Agua y Territorio, 16, 1-12, Julio-Diciembre 2020, Universidad de, Jaén, España

ISSN 2340-8472 ISSNe 2340-7743 DOI 10.17561/at.16.5559

water and landscape
AGUA y TERRITORIO

Resistencias urbanas al cambio climático: Consumo crítico, agroecología y defensa del territorio en Guadalajara, Jalisco, México

Urban resistance to climate change: Critical consumption, agroecology and defense of the territory in Guadalajara, Jalisco, Mexico

Jorge Regalado Santillán

Universidad de Guadalajara

Guadalajara, México

rsj39838@yahoo.com

https://orcid.org/0000-0002-4171-0557

Rodrigo Rodríguez Guerrero

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente

San Pedro Tlaquepaque, México

rodrigorodriguez@iteso.mx

https://orcid.org/0000-0003-1256-6848

Resumen — En el presente artículo se muestra cómo Eante escenarios de crisis las organizaciones sociales generan resistencias ante aquello que provoca un deterioro ambiental y afecta a la vida de las colectividades, sobre todo en las grandes urbes. Mediante acciones creativas de hacer política, los colectivos aquí presentados logran mantener las posibilidades de una vida digna y sana. Enfocamos nuestro estudio en organizaciones urbanas orientadas al consumo crítico, la agroecología y la defensa del territorio, que actúan en la ciudad de Guadalajara México, y que con sus acciones coadyuvan a disminuir el cambio climático ocasionado por el deterioro ambiental. Al acercarnos a las prácticas de estos colectivos, encontramos que, además de sus acciones concretas, existe un impacto simbólico, con potencial prefigurativo de otros mundos posibles, incluyendo a grupos sociales que han sido marginados y opacados en las grandes urbes.

Palabras clave: cambio climático, consumo crítico, agroecología, organizaciones sociales

Abstract — This article shows how, in crisis scenarios, social organizations generate resistance to what causes environmental deterioration and affects the lives of communities, especially in large cities. Through creative actions of making politics the groups presented here, manage to maintain the possibilities of a dignified and healthy life. We particularly focus on urban organizations oriented to critical consumption, agroecology, and defense of the territory, which operate in the city of Guadalajara, Mexico, and which with their actions contribute to the reduction of climate change as a consequence of environmental deterioration. By approaching the practices of these groups, we find that in addition to their concrete actions, there is a symbolic impact with a foreshadowing potential of other possible worlds that includes social groups that have been marginalized and tried to erase in large cities.

Keywords: climate change, critical consumption, agroecology, organizations

“Como dijo Jaime Semprún, cuando el barco se hunde, lo importante no es disponer de una teoría correcta de la navegación, sino saber cómo fabricar con rapidez una balsa de troncos. Aprender a cultivar un huerto como recomendó Voltaire, o fabricar pan o construir un molino como desean los neorrurales podría ser más importante que conocer la obra de Marx, la de Bakunin o la de cualquier otro”

Miguel Amorós

Introducción

Vivimos tiempos inéditos y de múltiples crisis: ambientales, económicas, sociales, políticas y éticas. Y, por si fuera poco, derivado de ello, en todo el mundo estamos desconcertados y aterrados, plenos de incertidumbre, ante la devastación humana provocada por el coronavirus, mejor conocido como COVID-19. Esta crisis socio/sanitaria es como una especie de telón de fondo de este trabajo. Algunas de estas crisis, casi todas, en sentido estricto, no tienen solución dentro de este sistema debido a que es él mismo el que las provoca porque le son necesarias para subsistir. Con cierta ingenuidad los más, pero otros con cinismo, se preguntan, ¿cómo es que llegamos a este punto? Pero estando ya aquí, la pregunta más inquietante podría ser: ¿cómo explicamos el hecho social de que, a pesar de tanta destrucción, de tanta enfermedad y muerte, el dominio político y la colonización de nuestro pensamiento sean tan fuertes que nos hagan seguir pensando que no hay otras opciones de vida más allá de las impuestas por el Estado, el capital y el mercado? Nos siguen convenciendo de que vivir en la nocividad es la factura que debemos pagar por habitar en las conurbaciones con el confort alcanzado. Y que si ahora nos sentimos amenazados no debemos preocuparnos, que esto es pasajero y pronto “volveremos a la normalidad”. Pero, ¿cómo pensar en volver a la “normalidad” cuando la normalidad era la crisis? Si así sucediera significaría que el sistema de dominación y control social no fue dañado lo suficiente como para tomar distancia de él y caminar en otra dirección.

Pero ¿en realidad nos controlan y dominan del todo? No es así. Cada vez con mayor frecuencia se cumple la máxima: “donde hay dominio, hay resistencia”. Los dominados, como dice Scott, siguen haciendo de la resistencia un arte1 que renuevan día a día. Pero ahora, en el siglo XXI, vivir en situaciones de guerra no convencionales, de crisis ambiental y cambio climático, llenos de miedo por caer muertos, como ha dicho Rosa Montero, “por un grumo de ácido nucleico y proteína que ni siquiera está del todo vivo…(una) nadería (que) ha tumbado al planeta”2, está llevando a los sujetos sociales a desplegar acciones de creatividad que devienen en diversas experiencias socio-organizativas que, aunque aparentan alejamiento de la dimensión política, en realidad se abocan a la atención de necesidades que, en nuestro contexto de muerte y destrucción, portan significados profundamente políticos, de resistencia y ofensiva para la defensa de la vida. Hacer política con el objetivo de mantener las posibilidades para reproducir la vida de manera digna y sana, adquiere hoy una gran potencialidad subversiva.

Por este sentido que enuncia otras racionalidades, estas luchas son de una gran radicalidad en tanto que se oponen y resisten a los procesos actuales de acumulación de capital y están prefigurando en el ahora otras formas de vida; de relaciones sociales diferentes entre hombres y mujeres y de estos con la naturaleza y las demás especies. Muchas de estas prácticas de vida, desde luego, coadyuvan a la reducción del cambio climático.

En este contexto complejo, contradictorio y de alto riesgo, así como vemos a la sociedad en su versión constructiva, también la vemos convertida en fuerza geológica, con una capacidad de destrucción inusitada. Hemos llegado a la era del antropoceno, cuando sufrimos las consecuencias del metabolismo urbano-agro-industrial y al capitalismo global lo vemos convertido en el principal agente geomorfológico3.

