Miscelánea
Mariana Castañeda
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Ciudad de México, México
mariana.verocp@gmail.com
ORCID: 0009-0009-4324-464X
Alice Poma
Instituto de Investigaciones Sociales (IIS-UNAM)
Ciudad de México, México
apoma@sociales.unam.mx
ORCID: 0000-0001-8755-6893
Tommaso Gravante
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH-UNAM)
Ciudad de México, México
gravante@ceiich.unam.mx
ORCID: 0000-0003-1168-931X
Información del artículo
Recibido: 18/06/2023
Revisado: 30/11/2023
Aceptado: 20/12/2023
Online: 02/06/2024
Publicado: 10/01/2025
ISSN 2340-8472
ISSNe 2340-7743
cc-by
© Universidad de Jaen (Espana).
Seminario Permanente Agua, Territorio y Medio Ambiente (CSIC)
RESUMEN
El objetivo del artículo es analizar el proceso de movilización en defensa del último río vivo de la Ciudad de México y de los bosques que lo rodean por parte de los vecinos en una zona urbana marginal. El diseño de investigación se basa en el enfoque cultural de la protesta y el análisis de la dimensión emocional del conflicto. La relevancia de los resultados de esta investigación reside en el hecho de que el conflicto analizado más que involucrar valores biosféricos se caracteriza por aspectos que incluyen la relación entre bosque/río e identidad colectiva, los agravios históricos que sufre la comunidad, y la relación con las instituciones. Esto conduce a que el conflicto sea enmarcado por los protagonistas como una injusticia social, donde la defensa del río y del bosque es un compromiso moral para defender su propia identidad y dignidad.
PALABRAS CLAVE: Conflicto Socioambiental, Emociones y Protesta, Marco de Injusticia, Ciudad de México.
ABSTRACT
The aim of the article is to analyse the process of mobilization in defense of the last living river in Mexico City and its surrounding forests by neighbours in a marginal urban area. The research design is based on the cultural approach to protest and the analysis of the emotional dimension of the conflict. We used a qualitative methodological design for monitoring the conflict. The significance of the research findings lies in the fact that the conflict analysed rather than involving biospheric values is characterised by aspects that include the relationship between forest/river and collective identity, the historical grievances suffered by the community, and the relationship with institutions. This leads to the conflict being framed by the protagonists as a social injustice, where the defense of the river and forest is a moral obligation to protect their own identity and dignity.
KEYWORDS: Environmental Conflict, Emotion and Protest, Injustice Frame, Mexico City.
Apego ao lugar e quadro de injustiça na defesa do último rio vivo na Cidade do México
RESUMO
O objetivo do artigo é analisar o processo de mobilização em defesa do último rio vivo da Cidade do México e das florestas que o cercam pelos vizinhos em uma área urbana marginal. O desenho da investigação assenta na abordagem cultural ao protesto e na análise da dimensão emocional do conflito. A relevância dos resultados desta pesquisa reside no fato de que o conflito analisado, mais do que envolvendo valores biosféricos, é caracterizado por aspectos que incluem a relação entre floresta/rio e identidade coletiva, os agravos históricos sofridos pela comunidade e a relação com as instituições. Isso implica que o conflito é enquadrado pelos protagonistas como uma injustiça social, onde a defesa do rio e da floresta é um compromisso moral de defesa da própria identidade e dignidade.
PALAVRAS-CHAVE: Conflito Socioambiental, Emoções e Protesto, Quadro de Injustiça, Cidade do México.
Attachement au lieu et au cadre de l’injustice dans la défense du dernier fleuve vivant de Mexico
RESUME
L’objectif de l’article est d’analyser le processus de mobilisation pours la défense du dernier fleuve vivant de Mexico et des forêts qui l’entourent par les voisins d’une zone urbaine marginale. Le devis de recherche est basé sur l’approche culturelle de la contestation et l’analyse de la dimension émotionnelle du conflit. La pertinence des résultats de cette recherche réside dans le fait que le conflit analysé, plutôt qu’impliquant des valeurs biosphériques, est caractérisé par des aspects qui incluent la relation entre forêt/fleuve et identité collective, les griefs historiques subis par la communauté, et la relation avec les établissements. Cela implique que le conflit est encadré par les protagonistes comme une injustice sociale, où la défense du fleuve et de la forêt est un engagement moral pour défendre leur propre identité et dignité.
MOTS-CLÉ: Conflit Socio-Environnemental, Émotions et Contestation, Cadre d’Injustice, Ville de Mexico.
Attaccamento al luogo e quadro di ingiustizia nella difesa dell’ultimo fiume vivente di Città del Messico
SOMMARIO
L’obiettivo dell’articolo è analizzare il processo di mobilitazione in difesa dell’ultimo fiume vivente a Città del Messico e delle foreste che lo circondano da parte dei vicini in un’area urbana marginale. Il disegno della ricerca si basa sull’approccio culturale alla protesta e sull’analisi della dimensione emotiva del conflitto. La rilevanza dei risultati di questa ricerca risiede nel fatto che il conflitto analizzato, più che coinvolgere valenze biosferiche, è caratterizzato da aspetti che includono il rapporto tra foresta/fiume e identità collettiva, i rancori storici subiti dalla comunità e il rapporto con le istituzioni. Ciò implica che il conflitto sia inquadrato dai protagonisti come un’ingiustizia sociale, dove la difesa del fiume e della foresta è un impegno morale a difesa della propria identità e dignità.
PAROLE CHIAVE: Conflitto Socio-Ambientale, Emozioni e Protesta, Quadro dell’Ingiustizia, Città del Messico.
La problemática hídrica en la Ciudad de México se manifiesta desde una multiplicidad de ópticas como son la ambiental, de infraestructura, las estrategias de gestión y el financiamiento, con relación a la prevaleciente degradación y contaminación hídrica, la disminución de las precipitaciones debido a la crisis climática, así como los retos que conlleva la conservación de los ecosistemas hídricos debido a la sobreexplotación de los mismos1. También porque la infraestructura resulta obsoleta, deficiente y con carencias de mantenimiento; estrechamente relacionada con una falta de planificación territorial2 , generando desigualdades en términos de la distribución y el uso del agua. De tal forma que la creciente participación de actores privados incentiva una tendencia a la mercantilización del agua, volviéndola un bien cada vez más escaso y reservado a las colonias de clases sociales favorecidas3.
Por lo tanto, el acceso al agua en la ciudad se ha convertido desde hace tiempo en un asunto político y es la causa de varios conflictos socioambientales4. Por un lado, tenemos conflictos por el acceso al agua y, por otro, tenemos conflictos por la defensa del agua presente en la zona metropolitana como son los manantiales, los pozos de agua subterránea y los ríos. En la Ciudad de México, las luchas por la defensa del agua lidian con el patrón de extractivismo de carácter clasista y racista, cuando, por un lado, nos encontramos con colonias populares, algunas de ellas consideradas como pueblos originarios de la ciudad5 y, por el otro, están los desarrollos de proyectos inmobiliarios para la clase social media alta. Algunos de estos se desarrollan principalmente en la zona sur poniente de la ciudad, donde están algunas Zonas de Protección Forestal y Parques Nacionales, como el bosque de los Dinamos y el desierto de los Leones, las cuales son zonas periféricas que se han convertido en territorios muy atractivos para la urbanización de lujo por su riqueza en recursos forestales e hídricos, montañas y barrancas con bosques6. A pesar de que este territorio está catalogado como suelo de conservación, el proceso de urbanización y expropiación es continuo por parte de las empresas, legitimadas por las instituciones locales.
