Aznar, H., y Esteve Mallent, K. (eds.) (2022). Crisis y revisión del liberalismo en el período de entreguerras. Valencia: Tirant lo Blanch.

Alberto Díaz Montiel

Aznar, H., y Esteve Mallent, K. (eds.) (2022). Crisis y revisión del liberalismo en el período de entreguerras. Valencia: Tirant lo Blanch.

Revista de Estudios Jurídicos, núm. 22, 2022

Universidad de Jaén

Alberto Díaz Montiel *

Universidad de Jaén, España







La obra titulada Crisis y revisión del liberalismo en el período de entreguerras, publicada en 2022 y cuyos editores son Hugo Aznar y Katia Esteve Mallent, profesores ambos de la Universidad CEU Cardenal Herrera, se proponen, tal y como los mismos editores señalan, revisar la corriente de pensamiento neoliberal imperante a lo largo de las últimas décadas, y cuyo origen sitúan en las primeras décadas del siglo XX, y más concretamente en el período de entreguerras. Con relación a este momento temporal, sostienen la existencia de ciertas similitudes entre el mismo y el tiempo actual, parecidos tales como la profunda crisis económica en ambos períodos, así como la emergencia de populismos y la deriva iliberal en determinados países.

Ciertamente, al hilo del aparejamiento entre esos dos momentos históricos que realizan los editores de la obra, pueden observarse determinados paralelismos entre ellos. No obstante, también tendría lugar alguna matización. Una importante se encuentra en el hecho de que hace un siglo el mundo salía del profundo trama que supuso la Primera Guerra Mundial (1914-1919), algo que no se ha producido actualidad, o no al menos con esa envergadura. Aunque si nos encontramos, en el ámbito europeo, en un contexto bélico tras la invasión rusa de Ucrania.

Por otro lado, y en relación con el surgimiento de movimientos de índole populista que se producen en ambos momentos, y dando tal paralelismo por cierto, podría matizarse, siguiendo lo estipulado al respecto por Mudde (2007), que mientras los populismos del período de entreguerras eran, mayoritariamente, antidemocráticos, los que surgen en el momento actual son, al menos nominativamente, democráticos, a pesar de que se opongan a valores fundamentales de las democracias de corte liberal. Es decir, lo que realmente pretenden, y esto nos hace engarzar con el cometido de la obra, es substraer a la democracia de su importante etiqueta liberal.

Más allá de ello, la obra resulta tremendamente interesante puesto que afronta el análisis, desde diversas perspectivas y autores, de uno de los conceptos clave del amplio universo de la teoría política: el liberalismo. Corriente de pensamiento de la que, ya sea para hacerla evolucionar, ya sea para superarla, o ya sea para contraponerla y derribarla, se nutren la mayor parte de las corrientes ideológicas que surgieron tras la eclosión del corpus ideológico liberal.

Además, y enfatizando en la ya mencionada buena oportunidad con respecto a un debate teórico necesario, resulta pertinente tratar de abordar el liberalismo, con el fin de acotar lo que supone y lo que representa esta ideología. En este sentido, y tal y como ha venido sucediendo con otros conceptos (como el de democracia, por ejemplo), se ha producido un vaciamiento del término liberal debido al asentado hábito de recurrir al mismo, de forma en muchas ocasiones meramente intuitiva, para definir realidades o ideas muy dispares: si todo es liberalismo, o liberal, nada lo puede ser.

Dicho lo cual, y entrando al análisis estricto del contenido del libro, puede señalarse que la cuestión del estudio del liberalismo se realiza, básicamente, a partir de cuatro niveles de abstracción: en primer lugar, se aborda el debate del liberalismo en el mundo anglosajón, para acto seguido centrar el análisis en el ámbito estadounidense. Posteriormente, se aborda el debate en torno al liberalismo en el entorno continental europeo y, por último, en el ámbito español.

Por lo que respecta a la parte de la obra relacionada con el liberalismo anglosajón, en el primer capítulo del mismo, Katia Esteve Mallent aborda un análisis revisionista del liberalismo anglosajón del siglo XIX, con el objeto de ajustarlo al escenario del desarrollo industrial. Con relación a ello, trata de potenciar los aspectos más éticos y sociales del liberalismo. Es en este punto donde enmarca el origen del New Liberalism, ámbito del pensamiento que promueve un liberalismo más solidario, el cual acabaría siendo esencial en el posterior nacimiento del Estado del Bienestar.

