Almau Almau, S. (2024). Algunos galicismos léxicos en documentación chilena del primer tercio del siglo XIX. RILEX. Revista sobre investigaciones léxicas, 7/I. pp. 83-113

ALGUNOS GALICISMOS LÉXICOS EN DOCUMENTACIÓN CHILENA DEL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XIX

SOME GALLICISMS FOUND IN CHILEAN DOCUMENTS FROM THE FIRST THIRD OF THE 19TH CENTURY

Sonia Almau Almau

Universidad de Zaragoza

salmau@unizar.es

RESUMEN

En este artículo se analizan algunos galicismos hallados en documentación chilena impresa y manuscrita del primer tercio del siglo XIX, un período clave para entender el influjo que tuvo la Revolución Francesa y las ideas de la Ilustración en la independencia de las incipientes naciones hispanoamericanas. En el estudio se puede ver cómo en los siglos XVIII y XIX el francés aportó al español de esa época una amplia terminología relacionada con la política y la guerra, la administración y la sociedad en general.

Palabras clave: galicismos, independencia chilena, español de Chile, siglos XVIII y XIX.

ABSTRACT

This paper analyses some Gallicisms found in Chilean printed documents and manuscripts (dated from the first third of the 19th century). This period is the key to understand the influence of the French Revolution and the age of Enlightenment ideas had over the new Hispano-American nations independence. Along this essay, the French contributions to the Spanish language in this period (18th and 19th centuries) will be shown. The main topics covered by these new words are related to the politics, war, administration, and society in general.

Keywords: Gallicisms, Chilean Independence, Chilean Spanish, 18th and 19th centuries.

Recibido: 17-06-2023
Aceptado: 19-11-2023

DOI: https://doi.org/10.17561/rilex.7.1.8134

1. INTRODUCCIÓN

Chile comenzó su lucha por la independencia ya en las últimas décadas del siglo XVIII, pues lo primero que tuvo que hacer fue desembarazarse de las ataduras de Perú, de quien dependía económicamente. Fechas clave son 1778, cuando Chile pasó de ser provincia a capitanía general, y 1798, cuando consiguió la independencia administrativa de Perú. Liberados de la dependencia peruana, ganaron confianza como nación independiente, un paso importante para hacer frente a la metrópoli. Por otra parte, la situación internacional influiría notablemente en el modo de concebir los problemas hispanoamericanos: la independencia de los Estados Unidos de la América del Norte y la Revolución Francesa abrieron perspectivas totalmente nuevas. Ambos procesos revolucionarios fueron una fuente ideológica de la que se nutrieron las incipientes naciones hispanoamericanas, pero especialmente relevante fue la Revolución Francesa, que aportó conceptos políticos y filosóficos que hicieron precisa una renovación léxica.

Se ha escrito mucho sobre el afrancesamiento de usos y costumbres que se produjo en España en el siglo XVIII, así como del influjo que el francés tuvo sobre el español peninsular, y de las diferentes posturas que surgieron ante esta situación (Rubio, 1937; Martinell, 1984). No obstante, es menor la bibliografía dedicada a analizar la influencia que esta lengua tuvo sobre el castellano al otro lado del Atlántico. Puigmal (2001, pp. 196-197) explica que O’Higgins en 1811 publicó la creación del servicio militar basándose en el texto la “Nation en armes” del “Comité de Salut Public” de la revolución francesa. Asimismo, expone este autor, el influjo de las proclamas y de los discursos de Napoleón marcó la creación del ejército independentista en Chile. Es necesario, por tanto, estudiar qué peso pudo tener el francés en la configuración del español chileno en época independentista a través de la prensa, de ciertos libros y de otras publicaciones. Para ello, realizamos un expurgo exhaustivo de la documentación de dicho período y analizamos la lengua de sus textos para intentar determinar qué se debía a influencia galicista. El estudio se llevó a cabo en diferentes planos lingüísticos, pero en este artículo nos centraremos únicamente en exponer los galicismos léxicos hallados en la documentación manejada a través de un análisis cualitativo1.

2. LA DOCUMENTACIÓN ANALIZADA

Para llevar a cabo nuestro estudio, se analizó documentación chilena del primer tercio del siglo XIX, tanto manuscrita como impresa, aunque también se tuvieron en cuenta algunos documentos anteriores (de la segunda mitad del siglo XVIII). Exceptuando las cartas personales, que muestran una lengua más cercana y una terminología propia de la cotidianeidad, la mayoría de los textos son de concepción eminentemente política y militar, y, por tanto, de carácter formal. Entre ellos, podemos encontrar actas, manifiestos y diarios militares. Asimismo, estudiamos un número considerable de periódicos, pues en esta época prolifera la prensa creada y utilizada con fines políticos y propagandísticos para defender la emancipación. Entre ellos, hay periódicos serios que presentan un estilo grandilocuente y generalmente muy formal, como es el caso de la Aurora de Chile, y otros periódicos centrados en la sátira política, con un estilo burlesco y un registro coloquial –en muchas ocasiones incluso vulgar–, como son El Pipiolo o El Hambriento.

A continuación, recogemos únicamente algunos de los documentos que formaron parte de nuestro análisis y en donde encontramos galicismos léxicos. Para facilitar la lectura, incluimos entre paréntesis las abreviaturas con las que nos referimos a las diversas fuentes y especificamos el tipo de documento del que se trata si no queda claro con la simple lectura del título2.

2.1. MANUSCRITOS

(Actas): Actas del Congreso de Representantes de las Provincias de Chile en la ciudad de Santiago (1811).

(C.): Diario militar del General don J. M. Carrera (1815).

(C. JG.): Carta de J. de Gorbea a su hermano, La Serena (1787).

(C. CH. 1): Carta de C. Henríquez a M. de Salas, Buenos Ayres (1822).

(C. CH. 2): Carta de C. Henríquez a M. de Salas, Buenos Ayres (1822).

(Máximas): Maxymas militares o resumen de las reflexiones militares del visconde del puerto (1767).

2.2. IMPRESOS

(A.): Periódico Aurora de Chile (1812-1813).

(Abeja): Periódico La Abeja Chilena. Observaciones a La Abeja Chilena (1825).

(Avisador): Periódico El avisador chileno (1824).

(Manifiesto): Manifiesto que hace a los pueblos de Chile. Carrera, J. M. (1818).

(Claro): Manifiesto que presenta a sus compatriotas el ciudadano Vicente Claró (1824).

(Cosmopolita): Periódico El Cosmopolita (1822).

(Década): Periódico La década araucana (1825).

(Examen): Examen instructivo sobre la constitución política de Chile (1824).

(EP.): Exposición que hace un peruano al Virey Lacerna, a cerca del verdadero estado político de la América en la presente época (1822).

(GM. 1818): Gazeta Ministerial de Chile (1818).

(H.): Periódico El Hambriento. Papel público sin periodo, sin literatura, impolítico, pero provechoso y chusco (1827-1828).

(M.): Mercurio de Valparaíso: periódico mercantil y político (1827).

(MO.) Manifiesto del Capitán General de Egército Don Bernardo O’Higgins a los pueblos que dirige (1820).

(OI.): Oración inaugural del Curso de Oratoria del Liceo de Chile, pronunciada el día 20 de abril de 1830 por D. José Joaquín de Mora, director de aquel establecimiento. La dan a luz los alumnos.

(Pipiolo): Periódico El Pipiolo (1827).

(R.): La reunión del colegio seminario al Instituto Nacional justificado en el hecho y en el derecho (1819).

