Dossier

water and landscape
AGUA y TERRITORIO

Obras hidráulicas, patrimonialización y procesos memoriales en el estado de Morelos (México)

Hydraulic works, patrimonialization and memorial processes in the state of Morelos (Mexico)

Jade Latargère

CEMCA (Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos)
jade.latargere@cemca.org.mx

ORCID: 0000 0002 3334 5983

Información del artículo

Recibido: 23/05/2023
Revisado: 27/02/2024
Aceptado: 20/05/2024
Online: 04/06/2025
Publicado: 10/10/2025

ISSN 2340 8472

ISSNe 2340 7743

DOI 10.17561/at.28.8078

CC-BY

© Universidad de Jaén (España).
Seminario Permanente Agua, Territorio y Medio Ambiente (CSIC)

RESUMEN
Los municipios de Cuautla y Ayala, en el estado de Morelos, albergan numerosos vestigios hidráulicos. A pesar de la monumentalidad de algunas de estas obras, las autoridades mexicanas no implementan medidas para su protección y valorización. A nivel local, existen algunas acciones de apropiación de estos vestigios, pero la idea patrimonial es todavía muy incipiente. Argumentamos que esta situación se debe a los procesos memoriales que se encuentran asociados con las obras hidráulicas en el universo cultural mexicano. Por un lado, estos vestigios aluden a la historia de un conflicto social, por lo cual las autoridades no tienen interés en asegurar su protección. Por otro lado, los mecanismos de transmisión intergeneracional dentro de las comunidades campesinas han llevado a una pérdida de saberes concerniente a la historia y función de estas obras, que dificulta la construcción de reivindicaciones patrimoniales.

PALABRAS CLAVE: Morelos, Obras hidráulicas, Patrimonialización, Comunidades campesinas, Memoria.

ABSTRACT
The municipalities of Cuautla and Ayala, in the state of Morelos, are home to numerous hydraulic vestiges. Despite the monumentality of some of these works, Mexican authorities do not implement measures for their protection and valorization. At the local level, there are some actions of appropriation of these vestiges, but the idea of a cultural heritage is still incipient. We argue that this situation is due to the memorial processes associated with hydraulic works in the Mexican cultural universe. On the one hand, hydraulic works allude to the history of a social conflict, so authorities have no interest in ensuring their protection. On the other hand, the mechanisms of intergenerational transmission within the peasant communities have led to a loss of knowledge concerning the history and function of these works, which hinders the construction of claims for patrimonialization.

KEYWORDS: Morelos, Hydraulic works, Patrimonialization, Peasant communities, Memory.

Obras hidráulicas, patrimonialização e processos memoriais no estado de Morelos (México)

RESUMO
Os municípios de Cuautla e Ayala, no estado de Morelos, albergam uma grande quantidade de vestígios hidráulicos. Apesar da monumentalidade de algumas destas obras, as autoridades mexicanas não implementam medidas para a sua proteção e valorização. A nível local, existem algumas acções de apropriação destes vestígios, mas a ideia de património é ainda muito incipiente. Argumentamos que esta situação se deve aos processos memoriais associados às obras hidráulicas no universo cultural mexicano. Por um lado, as obras hidráulicas aludem à história de um conflito social, razão pela qual as autoridades não têm interesse em assegurar a sua proteção. Por outro lado, os mecanismos de transmissão intergeracional no seio das comunidades camponesas conduziram a uma perda de conhecimentos sobre a história e a função destas obras, o que dificulta a construção de reivindicações patrimoniais.

PALAVRAS-CHAVE: Morelos, Obras hidráulicas, Patrimonialização, Comunidades camponesas, Memória.

Ouvrages hydrauliques, patrimonialisation et processus mémoriels dans l’état du Morelos (Mexique)

RÉSUMÉ
Les municipalités de Cuautla et d’Ayala, dans l’état du Morelos, abritent de nombreux vestiges hydrauliques. Malgré la monumentalité de certains de ces ouvrages, les autorités mexicaines ne mettent en place aucune mesure pour leur protection et leur valorisation. Au niveau local, il existe quelques actions d'appropriation de ces vestiges, mais l'idée patrimoniale est encore embryonnaire. Nous argumentons que cette situation est due aux processus mémoriels qui se trouvent associés aux ouvrages hydrauliques au sein de l’univers culturel mexicain. D'une part, les ouvrages hydrauliques renvoient à l'histoire d'un conflit social, raison pour laquelle les autorités n'ont aucun intérêt à assurer leur protection. D'autre part, les mécanismes de transmission intergénérationnelle au sein des communautés paysannes ont induit une perte de connaissances concernant l'histoire et de la fonction de ces ouvrages, qui freine la construction de revendications patrimoniales.

MOTS-CLÉ: Morelos, Ouvrages hydrauliques, Patrimonialisation, Communautés paysannes, Mémoire.

Opere idriche, patrimonializzazione e processi memoriali nello stato di Morelos (Messico)

SOMMARIO
I comuni di Cuautla e Ayala, nello Stato di Morelos, ospitano una grande quantità di resti idraulici. Nonostante la monumentalità di alcune di queste opere, le autorità messicane non attuano misure per la loro protezione e valorizzazione. A livello locale, ci sono alcune azioni di appropriazione di queste vestigia, ma l'idea di patrimonio è ancora molto incipiente. Riteniamo che questa situazione sia dovuta ai processi memoriali associati alle opere idrauliche nell'universo culturale messicano. Da un lato, le opere idrauliche alludono alla storia di un conflitto sociale, motivo per cui le autorità non hanno interesse a garantirne la protezione. Dall'altro, i meccanismi di trasmissione intergenerazionale all'interno delle comunità contadine hanno portato a una perdita di conoscenza della storia e della funzione di queste opere, che ostacola la costruzione di rivendicazioni patrimoniali.

PAROLE CHIAVE: Morelos, Opere idrauliche, Patrimonializzazione, Comunità contadine, Memoria.

Introducción

En varios países del mundo, las obras hidráulicas antiguas son objeto de protección y valorización. Se considera que estos vestigios atestiguan las formas de organización que existían en torno al agua en épocas pasadas, así como las relaciones que la sociedad mantenía con su entorno1. De esta manera, algunas plantas de tratamiento han sido convertidas en museos y algunos canales y sistemas de riego han sido preservados, aun cuando ya no cumplen la función por la cual han sido diseñados. No obstante, el interés por la conservación de estas obras de infraestructura varía mucho de un contexto nacional a otro.

Este artículo propone reflexionar sobre la situación del patrimonio hidráulico en México, tomando como caso de estudio el estado de Morelos, al sur de la capital. Dotada de numerosas fuentes de agua superficiales, esta región resulta un terreno de estudio ideal para analizar la cuestión del patrimonio hidráulico ya que, desde la época prehispánica, se han edificado obras de infraestructura para el abastecimiento de agua de la población y el cultivo de diversos sembradíos. En el siglo XIX, este estado se encontraba bajo el dominio de poderosos hacendados que edificaron monumentales obras de ingeniería para expandir el cultivo de la caña de azúcar, pero dejaron a las comunidades campesinas sin medio de subsistencia2. Esta situación llevó a los pueblos a levantarse en armas, bajo el liderazgo de Emiliano Zapata. Después de la Revolución mexicana, las tierras de las haciendas, así como el agua y las obras hidráulicas que servían para la irrigación, fueron redistribuidas a las comunidades campesinas, modificando los usos de agua en la región3.

El artículo muestra que, a pesar de la abundancia de los vestigios hidráulicos, las autoridades mexicanas prácticamente no llevan a cabo acciones de conservación de estas obras y que esta situación no se debe únicamente al diseño de la política patrimonial sino también a consideraciones ideológicas y al hecho de que estas obras aluden a un conflicto social. Asimismo, evidencia que, a nivel local, existen algunas acciones de apropiación de estas obras por parte de las comunidades campesinas y ciertos entrepreneurs culturales pero que estas acciones todavía son limitadas, debido, entre otros, a las condiciones de transmisión intergeneracional, que han llevado a una pérdida acelerada de saberes concernientes a la función de estos objetos.