En esta misma línea se encuentra el otro capítulo relativo al liberalismo anglosajón. En el mismo, José Luis Monereo afronta el análisis de dos autores concretos: Leonard Hobhouse y Harold Laski, dos ejemplos del liberalismo de tintes sociales que se abordaba en el capítulo anterior. Tal y como va exponiendo Monereo a lo largo del capítulo, los citados autores son partidarios de una mayor intervención del Estado en aras de alcanzar una “libertad real” que fuese más allá de la meramente formal centrada en el individualismo. Será la evolución en el pensamiento de Hobhouse y Laski lo que acabaría diferenciándolos, según nos explica Monereo, debido al tránsito del segundo a una línea de pensamiento más cercana a los postulados del socialismo democrático.

Por lo que respecta a la parte del libro que trata el análisis del liberalismo en EEUU, en el cuarto capítulo, Leopoldo García Ruiz aborda la figura del filósofo del derecho Roscoe Pound, un jurista perteneciente al Progressivism, un movimiento que postuló un pionero liberalismo más social en el escenario intelectual y político del momento histórico anterior a la Primera Guerra Mundial. La tesis que subyace del capítulo estriba en considerar que el progresismo original constituyó únicamente un paso intermedio en la crisis del modelo decimonónico estadounidense, debido a que los proyectos de reforma que fueron surgiendo eran aún deudores de la moral, la razón y la ciencia característica de una residual mentalidad victoriana.

En el siguiente capítulo, Hugo Aznar analiza la figura de Walter Lippmann, así como su aportación al movimiento liberal, la cual se nos indica como crucial, no solo dentro del contexto estadounidense, sino también en el europeo, sirviendo además de puente entre ambos contextos. En este sentido, la situación excepcional generada en los años treinta del siglo XX, hizo que Lippmann se convirtiese en defensor de las medidas relacionadas con el New Deal del presidente Roosevelt, difundiendo además los postulados de su amigo el economista Keynes. No obstante, en la posterior evolución ideológica de Lippmann fue matizando su apoyo a la intervención y la fuerza del Estado debido a la experiencia que habían supuesto los totalitarismos en la Europa del momento.

Por lo que respecta a los capítulos de la obra que abordan el debate continental europeo del liberalismo, en el primero de ellos, Paloma de la Nuez Sánchez-Cascado, se analiza la conocida como Escuela Austriaca, la cual vino a presentarse como una alternativa al modelo keynesiano imperante en el contexto inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Esta corriente pretendió volver a determinados postulados del liberalismo clásico propensos al individualismo y a la sospecha con respecto a la intervención estatal, sobre todo en aspectos económicos. Algunos de los autores más insignes de esta corriente fueron Carl Menger, Ludwing Von Mises o Friedrich A. Hayek.

Precisamente a la figura de Friedrich A. Hayek está dedicado el siguiente capítulo de la obra. En el mismo, Elvira Alonso Romero desarrolla en concepto de libertad postulado por Hayek, el cual se muestra contrario a las corrientes sociales presentes en muchos de los capítulos anteriores. Para Hayek, la libertad ha de estar ceñida al ámbito económico, algo que se sustancia, como nos explica Alonso Romero, en la no interferencia a la actuación individual y en la lógica de funcionamiento espontáneo del mercado. Ello puede necesitar al Estado, pero con el único objeto de que lo anterior sea garantizado, tratando de evitar cualquier tipo de función redistributiva.

En el siguiente capítulo de la obra se abre paso el análisis del ámbito liberal alemán del período de entreguerras. De tal forma, Antonio Robles Egea estudia el marco del denominado ordoliberalismo, concretando su análisis en la figura de Wilhelm Röpke, quien había sido asesor, en materia económica, de varios gobiernos durante la República de Weimar. Robles Egea, además de abordar su trayectoria biográfica, refleja el diagnóstico que Röpke, como expresión del ordoliberalismo, dio sobre los problemas de esa época. Para el intelectual alemán, y contraposición por ejemplo a lo que veíamos con relación a Hayek, las posibles soluciones había de pasar por explicitar el reconocimiento tanto del orden normativo, como de la labor política, como contrapesos necesarios del modelo capitalista y la economía de mercado.

Posteriormente, el libro pasa hacia el contexto francés, con capítulo en el que Manuel Menéndez Alzamora analiza las consecuencias de la crisis, institucional e ideológica, del liberalismo en dicho país. En sentido, para el autor del capítulo, Francia constituye el mejor ejemplo a la hora de estudiar la evolución del liberalismo y su transformación. A fin de hacer un encuadre teórico de la cuestión planteada, el autor aborda tanto la teoría del cesarismo de Antonio Gramsci (de cara a explicar la evolución del liberalismo en Francia e Italia), como la llegada de los movimientos prefascistas de los años veinte y treinta del siglo pasado, relacionando esta eclosión con el vacío ideológico que vivió el liberalismo en este momento histórico.