(Virrey): Discurso del virrey de Perú en la Universidad de San Marcos (1781).

3. LA INFLUENCIA GALICISTA EN LOS TEXTOS CHILENOS

3.1. LA IMPORTANCIA DE LA TRADUCCIÓN Y LA ADQUISICIÓN DE LIBROS EN FRANCÉS AL OTRO LADO DEL ATLÁNTICO

Del interés por el francés hay numerosas pruebas en documentación de la época. En los números 19 y 20 del periódico chileno la Aurora de Chile (1812-1813), su redactor, fray Camilo Henríquez, propone un plan de organización para la creación del Instituto Nacional de Chile, “escuela central y normal para la difusión y adelantamiento de los conocimientos útiles”. En la primera parte crea el que denomina “prospecto de las clases” que son tres: Ciencias Matemáticas y Físicas, Ciencias Morales y Lenguas y Literatura. El programa de este último bloque estaba compuesto por las siguientes materias: gramática castellana, traducción de lengua francesa, traducción de lengua inglesa, y principios de elocuencia, poesía y crítica.

En el número 20 del mismo periódico, Camilo Henríquez continúa exponiendo el sistema metodológico de enseñanza. Fundamental es en este punto la explicación de gramática castellana puesto que “además de la correpción (sic) que da al propio lenguage el conocimiento de su gramática, facilita la inteligencia de los otros idiomas” (A. 81). Es así mismo conveniente estudiar traducción francesa, indica, por “la excelencia de las obras escritas en aquella lengua”. El objetivo básico es saber traducir y el poder “hablarlo si es posible”. También en la traducción se centra la enseñanza del inglés que “es igualmente una lengua sabia, consagrada a la filosofía y a la profundidad del pensamiento”. Cuando el alumno tenga conocimiento de alguno de estos idiomas, algo necesario para “evitar la distracción y superficialidad” y, puesto que, como dirá más adelante, “la traducción de una lengua sabia precede el estudio de bella literatura”, podrá pasar a encargarse del estudio de “las bellas letras”, es decir, de la elocuencia, poesía y crítica a los que aludía en el número 19 (A. 81).

En las referencias anteriores vemos que fray Camilo proponía el estudio de la traducción inglesa y francesa para poder acceder a importantes obras científicas y, en definitiva, para abrirse al mundo. Se necesitaba, por tanto, a traductores competentes que pudieran contribuir a expandir estos saberes, de ahí, por ejemplo, que en la Gazeta Ministerial de Chile, el 11 de agosto de 1818 (GM. 145), aparezca un anuncio para buscar un intérprete con dominio en inglés y francés para los negocios del gobierno, solicitando que concurran aquellos que estén capacitados.

La preocupación por la creación de una biblioteca bien provista de las últimas novedades internacionales viene reflejada en la carta de Henríquez a Salas: “repito a V. que es muy fácil hacer venir aquí quantos libros se quiera de Francia, donde están mui baratos: igualmente de España, donde todo se está traduciendo” (C. CH. 1) y, un mes más tarde, en una carta en la que se hace una enumeración de libros y del idioma en el que están (francés, sobre todo, pero también inglés), se comunica lo siguiente: “el comercio de libros (quando son importantes) está siendo el más productivo; pueden salir de valde y hacer un gran bien a la América; más los comerciantes no saben siempre quáles hayan de traher” (C. CH. 2).

En definitiva, tanto la traducción como la lectura de libros en francés pudieron ser motores importantes en el trasvase de galicismos a la lengua castellana del XVIII y de principios del XIX. De hecho, “ya en el siglo XVIII, la frecuencia de traducciones apresuradas se vio como un daño para nuestra lengua, capaz de perturbarla y emprobrecerla” (Montero Curiel, 1992, pp. 1220-1221)3, aspecto que trataremos a continuación.

3.2. LA CRÍTICA A LOS GALICISMOS

La importancia de estudiar idiomas en esa época, sobre todo francés, queda fuera de toda duda. Pero lo que sí se ponía en entredicho era el influjo que esos conocimientos podían ejercer sobre el castellano. Son muchos los comentarios en los que se critica la impureza del castellano por influencia negativa del francés. Por ejemplo, D. José Joaquín de Mora, director del Liceo de Chile, en el discurso inaugural del curso de Oratoria (1830), señalaba:

Ese idioma que había adquirido toda su pulidez y toda su exactitud en la época misma en que Francisco 1º se espresaba en una semibárbara jerigonza ha llegado a nosotros envilecida por un vulgarismo soez, y, lo que es peor, inficionada por un extranjerismo que deteriora sus principios vitales y pervierte los manantiales de su lozanía (OI. 6);

Consideradla [nuestra lengua] en su actual desaliño y prostitución, despojada de sus galas castizas, de su lozana desenvoltura, de un noble gallardía, servil imitadora de escritores estraños y órgano venal de los libreros del Sena y del Garona. En esos impuros manantiales bebe nuestra juventud los principios del saber (OI. 7).

Claro es, asimismo, el comentario que, sobre el influjo que tienen las lenguas extranjeras en el castellano, realiza en su periódico el redactor que se hace llamar “el Hambriento”: “Escribiré en castellano de mi tierra porque no sé otro idioma, y porque creo que muchos como yo se quedan en ayunas cuando se les dice jugar rol, es a decir, y un montón de palabras que dicen que hablan los franceses, los italianos y qué se yo que otros que llaman gringos” (H. 2).

Sin embargo, también había quien defendía en territorio americano la incorporación de extranjerismos a la lengua como un recurso lingüístico más. Así pues, en el impreso dieciochesco Virrey, José Baquijano, y Carrillo4 hace una reflexión metalingüística interesante. Aparece en el texto la siguiente frase: “mis fuerzas sucumben baxo el grave peso de honor…” (9v, 10 r); en “sucumben” una llamada al pie explica lo siguiente: “el uso de la palabra sucumbir por estraña y no propia de nuestro idioma, […] la usamos para explicar ‘ser agoviado por una carga superior a nuestra resistencia’. No es esta una novedad que habrá sorprendido a los literatos: ellos sí han observado que muchos autores españoles la usaron en el mismo sentido”5. Un poco más adelante, Baquijano continúa diciendo: “Para esta libertad de introducir palabras tenemos respetables autoridades, e ilustres exemplos en todas las lenguas” (Virrey 10r).

3.3. ALGUNOS GALICISMOS LÉXICOS EN NUESTRA DOCUMENTACIÓN

El influjo del francés sobre el castellano es especialmente llamativo en el plano léxico, no solo a través del préstamo de ciertas voces, sino en mayor medida con la creación y revitalización de un amplio número de cultismos, bien con el significado originario, o con una acepción diferente. Por poner solo un ejemplo, la voz patriota, procedente del griego πατριώτης, adquiere en esta época el significado de ‘compatriota’, sentido moderno que toma del francés (DCECH) y que en América va a tener un uso especialmente relevante en el proceso de construcción de las nuevas naciones. En este artículo, sin embargo, vamos a recoger solo algunos préstamos, dejando para otra ocasión el estudio de los cultismos revitalizados.

