Salvatore Corveddu, M. (2023). Tendencias morfológicas en el léxico técnico de la España de inicio de siglo XIX
RILEX. Revista sobre investigaciones léxicas, 6/II, pp. 67-109
TENDENCIAS MORFOLÓGICAS EN EL LÉXICO TÉCNICO DE LA ESPAÑA DE INICIO DE SIGLO XIX: EL “VOCABULARIO DE LAS PALABRAS TÉCNICAS” INCLUIDO EN EL MANUAL DEL ENCUADERNADOR, EN TODAS SUS PARTES (1839) DE SEBASTIAN LE NORMAND
MORPHOLOGICAL TRENDS IN THE TECHNICAL LEXICON OF EARLY NINETEENTH CENTURY SPAIN: THE “VOCABULARIO DE LAS PALABRAS TÉCNICAS” INCLUDED IN THE MANUAL DEL ENCUADERNADOR, EN TODAS SUS PARTES (1839) BY SEBASTIAN LE NORMAND
Mario Salvatore Corveddu
Università Cattolica del Sacro Cuore
mariosalvatore.corveddu@unicatt.it
RESUMEN
En este artículo se analizan las tendencias morfológicas de las unidades léxicas que componen el “Vocabulario de las palabras técnicas” incluido en el Manual del encuadernador, en todas sus partes (1839) de Sebastian Le Normand, traducción de la obra francesa Manuel du relieur dans toutes ses parties (1827). El manual se enmarca en el momento en que las artes y oficios tradicionales experimentan una rápida industrialización, gracias a los avances de las ciencias y de las técnicas. Desde una óptica lingüística, este proceso de reconfiguración impactará en particular en el nivel léxico, con la incorporación de neologismos y la adaptación de los procesos de creación léxica a las nuevas exigencias comunicativas.
El estudio pretende ampliar el conocimiento de este último punto; en concreto, se analizan los mecanismos formales de lexicogénesis de una técnica, en este caso la encuadernación, en las primeras décadas del siglo XIX. El objetivo implica tres pasos: primero, presentar el manual y sus contenidos; segundo, presentar el léxico objeto de estudio y, finalmente, analizar morfológicamente las unidades léxicas. Los resultados muestran un léxico que se encuentra en un momento de transición hacia la modernidad, caracterizado por una configuración morfológica en la que se encuentran huellas de los rasgos que caracterizan las etapas modernas de un léxico de especialidad, como la sustantivación y la sintagmación.
Palabras clave: morfología léxica, lexicología, neología histórica, siglo XIX.
ABSTRACT
This article analyzes the morphological trends of the lexical units that make up the “Vocabulario de las palabras técnicas” included in the Manual del encuadernador, en todas sus partes (1839) by Sebastian Le Normand, translation of the French work Manuel du relieur dans toutes ses parties (1827). The manual is framed at a time when traditional arts and crafts are undergoing rapid industrialization, thanks to advances in science and technology. From a linguistic perspective, this process of reconfiguration will impact on the lexical level either with the entry of neologisms, or on the adaptation of the lexical creation processes to the new communicative demands.
The study aims to expand the knowledge of this last point, focusing on the formal mechanisms that characterize the lexicogenetic processes of a technique, in the first decades of the nineteenth century. For this purpose, the work involves three steps: the presentation of the manual and its contents, the presentation of the lexicon object of study and finally the morphological analysis of the lexical units. The results show a lexicon that is in a transitional stage, with a morphological configuration that shows traces of the features that characterize the modern stages of a specialty lexicon, such as substantivation and syntagmation.
Keywords: lexical morphology, lexicology, historic lexical neology, XIX century.
Recibido: 28-11-2022
Aceptado: 17-04-2023
DOI: https://doi.org/10.17561/rilex.6.2.7605
1. INTRODUCCIÓN
El conocimiento de los períodos más cercanos de la historia de la lengua española ha sido perjudicado por la escasa atención que tradicionalmente la crítica especializada ha prestado a los siglos XVIII y XIX (Garriga Escribano, 2015, p. 62). Este arco temporal se percibía demasiado próximo para que mereciera la pena estudiarlo (Gutiérrez Cuadrado, 2001, p. 181), convirtiendo la historia moderna, desde el siglo XVIII hasta nuestros días, en un apéndice de los siglos anteriores (Gutiérrez Cuadrado & Garriga Escribano, 2019, pp. 194-196). En este contexto, la lengua de la ciencia y de la técnica padecía una falta de interés debido a la centralidad de los textos literarios en los estudios filológicos (Gutiérrez Cuadrado, 2001, pp. 181-182).
Ahora bien, esta postura no tenía en cuenta los avances y la consolidación de las principales ciencias y técnicas que se producen en este lapso. La lengua es el reflejo de la sociedad a la que sirve de instrumento (Garriga Escribano, 2019, p. 48), por tanto, es indudable que esta dinámica dejó una huella profunda, sobre todo en el nivel léxico. La necesidad de denominar los conceptos generados por el desarrollo científico-técnico no solo enriqueció el español de un caudal léxico abrumador (Corveddu, 2018, p. 36), sino que puso en marcha un proceso de adaptación de los mecanismos lexicogenésicos productivos a las nuevas exigencias comunicativas.
Este es el momento en que muchos lenguajes específicos se configuran; de hecho, en el panorama editorial decimonónico aparece un número ingente de obras que describen, por primera vez, una determinada área del conocimiento. En este contexto, las traducciones de obras francesas desempeñan un papel central en la difusión de nuevos conocimientos, tal y como constatan Lépinette (1998), San Vicente (1996) y estudios más recientes como Lépinette y Pinilla (2016) y De Beni (2016), entre otros, que ponen el foco, precisamente, en los textos científicos y técnicos.
La presente contribución se sitúa en la línea de investigación que, a partir de los primeros años del siglo XXI, ha empezado a esclarecer la opacidad que ha caracterizado este arco temporal (Carpi & García Jiménez, 2017, p. 5; Garriga Escribano, 2015, p. 37) con la publicación de obras entre las cuales destacan el trabajo de Zamorano (2012), de Ramírez Luengo (2012) y la organización de diferentes congresos1. Más específicamente, el artículo profundiza en el estudio de la historia del léxico técnico español, etiqueta con la que indicamos el vocabulario de las artes y oficios, que se caracteriza por una dinámica de evolución que no tiene por qué coincidir con el léxico de las ciencias. En concreto, el estudio analiza el vocabulario incluido en el Manual del encuadernador, en todas sus partes (1839), traducción de la obra francesa Manual du relieur, dans toutes ses parties (Le Normand, 1827), desde una perspectiva morfológica.
Los objetivos que la investigación se propone alcanzar son esencialmente dos: contrastar la macroestructura de la traducción con el vocabulario original, para observar si recoge las mismas entradas, y examinar las unidades léxicas desde el punto de vista morfológico, con el fin de trazar las tendencias de uso de los mecanismos formales de creación léxica. En definitiva, creemos que la cronología de la obra y la representatividad de su léxico permitirán observar la dinámica de lexicogénesis formal de un léxico técnico de inicio de siglo XIX.
El artículo se vertebra en tres secciones: la primera ofrece una descripción del manual objeto del estudio, de su aparato paratextual y de la estructuración de los contenidos. Al vocabulario que constituye el corpus se dedica el segundo momento, en el que, tras una sencilla introducción al concepto de ‘lexicografía menor’, se propone el detalle de las voces que componen tanto la versión francesa, como la traducción al español. Después de haber contrastado la macroestructura de los vocabularios, el apartado se concluye con una reflexión sobre la etapa de la historia del sector en la que se sitúa el manual y su vocabulario. Para este propósito, se han consultado dos obras más recientes sobre la encuadernación: la segunda edición del manual, publicada en 1846, y el manual de Sabrel (1883), con el fin de observar los cambios que se registran en la macroestructura de los glosarios de las tres obras. El análisis de las estructuras morfológicas productivas en el vocabulario se lleva a cabo en el último apartado, estructurado según las unidades léxicas presenten una estructura univerbal o pluriverbal. Además de las reglas de formación de palabras de la lengua española, el estudio del vocabulario tendrá en consideración los equivalentes en francés para observar la presencia de eventuales fenómenos de préstamos2. Finalmente, un aspecto de interés para el estudio lo constituye el nivel de asentamiento de las unidades léxicas, que se observará a través del auxilio del Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (NTLLE), del Trésor de la Langue Française informatisé (TLFi) y del Corpus Diacrónico del Español (CORDE).
2. EL MANUAL DEL ENCUADERNADOR, EN TODAS SUS PARTES (1839)
La larga historia del oficio del encuadernador no se refleja en una bibliografía amplia: de Carpallo Bautista (2001, pp. 21-30) aprendemos que apenas existen obras anteriores al siglo XX y el manual objeto del estudio es la primera, aun siendo una traducción del francés3. Se publica por primera vez en 1839 y tendría una segunda edición en 1846 que se distingue principalmente por la ampliación de algunos contenidos. Un aspecto interesante, señalado en la introducción que Bonifacio Bermejo dedica a su reedición del manual (2005), es la aparición el panorama editorial español del Manual completo del encuadernador: teórico y práctico (1883) de Sabrel, obra que retoma, incluso de forma literal, los contenidos de Le Normand4.
Sobre la génesis de la obra solo podemos señalar que se trata de la traducción del Manual du relieur de Le Normand publicada en Paris en 1827; de hecho, ni siquiera se indica el nombre del traductor. Presenta un aparato paratextual en el que el traductor se manifiesta sobre todo a través de las anotaciones, 24 en total, con las que aporta informaciones de corte enciclopédico, terminológico e incluso traductológico. De todos modos, cabe precisar que 7 anotaciones son traducciones de notas ya presentes en el texto de partida; las restantes, en cambio, se pueden clasificar en:
• Notas anónimas no presentes en el texto de partida: se trata de anotaciones que no se atribuyen al traductor o al editor y aportan detalles enciclopédicos o terminológicos;
• Notas del editor: notas en las que el editor manifiesta su presencia y enriquece la obra con reflexiones personales5;
• Notas del traductor: notas firmadas por el traductor en las que se solucionan problemas de corte traductológico debidos a diferencias culturales o planteados por el nivel terminológico.