Es importante señalar que, en la actualidad, el tema del patrimonio hidráulico no se discute en el espacio público en México, sin embargo, no por ello resulta menos relevante. De hecho, nuestro interés por esta temática no nació de manera fortuita. Al analizar dos situaciones de conflicto por el agua en el estado de Morelos, evidenciamos que las comunidades campesinas no sólo se movilizaban por defender su acceso al agua, sino también por preservar ciertas obras de infraestructura, ciertas redes, ciertos paisajes que tenían para ellas un valor singular. Apuntamos que portaban reivindicaciones de tipo patrimonial4. Este descubrimiento nos llevó a interesarnos por el tema del patrimonio hidráulico e iniciar una investigación más amplia para identificar qué tipo de vestigios hidráulicos existen en el territorio morelense y si son objeto de conservación y valorización.

Este artículo presenta los resultados de la investigación que llevamos a cabo en los municipios de Cuautla y Ayala entre 2020 y 2023, la cual incluyó 15 recorridos y 32 entrevistas semi estructuradas e informales con diversos vecinos y habitantes. Las entrevistas estuvieron orientadas a entender el valor que los habitantes del territorio otorgan a las obras de infraestructura hidráulica e identificar en qué medida sirven como soporte de la memoria colectiva. En paralelo, se realizó una minuciosa investigación en el Archivo Histórico del Agua, para conocer la historia de estos vestigios y poder determinar los conocimientos y saberes que los habitantes tenían sobre ellos.

El artículo comienza por discutir el concepto de patrimonio hidráulico y el valor memorial que tienen las obras hidráulicas para la población en general y ciertos grupos en particular. En el segundo apartado, se explica cómo el diseño de la política patrimonial en México no favorece la protección de las obras hidráulicas. En el tercer apartado, se muestra cómo las obras hidráulicas en México remiten a una memoria dividida, situación que consideramos, también ha obstaculizado la puesta en marcha de un proceso de patrimonialización. En el cuarto apartado, se evidencia que existen a nivel local algunas acciones de apropiación de estas obras por parte de las comunidades campesinas, pero que son todavía incipientes. En el quinto apartado, se apunta que los procesos de transmisión intergeneracional dentro de las comunidades campesinas han inducido una pérdida de saberes concerniente a la historia y función de estas obras, que dificulta la construcción de reivindicaciones patrimoniales. El artículo concluye sobre la urgencia de garantizar la conservación de estos vestigios que se encuentran a punto de desaparecer e instaurar espacios de diálogo en donde se pueda promover la compartición de saberes en torno a estas obras hidráulicas.

Patrimonio hidráulico, valor memorial y procesos de patrimonialización

El concepto de patrimonio hidráulico es relativamente nuevo. No es sino hasta los años recientes, cuando ha surgido un interés en el mundo académico por discutir esta noción y analizar los procesos que se están implementado en diferentes contextos nacionales para conservar ciertas obras de infraestructura hidráulica5. Sin duda esta situación no es ajena a la crisis del agua que enfrentan muchos países del mundo. Como lo señalan Cyria Emelianoff y Cristina Carballo, “es la conciencia de la desaparición que despierta el interés patrimonial”6. La necesidad de conservar se relaciona con la transformación de los modos de producción, que lleva a la desaparición de objetos que hasta entonces formaban parte del paisaje cotidiano. Françoise Choay argumenta que cada fase de modernización en Francia estuvo acompañada por la promoción y valorización de determinados objetos patrimoniales7. En este sentido, no es casualidad que el tema del patrimonio hidráulico esté cobrando actualmente importancia en la agenda política y académica8: el desecamiento y la pérdida de numerosas de fuentes de agua incitan a interrogarse sobre la necesidad de preservar antiguos sistemas de aprovechamiento de agua que sustentan distintas formas de conocimientos y saberes.

El concepto de patrimonio hidráulico resulta de la unión del sustantivo patrimonio y del adjetivo hidráulico, que alude al arte de conducir, contener, elevar y aprovechar las aguas. Con base en la definición que diversos autores han dado del patrimonio9, podemos considerar que el patrimonio hidráulico designa las obras que sirven para el abastecimiento de agua y son seleccionadas por un colectivo humano como dignas de ser conservadas y transmitidas a las generaciones futuras.

Pero ¿cuáles son estas obras? El agua es un recurso que resulta indispensable para la vida humana, y en este sentido, en todas las épocas y sociedades, se han construido obras para su aprovechamiento, que van desde acueductos y plantas de tratamiento monumentales hasta construcciones más vernáculas, como canales de tierra y ollas de almacenamiento. ¿Pueden ser catalogadas todas estas obras como patrimonio hidráulico?

Parecería lógico, en primera instancia, considerar las obras de ingeniería hidráulica monumentales como un patrimonio. El acueducto de Querétaro, construcción del siglo XVIII de 1.280 metros de longitud10, o el acueducto de Morelia, con sus 253 arcos de medio punto, tienen cualidades estéticas, arquitectónicas e ingenieriles evidentes, que los convierten en monumentos formas11. Además, corresponden a los inmuebles que la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos cataloga como monumentos históricos, al tratarse de edificios construidos entre los siglos XVI y XIX, que sirvieron para el uso y el servicio de las autoridades civiles y militares.

Sin embargo, los investigadores que se han dedicado al estudio del patrimonio han puesto de relieve que no son las características arquitectónicas y estéticas las que determinan el valor patrimonial del objeto, sino el significado identitario y memorial que tiene para ciertos grupos. Vincent Veschambre y Guy Di Méo12 enfatizan que toda acción patrimonial responde a una lógica memorial ya que los vestigios materiales son apropiados para materializar el pasado y asegurar la transmisión de ciertos hechos históricos. La necesidad de convocar al pasado puede responder al objetivo de construir una identidad nacional o territorial13, o bien, garantizar la sobrevivencia de un colectivo humano mediante la conservación de elementos que resultan estratégicos para su cohesión cultural14. Como lo apunta Elizabeth Jelin15, la memoria constituye un importante mecanismo cultural para fortalecer el sentido de pertenencia de los grupos y comunidades.

El problema es que, en realidad, cualquier obra hidráulica puede ser investida de un sentido memorial. Más que muchas otras construcciones, las obras que sirven para aprovechar el agua atestiguan la manera en que una sociedad se relacionaba con la naturaleza en un momento particular de su historia16, nos informan sobre los conocimientos y saberes que poseía sobre su entorno, las formas de organización social que prevalecían en torno a la distribución del líquido. Las técnicas siempre se encuentran relacionadas con ciertas modalidades de representación y relaciones sociales, con un universo de sentidos y significados que no se restringe a su mera función práctica17. Por ello, muchos investigadores en México se han interesado en estudiar y documentar las tecnologías hidráulicas prehispánicas y virreinales18: consideran que aportan información sobre cómo se organizaba la sociedad en un momento dado19, información que se ha vuelto muy relevante en el contexto de crisis hídrica que vivimos.

Estas consideraciones han llevado a la patrimonialización de diversos objetos hidráulicos, que abarcan desde plantas de tratamiento hasta lavaderos, fuentes y canales de riego. En Francia, por ejemplo, la red de desagüe de París, construida en el siglo XIX, ha sido convertida en museo al ser considerada un ejemplo de ingeniería industrial. No obstante, al mismo tiempo, las autoridades han impulsado la renovación y conservación de obras de infraestructura vernáculas, como abrevaderos y lavaderos, al considerar que representan un testimonio de los saberes y técnicas que existían en el mundo rural para el abastecimiento de agua20.

Sin embargo, y a pesar de que cualquier obra hidráulica puede ser investida de un significado memorial en tanto nos informa cómo se organizaba la sociedad en el pasado, es importante apuntar que ciertas obras hidráulicas se encuentran asociadas de manera más específica a la memoria de ciertos grupos. Como lo señala Maurice Halbwachs, hay varias memorias colectivas; cada grupo social, en función de sus intereses y de su experiencia particular, recuerda distintos hechos21. Así, una red de agua no tiene el mismo significado memorial para la sociedad que para los vecinos que ayudaron a su construcción. Para los habitantes del pueblo de Xoxocotla, en el sur del estado de Morelos, la red de abastecimiento de agua que parte del manantial Chihuahuita remite a las acciones y gestiones que realizaron las generaciones anteriores para acceder al agua y a diversos hechos heroicos que marcaron la historia de la comunidad22. De igual manera, para los campesinos que se encargaron de la gestión y manejo de un sistema de riego, los canales suelen aludir, antes que, a una forma de organización social, a recuerdos de tardes de convivencia alrededor del agua.