Además de la inclusión de los galicismos en los documentos, es preciso tener en cuenta su adaptación gráfica. Así, por ejemplo, en algunas ocasiones, Autoridades –que suele incluir la especificación “voz francesa”, frente a la edición primera del DRAE, que elimina las etimologías (Corbella, 1994, p. 62)– da la explicación necesaria para la correcta escritura de ciertas voces que provienen del francés, como con carabina, de la que señala: “voz tomada del francés carabin, por lo qual se debe escribir con b y no con v”. En el Diario de Carrera se puede encontrar esta voz con b: “la corta división que había llevado de Santiago, en la que estaba inclusa la auxiliar de milicias de Mendoza, armados de viejas carabinas y de 150 hombres de fuerza” (C. 155). La Academia también señala el carácter galicista de convoy, de la que dice que “es voz puramente francesa, por cuya razón se debe escribir convoy, según se usa en aquel idioma y no comboy, como se ve muy regularmente” (Autoridades, 1726-1739/1969). En Carrera esta voz es frecuente en expresiones como “no podía protejer nuestros convoyes por falta de caballerías” (C. 128), “protejiese los convoyes de Talca” (C. 141) y “los convoyes de víveres” (C. 153).

A continuación, exponemos por orden alfabético otros galicismos hallados en nuestra documentación.

Abonar

Abonar con el sentido de ‘suscribir’ y luego, de allí, ‘pagar’, como en el uso que Hildebrandt muestra de Bolívar (1961, p. 68), se tomó, según el DCECH, del francés abonner ‘comprometer a pagar por algo hasta cierto límite’. Baralt (1855, p. 18) desaprobaba este uso, como muestran sus palabras: “difícil será desterrar estas voces [abonar, abono, abonado/a]; pero ello es cierto que nuestros diccionarios autorizados no las mencionan en el sentido expresado, y también que suscripción, suscriptor, suscribirse dicen lo mismo y son preferibles a ellas por razones de etimología y claridad muy obvias”. En los documentos consultados abonar aparece con el sentido de ‘pagar’ en casos como los que siguen: “y resultando de esta providencia la comodidad del Público y el ahorro de la cantidad que se abona al Administrador de Correos por la casa que ocupa” (Actas 332), “se hizo una propuesta al gobierno de construir vestuarios para la tropa a 38 pesos cada uno y, aunque fue aprobada, se suspendió… Malas lenguas dicen que hace pocos días se ha mandado abonar infringiendo el decreto de liquidación de la deuda pública” (H. 3).

Ambigú

Otra adopción reciente para la época es la de ambigú, del francés ambigú, propiamente ‘ambiguo’ (DCECH). Encontramos el siguiente ejemplo en nuestra documentación: “el ramillete en que se vio cruzado el pabellón de los Estados Unidos con el estandarte tricolor6, los brindis, las expresiones y alegría de todas las personas ilustres que asistieron al lucido ambigú, todo inspiraba ideas de libertad” (A. 92). En 1770 la Academia decía de ambigú que se trataba de una “voz francesa, modernamente introducida, que significa la comida compuesta de manjares calientes y fríos, con que se cubre de una vez la mesa. Regularmente se sirve a la hora de merendar” (NTLLE) y, de hecho, el primer registro de esta voz en el CORDE es de 1764. Morínigo (1998) considera americanismo la palabra ambigú y le da las siguientes acepciones: ‘Fiambres, golosinas, bebidas, etc., que se sirven en fiestas, bailes o reuniones’ y el ‘sitio donde se sirven estos refrescos o colaciones’.

Arribar, arribo

El DCECH señala la existencia del verbo arribar en textos castellanos antiguos y textos americanos con la acepción ‘llegar en general’. Autoridades (1726-1739/1969) señala de arribo que se trata de una “voz moderna”. Vallejo Arróniz (1986, pp. 116-117) localiza arribo y el verbo arribar en periódicos españoles del siglo XVIII, y concluye el estudio de la palabra indicando: “puesto que es en el XVIII cuando aparece como neologismo, según Autoridades, pensamos en el francés arrivée como modelo”. Realmente, se trata de un claro marinerismo de tierra adentro. O’Scanlan (1831/1974) lo define como ‘girar el buque llevando su proa desde barlovento hacia sotavento o aumentando el ángulo que por dicha parte forma la dirección de la quilla con la del viento’ y en una acepción más general ‘llegar el buque al puerto’. En el periódico la Aurora se registran también varios casos del verbo arribar y su correspondiente sustantivo arribo: “pasar a Jamaica baxo pretesto de arrivar de Martinica con asuntos comerciales” (A. 48), “escrita desde mi arrivo a este país” (A. 71). En otro documento americano encontramos el siguiente ejemplo: “tal era la situación de las cosas […] cuando arribaron a nuestros puertos las decantadas tropas europeas” (EP. 5). Hoy es un uso totalmente normal en Hispanoamérica. Así, hace unos meses un amigo chileno escribía en una red social a su vuelta de Europa: “Ya en Santiago, arrivando con una maleta repleta de sueños”.

Bello sexo

Hildebrandt (1961, pp. 110-111) dice de la expresión el bello sexo (le beau sexe) que es propia de fines del XVIII y que es utilizada también por Bolívar, aunque con orden inverso, el sexo bello. Baralt (1855, p. 92) indicó que tanto bellas letras (‘humanidades’) como bello sexo eran galicismos ya autorizados. Algunos ejemplos de nuestros textos son los que siguen: “al rayar la aurora del augusto 18 de septiembre, los principales ciudadanos y lo más hermoso y lucido del bello secso se reunieron en la batería de San Antonio a presenciar la lectura de la acta de nuestra Independencia” (M. 14). “Las ciencias, como el bello sexo, siempre estubieron con gusto y desplegaron sus gracias” (R. 53).

Bonhomía

En un “rumor plausible”, apartado de El Hambriento (H.), aparece el término bonhomía: “Se dice que don José Santos Garra-muño se ha hecho propietario en estos días: el Hambriento protesta con toda sinceridad que lo celebra sobremanera, esperando, aunque con poco fundamento, que en una de sus embestidas a la propiedad, le entre el juicio, la taciturnidad y bonhomía que le ha aconsejado en otra ocasión” (en cursiva en el impreso). Esta forma, procedente del francés bonhomie, es recogida por primera vez en 1927 por la Academia (NTLLE), de la que indica: “América. Galicismo por ingenuidad, candor, bondad”, aunque actualmente aparece en el diccionario sin marcación diatópica. El primer registro que ofrece el CORDE es de un autor mexicano, de 1871, mientras que Boyd-Bowman (2003) solo recoge dos ejemplos en el siglo XX.

Cange

También dice la Academia que la voz cange, ‘cambio, trueque de una cosa por otra: como de prisioneros por prisioneros, etc.’, “es voz francesa”, mientras que de su respectivo verbo cangear precisa que se trata de una “voz nuevamente introducida”, si bien ya se pueden observar algunas referencias a mediados del XVII (CORDE). Oudin (1675/1968) registra ya canjar ou cambiar (‘changer’). El DCECH señala que canje es derivado del anticuado canjar ‘cambiar’ y este tomado del italiano cangiare, que a su vez procede del occitano camjar y este del latín vulgar CAMBIARE, y que es “vocablo propio de la diplomacia, la milicia y el comercio”. En la Aurora se sigue utilizando como término militar: “pide que el general Tristán estimule a su general en xefe para el cange de los prisioneros” (A. 38; 1813).

