La transformacin esttica del espacio educativo              y su influencia en el proceso de enseanza-aprendizaje

The educational facilitys aesthetical transformation                      and its influence on the teaching-learning process

 

 

Javier Andreo Len

Universidad de Jan

javierandreoleon@gmail.com


Resumen:

     El objeto de este artculo es el de revisar la relacin existente entre el espacio educativo y la influencia que este ejerce sobre el proceso de enseanza-aprendizaje y sobre el propio desarrollo interpersonal e intrapersonal de los agentes implicados en dicho proceso.

     Se valora, de este modo, la educacin y, concretamente, el acto de educar como modelador y determinante para con la configuracin de la persona en su nivel individual y social. As, el espacio que alberga la actividad educativa se contempla como elemento didctico que acompaa y pertenece a la actividad como tal.

     No se entiende la una sin el otro: el propsito que persigue la educacin es el fin del espacio educativo y viceversa. En consecuencia, transformar la educacin formal y sus objetivos pasa -que no concluye- necesariamente por la transformacin esttica del espacio educativo.

Abstract:
 

     The aim of this article is to revise the current relationship between educational facility and its influence on the teaching-learning process and over the interpersonal and intrapersonal development itself of the actors involved in such process.

     It values, in this way, education and, concretely, the act of educating as a modeller and decisive in relation with shaping the person in his/her individual and social level as well. Therefore, it contemplates the space which houses the educational activity as an instructional material which accompanies and belongs to the activity.

     It isnt understood one without the other: the purpose which pursues the education is the goal of educational facility and vice versa. Accordingly, transforming formal education and its objectives goes -not concluding- necessarily through educational facilitys aesthetical transformation.

 


Cuadro de texto: Sugerencias para citar este artculo
Andreo Len, Javier (2019). La transformacin esttica del espacio educativo y su influencia en el proceso de enseanza-aprendizaje. Tercio Creciente, XX, pgs. 117-143.
https://dx.doi.org/10.17561/rtc.n16.5

ANDREO LEN, JAVIER. La transformacin esttica del espacio educativo y su influencia en el proceso de enseanza-aprendizaje. Tercio Creciente, julio 2019. n 16, pp. 117-143.  https://dx.doi.org/10.17561/rtc.n16.5

Cuadro de texto: Palabras Clave	desarrollo, transformacin, educacin, espacio educativo.
Key words	development, transformation, education, educational facility.


Introduccin

     La realidad est definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad -dice Antonio Gramsci (1973) a propsito del poder de la educacin y de la cultura de la sociedad. En este sentido, y sin entrar a valorar hegemona y dominacin, Gramsci concibe la educacin como el motor de la revolucin en tanto en cuanto el Estado se convierte en educador con el fin de aglutinar mayoras a travs del sometimiento ideolgico de la masa popular.

     La escuela se convierte, entonces, en ese campo de confrontacin de contrahegemona y hegemona poltica, as como en escenario de constitucin y -sobre todo- de perpetuacin de la jerarquizacin y estratificacin social.  Esto es, la escuela se erige como templo para la reproduccin automatizada y estandarizada del conocimiento de una generacin a la siguiente.

     Esta cancin suena bastante mainstream y mucho espaola, no por nada se han aprobado siete leyes educativas diferentes desde los aos de la transicin. Se legitima con esto esa idea de reconquista continua de los rganos estatales en general y de la educacin en particular para utilizarlos al servicio e intereses del Estado en contra de los intereses de la ciudadana.

     Por ello, y ms all de teoras oscurantistas, nos topamos con un sistema educativo asentado en el inmovilismo con mtodos que persiguen la transmisin de los saberes enciclopdicos en detrimento del autodesarrollo del alumnado.

     Y pese a que en los ltimos aos, en un intento de democratizacin de los servicios y espacios pblicos, se ha descentralizado el poder estatal para delegarlo, en cuestin de autonoma, en los centros escolares, esto no ha resultado en la consecucin de una educacin enfocada en el librepensamiento y en el cuestionamiento de nuestras tradiciones, sino todo lo contrario, ha supuesto el surgimiento de nuevas lneas y estratos de poder intermedios: desde los poderes fcticos al AMPA pasando por el Claustro de profesorado.

     En consecuencia, alejados de dogmas, supersticiones y dems ortodoxias, nos encauzamos en el devenir de esa escuela-nueva-libre. Libre de imposiciones y seducciones y disruptiva con el sistema fordista alienante dado. En definitiva, libre para ser genuinamente uno mismo y, sobre todo, activa en la construccin y generacin del autoaprendizaje y, por consiguiente, en la autorrealizacin.

     Para tal fin, resulta difcil concebir la escuela-nueva-libre (como contenido) dentro de la escuela-vieja-actual-represora (como continente), edificada como aparato ideolgico del Estado para la irreflexin del concepto de autoridad.

     Conocido es su principio: en la periferia, una construccin en forma de anillo; en el centro, una torre, sta, con anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo. La construccin perifrica est dividida en celdas, cada una de las cuales atraviesa toda la anchura de la construccin. Tiene dos ventanas, una que da al interior, correspondiente a las ventanas de la torre, y la otra, que da al exterior, permite que la luz atraviese la celda de una parte a otra. Basta entonces situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda a un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un escolar. Por el efecto de la contraluz se pueden percibir desde la torre, recortndose perfectamente sobre la luz, las pequeas siluetas cautivas en las celdas de la periferia (Foucault, 2012).

     Foucault, al describir el Panptico de Bentham, revela el origen terico de una tipologa espacial dedicada al ejercicio del control. La organizacin arquitectnica del espacio asegura y sostiene una relacin de poder independientemente de aquel que lo ejerce. Esto es, el recluso, a causa de la incesante sensacin inducida de visibilidad termina por ser su propio vigilante. El detenido no debe saber jams si en aquel momento se le mira; pero debe estar seguro de que siempre puede ser mirado (Foucault, 2012).

     Bajo esta misma idea de control global se levantan las escuelas orwellianas de nuestros das, en las que, por una parte, el alumno est siempre expuesto al efecto de la visin por parte del encargado de vigilarlo []; por otra parte, el profesor ocupa el punto focal del espacio, estando siempre expuesto ante sus alumnos-espectadores (Bertozzi, 2001).

     Este carcter de atomizacin y previsibilidad que propone el espacio de la institucin escolar estatal, por tanto, guarda una relacin directa para con el no-desarrollo crtico individual del alumno.

     Entonces, si, segn la primera lnea del prembulo de la actual ley central educativa, se constituye que el alumnado es el centro y la razn de ser de la educacin. El aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autnomas, crticas, con pensamiento propio (Ley Orgnica 8, 2013), no podemos sino dirigir nuestras miradas y esfuerzos a que as sea de facto y, de igual forma, generar espacios acordes que inviten y promuevan tal fin.