El estudio de los conflictos y movimientos socioambientales abarca varias disciplinas —desde la historia, la psicología social, la ecología política, hasta el estudio de los movimientos sociales— y distintos enfoques que se pueden concentrar en la estructura del agravio, la composición social de los participantes, las condiciones y procesos que subyacen al activismo ambiental, hasta el enfoque cultural de la protesta7. El enfoque cultural de estas experiencias8 ha contribuido en destacar que estos conflictos socioambientales van más allá de la mera defensa de los recursos naturales, como puede ser el agua, ya que pueden involucrar valores medioambientales y/o aspectos morales vinculados a la dignidad, la cultura, el estilo de vida o la identidad colectiva de las comunidades rurales o urbanas involucradas, las cuales son muchas veces negadas o menospreciadas por los oponentes. Es decir, la comprensión del significado del territorio y de la defensa por parte de los activistas ha permitido superar la lógica estructuralista del costo-beneficio, que las acusa de ser luchas egoístas en contra del progreso y también estigmatizadas como NIMBY9.
A partir del enfoque culturalista de la protesta social, y en particular del análisis de su dimensión emocional, en este artículo analizaremos la defensa del último río vivo de la Ciudad de México, el río Magdalena —que nace en el suelo de conservación antes mencionado— por parte de la Asamblea Popular Resistencia Atlitic, constituida por habitantes de los cuatro pueblos originarios que pertenecen a la alcaldía Magdalena Contreras, donde se alberga el conflicto. La relevancia de los resultados de esta investigación reside en el hecho de que el conflicto analizado más que involucrar valores biosféricos, se caracteriza por aspectos que van desde el sentido de pertenencia a la comunidad, la relación entre el bosque/río y la identidad colectiva, los agravios históricos que vivió/vive la comunidad, y la relación con las instituciones, hasta la propia biografía y relación entre vecinos. Esto conlleva a que este conflicto urbano sea enmarcado por los protagonistas como una injusticia social, donde la defensa del río y del bosque significa una defensa de su propia identidad y dignidad.
El texto se compone de tres partes. Primero presentaremos el enfoque de la dimensión emocional en los estudios de los movimientos sociales, destacando sus aplicaciones en los conflictos socioambientales. Sucesivamente, expondremos el diseño metodológico cualitativo utilizado y, por último, el análisis del conflicto. El análisis abordará dos aspectos: el papel del apego al lugar y la construcción del marco de injusticia.
Son más de tres décadas que en el estudio de los movimientos sociales se ha incorporado el análisis de la dimensión emocional de la protesta10. En este campo de estudio, las emociones son consideradas como variables explicativas de los distintos procesos que caracterizan un movimiento social. El punto de partida de este enfoque, que se distancia de la visión clásica de las emociones11, es la propuesta teórica de Arlie Hochschild12, la cual se basa en el hecho de que las emociones son una construcción sociocultural y por lo tanto cambiante en función del contexto social y de la temporalidad histórica, superando de esta forma la visión organicista y universal de las emociones.
Esta propuesta resultó importante en el estudio de las emociones desde un enfoque sociológico debido a que: primero, se diferencia de la visión psicológica que considera las emociones como estados internos individuales y biológicos; segundo, el individuo es considerado como un ser consciente y activo en relación a sus emociones, es decir, a diferencia de Freud, para Hochschild la dimensión consciente del sentir humano es central para comprender sus acciones e interacciones; tercero, a diferencia de Goffman, las personas no solamente son capaces de hacer una actuación superficial (manifestando de esta manera las emociones más oportunas y acordes con la situación), sino que también pueden hacer una actuación profunda de sus propios sentimientos, es decir, cada uno de nosotros como sujeto activo puede evocar, manejar o encauzar una determinada emoción para adecuarse o desafiar las reglas del sentir de su propia sociedad. Por último, porque rompe con el dualismo entre emoción y cognición, considerando que en todo proceso cognitivo está involucrada la dimensión emocional y viceversa. Es decir, cada uno de nosotros puede pensar sobre lo que siente, y sentir sobre lo que piensa.
A pesar de la propuesta de Hochschild y el así llamado ’giro afectivo’ en las ciencias sociales, uno de los principales problemas fue, y sigue siendo, distinguir entre las muchas emociones que las personas sentimos, y no caer en la trampa de considerar las emociones como una categoría homogénea caracterizada por ’etiquetas’13, como por ejemplo, amor, rabia, miedo, haciendo imposible realizar una distinción entre los distintos tipos de miedo o rabia, para poder así analizar el papel de cada uno en los diversos procesos sociales. En el marco de la teoría de la acción, fue el investigador en movimientos sociales James Jasper, quien a lo largo de más de dos décadas ha desarrollado una tipología básica de emociones14. Esta tipología diferencia entre necesidades, emociones reflejo, estados de ánimo, vínculos afectivos y emociones morales, las cuales se caracterizan por el grado de procesamiento cognitivo —mayor en las emociones morales y los vínculos afectivos—, y por la duración —las emociones reflejo son las más rápidas y las necesidades terminan una vez satisfechas—15. Gracias a esta categorización ha sido posible analizar las emociones como variables explicativas de la acción política y comprender cómo, por ejemplo, el miedo a la represión puede direccionar a un grupo a elegir una determinada estrategia, mientras que el miedo a perder un lugar que se ama puede llevar al proceso de movilización. En fin, las tipologías propuestas por Jasper han permitido un importante avance en el estudio de los movimientos sociales y, entre ellos, el estudio de los conflictos socioambientales, donde el vínculo con el territorio resulta tener un papel tanto movilizador como identitario16.
Como se muestra en varias investigaciones las emociones tienen que ver con muchas dinámicas socioambientales: crisis, alimentación, salud, educación y comunicación, entre otras, las cuales repercuten en todas las esferas de la vida personal y social, incluidas las políticas públicas17. Los problemas que surgen desde la interacción entre individuos, sociedad y medio ambiente, como es el acceso y gestión del agua, son complejos pues se debe prestar atención a diversas dimensiones de análisis y actores, sobre todo cuando el medio ambiente se transforma en un elemento de disputa entre varios sujetos, por motivos de poder, cultura, justicia y a veces de sobrevivencia18.