Y ¿cómo llegamos hasta aquí? Pues así, a través de este hacer social “productivo”, del “crecimiento” sin límites, de la sobreexplotación y destrucción de la Madre Tierra. Este conjunto de prácticas nocivas son las que han traído como resultado la crisis ambiental y particularmente su expresión conocida como el Cambio Climático. Así se documenta todos los días la destrucción que el capital va produciendo a su paso. Ni siquiera se requiere una visión o posición crítica para ver esto. Instancias multilaterales o supranacionales como la ONU, la OMS o el FMI lo reconocen en todos sus informes más recientes. Más aún, utilizando métodos prospectivos o modelos matemáticos complejos nos informan con absoluta frialdad y desprecio por la vida, de las especies que en un futuro cercano serán exterminadas porque este sistema no planea dejar de ser como es. Lo más que plantea es pintarse de verde, llamarse sustentable o sostenible, orgánico y promover el uso de energías limpias. Pero, por ejemplo, dejar de producir automóviles, de sacar minerales de las entrañas de la tierra, destruyendo montañas y bosques, seguir urbanizando, eso nunca.

Así, a estas alturas de la crisis ambiental y el cambio climático, no necesitamos mayores estudios para saber dónde estamos parados y la gravedad de la situación. Pero, de ser necesario, instancias acreditadas y cubiertas de cierto halo científico como el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), así como muchas investigaciones académicas, han referido sus efectos por muchos territorios del mundo4. Pero, quizá más importante que eso, también se han acercado a las maneras diversas, a las formas políticas, de cómo la sociedad no solo reacciona, sino que eventualmente adopta posiciones de relativa ofensiva, entendiendo por ello, además de la búsqueda, el haber encontrado y estar construyendo ya, en este momento, formas de vida diferentes a las que impone el mercado y el Estado y que, por lo general sin decirlo, aportan su contribución contra el cambio climático.

Aquí vamos a aludir a algunos ejemplos que desde hace poco tiempo despliegan su potencialidad prefigurativa en la zona metropolitana de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México, pero que están vinculados entre sí y en redes de muchos rumbos nacionales e internacionales. Es decir, se trata de sujetos y acciones locales territoriales que rebasan y trascienden fronteras geográficas. Si se quiere puede encontrarse en ellos elementos geopolíticos, aunque no se trata de organizaciones nacionales o internacionales en el sentido clásico de una gran organización a la que muchos se adhieren, en el peor de los casos, de manera corporativa. Esas formas siguen existiendo, pero aquí más bien, cuando pensamos en la noción ‘organización’ preferimos pensar y observar formas no estructuradas, horizontales, a través de las cuales se despliegan procesos de afinidad, donde se comparten problemas y necesidades comunes, así como una ‘percepción de estos y de las maneras para superarlos’5.

Los casos a los que aludimos se desarrollan en los alrededores de Guadalajara, Jalisco, la segunda conurbación más grande de México y que ahora (2020), en su versión metropolitana, abarca nueve municipios6 y una población aproximada de cinco millones de habitantes. La noción de conurbación nos parece cada vez más acertada para referirnos a las ciudades dada la magnitud, deshumanización y producción de nocividades que han alcanzado, pero, además, y, sobre todo, debido a la ruptura radical que este sistema hizo entre la ciudad y el campo. Prácticas políticas como las de consumo crítico, agroecológicas y defensa del territorio las están protagonizando “sociedades otras en movimiento”7 de pueblos y ciudades medias alcanzadas por la expansión de la ciudad, si bien también se pueden percibir chispazos de esta índole en el centro, en zonas consolidadas de la ciudad desde las cuales se pregona y se experimentan relaciones diferentes con la naturaleza, distantes de las de control, dominio y explotación que caracterizan las formas capitalistas. Claro, se trata de esfuerzos primigenios para restablecer los vínculos horizontales necesarios entre la ciudad y el campo. Pero son también prácticas que ponen en cuestión otras nociones centrales del sistema capitalista como el ‘trabajo’ y el ‘consumo’. Dar contenidos y significados gramaticales diferentes a estos conceptos forma parte de la potencialidad prefigurativa de la que hablamos.

En resumen, las prácticas políticas aquí señaladas influyen en distintos municipios del estado de Jalisco y son conocidas a nivel nacional e internacional. No están interesadas en ser conocidas o definidas como movimiento social y tampoco, o no siempre, como interlocutores del gobierno. Como precisamos desde el título, sus acciones colectivas están orientadas al consumo crítico, a la producción agroecológica (ligadas con la primera) y la defensa del territorio. Es por ello que las pensamos como formas de hacer política comunitaria contra el cambio climático. Lo afirmado aquí está inspirado en nuestro conocimiento y vinculación con procesos organizativos como la Cooperativa de Consumo Consciente Milpa, el Mercadito Agroecológico Solidario Flor de Luna, el Colectivo Tonalá, al Coamil Federalismo, el Comité Salvabosque, Un Salto de Vida y los Pueblos de la Barranca. Las acciones de estas agrupaciones sociales son interpretarlas por ellos mismos como formas de hacer vinculadas con la crisis ambiental y el cambio climático.

Crisis ambiental y el cambio climático

Crisis ambiental y cambio climático no son dos procesos aislados, aunque tengan antecedentes históricos y procesos diferentes. De manera más clara, durante el siglo XX, el cambio climático ha ido de la mano de la destrucción sin precedentes de la naturaleza a través de la quema de combustibles fósiles, la deforestación y los cambios de uso de suelo. Ni la crisis ambiental ni el cambio climático son temas nuevos. Llevamos décadas hablando de ello, primero en términos de riesgo y probabilidad parcialmente lejana y ahora en términos de realidad presente con múltiples consecuencias, algunas ya imposibles de evitar. El cambio climático, lo sabemos, tiene efectos ecológicos y sociales múltiples. Muchos de ellos tendrán también efectos económicos, pero estos no son los que más nos interesan pues los que afectan a la salud y a la vida se intensificarán a lo largo del siglo XXI y se presentarán en forma de catástrofes impredecibles. Estamos pues a las puertas de la barbarie8 o quizá ya estamos dentro. ¿Estamos preparados para ello? La capacidad de respuesta frente al Covid-19 constata que no.

Antes que la sueca Greta Thunberg, otra estudiante universitaria, pero sin patrocinadores, Anjali Appadurai, “observando desde el estrado a los negociadores de los Gobiernos nacionales reunidos en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima de 2011, celebrada en Durban (Sudáfrica) (dijo)...Llevan negociando desde que nací (1990), en todo ese tiempo [esos negociadores] han incumplido compromisos, se han quedado lejos de los sucesivos objetivos fijados y han quebrantado promesas”9.

¿Tenemos el conocimiento suficiente sobre la crisis ambiental y el cambio climático, así como sobre las razones y las fuentes de ello? Sí. Sabemos de los daños que ya se han producido a lo largo de nuestra historia en México y, en particular, en cada uno de sus territorios. Tenemos claro lo que sucederá en el transcurso del tiempo de no corregir el rumbo y las dinámicas actuales del sistema.

¿Este conocimiento está alentando a los gobernantes a transitar de la preocupación a la acción consecuente? No, porque en general se sigue haciendo exactamente lo mismo que el modelo de desarrollo capitalista ha impuesto en cada una de sus etapas.