     Por consiguiente, el objeto que persigue el presente escrito es el anlisis terico-prctico del espacio educativo y cmo la transformacin esttica de este, hacia la abstraccin y la polivalencia, puede igualmente transformar el proceso en s de enseanza-aprendizaje y resultar en una sociedad ms crtica y democrtica.

La educacin como motor para el cambio social

     Una educacin bancaria hacia una libertaria, emancipadora. Con este postulado, Freire (1975) sita tanto el origen como el destino proyectado de la educacin. Determina y resuelve las eternas cuestiones identitarias: de dnde venimos? a dnde vamos? As, entiende y eleva la educacin como objeto vital.[1]

     Con la aparicin de la escolarizacin, el medio acadmico de la pedagoga se enmarca en los discursos de la regulacin social: la escuela forma, pero tambin reprime. Establece, por tanto, mediante la imposicin y el ejercicio del poder jerrquico, aquello que ha de hacerse y saberse y aquello que no (Galicia, 2004).

     Las formas de gobierno, en consecuencia, encuentran en la educacin ya no solo un sistema garantista de estrella que perpeta el cierre social entendido como el conjunto de estrategias de distribucin y segregacin que derivan en la desigualdad social y, as, en el mantenimiento de los estratos de clase, sino que, y del mismo modo, el cierre social adquiere un nuevo orden al ocuparse de la asignacin del conocimiento y de la exclusin de este, con lo que el asistir a la escuela ya no es sinnimo de educacin para todos.

     Se constituye, entonces, la dialctica saber-poder foucaultiana, aquella que plantea la voluntad de verdad como voluntad de poder. Esto es, advertir el saber como instrumento del poder. Para Foucault, detrs de la fachada de la verdad subyace toda una voluntad de poder, una justificacin para la dominacin, para exigir conformidad y sumisin. Y es que el conocimiento, el saber, supone una doble represin: la que condena al silencio los discursos excluidos y la que discierne y ordena los discursos aceptables (Ovejero & Pastor, 2001).

     Aparece aqu el discurso como prctica institucional y disciplinar mediante la cual se participa en la formacin, funcionamiento y difusin de lo polticamente aceptado e impuesto desde las instancias de poder. Los discursos son aquello que posibilita las disciplinas y las instituciones a partir de las cuales se sostienen y redistribuyen las ideologas (Galicia, 2004).

     Por ende, se presenta como obligado, ante este escenario que profundiza en el proceso de cambio social, la reformulacin de las preguntas bsicas sobre los fines que persigue la educacin, sobre quines asumen la responsabilidad de formar a las nuevas generaciones y sobre qu legado cultural, qu valores, qu concepcin del hombre y de la sociedad se desea transmitir (Tedesco, 1995).

     Y es que, ms all del ejercicio del poder y la dominacin por s mismos, subyacen intereses que abogan por el desarrollo social, como los promulgados, por ejemplo, por la OCDE (Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmicos), a la que el Estado rinde cuentas en el prembulo de la LOMCE (Ley Orgnica 8, 2013), esto es, subyugar por y para el progreso, por y para el emprendimiento, la competitividad y productividad, esto es, por y para el capital.

     Deca el rapero -ahora condenado por la Audiencia Nacional por los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias a la Corona y calumnias a las Instituciones del Estado por ejercer la libre expresin- Pablo Hasl (2011) en el estribillo de una cancin para con la educacin:

     La educacin es la base y la controla el capital.

Quieren mentes obtusas que no se sepan informar.

Que crean lo que sale en la cope o el pas.

Hacen lo imposible pa que tu percepcin no se pueda abrir.

La educacin es la base y es antirrevolucionaria.

Echo la vista atrs y slo aumenta mi rabia.

Cuando veo cmo me ocultaron lo ms importante.

Pero no pudieron evitar que hoy la realidad cante.

     Con la Revolucin Industrial y las heredadas polticas neoliberales, el desarrollo de las polticas pblicas en general y en el rea educativa en particular redefine, con el sistema de globalizacin, la relacin Estado y Mercado, as como la poltica con inters econmico privado a favor de la lgica de mercado (Dufour, 2016).

     As pues, dganme dnde est el trabajo en un tipo de sociedad y les dir dnde est la educacin (Mszars, 2008). Por consiguiente, se define un horizonte educativo y pedaggico que atiende a los conceptos de la oferta y la demanda, de modo que la educacin -y con ella, la sociedad- termina por avanzar al ritmo que exige la economa global y por supuesto no al revs.

     En este marco, todo termina por ser susceptible de ser mercantilizable, todo se vende, todo se compra, y la educacin no es una excepcin. La lgica alienante del consumo y el lucro no hace sino transformar los espacios educativos en centros comerciales. En los que se acumula sin ms sentido que el de acumular, se conoce, pero no se comprende. Esto es, se reproduce el discurso meditico en contra de su desciframiento, en contra del despertar.

     El efecto de mercado global determina con l una suerte de escenario nico estandarizado que erradica de golpe la identidad cultural singular de los pueblos en pro de una identidad comn a todos. Se genera, as, un proceso total de macdonalizacin y disneylandificacin, en el que, bajo una aparente capacidad masiva de eleccin y diversidad, se esconde un sistema caracterizado por la previsibilidad, la uniformidad y la automatizacin (Lpez Cuenca, 2015).

     Los libros y las obras de arte estn a nuestra disposicin como nunca antes lo haban estado. Nuestra propia vida est llena de acontecimientos. Pero, al mismo tiempo, casi nada nos pasa. Los sucesos de actualidad, convertidos en noticias fragmentarias y aceleradamente caducas, no nos afectan en lo propio Consumimos libros y obras de arte, pero siempre como espectadores Sabemos muchas cosas, pero nosotros mismos no cambiamos con lo que sabemos (Larrosa, 2009).

     Nos encontramos, por todo, inmersos en una realidad social compleja en la que la soberana del Estado queda en entredicho al encontrarse supeditada y totalmente traspasada por los poderes fcticos, por las grandes compaas multimillonarias -en muchas ocasiones con mayor PIB que la totalidad del pas en cuestin-[2]. El poder cambia de manos, mejor dicho, se disgrega, porque nadie quiere renunciar a su trozo de la tarta. As, la poltica y la religin continan su ejercicio del sometimiento ideolgico al tiempo que actan de muletas del gobernante global, el capitalismo.