Chicana

Aparece chicana en la edición del diccionario académico de 1927: ‘galicismo por embuste, triquiñuela’ (NTLLE). En el CORDE hay un ejemplo aislado de 1705 en España, pero los demás son de finales del XVIII (dos ejemplos de Perú y uno de Argentina), y el resto del siglo XX. En la obra de Morínigo (1998) no se registra chicana, pero sí chicanear (del francés chicane) ‘Meridional y Méjico. Usar de ardides’, y chicanero ‘que usa de chicanas o malos procederes’. Boyd-Bowman (2003) recoge un ejemplo de chicana en Bogotá, en 1844: “se han valido de mil chicanas… para no cumplir”. Un caso en nuestros documentos es el que sigue: “Crézcanse en hora buena las contribuciones de todas clases, grávense los fundos, arránquese a tanto holgazán las propiedades que les dio el prestigio y la superstición… cómprese todo y haga cuenta y razón fija para evitar la chicana” (Avisador 91). También nos aparece la voz chicanerías en el siguiente pasaje: “en el momento de iniciarse un pleito, que es cuando nuestra razón se muestra más dócil y dispuesta a la concordia, ya por el horror que causa el formidable aspecto de las chicanerías y angustias forenses” (Examen 27).

Complot

Uno de los galicismos más reciente en la época es complot, como indica Hildebrandt (1961, p. 37) y el DCECH. De hecho, la Academia lo introduce en 1869 y, a las acepciones de ‘confabulación entre dos o más personas contra otra u otras” y ‘trama, intriga’, añade: “es voz moderna tomada del francés y ordinariamente no se pronuncia en ella la t final”. En el periódico chileno la Aurora de Chile aparece varias veces, lo que puede ser indicativo de que esta voz estaba ya extendida: “no es aún bien conocido el número de las personas infatuadas que habían entrado en el detestable complot” (A. 41), “supusieron un complot sacrílego entre el cielo y la tierra, entre el altar y las altas potestades contra la libertad del género humano” (A. 43), “el detestable complot debía reventar el día 4” (A. Suplemento, 30 de julio de 1812). En otro documento se puede leer lo siguiente: “los generales apoyaron groseramente este sistema y un complot de personages, que se llamaban liberales” (EP. 5). Frago Gracia (2007, p. 171) además de complot, registra el plural complotes –y reiteradamente la forma comploes en el Correo del Orinoco (2008, p. 50)– y el verbo complotar, que también nos aparece en el periódico El Pipiolo:

Y si el Supremo director con su terrible influjo se ganaba a las nueve magistraturas, como que todas ellas no contaban mas que treinta y tres individuos, si se complotaban a no calificar mas que a un ciudadano (o sean dos o tres) pues por un artículo espreso se previene, que no embaraza que los calificados por una autoridad sean calificadas por las otras, ¿qué elección quedaba a los pueblos? (Pipiolo 17).

Croquis

La Academia recoge por primera vez el vocablo croquis en 1832 como ‘Diseño ligero de algún terreno o posición militar que se hace al ojo y sin sujeción a reglas geométricas’. Hildebrandt (1961, p. 71) explica que procede del francés croquis y este, a su vez, de croquer (de origen onomatopéyico) y lo documenta en 1824 en un documento de Bolívar. La primera referencia en el CORDE es de un documento colombiano de 1764, pero es cierto que hasta el siglo XIX no parece extenderse. El prócer independentista Carrera utiliza en su Diario (1810-1814) este término con total naturalidad: “me ofició acompañándome un croquis que comprendía el terreno […] era este croquis muy mal copiado” (119), “Mandé […] que formase un croqui de nuestro campo. Por primera vez descubrí que no sabía agarrar ni el compás ni el lápiz” (94)7, si bien en cierta ocasión cambia la grafía: “El reconocimiento de un campo del que no había ni Crokis debiendo ser el teatro de la guerra” (85).

Departamento

El galicismo departamento con el significado de ‘circunscripción territorial’ (Hildebrandt, 1961, p. 127) adquiere gran relevancia en la época con la creación de los nuevos sistemas administrativos en América. Algún ejemplo de este término en uno de nuestros documentos: “Que no oí decir a nadie que se pusiese o contrariase la voluntad general y que yo no le observé otra cosa cuando fue gobernador del departamento de Rancagua (Claro 3), y “en circunstancias de haber arrivado a esta capital y de solicitar el teniente coronel don Vicente Claro su vindicación política mientras estubo en Rancagua como gobernador de aquel departamento” (6). Otros individuos, en ese mismo documento, se refieren al concepto de departamento con otras denominaciones: partido en “el tiempo que gobernó en el partido de Rancagua…” (6) o delegación directorial, como lo denomina el mismo Claro (Claro 10).

Derniére, a la

En el Examen instructivo sobre la constitución política de Chile (1824) le dice un hacendado a un diputado del Congreso Constituyente: “Sin duda [la Constitución política de Chile] estará formada à la dernière o al gusto del día en Europa, esto es, dictada por un jefe déspota y escrita con las puntas de las bayonetas” (Examen 7). Boyd-Bowman (2003) solo recoge dos ejemplos de esta expresión en Cuba, en 1839: “hágame una casaca… a la dernier”.

Dulce

Para Hildebrandt, la utilización de dulce con el significado de ‘suave, apacible’ aparecen en Bolívar “influidos por los del francés doux”, y añade: “Baralt decía que había que tener cuidado con el dulce francés, «que es muy empalagoso»” (1961, p. 94). Son muchos los ejemplos que registramos en nuestros documentos de esta acepción con tintes afrancesados: “El hombre de carácter dulce y de corazón sensible” (A. 142), “jamás olvidaré, Señor, la memorable noche del 5 de Febrero de 1807 en que tuve la dulce satisfacción de presenciar en la cámara de los lores el triunfo de las luces y de la filosofía” (A. 140),“al pronunciar estas dulces palabras, recuerdo el primer paso magestuoso que dio mi Patria para anunciar al mundo sus grandes designios” (M. 14).

Estatística

La forma estatística ‘estadística’ (A. 151) puede deberse, como señala el DCECH, a la adaptación del francés statistique, pues la forma actual entra en el DRAE en la edición de 1822. Fueron muchos los vocablos técnicos que en esa época penetraron en la lengua procedentes del inglés y del francés, sobre todo, de ahí que aparezcan en estas fechas formas todavía no adaptadas a la fonética hispánica, como la anterior o commodoro (del inglés commodore, que a su vez viene del francés commandeur ‘comandante’), que aparece en el Manifiesto de Carrera (Manifiesto 12, 32).

Filibustero

Del francés flibustier (DLE, s. v. filibustero), el primer registro de filibustero en el diccionario académico es de 1869 (NTLLE), con el significado de ‘nombre de ciertos piratas que por el siglo XVII infestaron el mar de las Antillas. Hoy se aplica a los aventureros, que sin patente ni comisión de ningún gobierno, invaden a mano armada territorios ajenos’. En el CORDE el primer registro de filibustero es de un anónimo de 1708; el siguiente registro pertenece a Andrés Bello y para el resto hay que esperar a finales del XIX y principios del XX. Hoy el DLE registra como desusada la acepción de ‘Partidario de la emancipación de las antiguas provincias ultramarinas de España’. Nuestro ejemplo es el siguiente: “las veces que se alteraron estas instituciones regularmente sucedieron grandes injusticias y males en la República. Sin embargo, estos Estados, especialmente los griegos, eran absolutamente democráticos. Pero no entendían la democracia como ahora se pretende por algunos, y que acaso solo habrá existido en los Filbustiers” (Abeja 72).