En el estudio de los conflictos socioambientales bajo el enfoque de la acción colectiva contenciosa, la introducción de la dimensión emocional ha permitido comprender cómo determinadas emociones, tales como el apego al lugar, el orgullo, la indignación, entre otras, juegan un rol importante en la defensa del territorio o en la oposición a un proyecto no deseado en una determinada zona; sobre todo en el contexto urbano, el cual ha sido considerado, a diferencia de las zonas rurales, un territorio donde las personas no podrían vincularse a este19. En este sentido, la introducción de la dimensión emocional en los conflictos socioambientales ha contribuido a desmontar las acusaciones dirigidas a estas experiencias, enmarcadas como NIMBY, con relación a que los habitantes oponiéndose al desarrollo no apuestan por el bienestar colectivo20. Estas acusaciones de egoísmo han sido ampliamente criticadas por la academia, permitiendo la generación de rigurosos análisis sobre la experiencia de los activistas, el vínculo con el territorio y el medio ambiente en general21.
A partir de nuestra experiencia, podemos destacar dos principales categorías de emociones que juegan un papel fundamental en la defensa del territorio: los vínculos afectivos, que pueden ser entre personas, pero también hacia el territorio, como el apego al lugar, y las emociones morales, las cuales pueden incluir el ultraje por ser tratados de forma despectiva, la rabia e indignación hacia las instituciones o empresas promotoras de los proyectos, o el orgullo por pertenecer a un lugar. Estas dos categorías serán las que se analizarán a lo largo del artículo para comprender cómo la defensa del río Magdalena y del bosque de los Dinamos, más que una lucha caracterizada por valores biosféricos es una lucha moral.
En los conflictos socioambientales el vínculo afectivo del apego al lugar resulta ser una emoción central en el proceso de movilización. El apego al lugar es un vínculo emocional que nos une al territorio —entendido como el entorno físico, social y cultural— y está influenciado por el contexto y las interacciones sociales22. Se trata de un proceso dinámico que se construye a lo largo del tiempo, muchas veces latente pero que emerge cuando se percibe una amenaza sobre este territorio23. Desde el campo de estudio de los movimientos sociales podemos también añadir que el apego al lugar es como “el vínculo afectivo que nos relaciona con una zona concreta, entendida como su ambiente físico y su gente, y que es una construcción individual, influenciada por el contexto social en el que vivimos”24, donde “el territorio se convierte en algo más importante que el espacio físico: representa las raíces, las memorias, los esfuerzos de una vida, las relaciones humanas, y la identidad”25.
Por lo tanto, el apego al lugar tiene un rol multidimensional. Por un lado, contribuye al proceso de movilización en cuanto a que ayuda a construir la elaboración de la amenaza sobre el territorio amado/querido, mientras que, a su vez, contribuye a fortalecer la identidad colectiva de la comunidad26. Es decir, define y enmarca el ’nosotros’ (los de aquí, los que luchan, etc.), y el ’ellos’ (los ricos, las empresas constructoras, los políticos corruptos, etc.), aspectos que analizaremos en este caso de estudio. Al mismo tiempo, el apego al lugar puede ayudar a tejer y potenciar las relaciones entre activistas y/o la comunidad, que pueden reconstruir el tejido social de una comunidad afectada. Por lo tanto, el apego al lugar cuando interactúa con otras emociones morales, que caracterizan un conflicto, como el ultraje, la rabia o la indignación, se convierte en “una de las principales motivaciones para la acción en la protesta contra proyectos que amenazan un territorio”27.
Por último, analizaremos las emociones morales, es decir, aquellas emociones que se basan en principios o intuiciones morales, y que son de larga duración y están estrictamente entrelazadas con procesos cognitivos28. Son emociones de aprobación o desaprobación (incluyendo a nosotros mismos y nuestras acciones) como la vergüenza, la culpa, el orgullo, la indignación, el ultraje, la compasión, la venganza y el desprecio. Son emociones básicas para orientarnos alrededor del mundo y son especialmente importantes cuando, como individuos, interactuamos con el mundo, y dependen de la posición social (jerárquica y política) que ocupamos en la sociedad29. En los conflictos socioambientales, desde nuestra experiencia con comunidades desfavorecidas como es el caso de estudio que presentamos, las emociones morales como el ultraje y la indignación juegan un papel fundamental en la construcción del sentido de justicia y del marco de injusticia, que hace que la lucha por un territorio o los bienes colectivos, como un bosque o un río, se convierta en una lucha por la dignidad de la comunidad30. Aspecto que puede diferir de otras luchas donde la construcción del marco de injusticia se mueve alrededor de valores ambientales o ideológicos31.
La investigación que se presenta en el artículo tiene un carácter inter y multidisciplinario ya que conjuga los resultados de la investigación realizada por Mariana Castañeda Pavía, a partir del estallido del conflicto —junio de 2021— para determinar las dinámicas socioambientales en torno al ecosistema del río Magdalena. En principio, la investigación previa de Castañeda Pavía32, nos permitió conocer la historia de la situación ambiental, social y política de la cuenca del río Magdalena a partir del siglo XIX, y las perspectivas de la población local, a lo cual se suma el conocimiento del territorio por parte de Castañeda Pavía, debido a que también forma parte de la comunidad en conflicto.
El trabajo de campo se desarrolló desde enero hasta agosto de 2022, principalmente en el Mercado de la Magdalena (Magdalena Contreras, Ciudad de México) donde se llevaron a cabo las asambleas de la agrupación Asamblea Popular Resistencia Atlitic. A través de la observación participante en 12 asambleas y en dos eventos de carácter cultural y de denuncia colectiva, organizadas en colaboración con otras organizaciones sociales, pudimos conocer las características demográficas básicas de los participantes (edad, género, pueblo de residencia, entre otros), así como los acontecimientos del conflicto. Paralelamente, se lograron identificar los patrones generales de los vecinos participantes, permitiendo seleccionar a cuatro personas de la asamblea, durante los meses de marzo a julio de 2022, para realizar las entrevistas a profundidad, respetando la composición de la asamblea, tanto en términos de género, edad, y participación en el conflicto (Tabla 1).
Tabla 1. Datos de los entrevistados
Código |
Edad |
M/F |
Pueblo de origen |
Otros datos |
E1 |
69 |
F |
Magdalena Atlitic |
Jubilada. Es una persona con una amplia participación en la asamblea y en la organización de eventos para la misma; no obstante, su participación con opiniones en las asambleas son muy pocas. Es una persona que busca hacer sentir integrados a los nuevos vecinos que se acercan. Estuvo desde el inicio del movimiento. Su relación con el bosque ha sido sembrar árboles y explicar a la gente su importancia. En cuanto a su relación con el río esta ha sido recreativa y de limpieza comunitaria. |
E2 |
64 |
M |
Magdalena Atlitic |
Jubilado. Es una persona con una amplia participación en la asamblea (opiniones y/o comentarios) y en la organización de eventos. Es a uno de los vecinos que la gente contacta para saber el curso de las asambleas o eventos. Estuvo desde el inicio del movimiento. Su relación con el bosque radica en que vivía a las faldas de este cuando niño, por lo que pasaba una gran parte de su niñez allí. En cuanto al río su relación se ha dado en el ámbito recreativo. |
E3 |
32 |
M |
Cerro del Judío |
Estudiante y trabajador, es participativo, le gusta estar en las mesas como moderador y presentador; participa con opiniones en las asambleas de forma regular. No ha estado desde el inicio, pero se ha integrado en la parte organizativa y del hacer. Sus formas de relación con el río y el bosque han sido mayormente recreativas. |
E4 |
20 |
F |
Magdalena Atlitic |
Estudiante y trabajadora. Se suma con regularidad a las acciones propuestas en la asamblea, rara vez comparte opiniones durante las asambleas, es más bien reservada. Ha formado parte de las mesas de discusión en algunos eventos. Su relación del bosque ha sido recreativa y de convivencia con su madre. |
Fuente: elaboración propia.