Nos parece oportuno ofrecer dos ejemplos significativos de notas del traductor:
(1)(nota que se asocia a la palabra metro): Tres pies en castellano (El traductor) (Le Normande, 1839, p. 53)
(2)(nota que se asocia a la palabra estil de grun): En nuestro idioma no tiene nombre y se le da el compuesta de color amarillo. (El traductor) (Le Normande, 1839, p. 102)
La nota 1 es un ejemplo de las que el traductor emplea para informar al lector sobre el equivalente de las medidas francesas; por otra parte, la nota 2 es representativa de las informaciones terminológicas6 que el traductor añade y gracias a las que nos permite apreciar los obstáculos terminológicos que la versión de un texto técnico puede plantear; en este caso, se pone en evidencia el problema de la falta de un equivalente en lengua española7.
La función y los objetivos del manual se destacan en una prefación, traducida de la obra original, en la que el autor alude a la falta de un manual que describa, de forma completa, los procesos que caracterizan el arte de la encuadernación (Le Normand, 1839, p. XVII). La afirmación se apoya en la admisión de Le Normand de haber acudido a obras previas sobre este oficio, como L’art du relieur doreur de livres (1772) de Dudin, perteneciente a la Description des arts et métiers, y a los artículos realizados para el Dictionnaire encyclopédique y l’Encyclopédie méthodique. (Le Normand, 1839, p. VI)
A continuación, se propone la estructura de las 302 páginas que componen el manual:
• Sección I. Del alzador ó acoplador.
• Sección II. Del satinador.
• Sección III. De la plegadora.
• Sección IV. De la encuadernadora.
• Sección V. Del encuadernador.
• Sección VI. De la media encuadernacion.
• Sección VII. Del cartonaje aleman llamado á la Brandel
• Sección VIII. Del Jaspeador.
• Sección IX. Del dorado y del estampado.
• Sección X. Descripcion de los utensilios de que se sirven el encuadernador y el dorador y explicacion de las figuras.
• Sección XI. De los medios de quitar las manchas que se encuentran sobre los papeles, libros, estampas etc.
• Sección XII. De la encuadernación de algunos libros grandes y voluminosos.
• Apéndice. Nuevo descubrimiento para dar a las encuadernaciones el olor permanente de vaqueta de Moscovia.
• Vocabulario de las palabras técnicas empleadas en el arte de la encuadernación.
3. EL VOCABULARIO DE LAS PALABRAS TÉCNICAS
El objeto del presente estudio es el vocabulario de palabras técnicas, incluido en el Manual del encuadernador de Le Normand (1839, pp. 291-302) y señalado en el índice, para que el lector se diera cuenta de su presencia en la obra. Antes de presentar su macroestructura, es necesario enmarcar el glosario en la metalexicografía, donde estos repertorios se consideran lexicografía menor.
Esta etiqueta se debe a Nieto (2001, p. 221), que hace confluir bajo esta denominación todos los repertorios léxicos que no son efectivamente diccionarios, pero que constituyen un capítulo relevante de la historia de la lexicografía española. La importancia de estos caudales léxicos se subraya incluso en Haensch y Omeñaca (2004 [1997], pp. 66-67), los cuales destacan que muchos materiales lexicográficos interesantes no aparecen en diccionarios, vocabularios o glosarios fácilmente identificables como repertorios lexicográficos, sino que forman parte de otras obras en forma de glosarios anejos. Los autores hacen referencia al concepto de biddenglosaries (glosarios escondidos), que necesita de una reflexión más profunda.
La denominación ‘glosario escondido’ forma parte de la terminología metalexicográfica desde mediados del siglo XX. Se utiliza por primera vez en 1959, en su forma inglesa hidden glossaries, para referirse a listados de términos especializados, presentes en revistas científicas (medicina, biología, arquitectura...) dirigidas a especialistas y, por tanto, difícilmente accesibles a lingüistas o lexicógrafos (Gutiérrez Rodilla y García Jáuregui, 2012, p. 131). En palabras de Haensch (1997, p. 67), estos glosarios cuentan con un material lexicográfico importante y superior cualitativa y cuantitativamente al que ofrecen sobre el mismo tema los diccionarios generales. Es un término actual, acuñado para referirse a una realidad actual también: las revistas del siglo XX (Gutiérrez Rodilla y García Jáuregui, 2012, p. 132).
Algunos autores ampliaron, un poco más tarde, el alcance de este término; Ahumada, por ejemplo, emplea el término para referirse a materiales lexicográficos de voces dialectales (2001, p. 89). Más tarde, Díez de Revenga (2008, p. 655) amplía el uso de esta expresión a glosarios de voces científico-técnicas contenidos en tratados especializados del pasado. En concreto, atribuye la etiqueta glosario escondido al vocabulario que incluye una obra inédita de la segunda mitad del siglo XVIII, dedicada a la minería, titulado Diccionario Yndice de las voces municipales, con que se explican en sus faenas los Mineros de Almadén.
En lo que respecta a nuestro vocabulario, no lo consideramos un ejemplo de glosario escondido porque, tanto en el índice de la versión en francés como en la traducción al español, se informa al lector de su presencia en el manual. Estamos de acuerdo con Gutiérrez Rodilla y García Jáuregui (2012, p. 132) en poner la atención en el adjetivo escondido, rasgo que no podemos asociar al vocabulario que nos ocupa y que por esta razón identificamos como un ejemplo de ‘lexicografía menor’.
El glosario de la versión española recopila 89 entradas, cifra a la que se suman los sinónimos (13 términos) y las unidades léxicas que se detectan en la microestructura sin que constituyan entradas autónomas (6 voces)8. A continuación, se ofrece el detalle de las voces:
aceitera ó alcuza, afilon, alzador, asterisco ú ojo, badana, boliche, bornear, brazado, bruñidor, cabezada, cadeneta (trencafila), caja, camelote, campana del oro, canal, carton ó cuartilla, cepillo fuerte, chilla, chillas para enlomar, chillas para afinar, chillas para poner á la prensa, chillas de carton acilindrado, y de oja de lata batida, chillas para bruñir, colgador , colocar por cuerpos ó tamaños, combar ó arquear, compas para colocar el oro, compas pequeño, componedor, comprobar ó comprobación, cordeles, cuadernito, dorador sobre cortes, dorador sobre pieles, encajar ó meter, encordelar y desencordelar, encuadernador, encuadernadora á la rústica, escartivana ó calsivaina, escuadra de realce ó de ribete, faltas, guarda, hierros, holgura (geniva), hornillo del dorador, hoyos, ó altos y bajos, jaspeador sobre cortes, jaspear, jaspeado, justificación, línea del pié, macular, maculatura, martillo (pequeño), molinete y contra molinete, nariz ó punta, nudo de tejedor, pellizco, piedra de afinar, piedra de batir, pinceles, planchas, plancha de relieve, plegadera, plegadora, pomazon, posteta, prensa para cabecear, prensa para recortar, prensa ó ingenio para recortar, punturas, rascador ó raspador, rascador del dorador, recoger, reclamo, refinar, refinar el cartón, registro, reglas de enlomar, retorcer, rueda, salvaguarda, secar, signatura, tajo, tajo para dorar los cantos, tajos cúbicos, telar ó cosedor del encuadernador, titulo corriente, tronquillos, zizallas.
La versión original en francés, en cambio, presenta un glosario de 88 entradas, a las que se suman 6 voces que se mencionan sin recibir una definición propia9; a continuación, se ofrece el detalle de las voces:
affiner, affiner le carton, ais, ais à bruñir, ais à endosser, ais à mettre en presse, ais à rabaisser, ais en carton laminé et en fer-blanc battu, assembleur, astérisque, basane, battée, bercer, bilboquet, billot, billot á dorer les bords, billot cubiques, bosses, brassér, brocheuse, brosse rude, brunissoir, cambrer, camelottes, cartón, casse, chaînette, chasse, cisailles, cloche a l'or, collationner; collationnement, compas (petite), compas a coucher l'or, composteur, cousoir du relieur, coussinet, defets, doreur sur cuirs, doreur sur tranches, encartation; encarter; encart, équerre a rebords, etendoir ou ferlet, fers, feuilleton; mettre le feuilleton en dehors, forneau du doreur, foutter et défoutter, fusil, fut a rogner, garde, gouttière, grattoir, grattoir du doreur, huilier, jasper; jaspure, justification, ligne de pied, maculature, maculer, marbreur sur tranches, marteau (petite), membrures, mettre par corps, moulinet et contre moulinet, nerfs, nez, noeud de tisserand, noix, onglet, palettes, pierre a battre, pincée, plieuse, plieuse, plior, pointures, presse a rogner, presse a tranche-filler, réclame, relevage, relieur, roulette, sauve-guarde, séchage, signature, signet, titre courant, tortiller, tranchefile.
La traducción al español recoge casi la totalidad de los términos incluidos en la obra original. Se trata de un dato relevante, habida cuenta de que la encuadernación es una técnica: las técnicas, con respecto a las ciencias, y en particular en la etapa preindustrial, presentan una configuración conceptual que varía de país a país por efecto de la relación que une el desarrollo de una técnica al contexto sociocultural y económico10. Esto se confirma en el estudio de Torres Martínez (2018, pp. 586-587) que, analizando el vocabulario de términos técnicos incluido en el Manual del florista (1833), traducción de Lucio Franco de la Selva, observa que la versión en español recoge solo el 28,8% de las unidades léxicas de la versión francesa.
En cuanto a nuestro manual, se han detectado solo dos unidades francesas que no se incluyen en el glosario: relevage y vase a l’eau. Ahora bien, la naturaleza de este léxico y la falta de documentación anterior obstaculiza la búsqueda de las razones de estas omisiones; por tanto, podemos formular solo algunas consideraciones: relevage, cuyo significado diatécnico penetra con dificultad incluso en la lexicografía francesa11, denomina la actividad del oficial encargado de colocar las hojas impresas para constituir un libro, el alzador. Más en detalle, el concepto está relacionado con el secado de los pliegos e indica la acción de recoger las hojas que el oficial había puesto a secar. Respecto al francés, que emplea un sustantivo para designar esta operación, el español se limita a describirla, sin acuñar un término (Le Normand, 1839, p. 9), ni siquiera en la obra futura de Sabrel (1883, pp. 4-5), donde se mantiene la misma descripción.