Frac

El DCECH dice de frac que proviene del francés frac, tomado probablemente del inglés frock ‘hábito de frailes’ y ‘bata de mujer o de niño’, y aporta como primera documentación el año 1835. También indica que el alemán frack aparece en 1774, y se tomaría por conducto del francés, donde el vocablo se ha registrado desde 1767. La primera referencia en la obra de Boyd-Bowman (2003) es de México, en 1831: “todos fijaban la vista en mi frac de última moda”. La forma fraque aparece en un registro de 1844 en Chile: “fraque de arrugados faldones”. Dos ejemplos que encontramos en periódicos de la época: “Con su calzón bien corto, / su chaleco a la antigua, su frak a la española, / vestido, en fin, con toda gallardía” (Pipiolo 30), y escrito fraque, seguramente por la rima del soneto en el que está inserto: “Quiera Dios que su cólera se aplaque / dejando la chaqueta, manta o fraque” (H. 23).

Fusil

Almirante (1869, s. v.) indica de la palabra fusil lo siguiente: “El hecho capital de la abolición de la pica y del mosquete y la introducción reglamentaria o universal del fusil en la infantería tuvo lugar en 1703 […] España, que era a la sazón, no sabemos si provincia o colonia francesa, se apresuró a copiar a su metrópoli o su maestra”. El galicismo fusil aparece registrado en documentación dieciochesca al otro lado del Atlántico (De Granda, 1990, p. 205), y no es extraño, por tanto, que esté ampliamente extendido en los escritos de época independentista, como en los escritos de Bolívar (Hildebrandt, 1961, p. 131). En el Diario de Carrera, por ejemplo, aparece fusil y sus derivados fusilero y fusilar: “de los que 60 llevaban fusil” (C. 11), “el enemigo entró a San Fernando con 600 fusileros” (C. 11), “descaradamente publican sus oficiales que habían acordado sorprendernos y fusilarnos” (C. 11)8.

Gabinete

La aparición del galicismo gabinete en los siguientes contextos parece obedecer a lo que Autoridades (1726-1739/1969), bajo la entrada de gabinete o gabineto define como ‘el congreso o junta en que se tratan las materias más arcanas de Estado, en presencia del Soberano, para tomar las resoluciones convenientes al gobierno” y añade el apunte de que “es voz moderna, tomada del francés”: “en lugar de establecer una actual revocación de las órdenes o alguna seguridad de su revocación, no nos permitía esperar alguna variación en el Gavinete Inglés” (A. 58),“¿quando el gabinete español pensó captar la obediencia por el convencimiento?” (R. 57), “es evidente que aquel hombre infame [J. M. Carrera] está vendido al Gabinete español” (GM. 276). Del francés cabinet, diminutivo del francés cabine (DCECH), es como señala Hildebrandt (1961, p. 41): “galicismo de la Revolución… Con el valor de ‘aposento íntimo’ es igualmente galicismo, introducido en español un siglo antes”. Explica, además, que Bolívar usó este término con el sentido de ‘habitación de trabajo, escritorio, bufete, laboratorio’, acepciones que también registra Autoridades y a las que puede referirse el vocablo en el siguiente contexto: “Rainal confiesa que había querido dar leyes al mundo desde su gavinete sin contar con las circunstancias” (A. 5); también lo registramos con esta acepción en un documento dieciochesco: “no se registrará V.E. en un orgulloso gabinete calculando friamente la miseria y desesperación del súbdito…” (Virrey 36v).

Garantir

Del siglo XVIII también es el galicismo garantir, que se utilizó en alternancia con garantizar. El DCECH explica esta alternancia entre las dos formas:

Se estableció en España y en muchos escritores americanos un sistema supletivo, en virtud del cual se emplean las formas del primero [garantir] cuya desinencia empieza por i (garantir, garantimos, garantirá, etc.), pero en los demás casos se emplea garantizar; en realidad este sistema, aunque muy propugnado por los gramáticos y puristas de todas partes, apenas es observado en parte alguna por el habla espontánea, pues en España se emplea garantir muy poco, y se oye y lee preferentemente garantizamos, garantizar, garantizado, etc. y en la Argentina es casi general en la práctica (a pesar de los esfuerzos de mucho gramáticos) el uso de garanto, garantes […] lo mismo ocurre en Chile y en otras partes de América (s. v. garante).

Frago Gracia (2008, p. 50) encuentra abundantes registros de este verbo en el periódico Correo del Orinoco, por ejemplo. Entre los múltiples ejemplos chilenos que podríamos recoger, ofrecemos a continuación uno de muestra: “el rey se obliga a garantir y conservar la seguridad, la propiedad, la libertad, y el orden. En esta garantía se comprehenden todos los deberes del monarca” (A. 1). Así mismo, aparecen en la documentación formas como la siguiente: “ya yo no espero ver garantidas la igualdad, la libertad, la propiedad y la industria” (Cosmopolita 11.4).

Gâte-papier

El TLFi define el compuesto gâte-papier como: ‘Gratte-papier, scribouillard’ y ‘Mauvais écrivain’. Claro parece el sentido en nuestro ejemplo:

Felizmente debemos colocar esta época entre las glorias nacionales, contando todos los periódicos de Chile como la efusión del más virtuoso entusiasmo republicano: eceptuando uno impropiamente titulado El Verdadero Liberal que mejor debería llamarse el gâte-papier, pues su objeto es difundir las doctrinas más destructoras de la libertad, sobstituyendo el espantoso imperio del despotismo bajo el influjo de un club, que dueños de todos los intereses nacionales han monopolizado el poder público y han estancado hasta los alientos de la libertad con los recursos del estado (Pipiolo 1).

Gendarme

Es en 1869 cuando, por primera vez, se recogen en el DRAE las voces gendarme y gendarmería. Gendarme se define en estas fechas como ‘militar destinado en Francia y otros países a mantener el orden y la seguridad pública. Equivale al guardia civil nuestro’. La primera referencia de Boyd-Bowman (2003) es de 1839, en Cuba: “el jefe de la única gendarmería del capitán general”. El ejemplo chileno que recoge este autor es posterior: “la jendarmería o policía de seguridad, rejimentada como el ejército pero dependiente del ministerio del interior” (1862). En El avisador chileno al hablar de la policía se dice: “Es pues de suma importancia pensar en la formación de un cuerpo de policía o llámese gendarmería” (Avisador 125).

General en jefe

Se trata esta de una expresión galicista que en la obra chilena está bastante extendida y “que data, en francés, de 1793, año en que los generaux d’armée vinieron a ser generaux en chef. En América, los generales en jefe sustituyeron a los capitanes generales como las municipalidades a los cabildos” (Hildebrandt, 1961, pp. 60-61). Lo podemos encontrar tanto en obra impresa: “pide que el general Tristán estimule a su general en xefe para el cange de los prisioneros” (A. 38, 1813), como en manuscritos: “el general en gefe pasó a caballo” (C. 97).

Germinal

Otro término muy concreto de creación reciente es Germinal, nombre que se le dio al séptimo mes del calendario francés de la Revolución. De este modo, en un artículo en el que se defiende la independencia de la religión de las cuestiones meramente políticas y en el que se hace un pequeño homenaje al culto cristiano, puede leerse que un pensador de talla “en la sesión del 18 Germinal pronunció un discurso sobre la organización de los cultos a nombre del tribunado” (A. 44). En la misma línea, en uno de los manifiestos de O’Higgins se dice lo siguiente: “Así juró la Francia su Constitución el 24 Frimaire año 8º” (MO. 6). Frimaire fue el nombre del tercer mes del calendario republicano.