Las entrevistas fueron diseñadas para ser semiestructuradas y de corte narrativo, lo que permitió incorporar nuevos planteamientos que no habían sido identificados con la observación y análisis documental, y además identificar la dimensión emocional de la experiencia de los participantes33. En la estructura de la guía de preguntas, se consideraron los siguientes aspectos: a) la forma en la que el sujeto identifica la problemática y las acciones que se llevan a cabo para contrarrestarla; b) los valores que dictan la relación con el bosque, el río y su entorno sociopolítico-cultural los cuales determinan su nivel de participación; y c) la caracterización emocional sobre un proceso o entidad particular, que genera ciertas actitudes hacia otros actores sociales. Así, se logró interpretar, comprender y atribuir significados a las experiencias de los entrevistados.
Finalmente, para el lector no familiarizado con el conflicto y su disposición geográfica, a continuación, presentaremos la ubicación y el origen del conflicto en defensa del río Magdalena.
Tres fuentes alimentan el suministro de agua en la Ciudad de México: 71 % proviene de aguas subterráneas, 26,5 % del río Lerma y el sistema de Cutzamala externo a la Ciudad de México y 2,5 % del río Magdalena34. La cuenca del río Magdalena se localiza al sur poniente de la Ciudad de México. La superficie de esta cuenca es de 3.000 ha, encontrándose inmersa en cuatro alcaldías de la ciudad: Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Coyoacán35. El 82 % de su territorio corresponde a un área denominada Suelo de Conservación, la cual es una zona protegida cuyo objetivo busca conservar los bosques, mantener los servicios ecosistémicos y la dinámica hidrológica de la zona, por lo que no es urbanizable, de acuerdo con la Ley de Desarrollo Urbano de la Ciudad de México36. La alcaldía Magdalena Contreras, donde se realizó esta investigación, posee la mayor extensión territorial de la cuenca y es la de mayor influencia sociopolítica (véase Mapa 1).
Mapa 1. Ubicación del río Magdalena en la Ciudad de México

Fuente: Castañeda Pavía, 2020.
Aunque, en términos generales, la cuenca alberga ecosistemas en buen estado de conservación, se han identificado distintas amenazas como el turismo no regulado y la ganadería, así como la erosión hídrica, los incendios forestales, la tala ilegal y los asentamientos irregulares37. Por su parte el río Magdalena presenta una buena calidad de agua en la zona alta de la cuenca; sin embargo, presenta una degradación gradual conforme el río entra en contacto con las actividades humanas38.
A su vez, las diversas obras hidráulicas han fragmentado el río, alterando su dinámica y dificultando el aprovechamiento por la población. Estas intervenciones forman parte de las distintas funciones que cumple el río Magdalena en su relación con la Ciudad de México, como provisión de agua limpia (alcaldías Magdalena Contreras y Coyoacán principalmente), ser parte del sistema de drenaje, funcionar como una vialidad primaria y contribuir al control de inundaciones de la zona sur-poniente39.
En razón de la importancia ambiental y social de la cuenca, los distintos pueblos que habitan la alcaldía Magdalena Contreras —San Bernabé Ocotepec, San Nicolás Totolapan, La Magdalena Atlitic y San Jerónimo Aculco— no han sido indiferentes a los acontecimientos que envuelven al río y al bosque, tales como las amenazas derivadas de la expansión urbana, programas de manejo de los recursos naturales y otros, que han ocurrido en el pasado, que se llevan a cabo en el presente y que se consideran a futuro. Por ello, se han registrado diversos conflictos socioambientales en la zona desde el siglo XIV hasta la actualidad40.
Los actores sociales que intervienen en la apropiación y uso de los recursos del bosque y del río, así como en la toma de decisiones de la cuenca, se han clasificado en seis grupos (Tabla 2). De los cuales, las autoridades y comuneros-ejidatarios inciden fuertemente en el proceso de toma de decisiones de la cuenca, mientras que los restantes se clasifican como usuarios.
Tabla 2. Actores sociales que intervienen en la cuenca del río Magdalena
Grupo/Actor Social |
Descripción |
Autoridades |
Federales. Comisión Nacional del Agua Ciudad de México. Gobierno de la Ciudad de México; Secretaría del Medio Ambiente; Comisión de Recursos Naturales; Alcaldía Magdalena Contreras |
Núcleos comunales y ejidatarios |
Magdalena Atlitic San Nicolás Totolapan San Mateo Tlatenango Santa Rosa Xochiac |
Comerciantes |
Dedicados, principalmente, a la venta de alimentos |
Colonos |
Habitantes con vivienda regular e irregular |
Visitantes |
Académicos, deportistas, paseantes, peregrinos, religiosos |
Fuente: elaboración propia a partir de Almeida Leñero et al. (2007).
La agrupación Asamblea Popular Resistencia Atlitic surge el 24 de junio del año 2021, resultado de la inconformidad con los trabajos de demolición que la Secretaría de Medio Ambiente (SEDEMA) de la Ciudad de México llevó a cabo sobre una construcción antigua conocida como el Casco de la Cañada, categorizada como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con el argumento de ampliar el centro de desarrollo social Pilares La Cañada41. Paralelamente, fueron desalojadas siete familias (aproximadamente 26 personas) que habitaban la zona baja del bosque (La Cañada) muy cerca del inmueble afectado.
Ante estos hechos las demandas de los vecinos giraban en torno a la reubicación de los desalojados y la reparación de los daños que se le ocasionaron al inmueble. Sin una respuesta satisfactoria realizaron diversas manifestaciones, a las cuales se les sumaban nuevas demandas debido a que en el interior de la alcaldía ocurrían diversos hechos de los que la comunidad no estaba siendo informada. Una de estas manifestaciones concluyó en un plantón instalado afuera de un predio que estaba siendo trabajado por maquinaria pesada. Este plantón dio apertura a la instauración de las primeras mesas de trabajo con el Gobierno de la alcaldía Magdalena Contreras y con la Secretaría del Gobierno de la Ciudad de México42.
