Ángeles Galiano, T. de J. (2024). Estudio comparativo de las ilustraciones del Pequeño Larousse Ilustrado (1912) y del Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española (1927). RILEX. Revista sobre investigaciones léxicas, 7/I. pp. 43-82

ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS ILUSTRACIONES DEL PEQUEÑO LAROUSSE ILUSTRADO (1912) Y DEL DICCIONARIO MANUAL E ILUSTRADO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (1927)

COMPARATIVE STUDY OF THE ILLUSTRATIONS OF PEQUEÑO LAROUSSE ILUSTRADO (1912) AND DICCIONARIO MANUAL E ILUSTRADO DE LA LENGUA ESPAÑOL (1927)

Teresa de Jesús Ángeles Galiano

Universidade do Minho
Universidad Isabel I de Castilla

tjag93@gmail.com

RESUMEN

El presente estudio muestra un ejercicio comparativo de las ilustraciones de dos diccionarios icónicos de la historia de la lexicografía española: el Pequeño Larousse Ilustrado, primera edición de 1912, y el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española de 1927. A través de una metodología de análisis de las figuras de ambos diccionarios, se establecerá la similitud y posible influencia de dos ejemplares coetáneos célebres en la época.

Palabras clave: lexicografía, ilustraciones, comparación, Larousse, Academia.

ABSTRACT

This study shows a comparative exercise of the illustrations of two iconic dictionaries in the history of Spanish lexicography: the Pequeño Larousse Ilustrado, first edition of 1912, and the Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española of 1927. Through a methodology of analysis of the figures of both dictionaries, the similarity and possible influence of two famous contemporary copies of the time will be established.

Keywords: lexicography, illustrations, vomparison, Larousse, Academy.

Recibido: 29-06-2023
Aceptado: 19-10-2023

DOI: https://doi.org/10.17561/rilex.7.1.8158

1. INTRODUCCIÓN

El estudio de las imágenes en la lexicografía permite destacar las ventajas de los elementos visuales en la macroestructura de los diccionarios. La importancia de la imagen como aspecto positivo que completa la definición fue una idea transmitida por la Real Academia Española en la elaboración del Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española (DMILE) en 1927, un ejemplar sin precedentes que pretendía simplificar la forma de la estructura tradicional de la Academia. La publicación de este ejemplar se llevó a cabo en un contexto de completo éxito de otro diccionario manual, el Pequeño Larousse Ilustrado (PLI) (1912), una adaptación española del Petit Larousse Illustré francés que, a su vez, gozó de enorme fama, tanto en Francia como en España. La tradición lexicográfica española, concretamente a raíz de los estudios llevados a cabo por Seco (1987, p. 337), indican la influencia que el Pequeño Larousse Ilustrado tuvo sobre la elaboración y disposición de elementos de macroestructura y microestructura del Diccionario Manual e Ilustrado; una teoría que tratará de probarse en este trabajo a partir del estudio de sus ilustraciones, características comunes y principales diferencias.

En este trabajo se llevará a cabo un estudio comparativo de las ilustraciones de las primeras ediciones del Pequeño Larousse Ilustrado (1912) de Miguel de Toro y Gisbert y el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española (1927) de la Real Academia Española, partiendo de la premisa que establece que existe una influencia en distintos elementos de la macroestructura del primero con el segundo, incluidas las imágenes. Para contestar a esta teoría, se presentará la metodología utilizada para el compendio del corpus, así como elementos teóricos que servirán de base para la justificación del ejercicio comparativo. Se espera poder responder a la pregunta de si realmente existió influencia del Pequeño Larousse Ilustrado (1912) sobre el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española (1927) y, de ser así, en qué proporción.

2. DESCRIPCIÓN GENERAL DEL MÉTODO

A lo largo de estas páginas se trazará un camino de búsqueda en el que se entrelazarán varias disciplinas: la lexicografía, como base del documento escrito y como patrón de la macroestructura del texto; las imágenes, como estudio que analiza las distintas partes de las ilustraciones; y la estadística, como vía explicativa del resultado de los ejercicios comparativos entre ambos diccionarios. Esta simbiosis permitirá crear un marco teórico-práctico del que parten conocimientos de historia de la lexicografía, como la actividad de la Academia a lo largo del período tratado, además de conocimiento sobre el tratamiento de las imágenes en los distintos tipos de diccionarios. Seguidamente, la aplicación de dichas teorías desemboca en una práctica estadística que compara las cifras del Pequeño Larousse Ilustrado (1912) y el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española (1927) en cuanto a cantidad de ilustraciones, disposición de las mismas y grado de coincidencia de ambos diccionarios. Todo ello para, finalmente, confirmar o desmentir las teorías que afirman la inspiración del diccionario de la Academia con la adaptación española del manual francés.

A la cuestión formulada por Seco en su libro Estudios de lexicografía española (1987) sobre la similitud entre el PLI (1912) y el DMILE (1927), le siguen una serie de estudios que apoyan esta teoría y que, en mayor o menor profundidad, abordan el tema, pero nunca antes se habían trabajado las ilustraciones de ambos diccionarios de una forma tan explícita. Es destacable el estudio llevado a cabo por Rodríguez Ortiz (2012), el cual ha servido de punto de partida para este ejercicio, aunque la metodología (y con ello, parte de los resultados) varía.

La metodología de selección de imágenes ha sido una decisión compleja y estudiada. Se ha entendido como imagen única aquella que pertenezca al mismo grupo ilustrativo, esto es, que el pie de la figura sea uno para todo el conjunto de la misma, independientemente de si es plural o si cuenta con distintas partes. Así, encontramos grupos de imágenes que muestran distintos tipos de entes, como alas (Figura 1) y filoxera (Figura 2) en el Pequeño Larousse Ilustrado (1912), o lima (Figura 3) y reclamo (Figura 4) en el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española (1927), que se han contado como una sola. En cambio, cuando existen distintos pies de fotografías para referenciar a acepciones diferentes de un mismo lema (como es el caso de aguja (Figura 5) y langosta (Figura 6) en el Pequeño Larousse Ilustrado (1912), o fresa (Figura 7) y zorra (Figura 8) en el Diccionario Manual e Ilustrado (1927), se ha contabilizado como ilustraciones separadas. La aclaración de este método de recuento sobre las figuras presentadas es importante, pues se trata de un sistema distinto a algunos de los referenciados en este trabajo y, por lo tanto, puede diferir con algunos datos concluyentes de estudios que se citan a continuación. Además, para el tratamiento de las imágenes en el Pequeño Larousse Ilustrado de 1912 se han contabilizado por letra todas las imágenes pertenecientes a esa parte del abecedario independientemente de la sección temática a la que pertenezca, es decir, se entiende por A todos los lemas recogidos en la parte de lengua, locuciones e historia y geografía de este ejemplar.