Y así, los años pasan; las reuniones cumbre, de “alto nivel” como suelen definirlas, se acumulan y, al contrario, los efectos del cambio climático cada vez son mayores. “En 2013, las emisiones globales de dióxido de carbono fueron un 61 % más altas que en 1990 cuando iniciaron las negociaciones”. Por ello, “John Reilly, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), (afirmó): ‘Cuando más hablamos de necesidad de controlar las emisiones, más crecen estas’”. Las ‘grandes convenciones’ de los Estados “ya no parecen tanto un foro de negociaciones serias como una muy costosa (en dinero y en emisiones carbónicas) sesión de terapia de grupo”10. En 1989 se fundó el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y desde su primer informe hasta el más reciente solo documenta resultados negativos. Las actividades antropogénicas siguen avanzando en detrimento de la naturaleza y a favor del Cambio Climático.

Y así seguimos. El sistema ha impuesto la lógica que ha llevado a entender que la vida de millones de seres humanos y un número mayor de otras especies es una cuestión “negociable”, “administrable” o que la crisis ambiental y el cambio climático son problemas a los que hay que buscar la manera de “adaptarnos”, mientras el propio sistema se encarga de descubrir o inventar una tecnología más poderosa que nos saque del problema. Esto se acerca a la definición que Mbembé hace de la necropolítica, como “el poder y la capacidad de decidir quién puede vivir y quién debe morir”. Esa soberanía que una minoría se abroga “para definir quién tiene importancia y quién no la tiene, quién está desprovisto de valor y puede ser fácilmente sustituible y quién no”11.

Fiel a su fe ciega en la tecnología, el desarrollismo sigue planteando sostenerse en ella, aunque, dicen, con menos consumo de energías fósiles, olvidando u obviando que es justamente el abuso y mal uso de la tecnología lo que explica la crisis ambiental. Nuevamente Klein lo dibuja claramente cuando dice:

“sonó una voz por el intercomunicador: ¿serían tan amables los pasajeros del vuelo 3935, que tenían previsto despegar de Washington (D.C.) con destino a Charleston (Carolina del Sur) de recoger su equipaje de mano y bajar del avión? Los ocupantes del aparato bajaron por la escalinata y se agruparon sobre el asfalto caliente de la pista. Entonces vieron algo ciertamente insólito: las ruedas de la aeronave de US Airways se habían hundido en el pavimento como si fueran cemento húmedo. En realidad, las ruedas se habían incrustado tan profundamente que el camión que acudió al lugar para remolcar la nave no pudo despegarlas del suelo. La compañía esperaba que, sin el peso añadido de los treinta y cinco viajeros de aquel vuelo, el aparato fuera lo suficientemente ligero para dejarse arrastrar. No fue así. Finalmente, se trajo un vehículo más grande y potente que -esta vez sí- consiguió remolcar el aparato...Un portavoz de la aerolínea culpó del incidente a las muy poco habituales temperaturas”12.

El anterior es un ejemplo claro de:

a) la negación temprana del cambio climático o de la ya clásica frase: esto no había pasado antes

b) que todo problema podemos “resolverlo” con más energía y más tecnología.

Olvidamos que es justamente su abuso y/o mal uso lo que nos ha colocado a las puertas de la catástrofe o a estar ya en ella. Otro caso que ejemplifica las diferentes racionalidades en torno al cambio climático y la crisis ambiental es cuando lmuy en la lógica del ecologismo de mercado para hacer negocios verdes o para encontrar en el cambio climático y la crisis ambiental un “nicho de oportunidad” , pensando en la contaminación de la ciudades chinas, se informa del descubrimiento o invención de máscaras antigases de mejor calidad que las existentes en el mercado. Bajo otra racionalidad, la creatividad social y la generación de conocimiento deberían estar volcadas en encontrar las fórmulas para hacer innecesarias las máscaras antigas, acabando o reduciendo las fuentes generadoras de la contaminación. Pero el sistema, fiel a su racionalidad, no puede renunciar a la posibilidad de acumular y hacer negocio en cualquier situación. El capitalismo digital ha crecido inconmensurablemente en el contexto de la pandemia del Covid-1913.

Ahora bien, a estas alturas, el problema no son solo los negacionistas públicos y cínicos (Trump-USA, Bolsonaro-Brasil y Morrison-Australia). De estos sabemos su comportamiento. Peores pueden ser aquellos que sabiendo y teniendo el conocimiento optan por el silencio14, otra forma de negación. Nuestra entrada al tiempo de la catástrofe y la barbarie, léase el Cambio Climático, no es una posibilidad o un riesgo remoto como lo previó el físico y químico sueco Svante August Arrhenius, quien estimaba ya en 1895 “que el CO2 producido por la combustión de combustibles fósiles provocaría un aumento en la temperatura”15 o cuando, más recientemente, a principios de los años setenta del siglo XX se publicó el informe del Club de Roma, Los límites del crecimiento16, reiterando los peligros que acechaban y estaban siendo producidos por el sistema.

Ahora, habiendo transcurrido los primeros veinte años del siglo XXI, lo previsto desde tiempos lejanos es toda una realidad y por ello, metáforas aparte, el mundo estaría acercándose a la imagen de la isla Nauru17. Por supuesto, a estas alturas de la crisis ambiental en el mundo hay muchos ejemplos. Recordando la imagen de Paul Klee, titulada “Angelus Novus” en la que se inspira Walter Benjamin para hablar del “Ángel de la Historia”, seguro que este tendría las alas más abiertas y los ojos más desorbitados, aterrorizado, al mirar la capacidad de destrucción, la pulsión de muerte, como dice Jappe, alcanzada por el sistema y en nombre del “progreso”.

Crisis ambiental y cambio climático en México y Jalisco

México es un país “altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, con severos impactos en las poblaciones humanas y en los ecosistemas18. De Jalisco se ha dicho que “es un ejemplo de cómo el clima cambiante puede afectar la vida diaria de la sociedad y la economía”19 y que “es un territorio donde la vulnerabilidad al cambio climático se expresa en una amplia diversidad de variables”. El daño que puede ocasionar el cambio climático es muy alto en vidas humanas, y afectar a la producción de alimentos y a la biodiversidad20. Ello a pesar de que “de las 10 categorías consideradas en la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio [Millennium Ecosystem Assessment, 2005] -que a su vez contienen diferentes ecosistemas- identificadas para estimar los servicios que son esenciales para el bienestar humano, Jalisco tiene nueve representadas en su territorio”21.

También se ha afirmado que México y Jalisco son dos territorios megadiversos. En el plano mundial, “México se ubica entre los cinco primeros países megadiversos y es, además, junto con China, India, Perú y Colombia, uno de los cinco países con mayor variedad de ecosistemas en el mundo”22. Utilizando la clasificación de Dinestein23, nuestro país es el de mayor diversidad ecológica en Latinoamérica y el Caribe”24. Jalisco, por su parte, “ocupa el cuarto lugar en biodiversidad nacional, después de Oaxaca, Chiapas y Veracruz”25.

