Dossier

water and landscape
AGUA y TERRITORIO

Los emigrantes asturianos y la modernización de los sistemas de abastecimiento de agua (1880-1936)

Asturian emigrants and the modernisation of water supply systems (1880-1936)

José Manuel Prieto Fernández del Viso

Universidad de Oviedo
Oviedo, España
prietomanuel@uniovi.es

ORCID: 0009-0002-8995-9412

Información del artículo

Recibido: 11/04/2023
Revisado: 27/12/2023
Aceptado: 30/12/2023
Online: 02/06/2024
Publicado: 10/01/2025

ISSN 2340-8472

ISSNe 2340-7743

DOI 10.17561/at.25.7900

CC-BY

© Universidad de Jaen (Espana).
Seminario Permanente Agua, Territorio y Medio Ambiente (CSIC)

RESUMEN
En el periodo de entre siglos los emigrantes asturianos comenzaron a financiar decenas de infraestructuras que permitieron mejorar la situación del abastecimiento de agua en las zonas rurales de la región, e incluso en algunos casos implantar el sistema moderno de suministro de agua. El objetivo del presente trabajo, tras analizar de forma breve el estado en el que se encontraba el abastecimiento de agua en Asturias en esa época y repasar los diferentes estudios sobre el tema, es precisamente realizar una valoración de esa actuación de los americanos, buscando comprender sus razones; repasar las formas en las que financiaron los diferentes equipamientos; e intentar establecer una cuantificación lo más ajustada posible de las infraestructuras construidas, pretendiendo asimismo evaluar el impacto que tuvo este conjunto de inversiones destinadas a modernizar los sistemas de suministro de agua en la vida cotidiana de miles de asturianos.

PALABRAS CLAVE: Emigración, Asturias, Abastecimiento de Agua, Lavaderos, Fuentes.

ABSTRACT
In the inter-century period, Asturian emigrants began to finance dozens of infrastructures that allowed to improve the water supply situation in the rural areas of the region, and in some cases even introduced the modern water supply system. The aim of this work, after briefly analysing the state of the water supply in Asturias at that time and reviewing the different studies on the subject, is precisely to evaluate the actions of those Americans, seeking to understand their reasons; to review the ways in which they financed the different facilities; and to try to establish a quantification as accurate as possible of the infrastructures built, also seeking to assess the impact that this set of investments aimed at modernising the water supply systems had on the daily lives of thousands of Asturian people.

KEYWORDS: Emigration, Asturias, Water Supply, Washing Places, Fountains.

Os emigrantes asturianos e a modernização dos sistemas de abastecimento de água (1880-1936)

RESUMO
No período entre séculos, os emigrantes asturianos começaram a financiar dezenas de infra-estruturas que permitiram melhorar a situação do abastecimento de água nas zonas rurais da região, e mesmo, em alguns casos, implementar o moderno sistema de abastecimento de água. O objectivo deste documento, após analisar a situação do abastecimento de água nas Astúrias e rever os estudos sobre o assunto, é precisamente avaliar as acções dos americanos, procurando compreender as suas razões; rever as formas como financiaram as diferentes instalações; e tentar estabelecer uma quantificação tão precisa quanto possível das infra-estruturas construídas, procurando também avaliar o impacto que este conjunto de investimentos destinados a modernizar os sistemas de abastecimento de água teve na vida quotidiana de milhares de homens e mulheres asturianos.

PALAVRAS-CHAVE: Emigração, Astúrias, Abastecimento de Água, Locais de Lavagem, Fontes.

Les émigrants asturiens et la modernisation des systèmes d’approvisionnement en eau (1880-1936)

RESUME
Au cours de la période interséculaire, les émigrants asturiens ont commencé à financer des dizaines d’infrastructures qui ont permis d’améliorer la situation de l’approvisionnement en eau dans les zones rurales de la région, et même, dans certains cas, de mettre en œuvre le système moderne d’approvisionnement en eau. L’objectif de cet article, après avoir analysé la situation de l’approvisionnement en eau dans les Asturies et passé en revue les études sur le sujet, est précisément d’évaluer les actions des Américains, en cherchant à comprendre leurs raisons, d’examiner la manière dont ils ont financé les différentes installations et d’essayer d’établir une quantification aussi précise que possible des infrastructures construites, en cherchant également à évaluer l’impact que cet ensemble d’investissements visant à moderniser les systèmes d’approvisionnement en eau a eu sur la vie quotidienne de milliers d’Asturiens et d’Asturiennes.

MOTS-CLÉ: Émigration, Asturies, Approvisionnement en Eau, Lavoirs, Fontaines.

Gli emigranti asturiani e la modernizzazione dei sistemi di approvvigionamento idrico (1880-1936)

SOMMARIO
Tra un secolo e l’altro, gli emigranti asturiani iniziarono a finanziare decine di infrastrutture che permisero di migliorare la situazione dell’approvvigionamento idrico nelle aree rurali della regione, fino ad arrivare, in alcuni casi, all’implementazione del moderno sistema di approvvigionamento idrico. L’obiettivo di questo lavoro, dopo aver analizzato la situazione dell’approvvigionamento idrico nelle Asturie e aver passato in rassegna gli studi sull’argomento, è proprio quello di valutare l’azione degli americani, cercando di comprendere le loro ragioni; esaminare le modalità di finanziamento delle diverse strutture; e cercare di stabilire una quantificazione il più possibile accurata delle infrastrutture costruite, cercando anche di valutare l’impatto che questo insieme di investimenti volti a modernizzare i sistemi di approvvigionamento idrico ha avuto sulla vita quotidiana di migliaia di donne e unomini asturiani.

PAROLE CHIAVE: Emigrazione, Asturie, Approvvigionamento Idrico, Lavatoi, Fontane.

Introducción

En las últimas décadas del siglo XIX se iniciaba en Asturias la introducción del sistema moderno de suministro de agua. La transformación de las redes de abastecimiento de agua se desarrolló de forma lenta y en realidad en muchas comarcas del interior del territorio asturiano el proceso no se consumó hasta la década de los setenta del siglo XX. Esto no significa que no se produjesen mejoras en los sistemas de captación y distribución de agua, si bien, normalmente, estas se concretaron en la construcción de pequeñas infraestructuras –fuentes, lavaderos y abrevaderos– que facilitaban el acceso al agua a los habitantes de una localidad. En la introducción de estos avances, al igual que sucedió con otros servicios públicos, jugaron un papel importante los emigrantes asturianos.

En los últimos años se ha constatado un aumento de los estudios sobre la modernización de los sistemas de abastecimientos de agua potable en España y la gestión de este servicio, sin embargo, no se puede decir que haya sucedido lo mismo en Asturias. Así, no son muchos los investigadores que han prestado atención a este tema y realmente se adolece de una visión de conjunto sobre su evolución en el territorio asturiano1. Desde una perspectiva regional, únicamente se puede mencionar la breve referencia de Matés- Barco a la situación asturiana en “las empresas de abastecimiento de aguas en el norte de España”2. A nivel local, tampoco son frecuentes los trabajos y tan solo se contabilizan las monografías sobre Oviedo3, Gijón4 y Ribadesella5, a las que se debe añadir la realizada sobre Candás, incluida en un amplio análisis sobre los lavaderos en el concejo de Carreño6. Es precisamente de estas últimas infraestructuras de las que se tiene un mayor conocimiento, fundamentalmente gracias a estudios realizados desde la óptica de la etnografía. Entre ellos se debe resaltar los llevados a cabo por Cueli sobre diferentes concejos como Piloña, Siero o Cabranes7 o Diego García sobre Gijón8. Si bien, por encima de todos destaca el de Cantero, en la que esta investigadora aporta datos interesantes sobre aspectos como la construcción –incluyendo financiación y motivaciones–, usos o representaciones simbólicas9.