     Todos estos ncleos de poder encuentran su nexo y aglutinante en lo que nos ocupa, en la educacin. El discurso del capital y del progreso se traslada a las escuelas y se traduce en el emprendimiento como tratamiento trasversal a todas las reas, el prembulo de la LOMCE (Ley Orgnica 8, 2013) no alberga dudas al respecto:

     La lgica de esta reforma se basa en la evolucin hacia un sistema capaz de encauzar a los estudiantes hacia las trayectorias ms adecuadas a sus capacidades, de forma que puedan hacer realidad sus aspiraciones y se conviertan en rutas que faciliten la empleabilidad y estimulen el espritu emprendedor a travs de la posibilidad, para el alumnado y sus padres, madres o tutores legales, de elegir las mejores opciones de desarrollo personal y profesional.

     Y, aunque el espritu emprendedor no es una cuestin negativa a priori, s lo es su carcter reduccionista. Todo apunta y concluye en la asuncin del sistema de trabajo y capital y en el no cuestionamiento de este. Todo apunta al puedes lograrlo si te esfuerzas lo suficiente frente al si no lo logras es tu culpa thatcheriano, al subirse a la bici[3] como modus vivendi, a reproducir y perseguir el modelo Amancio Ortega.

     Se traslada a la escuela y al aula, como decimos, toda una estructura que trasciende a la propia educacin, pero que encuentra en esta su motor y su razn de ser.

     Asistimos, como corolario, a una escuela siempre paladina del desarrollo social y siempre cmplice del contradesarrollo social. No podemos sino hallar en ella toda una estamentacin y entramado que as lo permita a travs de una mezcolanza ms o menos (poco) cohesionada que, de un lado, se parapeta y atrinchera en la consecucin del respeto (que es miedo) hacia la figura de poder totalitarista, de otro lado, se rinde a su posicin para esparcir la buena nueva particular y, por ltimo, se resigna y asume su papel de operario como en una cadena de trabajo fordista.

     A propsito de este ltimo, que bebe del modelo industrial y que acepta como propio el sometimiento que ejerce la escuela -tanto al alumnado como al profesorado, que no es sino posalumnado y fruto germinado del sistema- Ferrer i Guardia, fundador de la Escuela Moderna -recoge Spring (1987)- admita que, una vez superado el estado de ignorancia por el cual los gobiernos controlaban las masas, la estructura jerrquica del capitalismo exiga que los trabajadores tuvieran ciertos rasgos de carcter especficos. Se les deba educar para que soportaran el aburrimiento y la monotona de la fbrica y para que aceptaran obedientemente su organizacin. Los trabajadores deban ser puntuales, obedientes, pasivos, y adems estar deseosos de aceptar su empleo y su posicin.

     Con lo que, este bagaje, que converge en un engranaje conformista, estatista e individualista en cuanto a los rganos internos de la escuela, vende, en favor de los think tanks, la direccin de la educacin que haya de servir a la ciudadana. Por ello, los Otros obtienen en el cuerpo docente ese ejrcito fiel que se posiciona en primera lnea, que ejecuta y no cuestiona.

     Para suerte de todos y para romper con el ciclo previsto ad infinitum, existen, de igual forma, buena cantidad de docentes comprometidos con dinamitar una educacin deshumanizada que se concibe a s misma como una suerte de testigo que se pasa de generacin en generacin.

     Esta es la idea que plasm la artista estadounidense Anna Hyatt Huntington en la obra escultrica monumental Los portadores de la antorcha, que don a la ciudad de Madrid en 1955. La escultura muestra a un joven a lomos de un fornido caballo recogiendo una antorcha de las manos de un yacente anciano como ltimo y heroico acto tras el largo caminar, que representa, como adelantbamos, la transmisin del conocimiento entre generaciones.

     Viene a ilustrar la concepcin predominante de la educacin como un saber estanco sin acumulacin en contra de la contribucin -no ya en trminos generacionales sino individuales- de cada uno a un saber comn, que debera ser acumulativo pero que no lo es. En este caso -y aludiendo al estado de mutilacin actual en el que se encuentra la estatua en cuestin- no solo no se est acumulando el saber, sino que ni siquiera se est transmitiendo, lo que resulta en un presunto paso del testigo en falso (Castro, 2018).

Figura 1. Los portadores de la antorcha, Anna Hyatt Huntington. Ciudad Universitaria de la Universidad Complutense de Madrid. Fuente de la imagen: (Brown, 2014).

     Se obvia, por tanto, que todo proceso de transmisin y toda narracin implica de algn modo la apropiacin de la lengua, un movimiento que hace respirar algo del pasado y lo reinventa, con lo que se genera una suerte de inmovilizacin del saber y del hacer. El lenguaje y la historia quedan, as, cancelados y el conocimiento y la propia subjetividad, despojados de las marcas de la experiencia. Del mismo modo, al nombrar la educacin en trminos de transmisiones fallidas o logradas, como en funcin de resultados, arrinconndola en la esfera de los productos fabricados, va quedando fuera la densidad de una travesa que guarda acontecimientos, singularidades impredecibles, relaciones mltiples y fluidas (Rattero, 2009).

     Con la reduccin objetual de la educacin, llegamos a una visin y aplicacin de esta en la que su funcin casi se sustenta en su disfuncin, en una transmisin de esta que termina por ser una representacin teatral de la accin misma de transmitir. Quedan, por tanto, el decorado, los actores, el pblico y una obra que deviene en los elementos, en la pantomima.

     Salvando las distancias conceptuales y contextuales, resultara una pieza paralela a 433 de John Cage, esto es, la estructura formal y la jerarquizacin de roles est dispuesta, pero, por encima de todo, el tacet,[4] la inaccin activa, o en el caso educativo, la accin pasiva.

     La narracin, cuyo sujeto es el educador, conduce a los educandos a la memorizacin mecnica del contenido narrado. Ms an, la narracin los transforma en vasijas, en recipientes que deben ser llenados por el educador. Cuanto ms vaya llenando los recipientes con sus depsitos tanto mejor educador ser. Cuanto ms se dejen llenar dcilmente, tanto mejor educandos sern. De este modo, la educacin se transforma en un acto de depositar en el cual los educandos son los depositados y el educador quien deposita... (Freire, 1975, pg. 51)

     As, Freire seala que la ignorancia alienante es un producto directo de la transmisin de la informacin en contra de la comunicacin.

Tal es la concepcin bancaria de la educacin, en que el nico margen de accin que se ofrece a los educandos es el de recibir los depsitos, guardarlos y archivarlos. En la visin bancaria de la educacin, el saber, el conocimiento, es una donacin de aqullos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes. Donacin que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la ideologa de la opresin: la absolutizacin de la ignorancia, que constituye lo que llamamos alienacin de la ignorancia, segn la cual sta se encuentra siempre en el otro. (Freire, 1975, pg. 52)

Esto es, la informacin es un acto unidireccional, orientado a la transmisin.