Globo

Es “uso afrancesado de finales del XVIII” la utilización de globo para referirse al ‘mundo’ (Hildebrandt, 1961, p. 129). Son numerosos los ejemplos que encontramos en la documentación; una pequeña muestra: “Separados felizmente por la naturaleza y por un inmenso occeano de las ruinas y desastres de una parte del globo…” (A. 166), “si mientras el sol da una vuelta al rededor del globo” (EI. 47), “o sepultándonos entre las ruinas de vuestros mismos Andes desaparezca de la faz del globo el nombre americano” (EP. 9), “el numerario circulará con tanta abundancia cuanta sea necesaria para enriquecer a todo el globo” (EP. 13).

Impresión

Galicismo del siglo XVIII es también el uso de impresión con el sentido figurado de ‘efecto, alteración’ (Hildebrandt, 1961, p. 129), significado que hallamos en el siguiente pasaje: “unos tuvieron a bien de retirarse a sus casas… otros, en quienes la injusticia hizo más impresión, desertaron de un partido infame y se pasaron al enemigo” (EP. 6).

Madama

Sobre la forma de tratamiento personal madama, Autoridades (1726-1739/1969) indica: ‘voz francesa y título de honor que vale lo mismo que Señora y se da a las mujeres nobles puestas en estado, la qual se ha usado en España en el mismo sentido para nombrar a las señoras extranjeras. Oy lo usan algunos en el trato cortesano con las mujeres”. Aparece también en los escritos de Bolívar como tratamiento para señoras extranjeras y como sinónimo de ‘mujer, esposa’ (Hildebrandt, 1961, p. 130), y estos dos usos también los documentamos en nuestros textos. Así, por ejemplo, en la Aurora de Chile, en una noticia sobre “la coronación del Rey negro alias de Hayti” extraída del periódico inglés The Times, se dice: “partieron S.S.M.M. para el Campo de Marte en su carroza de estado tirada por ocho caballos blancos, acompañados por Madama Dessalines en su carroza” (A. 3). Por otra parte, en las cartas a su hermano, José de Gorbea (1787 y 1788) suele mandar recuerdos a “Madama Panchita”, una señora a la que muestra un gran cariño y que parece pertenecer a la familia. En una de esas misivas, al hablar de un faldellín se dice: “[del faldellín] se acordará Madama Panchita, por cuia mano y dirección lo puedes mandar buscar y remitir” (C. JG. 6). Sobre este último uso, indica García-Godoy (2021, p. 54): “La documentación americana, además, demuestra que el tratamiento madama, de carácter general, desarrolla extensiones semánticas como término de parentesco en los estertores de la colonia. Así, en el uso epistolar bonaerense, madama designa a la esposa del destinatario o de una tercera persona”.

Obús

La palabra obús también pasó al castellano a través del francés a finales del siglo XVIII con la acepción ‘especie de mortero o cañón’, como indica el DCECH, y es así como aparece en Bolívar (Hildebrandt, 1961, p. 56). En el Diario de Carreras puede leerse: “son tan insolentes que se atrevieron a apropiar la obra de los obuces al Capitán Blanco” (C. 155), y en el Prospecto del periódico la Aurora: “Dies mil lanzas francesas, treinta y quarto cañones violentos, seis obuces, viente mil fuciles, estos y otros aumentos pondrán a nuestra fuerza armada en un pie respetable” (sic 2)9. Baralt (1855, p. 444) desaconsejaba el uso de obús con el significado de ‘bomba de cañón’ que aparece en francés a finales del XVIII: “Obús vale en francés (lo mismo que obusier) cierta pieza de artillería moderna, y también la bomba de obús, la granada: en castellano significa tan solo lo primero”10.

Panfleto

En la Gazeta Ministerial de Chile (1818, 87), en un escrito firmado por O’Higgins e Irisarri el 25 de junio de 1818, se notifica la supresión de cargas en la venta de libros:

Siendo uno de mis principales cuidados la propagación de las luces entre todas las clases del Estado y convencido de la necesidad que hay de remover todos los obstáculos que se oponen a la fácil adquisición de los libros, panfletos y papeles públicos, así nacionales como extranjeros, he venido en declarar… libres de todos derechos los referidos libros, panfletos y periódicos.

El vocablo panfleto “era galicismo muy nuevo cuando Bolívar lo usó” (Hildebrandt, 1961, p. 37). Baralt (1855, p. 461) indicó al respecto: “Algunos, aunque pocos, emplean este vocablo (F. e Ing. Pamphlet) en acepción de folleto, librejo. No hay para qué; pues no tiene raíz en nuestra lengua ni dice más que sus equivalentes castellanos”. La Academia introduce panflet, panfleto y panfletista en 1927 como “galicismos”.

Pantalón

El pantalón, “prenda de niños nobles franceses (de Pantalone, personaje de la comedia italiana, que procede a su vez del nombre de San Pantaleón), fue adoptado primero por los obreros y luego por los republicanos durante la Revolución. Pasó al castellano a principios del siglo XIX” (Hildebrandt, 1961, p. 57). Explica esta autora que Bolívar solo utiliza este término al referirse al uniforme del soldado, mientras que para la vestimenta civil usa solo calzones. No obstante, en nuestro ejemplo parece ya tener otra acepción: “tajad y haced pedasos a los pecadores, escomulgad a trochi-mochi11, y no se escape el petimetre de pantalón bombacho, el que lo trae ajustado, la moza que anda de brasete y todos los que van al teatro, a la retreta, a la alameda, a las fondas y cafees” (Pipiolo 19). La Academia lo incluye por primera vez en 1822 y lo define como ‘Calzón largo, algunas veces con pie, otras ceñido y sujeto, y otras suelto y ancho. Se compone de dos piezas, una para cada pierna, y por esta cualidad se le nombra comúnmente en plural’ (NTLLE)12.

Par

Par es otra forma de tratamiento usada sobre todo por los franceses: “este augusto par se retiró a la tienda real con el Arzobispo” (A. 3). Autoridades (1726-1739/1969) habla de la extensión de esta forma e indica que entonces se daba este nombre a “muchos que se instituyen pares por sus méritos o servicios”.

Petimetre

En un ejemplo anterior aparecía la voz petimetre (v. pantalón). Autoridades (1726-1739/1969) ya la recogió y la definió como ‘el joven que cuida demasiadamente de su compostura y de seguir las modas. Es voz compuesta de palabras francesas e introducida sin necesidad’. De Granda (1990, p. 206) documentó la variante pitrimeto en un texto dominicano de la segunda mitad del XVIII.

Provisorio

Americanismo por ‘provisional’, según Morínigo (1998), también lo incluía Medina Zavala (1928) entre sus chilenismos. La primera referencia que recoge Boyd-Bowman (2003) es de 1865 en Uruguay, algo tardía, si tenemos en cuenta la aparición anterior en nuestros textos: “Constitución provisoria” (R. 39), “ha llegado a nuestras manos un decreto que contiene el arreglo provisorio para las aduanas marítimas” (A. 13), “en este caso opinaremos que más convenía al Perú una constitución meramente provisoria” (A. 22), “se ha dicho que el decreto de arreglo provisorio ha producido efectos admirables” (A. 26). Hildebrandt señala que “provisorio (francés provisoire) por provisional es galicismo de toda América que se difunde extraordinariamente a partir de 1810. Entonces, cada Gobierno es Junta Provisoria y la constitución es, a veces, Estatuto Provisorio. Estos usos de provisorio llegan hasta nuestros días” (1961, pp. 39-40).

