Young, Simon y Ermacora, Davide (2024) (eds.): The Exeter Companion to Fairies, Nereids, Trolls and Other Social Supernatural Beings, Exeter, University of Exeter, 260 pp.

Este volumen colectivo, editado por Simon Young y Davide Ermacora, se inscribe en el ambicioso proyecto editorial Exeter New Approaches to Legend, Folklore and Popular Belief, promovido por la Universidad de Exeter. Reúne a dieciocho investigadores –dieciséis autores colaboradores más los dos editores– procedentes de disciplinas como la filología, la folclorística, la antropología, la historia del arte, la historia de las religiones y los estudios medievales. El propósito común es ofrecer una visión panorámica y rigurosa de ciertas entidades sobrenaturales presentes en diversas tradiciones legendarias del continente europeo.

El libro cubre un arco geográfico amplio. En sus quince capítulos se examinan los linajes sobrenaturales de Islandia, Escandinavia, Irlanda, la isla de Man, Inglaterra, los Países Bajos, los territorios germanoparlantes, Francia, la península ibérica, Grecia, los Balcanes occidentales, Hungría, Ucrania, Letonia y Lituania.

He aquí el índice:

1.Introducing the Social Supernatural (Simon Young y Davide Ermacora)

2.Ireland: The Tribes of the Gods and the People of the Hills (John Carey)

3.The Isle of Man: «They Call Them the Good People» (Stephen Miller)

4.England: Small Fairies Are Beautiful Fairies (Jeremy Harte)

5.Iceland: The Elves of Strandir (Matthias Egeler)

6.Scandinavia: My Neighbour the Troll (Tommy Kuusela)

7.The Netherlands: Witte Wieven and Other White Apparitions (Yseult de Blécourt)

8.Iberia: Moors, Gentiles and Encantadas (José Manuel Pedrosa)

9.France: Humanlike Societies and Spaces among the Fées (Andrea Maraschi)

10.German-Speaking Europe: Moosweiblein, Wichtel and Nixen (Janin Pisarek y Florian Schaefer)

11.Hungarians: Heavenly and Earthly Fairy Societies (Éva Pócs)

12.Western Balkans: «A Vila Like a Vila» (Dorian Jurić)

13.Greece (and Italy): The Nereids, «Those from Outside» (Tommaso Braccini)

14.The Balts: Laumės and Laimės (Francis Young y Saulė Kubiliūtė)

15.Ukraine: Courtship Rituals and Legends of the Bohyni (Natalie Kononenko)

A pesar de su notable cobertura, en el libro se revelan ausencias significativas. Quedan sin representación varias tradiciones europeas, como la italiana1, la maltesa, la albanesa, la rumana, la finlandesa, las de los Balcanes orientales, las túrquicas, las caucásicas, las eslavas occidentales y gran parte de las orientales, así como las finougrias de la Rusia europea. También se echan en falta las criaturas del imaginario francés contemporáneo, dado que el capítulo dedicado al ámbito francófono se centra sobre todo en fuentes de la Edad Media y Moderna. Tales lagunas, aunque relevantes, resultan comprensibles si se consideran la envergadura y complejidad del proyecto.

No es posible, en el espacio de una reseña como esta, detallar las numerosas virtudes del libro, por lo que me limitaré a destacar algunos de sus aciertos metodológicos, así como varios desafíos que, de forma más o menos explícita, el propio volumen deja sugeridos. Uno de sus logros más relevantes es sin duda la problematización de las categorías tradicionales utilizadas para clasificar a las criaturas sobrenaturales. Términos como «hadas», «duendes», «gigantes», «demonios», «licántropos» o «brujas» se revelan claramente insuficientes para describir la plasticidad con que esas entidades se manifiestan en la tradición oral. A lo largo del volumen se constata cómo un mismo motivo narrativo –como el de las danzas nocturnas en corro– puede estar protagonizado por entidades muy distintas según la región. Las danzas en círculo, por ejemplo, pueden ser ejecutadas por duendes, nixen, noeck, hadas, nereidas, rusalki, bohyni o vile, entre otras. Esa variabilidad pone en entredicho cualquier intento de categorización rígida.

En respuesta a este reto metodológico, los editores abogan por realizar estudios comparativos más precisos, centrados en entidades específicas y contextualizados en sus respectivos ecosistemas culturales (pp. 10-11). Ahora bien, la variabilidad no es un fenómeno únicamente de escala regional. El trabajo etnográfico permite constatar fluctuaciones de los elencos sobrenaturales entre municipios, entre individuos de una misma comunidad e, incluso, entre las versiones narradas por una misma persona.

Algunas de mis experiencias recientes en campo ilustran bien esa volatilidad. Hace pocos meses, por ejemplo, registré una narración sobre changelings a Delia Citlalli Benítez Lorenzo, joven de diecinueve años perteneciente al grupo etnolingüístico ayuuk, que reside en las montañas del estado mexicano de Oaxaca. En aquel testimonio, eran las brujas las que intercambiaban a sus hijos por los de las mujeres humanas. Meses después, la misma informante volvió a relatar la leyenda, pero, en aquella segunda versión, quienes intercambiaban a sus hijos no eran las brujas, sino los kotooy, entes del imaginario ayuuk que, según se dice, son capaces de quitarse las cabezas antes de danzar en corro.

