Revisi—n del Surrealismo para una Educaci—n
Art’stica de lo ins—lito: del simulacro a la imagen-objeto
Review of Surrealism for an Art Education of the unwonted: from sham to
visual conceit
Recibido 31/10/2019 Revisado 28/11/2019 Aceptado 11/12/2019 Publicado 31/01/2020
Universidad de Le—n, Espa–a.
javierdzm@gmail.com
Resumen:
Proponemos una revisi—n del Surrealismo desde una perspectiva
curricular postmoderna, con metodolog’as multimodales como la DBAE o la A/r/tograf’a que permitan integrar creatividad e investigaci—n
en la Educaci—n Art’stica. En este sentido, la Vanguardia moderna es recuperada
para hacer de ella una relectura que se adapte a las necesidades del ‡rea y
aproveche el potencial creativo-cr’tico de los estudiantes. Comprendemos que en
este terreno se dan las condiciones favorables para evitar las inercias, y
prejuicios m‡s frecuentes, sobre el fen—meno estŽtico: el de un nuevo espacio
(surrealista) dominado por el concepto de `juego« entre textos e im‡genes
autorreferenciales que invitan a la indagaci—n. Lo que viene acopl‡ndose —ptimamente
a la din‡mica de `Proyecto« creativo.
Sugerencias
para citar este art’culo Dom’nguez Mu–ino, Javier (2020). Revisi—n del Surrealismo para una Educaci—n
Art’stica de lo ins—lito: del simulacro a la imagen-objeto. Tercio Creciente, 17, p‡gs. 33-45. https://dx.doi.org/10.17561/rtc.n17.3 DOMêNGUEZ MU„INO, JAVIER. Revisi—n
del Surrealismo para una Educaci—n Art’stica de lo ins—lito: del simulacro
a la imagen-objeto. Tercio Creciente, enero
2020. n¼ 17, pp. 33-45. https://dx.doi.org/10.17561/rtc.n17.3
Abstract:
We propose a review of Surrealism from a postmodern curricular
perspective, with multimodal methodologies as ABR or A/r/tography
which that they will allow the integration of creativity and research in Art
Education. In this sense, the modern Vanguard is recovered to make it a
rereading that adapts to the needs of the discipline and will take advantage of
the creative-critical potential of students. We understand that favourable conditions exist in this area to avoid inertia and more frequent
prejudices about the aesthetic phenomenon: the area of a new (surreal) space
dominated by the concept of `riddle« between texts and self-referential images inviting to the
inquiry. What is optimally matched to the dynamic of creative `Project«.
Palabras Clave/Key words
Educaci—n Visual;
Vanguardias; Surrealismo; Imagen-objeto; Autorreferencialidad;
Juego; Digresi—n
Visual Education; Avant-garde;
Surrealism; Visual conceit; Self-referentialness; Ridlle; Digression
1. Introducci—n: Àpor quŽ el Surrealismo?
Volver al Surrealismo es, en el campo de la Educaci—n
Art’stica, rehacer un camino que no por muy documentado extingue su
potencial. Revisarlo no es s—lo la recuperaci—n de una vanguardia hist—rica, y
reafirmar los presupuestos de aquel giro del pensamiento y la creatividad, sino
el ejercicio de plantear un paradigma y una casu’stica que nos servir‡n para
una pedagog’a del arte.
El paradigma, es aquŽl que niega las
artes visuales como mero simulacro o espacio de representaci—n teatral (Fried, 2004), afirmando su rotundo papel como hontanar de
ideas y provocaci—n de conceptos o relaciones aœn por venir. La casu’stica es
aquella producci—n pl‡stica y visual que irrumpi— en torno a esta Vanguardia;
reconceptualizando las funciones del arte, y subvirtiendo el rol pasivo o
espectador al que hab’amos quedado relegados en la concepci—n tradicional (que
no, por tradicional, ha cesado de contagiar las ideas previas y prejuicios de
estudiantes `frente a« los objetos y fen—menos estŽticos, como bien podemos
comprobar en la pr‡ctica docente).