No resulta extraño, entonces, que por tal riqueza sean territorios asediados por el capital y sus procesos de acumulación. Procesos facilitados por las reformas constitucionales realizadas durante los gobiernos neoliberales y neo desarrollistas del periodo que va desde el gobierno de Miguel de la Madrid (diciembre de 1982) hasta el actual de Andrés Manuel López Obrador. El resultado de sus políticas ambientales es la configuración de una crisis profunda, de un desastre ambiental y cambio climático que puede confirmarse en indicadores como los siguientes:

“9 millones de personas sin acceso al agua entubada y falta de acceso a agua potable en las llaves para la mayoría de la población (Conagua, 2016); 191 cuerpos de agua superficiales contaminados; extensa sobreexplotación de los acuíferos; más de 40 % de las cuencas contaminadas con metales pesados, sustancias radioactivas, plásticos y micro plásticos; ausencia de tratamiento para 43 % de las aguas residuales, mismas que se utilizan para riego; control de los sistemas agroalimentarios mexicanos por corporaciones transnacionales alimentarias; una tercera parte de la población del país con malnutrición; 3 de cada 10 menores y 7 de cada 10 adultos con sobrepeso u obesidad; pronóstico de agotamiento total de los suelos en 60 años; riesgo ecológico, sanitario y social por el uso de transgénicos de los agroquímicos asociados a ellos; 2.600 especies de plantas, mamíferos y aves en riesgo de extinción; extensa eutrofización de cuerpos de agua y mortandad masiva de polinizadores; extracciones ilegales de madera más de dos veces mayores a las extracciones legales; 290 derrames de petróleo al año en promedio; toneladas de plástico vertidas cada año al mar y 840 partículas de micro plásticos como consumo promedio anual de los mexicanos; 63 de las 114 áreas naturales del país con presencia autorizada de minería y 23 % de la superficie forestal sujeta a concesiones mineras; un consumo de agua (reportado) de las empresas mineras equivalente al volumen necesario para satisfacer el derecho humano al agua del 10% de los mexicanos; más de 10.748 millones de toneladas de residuos de roca como desechos anuales de la minería”26.

Diagnóstico contundente. Salvo la reiteración de que mucho de esto estaba anunciado con bastante anticipación, no es necesario agregar más respecto de lo que el sistema, el Estado, los gobernantes, los capitalistas nacionales y extranjeros han provocado en México. La historia de este desastre tiene una data histórica larga. Sin embargo, nunca fue tan amplio y profundo como ha venido sucediendo a partir de los años cincuenta del siglo XX cuando el Estado mexicano adoptó la industrialización y la urbanización como piezas centrales del proceso de crecimiento, pero, sobre todo, cuando a partir de los años ochenta se impone el sistema neoliberal que implicó el predominio de la lógica del mercado y el capital sobre los bienes comunes.

Jalisco y Guadalajara en el contexto de la crisis ambiental y el cambio climático

Se ha afirmado que

“Jalisco, por su ubicación geográfica, su tamaño y su diversidad cultural y natural, presenta todos los cambios globales del planeta que son determinantes hoy en día de la salud humana. Están presentes la degradación de los suelos, la disminución en el acceso al agua, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.

2019 fue un año con múltiples indicadores de la presencia de estos cambios globales con consecuencias muy serias en la salud de las personas, su patrimonio y el deterioro del ambiente. Ejemplo de lo anterior fue:

La degradación de los suelos por erosión del 21 de julio y 8 de septiembre en Tlajomulco que cobró vidas humanas y patrimonio material,

La contaminación del agua que llevó a considerar a El Salto, el 12 de diciembre, como el segundo sitio con extrema contaminación en México que ha deteriorado la salud de las personas y el patrimonio natural,

La pérdida de los servicios de la biodiversidad que tuvo su expresión más aguda en las más de 72.000 hectáreas afectadas por incendios forestales que lo llevó a ocupar el primer lugar nacional en superficie afectada provocando deterioro de la salud y patrimonio,

El cambio climático que tuvo expresiones en las anomalías por calor durante mayo y junio que superó la temperatura de disparo de 36°C; la granizada del 30 de junio o las lluvias intensas del 8 de julio en el centro de Guadalajara, que cobró vidas humanas.

También se observaron desastres resultantes de la combinación de estos cambios globales, como fue el caso de San Gabriel el 2 de junio por presencia de inundación fluvial donde se combinó el cambio de uso del suelo- los incendios- la lluvia intensa- la degradación de los suelos y el desbordamiento aguas abajo del río con efecto en vidas humanas y patrimonio de los pobladores”27.

Curiel28 permite hacernos una idea de cómo se expresa ya el cambio climático en Jalisco y su capital Guadalajara y cómo podría comportarse en el futuro inmediato. Particularmente ponemos la atención en 33 síntomas que se colocan a lo largo del texto29. Todos nos parecen muy atinados. Sin embargo, por cuestiones de espacio solo vamos a citar los que nos parecen particularmente pertinentes para este texto:

Síntomas: 5. Jalisco es una región que en las últimas décadas ha presentado sequías extremas y excepcionales. 6. Jalisco ha registrado incrementos en la intensidad de las lluvias. 7. Los escenarios permiten deducir que en Jalisco el aumento de temperatura es una amenaza contundente. 8. Jalisco contribuye al calentamiento global con emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el uso de combustibles fósiles como fuente de energía y el cambio de uso de suelo, deforestación, perturbación a los ecosistemas, remociones de madera y leña, incendios forestales y cambio de carbono en los suelos. 9. Los desastres climatológicos vinculados a incendios forestales se han incrementado en Jalisco. 14. En Jalisco, la variabilidad climática ha disminuido la producción de alimentos estratégicos para el país. 15. Existe una falta de inventiva en Jalisco para afrontar el cambio climático. 19. En Jalisco, años con incremento de calor y baja precipitación disminuyen la producción de maíz. 21. En Jalisco, las lluvias intensas han ocasionado desastres en ciudades con expansión urbana en lo que va del siglo XXI. 22. El bosque La Primavera, ubicado al oeste de la zona metropolitana de Guadalajara, es el mayor regulador de altas temperaturas en la ciudad. 23. Las ciudades en Jalisco que presentan mayor expansión son también las más vulnerables ante el cambio climático. 27. La zona metropolitana de Guadalajara demanda más agua que la que se renueva por la lluvia, lo que la coloca en condición de riesgo de sequía socioeconómica, misma que se agrava por los cambios de clima... 30. En Jalisco, el cambio climático no es un problema percibido como prioritario, por lo que una estrategia de adaptación requiere un programa de alfabetización en el tema… 31. Los jaliscienses coinciden con los expertos en que son las grandes ciudades donde se tendrán las mayores consecuencias negativas del cambio climático; pero la ciudadanía no percibe el riesgo en las áreas productoras de alimentos. 33. Los jaliscienses coinciden con los expertos, identifican que las enfermedades respiratorias son un efecto del clima cambiante; pero los ciudadanos no perciben los efectos en enfermedades cardiovasculares, que son las más relacionadas con los cambios de clima.