Más escasos son los trabajos sobre la participación de los emigrantes en la modernización de los sistemas de suministro de agua en Asturias10. En su monografía sobre la arquitectura indiana, Álvarez Quintana da una visión general de la actuación de los americanos en el sector11 y más recientemente Méjica, Méndez y Fernández también abordan la cuestión, si bien es cierto que circunscriben su estudio al occidente asturiano 12 . Asimismo, Cantero repasa brevemente el papel de los americanos13 como promotores de diferentes infraestructuras hidráulicas14. Ya centrándose en casos particulares, se puede hacer referencia al libro de Bermejo sobre los hermanos Ibáñez Posada, en el que analiza la construcción de la traída de aguas de Colombres (Ribadedeva)15. Por su parte, Llavona, en su investigación acerca de la vivienda indiana en Llanes, menciona varias donaciones, especialmente lavaderos y fuentes16. Finalmente, hay que reseñar el artículo de Fernández Gutiérrez sobre las mejoras introducidas en la red de distribución de agua de Naves (Llanes) por parte de los hermanos Cueto Collado17.

El abastecimiento de aguas en Asturias en la transición entre los siglos XIX y XX

En las décadas finales del XIX y las iniciales del XX no fueron muchas las localidades asturianas en las que se implantó un sistema moderno que contemplase el suministro domiciliario de agua, tan solo se puede hacer referencia a las dos grandes poblaciones de la región, Oviedo y Gijón, y a algunos ejemplos dispersos como pueden ser Llanes, Villaviciosa, Colombres o Ribadesella18. En el resto del territorio se mantenía el modelo clásico y, en el mejor de los casos, la población se surtía de agua en fuentes instaladas en el pueblo o, lo que era más normal, debía desplazarse a manantiales más o menos cercanos (Figura 1). En general, a pesar los abundantes recursos hídricos existentes en Asturias, no se puede decir que el estado del abastecimiento de agua fuese precisamente óptimo. Un informe emitido en 1894 por la Junta Provincial de Sanidad deja pocas dudas al respecto:

Figura 1. Mujeres cogiendo agua en una fuente en Asturias hacia 1895

Fuente: Museo del Pueblo de Asturias. Colección Arturo Truan Vahamonde.

“En una provincia tan hidratada como esta, en la que abundan los alumbramientos de frescas y puras aguas, con fuentes exuberantes, cascadas, ríos, arroyos, surtidores naturales y lagos (…) se observa el raro fenómeno, de ser muy pocos los pueblos que se hallen bien abastecidos de agua en las condiciones higiénicas que necesita este artículo indispensable para la vida”19.

Los autores culpabilizaban de esta situación a la desidia de los municipios, reclamando medidas enérgicas para construir obras de dotación de aguas. No se tienen datos del impacto real de este informe, pero, como indica Cantero, parece que los consistorios se tomaron en serio la tarea de resolver el problema y dedicaron recursos para solventarlo20. Cuestión diferente es que, debido a la gravedad del problema y a las exiguas arcas municipales, los ayuntamientos pudiesen realmente remediarlo. Así que, con frecuencia, la solución de estas deficiencias quedó en manos de otros agentes, entre los que se encontraban los americanos21.

En realidad, en el periodo de entre siglos, la implantación del sistema moderno de suministro de aguas se limitó a unas pocas localidades en las que el crecimiento de la población obligó a los consistorios a intervenir o en las que la mencionada presencia de elementos ajenos a la administración hizo posible su introducción. Durante el primer tercio del XX se mantendrá esta tónica, restringiéndose el establecimiento del abastecimiento domiciliario a los principales núcleos de población, fundamentalmente ciudades y villas, mientras que en las áreas rurales se mantenía el sistema antiguo, si bien es cierto que desde los ayuntamientos se intentó mejorar el acceso al agua del vecindario, apoyando la construcción de fuentes o lavaderos. Incluso, la introducción del sistema moderno en una localidad no significaba que todos los vecinos tuviesen acceso al agua corriente, ya que los gastos derivados de la instalación y la tasa por el consumo provocaban que inicialmente fuesen pocas las viviendas que dispusiesen de este servicio22. El resto de la población continuó durante bastante tiempo abasteciéndose en las fuentes y acudiendo a lavar la ropa a los lavaderos. De hecho, las propias autoridades municipales siguieron financiando infraestructuras asociadas al sistema clásico en poblaciones en las que ya se contaba con suministro domiciliario. Los lavaderos construidos durante las primeras décadas del siglo XX en los barrios gijoneses La Arena, El Humedal o Pumarín, este último en 1940, ilustran perfectamente lo dicho23.

En estas fases iniciales, para la modernización del sistema de abastecimiento de agua se recurrió a fórmulas variadas. Por ejemplo, mientras que en Gijón y Llanes el servicio fue gestionado desde el Ayuntamiento y subvencionado por medio de un empréstito, en Oviedo y Ribadesella se optó por su privatización. Constituyéndose en el primer caso en 1898 la Sociedad Popular Ovetense24 y en el segundo la sociedad Acueducto de Ribadesella, fundada en 190425. Aunque ambas empresas se pueden considerar como una excepción, ya que, en Asturias, a diferencia de otras regiones, no fue habitual la creación de compañías privadas para gestionar el servicio de suministro de agua. En realidad, antes de 1936 solo se inscribieron en el Registro Mercantil de Asturias tres sociedades de este tipo: las citadas Sociedad Popular Ovetense y Acueducto de Ribadesella, y la Proveedora de Aguas de Cangas de Onís fundada en 191326. Además, hay referencias a otras dos en el concejo de Llanes: la razón social Bernardo Díaz Vega en Nueva y la Parres Sobrino en Posada27. Aunque no se ha encontrado información sobre su constitución, sí disfrutaron de una concesión de aprovechamiento de un caudal de agua que fue otorgada en abril de 1895 y octubre de 1894, respectivamente. Si bien, en el caso de Nueva, los datos disponibles invitan a pensar que no se trata de una iniciativa empresarial, sino de la donación de una fuente realizada por parte del emigrante Andrés del Río en 189428. Matés-Barco sostiene que esta escasa presencia de empresas en el sector es debida a las condiciones climáticas, que permiten la existencia de abundantes pozos, arroyos y manantiales, posibilitando el abastecimiento de la población sin muchas dificultades, y en el hábitat disperso, al que se suma una urbanización tardía, concentrada en torno a los núcleos mineros e industriales29.