El caso de vase a l’eau es interesante: aunque en el vocabulario de la versión española no se registra un lema equivalente, de la lectura del manual aprendemos la existencia tanto del concepto, como de su denominación bebedor para pájaros (Le Normand, 1839, p. 243).
Terminamos esta sección con las voces presentes solo en el glosario en español, cuya existencia confirma que la traducción de obras técnicas era más bien un proceso de adaptación que una mera transposición en otra lengua: piedra de afinar (piedra de abajar) y plancha de relieve. El caso de piedra de afinar es representativo, por un lado, de la dificultad que planteaba la traducción de los manuales técnicos; por otro, de la instabilidad que caracterizaba estos léxicos. La unidad no se detecta en el manual que, en cambio, emplea el término piedra de rebajar (Le Normand, 1839, p. 73); se trata de un concepto propio del contexto francés, como aprendemos de la definición12 y de la nota del traductor13 (Le Normand, 1839, p. 298). En este caso, la microestructura se convierte en un vehículo para reflexiones léxicas, donde el traductor sugiere adoptar la denominación piedra de abajar por su mayor transparencia semántica14.
La divergencia entre la voz empleada en el texto y la voz sugerida por el traductor es una prueba suficiente de la falta de uniformidad de este léxico, confirmada en la edición sucesiva de 1846, donde la forma piedra de rebajar se asienta en detrimento de piedra de abajar (Le Normand, 1846, p. 81), si bien el vocabulario seguirá manteniendo el lema piedra de afinar, incluso en la obra de Sabrel (1883, s. v. piedra de afinar). La versión en francés emplea la unidad pierre à rabaisser (Le Normand, 1827, p. 74), sin marcar el estatus de término; de hecho, no ingresa en el vocabulario y no se pone en evidencia con recursos tipográficos en el cuerpo del texto.
La unidad pluriverbal plancha de relieve, que ingresa en la macroestructura del vocabulario y aparece en las páginas del manual en español, pone en evidencia que los dos sistemas lingüísticos se caracterizan por una organización conceptual única e independiente. Este aspecto se puede apreciar en los siguientes fragmentos del manual:
(3)Ces plaques, qui s'appellent bosses, se fixent sur les plats comme les angles, par des clous dont la rivure est en dessous. C'est sur ces bosses que ces gros livres reposent et frottent sur le lutrin ; de sorte que la couverture est garantie par elles. Ces bosses servent aussi à arrêter les bandes de cuir garnies de laiton qui servent à tenir le livre fermé, lorsqu'il ne sert pas. (Voyez le Vocabulaire au mot bosses.) (Le Normand, 1827, p. 310)
(4)Estas planchas se fijan sobre las caras como tambien en los ángulos con clavos remachados por debajo. Es sobre estas planchas que descansan estos libros, y frotan sobre el faristol; de modo que preservan las cubiertas. Estas planchas sirven tambien para sujetar las tiras de cuero guarnecidas de laton cuyo objeto es el de tener cerrado el libro cuando no sirve (Ved. el Vocabulario la palabra planchas de relieve) (Le Normand, 1839, p. 285)
En francés, como muestra el extracto 3, solo la palabra bosse se percibe como diatécnica y se registra en el vocabulario; la palabra plaque, en cambio, se configura como un hiperónimo perteneciente a la lengua común, razón por la que no se define en el glosario.
En español, en cambio, la palabra con función de hiperónimo (plancha) se considera marcada diatécnicamente e ingresa en la macroestructura del vocabulario. El aspecto de interés es que el sistema conceptual español se caracteriza por una estructuración más compleja que el francés, donde el concepto de plancha se especializa y lleva a la acuñación del compuesto preposicional plancha de relieve.
Antes de analizar las características morfológicas del léxico objeto del estudio, es oportuno dedicar un momento de reflexión a la representatividad de estas voces, en otras palabras, a la comprensión de la etapa del desarrollo del sector a que se dedica la obra. Esta exigencia se debe al enfoque del presente estudio, que considera el vínculo que une a la lengua con el contexto; por tanto, un léxico técnico ha de observarse considerando la evolución del oficio con el que está relacionado15.
En el caso de la encuadernación, la escasa documentación a nuestra disposición y la naturaleza de la contribución no nos permiten un análisis extenso, por lo que nos hemos limitado a formular algunas constataciones basándonos en la consulta de las dos ediciones del manual objeto de estudio (1839, 1846) y de la obra de Sabrel (1883).
La obra describe un sector anclado en la tradición, que se fundamenta en el trabajo manual llevado a cabo principalmente a través de instrumentos, que se describen a lo largo de la obra y a los que se dedica incluso un capítulo (Le Normand, 1839, pp. 249-264). Ahora bien, la obra se sitúa en la etapa en que la química comienza a penetrar y renovar los oficios que, hasta aquel momento, habían mantenido las antiguas prácticas que se transmitían oralmente. Se trata de un proceso lento que, en la obra analizada, deja huellas de este cambio en la sección dedicada a los procesos de blanqueamiento de las hojas de papel (Le Normand, 1839, pp. 264-277).
Por otra parte, los avances de la técnica llevarían a un proceso de mecanización que tuvo como resultado la automatización del trabajo manual16. En cuanto a la encuadernación, las obras consultadas describen un panorama que, a inicio del siglo XIX, se estaba remodelando: en la edición de 1839 encontramos un apartado dedicado a la máquina para batir (1839, pp. 53-59) que no se detecta en la versión en francés; el traductor, pues, aclara que esta máquina se había inventado hacía ya algunos años en Inglaterra (Le Normand, 1839, p. 53). En esta misma línea se coloca la sección titulada descripcion de un nuevo recortador (Le Normand, 1839, pp. 97-101), en la que se introduce una máquina diseñada en Francia no presente en la obra original en francés, cuyo nombre no se menciona. La transición hacia un modelo de trabajo automatizado se percibe incluso en la segunda edición de 1846, donde el autor hace referencia al ingreso de las máquinas de vapor en el trabajo del satinador (Le Normand, 1846, p. 30).
De los manuales consultados, la revolución técnica parece emplazarse cronológicamente en la segunda mitad del siglo; de hecho, Sabrel (1883) describe un contexto en que los aportes de la mecánica han influenciado todos los procesos de elaboración. El conjunto de las máquinas que se introducen en el sector se reúne en la sección titulada Encuadernación mecánica (Sabrel, 1883, pp. 241-265). Es interesante notar que las denominaciones de las máquinas, que constituyen los títulos de los apartados dedicados (máquina para aserrar ó hacer muescas en el lomo, máquina para coser, máquina para coser lino, máquina para enlomar, máquina para recortar, etc.), no se registran en el glosario.
La situación que acabamos de esbozar muestra un sector que, en el momento en que se publica la obra, comienza un proceso de evolución cuyas principales novedades se producen en la segunda mitad del siglo XIX. Es un proceso lento, aspecto que se refleja en las limitadas variaciones que la macroestructura del glosario experimenta en las obras sucesivas. En la tabla 1 se ofrece el detalle de las voces introducidas, que desaparecen o acusan cambios ortográficos:
Voces introducidas en 1846 |
Voces introducidas en 1883 |
Voces desaparecidas |
Cambios ortográficos |
Afinar |
Costillas |
Brazado (1883) |
Caja para el oro > caja (1883) |
Almohadón |
Cubrir |
Camelote (1883) |
Chilla para poner á la prensa > [...] en prensa (1883) |
Cizalla |
Cubrir la cabezada |
Cuadernito (1883) |
Chilla de cartón acilindrado > [...] cilindrado (1883) |
Colores para lomo |
Enlomar |
Holgura (1846) |
|
Cubo ó tarro de loza |
Libros de batalla |
Pomazon (1846) |
|
Rastrillar |
Prensada |
||
Registro |
TABLA 1: cambios en la macroestructura del glosario
Como se desprende de los datos representados en la tabla, la mayor parte de las variaciones se detectan en Sabrel (1883), así como las adaptaciones ortográficas que, en cambio, se registran solo en este manual.
En resumidas cuentas, los datos nos permiten afirmar que el manual objeto de nuestro estudio se sitúa en una etapa intermedia de desarrollo diatécnico, razón por la que describe tanto las prácticas tradicionales de la encuadernación, como las primeras novedades que el ingreso del sector en su etapa industrial conlleva. Finalmente, el léxico que analizaremos nos ofrece la oportunidad de observar cómo la lengua se adapta a las nuevas necesidades planteadas por el contexto.
4. ANÁLISIS MORFOLÓGICO
El primer dato que se pone en evidencia en el vocabulario analizado es una inclinación hacia la nominalización, que se manifiesta en la presencia de 77 sustantivos y 12 verbos entre las unidades detectadas. Las cifras confirman el predominio de los sustantivos en un léxico científico-técnico, hecho subrayado en diferentes estudios sincrónicos como diacrónicos17.
En cuanto a la configuración morfológica, es oportuno centrarse en la incidencia de las unidades univerbales y pluriverbales18, que podemos apreciar en el gráfico 1:
GRÁFICO 1: Incidencia unidades univerbales y pluriverbales
El léxico de la encuadernación se compone principalmente de unidades univerbales (69% de palabras), tanto entre los sustantivos como entre los verbos; por otra parte, las formaciones en las que sus miembros integrantes no están unidos gráficamente son un 35% de los sustantivos y un 17% de las unidades verbales. Para interpretar estos datos cabe destacar que, si por un lado la combinación sintagmática es uno de los procedimientos lexicogenésicos más recurrente en los lenguajes de especialidad (Cabré, 1993, p. 177; Gutiérrez Rodilla, 1998, p. 120; 2005, pp. 44-50; Buenafuentes de la Mata, 2010, p. 278), por otro, el recurso a esta clase de unidades léxicas presenta rasgos que no coinciden en todos estos lenguajes (Buenafuentes de la Mata, 2010, pp. 278-279) y, desde el punto de vista diacrónico, suele asociarse a una etapa avanzada de evolución (Gutiérrez Rodilla, 2013, pp. 71-72).