     Si el educador es quien sabe, y si los educandos son los ignorantes, le cabe, entonces, al primero, dar, entregar, llevar, transmitir su saber a los segundos. Saber que deja de ser un saber de experiencia realizada para ser el saber de experiencia narrada o transmitida. No es de extraar, pues, que en esta visin bancaria de la educacin, los hombres sean vistos como seres de la adaptacin, del ajuste. Cuanto ms se ejerciten los educandos en el archivo de los depsitos que les son hechos, tanto menos desarrollarn en s la conciencia crtica de lo cual resultara su insercin en el mundo, como transformadores de l, como sujetos del mismo. Cuanto ms se les imponga pasividad, tanto ms ingenuamente tendern a adaptarse al mundo en lugar de transformar, tanto ms tienden a adaptarse a la realidad parcializada en los depsitos recibidos. En la medida en que esta visin bancaria anula el poder creador de los educandos o lo minimiza, estimulando as su ingenuidad y no su criticidad, satisface los intereses de los opresores (Freire, 1975, pg. 53).

Sin embargo, la comunicacin es un proceso de doble va, posible cuando entre los dos polos de la estructura relacional rige una ley de bivalencia: todo transmisor puede ser receptor, todo receptor puede ser transmisor (Pasquali, 1967).

     Desaparece, por tanto, la relacin de jerarqua vertical a favor de una relacin horizontal. De la comunicacin, del dilogo, resulta una matriz crtica que genera criticidad. Cuando los dos polos del dilogo se ligan as, con amor, con esperanza, con fe el uno en el otro, se hacen crticos en la bsqueda comn de algo. Slo ah hay comunicacin. Slo el dilogo comunica (Freire, 1975).

     En consecuencia, el dilogo, dentro de este marco de cambio poltico y educativo, se posiciona como una estrategia para la reconstruccin de un lenguaje y unas prcticas de resistencia.  De tal modo que, a partir de la pedagoga crtica dialgica, se proyecte una cultura politizada que trascienda de lo formal y lo simblico para devenir en el lugar de la produccin y lucha contra la hegemona, contra el poder. Esto es, el dilogo, el nosotros, entendido como accin democrtica para la consecucin de una cultura y poltica democrtica y, con ello, una sociedad democrtica, entendida como una sociedad de consenso de y entre iguales.

     Estas premisas nos hacen entender el aprendizaje como participacin activa y reflexiva y como construccin y transformacin comn social, cultural y poltica para lograr, as, la emancipacin y la liberacin. 

     Contrariamente a la educacin para la domesticacin, la educacin para la liberacin, que es utpica, proftica y optimista, es un acto de conocimiento y un medio de accin que permite transformar la realidad que debe ser conocida (Freire, 1971).

     De tal manera, y como se ha determinado que la pedagoga o el aprendizaje basado en el dilogo puede suponer la chispa que incendia la pradera, para la comprensin y consecucin de ese aprendizaje dialgico, Flecha (1999) establece unos principios sobre los que se basa:

     1. El dilogo igualitario. Las diferentes aportaciones son consideradas en funcin de la validez de los argumentos y no desde criterios como la imposicin de un saber culturalmente hegemnico.

     2. La inteligencia cultural. Es un concepto ms amplio de inteligencia que los habitualmente utilizados, no se reduce a la dimensin cognoscitiva basada en la accin teleolgica, sino que contempla la pluralidad de dimensiones de la interaccin humana.

     3. La transformacin. El aprendizaje dialgico transforma las relaciones entre la gente y su entorno. Es un aprendizaje que se basa en la premisa de Freire de que las personas somos seres de transformacin y no de adaptacin.

     4. La dimensin instrumental. No se obvia ni se contrapone a la dialgica. El aprendizaje dialgico abarca todos los aspectos que se acuerde aprender.

     5. La creacin de sentido. Para superar la colonizacin del mercado y la burocrtica y, de este modo, evitar que se imponga una lgica utilitarista hay que potenciar un aprendizaje que posibilite una interaccin entre las personas dirigida por ellas mismas.

     6. La solidaridad. Como expresin de la democratizacin de los diferentes contextos sociales y la lucha contra la exclusin que se deriva de la dualizacin social, es la nica base en que se puede fundamentar un aprendizaje igualitario y dialgico.

     7. La igualdad de diferencias. Es contraria a la adaptacin a la diversidad que relega la igualdad y que ha regido algunas reformas educativas.

     Entonces, sin caer en la ingenuidad, siendo conocedor del fuerte viento que sopla en contra de esa chispa, se presenta imperioso el surgimiento de otras chispas aliadas cmplices a la causa de incendiar la pradera, o, al menos, de retar y retener la virulencia del vendaval. 

     Esto es, de nada sirve el dilogo si la estructura y la organizacin escolar y cultural no se construye en base al dilogo sino en base a las relaciones jerrquicas de poder. En efecto, el dilogo es la chispa, pero la pradera, lejos de intuirse como la otredad, se muestra en forma de Escuela.

     As pues, la escuela ha de entenderse como un contexto de accin colaborativa y de interaccin, como un lugar no coercitivo y alejado de la trinchera, en el que actuar y aprender libremente est permitido, en el que el saber est supeditado al sentir. Ha de entenderse como un dilogo no de intramuros sino para con el entorno (familias, barrio), sin advertir distinciones entre afuera y adentro para concebir una realidad comn.

     De esta forma, as como el contexto o la comunidad o el andamiaje vygotskiano se establece como una segunda chispa amiga de la educacin libertaria, el contexto fsico educativo ha de suponerse como esencial en tanto en cuanto es el escenario tangible donde se libra la accin. No tendra sentido luchar para reestablecer las relaciones entre los seres vivos y la corriente de un ro y obviar, por otro lado, la opresin que ejerce sobre el ro su propio lecho.[5]

     Debemos, por tanto, construir una escuela fsica que se base sobre las premisas de la Escuela libre. Que proponga y no imponga, que invite a la experimentacin y al desarrollo vital natural.

El espacio educativo como elemento didctico

     La experiencia de los nios debera ser el alimento de la escuela: su vida, sus sorpresas y sus descubrimientos -dice Francesco Tonucci Frato (2013)- Mi maestro -sigue- siempre nos haca vaciar los bolsillos en clase, porque estaban llenos de testigos del mundo exterior: bichos, cuerdas, cromos, boliches y es que ese maestro seguramente estaba intentando evitar distracciones, pero distracciones de qu?, es decir, qu es lo esencial, sino los indicios de la vida?

     En muchas ocasiones encontramos relaciones entre los elementos que componen el aula y la distraccin que provocan en el aprendizaje del alumnado. Nada ha de interferir en la recepcin de esa informacin que transmite el docente. Las palabras que pronunci Alain al respecto de las paredes del aula son bastante esclarecedoras: No apruebo que se cuelguen de ellas cosas para mirar, aun bellas, pues es necesario que la atencin se vuelva al trabajo (Trilla & Puig, 2003).