`Repensar« el Surrealismo no es
aqu’, por tanto, una ambici—n historicista o adhesi—n te—rico-estŽtica; se
trata de asumir lo ya aprendido de aquellos enfoques que alteraron la
fenomenolog’a del arte (el c—mo `hacerlo«, el c—mo `percibirlo« o `leerlo« -si
cabe-), y de utilizarlo en la docencia de nuestro ‡mbito como un modelo o paradigma
que implica lo epistemol—gico, lo estŽtico y lo cr’tico-discursivo. De este
modo, al estudiante se le plantea cuestionar: ÒquŽ es y c—mo conocerÓ; ÒquŽ es
y c—mo identificar o percibirÓ; y Òc—mo operan el pensamiento y la imaginaci—n
creativaÓ (fomentando un flujo din‡mico que requiere una metodolog’a
multimodal).
Advertimos estos apuntes iniciales acerca
del Surrealismo, en tanto somos tambiŽn conscientes de su distancia y
diferencias respecto del momento y posici—n en que lo observamos. En esta revisi—n,
o replanteamiento, aprovechamos aquellos aspectos œtiles para un dise–o
curricular -o para una l’nea pedag—gica en que inscribir estos dise–os conforme
a metodolog’as fundamentadas-; de manera que no tratamos de hacer una
traslaci—n literal, o asunci—n total, de aquellas ideas y contextos que
fraguaron Žsta, u otras vanguardias en la 1» mitad del XX.
Abunda la literatura que nos ha dado
cuenta y testimonio de ello: tanto las fuentes primarias -manifiestos y textos
de los propios artistas- (Breton [1924; 1930; 1941; 1953]; Aragon,
[1930]; Crevel, [1932]; Magritte, [1946]) como los
estudios exegŽticos. Lo que s’ merece traer a comentario es, en s’ntesis, el
car‡cter anal’tico y cientificista que predomin— en aquellas corrientes;
dominadas, as’, por ‡nimos elitistas y actitudes paracient’ficas que se ve’an
desafiados por un fuerte positivismo que marcaba la Žpoca. Lo que no impide que
hubiera posiciones, por el contrario, metaf’sicas o espiritualistas como la que
protagoniz— W. Kandinsky o P. Klee (a quienes debemos sus reflexiones y esbozos
pedag—gicos). Pero tanto unos como otros casos, dif’cilmente pod’an sustraerse
al marco general del momento: el de una Modernidad cuyos rasgos, trasladados al
‡mbito curricular, se contraponen o difieren de los que hoy, situados en un
curr’culo postmoderno, defendemos (Efland, Freedman y Stuhr, 2003). Frente a los valores desprendidos
entonces (exclusivismo, innovaci—n, progreso unidireccional), hoy nos situamos
en otro paradigma axiol—gico y, por ende, curricular, al que caracterizan las
actitudes inclusivas; no s—lo por Žtica o generosidad sino por un profundo
cambio de mentalidad que subyace. Sencilla y fundamentalmente hemos venido
comprendiendo, desde el pionero Dewey, que la creatividad es una condici—n
inherente a todas las personas; y no el santuario equivalente a cierta y
juzgable altura intelectual que, en las vanguardias, entendieron muchos de los
artistas. Por no soslayar esta importante cuesti—n, citemos al caso este claro
fragmento, de incuestionable vigencia, del Arte
como experiencia:
ÒLas obras de arte no alejadas de la vida comœn,
ampliamente gozadas por la comunidad, son signos de una vida colectiva
unificada. Pero son tambiŽn una ayuda maravillosa para la creaci—n de esa vida.
La reelaboraci—n del material de la experiencia en el acto de expresi—n no es
un acontecimiento aislado confinado al artista y a unas personas que, de vez en
cuando, gozan de la obra. En el grado en que el arte ejercita su papel, es
tambiŽn una reelaboraci—n de la experiencia de la comunidadÓ (Dewey, 1949:
265-266).
El pensador norteamericano,
promovedor de que girasen los planteamientos pedag—gicos en torno al arte en
una de las mayores reformas educativas como bien conocemos, sembr— la semilla
de un proyecto filos—fico que ha excedido al propio autor por varias dŽcadas:
lo que hace que a su relectura no reste oportunidad.