Las fluctuaciones de este tipo no son excepcionales. En recientes trabajos de campo he registrado infinidad de vacilaciones: entre duendes y enanos, entre enanos y gigantes, entre enanos y salvajes (criaturas del imaginario zapoteco de México), entre el demonio y el Señor del rayo (una divinidad mesoamericana), etc. Incluso, he documentado una versión árabe-argelina del tipo cuentístico ATU 300 (El matadragones) protagonizada, no por un héroe aguerrido, como suele suceder en otras versiones pluriculturales de ese tipo narrativo, sino por Yohá, el trickster por antonomasia en las tradiciones islamizadas. Y, en el estado mexicano de Guanajuato, filmé una versión chichimeca jonaz del tipo ATU 150 (La serpiente ingrata) cuyo protagonista no era un humano, sino un cordero.

Estos son solo unos pocos casos ilustrativos –de los innumerables que podrían citarse– que evidencian hasta qué punto, en la tradición oral, los perfiles de las criaturas sobrenaturales (y de los personajes de las narraciones en general) se configuran de forma dinámica. Cualquier intento clasificatorio debe asumirse, por tanto, con extrema prudencia.

Hecho este paréntesis, cabe señalar que el eje articulador del libro es la noción de «seres sobrenaturales de tipo social», categoría, acuñada por John O’Hanlon, que se contrapone a la de «seres solitarios» (p. 3)2. Esa clasificación, muy asentada en la tradición crítica de Irlanda, Gran Bretaña, Escandinavia y Finlandia, pone el foco en las diferencias entre las criaturas que actúan colectivamente –y que reproducen actividades humanas como cazar, hilar, cocinar, lavar, luchar o bailar en círculo– y las que operan de manera aislada, como los muertos vivientes, los demonios o los monstruos femeninos con rasgos animalescos, entre otras.

En el capítulo introductorio, Young y Ermacora identifican tres rasgos fundamentales de las sociedades sobrenaturales: (1) están organizadas jerárquicamente, y por lo regular encabezadas por reinas o reyes; (2) sus hábitats se ubican en lugares extraordinarios (colinas de formas inusuales, cuevas laberínticas, castillos submarinos, etc.); y (3) mantienen relaciones de interdependencia con los humanos, a quienes pueden ayudar, castigar o solicitar favores. Los humanos, a su vez, pueden acudir a ellas en busca de protección, cosechas abundantes o habilidades especiales (como ciertos dones musicales), entre otros motivos.

Varios capítulos del libro delimitan áreas folclóricas a partir, en buena medida, de esos criterios. Andrea Maraschi, por ejemplo, basándose en documentación medieval, identifica dos regiones dentro del ámbito francófono: una septentrional, en la cual predominan figuras como Melusina, las lamiæ, los nutons y los lutins; y otra meridional, poblada por follets, fadas, dracs y delfines (p. 141). Maraschi advierte, sin embargo, que las fuentes medievales reflejan solo parcialmente las características de esas criaturas sociales, ya que los escribas de los siglos medios seleccionaban aquellos elementos que se ajustaran a sus fines doctrinales o ideológicos, omitiendo otros que hoy tendrían un interés etnográfico.

Más ambiciosamente, Dorian Jurić, en su capítulo sobre los Balcanes occidentales, esboza una cartografía de los imaginarios europeos (pp. 199-200). Según su propuesta, en el noroeste del continente predominan las sociedades sobrenaturales modeladas a semejanza de la humana; en la Europa oriental son más frecuentes los colectivos femeninos; y en el área mediterránea abundan los espíritus de la naturaleza, cuyos perfiles se inspiran en la Antigüedad clásica (ninfas, sátiros, sirenas, arpías, la diosa Diana, entre otros). Young y Ermacora advierten, sin embargo, que, si bien pueden observarse ciertas tendencias geográficas generales, el folclore se resiste a toda sistematización totalizante (pp. 9-10).

A mi juicio, incluso la categoría de «seres sociales» presenta importantes ambigüedades e inconsistencias. A este respecto, José Manuel Pedrosa observa que algunas criaturas –como las lamias vascas, las dones d’aigua catalanas o las encantadas– pueden actuar tanto de forma individual como colectiva (p. 130). De hecho, en su capítulo sugiere un modelo clasificatorio alternativo que se centra no ya en las entidades, sino en los espacios donde estas se encuentran con los humanos3 (p. 124). Su propuesta –que abre una vía prometedora para futuras investigaciones– define cuatro círculos concéntricos en los cuales interactúan los humanos y los seres sobrenaturales: (1) el entorno doméstico inmediato (la cama, el dormitorio, la vivienda); (2) los espacios humanos comunes (los vecindarios, los pueblos, las ciudades); (3) las zonas liminales o de tránsito (los cementerios, las ruinas, los caminos, los puentes); y (4) los espacios no civilizados (las montañas, los bosques, los mares, los páramos).