A partir de este punto, se inicia el análisis del liberalismo en el contexto español, con aportaciones que analizan el sustrato liberal en las figuras de Francisco de Giner, Manuel Azaña y Ramiro de Maeztu. El capítulo sobre el primero de ellos, elaborado por Delia Manzanero, analiza la crítica de Giner sobre el tradicional laissez-faire característico de determinado tipo de liberalismo de corte individualismo. También resulta de interés la síntesis que realiza Manzanero sobre el liberalismo de Francisco de Giner, contrapuesto al conservadurismo iliberal predominante el período de la Restauración española y el sistema canovista. En este sentido, se realza el concepto de libertad positiva defendido por este autor paradigmático del movimiento krausista, todo lo cual se vio plasmado, a nivel educativo, en la Institución Libre de Enseñanza.

En el siguiente capítulo, Manuela Ortega Ruiz analiza la figura de Manuel Azaña, insigne intelectual y político español y quizás el referente más importante del período II República, en donde fue ministro, presidente de gobierno y jefe de Estado. Con relación al pensamiento de Azaña, Ortega subraya como, en el mismo, trató de conjugar el liberalismo inglés de corte social y el radicalismo francés. Además, otras de sus grandes preocupaciones políticas, tal y como refleja la autora del capítulo, estriba en tratar de incorporar a los trabajadores en la vida pública, no únicamente por razones de justicia social, sino también como forma de evitar que su exclusión condujese a la impugnación total del sistema. Azaña trató de poner en práctica todo ello durante la ya mencionada II República, pero se encontró como un contexto político, al igual que hemos visto en otros casos del libro, en el que liberalismo se encontraba debilitado y acorralado por los totalitarismos.

Ramiro de Maeztu es el objeto de estudio del siguiente capítulo de la obra, en esta ocasión a cargo de Carlos González Cuevas. El autor señala cómo, a través de la figura de Maeztu, pueden engarzarse las dos grandes crisis que vivió la España del momento: la de 1898 y la de 1917-1936. En este sentido, González Cuevas explica la evolución ideológica del Ramiro de Maeztu, en la cual pasó de postular un liberalismo de corte manchesteriano, durante la primera parte del siglo XX, a posicionarse en la defensa de ideas autoritarias y conservadoras a causa de las experiencias que habían supuesto la Primera Guerra Mundial y la revolución bolchevique en Rusia.

En el último capítulo de la obra, Ángel Peris Suay aborda la figura de José Ortega y Gasset. De tal forma, el autor del capítulo sostiene que Ortega era partidario de la necesidad de reforma del liberalismo en cuatro direcciones. En primer lugar, en cuanto a la propia naturaleza de la ideología, en aras de una superación del individualismo. En segundo lugar, una reforma de la democracia que permitiese que, dentro de ella, se pudiesen canalizar las demandas de las clases populares. En tercer lugar, un replanteamiento de la intervención del Estado en economía, debido al atraso español en este aspecto y su ausencia de una economía moderna. Por último, postula la superación de particularismos, sobre todo los derivados de los nacionalismos, yendo más allá de las naciones.

A modo de corolario, y al hilo de lo que se decía al inicio de la reseña, la aparición de este libro resulta oportuna por el hecho de tratar de analizar y concretar una ideología tan polisémica como es el liberalismo, haciéndolo además en diversos contextos y a través de diferentes posiciones intelectuales, las cuales, por su variedad, enriquecen el análisis y la comprensión del fenómeno que se deriva de la obra. Además, el estudio de la ideología se realiza en momento histórico clave, tanto para el liberalismo como para la democracia, al tratarse del conocido como período de entreguerras, en el cual el liberalismo se vio fuertemente amenazado por el surgimiento de los totalitarismos.

BIBLIOGRAFÍA

Mudde, C. (2007). Populist radical right parties in Europe. Cambridge: Cambridge University Press.

Notas de autor

* Profesor de Ciencia Política y de la Administración

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Cómo citar : Díaz Montiel, A. (2022). Aznar, H., y Esteve Mallent, K. (eds.) (2022). Crisis y revisión del liberalismo en el período de entreguerras. Valencia: Tirant lo Blanch. Revista Estudios Jurídicos, Segunda Época, 22, e7594. https://revistaselectronicas.ujaen.es/index.php/rej/article/view/7594

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ISSN: 1576-124X

Num. 22
Año. 2022

Aznar, H., y Esteve Mallent, K. (eds.) (2022). Crisis y revisión del liberalismo en el período de entreguerras. Valencia: Tirant lo Blanch.

Alberto Díaz Montiel
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