La llegada del agua corriente a los hogares de la Asturias rural se iniciará de forma gradual a mediados del siglo XX. El proceso se desarrollará a lo largo de varias décadas y no se puede dar por concluido hasta los años ochenta30. No obstante, durante ese periodo algunas intervenciones de la administración no estarán dirigidas a la introducción del sistema moderno, sino que servirán para reforzar el clásico (Figura 2), como las subvenciones otorgadas para la construcción de lavaderos dentro del Plan de cooperación provincial para obras y servicios municipales de 1954. Incluso, en una fecha tan tardía como 1977 se construía un lavadero en Trescares (Peñamellera Alta)31. De hecho, con frecuencia, la introducción del sistema moderno en los pueblos siguió dependiendo de elementos externos a la administración, fundamentalmente de los vecinos organizados por medio de comunidades del agua y, en menor medida, de la acción de individuos concretos, entre ellos de nuevo figuran los americanos32.

Figura 2. Mujeres lavando en un río (Asturias, 1965)

Fuente: Museo del Pueblo de Asturias. Colección Mario Pascual.

Los emigrantes y el desarrollo de los sistemas de suministro de agua en Asturias

Uno de los hechos socioeconómicos más relevantes de la historia contemporánea asturiana lo constituyó la emigración de miles de jóvenes al continente americano. Han sido varios los investigadores que abordaron la cuantificación de este trasvase poblacional y de acuerdo con su trabajo se puede estimar que unos 400.000 asturianos se embarcarían hacia América entre 1800 y 193633. Su destino mayoritario fue Cuba seguida de Argentina y ya en menor medida México. Esta corriente migratoria tuvo variadas repercusiones en Asturias. Tal vez las más visibles fueron las inversiones de los americanos orientadas al desarrollo de determinadas infraestructuras, fundamentalmente educativas, pero también de suministro de agua o electricidad y, ya en un segundo plano, las vinculadas con el sector sanitario y el transporte.

Evidentemente resulta de gran interés conocer, aunque sea de forma somera, las motivaciones que impulsaron al colectivo emigrante a mejorar los sistemas de abastecimiento de agua en Asturias. En general, sus razones son muy similares a las observables en otros ámbitos como puede ser el educativo. Así la supuesta filantropía –siempre presente a la hora de analizar las iniciativas de los emigrantes– o la búsqueda de una rentabilidad social –es decir que su donación facilitase el reconocimiento de su nuevo estatus económico y su integración en las oligarquías locales–, han sido considerados como factores impulsores de su actuación. Por ejemplo, el altruismo parece encontrase detrás de la construcción de lavaderos como los de Boal o Luarca. En el primer caso, José Benito Sánchez decide cumplir la promesa de su difunta esposa –Rosalía Rodríguez, nacida en La Habana– que, tras conocer que las mujeres de Boal bajaban a lavar al río, se había comprometido a remediar esa situación. En lo que respecta al lavadero de Luarca, se ha señalado que Nicanor del Campo actuó movido por el recuerdo que tenía del duro trabajo de las lavanderas en el río.

Hay que valorar también la influencia ejercida por la adquisición durante su estancia en el continente americano de hábitos de higiene personal. De hecho, se ha apuntado que el americano resultó fundamental a la hora de introducir nuevas prácticas higiénicas en Asturias. Al respecto, el médico Felipe Portolá en su topografía sobre el concejo de Ponga destacaba que los retornados de América:

“Se lavan y emplean el agua y el jabón en abundancia para el aseo personal, porque tiene algo más de ilustración que cuando marcharon y buenos hábitos higiénicos”34.

Opinión corroborada por otro galeno, José Villalaín, refiriéndose a Avilés:

“De América (…) vino el uso del aseo personal. Aún hay ancianos que se extrañan de que se lave la cara con jabón, pero no hay ningún joven que no lo haga. Y acaso canse tanto repetir que todo eso se debe al ejemplo de los que vienen de Cuba”35.

Papel relevante jugó también el deseo de disponer en sus hogares de las comodidades que habían disfrutado en América. Debe recordarse que la vida del emigrante en el nuevo continente normalmente transcurría en un ámbito urbano, en ciudades como Buenos Aires o La Habana36, mucho más desarrollado que el mundo rural del que procedía. Así, que resulta lógico pensar que cuando regresa a su tierra pretenda instalar servicios como el agua corriente en sus viviendas. Además, de paso, se presenta como introductor de la modernidad en su pueblo y a la vez muestra que la transformación experimentada durante los años en ultramar no es solo económica, sino que también se extiende a su forma de vida y gustos, habiendo adquirido hábitos y comportamientos más refinados y cosmopolitas que lo separaban de sus convecinos. Esta nueva mentalidad del emigrante queda reflejada en la actitud del protagonista de un relato de González Velasco que, a su regreso de América, decide construir una mansión sobre la casa de sus padres buscando:

“Transformar aquella ruin morada según las necesidades de la vida moderna, cual correspondía a mi familia y posición”37.

En este sentido, es también necesario mencionar el factor de diferenciación social asociado al suministro domiciliario de agua. Los gastos de la instalación del enganche a la red principal, el alquiler del contador y el pago del consumo mensual representaban una cantidad de dinero que no estaba al alcance de todos los vecinos. Por lo tanto, disponer de este servicio se convertía en un elemento de distinción, que mostraba el nuevo estatus social del americano y lo separaba del resto del vecindario, que tenía que seguir acudiendo a la fuente38. Si bien es cierto que los americanos enriquecidos solían contar en sus casas con aljibes, fuentes o pozos e incluso instalaban bombas elevadoras, y si no los tenían, disponían del personal necesario para abastecerse de agua39. Asimismo, tampoco era extraño que la vivienda del americano estuviese provista de un enganche particular a las tuberías que servían a las fuentes del pueblo, o que construyese su propia traída de agua, de la que en ocasiones acababan beneficiándose sus convecinos, ya que se han dado casos de emigrantes que tras construir su traída privada instalaron fuentes y lavaderos para uso público40.

Cuantificación

La acción de los emigrantes en el sector del suministro de agua se desarrolló mayoritariamente en la Asturias rural donde, como en otros ámbitos, realizaron una labor subsidiaria a la de los ayuntamientos. De esta forma, el capital americano permitió la modernización de este servicio y su adelanto temporal, ya que, si su implantación hubiese dependido en exclusiva de los consistorios, sin duda, los vecinos no habrían podido disfrutar de esta mejora hasta muchos años después.

Cabe diferenciar en estas inversiones entre las destinadas a construir una fuente o un lavadero, a las que a menudo se sumaba un abrevadero, y aquellas otras en las que se contemplaba el suministro domiciliario. Evidentemente, estas últimas eran infraestructuras de mayor complejidad y coste, que solían incluir un depósito, al que se añadía una amplia red de distribución conformada por tuberías, acometidas particulares y bocas de riego o incendio. Es decir, mientras unos emigrantes invertían en la instalación del sistema de suministro de aguas moderno, otros se conformaban con mejorar las condiciones del abastecimiento de agua siguiendo el modelo clásico. Otra distinción que debe realizarse se vincula con el destinatario de las inversiones. Así, mientras que las fuentes, lavaderos y abrevaderos son para el uso del vecindario, los servicios domiciliarios son para el disfrute del emigrante, dada su posición económica, y para una minoría privilegiada que podía costearlo.