     No es que Alain fuese un decorador minimalista adelantado a su tiempo o un docente sensible al TDAH, es que era muy consciente del propsito que cumple la distribucin y organizacin de los espacios educativos. El aula deba ser ese lugar destinado a la instruccin y al correctivo, y todos los componentes de esta haban de servir a tales fines. Nada ni nadie poda enturbiar lo que all se gestaba: el poder disciplinario foucaultiano.

     El discurso del poder -como veamos- encuentra en el diseo espacial un aliado que perpeta el ejercicio del poder por encima incluso de aquel que lo aplica, es decir, el escenario, imperecedero, marca las pautas de relacin que alberga, as entre las personas como para con el propio espacio. Atiende, por tanto, a los principios educativos: la disciplina, la imitacin, la asimilacin de los conceptos de autoridad y jerarqua por encima del discurso en s, esto es, el cmo por encima del qu.

     As, en la institucin educativa, el aula se convierte en un microgobierno en el que gobernante y gobernados quedan bien definidos. El docente, desde su palestra pedestal, exige atencin y pleitesa, y el alumnado, que es un conjunto de alumnos individuales despojados de cualquier autonoma y posible asociacin entre iguales, se la rinde. Se establece, por tanto, el doblegamiento no solo ideolgico sino fsico. La escuela es un entrenamiento, un adiestramiento para la insercin en el sistema hegemnico laboral.

     Entonces, si en la fbrica o en la oficina se persigue la estandarizacin y la normalizacin, que deshumaniza al trabajador para objetualizarlo y convertirlo en una pieza ms de la cadena, la escuela har lo propio para desproveer la identidad del alumno, su idiosincrasia, la individual y la colectiva.

     En consecuencia, para no rendir tributo a esos espacios dedicados a la sumisin, no podemos construir instituciones y espacios que derivan de su inspiracin. Imitarlos en algn punto sera faltar al propsito de cambio, sera una caricatura de la contrahegemona en s.

     Para la liberacin de la imitacin, proclamamos el soy la hora roja, la hora desatada roja[6] de Csaire, el idelogo de la negritud. Debemos mudar la piel y desarrollar un pensamiento nuevo para crear hombres nuevos, como expona Frantz Fanon, que habla del hombre descolonizado, que forzosamente aporta una nueva forma de humanidad. 

     Esa concepcin del hombre poscolonial como el hombre nuevo, as como la propia negritud se extrapolan de su contexto e incluso de la identidad y la conciencia negra para devenir en la raza de los que son oprimidos. Por lo tanto, para hallar esa nueva humanidad propia, no basta con blanquearse la cara para adoptar los privilegios de los opresores, se trata de conquistar la libertad a travs de la emancipacin, de la transmutacin.

     Por lo que no basta con maquillar el aula y el espacio educativo actual, la solucin ya no pasa por colgar de las paredes cosas bellas para mirar, ni en redecorar la institucin hacia un tendente diseo nrdico. El lavado de cara esttico puede suponerse como positivo en un principio, pero no puede distraernos del verdadero problema, es decir, que el poder vista en camiseta y zapatillas en lugar de en chaqueta y corbata puede significar un intento por aproximarse a la realidad comn popular igual que la remodelacin de la escuela puede indicar una preocupacin por el bienestar del alumnado, pero el poder en zapatillas seguir sometiendo y el aula panptica de estilo IKEA ser su aliada.

     Esta renovacin esttica est en auge bajo las alas de grandilocuentes palabras como innovacin docente, que se acaba convirtiendo en un terreno que promociona los fuegos artificiales y el espectculo, de nuevo el cmo por encima del qu, con el agravante de que nadie cuestionara un buen show.

     Encontramos, por ejemplo, proyectos de humanizacin del espacio que en su principio est el mejorar las experiencias y relaciones humanas alrededor de un espacio. Aqu, la humanizacin tiene lugar a travs del color, es decir, la estructura espacial permanece inmutable y lo que cambia es la percepcin psicosensorial en relacin con el lugar, es decir, la transformacin que ejerce el color no se da tanto en el plano fsico sino en los estmulos que provoca. Con lo que esa pretendida humanizacin se traduce en una suerte de armonizacin, es decir, en convertir la estancia en ese espacio en una experiencia ms grata.

     Los rganos institucionales ceden ante el renovarse o morir y adoptan un aire menos siglo XVIII que contente a la masa no crtica popular y que acte, a su vez, de reclamo dentro de la oferta. As, ahora, la distraccin que pueda conllevar la redecoracin de -en nuestro caso- el aula se contempla como un mal menor. Casi resulta un complemento al efecto anestesiante del atiborre de informacin va TIC.

     En el rea hospitalaria, esta humanizacin del espacio se concibe -aparte de como el reclamo diferenciador mencionado- como una distraccin intencionada para el usuario. Esta ambientacin amigable termina por convertirse en un producto ms, pero al mismo tiempo se establece como una herramienta loable que no solo posibilita, sino que refuerza las relaciones humanas.

Figura 2. Sala peditrica de pruebas de TC en el NewYork-Presbyterian Morgan Stanley Childrens Hospital.

     Y es que la ambientacin, la esttica de un espacio es la primera sensacin y relacin que adquirimos para con este. El ambiente armnico se interpreta como informacin para el sistema nervioso, que determina si es peligroso o no para la supervivencia, si es placentero o doloroso. La psicologa ambiental dispone aquellos colores y ambientes que pueden resultar placenteros, por lo que el cuerpo identificar esa experiencia como positiva y querr repetirla en el tiempo (Di Paolo).

     Entonces, esa distraccin de lo importante que causaba el color como elemento decorativo, en realidad no es sino una atraccin, una captacin de la atencin, pues la capacidad de captar y centrar la atencin es el paso previo al aprendizaje y la memorizacin (Di Paolo).

      Esta estrategia de generar espacios asociados al bienestar para lograr y predisponer una mayor receptividad que acta como antesala de la concentracin apunta en una sola direccin: mejorar el rendimiento.

     As lo recoge un estudio de la Universidad de Salford, Manchester, cuyo objetivo era el de probar la eficiencia de un sistema espacial educativo que pueda estandarizarse y reducir costes en la construccin de estos nuevos espacios. El hallazgo arrojaba que casi tres cuartas partes de las variables del rendimiento del alumnado poda atribuirse al diseo y a los factores ambientales. Se concluy que, en igualdad de circunstancias, el rendimiento acadmico en un ambiente rico poda esperarse un 25% mayor que en un ambiente educativo pobre. Los factores tenidos en cuenta fueron: la iluminacin, los niveles de ruido, la orientacin del aula, la temperatura y la calidad del aire, as como la flexibilidad del espacio, la disponibilidad de almacenaje y la estructura del color (School of the Built Environment, 2012).