Posteriormente, se hace del conocimiento de la asamblea la existencia de una propuesta de proyecto para realizar un parque ecológico público-privado dentro del predio conocido como La Cañada. Este proyecto, Parque-Museo del Agua “La Cañada”, de acuerdo con sus creadores —estudio de diseño arquitectónico Taller 1343— contribuiría a la regeneración del río Magdalena, y se habría de llevar a cabo en 110 hectáreas pertenecientes a la empresa inmobiliaria Grupo Frisa, mismas que la empresa inscribió ante la SEDEMA para ser declaradas como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación.
Ante este hecho, los habitantes de la Magdalena, agrupados en la Asamblea Popular Resistencia Atlitic, comienzan a convocar a más personas, bajo el hecho de que no fueron consultados y vieron transgredidos sus derechos como pueblo originario44. Por lo que las demandas presentadas fueron: 1) demostrar la titularidad del predio; 2) detener y/o retirar los permisos que el Gobierno (local o estatal) pudiera haber otorgado a la empresa para realizar modificaciones al territorio y construcciones dentro del mismo; 3) ser informados de forma continua sobre los alcances y avances del proyecto, así como ser consultados en todo momento para cualquier proyecto presente o futuro.
Como se ha comentado anteriormente, una vez identificados los patrones generales de los vecinos participantes, hemos realizado un muestreo representativo de la composición de la asamblea, tanto en términos de género, edad y participación en el conflicto (véase Tabla 1).
El proceso de movilización de la comunidad de la Magdalena Contreras como Asamblea Popular Resistencia Atlitic no sigue un proceso lineal como puede ser la respuesta directa de un agravio, como es el proyecto Parque-Museo del Agua “La Cañada”, ni una lógica costo-beneficio en protección de recursos que influyen en la sobrevivencia de la comunidad. Es un proceso más complejo donde se involucran distintos aspectos, desde el sentido de pertenencia a la comunidad, la relación entre bosque/río e identidad colectiva, los agravios históricos que vivió/vive la comunidad, la relación con las instituciones, la propia biografía y la relación entre vecinos.
La diversidad de aspectos que caracterizan a esta movilización radica en la conflictividad social presente en el territorio afectado por el proyecto, por lo que, insertar el análisis de la dimensión emocional nos permite desalambrar un poco este ovillo y comprender la diversidad que compone la asamblea, cuáles son los aspectos que se vinculan a la relación con territorio, el resentimiento hacia las instituciones, la empresa y los mismos vecinos. Solo de esta forma se puede comprender que la defensa del río Magdalena y del bosque de los Dinamos involucra, principalmente, un proceso de injusticia social.
Un primer aspecto que destaca la investigación es la relación que existe entre la comunidad, el bosque y el río. Los participantes de la asamblea, independientemente de su edad, reconocen que el bosque y el río han sido y son parte de su vida, de su memoria, de su niñez. Así como describe tanto el entrevistado de mayor de edad:
“El río es parte de mis experiencias, he convivido con él, he estado en sus aguas; he sentido lo frío de su agua a solas, acompañado y en fiestas. El río para mí es parte de la vida, o sea es parte de la vida de cualquier ser humano porque nos dota de ese líquido vital que necesitamos para seguir viviendo cuando tenemos sed, para satisfacer nuestras necesidades de alimentarnos [...]” (E1).
como la más joven de la asamblea:
“[El bosque] Para mí significa mi niñez, otra vez repito esto de la memoria porque sí es muy importante, y es que yo llevo viviendo aquí toda mi vida y desde que tengo memoria pues mi mamá me llevaba al bosque, íbamos a caminar, de hecho, en el bosque fue la primera vez que aprendí a andar en bicicleta; las primeras veces que me metí al río, al agua, que sentí el frío del agua del río en mis pies y entonces fue una sensación muy diferente a todas las que había tenido antes” (E4).
Otro hombre joven, pero ya con familia y una hija, comenta:
“Bueno el río sí, el río sí es una cosa, es como algo, no sé, que te marcan desde niño: ah sí, estamos en Contreras, vivimos en la única alcaldía que tiene el único río vivo de la ciudad. Antes los sábados era clásico ir al río y para todos es: vamos a los dinamos, a las truchas, te mojas, en fin” (E3).
Para los más jóvenes los Dinamos y el río se han vivido principalmente en su dimensión recreativa, un espacio que es parte tanto de la cotidianidad y de los eventos festivos que involucran la vida de una persona, como de los momentos individuales de crecimiento o reflexión.
“[...] a veces cuando me sentía muy mal y venía como de regreso para acá, me bajaba allá por la Guadalupe y entonces me atravesaba y me subía por el bosque y me subía todo el bosque hasta llegar a mi casa, no es tanto, pero me subía por el bosque para sentirme en paz conmigo, para sentir que me liberaba de todo el ruido y de todo el estrés de la ciudad que me causaba estar tanto tiempo en el tráfico, tanto tiempo de estar viendo groserías, que te hagan getas feas, no sé, que la gente esté tan abrumada porque su vida solamente está en el asfalto” (E4).
Mientras, los entrevistados mayores que han tenido una relación más larga, debido a la edad, recuerdan también el uso que se hacía de este territorio antes de que el lugar fuera establecido como zona de protección forestal, así como recuerda esta señora de sesenta y cuatro años:
“Yo tenía, tengo una familia por parte de mi mamá, su hermano era el más chico y vivía pegado al monte y todos ellos, siempre vivieron del monte hace años; entonces ellos bajaban musgo, bajaban tierra, bajaban rama de oyamel para la navidad, del puro monte vivían ellos. Pero era como te dijera, un saqueo moderado porque era para sobrevivir, para vivir de eso, porque no tenían trabajo. Hoy en día, ya mi tío ya falleció, les quitaron todos sus terrenos que tenían (...)” (E2).
El apego al lugar en este caso de estudio se construye a través de las memorias y las emociones agradables y está estrechamente relacionado con la identidad colectiva de la comunidad. Identidad colectiva, que, desde nuestro campo de estudio, podemos definir como una conexión individual, cognitiva, moral y emocional con una comunidad más amplia, una categoría, una práctica o una institución45. Por lo tanto, el río, los bosques, son componentes inseparables del ser de ’Contreras’ y esto lo destacan todas las generaciones y posiciones presentes en la asamblea. Desde las personas mayores, como un señor ya jubilado de sesenta y nueve años:
“Yo nací aquí abajo, aquí donde están las escaleras [refiriéndose a las escaleras junto al Mercado Turístico de la Magdalena] y me siento originario del pueblo, toda mi familia es de aquí, mis abuelos y mis padres que aún viven, gracias a Dios, me han enseñado eso, yo los he visto como han defendido su tierra” (E1).
hasta la más joven de la comunidad, así como manifiesta esta joven universitaria:
“Entonces, mi vida siempre ha estado muy ligada al bosque y muy ligada al río y pensar simplemente que alguien externo quiera venir a decir cómo poner y qué hacer en el bosque me causa —es que es como muchos sentimientos— pero me causa sobre todo impotencia, creo que lo definiría así, impotencia” (E4).