Si bien algunos vestigios hidráulicos son objeto de protección por el valor memorial que tienen para toda la sociedad, muchos otros lo son porque tienen un valor específico para algún grupo que ha pujado por su conservación. Es especialmente evidente en los casos de los sistemas de riego. A veces estos sistemas son protegidos bajo la categoría de paisajes culturales, categoría que tiende a resaltar el valor que tienen para la sociedad en conjunto23 mientras que, en otros casos, se impulsa su conservación a través de otros conceptos, priorizando el papel que desempeñan para la reproducción de ciertos grupos sociales. Así, en Francia, una red de actores está promoviendo una iniciativa para que la UNESCO catalogue los sistemas de irrigación tradicionales como un patrimonio cultural inmaterial, al considerar que son el soporte de diversas prácticas sociales, saberes y ritos.

Lo que es importante tomar en cuenta es que los significados memoriales que se encuentran asociados con las obras hidráulicas varían según los universos culturales24 y por ello, los objetos hidráulicos que son catalogados como patrimonio difieren de un país a otro. Al mismo tiempo, ciertos significados memoriales resultan más propicios que otros a la puesta en marcha de un proceso de patrimonialización. Cuando por ejemplo los vestigios hidráulicos remiten de manera específica a la memoria de ciertos grupos subalternos, las élites pueden ser reticentes a impulsar una política de patrimonialización. Cuando existen huellas materiales pero la sociedad no tiene una memoria clara de su función ni de los acontecimientos y tradiciones que sustentan, es difícil que los habitantes del territorio tomen conciencia de su valor y se inicie desde abajo un proceso de patrimonialización 25. En el caso de México, y más específicamente del estado de Morelos, argumentamos en este artículo que las obras de infraestructura hidráulica tienen la singularidad de remitir a una memoria dividida, lo cual complica la puesta en marcha de un proceso de patrimonialización. También explicamos que, aunque existe un interés incipiente de las comunidades campesinas por la preservación de estas obras, éste no ha logrado consolidarse por las condiciones de transmisión memorial dentro del grupo, que han llevado a una pérdida acelerada de saberes concerniente a la función de estos objetos.

Vestigios hidráulicos y política patrimonial en México

Los municipios de Cuautla y Ayala (Figura 1) albergan una cantidad importante de vestigios hidráulicos. Esta situación tiene que ver con las características hidrológicas del territorio. Las aguas de deshielo del Popocatépetl se infiltran al subsuelo en la parte alta de la cuenca y afloran a la superficie en esta zona, dando nacimiento a numerosos ojos de agua. Aunque existen manantiales en muchas partes del estado de Morelos, en pocos territorios brotan tantos veneros y de aguas tan abundantes. El manantial Las Tazas, al poniente de Cuautla, registraba a principios del siglo XX un caudal de 1.375 l/s26, mayor al que presentan varios ríos y corrientes perennes del país.

Figura 1. Ubicación de los municipios de Cuautla y Ayala en el estado de Morelos

Fuente: Elaborado por Mauricio Sánchez.

Además de contar con numerosos manantiales, los municipios de Cuautla y Ayala son atravesados por varios ríos: el río Cuautla, que desemboca cuenca abajo en el río Amacuzac; el río de la Junta, también conocido como Barranca de Agua Hedionda, y el río Ayala, que se junta con el río Cuautla un poco más abajo del pueblo de Anenecuilco. A altura de la zona urbana de Cuautla, el río Cuautla presentaba un flujo medio anual de 2.771 l/s en el periodo de 1965 a 197527 pero este caudal se redujo a 1.962 l/s en el periodo 2015 a 201828.

Esta abundancia natural de agua no podía dejar indiferente al ser humano. Desde tiempos lejanos, los grupos que se asentaron en el territorio construyeron diversas obras para aprovechar el agua de los ríos y manantiales. Aunque quedan pocos vestigios de los grupos prehispánicos que habitaron la región, sabemos por diversas fuentes documentales que practicaban la agricultura de riego y cultivaban el algodón, el frijol, el maíz, la chía29. En la época virreinal, el desarrollo y la expansión de la industria cañera llevaron a la edificación de diversas obras hidráulicas para regar los cultivos y producir energía para la molienda de la caña. Sin embargo, fue hasta finales del siglo XIX cuando la construcción de infraestructura hidráulica conoció un auge sin precedente en la región. En 1888, el gobierno de Porfirio Díaz estableció la jurisdicción federal de las aguas30. Como los usuarios necesitaban demostrar que aprovechaban las aguas para que la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria expidiera el título de concesión correspondiente, los propietarios de las grandes haciendas cañeras procedieron a la construcción de numerosas y monumentales obras hidráulicas entre 1895 y 1905. Destaca el canal Tenango (Figura 2), construido por Luis García Pimentel para llevar las aguas del río Cuautla hasta las haciendas de Santa Clara Montefalco y Santa Ana Tenango, al oriente del estado. Esta obra mide 56,5 kilómetros, lo que la convertía en el canal más largo que existía en México a principios del siglo XX. Otra obra digna de mención es el túnel construido por Ignacio de la Torre y Mier para llevar las aguas del río Cuautla hacia la hacienda de Tenextepango. Este túnel atraviesa el Cerro de Olintepec, está equipado con 3 lumbreras para la circulación del aire y tiene una bóveda de 2,25 metros, lo que permitía a su propietario recorrerlo montado a caballo.

Figura 2. Uno de los acueductos que forma parte del canal Tenango en la ciudad de Cuautla

Autor: Hugo Royer.

Después de la Revolución mexicana, los ejidos31 y las comunidades campesinas accedieron al agua a través de tres modalidades: la restitución cuando se reconocía los derechos de agua que las comunidades habían recibido durante la época virreinal; la dotación cuando el gobierno otorgaba a un ejido que lo había solicitado derechos sobre una corriente; y la dotación por accesión, modalidad a través de la cual los ejidos que eran dotados con tierras de riego, obtenían al mismo tiempo derechos sobre el agua que las irrigaba32. Dado que, en el territorio de Cuautla Ayala, los hacendados habían desarrollado una extensa infraestructura de riego para el cultivo de la caña de azúcar, la modalidad de accesión fue común en la región, y muchos ejidos que fueron dotados con las tierras de las haciendas siguieron utilizando la infraestructura hidráulica que habían construido los terratenientes. La extensa investigación que realizamos en el Archivo Histórico del Agua revela que, en la región, existen numerosas continuidades entre las modalidades de aprovechamiento del agua a principios del siglo XX y en la década de 193033: se utilizan las mismas fuentes de agua, la misma infraestructura, los mismos canales, por lo menos en los tramos principales de conducción.

Obviamente, las transformaciones socio económicas que ocurrieron en las décadas siguientes obligaron a la edificación de nuevas obras hidráulicas, para eficientizar el uso del agua de riego y satisfacer la demanda de agua de la población, entre otros. En los años treinta, el presidente Lázaro Cárdenas construyó numerosas redes para el abastecimiento de agua potable. La mayoría de estas redes siguen un mismo modelo técnico: se abastecen de agua de manantial y conducen el líquido por gravedad hasta los hidrantes ubicados en los centros de los pueblos. Estas redes tienen un valor memorial importante para muchas comunidades, como lo hemos evidenciado en otra investigación34.

De esta manera, el territorio de Cuautla Ayala alberga vestigios hidráulicos de diferentes épocas, desde acueductos y repartidores coloniales hasta lavaderos y tanques de almacenamiento edificados a mediados del siglo XX que se volvieron obsoletos a raíz de la desecación de los veneros y los cambios en los usos del agua. Ahora bien, lo relevante es que, a pesar de la monumentalidad de muchas de estas obras, estos vestigios no son objeto de medidas de conservación y valorización por parte de las autoridades, a excepción del acueducto de Buenavista, en donde se realizaron obras de renovación menores en 2020, a través de un esquema de coinversión entre el ayuntamiento de Cuautla y grupos organizados de la sociedad civil35.