Respuestas e iniciativas sociales en contextos de crisis ambiental y cambio climático

Teniendo en cuenta la información diagnóstica anterior, vamos a referirnos de manera general a algunas de las acciones sociales que están en sintonía tanto con las variables que caracterizan la situación de crisis ambiental y cambio climático a nivel nacional, como con los llamados ‘síntomas del cambio climático en Jalisco’. En general, todas las experiencias organizativas aquí aludidas son defensoras del territorio y de la vida. Para fines de exposición las hemos agrupado en tres bloques. Sin embargo, en la lectura se harán evidentes los vasos comunicantes y la imposibilidad, o el error epistémico y político de pretender separar arbitrariamente lo que no es separable porque es parte de un mismo gran ecosistema.

Los colectivos y/o comunidades a los que vamos a aludir surgieron hace algunos años como iniciativas colectivas con el objetivo de atender necesidades que no encontraron respuesta por la vía institucional, y que, por otro lado, los grandes capitales y el mercado buscan apropiarse convirtiendo esas mismas iniciativas sociales en mercancías o maneras “suaves” de integrar las preocupaciones socioambientales al modelo capitalista. Accionan en varios frentes, pero, en este caso, interesa enfatizar en sus acciones vinculadas a: 1) la producción, distribución y consumo de alimentos agroecológicos, 2) la defensa del territorio donde se ubican bosques y cuerpos de agua y, 3) la utilización de energías no fósiles para la realización de actividades cotidianas.

Producción agroecológica y consumo crítico

La producción agroecológica, más allá de sus virtudes económicas y técnico-productivas y de abonar a ciertos procesos de autonomía y autodeterminación, tiene un impacto positivo en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en sus procesos productivos y de consumo. Entre las principales medidas para enfrentar el cambio climático se encuentra la apuesta por la agroecología entendida como estrategia para crear y mantener sistemas agrícolas sustentables30.

Las iniciativas de organización que aquí se nombran, buscan y construyen alternativas de consumo crítico, producción agroecológica y defensa del territorio procurando tener menores impactos medioambientales, a la vez que buscan eliminar de los procesos productivos y de comercialización, los resultados negativos a la salud o aquellos que van en detrimento de algún grupo humano.

Parte de lo novedoso de estas formas de organización es que vienen desde y para las ciudades, son conscientes de la interdependencia urbano- rural, es decir, no son organizaciones con una visión binaria entre campo y ciudad, y en consecuencia, en sus formas de operar no delegan la responsabilidad a otros actores ajenos a su contexto de vida.

Algunas muestras de este tipo se gestan y mantienen desde las ciudades. Vamos a referirnos a cuatro de ellas: la Cooperativa de Consumo Consciente Milpa, El Mercadito Agroecológico Solidario Flor de Luna, El Colectivo Tonalá y el Coamil Federalismo que promueve el colectivo La Danza de la Palabra.

En el ámbito del consumo y distribución de alimentos describimos el caso de la Cooperativa de Consumo Consciente Milpa (CCC Milpa). Esta organización es un colectivo de productores y consumidores, que se vinculan para contribuir mediante sus prácticas a la soberanía alimentaria por medio de procesos agroecológicos. Se conformó desde el año 2014 como una iniciativa de consumidores, los cuales con frecuencia coincidían en distintos eventos de venta de productos agroecológicos. Regularmente realizan también actividades formativas sobre producción de alimentos y sobre la situación campesina.

De origen, las organizaciones de consumidores son una respuesta que parte desde la “otra cara de la moneda”, es decir, no se enfoca en los procesos de producción, los cuales han sido mayormente explorados por grupos campesinos, sino en los de distribución y consumo, asumiendo que la preferencia y garantías de compra incentivan cierto tipo de producción y de modos de vida de los productores.

La cooperativa busca hacer la transición hacia una “alimentación consciente, integral, sustentable, culturalmente adecuada y económicamente justa”31. Es en esta búsqueda que se cuestionan distintas formas de producción de alimentos, optando por aquella cercana a los principios agroecológicos.

El modelo de CCC Milpa es cercano a la agricultura de responsabilidad compartida, es decir, asume que debe haber corresponsabilidad de productores y consumidores en la gestión de los alimentos, tomando en conjunto tanto los riesgos como los beneficios, y que la corresponsabilidad abarca desde el origen de producción hasta su consumo final. Por lo tanto, estos consumidores se organizan bajo un esquema cooperativista y asambleario.

La negociación entre productores y la cooperativa se basa en principios de solidaridad y reciprocidad, teniendo acuerdos que serán válidos por lapsos de tiempo determinados en común, y en los cuales, se establece el tipo de alimentos que se producirán, siempre y cuando sean compatibles con los calendarios biológicos de siembra y cosecha. Los acuerdos tienen, además, el compromiso de producción libre de agrotóxicos, y la cooperativa promueve que los productores se vinculen a otras organizaciones con las que forma un Comité Participativo de Garantía32, el cual apoya a la transición agroecológica y avala en su caso la producción libre de agrotóxicos.

Este tipo de organizaciones requiere un alto grado de eficiencia en su operación, puesto que la cooperativa recibe de los productores todos los alimentos directamente de las parcelas en un día previamente determinado y es durante la tarde de ese mismo día que se hace entrega a los consumidores finales o cooperativistas, quienes recogen los paquetes agroecológicos o “canastas solidarias”, por lo que no hay gasto energético de refrigeración, empaque o vida de anaquel.

Las relaciones de intermediación se eliminan o se disminuyen al mínimo, se cuida que los productores reciban un precio adecuado, que se pacta con anterioridad. El pago se hace por adelantado para que el productor tenga menor riesgo de mermas o pérdidas y no se vea afectado por pagos posteriores a las fechas de entrega, como sucedería en las ventas a consignación.

Los cooperativistas, a su vez, tendrán certeza sobre la calidad de los alimentos comprados, garantía en los precios, derecho a la toma de decisiones y, sobre todo, confianza en no estimular ni participar en la degradación de sus ecosistemas inmediatos.

Caso similar es el del Mercadito Alternativo Solidario Flor de Luna (Flor de Luna). Este es un espacio que sí tiene venta permanente al público durante todos los días de la semana, además de un sistema de distribución de alimentos agroecológicos en forma de “canastas solidarias”.

Igual que la CCC Milpa, las canastas solidarias o paquetes agroecológicos contienen alimentos que se han pactado previamente y los cuales se compran a distintos campesinos evitando el acaparamiento del mercado y promoviendo la siembra en policultivo.

El trabajo de gestión asumido por estos grupos incluye tareas complejas como la formación a consumidores, el acompañamiento o vinculación de productores por parte de agro ecólogos y especialistas del tema, así como la toma de decisiones comunes.