Pero estas consideraciones negativas
de las vanguardias, no obstante, no quitan que en tan amplio y variado
manantial hubiera aspectos de enorme interŽs: como el de asistir a la figura de
artistas que a la par asumen el rol de investigadores, y creadores de un
lenguaje y discurso en que el proceso intelectual parec’a terminar. Ensayistas
posteriores lo han descrito y explicado bien aplic‡ndolo incluso a las artes
literarias o a las nuevas formas de escrituras, en que -rasgo esencial de la Modernidad-
los artistas no ve’an completada su labor creativa hasta que tambiŽn la
teorizaban en paralelo o posterior (Friedrich, 1974; Paz, 1989). Precisamente
otra virtud que hoy reconocemos al Surrealismo es la de haber desarrollado la
intertextualidad: conjugar y permitir el di‡logo entre los distintos lenguajes
art’sticos o de reconocible valor estŽtico, como la escritura y la
pl‡stica-visual. Baste recordar piezas como ÒCarburador infantilÓ (1919) de
Francis Picabia; ÒEl vivo espejoÓ (1928) y ÒLa
traici—n de las im‡genes [Esto no es una
pipa]Ó (1929), ambas de RenŽ Magritte; o
ÒLepid—pteraÓ (1968) de Leonora Carrington, donde leemos expl’citamente gritos
que denuncian situaciones sociales y pol’ticas, as’ como un poema del inglŽs
John Donne. TambiŽn se conjugan, si no letras y
palabras, signos matem‡ticos o que funcionan como iconos parlantes y legibles:
es el caso de ÒLas fases de la nocheÓ
(1946) de Max Ernst y,
volviendo a Magritte, ÒEl temerario durmienteÓ
(1928).
Ilustraci—n 1:
El vivo espejo / îleo, 1928 / RenŽ Magritte / Fuente:
Web
All’ se concibe y plantea esta
posibilidad combinatoria de lenguajes que abre un interesante terreno a las
artes visuales, desacotando el estatuto de la imagen que hasta entonces hab’a
permanecido vigente. Se trata de una de las m‡s fuertes crisis (en el sentido
m‡s positivo) del espacio art’stico. As’ como hab’amos de haber esperado a Courbet y a Toulouse-Lautrec para romper el espacio teatral
encuadrado en la imagen, cuando ÒEl origen del mundoÓ (1866) permite que un
cuerpo exceda o desborde el cuadro, y ÒEn el Molino Rojo, el baileÓ (1890)
corta la figura para crear la instant‡nea capturada de una acci—n o vida que
sigue m‡s all‡ de esa imagen, hubimos de esperar tambiŽn a las propuestas
surrealistas y dad‡ para reconcebir
la imagen como una cosa propia; como un objeto o idea que goza de soberan’a sin
desdoblamientos jerarquizados de realidad. Es decir, el replanteamiento de la
imagen como un contenido en s’ misma en vez de un continente destinado a
albergar `lo representado«. A este giro, justamente, queremos prestar nuestra
atenci—n y revisi—n aprovech‡ndolo en la educaci—n art’stica. Tomando el
pensamiento duchampiano, promovemos la idea central de abandonar la mirada
espectadora y pasiva, y empezar a dejarnos alterar por las cosas u objetos
art’sticos (Duchamp, 2012). En Teatro han venido a llamarlo coloquialmente
Òromper la cuarta paredÓ (no ignoremos las aportaciones de Bertolt Brecht a las
formas del arte experimental moderno). Aqu’, tambiŽn se trata de romper la
ficticia barrera del simulacro-imagen para interactuar, sin jerarqu’as
preestablecidas entre `el autor« y `un espectador«, acometiendo aquello que los
surrealistas preconizaban y defend’an como exploraci—n, indagaci—n, connatural
y necesaria entre participantes o co-jugadores. De
ah’ que las estŽticas derivadas desde entonces hayan otorgado un papel
fundamental al concepto de `juego« en las artes. Adorno apunta en sus Paralip—menos:
ÒEn el concepto de arte, el juego es el momento mediante el
cual el arte se eleva inmediatamente por encima de la inmediatez de la praxis y
de sus fines. Al mismo tiempo est‡ ligado hacia detr‡s a la infancia, si no a
la animalidad. En el juego, el arte retrocede mediante su renuncia a la
racionalidad instrumental por detr‡s de Žsta. La obligaci—n hist—rica de que el
arte alcance la mayor’a de edad va en contra de su car‡cter de juegoÓ (Adorno, 2004:
419).
