La importancia que tiene y ha tenido el agua para la vida y para el origen y desarrollo de las civilizaciones antiguas hace que este elemento natural adquiera una dimensión simbólica esencial en ritos, cultos y todo tipo de manifestaciones culturales. En concreto, en el mundo griego se forja desde muy temprano un rico imaginario en torno al agua, algunas de cuyas manifestaciones se mantienen en el mundo romano y todavía perviven en nuestra cultura occidental. De ahí el interés de este monográfico, centrado en el valor del agua en la cultura grecorromana, y más específicamente en su mitología.

Por su naturaleza mudable y oscilante, el agua se opone a la tierra ‒que es firme y sólida‒ y se asocia con el cambio y la inestabilidad, tanto en el plano físico como en el psíquico. Además, el agua es fuertemente ambivalente. De un lado, separa, pero al mismo tiempo une y, por todo ello, es el límite y punto de contacto entre mundos (el de los mortales, el de los dioses y el de los muertos) y, consecuentemente, entre todo lo que se asocia a esos ámbitos. De otro lado, el agua es fuente de vida y símbolo de regeneración (de ahí, por ejemplo, la significación del diluvio universal como instrumento divino para regenerar el mundo), pero al mismo tiempo destruye y mata.

En el ámbito cultual todo ello se plasma en la presencia del agua (dulce o salada, dependiendo de la ocasión) dentro de los diversos rituales que llenaban la vida de griegos y romanos (ritos de juramento, de purificación, de sacrificio, etc.). En el imaginario, por su parte, el agua es protagonista esencial en los relatos cosmogónicos que explican el origen del mundo (siguiendo la estela del Enuma Elish babilonio), pero también en la rica hidromitología que se desarrolla en el mundo griego (y que continúa en el mundo romano), en la que los diferentes recursos hídricos cobran vida y aparecen humanizados.

Así, no solo es interesante prestar atención a los personajes mitológicos vinculados al agua (Océano, Ponto, Poseidón, los viejos del mar, etc.) y a las características que su vinculación al agua les proporciona, sino que, sobre todo, conviene estudiar la manera en que el agua aparece en los distintos episodios míticos. Son, por ejemplo, muchos los personajes del mito que llevan a cabo un viaje a través del agua (ya sea el mar o el Océano). Estar en el agua implica en cierto modo estar entre la vida y la muerte, y el viaje a través del agua siempre supone un cierto juicio divino, porque del agua (es decir, del dios que la encarna y representa) depende que se pueda salir con vida de ella o no. Por eso, el agua tiene también una función ordálica, en el sentido de que muestra el apoyo de los dioses (o su oposición) a quienes se someten a su juicio emprendiendo una travesía acuática. Al mismo tiempo, esa acción implica también un cambio de estado para el mortal que la lleva a cabo, pues nadie cruza el agua sin salir diferente de ella. Cruzar el agua se concibe, por tanto, siempre como una prueba y de esa prueba los personajes del mito, especialmente los héroes, salen más sabios y fuertes.

Abordar el estudio del agua en el mito y en las distintas manifestaciones culturales del mundo grecorromano nos lleva así a entender la manera en que en esas culturas se concibió el mundo y la relación del ser humano con su entorno, pero también nos permite comprender simbolismos que todavía hoy perviven en el imaginario colectivo. Por ese motivo, en este dossier se ha querido prestar atención al agua en la cultura y la mitología grecoromanas, con mayor énfasis en la esfera griega, con la intención de poner de relieve la inusitada importancia de ese elemento en el mundo antiguo.

El dossier reúne un total de diez contribuciones que ponen de relieve el valor del agua en diversos ámbitos del mundo grecorromano. La primera es una aproximación panorámica al imaginario del agua en la cultura y la mitología griegas a cargo de M. Carmen Encinas Reguero, en la que se enfatizan los rasgos y el simbolismo de ese elemento para los griegos y se presta atención a los principales personajes de la hidromitología griega.

Le sigue un artículo de Jesús M. Nieto Ibáñez centrado en el papel del agua como elemento primordial en los relatos de la creación. La influencia de las tradiciones cosmogónicas de Oriente, de Egipto o Mesopotamia fundamentalmente, aportan narraciones alternativas a los dos grandes referentes griegos, Homero y Hesíodo, en los que, en lugar del Caos, el punto de partida de la creación se sitúa en divinidades acuáticas y el agua presenta un carácter divino.

Javier Bilbao Ruiz, por su parte, aborda los desastres causados por el agua, ya sea debido a su escasez (sequía), ya sea por su exceso (inundación, o incluso maremoto). Ambos fenómenos se consideran anormales y se explican en el mundo griego con frecuencia como el castigo divino impuesto a consecuencia de una transgresión humana. La comparación del relato de sequías e inundaciones en la mitología y en ciertos textos de carácter histórico permite concluir que las sequías afectaron más a los griegos y dejaron mayor huella en el recuerdo colectivo.