FIGURAS 1 Y 2: Ilustraciones de alas y filoxera1

FIGURAS 3 Y 4: Ilustraciones de lima y reclamo2

FIGURAS 5 Y 6: Ilustraciones de aguja y langosta3

FIGURAS 7 Y 8: Ilustraciones de fresa y zorra4

3. LAS IMÁGENES EN LOS DICCIONARIOS

La presencia de las ilustraciones en la historia de los diccionarios es inversamente proporcional a la utilidad que ofrece su correcta función. La teoría funcional de la lexicografía, iniciada en la década de 1990 en el Centre for Lexicography (Universidad de Aarhus) (Fuertes-Olivera, 2012, p. 52), aboga por responder a las necesidades reales del uso del diccionario común y concentra su estudio en el usuario y su situación social. Los investigadores de la teoría funcional de la lexicografía 5 construyen una metodología activa basada en el proyecto teórico de su naturaleza, su aplicación práctica y “la apertura de miras con el fin de incorporar cualquier aportación que pudiera hacerse procedente de otros campos” (Fuertes-Olivera, 2012, p. 16). Es por ello útil el planteamiento del beneficio de las imágenes en los textos lexicográficos con el fin de establecer relaciones cognitivas entre la definición y la realidad, esto es, la presencia de campos artísticos que permitan la fácil asociación de conceptos. La teoría funcional, a su vez, investiga sobre la información de la situación potencial del uso, un proceso que permite la búsqueda de elementos extralexicográficos, de entre los cuales cabe preguntarse sobre los beneficios e inconvenientes de la presencia de imágenes en los diccionarios no enciclopédicos.

La historia de las ilustraciones en los diccionarios españoles es breve. Rodríguez Ortiz (2012) estudia los primeros diccionarios ilustrados en español, entre los que destacan: Novísimo diccionario de la lengua castellana (1857), uno de los primeros diccionarios en nuestra lengua con ilustraciones; Campano Ilustrado: diccionario castellano enciclopédico (1891), publicado en París; y el Diccionario enciclopédico de la lengua castellana (1895), llevado a cabo por Elías Zerolo y Herrera, Miguel de Toro y Gómez, y Emiliano Isaza. El auge de los diccionarios ilustrados se produjo a comienzos del siglo XX en un momento donde la imprenta extendía su labor en periódicos y editoriales, los cuales hacían accesibles sus ejemplares, no solamente a los centros educativos (tales como universidades o colegios), sino a nivel particular. Durante los años precedentes al siglo XX, la Academia conmemoraba su éxito con reediciones de diccionarios tradicionales que servían de base para los diccionarios independientes, fenómeno que cambió en la época que nos atañe gracias a la inclusión de materiales diferentes y autónomos. La influencia de otras corrientes, en concreto la francesa, se hizo notar desde el siglo XIX; afrancesamiento que la Academia no ocultaba en la firma de las publicaciones de sus compendios y revisiones por el prestigio que suponía haberlo llevado a cabo en París (Alvar Ezquerra, 2004, p. 24).

El DMILE (1927) de la Real Academia Española constituye un ejemplo de lexicografía española afrancesada según la teoría formulada por Seco (y apoyado en sucesivas ocasiones por distintos estudiosos6), que versa sobre la copia de los elementos estructurales básicos del PLI (1912) de Miguel de Toro y Gisbert (Seco, 1987, p. 130), como se justificará más adelante. Durante el siglo XIX, la RAE había planteado la elaboración de un diccionario manual frente a uno mayor, información recogida en las actas de las sesiones de la Academia en 1814 tras una época inactiva por el contexto histórico y político de la época (Clavería Nadal, 2020, p. 17). Fue gracias al éxito sin precedentes del Pequeño Larousse Ilustrado (que, a su vez, supone una adaptación del célebre Petit Larousse Illustré (1905)), que, bajo la dirección de Menéndez Pidal, finalmente el DMILE vio la luz (Alvar Ezquerra, 2004).

Para llevar a cabo la categorización de las imágenes de ambos diccionarios, se ha seguido la tipología propuesta por Svensen (1993) recogida en Rodríguez Ortiz (2012, p. 173), que divide las ilustraciones según:

Entidades individuales o partes de él.

Entidades de la misma clase.

Entidad en su contexto.

Entidad en funcionamiento.

Conjunto de elementos de un área temática.

Entidades de una situación o área temática.

Esta división permite, por un lado, estudiar las proporciones de elementos dentro del mismo diccionario y, por otro lado, en comparación con demás ejemplos; metodología que se aplicará en este trabajo para investigar el grado de influencia del PLI (1912) en el DMILE de la Real Academia Española (1927).

4. PEQUEÑO LAROUSSE ILUSTRADO (1912)

4.1. ANÁLISIS

“Je sème a tout vent” es el lema de la casa Larousse desde 1876, cuando el arquitecto y diseñador Émile-Auguste Reiber planteó la alegoría de la ninfa con el diente de león esparcido como símbolo de la transmisión del conocimiento. Este emblema encabeza uno de los hitos de la lexicografía francesa (Garriga Escribano & Rodríguez Ortiz, 2008, p. 12) en sus distintas ediciones7, así como otros diccionarios similares nacidos de la influencia y el éxito del Petit Larousse Illustré publicado en 19058. Se trataba de una sucesión del Dictionnaire complet illustré (1889) creado por el mismo autor, Augé (1854-1924), quien produjo una obra lexicográfica sin precedentes.

Además de tener como base el Dictionnaire complet illustré (1889), este diccionario ilustrado también sirvió como versión reducida para su predecesor Nouveau Larousse Illustré (1897-1904), una obra que albergaba siete volúmenes y que se presentó como una condensación del mismo dividido en pequeñas partes (Bargalló Escrivà, 2008). La tradición lexicográfica francesa ayudó a presentar un libro manejable, accesible y asequible para el usuario común, lo que provocó un éxito en Europa y, en el caso de la adaptación de la lengua española, a su vez, un antes y un después en la lexicografía ilustrada.