Citemos tambiŽn estos reveladores
fragmentos, del imprescindible Gadamer, sobre el `elemento lœdico del arte«:
ÒEl espectador
es, claramente, algo m‡s que un mero observador que contempla lo que ocurre
ante Žl; en tanto que participa en el
juego, es parte de Žl [É] Uno de los impulsos fundamentales del arte moderno es
el deseo de anular la distancia que media entre audiencia, consumidores o
pœblico y la obra [É] Es un error creer que la unidad de la obra significa su
clausura frente al que se dirige a ella y al que ella alcanza. La identidad
hermenŽutica de la obra tiene un fundamento mucho m‡s profundo. Incluso lo m‡s
ef’mero e irrepetible, cuando aparece o se lo valora en cuanto experiencia
estŽtica, es referido en su mismidadÓ (Gadamer, 2010:
32-33).
Entre ambas alusiones al juego,
radica un elemento llamativo: el de la defensa disruptiva o digresiva en que,
lo creativo, se desembaraza de un raciocinio perverso, controlado por algunos,
y guiado o predestinado a los papeles y cometidos en cuyo reparto no tenemos
participaci—n. De ah’ que propongamos alinearnos con una estŽtica `de lo
ins—lito«; enfocar, la creatividad, hacia las ventajas de `lo inquietante« y
los beneficios inclusivos de una partida sin trucaje, donde las reglas se
aprenden performativamente a modo de `acertijo« (en
la acci—n hermenŽutica a la que Gadamer otorg— el papel esencial: pues todos
interpretamos porque todos vivimos en relaci—n con las manifestaciones
art’sticas, y as’ es como las transmutamos, o confirmamos que `estaban (y
seguir‡n estando) sin terminar«). Frente a la clausura, la noci—n de `lo
abierto« permite tambiŽn que aquellos presupuestos de Dewey no caigan hoy, en
el panorama contempor‡neo, en barbecho: la coparticipaci—n no es una condici—n
forzada respecto a las artes, sino el comportamiento natural que s—lo puede
registrar la creatividad.
Entre el simulacro
teatral (una ficci—n —ptica que materializa) y la acci—n o performatividad
(un concepto intangible que subyace), se ubica en el tiempo el arte objetual
como gŽnero que mejor representa `lo inquietante« o `lo ins—lito«; surgido del
programa o planteamiento surrealista, y cuyo m‡s claro extremo es el ready-made
duchampiano con ejemplos como el conmovedor ÒInfelizÓ (1919), del propio Marcel
tras la pŽrdida del v’nculo familiar con su hermana, o ÒEl enigma de Isidore DucasseÓ (1920; 1971) de Man Ray, donde ya habremos de
hablar de una intertextualidad con la cŽlebre prosa poŽtica y surrealista de
ÒLos Cantos de MaldororÓ (1869) de LautrŽamont -seud—nimo de Ducasse-.
Tanto un libro de geometr’a aj‡ndose al viento sobre el pretil de una ventana,
como una m‡quina de coser (bien recuerda a una m‡quina de escribir) envuelta en
lana atada por una cuerda, son objetos soberanos o im‡genes que han roto
aquella barrera representacional para encarnar un nuevo y muy distinto estatuto
ontol—gico (modo de ser, aparecer y existir). En este tipo de objeto o Òacontecimiento visualÓ (Mirzoeff, 2003: 34), la interacci—n sucede, m‡s all‡ de que
sea prestada o tomada, en el propio `juego« brotado que todo proceso creativo
siembra; el de fomentar interrogantes sin las respuestas dictadas, provocando
ese acertijo o enigma (como emplea Man Ray en su t’tulo) que dif’cilmente puede, no alterarnos, o
dejarnos indiferentes.
Ilustraci—n 2:
El enigma de Isidore Ducasse
/ Ready-made, 1920; 1971 / Man
Ray / Fuente: Web
2.
Engranaje estŽtico-educativo en torno a un modelo de espacio art’stico (m‡s
all‡ del espacio)
En nuestra ‡rea de conocimiento, la
Did‡ctica de la Expresi—n Pl‡stica y Visual, el alumnado universitario ha demostrado
contraer los errores de base que la ense–anza media (inevitablemente
incardinada en una sociedad que late allende los dise–os curriculares) no ha
sabido o podido, en muchos casos, evitar o enmendar. De tal manera, es un
fen—meno frecuent’simo que los estudiantes, aun de ense–anza superior, afronten
nuestras asignaturas con el estupor y la sospecha a que el ideario les confina.