Las unidades léxicas pluriverbales, pues, resultan económicas a la hora de satisfacer algunas de las necesidades designativas motivadas por la evolución de las ciencias y de las técnicas (Quirós García, 2010, p. 150). Asimismo, aportan transparencia conceptual conseguida a partir de un sustantivo, que desempeña la función de núcleo y que se determina a través de un adjetivo, un sustantivo o un sintagma preposicional (Gallego Paz, 2003, p. 143). En otras palabras, esta clase de unidades permite establecer fronteras nítidas entre vocablos comunes y diatécnicos, por un lado, y entre términos afines pertenecientes a un ámbito del conocimiento, por otro (Quirós García, 2010, p. 150).
La rentabilidad de la sintagmación en la creación de tecnicismos es una constante en la literatura científica de corte sincrónico y diacrónico: en lo que concierne al Renacimiento, son significativos los resultados de Herráez Cubino (2007, pp. 210-219) sobre la cantería, de Cantillo Nieves (2003, pp. 107-108) en la destilación y Sánchez Martín (2009, p. 364) en la geometría, para citar algunos ejemplos. Sobre épocas más recientes destacan, entre otros, el estudio de Gallego Paz (2003, p. 143) sobre la fotografía en España y de Corveddu (2021, pp. 87-92) sobre el curtido y adobo de cueros.
En el vocabulario que nos ocupa, el 31% de las voces se conforma a una estructura pluriverbal, valor que, debido a la imposibilidad de acudir a una documentación precedente y a la lógica de incorporación de las voces en los vocabularios de las obras futuras19, es difícil de interpretar en perspectiva diacrónica. No obstante, si utilizamos el léxico del curtido y adobo de cueros como criterio de comparación, observamos que la dimensión del fenómeno coloca el léxico de la encuadernación de las primeras décadas del siglo XIX en una etapa intermedia entre las primeras manifestaciones y la eclosión de la segunda mitad del siglo XIX (Corveddu, 2021, pp. 66-67).
En cuanto a las unidades univerbales, desde el punto de vista morfológico el mecanismo lexicogenésico más recurrente es la derivación, que incide en un 50% en los sustantivos y en un 83% en los verbos. Cabe subrayar la centralidad de la sufijación, que además de ser el único productivo entre los sustantivos univerbales, se alza como el principal incluso en los derivados verbales, entre los que se ha detectado solo un ejemplo de prefijación: retorcer.
Este resultado nos permite trazar la primera tendencia morfológica del léxico: la presencia limitada de prefijación. La afirmación, que se distancia de la opinión de los estudiosos de corte sincrónico que subrayan su centralidad en la lengua española (Alvar Ezquerra 1993, p. 49; Schifko 1992, p. 146) e incluso de Gutiérrez Rodilla (1998, p. 125; 2005, p. 47) en el marco del lenguaje de las ciencias, se muestra coherente con el panorama descrito en Corveddu (2021, pp. 59-60) y confirma su limitada productividad en un léxico técnico.
Por otra parte, la sufijación se configura como el único mecanismo derivacional productivo en los sustantivos y el más importante en las unidades verbales, donde se detectan los afijos -ar (combar, comprobar, jaspear, macular, refinar, secar) y -ear (bornear, arquear). Se resumen a continuación los sufijos productivos entre los derivados nominales:
(5)-era: derivación denominal (aceitera)
(6)-dor: derivación deverbal (alzador, bruñidor, colgador, componedor, encuadernador, rascador)
(7)-ado: derivación denominal (brazado)
(8)-ada: derivación denominal (cabezada)
(9)-ura: derivación denominal (holgura)
(10)-ción: derivación deverbal (justificacion)
(11)-tura: derivación deverbal (maculatura, signatura)
(12)-dera: derivación deverbal (plegadera)
(13)-dora: derivación deverbal (plegadora)
La partícula -dor es el sufijo más presente en el léxico analizado, donde da origen a sustantivos deverbales a los que impone el género masculino. Desde el punto de vista semántico, las unidades resultan transparentes y, siguiendo la clasificación propuesta por Laca (1986, pp. 281-290), designan ya sea seres animados, ya sea entidades no animadas. En el primer caso, los derivados en -dor se conforman a la categoría de sustantivos que Laca denomina ‘clasificadores’, que designan profesiones y pueden caracterizarse mediante la paráfrasis ‘alguien que profesionalmente hace x’. En el corpus, las unidades que responden a este patrón morfosemántico son alzador y encuadernador, respectivamente los oficiales encargados de colocar las hojas impresas para formar un volumen y el que se ocupa de la mayor parte de las operaciones propias de este oficio.
Ahora bien, en nuestro léxico, la mayor parte de los sustantivos derivados en -dor designa seres no animados; se acude a este sufijo, en cambio, para denominar instrumentos. A saber, estos derivados en -dor se conforman al patrón indicado por Rainer (1993, p. 455), según el cual, cuando presentan valor instrumental y género masculino, suelen denominar instrumentos cuyo empleo es necesario para la realización de la acción designada del verbo. En la macroestructura del vocabulario son cuatro las unidades en las que se detecta esta estructura, cuya definición presentamos a continuación:
(14)Colgador: es un instrumento comun al alzador y á todos los que se ven obligados á hacer secar el papel sobre cuerdas. [...] se usa para poner los pliegos sobre la cuerda, y para quitarlos cuando están secos. (Le Normand, 1839, s. v. colgador)
(15)Componedor: el componedor es un instrumento de que se usa para dorar sobre el lomo de los libros, las letras que formal el título de las obras (Le Normand, 1839, p. 244)
(16)Rascador ó raspador: instrumento del encuadernador: es una especie de cincel guarnecido de dientes que sirve para rascar el lomo para hacer entrar la cola entre los cuadernos. (Le Normand, 1839, s. v. rascador)
Desde una primera lectura, el léxico se ajusta a los paradigmas morfológicos que describen los estudios sincrónicos, aspecto que extiende la reflexión de Battaner (1977, p. 213) sobre la estabilidad de la morfología del léxico político-social al léxico de la encuadernación. La estabilidad se percibe en la mayor parte de los sufijos productivos, a excepción de -tura, -ada y -dora que dan origen a las siguientes unidades léxicas:
(17)Maculatura: pliego mal tirado, que se desecha y sirve para pisar en la prensa (Le Normand, 1839, s. v. maculatura);
(18)Signatura: son unas letras capitales ó cifras que se ponen al pie de la primera página de cada cuaderno, sobre la línea del pie [...] (Le Normand, 1839, s. v. signatura);
(19)Cabezada: se llama cabezada una clase de adorno de hilo ó seda de varios colores, y hasta algunas veces en hilo de oro ú plata que se coloca en la cabeza y cola de un libro [...] (Le Normand, 1839, p. 109);
(20)Plegadora: es la muger que dobla los pliegos despues que los deja el alzador, para entregarlos á la cosedora (Le Normand, 1839, s. v. plegadora).
La literatura científica de corte sincrónico ofrece varias descripciones del sufijo -tura: Santiago Lacuesta y Bustos Gisbert (1999, p. 4549) destacan las interpretaciones que consideran -tura un sufijo denominal que comparte el mismo significado de -dura y las que, en cambio, lo consideran un sufijo deverbal cuyos derivados suelen ser nombres de acción. Por otra parte, la NGLE (2009, 5.5g) lo describe como alomorfo de la partícula -dura, herencia directa del latín -Ūra, y subraya que es discutible considerarlo un segmento morfológico del español de hoy. En todo caso, estas interpretaciones no explicarían el valor semántico que presenta en los sustantivos maculatura y signatura.
Ahora bien, la naturaleza de traducción de un glosario en lengua francesa nos impone investigar sus procesos de formación de palabras para comprobar la posibilidad de fenómenos de préstamos: en francés, el sufijo -ure y la forma culta -ature son sufijos productivos en el eje sincrónico (Grevisse & Gosse, 2011, p. 169). Este dato nos orienta hacia el origen francés del término maculatura, confirmado por el análisis comparado de las tradiciones lexicográficas francesa y española, que muestra la forma francesa maculature más asentada. Maculature se registra a partir de los repertorios de los siglos XVII (TLFi, s. v. maculature), el equivalente español maculatura, en cambio, ingresa por primera vez en el diccionario de Terreros (1787, s. v. maculatura)20. El CORDE confirma una acogida más tardía en la lengua española y documenta solo el empleo en el Manual de litografía publicado en 1878 por Zapater Jareño y García Alcaraz, que se une a los manuales consultados en el presente estudio.
La unidad signatura aparece más asentada en el tejido léxico español que maculatura: en la lexicografía se registra ya en la macroestructura de Autoridades (1739, s. v. signatura)21; en cuanto a su empleo, el CORDE detecta un solo contexto de uso en su acepción diatécnica, que se remonta a la última década de siglo XIX22. Por otra parte, la voz francesa signature muestra una historicidad mayor; de hecho, la difusión de su acepción diatécnica se documenta ya a partir del siglo XVII (TLFi, s. v. signature). En resumidas cuentas, es evidente que maculatura y signatura son adaptaciones de las unidades francesas maculature y signature; sin embargo, cabe subrayar que los documentos a nuestra disposición no permiten todavía reconstruir una historia detallada de estas palabras.
Cierta opacidad la encontramos en cabezada, término que designa una clase de adorno de hilo o seda, de varios colores, que se coloca en la cabeza y en el pie de un libro por la parte del lomo (Le Normand, 1846, p. 115). En este caso, el origen francés es una hipótesis poco consistente, debido a que traduce una voz formalmente distante, tranchefile, producto además de un proceso de composición ortográfica. El equivalente español, en cambio, es un sustantivo denominal producto de un proceso de sufijación por medio de la partícula -ada. Este sufijo no presenta un significado homogéneo, sino de interpretaciones que además resultan ambiguas, hasta no justificar en ciertos casos una división en subgrupos (Santiago Lacuesta & Bustos Gisbert, 1999, p. 4519). La función semántica que desempeña en la palabra cabezada se podría asimilar a la categoría de ‘contenido en X (base nominal)’ descrita por Rainer.