Solo pasaron siete años hasta que el Petit Larousse Illustré encontrase su edición española dirigida por Miguel de Toro y Gisbert (1880-1966), hijo del lexicógrafo Miguel de Toro y Gómez, quien trabajó en la editorial Larousse de París durante un largo período de tiempo (Salvatore, s.f.). Fue autor de diferentes obras sobre filología y traducción y, bajo la dirección del mencionado Augé, adaptó el exitoso manual francés a la lengua española en 1912 (Figuras 9, 10, 11 y 12).

FIGURAS 9, 10, 11 Y 12: Arriba, la portada y cubierta del Petit Larousse Illustré (1905); abajo, la portada y cubierta del Pequeño Larousse Ilustrado (1912)9

En su prólogo “A los lectores”, el Pequeño Larousse Ilustrado se presenta como una adaptación y no como una “mera traducción” (De Toro, 1912, p. 2). Divide sus partes en tres: Lengua, locuciones y Geografía e Historia, donde prima la diversidad temática (medicina, gramática, geografía, agricultura, higiene o dibujo, entre otros) y, entre las novedades, la presencia de más de nueve mil americanismos e información sobre resúmenes históricos y literarios, especiales para la preparación de exámenes. El diccionario se divide en dos mitades, siendo la parte de la Lengua más densa que la de Geografía e Historia, esto es, existen dos conjuntos de páginas distintas para cada letra del abecedario. La elección del vocabulario propuesto en aquella publicación “presentaba bastantes dificultades” (De Toro, 1912, p. 3), que finalmente siguió el criterio establecido en la selección de palabras por la última edición del diccionario de la Academia, esto es, la publicada en 1899. Se especifican, además, los distintos cambios que se establecen de su modelo en el que sustituyen palabras anticuadas por aquellas de uso coloquial más comunes.

4.2. TRATAMIENTO DE LAS IMÁGENES

Estas imágenes son ilustraciones detalladas y, en su mayoría, complejas. Muestran un trazado elaborado donde son comunes los juegos de sombras y de color simuladas por grafito. Los objetos muestran todas sus partes, los animales volumen y las plantas un trazo preciso que albergan detalles y formas. Algunos ejemplos de estos elaborados dibujos pueden ser los encontrados en las Figuras 13, 14 y 15:

FIGURAS 13, 14 Y 15: Ilustraciones de abubilla, caracteres de imprenta y Rembrandt

Dichas imágenes se sitúan dentro del texto, normalmente en proximidad al lema/acepción que representan y siempre en el lado derecho de la entrada. Por su tamaño, en la mayoría de las ocasiones ocupan más de una palabra, pero siempre están referenciadas con el título correspondiente, como se puede ver en iguana (Figura 16) o en lord (Figura 17):

FIGURAS 16: Ilustración de iguana10

FIGURAS 17: Ilustración de lord11

Para llevar a cabo el análisis de las imágenes en el PLI (1912), ha de tenerse en cuenta que se han trabajado de manera conjunta todas las partes del mismo, es decir, se entiende por A todos los lemas recogidos en la parte de Lengua, locuciones e Historia y Geografía. Siguiendo con los criterios de selección establecidos para este trabajo, las imágenes albergadas en las letras seleccionadas se muestran en la distribución de la Tabla 3:

Letra

Número de páginas con imágenes

Número de páginas totales de la letra

Porcentaje de páginas con ilustraciones

A

159

170

93.52%

F

45

49

91.83%

I

29

41

70.73%

L

47

48

97.91%

R

55

66

83.33%

V

39

48

86.66%

Z

12

12

100%

TABLA 1: Distribución de páginas e imágenes del PLI

Todo ello supone una media de páginas ilustradas de 89.14% en la muestra recogida. Las letras de la muestra con mayor presencia en el diccionario (como es el caso de la A o R), frente a las de menor extensión (como I o Z), presentan una variabilidad en torno a la media aritmética. La carencia de ilustraciones en las hojas se hace equitativamente en el recto y en el verso de las páginas, no siendo destacable ningún elemento de la muestra.

Sobre la información de cuántas ilustraciones se muestran por página, se ha elaborado un recuento de todas las imágenes de cada letra escogida, como se recoge en la Tabla 2:

Letra

Ilustraciones totales

Número de imágenes por páginas totales de la letra

A

339

1.99

F

90

1.83

I

54

1.31

L

155

3.22

R

113

1.71

V

83

1.84

Z

33

2.75

TABLA 2: Distribución de imágenes por páginas del PLI

Supone una media de 2.09 ilustraciones en las páginas de las muestras recogidas. Sobre la presencia de ilustraciones en la parte de lengua y de geografía e historia, es notoria la diferencia, siendo la primera parte más densa que la segunda12.

En general, se pueden establecer las letras I y Z como opuestas en cuanto a presencia de ilustraciones en sus páginas, datos que mantienen el resto de letras (precisamente, las más extendidas) alrededor de la media. Tal y como se establece en el punto 2.2 de este trabajo, para este muestreo se ha contado como una sola ilustración los grupos referidos al mismo lema o acepción, es decir, si en tenazas hay dos imágenes que muestran dos tipos de tenazas, se cuenta como un solo grupo. El estudio realizado por Rodríguez Ortiz (2012) establece “exagerada” la aproximación de seis mil grabados en el diccionario, teniendo en cuenta que en las letras F y T el cálculo realizado ronda la mitad de la cifra prevista. Si se suman todos los tipos de ilustraciones (6922 grupos de imágenes) y se divide por las letras del diccionario (28, contando con LL), aparece una media de 247.21 imágenes por letra, frente a la cifra de 123.8513 establecida en esta muestra. Esto confirma la teoría de Rodríguez Ortiz (2012) sobre una presencia notablemente inferior de la anunciada. Cabe la posibilidad de que la metodología establecida en este trabajo y la utilizada por la editorial sea diferente y, mientras que para el marco ilustrativo estilo ruso, por ejemplo, se ha contado como una la imagen (Figura 18), es posible que Larousse lo haya contabilizado como varias (como tantas partes tenga el apartado). Es, por el momento, la única justificación lógica de la diferencia de cifras de las ilustraciones en este diccionario.