En primera instancia, es posible apuntar que los dispositivos de protección patrimonial que existen en México no facilitan la conservación de las obras hidráulicas. Por una parte, la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, que rige la protección del patrimonio en México, sólo cataloga como monumentos históricos los bienes muebles e inmuebles construidos entre los siglos XVI y XIX, es decir hasta 1899. Si bien esta disposición no impide por sí la protección de los vestigios hidráulicos —el acueducto de Calderón (Figura 3), edificado en los últimos años del siglo XIX por Vicente Alonso forma parte del Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)—, sí deja de lado todo un conjunto de obras hidráulicas que fueron construidas a principios del siglo XX, incluso monumentales, como el canal Tenango y el canal El Túnel. Aunque en los años recientes el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha llegado a catalogar algunos inmuebles del siglo XX como monumentos históricos, la legislación mexicana establece que la protección de los vestigios de esta época incumbe al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), a través de la categoría de monumento artístico, pero esta categoría concierne a los inmuebles que tienen un valor estético relevante —debido a su representatividad, inserción en determinada corriente estilística, grado de innovación, materiales y técnicas utilizados—, y no resulta especialmente pertinente para la protección de las obras hidráulicas.

Figura 3. El acueducto de Calderón, al poniente de Cuautla

Autor: Hugo Royer.

En cualquier caso, aun cuando se trata de inmuebles coloniales que forman parte del catálogo de monumentos históricos, es importante considerar que el INAH tiene un papel principalmente normativo y prácticamente no cuenta con recursos para llevar a cabo acciones de conservación36. La protección de los inmuebles se logra a través de programas o fondos que suelen ser de procedencia estatal o municipal, pero están orientados a otros objetivos que la protección del patrimonio. En consecuencia, la protección del patrimonio está supeditada al interés que tienen las autoridades locales por valorizar y conservar estas obras. Si este esquema de manejo del patrimonio no impide que se valoricen objetos hidráulicos —el gobierno municipal de Tepoztlán por ejemplo se encarga del mantenimiento de unos lavaderos construidos a principios del siglo XX—, en el contexto mexicano en donde existe una proliferación de vestigios prehispánicos y coloniales, las autoridades locales tienden a centrar su atención en los inmuebles que pueden potenciar la atractividad de los destinos turísticos y suelen otorgar poca atención a las obras hidráulicas, sobre todo cuando éstas se encuentran alejadas de los centros históricos.

Finalmente, existe otra especificidad que diferencia las obras hidráulicas de otros objetos, y es que una parte de esta infraestructura todavía se encuentra en uso en la actualidad. Es el caso del canal Tenango, pero también del llamado Arco, un acueducto de finales del siglo XIX que se utiliza para llevar agua de Tenextepango al ejido de Buenavista en el municipio de Ayala. Esta situación plantea ciertas dificultades pues al estar en funcionamiento, estas obras están bajo la responsabilidad de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), cuya prioridad es lograr que el agua llegue a los campos de cultivo. Así, cuando el Arco se fisuró a raíz del terremoto de 2017, la CONAGUA decidió colmatarlo con cemento sin ni siquiera consultar al INAH. Eso pone de relieve que, en los hechos, el INAH no tiene la autoridad jurídica ni la capacidad técnica de garantizar la protección de obras que son manejadas por otras dependencias gubernamentales, que persiguen otros intereses y prioridades.

De esta manera, los dispositivos de la política patrimonial en México no son propicios a la conservación de las obras hidráulicas. Sin embargo, planteamos que más allá del diseño de la política patrimonial, existen algunos procesos memoriales que también han complicado la puesta en marcha de un proceso de patrimonialización. Y es que, en el contexto cultural mexicano, las obras hidráulicas tienen la característica singular de aludir a la historia de un conflicto social.

Las obras hidráulicas, ¿una memoria incómoda?

Varios investigadores han apuntado que, en el caso de México, el patrimonio cultural fue pensado como una herramienta para construir una identidad nacional asentada en la existencia de un pasado compartido por todos los integrantes del país37. Este proceso de construcción de la identidad nacional empezó en el siglo XIX, a raíz de la Independencia, momento en que el Estado mexicano comenzó a buscar un pasado que pudiera legitimar su soberanía frente a las otras naciones, y se consolidó en el siglo XX, después de la Revolución mexicana38. Tras largos años de conflicto interno, el Estado mexicano posrevolucionario se dio a la tarea de buscar valores que pudieran servir de cimiento a la creación de una identidad común y para ello, trabajó en reconocer y valorizar diversos pasados y culturas que intervinieron en la formación histórica de la nación. Sin embargo, este trabajo de valorización obedeció más a los intereses políticos integradores del Estado nacional, que a las características y realidades de los diferentes periodos históricos39. Como lo han evidenciado varios autores, al seleccionar los objetos que forman parte del patrimonio cultural nacional, las instituciones gubernamentales privilegiaron la conservación de los bienes culturales que brindan una imagen de unidad, y dejaron de lado los objetos que resaltan los conflictos y contradicciones que surgen entre grupos sociales y culturales40.

En este sentido, es importante preguntarse en qué medida los vestigios hidráulicos cumplen o no con los objetivos ideológicos que persiguen las élites gubernamentales. Aunque, como vimos, existen vestigios hidráulicos de distintas épocas en los municipios de Cuautla y Ayala, no queda duda de que muchas obras de infraestructura —entre ellas, las más monumentales— fueron edificadas por los hacendados a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Estas obras hidráulicas desempeñaron un papel clave en el descontento de los pueblos que, a mediados de 1910, se levantaron en armas bajo el liderazgo de Emiliano Zapata. Los dueños de las haciendas del Hospital, Santa Inés, Tenextepango, Coahuixtla y Santa Ana Tenango no se limitaron a apropiarse de la tierra de los pueblos, sino también del agua que resultaba un insumo indispensable para expandir los cultivos de caña. Dado que la legislación en vigor en aquella época establecía que era necesario demostrar el aprovechamiento del líquido para obtener un título de concesión, la construcción de obras hidráulicas se convirtió en la herramienta predilecta de los hacendados para afianzar su control sobre las aguas. La construcción de obras hidráulicas también sirvió como una estrategia para apropiarse la tierra de los pueblos ya que, en aquel entonces, la legislación autorizaba a expropiar terrenos para el desarrollo de la infraestructura de riego que se consideraba de utilidad pública41.

Nosotros apuntamos que estas obras hidráulicas tienen un importante valor memorial para la sociedad mexicana en tanto permiten recordar el acaparamiento de aguas que ocurrió durante el gobierno de Porfirio Díaz y llevó al levantamiento zapatista, así como la redistribución social que se implementó durante el reparto agrario. Sin embargo, es posible conjeturar que, para las instituciones gubernamentales encargadas de la gestión del patrimonio en México, el proceso memorial que se asocia a estas obras hidráulicas resulta problemático porque no lleva a la construcción de una memoria unívoca, aceptada por todos los integrantes de la nación. ¿Representan estas obras una conquista social, un trofeo revolucionario, un símbolo de justicia social? O ¿el despojo de un bien legítimamente adquirido, el desperdicio de una cuantiosa y valiosa inversión puesta al servicio del desarrollo industrial de la región? Como lo señala Elizabeth Jelin42, un mismo acontecimiento puede ser recordado y narrado de manera diferente, en especial cuando existió un conflicto, que implicó el enfrentamiento de un grupo social contra otro. Objeto de disputa durante la Revolución, las obras hidráulicas pueden dar lugar a narraciones antagónicas según quien cuenta la historia.

Ciertamente, podemos argumentar que esta disputa memorial era vigente en las primeras décadas después de la Revolución, cuando todavía vivían los protagonistas del conflicto. En la actualidad, la Revolución constituye un evento lejano, las generaciones que tenían la experiencia directa de estos acontecimientos han muerto y las memorias asociadas a estos hechos históricos también se han ido desvaneciendo y ya no suscitan confrontaciones dentro de la sociedad mexicana43. De hecho, los miembros de las comunidades campesinas con quien nos entrevistamos no solo reconocen que estas obras fueron construidas por los hacendados, sino que algunos incluso destacan su proeza ingenieril al diseñar una infraestructura de esta magnitud. Dicho de otro modo, podemos considerar que, en la actualidad, existen las condiciones sociales para que la historia se sustituya a la memoria y parecería posible usar estas huellas para transmitir los acontecimientos históricos de la Revolución mexicana. El problema es que la historia que se encuentra asociada a estos vestigios sigue siendo irremediablemente la de un conflicto social, la de un enfrentamiento entre clases dominantes y dominadas, la de quitar a unos para dar a otros. Podemos considerar que esta contradicción está impresa de manera indeleble en estos vestigios: ¿Cómo presentar estas obras como una conquista revolucionaria cuando su diseño arquitectónico remite ineluctablemente a la grandeza ingenieril de las élites porfirianas?