El recuento de los diferentes tipos de equipamientos hidráulicos financiados por los americanos es una tarea compleja –al igual que sucede con las escuelas–, fundamentalmente porque no siempre es posible documentar su participación en la construcción de fuentes, lavaderos y abrevaderos. El problema estriba en que estas pequeñas infraestructuras eran con frecuencia construidas directamente por el vecindario, consiguiendo normalmente los fondos necesarios a través de una colecta, aunque no era raro que un vecino asumiese todo el gasto. En ambas situaciones, la intervención del capital americano fue habitual, pero a veces no se puede verificar, ya que en las fuentes manejadas es frecuente encontrar referencias a los vecinos como donantes, pero sin especificar sus nombres o, en el caso de que se conozca su identidad –por ejemplo, cuando la prensa ofrece la relación de participantes en una colecta–, muy a menudo no se puede certificar su condición de emigrantes. Por tanto, para establecer este cálculo solo se han contabilizado aquellos equipamientos en los que existe certeza de la contribución de los americanos, siendo preciso advertir que la cifra real es sin duda superior a la ofrecida.

Los datos manejados aportan un total de 312 pequeñas infraestructuras hidráulicas en cuya financiación se ha detectado participación de los emigrantes, diferenciándose 90 lavaderos, 168 fuentes y 54 abrevaderos. Es muy común encontrarlos formando un conjunto, normalmente fuente y lavadero, protegidos por un tejado, sumándose a veces el abrevadero, casi siempre descubierto.

Las primeras inversiones americanas en el sector se remontan al último tercio del siglo XIX, aunque no son muy numerosas (Gráfico 1). Entre 1870 y 1900 tan solo se han documentado 22 fuentes, 12 lavaderos y 4 abrevaderos. La mayoría de las donaciones que se han datado se producen entre 1900 y 1936. Así, en las dos primeras décadas del siglo XX se contabilizan 50 fuentes, 33 lavaderos y 15 abrevaderos, mientras que para el periodo 1920-1936 son 74, 39 y 28 respectivamente. Con posterioridad a 1936 el patrocinio de los emigrantes se reduce drásticamente, y a partir de los años cincuenta solo se tiene registro de 12 fuentes, 6 lavaderos y 5 abrevaderos. Paradójicamente, ese es el momento de mayor auge constructivo de estas infraestructuras en Asturias al amparo del Plan de cooperación provincial a obras y servicios municipales de la provincia de Oviedo. Con toda probabilidad, fue este aumento de las ayudas de la administración la causa del descenso de la inversión americana, aunque no se debe descartar la influencia ejercida por la introducción, si bien de forma lenta, del suministro domiciliario en las zonas rurales asturianas.

Gráfico 1. Fuentes, lavaderos y abrevaderos financiados por emigrantes en Asturias

Fuente: elaborado a partir de archivos municipales, Archivo de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, Archivo Histórico Provincial de Asturias, Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo...

Más sencillo resulta cuantificar los equipamientos que contemplaban el suministro domiciliario. La existencia de una amplia documentación oficial, directamente relacionada con la tramitación administrativa permite un conocimiento más preciso de estas inversiones. El número de infraestructuras de este tipo es claramente inferior al de fuentes, lavaderos o abrevaderos. De hecho, tan solo contabilizamos 25, concentradas, al igual que las fuentes o lavaderos, sobre todo en el periodo 1900-1936, etapa en la que se localizan 17 traídas de aguas con acometidas particulares. De los 8 restantes, 2 —Colombres y Llanes— datan de finales del XIX, mientras que las otras 6 se registran entre 1950 y 1971.

La razón principal del escaso número de poblaciones dotadas por los americanos con suministro domiciliario de agua puede encontrarse en los altos costes de este equipamiento, que pocos emigrantes podían asumir individualmente, por lo que era necesaria una actuación colectiva. Además, la instalación de acometidas particulares implicaba la existencia de un grupo importante de vecinos, que no solo deseasen contar con ese servicio, sino que además pudiesen costearlo. Tampoco ha de olvidarse que la aprobación de un proyecto de este tipo requería una tramitación administrativa larga y compleja –no era raro que se prolongase durante años– cuestión que podía desanimar a los posibles interesados. Finalmente, hay que tener en cuenta que, en ocasiones, el americano no invertía en redes de distribución de agua a nivel local porque costeaba su propia traída de aguas desde un manantial cercano a la población o, en su defecto, si el pueblo contaba con una fuente pública, realizaba un enganche a la tubería de dicha fuente para llevar el agua a su vivienda.

Si bien las iniciativas de los americanos tendentes a la instalación de sistemas modernos de abastecimiento de agua no fueron muy numerosas, la inversión realizada en cada una de ellas fue notable, superando en muchas ocasiones las 100.000 pesetas, llegando a alcanzar incluso, como en el caso de Noreña, las 600.000. No obstante, estas cantidades no fueron habituales y la mayoría de las veces los emigrantes se limitaron a financiar pequeñas infraestructuras que mejoraron el acceso al agua potable del vecindario, pero que se relacionan más con el modelo clásico de suministro de agua41. En estos casos, su construcción no suponía un gasto muy grande, entre 5.000 y 10.000 pesetas, y por tanto podían ser asumidas sin muchos problemas por un único donante. Si bien es cierto que los grandes lavaderos, como los de Boal o Luarca, podían superar con creces esa cantidad42.

Formas de financiación

La mayoría de las infraestructuras hidráulicas patrocinadas por los emigrantes fue producto de donaciones individuales o colectivas. Entre las primeras, se han detectado legados testamentarios destinados a sufragar la construcción de una fuente o un lavadero, aunque no son muy numerosos. En lo que refiere a las colectivas, como sucede en la financiación de otros equipamientos, a veces las cantidades aportadas en las suscripciones son realmente importantes, representando un porcentaje elevado del total final recaudado. El caso más llamativo es el de Ángel Cuesta La Madrid, que en 1920 entrega 40.250 pesetas para la construcción la nueva red de abastecimiento de agua de Panes (Peñamellera Baja), cifra que supuso casi el 50 % del coste total de las obras43.

El papel preeminente que jugaban algunos emigrantes en las suscripciones no se limitaba a su aportación económica, ya que también hay que considerar el impacto que tenía su participación en la movilización del colectivo. La iniciativa de construir un equipamiento público podía partir de cualquier miembro de la comunidad, pudiendo ser indistintamente un americano o un vecino del pueblo, cuestión distinta era la repercusión de la propuesta. En ese sentido, si el promotor o promotores eran personalidades relevantes y con crédito social, el éxito estaba asegurado y resultaba más fácil conseguir los objetivos perseguidos y que otros miembros de la comunidad emigrante, estimulados por su ejemplo, colaborasen en la suscripción (Figura 3).

Figura 3. Lavadero de San Roque del Acebal (Llanes) en 1917, construido por suscripción entre emigrantes

Fuente: Museo del Pueblo de Asturias. Revista Asturias.

Otra posibilidad que tenían los americanos para participar en la financiación de estos equipamientos hidráulicos era la de suscribir las obligaciones emitidas por los ayuntamientos. Como ya se ha comentado, la emisión de un empréstito era uno de los recursos más habituales de los municipios para ejecutar obras de cierta envergadura y alto coste. Lógicamente algunas de estas obras podían estar vinculadas a la modernización del sistema de abastecimiento de agua. El caso de Llanes resulta paradigmático de este modelo de colaboración, dándose además la circunstancia de que varios integrantes de la colonia americana fueron también los promotores, al demandar a través de la prensa local la mejora del servicio de suministro de agua.