Son muchas las divinidades que en el mito están vinculadas al agua. Ana Isabel Jiménez San Cristóbal ha elegido centrar su artículo en el dios Dioniso, y concretamente en la función que el agua (especialmente, el mar y las lagunas) cumple en momentos importantes relacionados con ese dios y con su cortejo. Dada la naturaleza de Dioniso, un dios ambivalente que, entre otras cosas, muere y renace, no es extraño que el agua, que es también ambivalente y el lugar de tránsito por excelencia, sea elemento esencial en los diversos mitos y ritos dionisíacos, como demuestra la autora en su contribución.

De las distintas formas en que el agua se puede manifestar, la más llamativa probablemente es Océano, considerado en el mundo griego un gran río que circunda la tierra y que contiene las aguas primigenias. Pues bien, Sara Macías Otero estudia las menciones a este personaje en un género concreto, la tragedia griega, con la intención de determinar hasta qué punto la visión de ese personaje en el género trágico concuerda con la que transmiten Homero y Hesíodo. La atención se centra especialmente en algunos rasgos físicos atribuidos a Océano y en su caracterización en Prometeo Encadenado de Esquilo, la única tragedia conservada en la que Océano es un personaje dramático.

El agua tiene también su relevancia en determinadas creencias y rituales de la religión griega, como son la adivinación, la magia y el más allá. Elena Martín González estudia la presencia del agua en el santuario oracular de Dodona, en especial los textos grecolatinos que hablan de la existencia de una fuente con propiedades mágicas en el santuario y su posible relación con el proceso mántico. A diferencia de otros centros oraculares griegos, como Delfos y la fuente Castalia, en este caso, la revisión de los testimonios de nuevas laminillas oraculares no parece confirmar la presencia del agua en las prácticas proféticas, sino que, más bien, esa idea, ya superada por la crítica moderna, habría que ponerla en conexión con la creencia en un culto anterior a la diosa-madre tierra, Dione.

Aunque el agua suele simbolizar la vida, en la mitología griega también aparece conectada con la muerte. De hecho, el más allá, el Hades, contenía ríos y lagunas que separaban el mundo de los vivos y el de los muertos. Teniendo en cuenta esta vía de conexión del agua entre esos dos ámbitos, el artículo de Amor López Jimeno se centra en los pozos que comunicaban ambos mundos, y en los ríos y mares que estaban habitados por divinidades que podían arrastrar a los vivos hacia la muerte. Estos canales acuáticos, que comunicaban con los dioses infernales, eran aprovechados por los magos para enviar a los seres humanos mensajes en forma de maldiciones.

Aunque no es objeto de este monográfico valorar la gran importancia que tiene el agua en la tradición bíblica, sin embargo, Inmaculada Delgado Jara establece paralelismos entre las tradiciones mitológicas grecorromanas y el relato del milagro de Jesús de Nazaret caminando sobre el mar a partir del evangelio de Marcos y las variantes de Mateo y Juan, teniendo en cuenta la existencia de equivalencias con la expresión “caminar sobre el agua” o sus variantes.

La mitología sobre el agua parece estar en muchos casos también al servicio de la toponimia y de la onomástica. Raúl Manchón Gómez estudia la leyenda mítica de la fundación de la población de Cástulo, cuyos restos se encuentran junto a Linares, y su relación con la fuente Castalia griega. La historiografía española de los siglos XV-XVII confirma la transmisión de esta leyenda, tomada del poema latino Púnica de Silio Itálico, que sitúa en el territorio de Cástulo la fuente Castalia y el llamado Tajo Parnaso e identifica el caballo Pegaso como símbolo de la ciudad.

Por último, partiendo de la visión del agua como punto de contacto entre el mundo de los vivos y los muertos, Ethel Junco de Calabrese analiza el tópico del agua en la obra poética de Alfonsina Storni y la representación simbólica de la idea de la muerte personal a partir de las aguas de la laguna Estigia. Los textos comentados presentan al agua como elemento de tránsito de la vida a la muerte a partir del imaginario de la propia tradición grecolatina y constituyen un buen ejemplo de la pervivencia en el tiempo de los antiguos simbolismos.

En definitiva, la destacada presencia del agua en el mito y la cultura grecorromanos y sus múltiples simbolismos son expresión inequívoca de la importancia vital de ese elemento en el mundo antiguo. Este dossier propone una aproximación a ese tema desde distintas perspectivas y abre vías de análisis que esperamos den pie a futuras y más profundas investigaciones.