     Se culmina, entonces, con la seudonormalizacin del estilo Google, esto es, construir espacios que proyecten la idea y sensacin de bienestar, de distensin, de felicidad, que fomenten el flujo y la interaccin de personas para compartir conocimientos y experiencias y derivar en un incremento de la productividad de los trabajadores. La ecuacin es sencilla: empleados felices = buenos resultados. As, la sensacin de bienestar deja paso a la economa del bienestar, esto es, convertir en funcional y eficiente el bienestar social.

     Google entiende que cuidar el ambiente circundante al trabajador -tanto el laboral como el personal (con primas, vacaciones)- resulta directamente en un mayor nimo de este por satisfacer los objetivos de la compaa. El trabajador aqu no se considera como un operario o como un eslabn ms de la cadena, totalmente reemplazable, sino que se espera de l su completa capacidad y dedicacin para desarrollar proyectos de forma autnoma, diligente y creativa. El trabajador, desde su campo, participa de la toma de decisiones, lo que implica que este sentir la empresa como suya en cierta medida, y as, un mayor compromiso para con ella.

     Esta frmula supone un gran salto respecto del escaln anterior en las pretensiones educativas. Si antes se buscaba la cualificacin necesaria para desempear labores concretas del mundo industrial, la compleja realidad global actual pone sobre la mesa la nueva meta a alcanzar: la excelencia, esa palabra que ha terminado por perder su significado y su valor exclusivo al convertirse en mainstream. Si todo el mundo es excelente, ya nadie lo ser.

     A parte de la excelencia, el modelo Google, a travs de la delegacin de responsabilidades, deja entrever un proceso esencial para la construccin de la anhelada sociedad crtica y democrtica: el empoderamiento. Sin embargo, este sera un empoderamiento prestado y condicionado, que de algn modo trata de hacer olvidar al trabajador su condicin subordinada de proletario, generando as una cubierta de autoconfianza que destierra el auto- para trocarse en confianza.

     De tal manera, emancipacin y gobierno se presentan como contrarios. No existirn en el mismo plano la liberacin y la tutela, la independencia y la dependencia. Por lo que no tendr sentido pretender la autodeterminacin bajo una estructura opresora que la juzgue.

     Dicho de un modo mucho ms pragmtico: cmo puede uno sentirse en la osada de la autonoma cuando la escuela ha designado para ti un espacio especfico que encasilla tu movilidad? Solo existen dos vas para relacionarse con la escuela y con el aula: o bien o mal. Has de sentarte correctamente en tu silla designada (espalda pegada al respaldo, las cuatro patas en el suelo) tras tu pupitre designado y orientado hacia el profesor y la pizarra.

     Si se ha probado que el Aprendizaje Basado en Proyectos -o Problemas- y el cooperativismo fomenta esa autonoma del alumnado, qu sentido tiene que se organice el aula mediante mesas individuales? Si se comprende que la educacin debe centrar el foco en el autoaprendizaje del alumno, por qu dirigir la posicin y atencin de este hacia el profesor? Al igual que difcilmente se entablar un debate comn si los agentes implicados no pueden verse entre s.

     Del mismo modo, no servir de nada renovar el espacio educativo sin reformar las practicas docentes. En este sentido, y como pequea ancdota del proceso de las prcticas de enseanza en el centro escolar que se me concedi, un profesor no comparta la disposicin grupal de las mesas del aula puesto que aquellos alumnos que estaban sentados de espalda a la pizarra tenan que girar el cuello para lograr ver y atender la leccin que se explicaba. As que -y esto lo aado yo- por prevenir la tortcolis, se descart el cooperativismo.

     La organizacin -y, sobre todo, la transformacin- del aula, por tanto, no puede suponer una cuestin de moda y tendencia esttica, ni siquiera funcional o prctica.

     La forma en la que se distribuyan los pupitres condiciona completamente el tipo de relacin que se establece entre maestros y alumnos, entre los mismos estudiantes y entre ellos y el aprendizaje. Depender, pues, de la metodologa didctica que se use, pero tambin de la jerarqua relacional y social que se persiga la forma en que deber estar distribuido el mobiliario en el aula, orientados los pupitres o ubicado el profesor. (Montero, 2017).

     Esto es, no puede suponer un fin, ni otro medio ms que disfrace viejas prcticas, como lo es las TIC actualmente, que se han instaurado como un libro de texto vistoso.

     La transformacin del espacio educativo ha de concebirse como una herramienta para el aprendizaje libertario y para el empoderamiento del alumnado. Ha de suponer un paisaje que perpete la contrahegemona del mismo modo que el Panptico de Bentham aseguraba el ejercicio del poder y el sometimiento tan solo con la disposicin espacial.

     Luego, para evitar espacios coercitivos o meros cambios decorativos que trabajen en la lnea de la captacin, la consecucin de un paisaje de aprendizaje tendr lugar en tanto en cuanto este genere retos y desafos que impliquen alcanzar el autoaprendizaje mediante el asombro y el descubrimiento propio.

     Por ende, debemos virar el aspecto neutralizante y asptico de las aulas actuales hacia espacios que beban de los procesos naturales, pues no hay realidad con ms vida, sorpresas y descubrimientos que la propia naturaleza.

     Si no ha caminado mucho por ridas llanuras, si no han quemado sus pies ardientes arenales, si nunca le coloc la ardiente reverberacin de los roquedales encendidos por el sol, cmo queris que el aire fresco de una hermosa maana sea capaz de deleitarle? cmo pueden embriagar sus sentidos el aroma de las flores, el verdor de las plantas perladas de roco y el suave y mullido andar por el csped? qu clase de emocin le causar el trinar de las aves si todava desconoce los acentos del amor y del placer? cmo puede exaltarle el nacimiento de un da tan hermoso, si su imaginacin an no le sabe pintar los goces con que llenarle? Y, por ltimo, cmo le ha de entender la belleza del espectculo de la naturaleza si ignora cul es la mano que con tanto cuidado la engalan? (Rousseau, 2011).

     La naturaleza, como anttesis del no-lugar, se convierte entonces en ese espacio no formal en el que articular un dilogo que se centra en el proceso del propio dilogo. La naturaleza es, por tanto, un marco donde prescindir del artificio y del excedente para establecer un encuentro con el origen, con nosotros mismos. Esto no es practicar la renuncia, es, en esencia, vivir. Es entender que la naturaleza no es un lugar al que ir, sino que es cada uno de nosotros.

     As, al asumir esta dimensin de la natura, nos permite atender a la individualidad dentro de la colectividad, con lo que, a travs de la observacin y la exploracin, somos capaces de comprender y asimilar los elementos, procesos y fenmenos que conforman la realidad de un modo significativo al asumirlos como propios.