Un aspecto que debe resaltarse dentro de la inversión americana en infraestructuras hidráulicas es la escasez de proyectos impulsados, y financiados, por asociaciones de emigrantes, a diferencia de lo que sucedía por ejemplo con la educación44. De hecho, se limitan al lavadero y fuente de Baldedo (Villayón), construidos por los Residentes de Villayón en Argentina; la fuente de Parlero (Villayón), debida a los Hijos del Concejo de Villayón de La Habana; la fuente de Piantón (Vegadeo) promovida por el Centro Asturiano Villamil en Argentina; y el lavadero de Posada (Llanera), impulsado por el Club Llanera. Mención aparte merece la Sociedad el Fomento de Llibardón, creada en 1899 en Chile, que, dentro del amplio conjunto de mejoras que desarrolló con el ánimo de modernizar su parroquia, financió varias fuentes, lavaderos y abrevaderos, además de colaborar con el Ayuntamiento en la construcción de las traídas de aguas de los pueblos de Fano, el Eslabayo y Carrandena (Colunga)45.

A estas donaciones habría que añadir la cooperación de estas asociaciones en otros equipamientos hidráulicas como respuesta a peticiones de ayuda concretas. Por ejemplo, tras la solicitud de los vecinos de San Esteban de los Buitres (Illano), la Sociedad de Los Naturales de Illano en La Habana contribuye a la instalación de la traída de aguas. Esta misma agrupación también participa en la financiación de las fuentes de Ferreiro y Casal en Cimadevilla (Illano).

Lavaderos, fuentes y abrevaderos

El primer ejemplo documentado de infraestructuras destinadas al abastecimiento de agua patrocinado por los americanos se localiza en Santa Eulalia de Carranzo (Llanes), donde, en 1870, Diego Escandón construye un depósito, dos fuentes y un lavadero, aprovechando para ello la traída de aguas de su propia vivienda46. Si bien se puede decir que es un hecho aislado, ya que no hay constancia de otras iniciativas similares hasta 1888, cuando se produce la donación por parte de Alonso Mijares de un lavadero y una fuente en Cué (Llanes)47. Un año después se inaugura el nuevo sistema de suministro de aguas de Colombres (Ribadedeva) financiado por Manuel Ibáñez Posada, que además de las tomas domiciliarias, incluye tres fuentes, un lavadero y un abrevadero públicos (Figura 4)48.

Figura 4. Lavadero de Colombres (Ribadedeva) construido por Manuel Ibáñez Posada (1889)

Fuente: Museo del Pueblo de Asturias. Revista Asturias.

Ya a comienzos de los años noventa del siglo XIX, Manuel Valle y su esposa Concha Heres costean un lavadero en San Tirso de Candamo49. Es en entonces cuando se registra la primera iniciativa de tipo colectivo de la que se tiene certeza, concretamente en 1891 en la aldea de Robledo (Grado). Se trata de un equipamiento que consta de lavadero, fuente y abrevadero50. Otros ejemplos tempranos los encontramos en el lavadero de Ruenes (Peñamellera Alta) –datado en 1891 y debido al emigrante Laureano López– y en la parroquia de Cereceda (Piloña) donde, hacia 1899, el tabaquero Celestino Corral sufraga una fuente y un lavadero51.

En lo que se refiere a las fuentes construidas por los americanos como elemento independiente, es decir sin estar asociadas a lavaderos o sistemas de suministro domiciliario de aguas, las más antiguas que se han datado son la de Nueva (Llanes) donada por Andrés del Río e inaugurada en octubre de 1894 (Figura 5), y la de Forcinas (Pravia) sufragada por Manuel García de la Noceda, también en 1894. Con la llegada del siglo XX el número de estas pequeñas infraestructuras hidráulicas costeadas por emigrantes irá creciendo progresivamente.

Figura 5. La fuente de Nueva (Llanes) en 1895, financiada por Andrés del Río

Fuente: Archivo Municipal de Llanes. Fondos El Oriente de Asturias.

La gran mayoría de estos equipamientos no suponen obras de gran envergadura, ya que normalmente se surten de manantiales o corrientes de agua que se encuentran cercanas al pueblo o discurren por el mismo caserío, como el lavadero de Boal abastecido por el arroyo de Frieira que atraviesa la villa. Incluso en ocasiones se aprovechan infraestructuras ya existentes, no siendo necesario la construcción de un sistema de captación y distribución del agua. Esto no significa que no se contabilicen casos en los que debido a la lejanía del manantial es imprescindible disponer de infraestructuras de cierta complejidad, que incluyen arquetas de captación, largas tuberías y un depósito, como sucede en la mencionada fuente de Nueva (Llanes) financiada por Andrés del Río. En este caso el agua procede del manantial El Argayo, distante unos 2 kilómetros de la población, por lo que fue necesario construir una tubería y un depósito52.

La dotación de fuentes y lavaderos representaba un notable avance para los núcleos rurales asturianos. La existencia de las primeras suponía la multiplicación de los puntos de abastecimiento de agua en el pueblo. De esta forma, el suministro se volvía más cómodo al no tener que desplazarse varias veces al día a los manantiales, arroyos o ríos. No obstante, tal vez es mayor la relevancia de los lavaderos. Hecho explicable por su impacto sociolaboral y la necesidad de una inversión más cuantiosa, sobre todo en los de mayores dimensiones. Además, con mucha frecuencia el lavadero suele formar un conjunto en el que se integra una fuente –es extraño el lavadero que no cuenta con una– y un abrevadero para el ganado. Por lo tanto, a su función fundamental de lugar donde se limpiaba la ropa, se sumaba la provisión de agua para el vecindario por medio de un caño y, ya de forma secundaria, el abastecimiento para el ganado a través de un pilón. Es decir, se trata de un recinto multifuncional que prestaba varios servicios al pueblo.

En un principio, el lavadero aparece más asociado a las ciudades, donde era más difícil encontrar un río o arroyo para lavar, y donde la población era más numerosa. En las zonas rurales, la mayor disponibilidad de corrientes de agua hacía que los lavaderos fuesen menos necesarios. Sin embargo, con el paso del tiempo estos equipamientos van a generalizarse, hasta el punto de convertirse en un elemento habitual en las comarcas agrarias de la región. Primero se instalan en las villas y luego se extienden por el resto de los núcleos de población, pudiendo decirse que en cada pueblo había uno. Así, en el concejo de Boal se han localizado 45 lavaderos de muy variada tipología (Figura 6)53, en Cabranes 2654 o en Piloña 7355. Su popularización se produce durante las tres primeras décadas del siglo XX, pero es en la década de los cincuenta cuando reciben un gran impulso, a raíz del Plan de cooperación provincial para obras y servicios municipales de 1954 que incluía subvenciones para su construcción, lo que dio lugar a un notable incremento en su número. Por ejemplo, muchos de los lavaderos conservados en Cangas del Narcea, Degaña o Ibias son debidos a este plan de cooperación56. Estas infraestructuras se mantuvieron en uso hasta los años setenta, aunque bien avanzada la década de los ochenta algunos seguían en funcionamiento, como el del pequeño pueblo de Banduxu (Proaza)57.