Los testimonios anteriores muestran que las personas mayores aprendieron a defender su territorio a partir del ejemplo de sus padres, y así lo han transmitido a las nuevas generaciones que perciben los proyectos promovidos por personas foráneas a los pueblos como una amenaza.
El proceso de identificación con el territorio, además de ser una autodefinición, también es exógeno, es decir, es definido por personas externas a la comunidad, así como destaca otro joven entrevistado: “Yo creo que eso [el río] sí es algo muy que forma parte de los habitantes de aquí, que te identifica. Yo platicando con gente de otras alcaldías pues siempre te identifican con ’ah, Contreras, los dinamos, el río y qué bonito está” (E3). Y también una identidad colectiva como ’Magdalena Contreras’ que se fortalece del mismo conflicto, pues a partir del conflicto los participantes de la asamblea han podido establecer relaciones con otros pueblos originarios de la Ciudad de México que están defendiendo el territorio, así como destaca este entrevistado:
“Tuvimos la experiencia el sábado pasado estuvimos con el Frente de Pueblos de la Ciudad de México que estamos luchando por la acción depredadora del Gobierno de la Ciudad de México y somos escuchados también ahí, de hecho la Magdalena alzó la voz porque nosotros nos dimos cuenta de que estaban dos pueblos hermanos que nos hemos reunido aquí, pero nunca nos habíamos visto allá entonces nos hemos unido, [...] o sea, nos sentimos muy orgullosos porque todas nuestras propuestas son escuchadas y también las de ellos nosotros las escuchamos” (E1).
Por lo tanto, el apego hacia el río y el bosque se nutre de este sentimiento de pertenencia a un territorio geográfico bien definido, y sobre todo de los significados que las personas que viven en este territorio dan al río y al bosque. Profundizando este último aspecto en la asamblea y con los entrevistados, nos encontramos que la mayoría de los vecinos han reflexionado de forma individual sobre qué significa el río y el bosque para ellos, aspecto que obviamente se vuelca en las motivaciones de la lucha. Esta reflexión se observa en las entrevistas cuando las personas comparten que el río y el bosque “significa vida, significa un espacio de tranquilidad, significa un espacio de resistencia, no solamente en un sentido humano sino también pensando en las plantas y los animales [...]” (E4). Otras personas, encuentran una conexión más espiritual con la naturaleza: “a mí me da gusto subir las cumbres, esa de ahí, comunicarme con lo que tú quieras [...] yo de manera natural convivo con la naturaleza, y siento esa emoción” (E1).
Las reflexiones realizadas por estas personas evidencian dos aspectos principales, primero la superación de la lógica costo-beneficio del conflicto, ya que se da una importancia al río y al bosque que trasciende lo económico, así como comenta esta señora: “yo estoy en contra de tirar los árboles porque sin árboles no hay agua y si no hay agua no hay vida. Entonces por eso lucho, porque el bosque nos da el agua, nos da oxígeno, o sea es la vida, ¡es la vida!” (E2). Segundo, desmienten el estigma que supone estos tipos de conflictos de sufrir de nimbysmo, es decir, que sea una lucha por un interés egoísta. Sobre este aspecto, es relevante observar que las personas que conforman la asamblea destacan que esa lucha no es por ellos, o por lo menos no solamente por ellos. Por ejemplo, una de las entrevistadas reivindica que el río y los bosques son “un bien común para todos, que debemos luchar y conservar para nuestros descendientes. Yo no estoy luchando para mí, porque yo ¿cuánto tiempo me puede quedar? Ya poco tiempo, pero para mis hijos y mis nietos” (E2). Siguiendo con los más jóvenes, para los cuales la defensa del territorio:
“en sí es algo increíble digamos como identitario y a la vez supone ese compromiso por su rescate y su conservación; y porque a mí me gustaría ver, pues, saber que cuando mi hija crezca va a poder estar ahí, la voy a poder llevar y disfrutar, así como nosotros hemos disfrutado de él” (E3).
El último testimonio muestra que también los más jóvenes experimentan un compromiso moral hacia las futuras generaciones, así como testimonia esta estudiante, en representación de los más jóvenes de la asamblea:
“Lo que me motivó es la justicia, el intentar resolver las cosas, porque igual no es que sea anciana, pero tengo una sobrina y es más pequeña que yo, y si piensas cómo va ser el mundo que le voy a dejar de aquí a lo que ella tiene 20 años; o de aquí a lo que mi hermano, por ejemplo, que es más chico que yo, igual va a tener en 20 años. Entonces, pues sí principalmente eso, intentar resolver los problemas, la justicia y ver que se va a dejar a las generaciones que vienen” (E4).
Hay que observar que este compromiso hacia las generaciones futuras no es un evento aislado, sino que es una tendencia política actual de los más jóvenes. El proceso de movilización se nutre de este compromiso moral hacía las generaciones futuras, pero también de un compromiso hacia el río, el bosque y los animales, considerados ya no como recursos que explotar sino como un componente de este ’nosotros’ que hay que defender, así como reflexiona este entrevistado:
“[la lucha] simplemente es una cuestión de principios, porque además yo soy de aquí y no me gusta que acaben con mi territorio, y cuando digo mi territorio no lo digo porque sea mío, lo digo porque me siento parte de él, y hay que defenderlo. Si hay gente que no lo quiere defender es su problema, pero nosotros tenemos derecho, y desafortunadamente los árboles, los animales, todos esos no gritan, pero también tienen necesidad de ser defendidos, si ellos pudieran lo harían, si ellos pudieran harían tanques y nos madrearían, te lo juro, porque somos [los humanos] unos depredadores, nosotros acabamos con ellos” (E1).
Esta primera parte del análisis nos muestra que el apego al lugar, la identidad colectiva y el compromiso moral son elementos centrales en el proceso de movilización. Pero, analizando en profundidad la identidad colectiva de la asamblea, nos dimos cuenta también de que por un lado el vínculo con el territorio es importante; por otro lado, la identidad colectiva se relaciona también con las componentes ideológicas, En este caso el componente ideológico está estructurado alrededor de la identidad imaginada de ’pueblo’. Una idea de ’pueblo’ que corresponde, en este caso de estudio, a este ’nosotros’ que sufre los agravios, que es explotado, que no es considerado al momento de la toma de decisiones. Prospera, como dicta el siguiente testimonio, una idea de pueblo donde “nadie es líder, nosotros no tenemos líder, somos el pueblo en general, nadie es más que otro, todos” (E2). En los discursos retorna continuamente la idea de un ’nosotros’ como pueblo, como una entidad moral que se propone combatir las injusticias o como dice un entrevistado: a “la privatización y al capital inmobiliario” (E3). Este otro componente ideológico nutre la sensación de que la lucha es inevitable y justa en cuanto a que más de un participante de la asamblea ha destacado que ellos sienten que tienen el ’derecho a defender’ el territorio, debido a que lo que están viviendo como ’pueblo’ es una injusticia. Esto nos lleva al otro apartado del análisis que es la construcción del marco de injusticia, y las emociones que están implicadas en este proceso.