La autodeterminación y gestión de estos espacios ciudadanos favorece la elección del tipo de alimentos que consumen, los cuales tendrán preferencia por lo local y serán acordes a los calendarios biológicos de producción. Además, les permite la promoción de técnicas productivas que no van en detrimento de los involucrados, la autonomía financiera con respecto a actores externos, facilitando también la elección de posturas éticas y políticas propias.

Flor de Luna se considera, además, una organización con principios feministas y sus actividades están ligadas a la formación y acompañamiento de productoras que tienen sus propias iniciativas desde el traspatio.

La visión de género de Flor de Luna permite que la cosecha de traspatio, tradicionalmente cuidada por mujeres, cobre valor incluso más allá del ámbito familiar del autoconsumo. El traspatio es generalmente cultivado sin agroquímicos, con abonos naturales, ya que la producción resultante se destina a la alimentación regular de la familia. En el traspatio existe autonomía de decisión, de manejo y de cuidado, ya que no se somete a lógicas mercantiles. Los excedentes y su transformación generan, por medio de redes de consumo, ingresos económicos que pueden ser administrados por las mujeres de casa, ganando en autonomía. Es decir, que estas organizaciones responden de manera multifactorial a problemas productivos y de distribución, pero no se limitan a ellos, incluyendo los sociales, medioambientales y de salud.

El interés medioambiental y de autonomía que va cobrando fuerza en las ciudades, tiene expresiones como la ocupación de espacio público. Una experiencia destacada de ocupación o recuperación de espacio público es el Coamil Federalismo. Esta es una iniciativa del colectivo Danza de la Palabra, por medio de la cual, un espacio del camellón de la avenida Federalismo, una de las principales vialidades de Guadalajara, es recuperado y sembrado anualmente con milpa33 y cuidado por vecinos de la zona y por los propios integrantes del colectivo. Esta arteria vehicular literalmente parte la ciudad en dos34, con una orientación de norte a sur para dar cabida al flujo de automóviles y su camellón central es de cinco kilómetros de largo por 9 metros de ancho, estando sembrado principalmente de pastos.

Este colectivo apuesta por recuperar el espacio público y en el año 2016 hacen la primera siembra en el camellón de esta avenida. Desde entonces realizan anualmente una siembra de milpa35. Además, en distintos momentos han colocado composteros para que los vecinos depositen sus residuos orgánicos. No se limita a la producción de alimentos, sino que junto con las labores de siembra organizan jolgorios, actividades formativas y de organización vecinal.

La siembra de alimentos en espacios públicos tiene varias ventajas, entre las que se puede destacar la transformación del paisaje urbano, sobre todo en grandes avenidas, donde la presencia de milpa es de por sí disruptiva con el entorno; las siembras urbanas se convierten en puntos de encuentro vecinal y convocan a otros interesados en la participación social y temas medioambientales; por otro lado, cambia la lógica de utilización de recursos como el agua y el propio suelo al cambiar de pastos a alimentos; además, tiene un importante aporte en la generación de microclimas en medio de grandes extensiones de asfaltos.

Otro caso de defensa del territorio a través de acciones que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático y que se encuentra dentro de la urbe es el Colectivo Tonalá. Este realiza actividades precisamente en el municipio que le da nombre y que forma parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

El colectivo Tonalá surgió en el 2008 como respuesta a la crisis alimentaria que acompañó a la crisis inmobiliaria desatada ese año. Cuando la crisis se agudizaba varios integrantes que fundaron el colectivo se reunieron ante la necesidad de ser agentes activos y encontraron sus primeras actividades buscando acceso a alimentos. Sus actividades se enfocaron en la promoción y siembra de huertos en azoteas, en lotes baldíos y áreas públicas que tomaron para la producción, siempre haciéndolo con métodos libres de químicos sintéticos.

Actualmente, este colectivo se ha dedicado, sobre todo, a la defensa del Cerro de la Reina, reuniéndose con otros colectivos que han surgido o que ya existían con temas afines en este lugar emblemático localizado en una zona céntrica de la cabecera municipal. Han emprendido además acciones legales y organizativas en torno a los afluentes de agua municipales, principalmente del Río Azul, que nace dentro de la metrópoli y es uno de los pocos arroyos que no han sido entubados.

Tonalá preserva fiestas de origen indígena, como es el caso de la Danza de los Tastoanes36. Por ello existe aquí una lucha medio soterrada para que se les reconozca como pueblo originario. A esta lucha también contribuye el colectivo, así como a la promoción para que la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) haga recomendaciones para que se atiendan las acciones llevadas a cabo en contra de integrantes de pueblos originarios y las afectaciones al patrimonio cultural y ecológico en Tonalá37. Con ello reconocen la importancia de la relación cultural, ecológica y social en la atención de las crisis socioambientales.

Tonalá, hay que recordarlo, históricamente fue el segundo territorio que los conquistadores y colonizadores europeos eligieron como sede de la ciudad de Guadalajara. No extraña, por tanto, que el Cerro de la Reina sea un referente histórico, un geosímbolo, que da identidad al municipio y en el cual se concentran actividades sociales y religiosas. Por otro lado, el Cerro de la Reina contribuye con una amplia extensión a las áreas verdes de la cabecera municipal.

Por las características antes señaladas, este espacio público ha sufrido amenazas y presión inmobiliaria para transformarse en un lugar con fines económicos y comerciales. El caso representativo de esto ha sido el proyecto para construir sobre este cerro el centro comercial Yolkán, con una inversión de 400 millones de pesos. La construcción de la obra convertiría los actuales espacios públicos y al aire libre en un destino turístico y comercial, que se anunció como forma de impulsar a la artesanía local, a pesar de que no se consultó ni comunicó a los habitantes y comerciantes del lugar.

El colectivo se ha sumado a otras organizaciones en el municipio, dando batalla legal y organizativa e impulsando actividades de recuperación y ocupación del espacio, tales como la reforestación del cerro, la realización de festividades y expresiones culturales, y claro, acciones legales que han permitido que se promueva el decreto de zona natural protegida y se incluya como Patrimonio cultural de Jalisco y sus municipios a 27 hectáreas de esta zona.

Los casos que aquí se han comentado son solo una muestra de las acciones cotidianas que tienen la intención autogestiva de resolver necesidades inmediatas que, en estos casos, van desde la alimentación a la ocupación y conservación de espacios de encuentro social y cultural. Es fácil concluir que son acciones pequeñas si se quiere, pero de gran relevancia local por el impacto socioambiental positivo de sus acciones.