Esta situación no necesariamente resulta problemática para la sociedad mexicana. Desde hace algunos años, varios grupos sociales vienen reclamando que se incluyan nuevos bienes dentro del patrimonio nacional, que no representan los valores culturales de todos los mexicanos44. Sin embargo, se puede conjeturar que las autoridades gubernamentales todavía no están listas para patrimonializar un objeto como los vestigios hidráulicos que resalta las contradicciones y los conflictos de un periodo histórico que se ha construido como uno de los cimientos y referentes de la identidad nacional. El Monumento a la Revolución, lugar de memoria de la Revolución por excelencia, en donde descansan lado a lado Francisco I. Madero, Francisco Villa, y Venustiano Carranza, evidencia muy bien la voluntad que tienen las autoridades de transmitir una historia lineal de la Revolución, encima de los enfrentamientos entre diversas facciones políticas. Así es posible formular la hipótesis de que el hecho de que las autoridades no tomen acciones para restaurar y valorizar los vestigios hidráulicos no se debe únicamente a las deficiencias de la política patrimonial, sino también a razones ideológicas: estas obras materializan una memoria incómoda que no desean transmitir ni promover las instituciones gubernamentales.

Unas acciones de patrimonialización muy incipientes a nivel local

Las instituciones gubernamentales no son los únicos actores que pueden impulsar un proceso de patrimonialización. Las acciones de conservación y restauración también pueden ser llevadas a cabo desde abajo por los grupos sociales que habitan el territorio45.

Obviamente, esta forma de patrimonialización resulta bastante compleja, porque primero es necesario que ocurra una toma de conciencia a nivel local en torno a la importancia que tienen estos objetos materiales para la transmisión memorial o el desarrollo económico46. Por otro lado, aun en las situaciones en que ha ocurrido una toma de conciencia patrimonial, los actores locales no necesariamente disponen de recursos económicos para poder implementar acciones de conservación y restauración. Por ello uno debe tener presente que la ausencia de acciones concretas por parte de los actores locales no necesariamente denota una falta de interés patrimonial. Como lo han mostrado varios autores, existen otros procesos a través de los cuales los habitantes de un territorio pueden manifestar el vínculo que mantienen con ciertos objetos materiales. Vincent Veschambre47 y Fabrice Ripoll48, por ejemplo, consideran que la organización de visitas guiadas y la colocación de carteles pueden ser vistas como unas acciones de marcaje a través de las cuales los grupos hacen visible el interés patrimonial que tienen por ciertos objetos.

Durante los recorridos que realizamos en Cuautla y Ayala, hemos identificado, en concordancia con estas observaciones, algunos señalamientos, a través de los cuales algunos grupos locales manifiestan el vínculo que mantienen con las obras hidráulicas. Sin embargo, es importante aclarar que no todos los vestigios presentan este tipo de marcas: muchos se encuentran carcomidos por la vegetación, en completo estado de abandono. En realidad, estas marcas se observan sobre todo en las obras hidráulicas que se encuentran en funcionamiento, por lo general reservorios donde brotan manantiales de importante caudal, que sirven para el uso agrícola y son usados como balnearios de manera formal o informal (Figura 4 y Figura 5). Son las comunidades campesinas y su órgano de representación política, el ejido, que manifiestan el vínculo que tienen con estos objetos, lo cual parece lógico, considerando que son ellas que se encargaron de la gestión y el mantenimiento de estas obras de infraestructura.

Figura 4. El letrero en la entrada del balneario Las Tazas explicita el vínculo especial que el ejido Cuautlixco mantiene con este espacio

Autor: Jade Latargère

Figura 5. Compuerta en la Taza de Santa Inés en Cuautla. El ejido Eusebio Jáuregui marcó esta obra de infraestructura con pintura, para manifestar que este objeto le pertenece

Autor: Jade Latargère.

El hecho de que estas marcas se observan principalmente en obras hidráulicas que se encuentran en funcionamiento es digno de interés y podría indicar que el apego que las comunidades campesinas tienen por estos objetos no reposa principal ni exclusivamente sobre el aspecto arquitectónico. Ya habíamos señalado en un trabajo anterior que el interés de las comunidades campesinas no radica tanto en preservar un conjunto de piedras, sino un espacio, un paisaje que es tomado como una representación del grupo, de su cultura y sus saberes49. Esta observación respalda lo que otros investigadores han observado en el caso de las memorias obreras: los obreros no mantienen un vínculo afectivo con los edificios que integran la fábrica; sus recuerdos se construyen más que todo alrededor de las experiencias vividas50. Aunque algunos ejidatarios manifiestan admiración ante la monumentalidad e ingeniería de ciertas obras hidráulicas, podemos formular la hipótesis de que son sobre todo los espacios de agua que tienen interés en preservar, y más particularmente los espacios de agua que conservan su funcionalidad dentro del territorio y por lo tanto, son el soporte de múltiples saberes, prácticas y experiencias. Pudimos comprobar cómo en el caso de las comunidades campesinas, la desaparición del agua, lejos de acrecentar el interés patrimonial, despierta un sentimiento de tristeza, que empuja a las personas a evitar la frecuentación de estos espacios más que apropiarse los vestigios que permanecen.

Paralelamente a este proceso de marcaje que llevan a cabo las comunidades campesinas, identificamos la presencia de algunos entrepreneurs culturales51 que promueven algunas iniciativas para conservar y/o visibilizar los vestigios hidráulicos que existen en el territorio, sin embargo, se trata de acciones todavía bastante aisladas en la región de Cuautla Ayala. Concretamente, la asociación civil llamada AMVIAC (Asociación Mexicana de Voluntariado Internacional A.C.) organiza desde 2019 campamentos de voluntarios para restaurar y rehabilitar el acueducto El Hospital, una construcción de principios del siglo XVII que servía para llevar agua hacia el trapiche de la hacienda El Hospital, al poniente de la ciudad de Cuautla. Esta asociación ha conseguido una autorización del INAH para intervenir un tramo de 27 metros del acueducto y recibe voluntarios internacionales y nacionales en diversos momentos del año que trabajan en la reconstrucción del monumento, con la asesoría de diversas instituciones mexicanas, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (Figura 6). Este proyecto de valorización del patrimonio hidráulico está muy ligado a la trayectoría del director, que vivió muchos años en Francia y trabajó en una asociación llamada Solidarités Jeunesses, impulsando campañas de voluntariado enfocadas a la valorización del patrimonio. De hecho, este proyecto es en gran parte financiado por organizaciones extranjeras e internacionales, como la Embajada de Francia y el Climate Heritage Network.

Figura 6. Vista del campamento organizado por la Asociación AMVIAC en el acueducto El Hospital, en abril de 2021

Autor: Jade Latargère.

Además de AMVIAC, existen algunos otros individuos, como E.A.C., que están interesados en la preservación de los vestigios hidráulicos y organizan recorridos públicos para dar a conocer los monumentos y obras que subsisten en el territorio (Figura 7). Desde 2022, E.A.C ocupa un puesto de director en la Secretaría de Desarrollo Sustentable, cargo desde el cual ha intentado convencer a las autoridades de proteger algunas de las obras hidráulicas más emblemáticas de la ciudad, como el canal de Tenango, sin tener todavía mucho éxito.

Figura 7. Vista del recorrido organizado por E.A.C. en octubre de 2021 en la Zona Sujeta a Conservación Ecológica Los Sabinos Santa Rosa San Cristóbal

Autor: Hugo Royer.