Finalmente, el término plegadora (traducción del francés plieuse) nos permite reflexionar sobre el empleo del sufijo -dora, partícula que en este caso aporta el valor semántico categorial de persona que desempeña una profesión. El aspecto de interés es el género femenino, cuyo uso se debe al contexto extralingüístico: la profesión de la plegadora23 se reservaba a las mujeres, como nos explica la definición. En otras palabras, no se trata en este caso de un rasgo potencial, sino de un elemento semánticamente significativo, ya que describe un fragmento de realidad propio del oficio de la encuadernación. La voz no ingresa en la lexicografía académica y extracadémica; sin embargo, su empleo se documenta por lo menos a partir del siglo XIX.
Forma parte de las unidades univerbales un grupo de voces cuya estructura morfológica manifiesta el recurso a un sufijo apreciativo, es decir, aquellas partículas que aportan a la palabra a la que se unen un valor semántico de tamaño, atenuación, encarecimiento, cercanía y otras nociones (NGLE, 2009, 9.1a). A continuación, se propone el detalle de los sufijos apreciativos detectados:
(21)-ote: camelote
(22)-ón: cartón, afilón, pomazon
(23)-ete/eta: molinete, cadeneta
(24)-ito: cuadernito24
(25)-illo: tronquillo
Las unidades léxicas de este grupo presentan opacidad semántica absoluta fuera del contexto diatécnico de uso, lo que obstaculiza incluso la determinación de la base derivativa. Son representativas de esta situación las palabras camelote y cartón, cuyo significado diatécnico se registrará con dificultad en la lexicografía académica y extraacadémica. Obsérvense las definiciones:
(26)Camelote: nombre que los encuadernadores dan á las obras poco acabadas y mal pagadas que venden por gruesas. Tambien se llaman encuadernaciones adocenadas (Le Normand, 1839, s. v. camelote);
(27)Carton ó cuartilla: la oja que se rehace, sea por correccion ó por errata; esta oja va siempre marcada con un asterisco. (Le Normand, 1839, s. v. cartón).
El sufijo -ote suele asociarse a un valor semántico aumentativo (NGLE, 2009, 9.1b; Santiago Lacuesta & Bustos Gisbert, 1999, p. 4648); sin embargo, las propuestas de repartición de los sufijos apreciativos son aproximativas. Los sufijos aumentativos y diminutivos no siempre agradan o aminoran: junto a la idea de pequeño se puede asociar una connotación afectiva positiva y, a la de lo grande, negativa (Santiago Lacuesta & Bustos Gisbert, 1999, p. 4648); este es el caso del sufijo -ote, que aúna el significado aumentativo al despectivo (NGLE, 2009, 9.7ñ). Desde el punto de vista semántico, Tarazona (2021, p. 7) afirma que el valor aumentativo es el principal y los demás no serían más que una derivación del primero. La palabra camelote, pues, designa el concepto de encuadernación poco acabada, de escasa cualidad y que, por esta razón, se vende a un precio reducido.
El valor despectivo se encuentra incluso en el sufijo -ón de la palabra carton, voz que indica una hoja que se rehace por un error de cualquier clase y que recibe una marca con un asterisco para diferenciarla de las otras. Este sufijo, además de una interpretación aumentativa, presenta en algunos contextos de uso un valor despectivo (NGLE, 2009, 9.7d; Tarazona, 2021, p. 5).
Ahora bien, habida cuenta de que estas unidades léxicas son el resultado de un proceso de traducción del francés, respectivamente de las unidades camelottes y carton, la hipótesis de que puede tratarse de préstamos es convincente. La palabra camelottes, según aprendemos del TLFi (s. v. camelote), se caracteriza por un valor despectivo que se extiende en todas sus acepciones; en el dominio de la encuadernación, se documenta a partir de 1751 con el significado de encuadernación barata25. El valor semántico de camelote y la cercanía formal serían elementos suficientes para definir la voz española camelote un préstamo; además, es oportuno subrayar el origen francés del sufijo -ote, que Tarazona (2021, p. 6), basándose en Pharies (2004), supone pasó del francés al catalán y luego al español.
La unidad léxica carton, en cambio, se puede considerar un calco semántico26 de la palabra francesa carton. La escasez de documentación para reconstruir la vitalidad de esta voz y su ingreso en el léxico español limita el alcance de nuestra investigación: por lo que se refiere al francés, el TLFi (s. v. carton) no documenta usos anteriores al siglo XIX; por otra parte, en lo que respecta a la unidad española, no se documentan empleos externos a las obras consultadas en el presente estudio. En la dimensión lexicográfica, el único repertorio en registrar la voz en su acepción diatécnica es Domínguez (1853, s. v. carton). Cabe subrayar que el traductor asocia a esta voz un equivalente sinonímico, cuartilla, del que no disponemos de un ingreso lexicográfico y tampoco de contextos de uso que nos permitan determinar las razones de su selección.
La situación es diferente en los sufijos -ete, -eta e -illo, donde las partículas mantienen un valor semántico diminutivo que trasluce de la microestructura del glosario, como muestra la definición atribuida a tronquillo, donde el valor semántico del sufijo se asocia a la limitada anchura del instrumento27. Este término presenta una buena acogida en la lexicografía extraacadémica a partir de Terreros (s. v. tronquillo), aspecto que nos permite confirmar su lexicalización en el ámbito de la encuadernación.
Antes de ocuparnos de las unidades pluriverbales y de los mecanismos de composición, dedicamos un momento de reflexión a las unidades verbales que, en el vocabulario analizado, presentan las siguientes estructuras univerbales:
(28) Prefijación re- (recoger, retorcer);
(29) Sufijación -ar (combar, comprobar, macular, secar), -ear (bornear);
(30) Parasíntesis re-base-ar (refinar), en-base-ar (encajar).
Como ya se ha evidenciado en este apartado, la acuñación de unidades verbales es una tendencia en remisión en el momento en que se publica el manual, como demuestra el número limitado de unidades detectadas y la asociación del sustantivo comprobación con la función de sinónimo del verbo comprobar. En un léxico técnico, el recurso a verbos con función denominativa marca una etapa en la que no se percibe la exigencia de divulgación de las nociones y tampoco la necesidad de precisión terminológica, que suele corresponder a la historia preindustrial del sector (Corveddu, 2021, p. 86). Por este motivo, el manual objeto del estudio se coloca en un momento sucesivo, en que la lengua ya ha acogido las nuevas exigencias comunicativas.
En cuanto a nuestro corpus, los procesos de verbalización mantienen la misma tipicidad formal encontrada en la derivación nominal, prueba ulterior de que los procesos morfológicos de la lengua española ya se habían asentado. La prefijación resulta poco productiva y se limita al empleo del prefijo re-, que, si bien suele caracterizarse por cierta polivalencia semántica (San Vicente, 2015, p. 1420), en el vocabulario analizado da origen a derivados en los que no vehicula un matiz semántico regular o constante, sino que se convierte en una unidad distintiva (Santiago Lacuesta & Bustos Gisbert, 1999, p. 4319):
(31)Recoger: es una expresion de que usa el alzador para expresar la operacion con la cual retira de la cuerda los pliegos que habia tendido en ella para hacerlos secar. (Le Normand, 1839, s. v. recoger);
(32)Retorcer: es la operacion que hace el encuadernador cuando quiere reunir ó coser los cartones al libro [...] en seguida los arrolla sobre su mandil o entre manos. (Le Normand, 1839, s. v. retorcer).
La sufijación se confirma como el mecanismo más productivo incluso entre los derivados verbales, donde se detecta el empleo de las partículas -ar y -ear. El sufijo -ar se une principalmente a bases adjetivales (seco, combo, maculado) y a nivel semántico vehicula el significado de proceso de elaboración cuyo resultado lo indica la base léxica.
Los derivados en -ar traslucen la tendencia destacada en la NGLE (2009, 8.6c), según la cual este proceso de derivación verbal genera verbos que suelen adquirir significados especializados en los lenguajes técnicos. Dicho esto, las unidades secar28, macular29, combar30 y comprobar pueden considerarse producto de un proceso de terminologización, etiqueta con la que indicamos la redeterminación semántica de una palabra del vocabulario común a la que se atribuye una acepción nueva, propia de un ámbito de las ciencias o de las técnicas31. Así pues, no sorprende que la lexicografía del tiempo, tanto académica como extraacadémica, no registre la acepción diatécnica propia de la encuadernación.
Este aspecto es evidente incluso en la sufijación en -ear, partícula que se detecta en la voz bornear32, en la que no presenta un valor aspectual o de iteración (Serrano-Dolader, 1999, pp. 4691-4692) y tampoco instrumental (NGLE, 2009, 8.3q). No podemos considerar la voz un calco del francés, de hecho, traduce la unidad léxica bercer. El DECH (s. v. bornear II) nos lleva a una reflexión en torno a la dimensión semántica de la palabra: bornear, denominación de un proceso a través del cual el encuadernador balancea las dimensiones del volumen cortándolo a la derecha e izquierda (Le Normand, 1839, s. v. bornear), se podría considerar un fenómeno de redeterminación semántica que descansa en un proceso metafórico basado en la analogía entre el movimiento del obrero y el significado con el que la voz se ha asentado en la lengua española33.
Entre las unidades verbales hay que señalar la presencia de derivados parasintéticos que responden a un esquema re-base-ar y en-base-ar. La primera estructura se detecta en el verbo refinar que, siendo deadjetival, no presenta desviación formal respecto a los patrones estándares que asocian este esquema derivacional a bases nominales y adjetivales (Santiago Lacuesta & Bustos Gisbert, 1999, p. 4727). En cuanto al valor semántico, los verbos parasintéticos que presentan esta estructura suelen caracterizarse por opacidad y resulta imposible atribuir a la pauta morfológica una aportación semántica (NGLE, 2009, 8.1k).