FIGURA 18: Ilustración de estilo ruso14

Según la clasificación de Svensen (1993) recogida en Rodríguez Ortiz (2012), en las letras escogidas se recogen muestras de todos los tipos, aunque el grupo perteneciente a las entidades individuales, como las Figuras 19, 20 y 21, tiene mayor peso:

FIGURAS 19, 20 Y 21: Ilustración de Fez, volante y Zola15

FIGURAS 22, 23 Y 24: Ilustraciones de luciérnagas, raederas y zuecos16

FIGURAS 25, 26 Y 27: Ilustraciones de acantilado, araña y fiordo17

FIGURAS 28, 29 Y 30: Ilustraciones de antorcha, arcabucero y volquete18

FIGURAS 31, 32 Y 33: Ilustraciones de fémur, ferrocarril y ventana19

FIGURAS 34, 35 Y 36: Ilustraciones de arcos, aves y voz20

La temática de dichas imágenes es diversa: arte, cuerpo humano, flora, fauna, instrumentos musicales, armas, personajes históricos, accidentes geográficos o ejército, entre otros, teniendo un ligero protagonismo la fauna y la flora, aunque los temas se hallen muy equilibrados en las ilustraciones.

Se trata, en suma, de un diccionario completo de carácter didáctico, novedoso por incluir secciones sobre lengua e historia y descriptivo por el detalle de las ilustraciones que acompañan a las entradas. La presencia de las figuras es notable, aproximadamente dos imágenes por página y estas se caracterizan por la laboriosidad de su esbozo y por pertenecer a un amplio abanico de temas.

5. DICCIONARIO MANUAL E ILUSTRADO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (1927)

5.1. ANÁLISIS

A comienzos del siglo XX, la Academia seguía liderando la lexicografía en España, un escenario que el DMILE (1927) encontró en un momento clave para la publicación, difusión y venta de los diccionarios. Sus elementos novedosos, como la síntesis del diccionario habitual o la riqueza de las cuestiones gramaticales y normativas (Ávila Martín, 1997), provocaron una recepción extraordinaria y una sucesión de reediciones, siendo la última en 1989.

La primera edición del DMILE (Figuras 37, 38 y 39) contó con la participación significativa de Menéndez Pidal, autoría que no era tan clara como el caso del diccionario francés por no aparecer su nombre en la portada ni en la firma de la advertencia inicial:

FIGURAS 37, 38 Y 39: Imágenes del Diccionario Manual e Ilustrado de la Real Academia Española en su primera edición

Las distintas ediciones del DMILE han construido su estructura con base en la estructura de los diccionarios normativos de la Academia, lo que remite la publicación de 1927 a la decimoquinta edición del DRAE que contaba con 67000 lemas, una notoria inclusión de dialectismos y americanismos, junto a una simplificación de las definiciones21. Buscaban, pues, la supresión de términos extremadamente técnicos para “aligerar el diccionario (…) todo encaminado a reducir en dos tercios el volumen del mismo” (Garriga Escribano & Rodríguez Ortiz, 2008, p. 17). Además, la influencia de otros diccionarios, como el Diccionario Histórico de la Lengua Española, el Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano o el Diccionario tecnológico impulsado por Torres y Quevedo, que permiten que su publicación coincida con una actividad lexicográfica importante en su entorno (Garriga Escribano & Rodríguez, Ortiz 2008).

Sobre la cuestión de la influencia del PLI en el DMILE, Seco (1987) fue el primer lexicográfico en manifestar la relación unidireccional de influencias que existía entre ambos, siendo el diccionario de la Academia condicionado en su producción según sus conclusiones:

En apoyo de la hipótesis de este influjo están algunas semejanzas visibles entre el nuevo producto académico, tal como se presentó en su primera edición, y el vástago español de la editorial parisiense: la ilustración, el formato idéntico, la información gramatical, la atención especial a los usos hispanoamericanos, y la inclusión de neologismos no presentes en el Diccionario académico grande (Seco, 1987, p. 338).

El lexicógrafo español defiende el proyecto de diccionario ilustrado que la Real Academia Española tenía preparado desde antes de 1915 y, por el estímulo producido por la superventa del Pequeño Larousse Ilustrado, finalmente vio la luz años más tarde. En el caso de las ilustraciones, gracias al presente estudio comparativo, se procurará concluir con la aprobación o refutación de esta teoría que tantos lexicógrafos referenciaron en años posteriores.

5.2. TRATAMIENTO DE LAS IMÁGENES

La advertencia inicial del Diccionario Manual e Ilustrado de la lengua española se refiere a las ilustraciones como elementos que “suplirán con ventaja la brevedad de muchas definiciones” (Diccionario Manual e Ilustrado de la lengua española, 1927, p. VIII). Además de las abreviaturas y otros elementos referidos a la macroestructura del diccionario, no se establecen más aclaraciones sobre las ilustraciones.

Esta edición cuenta con 2500 ilustraciones, y muchas de ellas serían sustituidas por fotografías en color en las últimas ediciones (Rodríguez Ortiz, 2012, p. 21). Dichas ilustraciones se presentan con un esbozo sencillo, recurriendo a mínimos detalles donde reina en la mayoría de ellas el minimalismo del contorno de las figuras en su mayoría. Están realizadas con pluma y seguirían la misma estructura que después se reflejaría en el Diccionario general ilustrado de la lengua española (Garriga Escribano & Rodríguez Ortiz, 2007). Las Figuras 40, 41 y 42 son ejemplos de ello:

FIGURAS 40, 41 Y 42: Ilustraciones de fiambrera, lorigas y zarcillo

Las ilustraciones tienen dos posiciones en el texto: al lado derecho de la entrada a la que corresponden, como es el caso de ibis (Figura 43) o riñón (Figura 44); y en la parte inferior de esta, sin respetar en ocasiones el final del texto y, con ello, partiendo la entrada en dos partes, como en radio (Figura 45) o zócalo (Figura 46). En ocasiones, aunque se trata de una pequeña parte, las ilustraciones están alejadas de su entrada. El texto de la entrada siempre está justificado, lo que permite encuadrar la imagen en un marco propio.

