluye en su tesis doctoral que es la tercera edición de las Introductiones de Nebrija la que usa Olmos, pero la que se publica en 1508.

9 Manuscrito que se conserva en el Archivo del Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid (*1182/2).