La defensa del territorio, los bosques y cuerpos de agua

Toca el turno a algunos colectivos y comunidades, que, igual que las anteriores, defienden en general al territorio y la vida pero que, por sus prácticas políticas cotidianas se han destacado en la defensa de bosques y cuerpos de agua, sujetos naturales que han estado sucumbiendo bajo la voracidad del fuego provocado, en el caso de los bosques, y por el efecto de las descargas de desechos industriales tóxicos, que impúdicamente se liberan sobre los cuerpos de agua (ríos, lagos, lagunas, arroyos, ojos de agua, manantiales).

Vamos a destacar los casos del Comité en Defensa del Bosque Nixticuil38, los Pueblos de la Barranca en el norte del municipio de Zapopan; Un Salto de Vida39, desde la cabecera municipal de El Salto; el Comité Agua y Vida, desde el pueblo de Santa Cruz de las Flores, en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga, y el Grupo Ecologista “El Roble”, en la cabecera municipal de Juanacatlán. Por cerca de dos décadas han destacado en la lucha, poniendo el cuerpo literalmente contra los incendios que año tras año, durante la temporada de estiaje, son provocados, induciendo no solo la destrucción de miles de hectáreas de bosques, arrasando con la vida de árboles y múltiples especies más que en ellos habitan, sino también generando una gran cantidad de toneladas de minúsculas partículas contaminantes que muchas de ellas terminan en los pulmones de los habitantes de la metrópoli o de los pueblos circundantes del bosque.

Estos colectivos, entre otros, también han destacado en la defensa ambiental y en la denuncia de la muerte por contaminación del río Santiago provocada, fundamentalmente, por los industriales que tienen sus fábricas en los márgenes y en las cercanías del río, y del lago de Chapala y la laguna de Cajititlán, cuerpos de agua también contaminados y que junto con los bosques y el río Santiago explicaron por siglos el buen clima y la vida saludable que caracterizó a esta ciudad en el territorio nacional y más allá de nuestras fronteras. Todo ese buen vivir que producían ahora es historia.

Desde hace años, Guadalajara es una de las ciudades más contaminadas del país y del continente. A la vez, ha sido convertida en una no ciudad. Su imagen arquitectónica tradicional está siendo borrada vertiginosamente del imaginario social. A pesar de los riesgos que para la salud implica vivir por encima del piso 25, hoy en día los rascacielos, igual que en cualquier otra conurbación del mundo, siguen construyéndose en Guadalajara. Para las elites económicas y políticas es un gusto haberla convertido en otro referente de la sociedad de consumo y, desde luego, como aquí hemos demostrado, es una conurbación vulnerable en tanto está expuesta a varias de las manifestaciones típicas del cambio climático (incremento de temperatura, golpes de calor, intensidad de lluvias, sequías y pandemias).

La reducción del uso de energía no fósil en la vida cotidiana

En Jalisco y su capital Guadalajara, a contrapelo de cualquier criterio sustentable, el gobierno de Enrique Alfaro con la complacencia de los presidentes de los nueve municipios que integran la zona metropolitanac tiene entre sus principales proyectos la construcción de plantas termoeléctricas, hidroeléctricas y gasoductos, anhelando impulsar la explotación geotérmica. Antes ya citamos todos los síntomas del cambio climático. Sus efectos, específicamente en el amplio territorio de la conurbación, podrían ser más críticos y nocivos si se llegan a concretar dichos megaproyectos.

Como es habitual, los gobernantes Cconfabulados con los intereses capitalistasc van por un lado y la sociedad afectada y agraviada va por otro. Y entre los que van por el lado contrario se encuentran Un Salto de Vida, la Asamblea de Pueblos en Resistencia de la Cuenca Chapala-Santiago (APRCCHS) y los Pueblos de la Barranca40. Un Salto de Vida, integrantes del Grupo Ecologista “El Roble” y, sobre todo, pobladores de varios pueblos de los municipios de El Salto, Juanacatlán, Tlajomulco, Poncitlán, Tonalá y Zapopan, conformaron a fines del año 2019 la APRCCHS y, con sus movilizaciones, lograron contener parcialmente la construcción y puesta en funcionamiento de las plantas termoeléctricas, así como la construcción de un gasoducto.

Asimismo, los Pueblos de la Barranca del río Santiago se aprestan a hacer lo propio con los proyectos de plantas hidroeléctricas y geotérmicas que se planean construir en sus territorios. Los pueblos de la barranca vienen realizando desde años atrás pequeñas acciones concretas contra el cambio climático y muestran una clara posición en defensa de la naturaleza y la vida. De esta manera se pueden interpretar, por ejemplo, la construcción, con recursos propios, de cocinas Lorena y la realización de talleres de conocimiento de los tipos de leña más eficientes para el funcionamiento de estas cocinas que, por un lado, reducen significativamente el uso de las estufas de gas y, por lo tanto, del consumo de gas licuado. Por supuesto, este tipo de cocina impacta positivamente en la salud de quienes cocinan al evitar respirar el humo de la leña.

En torno a la energía geotérmica debemos recordar que desde los años setenta del siglo pasado, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha pretendido instalar una planta geotérmica dentro del bosque La Primavera. Las instalaciones que ya tenía construidas en los parajes Los Cerritos y Planilla debieron ser suspendidas a finales de la década de los ochenta debido a las denuncias sociales por la constatación del impacto ambiental y contaminante en dichas zonas. Este interés de la CFE se ha mantenido desde entonces y, ahora, con el gobierno actual, parece estar encontrando nuevas posibilidades41.

Para finalizar, nos parece importante dejar al menos una nota sobre otro campo de acción política, social y gubernamental estrechamente vinculado a este tema. Nos referimos a las iniciativas sociales en torno los proyectos de movilidad no motorizada. La historia de los colectivos que iniciaron la promoción del uso de la bicicleta como medio de transporte es interesante a la vez que contradictoria luego de la tortuosa construcción de ciclovías. Quizá sea parecida a la de quienes han promovido los huertos urbanos, en la medida que, siendo originalmente iniciativas surgidas desde la sociedad civil, los afanes protagonistas y los deseos de poder de sus promotores facilitaron que varios de ellos terminaran siendo cooptados por los gobiernos, estatal o municipal, y convertidos en asesores o funcionarios medios. Otros encontraron en este campo un “nicho de oportunidad” para convertirse en empresarios de la “industria de la movilidad no motorizada”.

Conclusiones

Además de lo concreto y directo de las acciones que realizan los colectivos aquí aludidos, es de destacar su impacto simbólico y su potencia prefigurativa de otros mundos posibles. El acento que ponen al evidenciar acciones posibles que no dependen de capital económico es disruptivo, ya que muestran posibilidades fuera de lo común, además de que a través de sus luchas se puede reconocer la existencia de pueblos originarios dentro de la gran metrópoli de Guadalajara. Memoria de nuestros ancestros que se suponía muerta pero que aquí se constata. Esas resonancias de larga data se hacen posibles en el contexto de las luchas sociales de resistencia vinculadas al cambio climático y la crisis ambiental. La transformación y uso de residuos que disminuyen la generación de basura, los intercambios comerciales no monetarios, así como el florecimiento de un paisaje que recuerda a uno más de tipo agrícola como en el caso de milpa creciendo en medio de una de las vialidades de la ciudadc no deja de sorprender a los absortos conductores.