     Esta curiosidad y asombro que nos suscitan los problemas y soluciones que ofrece el contexto natural se traduce en aprender a aprender de la vida y para la vida, lo que nos permite mejorar el desarrollo cognitivo y ampliar la capacidad de razonamiento.

     Con todo, esta apologa de la naturaleza como ambiente enriquecedor y didctico no pretende establecer que la solucin definitiva pase por derribar las escuelas y trasladarnos a los montes, bosques o llanuras -que por un lado, y ms all del despertar de una conciencia ecologista y de una actitud armoniosa con nosotros mismos y con la comunidad (que podra significar la reduccin de los abusos y conflictos escolares), el contacto con la naturaleza (y no la imagen de la colina de Windows) puede constituirse como un medio empoderador y transformador- se trata de identificar esos procesos y adaptarlos de manera ms o menos literal y evidente en forma de espacio educativo.

Figura 3. Terra Ludi,[7] Simon & Tom Bloor. Obra permanente, Nine Elms, London, 2015.

     Este escenario de participacin directa y descubrimiento -como dira Bruner- fomenta el aprendizaje significativo, es decir, que son la propia experiencia y el propio discernimiento los que generan el conocimiento real, resultante de un dilogo establecido entre el espacio y los componentes de este y uno mismo, de tal modo que el espacio en s se constituye como una nueva realidad daprs cada uno. As, existirn tantos conocimientos como dilogos se entablen.

     Se asocia de esta forma el aprendizaje por descubrimiento con la distensin, la diversin y el juego, un juego entendido ms como participacin que como desahogo. En consecuencia, los espacios artificiales dedicados en exclusiva al juego, en general, debern respetar estos principios, mxime cuando es a travs del juego cuando nos suponemos en nuestro ejercicio libre. Sera muy confuso ejercer aquello que creemos como inherentemente propio bajo unas normas compresoras. Esto es, una pelota, como tal, como herramienta, presenta infinitas posibilidades de uso, sin embargo, un campo de ftbol, por ejemplo, con sus lneas y sus reglas adheridas, no representa para el jugador ningn estmulo significativo sino el desarrollo y perfeccionamiento de una destreza o habilidad.

     De este modo, se relaciona de forma directa el ejercicio de la libertad con el redil y el espacio delimitado para tal fin, con la alteridad, con el afuera. Y se hace inminente derribar los muros y barreras que dictaminen los tiempos y las acciones. As, no debera distinguirse una actividad segn el espacio que ocupa, pues coarta cualquier posibilidad fuera de ese patrn.

     Aun as, conocedor de que existe diferencia entre el adentro y el afuera en cuestin de actividades, no puede suponer una diferencia para con las libertades y las maneras de empoderamiento. Si no es posible destruir los cercados, no podemos sino destruir su cerco. No significa esto terminar por olvidar la funcin del cercado y adoptarlo como propio, todo lo contrario, se trata de identificar el espacio y apropirselo para que tenga lugar la metamorfosis.

Figura 4. Formula for living, Simon & Tom Bloor. Obra permanente, Cotham School, Bristol, 2011.

     A riesgo de repetirme, el paisaje de aprendizaje libertario no solo no subyuga y propone un marco estimulante, sino que supone un cambio de paradigma en cuanto a la construccin de las relaciones que se establecen en l. No es un lugar de paso, es un lugar habitado, de estancia, de interconexin, es la negacin de un no-lugar.

     Y as como al conocer la oscuridad se comprende la luz, al definir el no-lugar se concreta el lugar. En consecuencia, el no-lugar, trmino acuado por Marc Aug (2000), sera aquel derivado por los procesos de globalizacin y sobremodernidad -otro trmino de Aug- que alude al tiempo y al espacio de la superabundancia y el exceso, lo que plantea una nueva dimensin de la concepcin de la historia, que se instaura en un eterno y cambiante presente. Es decir, los tiempos en recorrer el planeta se acortan ya sea a travs de los veloces medios de transporte o por las vas de la tecnologa, lo que hace inevitable que el espacio mismo se achique, as, la celeridad, la instantaneidad y la individualidad del momento presente olvidan a un pasado fugaz y no posibilitan la atencin de un futuro.

     Los no-lugares vendran a ser los espacios del viajero -privilegiado exponencial del capitalismo- y la fast life: sin memoria del tiempo, impersonales, destinados a la transitoriedad.

     Son tanto las instalaciones necesarias para la circulacin acelerada de personas y bienes (vas rpidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transporte mismos o los grandes centros comerciales, o tambin los campos de trnsito prolongado donde se estacionan los refugiados del planeta (Aug, 2000).

Figura 5. Pont, Javier de Riba. Amposta, Catalunya, 2018.[8]

     Los lugares, por el contrario, seran espacios de identidad, histricos y relacionales. Esto es, que el espacio no condiciona y predispone la movilidad y el comportamiento y no reduce el aspecto identitario humano al de un sujeto y objeto, sino que supone una puesta en valor de la condicin social de la persona.  

     Sin embargo, puede un espacio suponerse lugar y no-lugar al mismo tiempo? Es decir, la condicin de lugar o no-lugar pertenece al propio espacio o es subjetiva a la interpretacin personal? Por ejemplo, si para m el centro comercial no es un lugar alienante de cruce, sino que significa un espacio de encuentro, de estancia y socializacin, dejara el centro comercial de ser un no-lugar para convertirse en un lugar? Es posible que, poco a poco, lleguemos a identificar como personales los lugares intrnsecamente impersonales, por lo que estaramos asistiendo a una transformacin de la intencionalidad e ideologa del propio espacio.

     El objetivo es, por tanto, no esperar la llegada de la utopa (que el Estado y sus espacios sean libertarios y no opresores), sino construirla a partir de la apropiacin y subversin de lo dado. No asumir que la solucin est en el afuera, en lo privado, sino aprovechar los subterfugios de lo pblico para luchar desde, por y para lo pblico. existe un espacio pblico no estatal en el campo educativo? -cuestiona Miriam Feldfeber (2003)-  lo pblico trasciende a lo estatal al mismo tiempo que no es otra cosa que lo estatal. Esto es, se trata de asumir lo pblico como herramienta pblica y no estatal.

     As, aunque el Estado decrete legalmente las normativas de diseo y constructivas para los edificios de uso docente (ORDEN de 24 de enero de 2003), no podr dictaminar el tipo de relaciones que se gesten en torno a ellas. Del mismo modo que se desacraliza una iglesia para convertirse en biblioteca o en skate park o en hogar particular y se reduce el concepto de iglesia a la tipologa espacial y no a unas determinadas y preasociadas maneras de conducta, movimiento en tiempo y espacio, vestimenta, interrelacin, etc., el Panptico de Bentham, la escuela, ser estatal como fisicidad, pero pblica en su labor.