Remarcable

Remarcable por ‘notable’ es aún hoy uno de los galicismos más censurados. Baralt (1855, p. 575) ya indicó: “Puro e intolerable galicismo por notable, digno de nota, expectable, digno de repaso […] Si en castellano hubiese tal vocablo significaría lo que se puede remarcar, esto es, volver a marcar, como un fardo, una caja, y un galeote cuando se ponía marca a los pícaros con hierro candente”. En esta época se usaba remarcar y remarcable con cierta frecuencia: “unos movimientos tan remarcables” (C. 55), “Acabamos de leer en el número 13 del Boletín del 27 de julio pasado, en que hemos remarcado un decreto del Supremo Gobierno sobre los matrimonios” (Década 189).

Retreta

El galicismo retreta, del fr. retraite ‘retirada’ (DCECH), como indicó Autoridades (1726-1739 / 1969) en su definición, se utilizó para denominar a ‘la retirada al quartel a la hora destinada de los soldados que andan por el pueblo. Es voz nuevamente introducida del francés’, y sus primeros registros son del último tercio del siglo XVIII. En el periódico chileno Aurora de Chile se explica que “se hizo una salva general de artillería, la que se repitió al ponerse el sol y al toque de retreta” (39; 1813), y en el manuscrito de Carrera se puede leer: “se declaró la guerra a la hora de la retreta” (4). No obstante, recordemos el ejemplo aducido anteriormente del Pipiolo en el que se decía: “no se escape el petimetre de pantalón bombacho (…) y todos los que van al teatro, a la retreta, a la alameda, a las fondas y cafees” (19). Aquí retreta parece tener ya el significado que recoge Morínigo (1998), que lo considera americanismo: ‘Concierto que se da en los parques o paseos públicos en las últimas horas de la tarde, ejecutado por lo general por bandas militares’.

3.4. VOCES COMPUESTAS A PARTIR DEL SUFIJO -AJE

Por otra parte, en el corpus manejado son numerosas las voces compuestas por -aje. Este sufijo, como indica Pharies (2002), fue un préstamo que se introdujo en la lengua a partir de la adopción de gran número de palabras francesas (en -age), occitanas y catalanas (en -atge) desde la Edad Media. Equivalente funcionalmente al patrimonial -azgo, el sufijo -aje fue paulatinamente haciéndose más frecuente hasta que en el siglo XVII adquirió una cierta dominancia. Y es en ese mismo siglo cuando el sufijo adquirió, “siguiendo a través de préstamos la evolución del francés -age, la capacidad de formar derivados sobre bases verbales (amarraje < amarrar, embalaje < embalar)”. La derivación con este sufijo fue destacable durante los siglos XVII, XVIII y XIX, mientras que “en la actualidad la productividad de -aje ha disminuido” (Pharies, 2002), si bien han seguido incorporándose préstamos del francés al castellano.

En los textos chilenos pueden encontrarse galicismos constituidos a partir del sufijo -aje y extendidos desde hacía siglos, como ocurre con vasallage (A. 2p), carruages (A. 3) o bagage (A. 39, C. 85), este último americanismo general según Morínigo (1998) como ‘equipaje de una persona’. No obstante, aquí solo nos detendremos en dos términos introducidos en la lengua castellana en el período estudiado.

Espionaje es, sin duda alguna, uno de los galicismos más recientes en la época en la que había sido redactado el periódico chileno la Aurora: “El gobierno dexa a los tiranos el cuidado de exercer inquisiciones, espionages y otros medios execrables e indignos” (A. 177). También aparece en el Diario de Carrera: “Una soba de azotes que llevó atado a un árbol le hizo confesar […] que de su orden había desempeñado varias ocasiones el espionaje” (C. 149). Y en otro documento: “cuando ven que en todas las ciudades, villas y pueblos solo se difunde la antorcha de la discordia, que la delación y el espionaje es un deber” (EP. 9). Del francés espionnage (DCECH), aparece por primera vez en el DRAE en su edición de 1884 como derivado de espión. En el CORDE la mayoría de los registros de esta forma son de mediados del siglo XIX en adelante, aunque el primero está fechado en 1812 en una obra del mejicano Fray Servando Teresa de Mier.

Vallejo Arróniz considera que la voz libertinaje se trata de un galicismo: “creemos que el origen es, sin duda, el francés libertinage, que se encuentra en el XVII con una amplia gama de significados (1986, pp. 120-121)13. Lo cierto es que la primera vez que aparece documentado en el CORDE es en una obra de Feijoo de 1729, y la primera en el DRAE en 1803, con las acepciones de ‘desenfrenado en las obras o en las palabras’ y ‘la falta de respeto a la religión’. Álvarez de Miranda considera libertinaje como neologismo (1992, pp. 339-340) y explica la tensión creada entre libertinaje y libertad. Nuestro ejemplo es significativo en cuanto que el autor que lo escribió establece una distinción clara para explicar la confusión reinante en torno a varios conceptos: “apellidan seguridad a la tiranía, propiedad al despotismo y libertad al libertinage” (A. 34).

4. A MODO DE CONCLUSIÓN

Es manifiesto el influjo que la lengua francesa ejerció sobre el español en los siglos XVIII y XIX, no solo en territorio peninsular, sino también al otro lado del Atlántico, con la transmisión de conceptos, ideas y terminología de la Revolución francesa y de la Ilustración. Los liberales buscaban entre los libros y periódicos franceses e ingleses los saberes que creían que suponían los valores fundamentales para la modernización de sus incipientes estados. Estas lecturas, muchas veces traducidas, influyeron notablemente en la forma de escribir de los hombres instruidos de esa época, sobre todo en el léxico, pero también en otros niveles como el sintáctico. De este modo, en el acervo del español se introdujeron vocablos nuevos relacionados con los campos de la política, la guerra, la administración y, en definitiva, de la sociedad en general.

En este artículo hemos analizado algunos galicismos que aparecen en documentación chilena de su época independentista, tanto en manuscritos como en impresos. La mayoría de los documentos presentan un registro formal y una temática política y militar, pues son manifiestos y proclamas, diarios militares y actas. Por ello, no es extraño encontrar galicismos militares como obús, general en jefe o gendarme. También trabajamos con algunas cartas familiares, que presentan una lengua más cotidiana, y en una de ellas vimos el tratamiento personal cariñoso de madama, por ejemplo. Además, analizamos un gran número de periódicos, entre los que se encuentran aquellos más serios (Aurora de Chile o Mercurio de Valparaíso) donde pueden hallarse galicismos como espionaje y complot, también presentes en documentación político-militar, y otro tipo de prensa de carácter satírico donde se hace una crítica política y moral de la sociedad, y en la cual se utiliza en ocasiones una terminología más coloquial o incluso vulgar (como el Pipiolo o El Hambriento), donde encontramos vocablos como petimetre o gâte-papier.

Por otra parte, entre los galicismos analizados, encontramos algunos que contaban con amplia trayectoria y uso ya en el XVIII como es el caso de fusil o garantir, o incluso anteriores, como cange. Otros galicismos son más recientes y su uso empieza a extenderse en época independentista, como ocurre con complot o pantalón. En general, se observa que en muchas ocasiones la Academia tardará en incorporar estos galicismos a su diccionario, más de un siglo en no pocos casos. Por otra parte, se pueden distinguir los galicismos según su adaptación fonética y gráfica al español. Hay algunos que aparecen totalmente adaptados al español, como es el caso de gabinete; hay otros que presentan vacilaciones en la escritura –y para algunos de ellos prescribía la Academia su escritura (como con carabina)–, y aparecen otros sin adaptar, como Filbustiers, la locución adverbial à la dernière o el compuesto gâte-papier, estos tres últimos sin mucho éxito en escritos posteriores.