Ahora bien, a esta opacidad corresponde, en cambio, una transparencia en el dominio de la encuadernación: este verbo, de hecho, denomina la operación con la que al cartón se da consistencia y se mejora el aspecto a través de pliegos de papel o de pergamino; en otras palabras, este significado y la multitud de otras acepciones que el verbo refinar ha desarrollado en el tejido léxico español comparten el matiz de ‘positividad’ que encontramos en la historia etimológica de la base léxica (DECH, s. v. fino).
Por otra parte, la estructura parasintética en-base-ar, que se detecta en el verbo denominal encajar34, se caracteriza por transparencia absoluta; de hecho, su significado manifiesta la interpretación locativa que los estudios sincrónicos le atribuyen (Serrano-Dolader, 1999, p. 4710).
Pasamos ahora al análisis de las unidades pluriverbales, cuya importancia reside en el hecho de marcar, en la historia de un léxico técnico, el cambio hacia la modernidad y las nuevas exigencias terminológicas. En el presente estudio adoptamos el enfoque de Buenafuentes de la Mata (2010, pp. 21-26), que describe el compuesto sintagmático como un elemento léxico complejo, creado a partir de un sintagma y que por esta razón conserva la apariencia oracional; por consiguiente, ni sus miembros presentan unión gráfica, ni muestra unidad acentual ni juntura morfemática.
En cuanto a la delimitación de estas unidades, Val Álvaro (1999, pp. 4824-4825) señala algunos aspectos que permiten comprobar la fijación, la falta de autonomía sintáctica y la unidad de significado de un compuesto sintagmático:
• Los elementos que constituyen el compuesto sintagmático solo aparecen en un orden secuencial;
• La flexión del conjunto de efectúa a partir del núcleo;
• No es posible conmutar sus constituyentes por otras unidades léxicas, aunque sean afines semánticamente;
• No se puede alterar su estructura mediante la adición de determinantes, modificadores o complementos;
• No es posible separar uno de los componentes de otro mediante la interrogación, ni es posible pronominalizar uno solo de sus elementos;
• No se admite la elipsis del núcleo en la coordinación de sintagmas.
Ahora bien, en un estudio de corte diacrónico, obstaculizado por la escasez de recursos documentales en los que observar las unidades léxicas en sus contextos de uso, no siempre es posible comprobar la existencia de estos rasgos. Por tanto, para la detección de los compuestos sintagmáticos es necesario considerar otros aspectos, como la presencia de clasificaciones u oposiciones basadas en el mismo elemento nuclear o la presencia de recursos tipográficos que los autores empleaban para señalar la relevancia diatécnica del término (cursiva, subrayado, negrita etc.). A nuestra manera de ver, el ingreso en la macroestructura del glosario analizado de una unidad pluriverbal revela la naturaleza de compuesto sintagmático.
El enfoque morfológico y diacrónico de la investigación requiere la adopción de los criterios tradicionales de clasificación de las formaciones compuestas, que se fundamentan en la categoría gramatical de los elementos que intervienen en el compuesto (Buenafuentes de la Mata, 2010, pp. 67-68). La heterogeneidad de las estructuras a la que se conforman las unidades pluriverbales de nuestro léxico plantea, como primer problema, la necesidad de distinguir entre los compuestos que se conforman a los esquemas de composición más productivos de la lengua española y los que, en cambio, presentan una estructura atípica.
Los tipos de compuesto más frecuentes en la lengua española son los que aúnan un sustantivo y un adjetivo (N+adj) y los del tipo N+prep+N35 (Buenafuentes de la Mata, 2010, pp. 68-69). A continuación, proponemos la lista de las categorías formales detectadas:
(33)N+adj: compas pequeño, martillo (pequeño), tajo cúbico, título corriente;
(34)N+prep+N: cosedor del encuadernador, dorador sobre pieles, escuadra de realce (ó de ribete), hornillo del dorador, jaspeador sobre cortes, línea del pie, nudo del tejedor, rascador del dorador;
Como se puede observar, los patrones productivos se corresponden con las estructuras típicas de la lengua española, los compuestos N+adj y los preposicionales N+prep+N36, que en el léxico de la encuadernación se alzan como los compuestos sintagmáticos más numerosos.
En cuanto a los compuestos yuxtapuestos N+adj, unidades como compas pequeño, martillo pequeño y tajo cúbico son representativas del concepto de transparencia: el sustantivo, núcleo semántico del compuesto, recibe una caracterización por parte del adjetivo que permite identificar de forma unívoca un determinado concepto. Dicho esto, compas pequeño y martillo pequeño designan respectivamente un compas empleado para tomar pequeñas medidas (Le Normand, 1839, p. 257) y el martillo de dimensiones reducidas que el encuadernador emplea durante la operación de enlomadura (Le Normand, 1839, p. 255). Los tajos cúbicos, en cambio, son instrumentos de madera y de forma cúbica que sirven para extender las cubiertas por encima, permitiendo hacer caer entre los dos las hojas del libro (Le Normand, 1839, p. 225).
La transparencia morfológica y semántica de estas voces llevaría a considerarlas sintagmas nominales y no compuestos sintagmáticos; de hecho, la característica principal que permite distinguir entre los dos fenómenos lingüísticos es la presencia, en la composición sintagmática, de un significado opaco, que responde a una motivación metafórica (Buenafuentes de la Mata, 2010, p. 34). De estas unidades, que traducen respectivamente las voces francesas marteau petite, compas petite y billot cubiques, no disponemos de contextos de uso externos a la obra analizada; de ahí que sea imposible analizar los rasgos morfológicos como la fijación interna del compuesto y la posibilidad de sustituirlo por una palabra simple (Buenafuentes de la Mata, 2010, pp. 35-37).
Ahora bien, si por un lado la presencia en la macroestructura permite suponer la existencia de los dos compuestos sintagmáticos, por otro, cabe observar que, tanto en el manual en francés como en su traducción al español, las palabras no se emplean en las páginas del manual. Obsérvese los extractos siguientes:
(35)Fig. 26. Pequeño compas necesario para tomar varias pequeñas dimensiones (Le Normand, 1839, p. 257).
(36)La fig. 9. indica la forma de un pequeño martillo del que el encuadernador se sirve para la operacion de enlomadura (Le Normand, 1839, p. 255).
(37)Fig. 24. Dos tajos cúbicos, ó trozos de madera de esta forma, descritos pág. 225 (Le Normand, 1839, p. 257).
Los extractos 35 y 36 ponen de relieve que, desde una óptica formal, las unidades compas pequeño y martillo pequeño no presentan el nivel de fijación que caracteriza un compuesto sintagmático; de hecho, los elementos que constituyen los compuestos aparecen en un orden secuencial diferente. En 37, en cambio, el autor asocia un equivalente sinonímico, poniendo en evidencia la falta de asentamiento del compuesto tajo cúbico. Sin embargo, cabe tener en cuenta que los compuestos se marcan en cursiva para señalar la relevancia diatécnica; además, a pesar de la transparencia de estas unidades pluriverbales, designan conceptos propios del dominio de la encuadernación, cuya complexidad no se puede deducir de los elementos que componen el grupo sintagmático.
El patrón morfológico N+prep+N es el más productivo en el léxico analizado, en particular las estructuras que presentan del como preposición de enlace, si bien la presencia de un artículo entre la preposición y el segundo miembro no se da con demasiada frecuencia (Buenafuentes de la Mata, 2010, p. 82). Por otra parte, la estructura N+de+N, a pesar de su productividad en la lengua española (Buenafuentes de la Mata, 2010, p. 68), se detecta solo en un compuesto (escuadra de realce). Finalmente, la unidad jaspeador sobre cortes presenta una estructura preposicional donde la preposición de enlace es sobre.
Estudios como Corveddu (2021, pp. 91-92) ponen en evidencia la relación, en léxico de una técnica, entre la productividad de la composición preposicional y el desarrollo científico-técnico. La lexicalización de secuencias sintácticas, sobre todo de este tipo, responde a la exigencia de denominar conceptos que, por efecto de la especialización del sector, dan origen a clasificaciones sin renunciar a la precisión y a la transparencia. Sin embargo, los compuestos preposicionales detectados en nuestro léxico designan conceptos que no generan clasificaciones, razón por la que no podemos interpretar la recurrencia de esta estructura como una manifestación del progreso diatécnico del sector.
Aun así, podemos afirmar que el recurso a la composición no es completamente arbitrario, como muestra la asociación del equivalente sinonímico cosedor del encuadernador al lema telar, palabra polisémica producto de un mecanismo de ampliación semántica de una voz perteneciente al fondo tradicional de la lengua o de una palabra ya habilitada en otro dominio científico-técnico del conocimiento37, como en el caso de telar38. El equivalente pluriverbal cosedor del encuadernador se caracteriza por una configuración semántica monosémica que permite asociar de forma univoca la palabra al dominio de la encuadernación.
Los compuestos preposicionales detectados en nuestro corpus se distinguen por una transparencia formal absoluta; de hecho, las unidades siguen el patrón de expansión estándar del núcleo nominal. La transparencia se extiende incluso en la dimensión semántica: el significado de los compuestos, pues, es interpretable según una lógica componencial, con la única excepción de escuadra de realce39, denominación del instrumento empleado para recortar el volumen, que resultará opaca para los que no disponen de conocimientos especializados.
Pasamos ahora al fenómeno de las unidades sintagmáticas cuya estructura morfológica no responde a un modelo de expansión sintáctica estándar y de los que proponemos el detalle a continuación:
(38)N+prep+V: chilla para afinar, chilla para bruñir, chilla para enlomar, piedra de afinar (de abajar), piedra de batir, prensa para cabecear, prensa para recortar, regla de enlomar;
(39)N+prep+V+art+N: compas para colocar el oro, tajo para dorar los cantos;
(40)N+prep+V+prep+N: chilla para poner á la prensa;
(41)N+prep+N+adj: chilla de carton acilindrado.
Estos compuestos pueden reconducirse a dos grupos: el primero reúne los compuestos preposicionales que presentan un verbo (o sintagma verbal) en posición de modificador y un segundo grupo dedicado a las unidades cuya estructura preposicional admite otros compuestos. Se pueden considerar una variación de la composición preposicional, cuyo desvío formal se localiza en el elemento modificador sin que perjudique la transparencia de las palabras.