Estos entrepreneurs culturales señalan que los vestigios hidráulicos constituyen una riqueza y un atractivo turístico que podría generar recursos económicos para el municipio. El interés que tienen por este tipo de infraestructura difiere del de las comunidades campesinas en el sentido de que, para ellos, la preservación de las cualidades estéticas y arquitectónicas del objeto constituye una dimensión fundamental —si bien no la única— de la acción patrimonial. No obstante, esta preocupación por el aspecto estético no implica necesariamente una posición purista, en la cual la conservación de las piedras es más importante que cualquier otro elemento. De hecho, después de consultar a varios expertos, AMVIAC ha decidido conservar los árboles que han echado raíces entre las piedras del acueducto, incluso interpuso una denuncia cuando un vecino del pueblo El Hospital decidió arrancar varios amates que crecían sobre los vestigios. Destaca también que estos entrepreneurs, al estar en contacto con asociaciones internacionales que trabajan para la preservación del patrimonio, califican de manera explícita estas obras como un patrimonio, concepto que aparece de manera mucho menos sistemática en el discurso de los ejidatarios y miembros de las comunidades campesinas.

Los representantes e integrantes de las comunidades campesinas con quienes tuvimos la oportunidad de dialogar tienen conciencia de que los vestigios hidráulicos tienen un valor y que resulta importante conservarlos. De hecho, muchos se mostraron bastante entusiastas al momento de hacernos descubrir los acueductos y canales que subsisten en el territorio. Pero a diferencia de los entrepreneurs culturales que son muy prolijos al momento de explicar por qué estas obras son relevantes, las comunidades campesinas todavía no han elaborado un discurso argumentado sobre su valor e importancia52. Solo algunas personas hacen referencia al concepto de patrimonio. Muchas usan otros términos —el de “riqueza” por ejemplo— o comparaciones para intentar explicar el valor que estos objetos tienen para ellas. De manera general, podemos notar que los miembros de las comunidades campesinas tienen dificultad en comunicar la significación que tienen estas obras y por qué resulta importante preservarlas para las generaciones futuras.

“Es como si sus padres le hacen esta casita, ¿con qué sacrificio la hicieron? Y ahorita va a llegar con la pareja, usted se junta, se casa, y decide que la va a tumbar…Ey espérate, no sabemos cómo la hicieron, le podemos hacer algunas modificaciones sí, pero tumbarla…¿Estaría de acuerdo?”53

En realidad, lo que observamos en el caso de las comunidades campesinas en Morelos podría ser descrito como una demanda patrimonial en gestación: existe cierta toma de conciencia respecto a la importancia de conservar estas obras sin que haya todavía mucha claridad acerca de si es porque resulta importante para la cohesión cultural de la comunidad, el desarrollo económico del territorio o por las características estéticas y arquitectónicas de estos objetos. Esta toma de conciencia en torno al valor patrimonial de las obras hidráulicas no ha penetrado en todas las comunidades por igual, y es más consolidada en las comunidades campesinas en donde existió un conflicto por el recurso hídrico, como por ejemplo el ejido Cuautlixco, al poniente de la ciudad de Cuautla. En 1993, el Sistema Operador de Agua Potable y Saneamiento de Cuautla (SOAPSC) perforó un pozo para el abastecimiento de agua de la población, y afectó la vena del manantial Las Tazas cuyas aguas sirven para el riego de las tierras de varios ejidos y que es usado desde varias décadas por el ejido Cuautlixco como balneario. Para seguir con el cultivo de la caña de azúcar, las comunidades afectadas no tuvieron otra opción que aceptar las obras de modernización que les ofrecían las autoridades, las cuales consistieron en entubar el canal principal de conducción e instalar un sistema de bombeo para ayudar el manantial a salir a la superficie, sin embargo, los cambios paisajísticos y territoriales suscitados por estas obras condujeron al ejido Cuautlixco a elaborar a posteriori una argumentación sobre el valor del reservorio donde nace el venero.

“Este depósito de agua es antiquísimo, se construyó para protección del manantial. Lo hicieron para aventar el agua para todos los campos de aquel lado, en la Revolución. No lo podemos tirar, es un patrimonio que está protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia”54.

Esta observación corrobora la idea avanzada por varios autores de que el patrimonio se construye a través del conflicto55: es el conflicto y la amenaza de la desaparición que revela el apego que ciertos grupos sociales mantienen con determinados objetos.

Ahora bien, el hecho de que las comunidades campesinas no tengan un discurso más elaborado en torno a la necesidad de asegurar la protección de estos vestigios hidráulicos no deja de ser sorprendente pues estas obras desempeñaron un papel fundamental en la fundación de muchos ejidos: fue el agua, a la vez que la tierra, que permitió el desarrollo de las comunidades campesinas no solo en Cuautla sino en todo el estado de Morelos. ¿Cómo explicar esta situación?

Pérdida de saberes y ruptura en la transmisión memorial

A un primer nivel, es posible argumentar que la emergencia de las reivindicaciones patrimoniales en las comunidades campesinas ha sido frenada por el esquema de pensar hegemónico que tiende a negar de manera sistemática el valor de las obras hidráulicas. Guy Di Méo enfatiza que se requiere un mínimo de ideología favorable a la intervención patrimonial, para que surja un proceso de patrimonialización56. Durante los recorridos que realizamos, varias personas expresaron cierto desconcierto ante nuestro interés por descubrir estas obras de infraestructura, sobre todo en el caso de las obras que no presentan cualidades estéticas o arquitectónicas evidentes. Es como si les sorprendiera que alguien de fuera tuviera el deseo de conocer estos vestigios y las historias que narran.

Esta observación que, en primera instancia, puede parecer anecdótica, es esencial ya que deja entrever cómo el marco cultural que prevalece en México está dificultando la emergencia de las reivindicaciones patrimoniales. El director de la asociación AMVIAC, que está en contacto con diversas dependencias del gobierno local, enfatizó que las autoridades no manifiestan ningún interés por este tema. Es evidente que, en tal contexto, los actores locales tienen poca incitación a valorar estos objetos y a compartir información sobre su historia y sus usos. No obstante, el problema no es únicamente que los actores institucionales no otorgan importancia a estas huellas, sino que, a través de sus acciones, infunden la idea de que estos vestigios no tienen ningún valor. Como vimos, la Comisión Nacional del Agua interviene y altera las obras de infraestructura antiguas a su antojo, con tal de garantizar el riego de los cultivos. Estas acciones, que tienen visibilidad en el espacio local, demuestran que las obras hidráulicas no tienen importancia más allá de su función técnica, y contribuyen a construir un marco cultural en el cual la idea de conservar este objeto parece no solo descabellada sino también ilegítima. Los actores que cuentan con un capital cultural, como el director de AMVIAC, pueden deconstruir este marco interpretativo y enfatizar el valor patrimonial que tienen las obras hidráulicas, pero no resulta tan fácil para las comunidades campesinas, que han sufrido múltiples formas de dominación simbólicas57. ¿Cómo argumentar que hay una necesidad de preservar y conservar estas obras cuando el marco cultural dominante niega de manera sistemática el valor de estos vestigios? ¿Cómo los recuerdos y eventos históricos que se asocian con estas obras pueden parecer relevantes a los actores locales si nadie demuestra interés por ellos?

Sin embargo, el hecho de que el proceso de patrimonialización sea todavía incipiente a nivel local también se relaciona con factores de tipo interno. La investigación que llevamos a cabo nos ha permitido identificar que, en las comunidades campesinas, ha ocurrido una acelerada pérdida de saberes concerniente a la función e historia de estas obras, situación que dificulta su reapropiación material y simbólica y la construcción de reivindicaciones patrimoniales. Como lo señala Jean Davallon58, es necesario que existan saberes sobre el objeto material que se pretende preservar y conservar para que surja un proceso de patrimonialización.