Como se describió en el apartado anterior, el proyecto Parque-Museo del Agua “La Cañada”, se ha interpretado como una amenaza para la comunidad, una amenaza a su territorio, pero sobre todo a su identidad. Pero el presente conflicto abarca otros aspectos que se relacionan directamente con la historia de los agravios vividos por la misma comunidad, y la relación entre instituciones y comunidad. Estos dos aspectos están estrechamente vinculados al momento en que los vecinos identifican como responsables de sus agravios, principalmente, a las instituciones locales por no haberles consultado sobre un determinado proyecto, por no darles un servicio de transporte público y por permitir la privatización de los espacios públicos, solamente por destacar algunos ejemplos recientes.
Tanto en las asambleas como en las entrevistas la emoción principal que acompaña este marco de injusticia es el resentimiento hacia las instituciones locales. Resentimiento porque no se consultó a la comunidad —o el “pueblo” en sus palabras—, como muestra este testimonio: “El Gobierno realiza actividades o pretende realizar proyectos sin consultar al pueblo y ha generado problemas [...]” (E1). Este tipo de resentimiento, al no ser consultados por las acciones que se emprenden en su territorio, se vincula directamente a un sentimiento de ultraje por no ser considerados ciudadanos de primera, por ser menospreciados, así como narra la siguiente entrevistada:
“Pues hemos demandado desde entonces la aclaración de la Dra. Claudia [jefa de Gobierno de la Ciudad de México], de Martí Batres [secretario de Gobierno de la Ciudad de México], del presidente [de la alcaldía], se le mandaron comunicados desde hace mucho y no hemos tenido respuesta por la epidemia. Pero sí pueden trabajar con todo y la epidemia, sí pueden meterse e invadir con todo y la epidemia; entonces es incongruente esa situación que ellos argumentan, ellos no tienen calidad moral, la verdad” (E2).
El resentimiento que sienten estos vecinos también es asociado con una decepción moral. Algunas personas de las asambleas estaban ilusionadas del Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre todo estaban ilusionadas de que gracias a este Gobierno el ’pueblo’ tomaría voz en las decisiones, así como recuerda este entrevistado:
“Pues es que desmotiva, desmotiva porque, sobre todo cuando uno proviene de la lucha social y cuando uno ve que, o cree que el Gobierno de la esperanza llega en 2018 y que las cosas iban a cambiar y que ya íbamos a hacer las cosas de manera diferente y te encuentras con, este, pues esa decepción de que no, que se siguen haciendo cosas al margen de la decisión de la ciudadanía” (E1).
Esta decepción, acompañada por resentimiento, debido al ultraje alimentado por el menosprecio que las autoridades demuestran hacia los problemas de la comunidad, es denotada en la observación de este entrevistado:
“Que intervenga alguien ajeno a la comunidad para que esto tenga solución me parece que es como una afrenta a la organización popular, porque me parece que es cortar de tajo las posibilidades de que la misma comunidad por sí misma pueda solventar los problemas [...] Sí, me parece como una afrenta y una posición peligrosa que tenga que ser el discurso de que una empresa tiene que venir a resolver los problemas porque el pueblo parece ser incapaz por sí solo de hacerlo” (E3).
De igual manera, el agravio es alimentado por el clasismo y racismo que caracteriza las relaciones sociales y de poder en México, y que en este caso se manifiesta con diversos hechos, uno de ello es que la misma comunidad no es abastecida por el agua del río, sino por otro sistema de canalización (el sistema Lerma y Cutzamala), mientras el agua del río es desviada para los edificios de clase alta, así como destaca con rabia este entrevistado:
“De hecho, ya se llevan toda el agua del río Magdalena para los desarrollos inmobiliarios de allá abajo. A nosotros nos surten del Cutzamala, también esta es una falta de respeto, ¿no? Esta es una falta de respeto porque si bien es cierto que el agua es de todos, pero [...] el agua se distribuye equitativamente a la gente de aquí y, si queda, con todo gusto para allá, porque tampoco nos oponemos. El agua debe ser usada, claro que debe ser usada, porque todos tenemos la misma necesidad, todos somos seres humanos, pero que sea distribuida de manera justa y equitativa [...]” (E1).
Además de esto, el agua que la comunidad tiene no está potabilizada a suficiencia, así como testimonia esta vecina:
“El agua de la llave yo no la uso, del tinaco lleno unos botes y se hace verde el agua porque está sucia. Realmente no está potabilizada como debe estar y a la señora [la encargada de purificar el agua en la potabilizadora] la hemos ido a buscar y no está. Entonces está eso muy mal, muy mal” (E2).
Por su parte, la emoción moral fortalece el marco de injusticia, la cual se nutre también del desprecio que las clases altas manifiestan hacía la comunidad que defiende estos territorios. De hecho, mientras que el territorio donde ellos viven es considerado de alta plusvalía por su cercanía a los bosques, las personas junto con el territorio son consideradas ’sacrificables’ tanto social como ambientalmente, cuya existencia no es relevante y por lo tanto pueden ser movidas como piezas de un tablero. De este aspecto los vecinos son muy conscientes y emerge de continuo a través de las entrevistas. Por ejemplo, la entrevistada más joven destaca que:
“Aquí hay que prestar mucha atención porque está presente un río y ahora lo que está más fuerte es la guerra del agua, es decir, hay lugares donde no tienen agua, donde pasan semanas y días sin ella; y aquí pues es indiscutible que hay un interés no solamente económico, ni meramente en el bosque, sino también en el río que provee y lo que el agua provee tanto para esas empresas como para las personas que se benefician de ello, que son las personas adineradas” (E4).
Así, para algunos este ultraje se vincula más a la creencia ideológica del conflicto de clase, y el conflicto en sí no sorprende porque es visto como un proceso producto de la asimetría de poderes que ellos viven cotidianamente, así como cuenta este joven:
“Honestamente no me sorprendió, creo que es algo frecuente que haya un intento de empresas por privatizar espacios que para ellas tienen una promesa de rentabilidad importante, pero tenemos la necesidad de combatirlo y la oportunidad de hacerlo desde posiciones más críticas” (E3).
El marco de injusticia se construye a partir del miedo a perder el territorio y todo lo que significa para sus habitantes, es decir, su trabajo, su estilo de vida46, y por las consecuencias sociales de la posible gentrificación, como muestra el siguiente testimonio:
“[...] pero realmente quién maneja esos proyectos: los ricos. ¿Y quién vienen siendo los esclavos? Los originarios, los cuales tienen que trabajar para esas personas que llegan de quien sabe dónde, que no tienen ningún derecho y, sin embargo, ellos llegan a mandar. [...] ¿Quiénes son los que trabajan para esa gente? Los originarios, que ahí andan, ora sí que, en la pobreza y sirviéndoles a los ricos, así va a pasar aquí, así va a pasar” (E2).