Las unidades que se conforman con estas estructuras persiguen el objetivo común de garantizar la comprensión, puesto que todas admiten una interpretación composicional: prescindiendo de la articulación de la estructura morfológica, el elemento modificador (verbo o compuesto) define unívocamente el concepto a través de su característica principal. Habida cuenta de que los conceptos designados por medio de estas estructuras son todos instrumentos, el elemento modificador indica la función para el desarrollo de la cual han sido diseñados.
Investigar el nivel de fijación de estos compuestos supondría observar estas unidades en contextos de uso externos al glosario, sin embargo, la mayor parte de estas voces no aparece ni siquiera en las páginas del manual. Los extractos que se proponen a continuación son representativos de las modalidades de manifestación de estas voces en la obra objeto de estudio:
(42)La fig. 12, indica la forma de las chillas de poner á la prensa, del tamaño del libro y de un espesor igual en todas sus partes. No defieren de la regla de enlomar sino en que esta es algo mayor y mas gruesa (Le Normand, 1839, p. 255).
(43)La prensa de recortar es parecida á la de enlomar. Se compone de seis piezas: 1º dos vírgenes A B (fig. 5), de 3 pies 6 pulgadas de largo [...] (Le Normand, 1839, p. 86).
(44)Fig. 34 Tajo para dorar los cantos (Véase pág. 131). El operario presenta el libro por los cantos, junto al ángulo a; apoya la rueda contra este ángulo [...] (Le Normand, 1839, p. 260).
En las raras ocasiones en las que las unidades que se conforman a un patrón morfológico atípico se emplean en el texto, se evidencia la ausencia de fijación entre los elementos constituyentes: en 42 observamos chillas de poner á la prensa (chilla para poner á la prensa en el glosario) y en 43 prensa de recortar (prensa para recortar en el glosario). Las dos unidades presentan, en el uso, una variación en el elemento preposicional que no parece tratarse de un fenómeno de contacto con el francés; de hecho, los equivalentes ais à mettre en presse y presse a rogner muestran un mayor nivel de fijación en la versión en lengua francés del manual. Finalmente, cabe subrayar que la alternancia entre la preposición de y para, en español, se registra incluso en la segunda edición de 1846 y en la obra más moderna de Sabrel (1883).
Las voces regla de enlomar (membrure) y tajo para dorar los cantos (billot á dorer les bords), en cambio, se detectan en las páginas del manual sin alguna variación estructural. Sin embargo, respecto a los otros compuestos de esta muestra de ejemplos, tajo para dorar los cantos no se escribe en cursiva para subrayar su naturaleza diatécnica; el recurso tipográfico, pues, se limita a la palabra tajo. Es de suponer que la limitada recurrencia de estos compuestos sintagmáticos, la escasa fijación morfológica y la limitada percepción del autor son signos de un léxico todavía no estable, que se encuentra en una nueva etapa de su historia, caracterizada por nuevas exigencias terminológicas. Además, es posible que, en el contexto español, los conceptos que se designan a través de los compuestos sintagmáticos atípicos examinados no tenían una denominación estable.
Concluimos el análisis con los verbos de estructura multiverbal, fenómeno que en el léxico de la encuadernación se caracteriza por una productividad limitada y se detecta en dos unidades con las siguientes estructuras:
(45) V+prep+N: colocar por cuerpo (ó tamaño);
(46) V+art+N: refinar el carton
Habida cuenta de que no existen compuestos sintagmáticos verbales en español debido a la escasísima productividad del procedimiento (Buenafuentes de la Mata, 2010, pp. 23-24) y al hecho de que no se produce, en las unidades verbales, las características de fusión y cohesión nominal que se detectan en los compuestos nominales (Val Álvaro, 1999, p. 4831), consideraremos estas unidades como locuciones verbales. Corpas Pastor (1996, p. 88) describe las locuciones como unidades fraseológicas fijadas en el sistema, caracterizadas por unidad de significado, que no pueden constituir enunciados por sí solas y necesitan combinarse con otros elementos del discurso.
Ahora bien, en el pormenorizado estudio de Buenafuentes de la Mata (2010, pp. 40-56) se pone en evidencia la dificultad en diferenciar la composición sintagmática de la locución, la naturaleza verbal de las unidades que nos ocupan plantea el problema de distinguirlas de las meras colocaciones. En nuestro caso, como se evidencia también en Cantillo Nieves (2020, p. 245), las unidades verbales con estructura multiverbal del glosario presentan el comportamiento de la categoría verbal; además, aunque no aparecen lematizadas en repertorios lexicográficos, se documenta el uso en las páginas del manual, donde la unidad refinar el carton aparece incluso en cursiva.
Las locuciones verbales detectadas presentan la misma transparencia detectada en los compuestos sintagmáticos nominales: se caracterizan por transparencia formal y semántica, además de admitir una lectura composicional. En ambas estructuras, el verbo mantiene su función de núcleo semántico; en este caso, tratándose de designaciones de procesos de elaboración, indica la acción llevada a cabo durante el proceso, mientras que el sintagma nominal, el elemento modificador del compuesto, precisa el concepto. Obsérvense las definiciones atribuidas:
(47)Colocar por cuerpo ó tamaño: es una espresion de que usa el alzador ó acoplador para expresar que reune todas las partes de un libro, y tambien las de todos los lomos de una obra (Le Normand, 1839, s. v. colocar por cuerpo ó tamaño);
(48)Refinar el carton: es pegar en la parte del cajo, una tira de papel mas ó menos ancha para que tenga mayor limpieza y cuerpo (Le Normand, 1839, s. v. refinar el carton)
Estas características, además de confirmar la postura lexicogenésica dominante en este vocabulario, que antepone la pragmaticidad y la transparencia del léxico a precisión y univocidad, nos permiten afirmar que el proceso de creación locuciones verbales es peculiar a cada dominio técnico del conocimiento. En el caso de la encuadernación, por ejemplo, se registra una discrepancia con la forma en que este fenómeno lexicogenésico se manifiesta en la curtiembre, donde la composición verbal traza una tendencia al alza durante el siglo XIX (Corveddu, 2021, pp. 78-79).
No se han encontrado contextos de uso externos a los manuales mencionados en el presente estudio, por tanto, es imposible determinar con precisión el origen de estas voces. Traducen respectivamente las unidades mettre par corps y affiner le carton, lo que afianza la hipótesis de que las locuciones españolas pueden ser calcos estructurales del francés. De la locución mettre par corps no se ha podido encontrar otras documentaciones de uso, sin embargo, el equivalente español colocar por cuerpo manifiesta una incertidumbre del traductor, que añade ó tamaño al elemento modificador. Por otra parte, de affiner le carton el TLFi (s. v. affiner) documenta la existencia de esta locución, si bien en una obra de 1896.
5. CONCLUSIONES
Es innegable que el Manual del encuadernador de Le Normand es representativo de una época en que los efectos del proceso de reconfiguración sociocultural y económico que se había puesto en marcha a finales del siglo XVIII se perciben con mayor fuerza, en particular en lo que respecta al interés hacia las artes mecánicas. A pesar de ser un primer acercamiento al léxico de la encuadernación, el estudio del vocabulario de esta obra, que representa una de las primeras descripciones libremente disponibles sobre el sector, nos ha permitido formular algunas conclusiones.
En primer lugar, la relevancia de los datos proporcionados por el vocabulario objeto del estudio nos lleva a confirmar la necesidad de recuperar y localizar la lexicografía menor, como indican Gutiérrez Rodilla (2010, p. 60) y Torres Martínez (2018, p. 594). Esta exigencia es prioritaria para el investigador interesado en el siglo XIX y en particular en comprender la génesis del léxico técnico (o científico) español. La naturaleza peculiar de este léxico y la escasez de recursos documentales que suelen acompañar las primeras etapas de la historia de estos dominios del conocimiento, convierten estas recopilaciones en una oportunidad de acceso a un caudal léxico guardado durante siglos.
En segundo lugar, la situación temporal de la obra nos ha concedido ampliar nuestros conocimientos de las dinámicas de lexicogénesis del español de la técnica en el siglo XIX. El manual describe un sector que se encuentra a medio camino entre la tradición, caracterizada por la centralidad del trabajo manual llevado a cabo a través de instrumentos, y la modernidad, donde la introducción de las máquinas y los avances de la química modificarán profundamente el aspecto del sector. Según la perspectiva que constituye el telón de fondo del estudio y considera los cambios lingüísticos como el resultado de las tensiones contextuales, el panorama descrito por el manual nos permite afirmar que en el siglo XIX es posible observar las tres etapas que marcan la evolución del léxico técnico español: la tradición, la transición (en la que se sitúa el glosario analizado) y la industrialización.
Gracias al presente estudio podemos describir la transición como un momento en que el léxico técnico comienza a definir los rasgos que se convertirán en característicos de la modernidad, sin abandonar las características propias de su etapa inicial. Desde el punto de vista morfológico, lo dicho se traduce en un léxico caracterizado por sustantivación y una preponderancia de unidades univerbales, donde el mecanismo de lexicogénesis más productivo es la derivación por sufijación.
Ahora bien, esta primera tendencia morfológica ha de ponerse en relación con la naturaleza de los conceptos que el vocabulario designa: el manual de Le Normand describe un sector donde los avances de las ciencias y de las técnicas comienzan a modificar las prácticas históricas, razón por la que el nivel léxico resulta poco impactado. Además, cabe subrayar que las denominaciones de los conceptos propios del desarrollo científico-técnico ingresan con dificultad en el vocabulario; es el caso de máquina para batir (Le Normand, 1839, p. 53) y recortador mecánico (Le Normand, 1839, p. 97) que se describen en la versión en lengua española de la obra, pero no aparecen en la macroestructura del vocabulario.