Por otra parte, el volumen deja entrever la necesidad de ampliar los análisis comparativos a regiones no europeas, en especial a aquellas donde la oralidad sigue viva y puede estudiarse en sus contextos performativos. Hay que tener en cuenta que las zonas representadas en este libro han sido objeto de innumerables estudios y conforman, precisamente, el corpus folclórico mejor documentado del mundo. La incorporación de repertorios sobrenaturales de otras latitudes no solo enriquecería el corpus global; también permitiría plantear nuevos y más ambiciosos desafíos comparativos. Podría indagarse, por ejemplo, en por qué los imaginarios occidentales exhiben una exuberante diversidad de criaturas, mientras que en otras tradiciones –como las del norte de África– lo sobrenatural suele concentrarse en unos pocos personajes, como la ghoula o el djinn en el caso del Magreb4.

Un aspecto discutible del volumen es la escasa participación de investigadores que hayan trabajado directamente con materiales de campo. Salvo contadas excepciones, como Éva Pócs o José Manuel Pedrosa, la mayoría de los colaboradores se apoya únicamente en testimonios recogidos por otros folcloristas hace décadas. Esta carencia es comprensible, desde luego, dadas las dificultades para hallar tradición oral viva en Europa, pero no deja de resultar preocupante. La experiencia etnográfica sigue siendo insustituible para valorar adecuadamente algunos aspectos paratextuales cruciales, como el contexto enunciativo, la percepción del narrador, la funcionalidad simbólica o ritual de las narraciones y los criterios vernáculos de clasificación de las entidades mágicas. Por ello, cuando se desconoce el marco en que fueron documentadas las versiones –como ocurre, sobre todo, con las fuentes antiguas–, debe extremarse la cautela al extraer conclusiones sobre las categorías de las entidades sobrenaturales.

Por último, también se aprecia una necesidad urgente de actualizar los catálogos internacionales de leyendas y memoratas. A este respecto, sorprende que aún se emplee como referencia el catálogo The Migratory Legends de Reidar Thoralf Christiansen, que es una obra publicada nada menos que en 1958 y basada exclusivamente en relatos noruegos. Puede que ese modelo clasificatorio se adecue al contexto escandinavo (aunque, incluso para ese ámbito geográfico, requeriría de una actualización), pero resulta claramente insuficiente para abarcar el conjunto de tradiciones europeas y es definitivamente inadecuado para un alcance universal. Nuestra disciplina necesita urgentemente nuevos catálogos que integren repertorios universales5.

En definitiva, The Exeter Companion to Fairies, Nereids, Trolls and Other Social Supernatural Beings es una obra de referencia, rigurosa y meticulosamente editada, que reúne a especialistas de primer nivel. Se trata, sin duda, de una contribución fundamental al estudio de los imaginarios europeos. Su mayor virtud, quizá, radique en no pretender una visión definitiva del imaginario sobrenatural, sino en fomentar un campo de estudio comparativo, dinámico y en permanente revisión.

Financiación

Esta reseña se ha realizado en el marco del proyecto de investigación «El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital» (proyecto I+D, con referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Obras citadas

Abenójar, Óscar (2014): Cuentos populares de la Cabilia, Madrid, Miraguano.

Abenójar, Óscar (2015): La princesa cautiva y el pájaro del viento. Mitos y cuentos del norte de Argelia, Madrid, Verbum.

Christiansen, Reidar Thoralf (1958): The Migratory Legends: A Proposed List of Types with a Systematic Catalogue of the Norwegian Variants, Helsinki, Suomalainen Tiedeakatemia.

Jauhiainen, Marjatta (1998): The Type and Motif Index of Finnish Belief Legends and Memorates, Helsinki, Suomalainen Tiedeakatemia.

Martínez Reyes, María Fernanda (2016): La narrativa oral en Honduras. Nuevas exploraciones en los inicios del siglo XXI, tesis doctoral dirigida por José Manuel Pedrosa, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá.

O’Hanlon, John (1870): Irish Folk Lore: Traditions and Superstitions of the Country, with Humorous Tales, Glasgow, Cameron and Ferguson.

Óscar Abenójar
(El Colegio de México)

_______________________________

1 Las leyendas italianas mencionadas en el capítulo decimotercero fueron recogidas en grico, una variante lingüística del griego.

2 O’Hanlon expuso esa clasificación en su Irish Folk Lore (1870).

3 La propuesta de José Manuel Pedrosa fue elaborada en colaboración con María Fernanda Martínez Reyes (2016: pp. 101-102).

4 Transcribo según la convención francesa. Para lo reducido del elenco de personajes en la narrativa magrebí, véanse Abenójar, 2015: p. 14; y 2014: p. 20.

5 En años más recientes, se han realizado otros intentos de clasificación, como el de Marjatta Jauhiainen en The Type and Motif Index of Finnish Belief Legends and Memorates (1998). No obstante, esos trabajos siguen centrados en repertorios locales.