Figura 6. Colocación de la primera piedra del Lavadero de Boal (1927)

Fuente: Museo del Pueblo de Asturias. Colección El Progreso de Asturias.

Los lavaderos rurales suelen presentar unas dimensiones modestas. Lo normal era que contasen con un único pilón compartido por las usuarias. Solamente en las villas encontraremos lavaderos de cierta envergadura, con diferentes puestos de trabajo y una compartimentación de las distintas tareas: enjuagado y restregado, aclarado y finalmente azuleteado y escurrido. Sin duda, los mejores ejemplos de grandes lavaderos sufragados por los emigrantes se localizan en Boal, Miranda (Avilés) y Luarca (Valdés).

Las iniciativas para la construcción de estos equipamientos hidráulicos podían partir de los ayuntamientos, de particulares o del conjunto de los habitantes de una población. En todas las modalidades puede darse la participación del capital americano. Si bien, resulta más habitual su presencia cuando el proyecto parte de los vecinos o de particulares. En el primer caso completando la colecta iniciada en el pueblo, mientras que en el segundo lo normal es que se proponga al municipio la donación de una infraestructura de ese tipo. Por ejemplo, en 1909 Manuel Rionda ofrece al Ayuntamiento de Noreña hacerse cargo de la construcción de un lavadero. Dentro de las promociones particulares se han documentado donaciones vinculadas a una disposición testamentaria, como la de José Parres. El legado de este emigrante llanisco, de acuerdo con su testamento otorgado en Querétaro en 1897, ascendió dos mil pesos que debían ser destinados a la construcción de un lavadero público en Balmori (Llanes)58.

Asimismo, se registran donaciones efectuadas por varios miembros de una familia, como la realizada por los hermanos riosellanos Manuel, Ramón y Silverio Prieto establecidos en Cuba y con negocios tabaqueros, que junto al también emigrante Lisandro Margolles, sufragan en 1909 dos fuentes, un lavadero y un abrevadero en la aldea de La Oliva (Ribadesella)59. A menudo, la construcción de estos equipamientos forma parte de un conjunto de iniciativas más amplio, que tenían como resultado la transformación total del pueblo natal de los americanos. Este es el caso del lavadero y fuente de La Ferrería (Soto del Barco) sufragados por los hermanos Fernández Castro, que además costean jardines, caminos, parques, la escuela, una planta eléctrica, y ya en Soto del Barco, el cine-teatro Clarín60. Muy destacable es asimismo la actuación de los hermanos Cueto Collado en Naves (Llanes), donde financiaron la escuela, la plaza pública, la iglesia e introdujeron mejoras en los caminos y en el abastecimiento de agua61. De hecho, los hermanos Cueto Collado no se limitaron a modernizar el sistema de suministro de agua, sino que también dejaron fondos para su mantenimiento. Concretamente, en 1903, Ramón Cueto Collado dona 15.000 pesetas, que también sirvieron para pagar a la maestra de la escuela y la limpieza del cementerio. Años después, en 1920, a esa cantidad se añadían 75.000 pesetas procedentes de un legado testamentario de Pedro Cueto Collado. Este capital se invirtió en deuda pública, constituyéndose en 1921 una fundación con la triple finalidad de mantener la red de distribución de agua; el pago del sueldo de la maestra; y el cuidado del cementerio62.

El suministro domiciliario de agua

Normalmente, cuando un Ayuntamiento tomaba la decisión de construir una traída de aguas moderna solía encontrase con un problema de financiación, para resolverlo la opción más habitual era emitir un empréstito. En las primeras décadas del XX fueron muchas las poblaciones asturianas que recurrieron a esta vía para financiar sus nuevos sistemas de abastecimiento de aguas. Entre ellas se pueden citar Gijón, Candás o Llanes, esta última, tal y como se ha indicado, con participación de capital americano, algo que sin duda sería habitual en otras localidades, pero que resulta difícil de confirmar. Otra posibilidad que tenían los municipios era otorgar la gestión del servicio a una empresa privada. Los únicos casos de inversión americana de tipo empresarial en el sector se encuentran en Ribadesella y en Cangas de Onís, donde respectivamente se constituyen las sociedades Acueducto de Ribadesella y la Proveedora de Aguas de Cangas de Onís63. Asimismo, debe citarse a Hermógenes González, accionista y miembro del consejo de administración de la Sociedad Popular Ovetense.

En esta búsqueda de capital para financiar obras públicas municipales, también se han detectado prohombres locales que adelantaban el dinero, entre ellos se encontrarían emigrantes. Esta situación se da en Colloto (Oviedo) en 1927, cuando un grupo de americanos adelanta 150.000 pesetas para la instalación de una traída de aguas moderna, si bien a cambio de un interés del 5 %. Finalmente, puede suceder que el americano coopere con la administración y que, por tanto, su aportación sea una más de las que permite la construcción del equipamiento, como ocurre en varias localidades del concejo de Salas en una fecha tan tardía como 1962 y en las que la financiación se reparte entre el Estado, los vecinos y el colectivo emigrante.

No son muchas las redes de abastecimiento de agua que contemplan el suministro domiciliario costeadas de forma individual por americanos, si bien se trata de obras de gran envergadura y coste. Antes de la Guerra Civil tan solo se registran tres donaciones de este tipo. La primera promovida por Manuel Ibáñez Posada, que el 13 de junio de 1887 plantea al Ayuntamiento la necesidad de construir en Colombres una traída de aguas. Inaugurada en 1891, como ya se ha dicho, además de las acometidas particulares, contaba con tres fuentes, un lavadero y un abrevadero públicos. Las otras dos poblaciones serían Proaza y Noreña, en esta última localidad el equipamiento sería financiado en la década de los veinte por la familia Rionda-Alonso64. El caso de Noreña resulta muy interesante, no solo por el alto coste económico de su construcción -600.000 pesetas-, sino porque los beneficios generados por la explotación del suministro de agua fueron destinados al mantenimiento de la fundación escolar creada por esa misma familia en Noreña, constituyendo un modelo único en el ámbito educativo asturiano. Tras la Guerra Civil solo se contabilizan cuatro. Concretamente en Caunedo (Somiedo), a mediados de los años cincuenta y debida a José Feito; en Andrín (Llanes), por parte de Benito González Pérez, igualmente en la década de los cincuenta; en Caravia, financiada Laureano Carús en 1964; y la de Villaescusa (Colunga), costeada también por Laureano Carús, en esta ocasión con su hermano Antonio, en 1971.