Ese ideario, es sabido, habla de `funci—n mimŽtica« (mera reproducci—n), de
`virtuosismo« (habilidades o destrezas), de `agrado« y `ornamento« (liquidando
as’ toda dimensi—n intelectual de las artes), etc. En s’ntesis, un deformado
puzle del que oy— campanas sin conocer el sentido de aquellos sonidos, e
inconscientemente lo transmiti—. El solo elemento que hemos mencionado en
primer lugar (y que constri–e el arte al rŽgimen ocular de la m’mesis) deja al
estudiante desarmado, y basculando, entre dos frases coloquiales que se
contradicen: Òyo no sŽ dibujarÓ y Òeso lo pintar’a cualquieraÓ. En cambio, es
extra–o escuchar que alguien afirme convencido Òyo no sŽ pensarÓ o ÒimaginarÓ o
ÒrecordarÓ o ÒjugarÓ. De ah’ que esta revisi—n, o recuperaci—n interesada para
el campo de la ense–anza art’stica, nos resulte acuciante y apropiada.
Todo juego se provee de un tablero:
ese espacio en que se despliegan sus posibilidades y preguntas, sin la previa
delimitaci—n que ha sido refutada. El espacio surrealista (espacio,
prevalentemente, conceptual como decimos) dispone oportunidades sobradas para
aprovecharlo en el aula. Si tuviŽramos que resumir aqu’ sus rasgos
fundamentales, bien podr’amos enunciarlos en Žstos tres vŽrtices:
-El espacio como un lugar-objeto; por una parte, esto
implica que la imagen sustancia ahora una `inversi—n significativa de la
realidad«, y por otro lado esto puede exponerse a los estudiantes como `espacio
donde ya no ocurre algo sino que el espacio es lo que ocurre«. De ah’ las expresiones lugar-objeto o imagen objetual.
-El espacio disgregado como `descolocaci—n o
descontextualizaci—n formal-conceptual«, por aquello de la inversi—n
significativa que implica de la realidad (entendida como una afirmaci—n compacta
y convencional, sin grietas ni mutaciones). Al disgregarse forma y concepto, se
produce esa imagen estŽtica que refer’amos de `lo extra–o«, `lo ins—lito« o `lo
oscilante« (transitando de la tradicional contemplaci—n al juego de la
indagaci—n).
Ilustraci—n 3: Lepid—ptera
/ TŽcnica mixta, 1968 / Leonora Carrington / Fuente: Web
-Y la quiebra de la l—gica en cuanto a la provisi—n de
informaci—n visual; un rasgo estrechamente vinculado con la fragmentaci—n de
las im‡genes art’sticas que se manejan en el aula, en tanto estas im‡genes
surrealistas liquidan o evaporan la `totalidad unitaria«. Pues los objetos
estŽticos son liberados del mundo significativo y funcional, quedando abiertos
a destinos ignotos a travŽs de reminiscencias, ambigŸedades identitarias,
metamorfosis o esquemas imagin’sticos (recursos,
todos ellos, con que dar cobertura al nuevo espacio surrealista).
De esta triangulaci—n que exponemos,
se desprende la enorme densidad ontol—gica de este espacio estŽtico: las
im‡genes acumulan una amalgama de (im)posibles
realidades mœltiples, a modo de volater’a que dinamiza la imaginaci—n. En esta
tormenta o proceso, puede explicarse y poner en pr‡ctica tambiŽn la llamada
Òescritura autom‡ticaÓ (Breton, 2009), que el autor de los tres manifiestos surrealistas
(1924, 1930 y 1942) empleara tanto en solitario como en t‡ndems creativos: con
los poemarios ÒLos campos magnŽticosÓ (1920) -escrito con Philippe Soupault- y
ÒLa Inmaculada Concepci—nÓ (c. 1930) -junto con Paul ƒluard-. As’, por tanto,
reconocemos la importancia de que, en la pr‡ctica docente universitaria de
Expresi—n Pl‡stica y Visual, se incorporen tanto los textos como las im‡genes
(que a su vez destilan im‡genes, los primeros, y permiten ser le’das, las
segundas).
En el entorno educativo superior, lo
m‡s caracter’stico del espacio surrealista es el doble juego experimental de
codificaci—n y descodificaci—n al que el alumnado se enfrenta; sirviendo, las
puestas en comœn o las din‡micas de grupo, para potenciar y satisfacer estos
procesos. Tras la experiencia docente desarrollada en este çrea de
conocimiento, en las universidades de Sevilla y de Le—n, hemos podido constatar
el —ptimo funcionamiento de trabajar estos contenidos mediante ÒProyectosÓ
(siguiendo el propio modelo que los surrealistas iniciaron).