FIGURA 43 Y 44: Ilustraciones de ibis y riñón22

FIGURAS 45 Y 46: Ilustraciones de radio y zócalo23

Siguiendo con los criterios de selección establecidos para este trabajo, las imágenes albergadas en las letras seleccionadas se muestran, como se contempla en la Tabla 1, en la siguiente distribución:

Letra

Número de páginas con imágenes

Número de páginas totales de la letra

Porcentaje de páginas con ilustraciones

A

162

228

71.05%

F

41

54

75.92%

I

16

52

30.76%

L

34

54

62.96%

R

68

103

66.01%

V

35

54

64.81%

Z

15

15

100%

TABLA 3: Distribución de páginas e imágenes del DMILE

Todo ello supone una media de páginas ilustradas de 67.35% en la muestra recogida. La ausencia de ilustraciones en las hojas se hace prácticamente de igual forma en el recto y en el verso de las páginas, siendo el recto de la página la parte que más ilustraciones tiene.

Sobre la información de cuántas ilustraciones se muestran por página, se ha elaborado (Tabla 4) un recuento de todas las imágenes de cada letra escogida:

Letra

Ilustraciones totales

Número de imágenes por páginas totales de la letra

A

360

1.57

F

82

1.51

I

17

0.32

L

58

1.07

R

129

1.25

V

65

1.20

Z

44

2.93

TABLA 4: Distribución de imágenes por páginas del DMILE

Supone una media de 1.40 ilustraciones en las páginas de las muestras recogidas. En el estudio llevado a cabo por Garriga Escribano y Rodríguez Ortiz (2008), donde evidencian que, de los 1939 lemas en F, 7624 aparecen ilustrados, supone casi 4% de lemas ilustrados en los campos de la flora, fauna, música, vestimenta, arquitectura, entre otros. Siguiendo la cifra de lemas totales por letra25 y las ilustraciones contabilizadas en esta muestra, la media de este ejercicio corresponde a 4.02%, datos que concuerdan con el anterior estudio presentado. Es notable comprobar, al igual que sucedía en el PLI (1912), la diferencia existente entre las ilustraciones de I y Z pues, siguiendo este criterio, sus cifras corresponden al 0.70% y al 7.94% respectivamente.

Según la clasificación de Svensen (1993) recogida en Rodríguez Ortiz (2012), en las letras escogidas se recogen muestras de todos los tipos y, aunque el grupo que pertenece a las entidades individuales sigue teniendo mayor peso, es destacable la presencia de varias entidades de una misma clase, como en las Figuras 47, 48 y 49:

FIGURAS 47, 48 Y 49: Ilustraciones de algarroba, icosaedro y reverso de una moneda actual26

FIGURAS 50, 51 Y 52: Ilustraciones de avellanador, faetones y faroles27

FIGURAS 53, 54 Y 55: Ilustraciones de aceña, latania y receptor28

FIGURAS 56, 57 Y 58: Ilustraciones de abanderado, rastrillo y rejón29

FIGURAS 59, 60 Y 61: Ilustraciones de arte egipcio, estilo rococó y arte visigótico30

FIGURAS 62, 63 Y 64: Ilustraciones de arreos, faringe y rodilla31

La temática de las ilustraciones del DMILE (1927) es diversa, predominando en todo momento arquitectura, ejército, cuerpo humano, utensilios agrícolas, tecnología o medios de transporte, siendo la fauna y la flora especiales protagonistas, concretamente en el área de las aves y las plantas. Estas suponen aproximadamente un tercio de las ilustraciones en cada una de las letras.

En definitiva, la primera edición del Diccionario Manual e Ilustrado de la lengua española de la RAE (1927) supuso una revolución en la lexicografía de nuestro país por su producción asequible y accesible, un manual en el que cupiera información variada que facilitó el acceso a los usuarios y permitió el aprendizaje a través de imágenes complementarias a la información. La selección de los temas y el predominio de la flora y la fauna evidencia su carácter didáctico y, gracias a la presencia de prácticamente una ilustración y media por página, facilita el logro del objetivo principal de este diccionario.

6. ESTUDIO COMPARATIVO DE AMBOS DICCIONARIOS

Este apartado tiene como objetivo principal agrupar las características comunes de las ilustraciones de los diccionarios tratados y el contraste de los datos presentados anteriormente. Para llevarlo a cabo, se presentan los datos que corresponden al nivel de coincidencia en acepciones e ilustraciones del PLI (1912) y el DMILE (1927, junto al análisis de datos por letra. También se ilustrarán con fotografías ejemplificaciones de estas similitudes, así como la tipología creada del grado de coincidencia de las imágenes de ambos ejemplares.

El ejercicio comparativo llevado a cabo por Rodríguez Ortiz (2012) sobre las ilustraciones de los distintos diccionarios de la tradición lexicográfica desde 1857 hasta 1927 determina el número de ilustraciones totales frente a términos ilustrados siguiendo el criterio de la supresión de retratos, mapas y láminas; cifra que decreta el DMILE (1927) totalmente equitativo (2500 ilustraciones por 2500 términos ilustrados), mientras que el PLI (1912) sobrepasa la cifra de figuras por términos ilustrados en 4000. Estos resultados reflejan la aplicación de criterios de imágenes puras respecto a los lemas, en lugar de trabajar con cualquier tipo de ilustración y con las distintas acepciones a las que se refieren, como es el caso de este corpus.

Siguiendo con el estudio referenciado, Rodríguez Ortiz (2012) afirma la evolución de la cantidad de imágenes respecto a sus antiguas ediciones y al área temática a la que pertenecen. En el caso del PLI (1912), al cuadriplicarse la cifra de figuras de una edición a otra, obliga a recuperar voces ilustradas “comunes (…) y de campos de especialidad, como la música o la fortificación” (Rodríguez Ortiz, 2012: 181). El caso del DMILE (1927), no se alejó de las áreas temáticas tratadas anteriormente. En su estudio, el grado de coincidencia en F entre los términos que incorporan una ilustración según el citado estudiado evidencia la similitud existente en ambos diccionarios al tratarse del 52,7%32.