     De esta forma, en nuestro hacer contestatario, debemos modificar los espacios institucionales estandarizantes de trnsito hacindolos nuestros, okupndolos, habitndolos. Hasta que se tiren los muros y se construyan las escuelas libertarias empoderadoras que nos ocupan, habremos de instalar nuestras salas de estar en las celdas de la crcel. insisto! No para hacer nuestra estancia ms cmoda, sino para derrocar los intereses subyugantes de los barrotes.

     Prescindiremos de su lenguaje y su metalenguaje. Ni la crcel ser crcel, ni el aula, aula. Al nominarse de forma distinta y al albergar distinta actividad no podrn sino convertirse en otra cosa.

     El aulario modular, repetitivo y fragmentario de la organizacin espaciotemporal da paso al espacio educativo polivalente que promueve la interrelacin y que plantea que el aprendizaje puede suceder en diversos tiempos y espacios, a modo del learning landscape de Herman Hertzberger.[9] Los pasillos, no-lugares insertos en macro no-lugares, a su vez, dejan de asistir a la tarea de conexin para contribuir al concepto de hbitat, para as, no identificar aula ni pasillo, sino la comunidad escolar como tal.

     Por tanto, un contexto educativo ideal debera permitir la versatilidad y la posibilidad de crear grupos con diferentes distancias proxmicas, con un equilibrio entre espacios privados y espacios pblicos, entre espacios reflexivos y espacios de debate, en los que los alumnos puedan contar, tambin, con entornos ms informales (Martire, 2017).

     Se genera, entonces, el espacio que mantiene una relacin dialgica para con la didctica, que no discrimina fronteras intra y extraescolares, que relaciona no solo a las personas sino a los lenguajes y saberes, de la forma en que la esttica (no la decoracin) conecta y vincula aquellos elementos que se suponan aislados. Debemos ser capaces de ver las relaciones antes que los trminos relacionados -deca Malaguzzi (Hoyuelos).

     A propsito de Malaguzzi y su pedagoga, Reggio Emilia, supone un paradigma para con la asuncin de una tipologa espaciotemporal que al mismo tiempo acta como metodologa. Sus espacios, los atelieres, suponen una herramienta de experimentacin en s misma, donde a travs de la expresin plstica se plasma esa idea de integracin e interrelacin de (los 100) lenguajes.

     Se diluyen, por tanto, el espacio, el tiempo y la materia para devenir en la experiencia libertaria, crtica y empoderadora, y as como identificbamos el dilogo y el espacio educativo como aliados para tal vivencia, encontramos en las artes y la expresin plstica otro socio que avanza en igual direccin y con el mismo mpetu.

     Las artes -la msica, la arquitectura, la danza, la fotografa, etc­tera-, igual que las dems reas de experiencia -la geografa, la salud, la ciencia, la tecnologa, etctera- son susceptibles de educacin y cons­tituyen, en cada caso, el rea cultural especfica que es el objetivo en la educacin de las personas. Se puede hablar de la educacin artstica como mbito general de educacin. La educacin artstica es, antes que nada, educacin y, por tanto, como educacin, es, en cada persona, un proceso de maduracin y aprendizaje que implica, desde las artes, el desarrollo de la inteligencia, la voluntad, la afectividad, la operatividad, la proyectividad y la creatividad, orientado al desarrollo de valores vinculados al carcter y al sentido inherentes al significado de la educacin (Tourin, 2016).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 6. All Schools should be Art Schools, Bob & Roberta Smith. 2012.


 

 

Referencias

 

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[1] Vital entendido en su doble acepcin: 1. adj. Perteneciente o relativo a la vida; 2. adj. De suma importancia o trascendencia (Real Academia Espaola, 2017).

[2] [] al listar las naciones de acuerdo con el volumen de su Producto Interno Bruto, el pas No. 15 se llama General Motors, y el 16, Exon Company... En 1994, el Producto Interno Bruto de El Salvador era de 8,070 millones de dlares; en el mismo ao, la facturacin de Mitsubishi era de 175,800 millones de dlares; Mitsui facturaba 171,500 millones de dlares; Sumitomo 162,500 millones de dlares; General Motors 155,000 millones de dlares... Es decir, 20 o 22 veces el Producto Interno Bruto de El Salvador. Al ser estas megaempresas veinte veces ms poderosas que muchos Estados, arrollan nuestras fronteras con sus productos y capitales. En realidad, no necesitan arrollar las fronteras porque la teora imperante ordena que los Estados deben facilitar los flujos de mercancas y capitales y fomentarlos con subvenciones inmensas y que en tamao superan la cantidad de subvenciones que el Estado Social jams haya efectuado  (Ibisate, 1998).

[3] Norman Tebbit, uno de los hombres de confianza de Thatcher, tras las grandes manifestaciones de los 80 que protestaban contra el nivel tan alto de paro ocasionado por las polticas de desindustrializacin, dijo: cuando mi padre perdi su trabajo a principios de los 30, no protest; se subi a su bici y busc trabajo. Y esa idea de subirse a la bici se convirti en un eslogan nacional, que vena a decir que, si estabas desempleado, no era culpa de la sociedad ni del gobierno, era tu propia responsabilidad. Con lo que desarmaba toda posible colectivizacin, intentando capturar ese sentido de nueva modernidad de individualismo en el que puedes hacer lo que quieras (Jones, 2017).

[4] Tacet es un trmino utilizado en notacin musical para indicar que el intrprete de un instrumento o voz no debe sonar. En la partitura de 433, ms all del tiempo estipulado de duracin de la pieza, cuatro minutos y treinta y tres segundos, figuraba este nico elemento, tacet.

[5] Al ro que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime On Violence. Bertolt Brecht.

[6] Esta frase la dice un esclavo rebelde en la obra de teatro Et les chiens se taisaient [Y los perros callaban], escrita por Aim Csaire en 1958. En ese contexto, la hora desatada era el momento de enfrentarse a algo, de elegir, de tomar una decisin, y una decisin importante, porque el esclavo se jugaba la vida, pero para l la libertad era ms importante que la vida (Pallier, 2018).

 

[7] Ludi, en latn: juegos, diversin, entretenimiento (pan y circo), pero tambin escuela.

[8] Convertir un lugar de paso en un lugar de estancia. La situacin migratoria es alarmante. Refugiados, desplazados y exiliados, personas a las que se les ha obligado a hacer vida en No-Lugares (De Riba, 2018).

[9] Arquitecto y pedagogo estructuralista holands. Entiende la arquitectura como lo pblico, como lo colectivo, siendo las escuelas el mximo exponente de lo pblico. La estructura prevalece por encima de su funcin, es decir, la estructura plantea un marco y son las personas y el tiempo quienes completan el edificio.