La Educaci—n Art’stica cuenta con un buen nœmero de modelos
pedag—gicos y metodolog’as para afrontar este reto y resolver las problem‡ticas
se–aladas aqu’ muy brevemente. Aunque Žste no es el espacio para abrir una
discusi—n metodol—gica extensa, s’ cabe resaltar los mŽtodos en educaci—n
art’stica DBAE y A/r/tograf’a. La Investigaci—n
Basada en Artes, o Disciplina Basada en la Educaci—n Art’stica (DBAE), nacida
de las aportaciones de Elliot Eisner
en 1993; y la A/r/tograf’a, acr—stico compilatorio de
ÒartÓ (arte), ÒresearchÓ (investigaci—n) y ÒteachingÓ (ense–anza), fruto de las aportaciones de Rita Irwin y Alex de Cosson en 2003,
nos disponen un marco metodol—gico id—neo para el abordaje de los ÒProyectosÓ,
caracterizados por la integraci—n (holismo) de medios/lenguajes art’sticos.
El propio Eisner se reafirma como
precursor en la defensa y fomento de una mirada hol’stica: Ò[resolviendo] el
problema que se origina en la antigua contradicci—n entre pensamiento abstracto
y experiencia sensorial. [Pues] Su propuesta es adoptar una visi—n art’stica de
los problemasÓ (Juanola y Masgrau,
2014: 495). En esta misma l’nea se pronunciaban los propios precursores:
ÒLa
investigaci—n basada en artes era -y es- un intento de utilizar las formas de
pensamiento y las formas de representaci—n que proporcionan las artes como
medio a travŽs de las cuales el mundo puede ser comprendido mejorÓ (Barone y Eisner, 2012: 11).
Estos enfoques vienen a celebrar la posibilidad de
fructificar, en las aulas, sinergias creativas. Asimismo, distinguimos la
aportaci—n de Irwin y de Cosson
(situada en 2003) por su origen vinculado estrechamente al ‡mbito formativo de
las artes. Ese contexto germinativo de la A/r/tograf’a
tambiŽn ayuda a entender su holismo como un rasgo m‡s connatural que pretendido.
La propia Irwin explica que esta nueva metodolog’a significa:
Òindagar
en el mundo a travŽs de un proceso continuo de creaci—n art’stica [É] de forma
interconectada [É] para crear nuevos o m‡s amplios significados. [Y a–ade que]
El trabajo a/r/togr‡fico se realiza, a menudo, a
travŽs de los conceptos metodol—gicos de contigŸidad, indagaci—n vital,
aperturas, met‡fora/metonimia [É] que se representan y se presentan o ejecutan
cuando una indagaci—n estŽtica relacional se visualiza como conocimiento encarnadoÓ
(Irwin, 2019).
La importancia de emplear metodolog’as multimodales desde un
curr’culum postmoderno (que superan la brecha dicot—mica entre las
cuantitativas y cualitativas), y aplicarlas a los contenidos propuestos de la
modernidad (los del Surrealismo), permite seleccionar aspectos y hacer
relecturas constructivas, de manera que con la mayor versatilidad -y
transversalidad- puedan articularse los referidos ÒProyectosÓ.
El catedr‡tico en EstŽtica y Teor’a de las Artes JosŽ
JimŽnez, cuyo trabajo ha compaginado los intereses antropol—gicos y educativos
sobre el arte, as’ como especializado en el Surrealismo, nos explica y da
testimonio acerca de este modelo o mŽtodo de hacer en su Teor’a del arte:
Ò[É] el trabajo art’stico se llena de implicaciones extraart’sticas:
sociales, pol’ticas, etc., algo que, a su vez, demandar‡ un ejercicio, ahora ya inmanente, dentro del arte, de
reflexi—n y formulaci—n. ƒste y no otro es el autŽntico motivo de los
textos program‡ticos, definiciones de `poŽtica« o de `estŽtica«, y manifiestos,
que jalonan la experiencia de las vanguardias. Con la vanguardia, se introduce
en el arte la din‡mica del proyecto,
en la que se expresa una concepci—n laica, espec’ficamente moderna, de la vida
y el proceso hist—rico [É] En la gran pluralidad de las vanguardias aparece
siempre esa constante, en todas ellas se formulan proyectos de arte con los que se pretende cambiar la vidaÓ
(JimŽnez, 2010: 165).