La presente labor de este trabajo procura mostrar el grado de cercanía que tienen las ilustraciones del PLI (1912) y del DMILE (1927) según el factor de similitud de la imagen. Para llevar a cabo este proceso, después de seleccionar todas las ilustraciones de las letras A, F, I, L, R, V y Z, se ha establecido el factor común de las figuras atendiendo a su silueta, información del exterior de esta, grado de detalle, posición, grado de inclinación, partes y una estructura que asemeje los extremos de la comparación. Así, en esta Tabla (5), se establece la siguiente información:

Letra

A

F

I

L

R

V

Z

Número de ilustraciones totales entre PLI (1912) y DMILE (1927)

699

172

71

213

242

148

77

Número de acepciones con ilustración coincidentes

121

15

5

25

34

22

10

Porcentaje de coincidencia sobre el total

17.31%

8.72%

7.04%

11.73%

14.04%

14.86%

12.98%

Número de acepciones con ilustraciones idénticas

14

3

0

7

13

7

1

Porcentaje de idénticos sobre la coincidencia

11.5%

20%

0%

28%

38.23%

31.81%

10%

TABLA 5: Distribución de imágenes por letras en ambos diccionarios

Ambos diccionarios establecen un orden similar de cantidad de figuras por letra, mientras que en el PLI (1912) el orden descendente es A, L, R, F, V, I y Z; en el DMILE (1927) es A, R, F, V, L, Z e I, esto es, el orden de la cantidad de figuras por letra sigue una estructura parecida en ambos diccionarios. Sobre la proporción de ilustraciones por páginas en cada letra, se establecen patrones comunes a ambos diccionarios que dictan la Z como una de las letras más cargadas (en el caso del PLI (1912) como segunda letra después de la L y en DMILE (1927) como primera) y la I como una de las menos ilustradas (uno y otro coinciden con cierta distancia respecto de la siguiente letra en la clasificación ascendente). Esto es, a pesar de disponer de peso ilustrativo dispar (la media del PLI (1912) era de 2.09 ilustraciones por página y la del DMILE (1927) 1.40), ambos diccionarios priorizan unas partes respecto a otras, ya sea por inclusión de lemas similares que no merezcan una imagen acompañante, o la decisión de seguir el mismo patrón.

El número de acepciones con ilustración, ya sea con una figura o varias, que coinciden en ambos diccionarios, no sigue un orden proporcional de similitud, salvo la A como letra que más ilustraciones (y páginas) tiene. Las letras V y R continúan el listado con una similitud baja, aunque en aquellas que coincide el porcentaje de ilustraciones idénticas es más alta que el resto. Lemas como vainilla, ventana, vaporizador, verbena, válvula, o relicario, reno, ricino, rostro, rueda, aparecen ilustrados de forma similar, pero no idéntica. Se refiere a acepciones idénticas ejemplos como acueducto (Figuras 65 y 66), rana (Figuras 67 y 68) o zarzaparrilla (figuras 69 y 70), entre otros (más ejemplos en las Figuras 71, 72, 73 y 74):

FIGURAS 65 Y 66: Ilustraciones de acueducto33

FIGURAS 67 Y 68: Ilustraciones de rana34

FIGURAS 69 Y 70: Ilustraciones de zarzaparrilla35

FIGURAS 71, 72, 73 Y 74: Ilustraciones de aguaturma, aparejo, arenque y máquina fotográfica36

La similitud que pueda establecerse en instrumentos técnicos, animales o plantas puede entenderse como caracterizaciones propias de dichos entes, aunque, sin duda, la lectura de las partes exteriores a la figura principal y la posición y dirección de esta, ayudan a determinar dos teorías: que el DMILE (1927) calcó dichas imágenes del PLI (1912) o que ambos diccionarios emanan del mismo ilustrador (desconocido para nosotros). No solamente se establecen copias directas, sino que, en numerosas ocasiones, estas aparecen en modo inverso (esto es, con efecto espejo), como se pueden ver las Figuras 75, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87 y 88:

FIGURAS 75 Y 76: Ilustraciones de aciano37

FIGURAS 77 Y 78: Ilustraciones de liebre38

FIGURAS 79 Y 80: Ilustraciones de romana39

FIGURAS 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87 Y 88: Ilustraciones de afinador, rastrillo, aguileña y arreos40

De esta manera, se establecen cuatro tipos de similitudes en las figuras:

aquellas que coinciden en el lema, pero no en la ilustración;

las que tienen un perfil parecido;

las idénticas en forma;

y aquellas que son iguales, pero con cambio de perspectiva.

Las idénticas, sean en la misma posición o invertidas, muestran un porcentaje dispar y desigual respecto a las cifras de similitud por total de imágenes o sobre la presencia de estas en sus páginas. En ellas, destacan los casos de R e I, 38.23% y 0% respectivamente. Esto es, más de un tercio de las acepciones ilustradas que coinciden en el PLI (1912) y en el DMILE (1927) son figuras idénticas en R, mientras que en I no hay ni una sola imagen que se repita. Destacan también A y Z por ser letras con un notable peso de imágenes por página que muestran originalidad en sus figuras, pues solamente el 11.15% y el 10% de las ilustraciones coincidentes son idénticas respectivamente.

7. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Las conclusiones extraídas del ejercicio comparativo se organizan según la estructura de los diccionarios estudiados, su extensión, el grado de laboriosidad de sus imágenes, el porcentaje de páginas ilustradas de cada uno y, con ello, la media de figuras por página. También se muestra en este epígrafe la tipología de imágenes preferida siguiendo la clasificación de Svensen (1993) recogida en Rodríguez Ortiz (2012, p. 173), así como la temática predominante de estas figuras y, al final, la contraposición de los porcentajes de imágenes similares frente a la totalidad.

Sobre la organización de la estructura de ambos diccionarios, el PLI (1912) se divide en tres partes (lengua, locuciones y geografía e historia), mientras que el DMILE (1927) recoge todos los lemas en el mismo grupo de letras. Esto hace que el primer diccionario sea más extenso que el segundo y, también, que albergue más ilustraciones (6922 frente a 2500 ilustraciones, respectivamente). Dicho formato responde a cuestiones editoriales y académicas que permiten la estructuración de los lemas por página siguiendo una tipografía concreta y, con ello, la pregunta ¿cuántas ilustraciones figurarán en cada página y cuáles serán?

Ya se especificó la laboriosidad de los grabados y, en general, se distingue en el grado de precisión que muestra un diccionario y otro, siendo el PLI (1912) más detallista que el DMILE (2017), como puede verse en los ejemplos de alambique (Figuras 89 y 90) y lagarto (Figuras 91 y 92):

FIGURAS 89 Y 90: Ilustraciones de alambique41

FIGURAS 91 Y 92: Ilustraciones de lagarto42

FIGURA 93: Ilustración de vampiro43

Si se confirmase la teoría de la copia de las ilustraciones de la Academia con el PLI (1912), podríamos estar hablando de la simplificación del calco apostando por la sencillez y por lo básico para visualizar la figura. A esta conjetura podría agregarse la evolución de dichas figuras tomando como referencia el Petit Larousse Illustré (1905) de Augé, el cual expone los grabados con minucioso detalle y perfeccionismo, muchos de ellos en color, que constituirían el punto de partida de la evolución de la imagen.