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Documentos mencionados

Manuscritos

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(C.): Carrera, J. M. (1815). Diario militar del General don J.M. Carrera (1810-1814), 7 de septiembre de 1815, 302 pp. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-99227.html

(C. JG.): Carta de J. de Gorbea a su hermano, 22 de octubre de 1787, La Serena [Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile, c. 32, MD. 1039].

(C. CH. 1): Carta de C. Henríquez a M. de Salas, 1 de enero de 1822, Buenos Ayres [Biblioteca Nacional de Chile, SM 348.1].

(C. CH. 2): Carta de C. Henríquez a M. de Salas, 1 de febrero de 1822, Buenos Ayres [Biblioteca Nacional de Chile, SM 348.1].

(Máximas): Visconde del Puerto (1767). Maxymas militares o resumen de las reflexiones militares del visconde del puerto. Divididas en dos partes. Parte segunda E.P.D.J.D.P., 297 pp., [Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile, C. 75, MD. 2090].

Impresos

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(Abeja): La Abeja Chilena. Observaciones a La Abeja Chilena (1825) (V. Referencias bibliográficas: Feliú Cruz, G.).

(Avisador): El avisador chileno (1824) (V. Referencias bibliográficas: Feliú Cruz, G.).

(Manifiesto): Carrera, J. M. (1818). Manifiesto que hace a los pueblos de Chile. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-8225.html

(Claro): Claro, V. (1824). Manifiesto que presenta a sus compatriotas el ciudadano Vicente Claró, Imprenta de Valles, por Pérez, 11 pp., [Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile, 285, 1779/13].

(Cosmopolita): El Cosmopolita (1822). Santiago de Chile, Imprenta Nacional, números 1-5 y 11, [Biblioteca Nacional de Chile, SM. 108. 6].

(Década): La década araucana (1825) (V. Referencias bibliográficas: Feliú Cruz, G.).

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(H.): El Hambriento. Papel público sin periodo, sin literatura, impolítico, pero provechoso y chusco (1827-1828). Santiago, Imprenta de Rengifo, números 1-10, [Biblioteca Nacional de Chile, P.9].

(M.): Mercurio de Valparaíso: periódico mercantil y político (1827). [s.l.], [s.n.], s.a. Reprod. Facs de la ed. de Valparaíso, Imprenta de Wells y Silva (números 1-15).

(MO.) Manifiesto del Capitán General de Egército Don Bernardo O’Higgins a los pueblos que dirige (1820). Santiago de Chile, Imprenta de Gobierno, 8 pp. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-98630.html

(OI.): Oración inaugural del Curso de Oratoria del Liceo de Chile, pronunciada el día 20 de abril de 1830 por D. José Joaquín de Mora, director de aquel establecimiento. La dan a luz los alumnos (1830). Imprenta de R. Rengifo, 20 pp., [Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile, 911, 1163.].

(Pipiolo): El Pipiolo (1827). Santiago, Imprenta de la Independencia, números 1-8. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-68192.html

(R.): La reunión del colegio seminario al Instituto Nacional justificado en el hecho y en el derecho (1819). Santiago de Chile, Imprenta del Gobierno, 61 pp., [Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile, 115, 1941/5.].

(Virrey): Discurso del virrey de Perú en la Universidad de San Marcos (1781). Lima, por el D. D. Joseph Baquijano, y Carrillo (Catedrático de Vísperas de Leyes), 82 pp., [Archivo Histórico Nacional DIVERSOS-COLECCIONES, 29, N.14].

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1 Algunos de los resultados aquí expuestos se obtuvieron en la elaboración de nuestra tesis doctoral: “El español de Chile en la época de las independencias y su contexto cultural” (2013).

2 Las referencias completas aparecen al final de este artículo, en “Documentos mencionados”. A algunos de ellos podemos acceder fácilmente en línea (a través de la Biblioteca Nacional Digital de Chile o del Portal de Archivos Españoles –PARES–), pero otros han sido consultados presencialmente en la Biblioteca Nacional de Chile y en el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile.

3 Y sobre los efectos de la traducción, añade la misma autora: “Quizá haya que buscar una explicación razonada en la abundancia de traducciones del francés, durante la época romántica, para analizar en los autores decimonónicos la persistencia de la costumbre galicista del siglo xviii” (Montero Curiel, 1992, p. 1218).

4 Como profesor de la Universidad de San Marcos, lideró un movimiento modernizador de la enseñanza que difundía el enciclopedismo y el concepto de la libertad de prensa. Miembro y fundador de la Sociedad de Amantes del País, fue además uno de los ilustres colaboradores del Mercurio Peruano, en cuyas páginas publicó sus ideas.

5 Sucumbir (NTLLE, 1803 v. n. ant. for. ‘perder el pleyto’).

6 Hildebrandt (1961, p. 92) indica: “Tricolor es cultismo […] Seguramente se tomó del francés tricolore, id. (bajo latín tricolor, -oris), que está documentado desde el siglo XVII y que se especializó después como adjetivo aplicado a la bandera francesa creada en 1789”. En el NTLLE aparece por primera vez en 1803.

7 Este ejemplo, además, podría ser una muestra de la aspiración de /-s/ final de palabra.

8 El mismo José Miguel Carrera fue fusilado en Mendoza en 1821. Sorprender, del francés surprendre, y sorpresa parecen ser galicismos militares ampliamente extendidos en el XVIII (Hildebrandt, 1961, p. 135). Carrera los utiliza con mucha frecuencia en su Diario: “corrió la voz de que se emboscaba en la quebrada onda para sorprender la división” (C. 148); en un documento militar anterior aparecen las dos: “es mui apropósito para una sorpresa la noche que sepas tienen los enemigos un destacamento fuera del puerto que has de sorprender” (Máximas 130).

9 Para la cuestión de los deslices seseo-ceceosos véase Almau Almau, 2010, p. 37.

10 Una explicación similar ofrece Almirante (1869, s. v.).

11 Curiosa es la aparición de esta expresión. La Academia recoge por primera vez trochemoche y troche y moche en su edición de 1950 (NTLLE). En el CORDE aparecen algunos registros ya desde el siglo XVII de troche y moche y solo tres de trochi mochi (michi).

12 En el CORDE los registros más tempranos son de una obra de zoología del célebre aragonés Félix de Azara (1802-1805).

13 “1. Fantaisie, action de s’abandonner à ses penchants. 2. Indépendance, manque de soumission aux lois, aux règles. 3. Irréligion, impiété, incroyance”. Pilar Vallejo añade: “así pues, nos encontramos ante el hecho curioso de tener documentado libertinaje, tomado del francés, antes que la acepción ‘desenfrenado en lo moral’, también tomada del francés, para el propio libertino”, adjetivo del que había dicho anteriormente: “el adjetivo libertino todavía en Autoridades significa ‘liberto’, y dice DCECH que la acepción ‘desenfrenado en lo moral’ la tomó del francés en el siglo XIX. El francés libertin ya en 1525 ‘indócil a la religión’ y en el siglo XVII como ‘inmoral’ en general. Este es el mismo proceso que siguió también el italiano libertino, según Hope” (1986, pp. 120-121).