Con estos esquemas en mente, inquirimos la prevalencia de
`indagar« y `comprender«; dos acciones sin las cuales ser’a imposible abordar
el verdadero sentido de la propuesta: a saber, una invitaci—n a cada uno y todo
estudiante a emprender un viaje sin el list—n o destino marcado (`rutas
personales«) para jugar en la bœsqueda y resignificaciones. Lo que aspira
-humildemente, pero con convicci—n- a disponer un espacio educativo en artes
visuales donde el estudiante pueda comprobarse, a s’ mismo, como creador de
distintas formas de comprensi—n de una realidad poliŽdrica. Son en este
territorio, las `comprensiones«, las formas adaptadas que m‡s convenientemente
podr‡n sustituir a las `conclusiones« tradicionales y cerradas. Y Žstas van a
depender, fruto del juego creativo, de cada estudiante convertido en co-jugador o participante.
Referencias
ADORNO, Theodor W. (2004).
Teor’a EstŽtica (Obra completa, 7). Tiedemann, Rolf (ed.); Navarro PŽrez, Jorge (trad.). 1» ed., 2» imp.
Madrid: Akal, 512 p.
BARONE,
T.; EISNER, E. W. (2012). Arts Based Research
[Investigaci—n Basada en Artes]. 1» ed. Thousand Oaks, California: SAGE Publications,
204 p.
BRETON,
AndrŽ (2009). Manifiestos
del Surrealismo. Bosch, AndrŽs (trad.). 2» ed. Madrid: Visor, Colecc. Visor Literario, 279 p.
DEWEY, John (1949). El arte
como experiencia. Ramos, Samuel (trad. y pr—l.). 1» ed. MŽxico: Fondo de
Cultura Econ—mica, Colecc. Filosof’a, 319 p.
EFLAND,
Arthur D.; FREEDMAN, Kerry; STUHR, Patricia (2003). La educaci—n en el arte posmoderno. Vermal, Lucas (trad.). Barcelona: Paid—s IbŽrica, 237 p.
FRIED, Michael (2004). Arte
y objetualidad. Ensayos y rese–as. Guardiola, Rafael
(trad.). Madrid: Antonio Machado Libros, Colecc. La
Balsa de la Medusa, 364 p.
FRIEDRICH, Hugo (1974). La
estructura de la l’rica moderna. De Baudelaire hasta nuestros d’as. Petit, Joan (trad.). 1» ed. Barcelona: Seix
Barral, Colecc. Biblioteca breve de bolsillo, Serie
Mayor, n¼ 24, 399 p.
GADAMER, Hans-Georg (2010).
La actualidad de lo bello. G—mez Ramos, Antonio (trad.); Argullol,
Rafael (intr.). 1» ed., 7» imp. Barcelona: Paid—s IbŽrica e I.C.E., Universidad Aut—noma
de Barcelona, Colecc. Pensamiento Contempor‡neo, 124
p.
IRWIN, Rita (2019). A/r/tography. About [Declaraci—n de
principios]. Recuperado de: http://artography.edcp.educ.ubc.ca/?page_id=69
(consultado el 13 de octubre de 2019).
JIMƒNEZ, JosŽ (2010).
Teor’a del arte. 1» ed., 5» imp. Madrid: Tecnos /
Alianza, Colecc. Neometr—polis,
281 p.
JUANOLA, Roser; MASGRAU,
Mariona (2014). ÒLas aportaciones de E. W. Eisner a
la educaci—n: un profesor paradigm‡tico como docente, investigador y generador
de pol’ticas culturalesÓ. En: Revista Espa–ola de Pedagog’a, A–o LXXII, n¼ 259,
pp. 493-508.
MIRZOEFF, Nicholas (2003).
Una introducci—n a la cultura visual. Garc’a Segura, Paula (trad.). Barcelona:
Paid—s IbŽrica, 378 p.
PAZ, Octavio (1989). Los
hijos del limo. Del romanticismo a la vanguardia. 2» ed. Barcelona: Seix Barral, Colecc. Biblioteca
de Bolsillo, 241 p.