La decisión de constituirse en sujetos colectivos, así como los objetivos de sus formas de hacer política pareciera darnos un mensaje en el sentido de que se asume que el mundo en crisis ambiental y cambio climático que nos está dejando este sistema (sin hablar de la pandemia del Covid-19) no es un destino manifiesto. Que no estamos condenados a vivir cada vez peor y que eventualmente podríamos, organizados para ello, redireccionar nuestro futuro colectivo.

Queda reivindicada la importancia de la producción agroecológica de alimentos, carente de criterios mercantiles; la defensa de los bosques y cuerpos de agua, así como la reducción del uso y consumo de energías fósiles como principales coadyuvantes contra el cambio climático y la crisis ambiental. El antagonismo social se prevé seguirá desarrollándose de manera privilegiada en estos campos problemáticos.

Cierto, los colectivos aludidos son numéricamente pequeños. Pero eso es solo un dato cuantitativo menor si lo desvinculamos de sus significados y potencialidad política. Se trata de colectivos con una intensa actividad política, la cual es en cierta medida sostenible porque, y a esto nos referimos cuando hablamos de potencialidad, parte de sus nuevas formas de hacer política han empezado a entenderse como parte constitutiva de su vida cotidiana.

Estos colectivos y sus formas de hacer enfatizan la importancia y la potencia de lo pequeño, de lo minúsculo, como forma de resistencia y eventualmente de ofensiva. Metafóricamente podríamos decir que estos colectivos son tan minúsculos como los virus y, en algún momento, podrían alcanzar la misma potencia que ellos, pero, al contrario, para producir vida y prefigurar mundos y futuros diferentes.

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___________________________

1 Scott, 2000.

2 Montero, 2020.

3 Fernández, 2011.

4 Curiel et al, 2015. Klein, 2015. Morin, 2008. Tula, 2014. Löwy, 2012. Seoane et al, 2013. Delgado et al, 2010. Welzer, 2010. Leff, 2014. Jappe, 2018. Stengers, 2017. Amorós, 2012. Fernández, 2011. Marañon, 2014. Beck y Lemus, 2018. Alimonda, 2011. Poma, 2019. Poma y Gravante, 2020. Zambrano, 2019.

5 Comité Invisible, 2015.

6 Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, El Salto, Tlajomulco de Zúñiga, Ixtlahuacán de los Membrillos, Juanacatlán y Zapotlanejo.

7 Zibechi, 2017, 57.

8 Stengers, 2017.

9 Klein, 2015, 24-25.

10 Klein, 2015, 25.

11 Mbembe, 2011, 19 y 46.

12 Klein, 2015, 13-14.

13 Ramonet, 2020. Ribeiro, 2020.

14 Bauman, 2004.

15 Delgado, 2010, 11.

16 Meadows et al., 1972

17 González, 2017. Disponible en https://elordenmundial.com/la-tragedia-de-nauru-la-gran-caida-de-un-pequeno-pais/ consulta realizada el 2 de junio de 2020.

18 Delgado et al., 2010.

19 Magaña, 2015, 9.

20 Curiel et al., 2015, 41

21 Estas diez categorías son las siguientes: 1. Mares: Jalisco está en la latitud donde se halla el mar más extenso de México, el Pacífico, que es el más grande del mundo. 2. Áreas costeras: la interfaz entre el océano Pacífico y tierra firme jalisciense mide 342 km. 3. Aguas interiores: Chapala, el lago más grande de México pertenece en su mayor extensión a Jalisco. 4. Bosques: 80 % de los tipos de vegetación presentes en México se encuentran también en este estado. 5. Zonas áridas: a este ecosistema corresponden las regiones Norte y Altos de Jalisco, pertenecientes al altiplano árido y semiárido más representativo de México. 6. Islas: las que se localizan en el lago de Chapala y en las bahías de Banderas y Chamela. 7. Montañas: la Sierra Madre Occidental, la Faja Volcánica Transmexicana y la Sierra Madre del Sur. 8. Áreas cultivadas: Jalisco tiene 1,5 millones de hectáreas de tierras agrícolas de temporal, eso lo hace ocupar el primer lugar nacional en este rubro. 9. zonas urbanas: Guadalajara, la capital del Estado, es la segunda ciudad más importante de México. El único sistema que no está presente en Jalisco es el de sitios con hielo permanente, pues si bien cuenta con el Nevado de Colima, este no tiene hielo todos los años ni todos los meses (Curiel et al., 2015, 35).

22 CONABIO, 2006, 14.

23 Dinesrtein et al., 1995.

24 Santiago y Hernández, 2014, 149.

25 Santiago y Hernández, 2014, 220.

26 Merino, 2019, 266-267.

27 http://www.comsoc.udg.mx/noticia/golpeo-cambio-climatico-jalisco-durante-2019.

28 Curiel et al., 2015.

29 Diego Sztulwark, dice que: “El síntoma tiene un uso fuerte a partir de Freud en el psicoanálisis y antes habrá tenido algún uso médico. La idea es que hay algunas señales que anuncian que hay unas fuerzas que están trabajando invisiblemente sobre el cuerpo, a esas señales se les llama síntomas”. Consultado el 27 de mayo de 2020 en http://lobosuelto.com/un-punto-de-inflexion-entrevista-a-diego-sztulwark/

30 Córdoba, 2018, 99.

31 Los principios que rigen CCC Milpa y algunas formas de cómo operan se pueden consultar en su página consultado el 26 de mayo de 2020 en https://cooperativamilpa.org/

32 En este caso CCC Milpa forma parte del comité de certificación de El Jilote, Mercado Agroecológico. Para conocer respecto a este comité se puede visitar su página web https://eljilote.org/eljilote, consultada el 3 de junio de 2020.

33 El sistema productivo de milpa recupera la siembra conjunta de tres especies que, por lo general, son maíz, calabaza y frijol, de manera que generan una relación simbiótica que favorece su crecimiento.

34 Vázquez-Piombo, 2015.

35 Se puede seguir en parte esta experiencia por la publicación periódica que hacen los propios miembros del colectivo en su perfil de redes sociales https://cutt.ly/yttiCQx, consultado el 26 de mayo de 2020.

36 De la Peña, 1998.

37 Se puede consultar la recomendación en varios artículos de prensa y en el mismo portal de CEDHJ http://cedhj.org.mx/recomendaciones/emitidas/2019/Reco%2015-2019.pdf, consultado el 26 de mayo de 2020.

38 https://www.facebook.com/Comite.Salvabosque.Tigre.II. Consultado el 26 de mayo de 2020.

39 https://www.facebook.com/unsaltodevida. Consultado el 26 de mayo de 2020.

40 Hernández, 2020.

41 Pérez, 2016.