Más numerosas son las traídas de agua con toma domiciliaria sufragadas de forma colectiva. En este caso, lo habitual era que los emigrantes creasen una comisión gestora, cuyo presidente se encargaba de solicitar al Estado la concesión del aprovechamiento de un caudal de agua, como sucede en Porrúa o Poo, ambas localidades en el concejo de Llanes. Cuando este comité gestor se establecía en el extranjero se designaba un representante en Asturias. La comisión se encargaba de iniciar y organizar la recaudación de fondos. Por ejemplo, en 1920 para construir la traída de aguas de Panes se crea una comisión en Chile, cuyos integrantes comienzan la suscripción aportando cada uno 3.000 pesetas. Normalmente esta colecta cubría las obras del depósito y la conducción del agua hasta la población, comprendiendo también elementos para el abastecimiento público, como fuentes, lavaderos y bocas de incendios o de riego, mientras que las acometidas particulares eran costeadas por los interesados. Si bien, en Poo (Llanes), para poder disponer de suministro de agua en la vivienda, además del pago de la instalación, se estableció como requisito una aportación mínima a la suscripción de 500 pesetas65.

Las funciones de la comisión gestora abarcaban también la toma de decisiones sobre los aspectos técnicos de las obras y la realización de los trámites administrativos necesarios para la construcción del equipamiento. Una vez inaugurada la nueva traída de aguas no era raro que los miembros de la junta se encargasen de la gestión del servicio, redactando un reglamento de uso, este es el caso de Poo (Llanes) o de Abándames (Peñamellera Baja). También podían organizar una asociación con ese fin, como sucede en Alevia (Peñamellera Baja), donde en 1922 se crea la Sociedad de Conducción de Aguas del Barrial66.

Buenos ejemplos de iniciativas originadas en el colectivo emigrante los encontramos en Abándames (Peñamellera Baja), Porrúa (Llanes) y Somao (Pravia). En Abándames, el proyecto se origina en Puebla (México), donde se crea una junta gestora que reúne las 20.000 pesetas necesarias para la construcción de la infraestructura y se encargaría de redactar el reglamento. El equipamiento se inauguró en 1907 y, además de las tomas a las viviendas, contó con tres fuentes, tres lavaderos y un abrevadero. Abándames, a principios del siglo XX, tenía unos 400 habitantes y 90 casas, y se convertiría en la primera población de Asturias, que no era capital de un concejo, en contar con suministro domiciliario de agua. También, vinculada a Puebla se encuentra la traída de aguas de Porrúa, si bien en este caso se trata de un grupo de emigrantes retornados los que impulsan su construcción. Al igual que sucede en Abándames, se diferenciaría entre las tomas domiciliarias de pago y el suministro gratuito, para el que construyeron seis fuentes, dos abrevaderos y cuatro bocas de incendio o riego67.

Conclusiones

La actuación de los emigrantes supuso la puesta en servicio de más de 300 fuentes, lavaderos y abrevaderos, a lo que se suma la instalación en 25 poblaciones asturianas del suministro domiciliario de agua. Es innegable el gran impacto que tuvo la construcción de estas infraestructuras en el día a día de miles de asturianos. Disponer de un lavadero o de una fuente en una localidad, o en sus cercanías, supuso un importante avance para el vecindario, haciendo más fácil la realización de algunas ocupaciones cotidianas y produciendo una notable mejora en la calidad de vida de los habitantes de las comarcas agrarias favorecidas, especialmente de las mujeres.

La inversión americana tuvo como consecuencia que en muchas zonas de la región se adelantase temporalmente la construcción de estos equipamientos, siendo indudable que su instalación se habría retrasado, especialmente la del suministro domiciliario, incluso hasta varias décadas, si hubiese dependido solo de la administración. Además, debe añadirse que las promociones de los americanos solían presentar una mayor calidad que las sufragadas por los organismos públicos, especialmente los ayuntamientos68. Estos últimos, siempre escasos de dinero, debían apurar al máximo sus recursos optando por construcciones sencillas y austeras, que contrastaban con algunos de los grandes lavaderos financiados por los emigrantes como pueden ser el de Boal o el de Luarca (Valdés).

El papel de los emigrantes fue especialmente relevante en las aldeas y pueblos, ya que en las capitales de los concejos los ayuntamientos se ocupaban más de estas cuestiones, priorizando las inversiones en las villas en detrimento del resto de núcleos de población. En este sentido es muy destacable la implantación del suministro domiciliario en pequeñas localidades, servicio que hasta los años sesenta de la pasada centuria no llegó a la mayor parte de las zonas rurales de la región. Sin embargo, gracias a la acción americana, a principios del siglo XX poblaciones como Abándames (Peñamellera Baja) o Poo (Llanes) contaban con agua corriente en sus viviendas.

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_______________________________

1 Si bien estudian un periodo histórico anterior, resultan de gran interés los trabajos realizados desde la perspectiva de la Historia del Arte por Heredia Alonso sobre la situación de los abastecimientos de agua en Asturias durante el siglo XVI, entre los que cabe destacar Heredia Alonso, 2019.

2 Matés-Barco, 2008, 277-278.

3 Abril, 2005.

4 Blanco, 2003 y 2015.

5 Pérez, 1998.

6 Rose-Alcorta; Aguilar; Braña, 2015, 12-23.

7 Cueli, 2011, 2013 y 2015.

8 Diego, 1992.

9 Cantero, 2015.

10 Los emigrantes de otras regiones, como Galicia o Castilla y León, también financiaron la construcción de equipamientos hidráulicos, pero al igual que en Asturias no se han realizado estudios monográficos, sino que hay referencias en trabajos más amplios. A modo de ejemplo, se puede citar el de Blanco y Sánchez (2014) para Castilla y León.

11 Álvarez, 1991, 475-483.

12 Méjica; Méndez; Fernández, 2024, 491-500.

13 A lo largo de este trabajo se utilizará también el término americano para referirse al emigrante, ya que es como se les denominaba en muchas zonas de Asturias.

14 Cantero, 2015, 73-80.

15 Bermejo, 1998, 83-92.

16 Llavona, 2007, 38, 50 y 59 e Inventario.

17 Fernández, 2003, 115-120.

18 Por ejemplo, en 1912, una población como Avilés, que contaba con unos 10.000 habitantes, no había modernizado todavía su sistema de abastecimiento de agua. Sobre el mismo, el doctor Villalaín afirmaba que era “deficiente, a pesar de ser muy abundante el agua”, insistiendo en la necesidad de su renovación. Villalaín, 1913, 47.

19 Las diferentes topografías escritas por médicos asturianos en las primeras décadas del XX coinciden con este dictamen de la Junta Provincial de Sanidad, denunciando el mal estado del servicio de suministro de agua en los concejos rurales.

20 Cantero, 2015, 36.

21 Cantero menciona como patrocinadores de estas infraestructuras, además de a los emigrantes, a los filántropos provenientes de las clases altas tradicionales y a las empresas. Cantero, 2015, 43.

22 Por ejemplo, en Gijón, a pesar de implantarse en 1890 el suministro domiciliario estuvo limitado al centro de la ciudad hasta la década de los treinta. Es en ese momento cuando empieza a llegar el agua corriente a las viviendas de barrios periféricos como El Llano, Natahoyo o La Calzada. Blanco, 2015, 44.

23 Cantero, 2015, 134.

24 Archivo del Registro Mercantil de Asturias (en adelante ARMA), Libro de inscripciones del Registro Mercantil de Oviedo, tomo 13, hoja 238. Sobre la Sociedad Popular Ovetense ver Alvarado; Suárez; Valdaliso, 2022.