No obstante, cabe preguntarse si existe la posibilidad de que un mismo ilustrador participase en el diseño de las ilustraciones de ambos diccionarios y, de ser así, cuál fue su intervención en los ejemplares, pues es significativa la similitud de imágenes en las últimas partes de ambos diccionarios. En los prólogos, sin embargo, no aparece autoría de las figuras ni en PLI (1912) ni DMILE (1927).

El porcentaje de páginas ilustradas de un diccionario y otro es también desigual. Mientras que la adaptación española del manual francés en el 89.14% de sus páginas aparece una ilustración, en el diccionario de la Academia lo hace en el 67.35% de ellas. No solamente la presencia de imágenes por página en el DMILE (1927) es menor, sino que también es menos intenso que el PLI (1912); algo que también se demuestra en la media de ilustraciones por página de este corpus: 2.09 en el PLI (1912) y 1.40 en el DMILE (1927). De nuevo, la tradición lexicográfica de cada ejemplar dispone la estructura de cada diccionario, en el que el PLI (1912), en este caso, emana de un diccionario exitoso sin precedentes protagonista por la didáctica de sus imágenes. El DMILE (1927), por su parte, germina de la Academia, una institución con una estructura marcada desde el siglo XVIII. Así, la incorporación de imágenes a una selección de entradas supone un esfuerzo de creación desde cero sin la previsión del grado de acierto de dichos elementos más que contemplando las otras publicaciones pasadas.

La clasificación de Svensen (1993) recogida en Rodríguez Ortiz (2012, p. 173) muestra un grado semejante de la tipología de imágenes de un diccionario y otro, aunque destacan ligeras diferencias que caracterizan a cada uno. En el PLI (1912) imperan las figuras individuales y, en segundo lugar, el conjunto de elementos pertenecientes a un área temática. En el DMILE (1927), en cambio, reinan los grupos de imágenes de varios tipos de una misma clase y, además, las ilustraciones de distintas acepciones de un mismo lema (como filoxera, fresas, langosta, laúd o volante, entre otros). Este criterio, además de la presencia de imágenes por página y el grado de elaboración de las mismas, es uno de los más distintivos de cada diccionario, pues la fina simpleza que se encuentra en una sola figura con detalle, como es el caso del PLI (1912), se opone a pequeños grupos de imágenes más simples, como es el DMILE (1927), un rasgo lexicográficamente más pertinente por su contribución onomasiológica.

La temática de las ilustraciones es diversa, habiendo siempre predominancia por distintas áreas para cada diccionario. En general, se puede establecer que el PLI (1912) toca muy variados temas de forma equilibrada, destacando ligeramente las cuestiones sobre geografía y armas/ejército del resto. Sobre el DMILE (1927), las plantas y los animales adquieren especial protagonismo respecto a los demás temas tratados. En el presente proyecto no se ha establecido un criterio riguroso que determine la proporción de las ilustraciones por tema, sujeto que sin duda será de interesante investigación para el futuro.

Las cifras que demuestran el nivel de coincidencia de las acepciones ilustradas, así como de la propia forma de las figuras, exponen una media de 12.73% de acepciones (o pies de foto) que coinciden en ambos diccionarios. Se trata de un número bajo que esconde altibajos (17.31% en A y 7.04% en I, por ejemplo), pero significativo para dar una respuesta parcial a la cuestión que atañe este trabajo. Es, por lo tanto, un grado de precisión mínimo el que determina el parecido entre el PLI (1912) y el DMILE (1927), es decir, la copia que el DMILE (1927) hubiera hecho del PLI (1912) sería ínfima.

No obstante, el nivel de coincidencia de figuras idénticas de un diccionario a otro es mayor, prácticamente de la quinta parte de las mismas (18.80% de similitud sobre las acepciones coincidentes), en el que, como se ha podido demostrar, la referencia de un diccionario a otro es evidente. Se trata de 45 imágenes prácticamente iguales dentro de las 7 letras que se han escogido para la muestra, lo que puede suponer una cuadruplicación en las entradas totales. Mientras que en algunas plantas, animales o instrumentos puede ser innegable el parecido por razones de naturaleza, la posición y dirección de las mismas no lo es, así como la disposición de las sombras o los detalles que aparecen alrededor. El resultado de este estudio refleja, pues, que es innegable la originalidad que el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española (1927) presenta, aunque también es indudable la fuente de inspiración para algunos de sus grabados.

8. CONCLUSIONES

El resultado del ejercicio comparativo de las ilustraciones de los diccionarios PLI (1912) de Miguel de Toro y Gisbert y DMILE (1927) de la Real Academia Española en las letras A, F, I, L, R, V y Z siguiendo el criterio de agrupamiento de figuras según un pie de foto único son las siguientes:

a) La distancia temporal existente entre ambos diccionarios explica la posible influencia que el manual de origen francés pudo tener en el ejemplar de la Academia. Entre el Petit Larousse Illustré (1905) y su adaptación al español solamente pasaron siete años, mientras que el diccionario de la Real Academia Española se publicó quince años después del PLI (1912).

b) A pesar de este posicionamiento temporal, se ha demostrado (Alvar Ezquerra, 2004; Clavería Nadal, 2020) que la Academia tenía previamente planteada una versión manual de su diccionario y, de forma novedosa, la incorporación de ilustraciones en sus páginas.

c) Sin embargo, los datos traídos a este trabajo demuestran que sí existe influencia del PLI en el DMILE por las similitudes de algunas de sus imágenes (18.80% imágenes idénticas de las acepciones que se repiten), aunque el grado de coincidencia de las acepciones ilustradas no es elevado (12.73% sobre el total de cada letra).

d) Las cifras semejantes se acentúan en las últimas letras del abecedario, algo que podría justificarse como una presente originalidad en el inicio del diccionario, frente a un descuido en las últimas partes que tienen como referente el manual de éxito en la época. También, esta semejanza puede estar relacionada con la autoría de las ilustraciones y su nivel de participación en la elaboración de ambos ejemplares.