El miedo a perder lo que se ama (territorio, dignidad, trabajo, estilo de vida) es una emoción movilizadora y que se registra en los conflictos socioambientales anteriormente investigados47, sobre todo cuando hablamos de zonas/personas consideradas sacrificables por parte de los oponentes.
Gracias al análisis de la dimensión emocional del conflicto se puede comprender cómo los conflictos socioambientales urbanos, en zonas periféricas sacrificables, se transforman en verdaderas luchas por la dignidad, ya que al ser conscientes de pertenecer a clases sociales y áreas urbanas desfavorecidas y marginalizadas, la lucha por la defensa del río y del bosque asume un marco de justicia socioambiental, así como destaca este entrevistado resaltando los problemas de su propio territorio:
“[...] en las periferias nos concentremos las familias trabajadoras y en las periferias se concentran los problemas sociales más agudos —la inseguridad, la delincuencia, los problemas familiares como drogadicción, violencia doméstica, esas cosas; la infraestructura es muy mala, la condición de transporte es muy mala— y eso hace que la condición de vida sea muy compleja. Y pues siempre es importante para las familias trabajadoras tener un espacio como los Dinamos, como la Cañada, como el río; y sí, puedes vivir en una colonia popular digamos con condiciones muy, muy difíciles, pero siempre tienes la opción de darte una escapada un fin de semana” (E3).
La construcción del marco de injusticia permite a los protagonistas justificar su lucha como una lucha justa y necesaria, permitiendo superar momentos difíciles, además de fortalecer su propia dignidad e identidad como comunidad, así destaca la conclusión de su entrevista esta señora:
“Al menos nos toman en cuenta porque antes ni en cuenta. Ahora ya nos conocen quiénes somos y qué es lo que queremos: simple y sencillamente conservar nuestro bosque, nuestro río y estar en paz. Eso es lo que queremos” (E2).
El análisis de la dimensión emocional del conflicto del río Magdalena y del bosque de los Dinamos por parte de la Asamblea Popular Resistencia Atlitic de la alcaldía de la Magdalena Contreras en la Ciudad de México ha permitido destacar que el proceso de movilización de la comunidad se ha desarrollado más que involucrar valores biosféricos se ha caracterizado por aspectos que incluyen la relación entre el apego al bosque y al río, la identidad colectiva y el compromiso moral para defender su propia identidad y dignidad.
Con respecto al vínculo con el territorio, es interesante ver cómo, además del apego al río y al bosque, estos son interpretados como un componente de identidad, lo que convierte la defensa del río y del bosque en la defensa de ellos mismos y de su propia dignidad. Dignidad que es continuamente puesta en discusión a causa de las relaciones asimétricas de poderes entre ellos, los tomadores de decisiones y las clases sociales más favorecidas. La construcción del marco de injusticia resulta un proceso central en estos tipos de conflictos. Un marco que se nutre de emociones como el ultraje por ser infantilizados o no ser escuchados por las instituciones gubernamentales. El cual se acompaña, también, de una rabia hacia las empresas consideradas depredadoras de su propio territorio, y de la rabia y miedo de perder lo poco que se ha logrado conquistar, como puede ser una casa, un trabajo o simplemente la tranquilidad de un estilo de vida que refleja sus propias necesidades.
Por último, queremos destacar que gracias al análisis de la dimensión emocional de esta experiencia es posible superar la acusación de egoísmo que se hace a estas comunidades muchas veces menospreciadas, que a pesar de las dificultades que enfrentan, manifiestan un fuerte compromiso moral hacia su territorio y sobre todo hacia las generaciones futuras, lo que hace que la defensa por el agua se transforme en una lucha para “nuestros hijos, nietos y demás descendientes, porque este no es el legado que se merecen nuestras futuras generaciones” (E1). Aspecto que sin duda deja abierta la puerta a futuras investigaciones relacionadas con la actual crisis climática y socioambiental48.
Se agradece el proyecto de investigación PAPIIT-UNAM IA300123.
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1 Álvarez-Buylla, 2022. Soares, 2021.
2 Sandoval, 2017. Soares, 2021.
3 González Villarreal et al., 2022.
5 En la Ciudad de México se reconocen 139 poblaciones capitalinas como pueblos originarios que existían antes de la colonización y que habitaron un territorio de forma continua, conservando estructuras sociales, culturales, usos y costumbres propias. Estos pueblos se desarrollaron de forma autónoma en la zona centro de la urbe, aunque han sido absorbidos por la zona metropolitana.
6 Sánchez Mejorada Fernández; Morales Guzmán; Martínez Fisher, 2019.
7 Cable; Benson, 1993. Grasso; Giugni, 2022.
9 NIMBY (Not In My Back Yard): no en mi patio trasero, véase Poma, 2017.
12 Hochschild, 1975; 1979; 1983.
14 Jasper, 1997; 1998; 2011; 2018.
16 Poma; Gravante, 2016a; 2016b; 2016c.
18 Gravante; Poma, 2020a; 2022.
19 Poma; Gravante, 2015; 2016a; 2016b; 2016c; 2017b; 2018. Gravante; Poma, 2015; 2020a. Poma, 2017, 2019.
21 Poma, 2017. Poma; Gravante, 2015; 2017b; 2018. Hipólito Hernández, 2022. Gloss Núñez, 2022. Giannini, 2022.
23 Devine Wright, 2009; 2014. Manzo; Devine Wright, 2014
24 Poma, 2014a, 392.
25 Poma, 2019, 5.
26 Poma; Gravante, 2016c. Giannini, 2022. Poma, 2014b.
27 Poma, 2017, 67.
30 Gloss Núñez, 2022. Bautista García; Juárez Ángel, 2022. Giannini, 2022.
31 Hipólito Hernández, 2022. Giannini, 2022. Gravante; Poma, 2020a.
33 Poma; Baudone; Gravante, 2015. Silva Batatina, 2017.
35 Almeida-Leñero et al., 2007.
36 PAOT, 2010, 54. SMAGDF, 2013, 34-49.
37 González Reynoso et al., 2010.
38 Monges, 2009. Mazari Hiriart et al., 2014.
40 Véase Reyes y Cabañas, 1979. Barbosa, 2005. Ramos Ramos; Zamora Sáenz; Almeida Leñero, 2018, 355-380. Castañeda Pavía, 2020.
44 Artículo 6.1 del Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, dice: “Al aplicar las disposiciones del presente Convenio, los gobiernos deberán: a) consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente; b) establecer los medios a través de los cuales los pueblos interesados puedan participar libremente, por lo menos en la misma medida que otros sectores de la población, y a todos los niveles en la adopción de decisiones en instituciones electivas y organismos administrativos y de otra índole responsables de políticas y programas que les conciernan; c) establecer los medios para el pleno desarrollo de las instituciones e iniciativas de esos pueblos, y en los casos apropiados proporcionar los recursos necesarios para este fin”. (OIT, 2014, 26-27)
47 Poma, 2014a. Poma, 2014b; 2017; 2019. Poma; Gravante, 2015; 2016a; 2016b; 2016c; 2017b; 2018. Gravante; Poma, 2015.