Durante las entrevistas que realizamos, muchos representantes ejidales comenzaron por disculparse por no tener información sobre los vestigios que nos interesaba conocer; explican que son profesionistas, no se dedican de tiempo completo al campo, y que, si hubieran sabido que la entrevista iba a portar sobre este tema, habrían buscado a alguien de la comunidad que recuerda esta historia. Estos comentarios en torno a la pérdida de saberes se reiteran en varias de las entrevistas, bajo diversas formas y modalidades. La mayoría de las personas son incapaces de indicar en qué año se construyó tal infraestructura, quién la edificó, y solo mencionan de manera genérica que fue construida por los hacendados. La pérdida de saberes no concierne únicamente los hechos históricos, sino incluso la función que estas obras cumplían en el pasado en la organización del grupo. Gracias a la amplia investigación documental que realizamos en el Archivo Histórico del Agua, nos percatamos de que varios miembros de los comisariados ejidales se equivocan al nombrar los canales e ignoran por dónde pasan ciertos apantles que tuvieron una importancia fundamental para sus antepasados, pues existen oficios y cartas que atestiguan que las generaciones anteriores se movilizaron para defender o modernizar estas obras de infraestructura59.

Un hecho relevante es que esta pérdida de saberes no parece únicamente atribuible al debilitamiento de la memoria colectiva y al hecho de que han muerto las generaciones que vieron estas obras hidráulicas en funcionamiento. Maurice Halbwachs explica que “toda memoria colectiva tiene como soporte un grupo limitado en el espacio y en el tiempo”; la memoria colectiva existe hasta que desaparezcan los últimos individuos que tienen recuerdos de estas experiencias y acontecimientos60. En el caso de Cuautla, pudimos comprobar que las generaciones nacidas en los años sesenta todavía recuerdan cómo funcionaban muchos canales y obras hidráulicas que subsisten en el territorio, y son capaces de relatar algunos de sus usos o características técnicas a partir de la experiencia que tuvieron de niños.

“El hacendado recorría [este Túnel] a caballo (…); el Túnel tiene bóveda, por lo menos de la primera a la segunda lumbrera, porque nosotros entrábamos de chiquitos a bañarnos”61.

“Arriba había un apantle, nada más que ya lo taparon. Por allá de 1978, ahí había un apantle, llegaba por donde está la marca, en esta calle, venía desde aquí arriba, de lejos. Entraba por aquí y después el difunto Juan Barrales hizo este apantle, toda el agua venía de Las Tazas, entraba por abajo, por la atarjea que está ahí”62.

En este sentido, la memoria colectiva que existe en torno a las obras hidráulicas no ha desaparecido por completo. Sin embargo, parece que las generaciones más antiguas tuvieron la voluntad deliberada de dejar de transmitir ciertos saberes que se relacionaban con el campo para formar una generación de profesionistas, que pudiera dedicarse a otras actividades que la agricultura. Esta situación sin duda ha sido favorecida por las reglas que rigen el funcionamiento de los núcleos agrarios en México: como los derechos agrarios solamente se transmiten a uno de los hijos, los ejidatarios no tienen la necesidad de transmitir estos conocimientos a todos sus descendientes. El presidente del comisariado ejidal de San Pedro Apatlaco hizo énfasis en que muchas de las personas que se están convirtiendo en ejidatarios en la actualidad, ignoran qué tramo de canal tienen que limpiar porque sus padres no les enseñaron en donde se ubican los apantles, ni los deberes que se asocian con el uso y aprovechamiento del agua.

Esta observación contradice en gran parte lo que planteaba Arturo Warman en su investigación sobre los campesinos del oriente de Morelos:

“El pasado (…) arraiga al campesino y lo distingue, lo liga con la tierra y sus secretos. La gente sabe para qué servía su territorio y quienes y cómo lo hacían fructificar. También sabe lo que fue suyo, lo que perdió en el despojo y lo que recobró en la lucha. Por decirlo de manera incongruente del pasado se obtiene la ciudadanía campesina”63.

Sin embargo, la investigación de Warman se llevó a cabo a principios de la década de los setenta. Es posible que conforme se fue agudizando la crisis del campo, las comunidades campesinas se adaptaron y tuvieron la voluntad de dejar atrás ciertos conocimientos y saberes que no les parecían útiles para enfrentar el futuro. También es posible que esta ruptura en la transmisión de saberes no fuera deseada, quizás las nuevas generaciones que se formaron en las aulas de la escuela, simplemente abrazaron la ideología del desarrollo y dejaron de interesarse por el campo. Muchos antropólogos han observado que la escolarización crea un “imperialismo cognitivo”, que lleva a las nuevas generaciones a desvalorizar los saberes autóctonos y tradicionales64. Varios representantes de los comisariados ejidales que entrevistamos lamentan que los jóvenes no se interesan por el campo, observación que podría confirmar esta hipótesis.

“Los jóvenes no saben cómo era y a algunos se les ve hasta muy poco interés por saber. Porque ya no dependieron de la tierra, ellos perdieron el arraigo a la tierra, la identidad de la tierra, como se decía, porque ya no les tocó que les enseñaran a trabajar en el surco, en las melgas del arroz, en los surcos de caña, de elote, de jitomate…Ellos sí perdieron la identidad y el arraigo. Ellos buscaron horizontes en las ciudades, en la Ciudad de México, en Estados Unidos”65.

Valdría la pena estudiar a profundidad cómo funcionan y han evolucionado los mecanismos de transmisión intergeneracional en las comunidades campesinas de Morelos66. Pero este tema ameritaría ser el objeto de otra investigación. Aquí nos contentaremos con apuntar que los mecanismos de transmisión memorial dentro de las comunidades campesinas han llevado a una pérdida de saberes concernientes a la función de las obras hidráulicas, lo cual sin duda dificulta la construcción de reivindicaciones patrimoniales. Como lo señala uno de nuestros entrevistados, es necesario realizar una investigación para que la gente se dé cuenta del valor de los vestigios hidráulicos.

“Que se haga una investigación [sobre estas obras], que se haga un trabajo y se recompile y se haga un buen trabajo para que se pueda ir a las escuelas y empezar a difundir, para que los alumnos, la juventud, que viene creciendo en las escuelas, tenga conocimiento de lo que hay ahí y que lo valore sobre todo. Porque si no lo sabemos, no lo valoramos. Eso es la realidad”67.

Conclusión

A pesar de que existe una gran cantidad de vestigios hidráulicos en los municipios de Cuautla y Ayala, las autoridades no han impulsado ninguna medida para asegurar su protección y valorización. A nivel local, algunos actores manifiestan interés por la conservación y restauración de estos vestigios, sin embargo, la idea patrimonial es todavía muy incipiente y no está acompañada por un discurso argumentado que explicite de manera clara por qué resulta importante conservar estos objetos para las generaciones futuras. Consideramos que esta situación se puede explicar por los procesos memoriales que se asocian con las obras hidráulicas en el universo cultural mexicano. Por una parte, las obras hidráulicas aluden a la historia de un conflicto social, por lo que las autoridades no tienen interés en fomentar su conservación y protección. Por otra parte, los mecanismos de transmisión que imperan en las comunidades campesinas han llevado a una pérdida acelerada de saberes en torno al origen y función de estas obras, que dificulta la construcción de reivindicaciones patrimoniales.

Aun cuando el proceso de patrimonialización es todavía incipiente, resulta urgente comenzar a debatir sobre el valor de este patrimonio hidráulico. El estado de Morelos vive un acelerado proceso de transformación económica que pone en peligro la permanencia de estos vestigios. Canales que tuvieron otrora un papel fundamental en el funcionamiento del territorio, desaparecen, carcomidos por la mancha urbana; acueductos centenarios son usados como muros de carga para la construcción de nuevas viviendas, poniendo en peligro la integridad material de monumentales obras de ingeniería que han sobrevivido hasta la actualidad. Es probable que, si no se implementan acciones de protección en los próximos años, estos vestigios desaparecerán, y con ellos, los saberes y la memoria colectiva que sustentan. Como lo señala Maurice Halbwachs, toda memoria colectiva requiere de un marco espacial para desarrollarse; no es posible recuperar el pasado sin la presencia de vestigios materiales.