e) Además, el estilo de las ilustraciones de ambos diccionarios, incluso de aquellas figuras consideradas como idénticas, difieren ligeramente el uno del otro, siendo el PLI (1912) más detallista recreando el grabado y el DMILE (1927) más simple, dibujando casi un boceto.

f) No obstante, la distribución de las imágenes que no corresponden a las mismas acepciones de este corpus (87.27%) se organizan de forma distinta en el tema y el tipo de imagen que representa, siendo el PLI (1912) predominante en geografía y armas, así como las figuras individuales; y el DMILE (1927) en animales y plantas, además de los grupos de ilustraciones que contienen varios tipos de una misma clase. Además, a pesar de ser el PLI (1912) un diccionario no enciclopédico dividido en partes temáticas, sigue dando más importancia a la ilustración de la Lengua, en lugar de Geografía e Historia, al igual que sucede en el DMILE (1927).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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_______________________________

1 Ejemplos de contabilización de una sola figura en el Pequeño Larousse Ilustrado (1912).

2 Ejemplos de contabilización de una sola figura en el Diccionario Manual e Ilustrado (1927).

3 Ejemplo de contabilización de distintas figuras en el Pequeño Larousse Ilustrado (1912).

4 Ejemplos de contabilización de distintas figuras en el Diccionario Manual e Ilustrado (1927).

5 De entre los cuales, destacan: Bergenholtz, Tarp, Almind, Nielsen o Leroyer.

6 Como es el caso de Alvar Ezquerra (2004) o Garriga Escribano y Rodríguez Ortiz (2007).

7 El éxito del Petit Larousse Illustré fue tal que se tuvo distintas ediciones a lo largo de todo el siglo XX (1905, 1952, 1972 y 2002).

8 Es el caso, por ejemplo, del Larousse élémentaire illustré (1914), el Larousse classique illustré (1910) o el Noveau Petit Larousse Illustré (1925).

9 Las dos primeras imágenes son publicadas por Les Éditions Larousse en su página web y las dos segundas están fotografiadas personalmente en la edición que guarda el fondo antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Jaén.

10 ejemplo de cómo la ilustración de iguana ocupa diferentes entradas (igualitario, igualmente, iguana e iguánidos) en el PLI (1912).

11 ejemplo de cómo la ilustración de lord ocupa diferentes entradas (loquesco, lora, lorantáceas, loranto, lorcha y lord) en el DMILE (1927).

12 Por ejemplo, 251 ilustraciones de A en lengua, frente a 88 de geografía e historia; 37 ilustraciones en I en lengua, frente a 17 de geografía e historia; o 76 ilustraciones en R, frente a 37 de geografía e historia.

13 Extraída de la suma de las ilustraciones totales por letra dividido entre siete, total de la muestra.

14 Ejemplo de marco ilustrativo donde para un pie de foto se recogen distintas figuras. Fotografía del DMILE (1927).

15 Ejemplos de entidades individuales o partes de él.

16 Figuras 22, 23 y 24: Ejemplo de entidades de la misma clase.

17 Figuras 25, 26 y 27: Ejemplos de entidades en su contexto.

18 Figuras 28, 29 y 30: Ejemplos de entidades en funcionamiento.

19 Figuras 31, 32 y 33: Ejemplos de conjunto de elementos de un área temática.

20 Figuras 34, 35 y 36: Ejemplos de entidades de una situación o área temática.

21 Real Academia Española. (s.f.). Presentación del Diccionario de la lengua española y sus ediciones. https://www.rae.es/obras-academicas/diccionarios/presentacion-deldiccionario-de-la-lengua-espanola-y-sus-ediciones

22 Ejemplos de posicionamiento de la imagen en el margen derecho de la entrada correspondiente en el DMILE (1927).

23 Ejemplos de posicionamiento de la imagen debajo del lema dividiendo la entrada en dos partes en el DMILE (1927).

24 Esta ligera diferencia (entre los 76 de Rodríguez Ortiz (2012) y los 82 de esta muestra) probablemente se deba al distinto criterio de contabilización de las imágenes. En Rodríguez Ortiz (2012) se cuentan los lemas ilustrados, mientras que, en esta muestra, como ya se ha explicado, se contabilizan los grupos de imágenes. De este modo, por ejemplo, en F la palabra festón viene recogida con dos imágenes pertenecientes a dos acepciones distintas, lo que se cuenta en este estudio como dos ilustraciones.

25 A saber: 8923 lemas en A, 1939 en F, 2427 en I, 1837 en L, 3429 en R, 1493 en V y 554 en Z (Garriga escribano & Rodríguez Ortiz, 2008).

26 Ejemplos de entidades individuales o partes de él.

27 Figuras 50, 51 y 52: Ejemplos de entidades de la misma clase.

28 Figuras 53, 54 y 55: Ejemplos de entidades en su contexto.

29 Figuras 56, 57 y 58: Figuras 56, 57 y 58Ejemplos de entidades en funcionamiento.

30 Figuras 59, 60 y 61: Ejemplos de conjunto de elementos de un área temática.

31 Figuras 62, 63 y 64: Ejemplos de entidades de una situación o área temática.

32 No obstante, resulta interesante el grado de similitud entre el DMILE (1927) con el Nuevo diccionario enciclopédico ilustrado de la lengua castellana de Miguel de Toro y Gómez, editado en 1901, que oscila el 75% de coincidencia.

33 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). Es posible apreciar los detalles idénticos del acueducto y alrededores.

34 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). Es posible apreciar la similar posición y detalles de la rana.

35 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). Se aprecia la semejanza del número, la posición y la dirección de las hojas.

36 En tono sepia, fotografías del PLI (1912), y en blanco y negro, del DMILE (1927). Más ejemplos.

37 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). Las hojas y el fruto son iguales, exceptuando la posición (modo espejo).

38 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). La posición de la liebre (orejas, patas, salto, distancia con el suelo) es idéntica, exceptuando la dirección.

39 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). Los mismos detalles (objetos, sombras, partes) aparecen en ambas ilustraciones, salvo por la posición.

40 En tono sepia, fotografías del PLI (1912), y en blanco y negro, del DMILE (1927). Más ejemplos de ilustraciones idénticas invertidas.

41 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). Puede apreciarse el grado de precisión de cada ilustración.

42 A la izquierda, imagen del PLI (1912) y a la derecha, DMILE (1927). Otro ejemplo.

43 Figura 93: Superposición de la ilustración del PLI (1912) y del DMILE (1927), que muestra que son imágenes idénticas.