En todo caso, el elemento más representativo de la etapa en la que se coloca el vocabulario investigado es el dato sobre las unidades pluriverbales: la mayor parte de las unidades que presentan una estructura composicional (31% del total) se conforman con un patrón de expansión estándar; además, la estructura preposicional N+prep+N y equivalentes se alzan como los modelos más productivos. Si bien la transparencia absoluta, propia de la etapa tradicional, sigue caracterizando estas voces, huella de una nueva concienciación lingüística orientada a una mayor precisión se encuentra en la adopción de sinónimos que se basan en una estructura pluriverbal.
Para concluir, pese al alcance limitado del estudio y a los fenómenos de préstamos del francés que proceden de la naturaleza de traducción de la obra investigada, el análisis del vocabulario del Manual del encuadernador ha permitido ampliar nuestro conocimiento de la evolución del léxico técnico español, además de observar algunas tendencias dominantes en los procesos lexicogenésicos de inicio de siglo XIX. Podemos afirmar que la historia decimonónica de la lengua española se caracteriza por una dinamicidad abrumadora, reflejo de las tensiones contextuales en las que el desarrollo científico-técnico desempeña el rol central.
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1 Una cercana diacronía (2014), El español del siglo XIX: herencia e innovación (2016) y el recién La lengua española en el Siglo de las Independencias (2022).
2 En este estudio acudimos a la clasificación de Gómez Capúz (2005), que considera bajo la etiqueta préstamo todos los fenómenos de importación o transferencia de una palabra, adaptándola en ciertos casos, en otra lengua (2005, pp. 13-14); por otra parte, la etiqueta calco implica un proceso de traducción de las estructuras morfológicas (2005, pp. 36-38).
3 Carpallo Bautista (2001, p. 203) data el Manual completo del encuadernador de Sabrel 1833; en realidad, se publica en 1883.
4 En el presente estudio hemos decidido seguir, por lo que se refiere a la traducción al español, la edición de 1839 y no la preparada en 2005 debido a que, en esta última, los contenidos se adaptan para eliminar los anacronismos. Además, habida cuenta de la naturaleza del estudio, se ha considerado oportuno conservar fielmente la ortografía de las fuentes citadas. El criterio de la fidelidad ortográfica permite apreciar el estado de la lengua, poniendo en evidencia los fenómenos de incertidumbre.
5 En el manual que nos ocupa se ha detectado una nota del editor (pp. 7-8) en la que se reflexiona sobre la importancia de la labor del alzador y de la plegadora, probablemente por el menor prestigio que gozaban en el proceso de encuadernación.
6 Pinilla y Lépinette (2009, p. 116) hablan de notas terminológicas cuando el traductor informa sobre denominaciones especializadas y los referentes designados por estas.
7 En Corveddu (2018, pp. 57-58) se ha puesto de relieve que artes y oficios presentan una configuración conceptual que varía de país a país y, por consiguiente, el nivel léxico registra una realidad única, que puede no tener correspondientes en otras lenguas.
8 Estendedor (presentado como sinónimo de colgador en la microestructura); que macula y repintar (se presentan como sinónimos de macular); encuadernacion con cordeles, entrecordeles, encuadernacion a la griega (denominaciones de conceptos introducidos en la definición que se atribuye al lema cordel).
9 Affiner le cartons (introducido en la definición que se atribuye al lema affiner), reliure à nerf, entrenerfs, reliure à la greque (denominaciones introducidas en la definición atribuida a nerf), macule (se introduce en la definición de maculer).
10 Una confirmación de este aspecto la encontramos en Corveddu (2018, pp. 57-58). Sin embargo, una de las descripciones más nítidas de las peculiaridades del léxico de las técnicas la encontramos en la traducción al español de la Enciclopedia Metódica, en el aviso del editor se ofrece la siguiente reflexión: Las ciencias tienen un Vocabulario general, derivado del griego y del latín, que las ha hecho comunicables é inteligibles entre todas las Naciones cultas; y aunque la gramática de estas sea diversa, la lengua viene a ser una misma. Las Artes y Oficios nacidos y criados en las rústicas aldeas, aunque después pulidos y perfeccionados en las Ciudades, y en las Cortes, conservan la lengua vulgar de sus mecánicos padres, se resienten de su origen obscuro y retirado: asi es su Diccionario tradicional, peculiar á cada Nación, y tal vez, á cada Provincia, desconocido del resto de los hombres, y como misterioso para los que no ponen las manos en ellos (Sancha, 1794, p. I).
11 Del Trésor de la Langue Française informatisé (TLFi) (s. v. relevage), aprendemos que las acepciones diatécnicas de este lema se deben a la extensión de su significado común, pero el recurso no documenta la acepción propia del dominio de la encuadernación.
12 Piedra de afinar: Es una piedra francesa (1) cuyo diametro es á corta diferencia la mitad del de la piedra de chiflar [...] (Le Normand, 1839, p. 298)
13 Piedra arsenica de los alrededores de Paris, se suple con cualquiera otra que se forme de la misma materia. (Le Normand, 1839, p. 298)
14 Esta piedra debería llamarse piedra de abajar, pues que sirve para aplanar los bramantes, y no los afina, con todo es una espresion adaptada por los libreros (Le Normand, 1839, p. 198)
15 Es una perspectiva de estudio que encontramos en Guilbert (1965) que, en su estudio dedicado al léxico de la aviación, muestra la relación que une el desarrollo lingüístico a la evolución del sistema conceptual.
16 Desde una perspectiva histórica es oportuno consultar los estudios de Jacomy (1990; 2002).
17 La bibliografía sobre el tema es muy amplia, entre otros mencionamos autores como Fernández-Sevilla (1974, p. 126), Cabré (1993, pp. 139-140), Gutiérrez Rodilla (1998, p. 38), García de Paredes (2003, pp. 1015-1032) Sánchez Martín (2009, p. 334), De Hoyos (2018, p. 51) y Corveddu (2021, pp. 56-57)
18 Coseriu (1981, p. 117) define los lexemas univerbales como unidades léxicas simples «formadas por una única palabra gráfica» y los pluriverbales como unidades léxicas formadas por dos o más palabras gráficas, ya que, «desde el punto de vista del contenido, son estas unidades enteras las que funcionan como unidades léxicas, y no los elementos discernibles en sus significantes».
19 Las denominaciones de las máquinas que se introducen en Sabrel (1883) no ingresan en la macroestructura del glosario.
20 Los repertorios lexicográficos se han consultado a través del Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española (NTLLE) https://www.rae.es/obras-academicas/diccionarios/nuevo-tesoro-lexicografico-0
21 Este dato comprueba la presencia considerable de tecnicismos en la macroestructura del Diccionario de Autoridades (Clément, 1993, p. 49; Pascual Fernández, 2013, p. 171).
22 Tratado de la tipografía o arte de la imprenta (Giráldez, 1884).
23 Plegadora: Es la muger que dobla los pliegos, despues que los deja el alzador, para entregarlos á la cosedora (Le Normand, 1839, s. v. plegadora)
24 Si bien se registra en la macroestructura del glosario, la voz no recibe una definición y no se emplea en las páginas del manual.
25 Reliure à la camelotte «reliure à bon marché» (TLFi s. v. camelote)
26 El préstamo o calco semántico es la situación en la que una palabra de una lengua extranjera transfiere semas a una palabra de la lengua receptora, enriqueciéndola semánticamente y con la cual mantiene cierta vinculación semántica (Gómez Capuz, 2004, pp. 44-45)
27 Tronquillos: Hierros largos y angostos que sirven para dorar los cordeles, apoyándolos, sin empujarlos hacia delante, como se hace con las ruedas (Le Normand, 1839, s. v. tronquillos).
28 Secar: es la operacion que se hace para secar los pliegos impresos (Le Normand, 1839, s. v. secar).
29 Macular: dicese de una impresion demasiado cargada de tinta, ó hecha con tinta de poca consistencia, ó que no está bastante seca cuando se baten los cuadernos [...] (Le Normand, 1839, s. v. secar)
30 Combar ó arquear: cuando se concluye un libro, para el pulimento, el oficial pasa el bruñidor sobre el llano interior de los cartones yendo del lomo á la canal para darle una ligera forma convexa, que les obliga a juntarse mas perfectamente sobre las ojas del libro. (Le Normand, 1839, s. v. combar)
31 Cabré (1993, p. 168), Arntz y Picht (1995, pp. 38-39, pp. 148-149), Martín Zorraquino (1997, pp. 317-319) y Belda Medina (2003), en cambio, denominan el fenómeno especialización.
32 Bornear: es la accion que hace el oficial cuando prepara su volumen para cortarle la delantera; entonces lo balancea un poco de derecha á izquierda, á fin de hacer el lomo redondo y que forma por delante la canal. (Le Normand, 1839, s. v. bornear).
33 Bornear II: girar, hacer girar, dar vueltas a algo, dar vueltas (una embarcación), derivado de born (DECH, s. v. bornear II).
34 Encajar ó meter: poner un pliego dentro de otro despues de plegado, como largamente se ha esplicado en la pág. 22 y siguientes (1839, s. v. encajar).
35 Como señala Buenafuentes de la Mata (2010, p. 68), dentro de esta estructura pueden darse variantes como [N+del+N], [N+de+la+N], [N+de+los+N], [N+de+las+N], [N+de+lo+N].
36 Precisamos que en el presente estudio acudimos al metalenguaje de Varela Ortega (2005, pp. 81-84) que, bajo la etiqueta compuesto sintagmático, reúne los compuestos preposicionales con estructura N+prep+N (línea del pie), los compuestos yuxtapuestos de dos nombres N+N (cartón-cuero) y los compuestos yuxtapuestos de nombre y adjetivo N+Adj (negro vegetal, palmeta dulce, cuero ensebado).
37 Acudiendo al metalenguaje de Cabré (1993, p. 169) se hablará en el primer caso de terminologización y en el segundo de trasvase léxico
38 Habida cuenta del escollo de establecer el vínculo semántico entre el original y el nuevo sentido especializado (Estopà, 2014, p. 41), en el caso de telar su naturaleza de terminologización se debe a la analogía de función entre el instrumento empleado en el sector textil y el empleado en la encuadernación.
39 Escuadra de realce ó de ribete: es un instrumento muy cómodo del que hemos dado una descripcion muy estendida con su figura en la pág. 88. (Le Normand, 1839, s. v. escuadra de realce)