No obstante, se debe tener presente que la acción patrimonial no puede limitarse a la simple conservación del objeto material, con fines turísticos o económicos. Si fuera el caso, correríamos el riesgo de que la acción patrimonial dañe o folclorice los saberes de las comunidades en lugar de promover su transmisión y conservación. Por ello, un paso indispensable antes de proceder a la renovación y valorización de estos vestigios es instaurar espacios de diálogo en donde se promueva la compartición de saberes en torno a estas obras hidráulicas y se discuta el valor memorial que tienen para las comunidades campesinas y la sociedad en general. Eso crearía un contexto favorable a la idea patrimonial y contribuiría a fortalecer la demanda de conservación de estas obras por parte de las comunidades campesinas. Dada la pérdida de saberes que ha ocurrido en el ámbito local, los historiadores pueden llegar a asumir un papel activo en la reconstrucción de los hechos históricos que se encuentran asociados con estos vestigios68. El trabajo de investigación histórica puede ayudar a avivar el interés por estas obras, dinamizar la memoria colectiva y liberar la palabra de las generaciones que todavía conservan recuerdos de este periodo y por el momento, no encuentran oídos interesados en escuchar sus historias.

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CONAGUA AHA, Fondo Aguas Nacionales, Caja 2959, Expediente 43157, Fojas 26.

Oficio de la gerencia general en el estado de Morelos remitiendo planos de un tramo del río Cuautla para fines de delimitación de zonas federales y de la zona de protección de los manantiales Los Guayabos, Santa Rosa, sin nombre, el Ojito de Agua, Santa Lucía, Los Amates, La Mora y Los Sabinos n°1 y 2. Planos de demarcación de zona federal. Oficio informando que se procederá a demarcar zona federal y de protección de los manantiales Los Sabinos y Santa Rosa. 1976-1979.

CONAGUA AHA, Fondo Aprovechamientos Superficiales, Caja 564, Expediente 8271, Fojas 263 531.

Correspondencia proyecto de reglamentación de las aguas tributarias del río Cuautla desde la Barranca El Volcán hasta el río Amacuzac. 1924-1948.

CONAGUA AHA, Fondo Aprovechamientos Superficiales, Caja 4550, Expediente 60403, Fojas 158.

Correspondencia otorgando concesión al uso de agua utilizada para riego de terrenos. 1899-1925.

CONAGUA AHA, Fondo Aprovechamientos Superficiales, Caja 4373, Expediente 57983, Fojas 1 278.

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Veschambre, Vincent. 2008: Traces et mémoires urbaines. Enjeux sociaux de la patrimonialisation et de la démolition. Rennes (France), Presses Universitaires de Rennes. https://doi.org/10.4000/books.pur.42988

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Sitios web

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1 Bouleau; Richard Ferroudji; Werey, 2011.

2 Valladares, 2003. Womack, 2017.

3 Valladares, 2003.

4 Latargère, 2018.

5 La Red Rés Eaux en Francia organizó en diciembre de 2023 en París, Francia, un primer seminario en torno al patrimonio hidráulico. La revista Agua y Territorio de la Universidad de Jaén también lanzó a principios de 2023 una convocatoria con vistas a publicar un número especial sobre esta temática.

6 Emelianoff; Carballo, 2002.

7 Choay, 1992.

8 Silva Costa, 2014, 78.

9 El patrimonio es el resultado de un proceso de construcción social, mediante el cual un colectivo humano cataloga un objeto material o inmaterial como digno de transmisión y conservación. Ver por ejemplo Micoud, 2004. Di Méo, 2007. Pérez Ruiz; Machuca, 2017.

10 Valdovinos y Romero, 2025.

11 Debray, 1999.

12 Veschambre, 2008. Di Méo, 2007.

13 Morel, 1993.

14 Micoud, 2004.

15 Jelin, 2002.

16 Bouleau, Richard Ferroudji; Werey, 2011.

17 Lemonnier, 1996.

18 Ver por ejemplo Rojas Rabiela, Martínez Ruiz y Murillo Licea, 2012. Sánchez Rodríguez, 2018.

19 En México, muchos etnólogos, al estudiar las obras hidráulicas prehispánicas, tenían interés en demostrar la posible aplicación de la teoría de Karl Wittfogel sobre el despotismo oriental y el Estado hidráulico en las civilizaciones urbanas de Mesoamérica. Ver Rojas Rabiela, Martínez Ruiz y Murillo Licea, 2012.

20 Les Caue Occitanie, 2014. https://www.les-caue-occitanie.fr/sites/default/files/fichiers/ressource/field_fichiers/lavoirs_abreuvoirs_2014.pdf

21 Halbwachs, 2004.

22 Latargère, 2018; 2022.

23 De acuerdo con la UNESCO, un paisaje cultural es el resultado de la obra conjugada del ser humano y la naturaleza y “aporta un testimonio único o al menos excepcional de una tradición cultural de una civilización existente o desaparecida”. Ver Silva Pérez y Fernández Salinas, 2015.

24 Chivallon, 2000.

25 Rautenberg, 2003.

26 CONAGUA AHA, Fondo Aprovechamientos Superficiales, Caja 949, Expediente 13445, Fojas 82.

27 CONAGUA AHA, Fondo Aguas Nacionales, Caja 2959, Expediente 43157, Fojas 26.

28 González Chévez, 2020, 67.

29 Wobeser, 1997. Anzures, 2018.

30 Aboites, 1999.

31 El ejido es un tipo de comunidad agraria que se estableció después de la Revolución mexicana para dotar de tierras a los campesinos. El ejido designa una institución pero también una forma de tenencia de la tierra y un territorio.

32 Palerm, 2004.

33 Al respecto, se puede consultar CONAGUA AHA, Fondo Aprovechamientos Superficiales, Caja 564, Expediente 8271, Fojas 263 531.

34 Latargère, 2018; 2022.

35 El Sol de Cuautla, 2020. https://www.elsoldecuautla.com.mx/local/inician obras de rescate del acueducto de la exhacienda buena vista cuautla 6058202.html

36 Entrevista con F.D, jefe del Área de Monumentos Históricos del Centro INAH Morelos, realizada en junio de 2023.

37 López Caballero, 2010. Pérez Ruiz; Machuca, 2017. Florescano, 1987.

38 Florescano, 1987.

39 Florescano, 1987.

40 Pérez Ruiz, 2004.

41 Ver la queja presentada por Ana Gertrudis y Manuela Salgado, vecinas de Villa de Ayala. CONAGUA AHA, Fondo Aprovechamientos Superficiales, Caja 4550, Expediente 60403, Fojas 158.

42 Jelin, 2002.

43 Halbwachs, 2004.

44 Pérez Ruiz; Machuca, 2017. Florescano, 1987.

45 Rautenberg, 2003. Pérez Ruiz, 2017.

46 Di Méo, 2007.

47 Veschambre, 2008.

48 Ripoll, 2006.

49 La noción de paisaje nos parece pertinente para designar lo que las comunidades campesinas buscan preservar ya que conservar un paisaje implica no solo mantener la presencia de ciertos objetos materiales, sino también las prácticas que han dado lugar a aquella peculiar configuración espacial. Ver: Latargère, 2018.

50 Garçon, 2000.

51 Douyon, 2020. El término de entrepreneurs culturales nos parece pertinente, ya que si bien se trata de personas que nacieron en Cuautla y son incluso hijos de ejidatarios, trabajan en el sector cultural y comparten ciertos habitus de este campo.

52 Di Méo, 2007.

53 Entrevista con H. P., presidente del comisariado ejidal de Cuautlixco de 1995 a 1998.

54 Entrevista con J. A. F., presidente del comisariado ejidal de Cuautlixco de 2012 a 2015.

55 Melé, 2011. Veschambre, 2008. Jeanneaux; Dare, 2012.

56 Di Méo, 2007, 11.

57 Scott, 2000.

58 Davallon, 2015.

59 Ver por ejemplo CONAGUA AHA, Fondo Aprovechamientos Superficiales, Caja 4373, Expediente 57983, Fojas 1 278.

60 Halbwachs, 2004.

61 Entrevista con M.T., presidente del comisariado ejidal de Tenextepango de 2021 a 2024.

62 Entrevista con A., vecino de Casasano.

63 Warman, 1976, 11.

64 Poirier, 2014.

65 Entrevista con S.S., presidente del comisariado ejidal de Casasano de 2013 a 2016.

66 Hay relativamente pocos trabajos en México sobre los mecanismos de transmisión de saberes en las comunidades indígenas y campesinas. Destaca el trabajo de David Llorente Fernández (2006) sobre la transmisión del mito de los ahuaques en la Sierra de Texcoco.

67 Entrevista con J.L., vecino de Tenextepango.

68 Martos Núñez; Martos García, 2015, 130.