25 ARMA, Libro de inscripciones del Registro Mercantil de Oviedo, tomo 17, hoja 570.

26 ARMA, Libro de inscripciones del Registro Mercantil de Oviedo, tomo 18, hoja 735.

27 Matés-Barco, 2008, 277.

28 En 1893, Andrés del Río encargó al maestro de obras Bernardo Díaz la construcción de una fuente en Nueva. Posteriormente, en enero de 1894, Bernardo Díaz solicitó una concesión de aprovechamiento del agua. Es bastante probable que Bernardo Díaz al solicitar esta concesión actuase en nombre de Andrés del Río y se limitase a cumplir un trámite necesario para poder ejecutar la obra, y, por tanto, no buscase obtener un rendimiento económico. Además, en la Real Orden de 23 abril de 1895 por la que se aprueba la concesión a Bernardo Díaz no hay referencia a las tarifas y tampoco se ha encontrado documentación que demuestre la obtención de algún tipo de beneficio de la explotación del abastecimiento de aguas de Nueva.

29 Matés-Barco, 2008, 277.

30 A principios de los años ochenta todavía había concejos de Asturias que contaban con poblaciones en las que no se había implantado el sistema moderno de abastecimiento de aguas y, por tanto, no disponían de agua corriente en las viviendas. Como ejemplo pueden citarse distintos núcleos de los concejos de Boal, Proaza o Carreño. Incluso había aldeas como Coba (Boal) en la que se seguía lavando la ropa en un arroyo cercano.

31 Cantero, 2015, 43.

32 Por ejemplo, Rose-Alcorta ha estudiado el caso de Carreño, y observa como a partir de 1950 es la iniciativa vecinal, canalizada por medio de las denominadas comunidades del agua, la que posibilita la llegada del agua corriente a la zona rural del concejo. Rose-Alcorta, 2015, 18-23.

33 Ojeda; San Miguel, 1985. Anes, 1993. Llordén, 2008b.

34 Portolá, 1915, 101.

35 Villalaín, 1913, 94.

36 Ambas ciudades habían modernizado sus sistemas de abastecimiento de agua a finales del XIX. Pero esto no solo sucedía en las capitales, por ejemplo, Puebla (México), donde se había asentado una importante colonia asturiana, originaria sobre todo de Llanes y en general del oriente de Asturias, disponía de red de suministro de aguas desde 1855. Por tanto, no parece casual que emigrantes de esa zona de la región establecidos en Puebla fuesen los promotores de la instalación del abastecimiento domiciliario en localidades como Porrúa o Abándames. Asimismo, se han detectado emigrantes gallegos, también asentados en Puebla, que introdujeron mejoras en el suministro de agua de sus pueblos. Villaverde, 2001, 495.

37 González, 1880, 118.

38 Por ejemplo, en Panes (Peñamellera Baja), que en los años veinte contaba con 835 habitantes, cuando se construye un nuevo sistema de abastecimiento de agua –costeado mayoritariamente por los emigrantes– se instalan 3 fuentes públicas y solo hay 30 acometidas privadas, cada una con un coste de 300 pesetas.

39 Álvarez, 1991, 478.

40 Llavona en su estudio sobre Llanes documenta varios casos. Por ejemplo, a su regreso de México, Mateo Bulnes y Manuel Valle dotan a sus viviendas en Palacio de Ardisana de suministro privado de agua, que usan para abastecer la fuente, el lavadero y el abrevadero que donan al pueblo. Llavona, 2007, Fichas PAL-3 y TRE-2.

41 Normalmente, cuando los americanos dotaban a una población de un sistema de suministro domiciliario, construían también fuentes y lavaderos públicos.

42 En el caso de Boal, el coste de las obras superó las 15.000 pesetas.

43 Pueyo, 2002, 49.

44 El fenómeno de asociacionismo es uno de los más característicos de la emigración española. Entre la gran diversidad de sociedades que surgieron dentro del colectivo español en América se encuentran las microterritoriales, que estaban integradas por emigrantes procedentes de un ámbito territorial reducido, normalmente un concejo. Sus fines solían ser el recreo y la beneficencia, incluyendo muchas de ellas la introducción de mejoras en sus lugares de origen, casi siempre relacionadas con la educación. Sobre las asociaciones asturianas ver Llordén, 2008a.

45 Capellán, 2007, 168.

46 Llavona, 2007, ficha EUL-2.

47 Llavona, 2007, ficha CUE-13.

48 Bermejo, 1998, 83-92.

49 Bermejo, 1992, 238.

50 Ayuntamiento de Grado, Catálogo Urbanístico del Concejo de Grado, ficha 1623.

51 Bellmut; Canella, 1980-1987, 384.

52 Llavona, 2007, ficha NUE-10.

53 Flórez, 2007.

54 Cueli, 2013.

55 Cueli, 2015, 34.

56 Fernández; Marcos, 2011, 127-128.

57 Múñiz, 2014, 438-440.

58 Archivo Municipal de Llanes (en adelante, AMLl), Testamento de José Parres Gómez, Querétaro, 24 de enero de 1897.

59 Pérez, 2006, 45.

60 En Asturias son varias las poblaciones e incluso concejos que son totalmente transformados por el capital americano. Al respecto, el doctor Villalaín afirma sobre los americanos de Valdés que “dan cultura baja al pueblo, que hasta de ella carecía; trajeron dinero que es el nervio de la vida de los pueblos, y fundaron hospitales, escuelas y cooperativas. Asturias debe mucho a la emigración. Luarca debe a la emigración casi cuanto es, y la provincia entera las tres cuartas partes de lo que es”. Villalaín, 1915, 95.

61 Fernández, 1999, 83-91.

62 AMLl, Cuenta de ingreso y gastos de la Obra Pía Cueto Collado, año 1935.

63 Entre los accionistas de ambas empresas se encontraban varios americanos como Pedro Sarmiento en la Proveedora de Cangas de Onís o José Blanco en Acueducto de Ribadesella.

64 Manuel Rionda (1854-1944) y Pedro Alonso (1856-1921) emigraron a Cuba en la década de los sesenta del siglo XIX, siendo empleados por Francisco Rionda, hermano de Manuel, propietario de varios ingenios azucareros. Ambos prosperaron en Cuba hasta convertirse en importantes empresarios del sector del azúcar, emparentando tras el matrimonio de Pedro Alonso con Ramona Rionda, hermana de Manuel. Después de cuarenta años en América, Pedro Alonso regresó a Noreña en 1907, mientras que Manuel Rionda, establecido en Nueva York, se limitó a realizar visitas esporádicas a su tierra. Dentro del amplio conjunto de inversiones ejecutadas por esta familia, y que supusieron la transformación de su villa natal, destacan, además de la escuela y la red de suministro de agua, la construcción de la carretera que unía La Reguera con Noreña y la financiación de varios espacios culturales, entre ellos el Salón París, el Centro popular obrero y un salón de cine. Asimismo, construyeron viviendas sociales para clases trabajadoras.

65 Museo del Pueblo de Asturias, Traída de aguas e instalación de fuentes y abrevadero en el pueblo de Poo, Llanes, 1916.

66 Pueyo, 2002, 76.

67 Archivo de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, Proyecto de abastecimiento de aguas para Porrúa (Llanes), Oviedo, 13 de noviembre de 1923.

68 Cantero, 2015, 37.